TT

Aaaaais

Que pena penita pena -.-

XD

Es que..Ayer mismo, día 11 de febrero de 2006…Terminamos definitivamente el fic…Y hemos de advertir que es LARGO y que hay capítulos para rato, por lo cual quizá el fic se reparta en dos partes (no sé, cuando subamos el final de la primera parte, vosotrs decidís :-p)

Como os quejabais de que el capítulo anterior era corto, aquí tenéis uno más largo (¡y al día siguiente!), pero no esperéis mucha acción, sólo una pequeña sorpresa.

DISCLAIMER (por favor -.-): FMA NOOOOOOO nos pertenece, si nos perteneciera…jojojojo…uy si nos perteneciera…

Capítulo 16

Hermandad. Cita.

Vermillion saltó las cajas seguidas, y al fin lo atrapó. El perseguido, conmocionado a pesar que desde un principio sabía que no tenía escapatoria, jadeó con cansancio, y se dejó resbalar por la pared que tenía detrás mientras el pelirrojo lo señalaba con un dedo acusador, encarnando una ceja.

-¡Aquí estás!-le gritó, mientras los otros dos llegaban tranquilamente al mismo lugar, pero caminando por el suelo- ¿y ella?

-Te puedo asegurar que no está aquí-sonrió quedamente la presa. Refunfuñando, el chico le tendió una mano para ayudarlo a ponerse en pie, y luego lo golpeó con violencia en el estómago. Al levantarse, el otro tenía el labio sangrando porque se lo había mordido sin querer-. Me encantan tus bienvenidas.-dijo, a pesar del dolor, con sarcasmo.

-¿Después de desaparecer por un año, Kriket, sigues comportándote de la manera más insoportablemente posible?

-Ya no soy Kriket, Vermillion. Ahora soy Jonathan, John si prefieres, recuerda que abandoné el Westread...Por cierto, ¿qué haréis, llevarme ante Devil? Le traicioné, ¿recordáis? Soy un renegado. Y si no me matáis, vosotros también lo seréis. Pero jamás os diré dónde está ella.-añadió, serio.

-¿Te has creído que vamos a mataros a ninguno de los dos? Devil nos tiene menos sometidos de lo que nadie quiere creer. Le seguimos por hacer algo.

-Lo que tú digas, Ver...-antes de acabar, el chico se desmayó de cansancio, hambre y dolor.

-Que poco resistes, mi querido Kriket...-sonrió el chico de lentillas. Ladeó la cabeza unos milímetros y una bala pasó rozándole la mejilla-Hasta el día que me mates, Balita, no vas a dejar de hacer esas patéticas apariciones...-añadió tranquilo, mientras el recién llegado reía con ganas, luego el sacerdote que apareció tras ellos levantó el cuerpo inconsciente de John y lo acomodó en su espalda- La encontraremos, Kriket…-suspiró más para sí mismo que para los otros el pelirrojo, con un brillo especial en los ojos.

-Escondámoslo antes de que Devil nos rinda cuentas...-dijo Cruz observando a los otros respectivamente. Sonrieron y, como si nunca hubieran estado en ese lugar, desaparecieron.

Después del tierno reencuentro, Edward había insistido a más no poder el llevarla a que se cambiara, por eso se la llevó hasta su cuarto, tapándola hasta la cabeza con su carcasa roja para que nadie la reconociera. Allí le tendió unos pantalones negros y una camiseta sin tirantes como él solía utilizar, y dejó que utilizase el baño. Que tentado estuvo de entrar con ella.

-¿Feliz?-dijo cuando salió, el alquimista estaba sentado al borde de la cama con el automail apoyado en la pierna derecha y la cabeza apoyada en la palma de la mano, sonrió al verla y asintió ante su pregunta.

-No lo entiendo...-murmuró el rubio tras unos momentos de silencio algo prolongado.

-¿Que no entiendes?-preguntó Kat, al tiempo que Ed se levantaba y se acercaba a ella se puso una mano en la frente y luego la movió en dirección a Katherine.

-No entiendo...por que no has crecido nada-se burló con una sonrisa de oreja a oreja. La morena entornó los ojos y sopló su mano, enseguida en la misma apareció una botella de leche que escondió detrás de su espalda.

-¿Tú crees?-inquirió mirándolo con un brillo malicioso en los ojos.

-¡Sí!

