Como fue muy curiosa la pregunta sobre qué hicieron en la habitación…

Os diremos que ellos hicieron…

Lo que vuestra imaginación os diga XD

Jaja, que no, que es bromaXD.

No hacen nada a parte de quererse mucho y abrazarse.

Los capítulos definitivos del fic se van decidiendo según se corrige, así que no puedo dar número de cuántos tiene, lo lamento

Este capítulo es algo largo, creo. Esperamos que os guste, ya sabéis, FMA no nos pertenece (de tanto decirlo se queda grabado como una canción -.-). Un capítulo bastante cargado de romance, avisamos, no somos traidoras…

Capítulo 17

El reflejo de la luna

Caminaron hasta las habitaciones del edificio militar pues les habían dicho que el comandante estaba en una de ellas, cuando caminaban por el pasillo en el que se encontraban las de Ed y Al estos llegaban por el otro extremo del pasillo hablando animadamente, el alquimista de Acero sonrió y alargó los brazos para que la morena lo abrazase, pero esta se limitó a detenerse frente a él.

-Oíd, sé que somos insistentes, pero ¿habéis visto a Roy?-preguntó sonriente. Edward bajó los brazos y la empujó, abrió bruscamente la puerta de su habitación y la cerró tras de sí de la misma manera.

-¿Y a este qué le pasa?-preguntó ella, reponiéndose de la sorpresa al haber sido empujada. Michelle y Alphonse la miraron como si fuera tonta, y la rubia la recriminó por su actitud.

-Quieres hacer de casamentera... ¿¡Y ni tan siquiera sabes cómo tratar con tu pareja? Tonta pirada...O pulga tonta pirada, como diría Ed.

-Mich...

-Ella tiene razón...Acabáis de reencontraros y... ¿aparece Roy y te olvidas de él?

-Pero no es eso, lo que ocurre... ¡Oh, lo que sea!-y abrió la puerta del cuarto del chico, cerrándola tras de sí.

-Deberíamos llamar a los bomberos...puede que hierva la habitación...-dijo Al mirando la puerta, mientras la pequeña sonreía por sus malos pensamientos-¿Qué?

-Puede hervir de dos maneras...tú sabes-dijo tomando la mano de la armadura y arrastrándola por el pasillo.

Katherine se había detenido en la puerta, tal vez por que no sabía qué decir o por admirar como el rubio, recostado en la cama con la cabeza apoyada en la pared, abría un libro y hacía el simulacro de leerlo. La luz del sol que entraba por la ventana le producía sombras en sus bien formados brazos y resaltaban sus ojos y los rasgos de su cara, cosa que le encantaba a Katherine.

-Lo siento, Osiris, tu querido Roy no está aquí-le espetó, a la morena las pupilas se le dilataron y su cuerpo se estremeció, la había llamado Osiris...Se acercó hasta quedar junto a él, y el rubio se lamentó del comentario al ver cómo los ojos azules de su amada jugaban con las gotas de agua que intentaban caer por las mejillas de la misma.

Y, a pesar del dolor que la frialdad con la que acababa de tratarla la mataba, hizo acopio de fuerzas, dejó todo su orgullo de lado, e inclinó la cabeza.

-Lo lamento, Edward. No era mi intención ofenderte.-temblaba de pies a cabeza, con los puños apretados, y vio por el rabillo del ojo como buenamente le dejaron las lágrimas, que el chico se levantaba, alargaba los brazos y la atraía hasta él. Sintió la mano que le pasaba por detrás de la cabeza para que la apoyase sobre su pecho, y las palabras dulces, sinceras y arrepentidas que le dedicaba al oído:

-No tienes que disculparte por nada, Kat...Es que yo soy un maldito celoso...

-Sí, sí que tengo que disculparme...-se agarró a él para sentirlo lo más cerca posible, absorbiendo su aroma, disfrutando de su abrazo consolador- ¿Sabes por qué me he portado así? Pues porque tenía miedo de que no fuera más que otro de mis mil sueños rotos, que cuanto más cerca estuviera de ti...Antes y más dolorosamente fueran a desaparecer estos momentos idílicos...Y pensaba que, con tratarte como si nada, todo seria como antes, que se quedaría estancado en los buenos momentos, cariñosos pero sin más, que fueron nuestra única tranquilidad, la única que nos permitieron tener.-cada palabra le sonó maravillosa a Edward, que se insultó en su interior por haberla tratado así, y que la apretó con más fuerza si fue posible.

