Yeah, yeah, yeah, otro capítulo o XD Es corto, lo sabemos, pero el próximo será más largo (creo…XD). Esperamos que os guste, y ya sabéis, haced como hasta ahora y dejad reviews (yays que memoxiono).
Una par de preguntas (me encanta hacer este tipo de preguntas, jojojoXD):
1-¿Qué personaje del Weastread os gusta más?- ¿Katherine (Osiris), Michelle, Vermillion, Bala, Cruz, Kriket o Devil?
2- ¿Os gusta la relación EdXKat, o por el contrario os parece sosa (ñoña), aburrida, rara…?
DISCLAIMER: FMA no nos pertenece (¿cuántas veces se tiene que poder esto? TT).
Capítulo 15
Horizonte
Edward se cepilló el pelo como cada mañana, haciéndose la trenza después. Se miró al espejo, intentando ver si había crecido un poco. ¡Sí, unos centímetros! Sonrió orgulloso de sí mismo, y salió del cuarto de baño, fuera lo esperaba Alphonse. Aquel día no tenían ninguna misión, por lo que habían decidido ir a dar los dos una vuelta (y comprar cosas como pastelillos en vez de leche).
Y aunque intentaban mostrarse normales, el hecho de que ese día hiciera un año desde que conocieron a Katherine y Michelle en el Mercado de Central, influía en que no fuera así la realidad.
-Hermano...Vayamos al mercado Central-pidió Al. Ed alzó la mirada y la clavó en los agujeros vacíos de la armadura que era su hermano, luego la bajó con una sonrisa triste en los labios "No sé cuándo volveremos a vernos..." la voz de Katherine resonó en su mente, ya había pasado un año y no obtenía noticias de la morena, llegó a imaginarse lo peor, ella muerta a manos de Devil. Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos de la misma.
Pero, igualmente, aceptó la petición. Sólo por recordar la primera vez que la vio, e incluso a Michelle. Las dos, comprando, allí...Ella...Se le hacía un nudo en el estómago cada vez que la recordaba, y no eran pocas.
-Mira, hermano.-lo sacó de sus pensamientos la armadura. Hizo caso, y al levantar la cabeza se sorprendió de ver un puñado de gente corriendo hacia el mismo lugar. Arqueó la ceja al ver que se trataba de un simple espectáculo
-No quiero ver espectáculos baratos her...-su voz se cortó al igual que su respiración, el nudo en su garganta se apretó mas, mientras su corazón daba un vuelco y sentía como si un balde de agua fría le cayera de lleno en la cabeza. Entre la multitud, que caminaba en una sola dirección habían dos personas detenidas ambas observándoles con una sonrisa en los labios, una más alta que la otra aunque no por mucho.
-Al...
-Lo veo...
-No puede ser...
-Pero lo es...-a la vez, se llevaron el brazo a los ojos para limpiárselos (aunque a Alphonse eso le ayudase de poco), temiendo que aquella visión de Michelle y Katherine fuese lo que creían: un encantamiento. Pensaron que podía ser el desgraciado de Envy pero no, no podía ser él por haber dos y él sólo era uno. La morena sopló su mano y luego la colocó en su pecho justo donde estaba su corazón, le guiñó un ojo al Alquimista de Acero y detrás de ella entre luces blancas y azules se abrió una grieta, Kat despareció por unos segundos dejando sola a Michelle con una sonrisa triunfal en los labios, una ligera brisa paso junto al rubio al tiempo que sintió un jalón en el bolsillo de su pantalón. Al instante la chica de cabellos negros apareció de nuevo junto a la pequeña, otra multitud de gente las ocultó.
-¡¡No, Katherine!-exclamó Edward corriendo hacia donde se encontraba la chica al tiempo que su hermano hacia lo mismo pero en busca de la rubia.
Cuando la gente se disipó entre risas y comentarios las dos chicas habían desaparecido, Los hermanos Elric suspiraron decepcionados, pero se sintieron felices de haberlas visto, estaban vivas…
-Katherine… estás viva…-susurró Acero con una sonrisa dulce en los labios, hubiese saltado de felicidad, pero se percató de que le faltaba algo, el peso que le ocasionaba el reloj de alquimista estatal…se revisó el pantalón y se dio cuenta que el reloj no estaba, ni siquiera la hebilla de donde estaba colgado-¡¡MALDITA SEA, MI RELOJ!
Antes de que Alphonse pudiera decir nada, le señaló el lado izquierdo para indicarle sin palabras que fuese a buscar por allí, mientras él seguía el contrario: si lo había perdido lo encontrase alguien o no, estaría por donde la armadura iba, si se lo habían robado, aquel era el posible camino del ladrón.