-Pues yo creo que ahora dejas vacía más de la mitad de la botella-sonrió. Edward la detalló confundido, pero no se dio cuenta cuando la chica alzó la leche y se le echó en la cabeza.-¡¡¡¡Eso es por llamarme enana, pulga mal desarrollada!

Empapado en leche, la agarró de las muñecas para que dejara de echarle el contenido encima y la obligó a soltar la botella, que se hizo añicos nada más contactar con el suelo. Ninguno se dio cuenta, demasiado absorbidos el uno por los ojos del otro.

Se fueron acercando poco a poco, pero casi en el instante en que iban a unir sus labios, ella lo empujó, haciendo que se sentara sobre la cama, y negó con el dedo mientras apoyaba la otra mano sobre la cadera.

-No, no, enano. No te acerques a mí completamente mojado cuando acabo de ducharme... ¡Límpiate!

-¡Pero si es tu culpa que esté así, pequeña!

-¡No refunfuñes más! ¡Al bañooooooo, enanoooo!-y se echaron a reír como hacía tiempo que no reían. Risas de jóvenes, porque no eran más que dos críos que habían sufrido mucho, y cuando el silencio se apoderó de nuevo de la instancia, se olvidaron de que estuviera o no empapado en leche y se besaron.

Cuando se separaron Ed junto sus manos y se secó por completo, primero cambiando la leche por agua y luego desapareciéndola de sus ropas y su cabello. Se acercó a Katherine de nuevo y mientras él lo hacía ella se echaba hacia atrás, negando con la cabeza y con una ceja arqueada.

-A mí no me vuelvas a besar si tus labios saben a ese vomito enlatado.-le dijo una vez que el rubio la acorraló contra la pared.

-Ah, bueno, no haberme tirado esa cosa encima.

-Mira que te dejo estéril...

-No serias capaz...Si lo haces, no podríamos tener hijos.-sonrió malvado, y ella no se pudo resistir a esa sonrisa, pero en vez de abrazarlo hundió la cara en su pecho, y se aferró a su camiseta con fuerza.

-Lo siento, Edward. Lo siento tanto, todo lo que te he hecho...-dijo, de repente. El joven de ojos dorados la abrazó con fuerza y se acercó a su oído.

-Katherine, todos cometemos errores y algunos somos unos cobardes que intentan reponerlos de las formas mas fáciles y otros intentamos resolverlos cometiendo otro aún mayor-hablaba de la transmutación de su madre y la pérdida del cuerpo de su hermano, lo sabía, lo conocía perfectamente-. Pero no fracasas al tropezar sino al no levantarte, y cada error que cometas...yo ya te lo he perdonado.-añadió cerrando los ojos para disfrutar más su contacto.

-Pero estuve a punto de matarte, Edward. A punto...-el sollozo quedó apagado en el cuerpo del chico, y hasta después de que se calmara, no se separaron.

-¿Te encuentras mejor?

-Sí...-se pasó el dorso de la mano por los ojos- Oye...creo que deberíamos ir a ver a Roy.

Acero negó con la cabeza frunciendo el ceño, se había olvidado por completo del reloj que seguía perdido, y palideció al recordarlo, no quería calarse los arrogantes comentarios del comandante, así que se negó rotundamente a la petición.

-Vaaamooss, Ed, ¿por qué no?-preguntó la morena, aunque conocía la respuesta, lo hacía para molestarlo, le encantaba verlo enojado.

-Por que yo...-suspiró-pedí mi reloj de alquimista estatal.-soltó cerrando los ojos y haciendo una mueca de quitarle importancia al hecho.

-¿Que qué?-casi gritó la joven, y luego se echó a reír ante el sorprendido Edward.

-¡No es como para que te lo tomes con tanta gracia!

-¿Ah, no?-le pasó una mano por detrás de la cabeza, e imitando lo que los magos hacen a los niños, al retirarla el reloj colgaba en la cadena, enredada en sus dedos- Mira y llora, enano.

-Será posible que tú...

-Es que siempre vas tan despistado...-dijo ella, como toda explicación y entregándole el objeto, que enseguida quedó colgado de la cintura del chico.

Edward la agarró por la cintura y la alzó con facilidad, luego la acostó en la cama y se puso sobre ella agarrándole las manos. Ella sonreía mientras él la observaba con el ceño fruncido.

-Me las vas a pagar...-susurró con un extraño brillo en los ojos y muy serio.

-No te tengo miedo, Acerito-se burló Katherine de nuevo, Ed sonrió malicioso y negó con la cabeza.

-Deberías, estás a mi merced...

-Oh, bueno, soy valiente. ¿Y qué vas a hacerme, torturarme de placer hasta una muerte satisfactoria?-él le contestó inclinando poco a poco la cabeza y besándole el cuello con ternura, para luego hacerlo más salvajemente hasta separarse.

-Te he marcado, Kat. Ahora eres del todo mía, y no voy a permitir que nada ni nadie te haga daño. Jamás.-hablaba con tal seriedad, que la sonrisa de la cara que ella tenía se borró al instante, y una sensación de inmensa felicidad y ternura la invadió.

-Siempre he sido, y siempre seré tuya, Edward Elric.

Él sonrió y volvió a besar el cuello de la chica. Luego sus mejillas, su nariz, sus ojos y en especial su boca, ella mientras tanto le soltó la trenza y le acarició la espalda, los brazos y le correspondía los besos, el rubio mordisqueó su oreja y ella se estremeció riendo.

-¿Que tanta risa te da?-dijo Ed mirándola un instante, pudo notar el sonrojo excesivo en sus mejillas y se supuso que él estaba igual por como la chica lo observaba.

-Es que eres tan enano que no sé si llegarías a cubrirme con todo el cuerpo.

-¡Te ha dado por tocar ese tema!-gruñó sonriendo, y se dejó caer sobre el cuerpo de ella, demostrándole que le podía servir perfectamente de manta. Cuando ella le dijo sal que me ahogo, se puso en la misma postura que antes.

-Cuando nos conocimos...quién iba a decir que acabaríamos así.-comentó, para luego volver a besarla.

-Nunca pensé que me enamoraría de un enano como tú...-dijo la morena, mientras él repetía el beso y luego se perdía en sus ojos.

-Deja ya de decirme enano, me hace poner de mal humor.-repitió mordiéndole de nuevo la oreja, ella otra vez se partió de la risa.

Kriket se despertó con un terrible dolor de cabeza, tumbado sobre una mullida cama. Miró hacia todos lados hasta ver como sus tres ex compañeros hablaban en un rincón. Al verlo, Cruz se acercó y le tendió un vaso de agua, ayudándolo a que bebiera. Cuando terminó, el hombre suspiró.

-Lo hemos estado hablando...Y creemos que has de saber una cosa muy importante.- el muchacho cerró los ojos, relajándose, y tomó una postura más cómoda en la cama.

-Decidme.

-Te advertimos- comentó Bala, sin dejar de jugar con su arma- que es algo que quizá no quieras creer en un primer momento pero…

-Confía en nosotros, somos tus mejores amigos.-acabó Vermillion.

-…Me estáis asustando, contádmelo, en serio que creeré en vosotros.

-Katherine y tú, siempre os habéis llevado fenomenalmente. Y siempre hemos bromeado diciendo que erais hermanos, y que os parecíais bestialmente-habló Vermillion-…Pues…La broma…Quizás no sea tanta broma. Lo sois…Katherine y tú sois hermanos.-él no dijo nada.

Hermanos.

No podía ser.

El shock había estado tan fuerte que no acababa de asimilarlo, así que el muchacho aprovechó para acabar de contárselo todo

-No sabemos mucho, sólo hemos descubierto que Devil os puso unos chips a los dos en el cerebro para que no recordaseis nada de vuestro pasado. Ni idea de por qué lo haría pero…

-Debo decírselo a ella…

-Pero Kriket…-no hizo caso a Cruz, intentando levantarse.

-¡Si Devil ha hecho eso, será por algo, y tenemos que descubrir qué es!

-No lograrás nada en este estado-gruñó Bala, empujándole hacia atrás y haciéndolo chocar contra la pared donde estaba empotrada el lecho. Alzó la pistola y lo apuntó directamente a la frente, desafiándolo a ver si volvía a levantarse-. Déjala en paz porque ella también ha de descansar, ha sufrido más que ninguno de nosotros. Devil siempre se ha zafado con ella, tratándola como un juguete, y ahora el único que puede sanarla es el Alquimista Nacional ese.

Alphonse abrió la puerta mientras charlaba animadamente con Michelle, llamando a su hermano alegremente al hacerlo para darle la buena noticia de que la había encontrado (a ella se le había olvidado decir que, seguramente, Katherine estaría allí). Al instante, y mudo de la sorpresa, se quedó callado y con la mandíbula (de armadura) desencajada. Después, si hubiese podido, habría mostrado una gran sonrisa ante la escena.