Los pies de la armadura, pesados como ella misma, lo arrastraron hasta las afueras del mercado de central, tal vez se le cayó antes de entrar pensó. Se detuvo a buscar con cautela, pero el recuerdo de Michelle con esa sonrisa en el rostro le hacía sospechar, además de ponerlo sumamente nervioso, que ya sabía quién era la ladrona o mejor dicho, quiénes tomaron el reloj de su hermano.
Negó con la cabeza, intentando borrar todas las dudas de su mente y centrándose de nuevo en la búsqueda del reloj que señalaba a Edward Elric como Alquimista Nacional, Perro entre los perros del ejército. Mientras tenía la vista gacha, unos pies se le asomaron. La levantó despacio.
-Cuanto tiempo sin vernos, Al.-sonrisa de niña angelical, cabellos rubios, largos, y ahora del todo rizados. Mejillas rojas en piel blanca, pequeña, frágil, dulce y la más bella.
-Mi...Michelle...
-Me alegra saber que no te has olvidado de mí.- ¿qué hacía allí, con él, en vez de haber ido con su hermano? Oh, pero por qué sólo se le ocurría pensar eso...
-¿Qué haces...hacéis aquí, Michelle?
-Preferiría que hablásemos de otras cosas, Al. Más alegres...Hace tiempo que no río de verdad.-sonrió, porque si no lo hacía no era porque Devil le diese mal trato ni nada parecido, sino porque se sentía culpable de todo lo que sufrían tanto Katherine como Edward por su culpa.
La armadura le tendió su mano, entre confundido y complacido por estar con ella, Alphonse se encaminó a los adentros del mercado, se había olvidado del reloj de su hermano por completo, su mente, pensamientos, sentidos (si es que aún los tenía), estaban centrados en la chica que caminaba junto a él. La verdad ahora con 15 años, la niña ya no parecía tan caprichosa, más bien su comportamiento era más maduro incluso que el de su hermano.
-¿Por que os alejasteis tanto tiempo, Michelle?-preguntó, pero recordó sus palabras de no querer hablar del tema-Perdóname, sé que no quieres hablar de ello.
-¿Él no te dijo nada?-preguntó después de unos instantes, sorprendiéndolo. Pero cuando giró la cabeza para mirarla, ella tenía la vista en el suelo. No dejaron de caminar, y de nuevo se fijó en el frente, pero sin ver nada más que los recuerdos en realidad.
-Apareció frente al despacho de Roy semi muerto y le costó un par de semanas recuperarse del todo. Durante ese tiempo también recuperó el habla, porque había estado sumiso y...completamente callado. Yo quería interrogarlo pero cada vez que iba a hacerlo...Su mirada me frenaba. Sólo en contadas ocasiones, creo dos, lo he visto así...
-¿Cuándo, Al?-rogó saber. Y él se dio cuenta de que por mínimo que fuera, aún sentía algo por Edward. Qué era, no lo sabía ni quería averiguarlo.
-Cuando perdió sus miembros y yo mi cuerpo, y cuando...Tucker transmutó a su hija Nina y su perro Alexander...
-Tucker...
-¿Ocurre algo?
-No, sólo que...conozco a alguien con ese nombre...A parte de Kat, quiero decir.
-No creo que sea él.
-Sí, sé que no es él-lo sabía, porque era su prometido y no conocía de ninguna hija y mucho menos de ningún perro-. Alphonse...yo quiero contarte qué ocurrió, por qué nos marchamos...Pero...No sé si es conveniente hacerlo.
-Entonces no me lo digas...-murmuró. La pequeña sintió el rencor en sus palabras y cuando el chico se dio la vuelta dispuesto a marcharse, ella sin girarse lo tomó del brazo obligándolo a detenerse y clavar sus ojos vacíos en ella.
-Quiero que veas algo...-dijo subiéndose la manga de la camisa que traía puesta. La primera reacción de la armadura fue confundirse, pero luego al ver la marca que se dibujaba en el hombro de Michelle se sorprendió, una W atravesada por una R y custodiadas bajo el símbolo de una estrella se destacaban en la piel blanquecina de la joven rubia-Esta Al, es la razón por la que desaparecimos. Somos miembros de la asociación secreta de asesinos WestRead, Katherine, Osiris, o Diosa de la muerte, como quieras llamarla, fue la que dejó a tu hermano en ese estado.-explicó.
-No puede ser.-atinó a decir, a media voz.