Edward le pasaba un brazo por los hombros a Katherine, quien acurrucada contra su pecho, dormía plácidamente mientras él, recién despertado, la observaba en silencio. Al oír a su hermano menor, levantó el brazo haciéndolo callar, besó la frente de la chica y con cuidado salió de la cama, tapándola con la sábana.

-Es una alegría verte-le dijo a media voz a Michelle, cerrando la puerta tras de él. El cabello suelto y despeinado le caía sobre los hombros desnudos, dándole un aire sensual que a más de una fémina hubiese encantado, incluida la rubia que se sonrojó y agachó la cabeza, azorada-. Al, por la forma en la que me miras…Te ha contado algo…

-Lo del Westread… ¿Se lo contarás a alguien, hermano?

-¡Por supuesto que no! Jamás entregaría a Katherine, por muchos delitos que haya cometido…No a ella, porque de hacerlo, me entregaría yo también. Pero ella…Quiere contárselo al Coronel Mustang.

-¡La llevarán de cabeza al calabozo!-se sorprendió Alphonse, sin creerse que ella misma quisiera entregarse a las autoridades. Con una sonrisa, Michelle negó con la cabeza.

-Ella confía en Roy, por eso quiere contárselo. Si no fuera por él, quizás tú nunca habrías sabido que ella también siente algo por ti.-no es que Katherine se lo hubiera dicho, ni mucho menos. Se había enterado por sus propios medios.

-¿Quiere decir eso que…el Coronel le dijo algo bueno sobre mí?

-No creo que fuera eso-negó rápidamente-, más bien creo que ella se declaró o alguna cosa y él le hizo abrir los ojos.

-Entonces…Tenemos que ir a darle las gracias…-puso una mueca extraña- Oh, por favor, no…

-Deberías el Coronel ha hecho mucho por ti, enano desagradecido-la voz de Katherine sonó tras él, se frotaba los ojos como si un intenso ruido la hubiese despertado, bostezó al cerrar la puerta de nuevo. Michelle y Al sonrieron al verla, la primera por que hacía tiempo no la veía tan animada. Aunque sabía que su mejor medicina era Edward Elric nunca imaginó que tuviese un efecto tan instantáneo, el segundo por el año completo que tenía sin ver a la morena.

-¡Se nos despertó la pulga!-rió feliz el chico, cogiéndola de la cintura y besándola en la mejilla. Los otros dos, meros espectadores, esperaron a que acabasen de hacer manitas para retomar la conversación.

-Mmm…Entonces...Voy a hablar con él…-suspiró Katherine, retirándose el cabello que le estorbaba de la cara con la mano.

-Te acompaño. Yo también estoy implicada en todo este asunto.-se apresuró a decir Michelle.

-¿Dónde demonios estará metido Kriket...?-susurró para sí- Que más da, vamos-añadió mientras Ed tomaba su mano recordándole que la apoyaba en la desición que tomase.

Mientras tanto Jonathan Tucker no terminaba de creer que Osiris fuese su hermana, aunque si lo pensaba bien lo sentía muy dentro de él, sabía que la chica era algo suyo por eso siempre la había sobreprotegido, siempre había sido...un hermano para ella.

-¡Te dije que no le dijéramos nada! Estúpido Vermilion, ahora se nos muere nuestro querido Kriket aquí...-refunfuñaba Bala hablando con Cruz mientras el chico de lentillas le hacia muecas.

-No esperes librarte de mí tan pronto-logró, al fin, decir Kriket-. Pero eso es…Imposible…Magnifico, pero imposible…No entiendo qué narices…planea Devil…Es tan…Impredecible como un huracán…Nunca se sabe por dónde saldrá…

-No sabemos nada más que eso, en serio-Vermillion se sentó en el borde de la cama, mirando el techo-. Demasiado misterio le envuelve…Y quizás sea hora de descubrir qué secretos tiene para nosotros…

-Podría mataros.-objetó John, tentado de decir 'matarnos'.

-Somos su mejor equipo, no puede con nosotros, joven Kriket. Deberías saberlo.

-Si nos descubre, que Dios apiade las almas que cruce en nuestro camino.-añadió, aferrándose a la cruz que llevaba del pecho el hombre con el mismo pseudónimo.

-¡¡¡Cruz, no empieces con tus patéticas oraciones!-le espetó el hombre pelirrojo, el sacerdote lo miró severo y luego sonrió.

-Pobres de los infieles que no creen en el poder de nuestro Señor-murmuró. Jonathan se partió de la risa al ver como Bala se agarraba el chaleco burlándose del hombre con sotana.

Era dichoso, porque hacía tiempo que no se podía permitir el reír. Había estado, junto a Katherine, huyendo de dimensión en dimensión, sobreviviendo como buenamente podían robando, y muchas veces estuvieron a punto de no contarlo (sobre todo él, pues la chica se las apañaba mucho mejor). Antes de volver a meterse en problemas, de los que en realidad no había salido, quería descansar y disfrutar. Y quería sentir la felicidad embriagadora que era el saber que esos tres, a pesar de mostrarse tan distantes y superiores, a pesar de creer que eran más enemigos que amigos, los ayudarían a los dos, tanto Katherine como él, dándose cuenta que sí podía confiar en ellos, fuesen o no asesinos.

-Comandante...hay alguien que quiere verlo-anunció una mujer rubia de ojos rojos como la sangre, no se imaginaba el sobresalto que causaba en el hombre, ni como cortaba su respiración cada vez que se acercaba a él.

-Si es el pequeño Acerin dile que pase, de resto...no quiero ver a nadie.-sentenció Roy sin mirar a Riza, la cual asintió con la cabeza y salió de la oficina al tiempo que el hombre soltaba un suspiro.

Riza le comunicó eso a Edward, y él, sonriendo enigmático, le aseguró que si supiera quiénes eran esas personas tapadas del todo con las capuchas de las chaquetas, sí querría que fuesen. Y como todos confiaban en Riza al igual que en Roy, ambas chicas se destaparon, dejando tan sorprendida a la mujer que la única cosa que pudo hacer fue abrazarlas, dejando de lado todo el porte serio que siempre tenía.

Luego, los cuatro jóvenes junto a ella entraron en el despacho, donde Roy Mustang ya se preparaba para insultar con su estatura al mayor de los Elric. No puedo hacerlo, sin embargo, cuando unos ojos azules se encontraron con los suyos y le sonrieron.

-No lo puedo creer...-balbuceó. Katherine se abalanzó sobre él soltando bruscamente la mano de Ed y enganchándose del cuello del comandante este la alzó en brazos y le dio una vuelta en el aire, feliz de verla, feliz de que estuviese allí, había pasado tanto tiempo...demasiado para su gusto. Luego la depositó con suavidad en el suelo y le dio un beso en la mejilla lo que provocó un acceso de rabia en el joven rubio que los observaba.

-¡¡Ya vale, ya vale!-gruñó, tirando de la chica hasta que se soltó de Roy. El hombre sonrió divertido al intuir qué era lo que le ocurría al joven Alquimista, pero por una vez decidió tragarse sus burlas.

-¿Y cómo fue que...regresasteis?-preguntó el moreno, por decir algo. Intentó mostrarse tranquilo, cosa muy difícil con lo contento que estaba de volver a verlas sobretodo a Katherine.

-Os echaba de menos, contacté con Michelle y aquí estamos...Pero más importante que eso, es que sepáis, Riza y tú, por qué nos fuimos.

-Vaya, parece una historia interesante-dijo el Alquimista de la Llama, sentándose sobre su escritorio y apoyando la cabeza en una de sus manos, Riza hizo lo mismo que el comandante sólo que en una butaca que estaba junto a la mesa de Havoc. Katherine suspiró, al tiempo que se acercaba a la ventanilla de la oficina, se detuvo frente a ella con la mirada perdida en las calles llenas de carros de Ciudad Central. Pasados unos segundos de silencio la chica, sin girarse, comenzó a hablar.

-¿Recuerdas...que hace exactamente un año...nos encomendaste la búsqueda de un grupo de asesinos muy famoso...?

-Westread-interrumpió Mustang, la morena asintió lentamente con la cabeza y se dio la vuelta caminando para quedar frente a frente con Roy. Se colocó el largo cabello de un lado y le mostró al comandante la W con la R intercalada dentro de una estrella negra y roja que se encontraba marcado en su nuca.

-No puede ser...No...

-Es.-concedió Michelle, enseñándole su propio tatuaje.