-Pero lo es-respondió ella de la misma manera-. Pero eso no es todo. Si quieres saber por qué ella tenía que matar a Edward, y por qué tuvimos que huir...Te lo diré.
-Yo...quiero...saberlo...-no podía enfadarse, sólo temblar, impotente, sorprendido, conmocionado.
-Soy la prometida del jefe del Westread, Tucker, o como nosotros lo conocemos, Devil-las palabras cayeron cual baldosas de hielo sobre Alphonse, que de haberlas tenido humanas, las piernas le hubieran temblado hasta fallarle-. Me enamoré de Edward y por eso se convirtió en su objetivo...-y, poco a poco, le contó cómo consiguió su amiga convertirse en alquimista y cuál era su poder real, por qué se juntaron con ellos...y cómo Katherine con ayuda de John salvó a Edward, siendo así proscrita a ojos de Devil junto al chico y teniendo que huir de él y sus otros secuaces.
-Ya veo…una historia bastante difícil la vuestra ¿no?-dijo Al. Aunque lo hizo sin sarcasmo o ironía, más bien con franqueza y sinceridad, lo que conmovió a la rubia-Bueno, dejemos el tema, ¿caminamos?-de haber podido hacerlo hubiese sonreído calido y protector, tal como su hermano solía sonreírle a él. ¿Su hermano…habría encontrado el reloj? Lo dejó estar, ya lo buscarían luego.
Mientras Al y Michelle caminaban hablando alegremente, Edward se había acercado a las costas de Central, justo detrás del mercado, no recordaba haber estado allí, pero le encantaba ver el mar y el sonido que éste emitía lo relajaba y lo que más le hacía falta en ese momento era eso, relajarse.
-Ya puedo escuchar al Coronel vaca morada ese con complejo de Dios… "Acero, eres tan enano que hasta se te cayó el reloj por que no podías con su peso"-suspiró, sentándose en el muelle. Se fijó que comenzaba a atardecer, el sol se ocultaba en el horizonte, un bonito retrato digno de admirarse. Pasó media hora más o menos en el lugar con la vista perdida en el agua chispeante, pero unos pasos detrás de él lo sacaron de su ensimismamiento, sintió como cruzaban el muelle hecho de tablas algo viejas y cómo se detenían tras él.
-Vaya Elric, ¿Se hace moda ver el horizonte o es que pensamos igual?-una voz femenina fue la que sonó, a Ed le dio un vuelco el corazón cuando el viento llevó de la mano las palabras de la morena a sus oídos, tuvo impulsos de besarla, sentirla, abrazarla, susurrarle que la amaba con todo su ser a pesar de todo, pero, antes de que pudiese hacerlo, su orgullo reaccionó, ella había desaparecido un año completo, un año lleno de malos ratos y ahora aparecía tan campante y sonante diciéndole que era moda ver el horizonte.
Metió ambas manos en los bolsillos, mirándola con la ceja fruncida. No sabía qué hacer. ¿Seguir a su orgullo, o a su corazón? Las dos cosas eran demasiado importantes como para escoger una, a pesar de saber que estaba actuando como un niño pequeño. Katherine caminó hacia él, pero en el ultimo momento se desvió, se apoyó en la barandilla y cerró los ojos, respirando con alegría el aire que le movía cabellos y traje. Edward se fijó entonces en algo que no le gustó nada.
La chica tenía marcadas ojeras, magulladuras y el vestido pobremente gastado.
-¿Dónde has estado durante todo este tiempo?-no era eso lo que le quería preguntar, maldita sea, sino por su estado. Pero quizás era una manera de comenzar la conversación.
-De dimensión en dimensión, huyendo de Devil. Pero tenía ganas de verte.-lo había dicho como si nada, lo que a él le estaba costando tanto decir, a ella poco parecía importarle. Se fue hacia ella, quien no se movió, y como un año atrás en una oscura celda, la abrazó por la espalda, apoyando la cabeza en su espalda, sin decir nada porque no hacía falta. La chica respiró hondo, oliéndolo, sintiéndolo.
Al final, la hizo voltear y se miraron a los ojos. Le agarró la cara con ambas manos, acercando la cara hasta que sus narices estuvieron a penas unos centímetros separadas.
-Katherine.-sólo decir su nombre, y tenerla allí delante, le demostraban que no era uno de tantos sueños que había tenido donde ella acababa desapareciendo para no volver. La soltó para abrazarla de nuevo, y ella lo aceptó y le devolvió el abrazo, rompiendo en llanto.
-Edward.