-Nuestro objetivo era Edward, me interné como Alquimista, siendo en realidad Nigromante, sólo para conocerlo y atraparlo en el mejor momento...Pero no pude...Y tuve que escapar para que Devil, nuestro jefe y prometido de Michelle, no me diese caza...Y me matase utilizando a mis propios compañeros.

-No puede ser...-repitió el Coronel, conmocionado. Katherine sonrió con tristeza, cerró los ojos, suspiro, los abrió y le relató todo, absolutamente todo, lo que había ocurrido, por qué hacía lo que hacía...Y por qué no quería contarle dónde estaba el castillo de Devil:

-No es por mi pasado, dejó de importarme. Es por Vermilion, Cruz y Bala. Pensaba que no, pero les tengo en gran estima y no puedo permitir que nadie les haga daño...Por mucha gente que hayan matado...Y por mucho que seas tú a quien deba decírselo. Eso sí, si quieres detenerme a mí por cómplice aunque no cometiese ninguno de los asesinatos...eres libre de hacerlo y aquí estoy, no opondré resistencia.-y dio un paso al frente, extendiendo sus brazos hacia Roy, quien no sabía qué hacer. No podía arrestarla, era Kat...Y ella sabía que él no podía.

-Sóis….sóis…, Katherine ¿Por qué me pones en estas situaciones?-preguntó el comandante, en su rostro una mueca de tristeza y de preocupación se hacían presentes pero sus ojos, a pesar de siempre estar fríos y ególatras como su dueño, mostraban una profunda decepción. Aunque se sentía contento de que Muerte hubiese sido tan valiente de confesarle lo que había hecho, le costaba mucho faltar a su cargo como comandante y no encerrarla...aunque, por otro lado...Roy sonrió ante Kat y Michelle, la primera con los ojos cerrados y los brazos estirados y la segunda con la cabeza baja apoyada en el hombro de la armadura que llevaba dentro el alma de Alphonse.

-No le veo lo cómico, Roy-esta vez fue Riza la que habló- ¡¡Es Katherine, Katherine Tucker! Más que tu compañera de trabajo es tu amiga, no puedo creer que te le pase por la cabeza dejarla presa-le estaba tuteando, la rubia estaba sumamente enojada con el militar.

-Teniente primera...No pienso mandar ni a Kat, ni a Michelle a la cárcel-dijo muy tranquilo, mientras pasaba la mirada simultáneamente de una a la otra, la morena abrió los ojos de golpe, y la segunda se limitó a sonreír, sin tan siquiera subir la cabeza para encontrarse con los ojos negros azabache que se posaban sobre ellas.

-¡¡Justicia, Milagro! El comandante "Yo soy Dios, alábenme" ha dicho algo sensato...

-El enano como siempre de metiche...-murmuró Osiris, mientras los presentes, excluyendo a Ed se partían de la risa, en especial Roy.

-¡Ah, qué maravilloso es el amoooor!-canturreó el coronel, recibiendo mirada de odio por el chico mirada de cariño por la chica- Ahora ya podéis marcharos, si queréis...Pero esto que quede en secreto dentro de estas cuatro paredes...-guiñó un ojo a las chicas- Y podéis reincorporaros al grupo cuando queráis, Katherine, sigues siendo una Alquimista Nacional, a la cual mandé a trabajar lejos durante un año...Y no te preocupes, si Devil te encuentra...Sabremos cómo pararlo.-y cuando vio que se iban a ir, llamó a las chicas de un grito, pidiéndole a su vez a Riza que saliera fuera un momento.

-Chicas, creo que a cambio de mi silencio he de pediros algo muy importante.

-Y nosotras que pensábamos que lo hacías porque eres nuestro amigo...

-Por supuesto que es por eso, Kat, pero si me debéis algo es más fácil convenceros para que...Me arregléis una cita con Riza.-esperaba que se sorprendieran por enterarse de en quién estaba interesado, pero no que se echaran a reír a mandíbula batiente.

-Tardabas tanto en declararte... ¿y es porque tienes vergüenza?-le preguntó la morena, limpiándose las lágrimas de diversión que le salían de los ojos- Increíble...Sincera y grandiosamente, increíble...Y divertido también.

-Sí, sí, lo que tú digas... ¿pero vais a ayudarme?

-Por supuesto.-respondió la más pequeña de inmediato.

-Pero porque te apreciamos, y a Riza también. No porque creamos deberte nada...de nada.

A la mañana siguiente, despertándose las chicas en un cuarto que les habían asignado (a pesar de que la morena deseaba dormir de nuevo con Edward), lo primero que hicieron fue planear la cita, queriendo tenerla lista cuando antes para comentarla con el Coronel.

-¿Y si los llevamos a las costas?-propuso la rubia, Katherine negó con la cabeza y siguió caminando de un lado a otro en la habitación-¡¡Basta Kat, harás un hoyo en el suelo y ahí si que Roy nos mata!-añadió algo histérica.

-Shh...Calla Mich...No me dejas pensar...-murmuró Osiris haciéndole entender a la pequeña con un movimiento de su mano que intentaba alcanzar concentración. La rubia se dejó caer pesadamente sobre la cama mientras Muerte daba vueltas alrededor de la misma, de repente, la morena se detuvo en seco y Michelle se sentó de golpe, ambas se miraron sonrientes.

-¡Lo tengo!-dijeron a la vez. Corrieron a la puerta y la abrieron rápidamente.

Llegaron al comedor de alquimistas estatales, donde en primer lugar pensaron en encontrar a Roy, pero se equivocaron. No estaba allí, Ed y Al estaban solos en una mesa apartada hacia una esquina, la morena los vio primero y apresurada llegó hasta ellos.

-Ed, Al ¿Habéis visto a Roy?-preguntó sin saludar siquiera. Edward la miró de arriba abajo con una ceja arqueada y, con el ceño fruncido, musitó un "No" y le dio un mordisco a su comida. La armadura entendió el comportamiento de su hermano, aunque le pareció algo infantil, miró a Michelle la cual llegaba a trote junto a Kat, respirando agitadamente.

-¡Ya...Ya sé dónde está!-le dijo entrecortadamente debido a la falta de aire. La morena besó la mejilla de su novio y se fue tras la pequeña, llegaron a la oficina del comandante y notaron que la puerta estaba entreabierta, Mustang no estaba dentro pero Riza acomodaba unos papeles de su escritorio. Compartieron una sonrisa al abrir y fijarse que estaba sola, Katherine, con lo poco que sabía de alquimia, la cerró para que nadie pudiese interrumpirlas en su conversación, no es que la hubiesen planeado tan pronto pero mientras mas rápido fuese, mejor.

-Hola chicas-sonrió la teniente primera al verlas a las dos recostadas a la puerta con una extraña sonrisa y un brillo igual en los ojos-¿Qué os ocurre?-añadió al verlas tan felices.

-Sólo queremos...hacerte unas preguntas-dijo Kat acercándose a ella. Mientras, Michelle asentía ávidamente con la cabeza y comprobaba que la puerta estuviese bien cerrada moviendo la manilla de un lado a otro para hacerlo.

-Claro, decidme-accedió la rubia, Osiris y la prometida de Devil se sentaron en las butacas ubicadas frente a Riza y ella solo se quedó allí, de pie, observándolas con sus sonrisas extrañas.

-Buenoo...no es por ser metiches...peroo...

-Queremos saber, si a ti, por alguna casualidad de la vida...-siguió Kat robándole la frase a la pequeña.

-Te pasan cosas con el Coronel-sonrieron ambas, como si estuviesen conectadas, la verdad era que lo habían ido ensayando en el camino. Riza las detalló a ambas un rato y luego se carcajeó ante la pregunta.

-¿A mi? ¿Pasarme cosas con el Coronel?-preguntó entre risas, Katherine y Michelle asintieron con una ceja levantada el volumen y ritmo de las risas de la teniente primera se fueron apagando y disminuyendo-¿Soy tan evidente...?-añadió en un murmullo ahogado con una cara de preocupación digna de ser fotografiada.

-Oh, bueno, no...Fue sólo una idea que acabas de confirmar.-dijo la morena.

-Aaaah, ¡qué malas!-resopló, entre la sorpresa y la gracia- ¿Y por qué queriáis saberlo?

-Porque nuestro primer acto de fe por ser perdonadas eeees...que tengáis una bonita cita.-sonrieron, juntas.

-Pero...El Coronel Mustang no querrá...

-Primero, como hiciste anoche, llámalo Roy. Segundo- Katherine sonrió enigmática-, le interesas muchísimo más de lo que crees.

-No digas tont...

-Esta noche- la interrumpió Michelle-, en casa de él, ponte bellísima.-y sin darle tiempo a decir nada, fueron a hablar con Roy Mustang.