-Mi Katherine, ¿qué voy a hacer contigo?-le susurró de nuevo sonriendo mientras ella dejaba de llorar, disfrutó del olor de sus cabellos un rato mas y luego se separó de ella y la miró a los ojos, con el dedo índice le secó las lágrimas y luego tras un suspiro siguió hablando-Te voy a confesar algo...-ella asintió en señal de que siguiera- Todo este año, he intentado odiarte con todas mis fuerzas, quise aborrecer cada segundo que pasé contigo pero...lo que más quise olvidar fue esa noche...-añadió mirándola, mas no a los ojos.

-Jaja...Yo intenté olvidarte, pero también me asalta ese recuerdo, siempre, incluso antes de marcharme, cuando Devil me ordenó...acabar yo misma con tu vida, esa noche, esa noche...y tú, tus ojos, tu cabello, tu altura, tu carácter, todo tú...Me ha hecho seguir viva, porque ahora comprendo que, de haberte olvidado, algo en mí misma habría muerto. Sí, caminaría, pero... ¿quién podría decir que no era más que muerta en vida?

-Sería ilógico, la alquimista de la muerte, muerta en vida-se burló Ed. Ella lo miró reír y se deleitó ante el sonido de su risa, cuando paró de hacerlo la morena se sentó junto a él en la cama, el rubio le pasó el automail por los hombros y ella apoyó su cabeza en el hombro mecánico del chico.

-Tu automail...es tan cálido como tu cuerpo...-le susurró acomodándose en el mismo, Edward la miró extrañado y luego sonrió ante el comentario.

-Ah, bueno, quién sabe qué hace que este caliente-el comentario, parecido al que Michelle le hiciera a Alphonse momentos antes, era un tanto pervertido, por lo que la morena se separó de él presa de la sorpresa, y adquiriendo por momentos un color rojo tomate que no pasó nada inadvertido por él-. ¡Chica mal pensada!-se burló.

-¡Pues no digas esas cosas con esa voz irresistible, chico!

-¡Ya cállate!-le dijo arrojándose sobre ella y haciéndole cosquillas, ella lo empujaba con las manos pidiéndole entre risas que la dejase en paz, pero él, divertido más que todo ante la situación, no dejaba de hacerlo, hasta que la morena perdió fuerzas y cayó sobre la cama con Ed sobre sí. No es que no hubiesen estado en esa posición antes, pero ahora las frases antes dichas hacían ver el momento sumamente diferente e igual de encantador, se miraron a los ojos y ambos los cerraron mientras el rubio se acercaba para que sus labios se encontrasen.

El beso pasó de los labios a su cuello y cuando dio un pequeño mordisco en su oreja el alquimista notó que la chica no se reía si no que pasaba la mano por su espalda y le soltaba el cabello. Entonces lo entendió, la morena no pondría peros, no se negaría a que pasase, Ed siguió en sus hombros y le desabotonó el primer botón de la camisa y cuando ella se disponía a terminar de quitarle la suya la puerta de la habitación se abrió y el comandante Roy Mustang apareció.

-¿Acero no has visto a...?-se fijó en la escena, en como Kat con un resoplido de frustración se había dejado caer pesadamente sobre la cama y se tapaba la cara con las manos mientras Ed cerraba los ojos y suspiraba-Creo...que llegué en un mal momento...

-Creo que tendremos que dejarlo para otro día.-sonrió, intentando disimular su vergüenza y desilusión. Edward asintió pesaroso.

-Ah, y sí la buscaba a ella, sí, sí sé dónde está.-la morena se levantó, le dio un fugaz beso en los labios a Edward y le dijo que la esperase, no tardaría, mientras salía con el Coronel en busca de Michelle.

Después de encontrar a la rubia, le contaron su plan, el cual estaba en funcionamiento. Él se desesperó, ¿cocinar? Sabía pero... ¡Quería hacer una cena maravillosa, y no había tiempo! Las chicas, entre risas, lo calmaron, asegurándole que estaba todo preparado.

-Ahora mismo llamamos a un restaurante muy cercano que preparará algo deliciosamente rápido, Roy.

-¿Segura, Kat?-ella asintió.

Más tarde, la mesa puesta y Roy vestido elegantemente con esmoquin, esperaban la llegada de Riza, quien no tardó mucho en llegar. La respiración del hombre se cortó al verla con el cabello suelto, ligeramente echado hacia atrás por pinzas, caer cual cascada semi ondulado sobre sus hombros desnudos. El traje rojo pasión de noche hacia conjunto con labios, uñas y ojos. Y con sus mejillas al ver la atención que ponía el hombre en mirarla de arriba abajo. En todo el día no se habían atrevido a dirigirse ni una sola mirada mientras trabajaban, y ahora...

-Siento si vine mal vestida, las chicas dijeron...

-Estás perfecta, bellísima, como un queso.

-Coronel...

-Roy.

Katherine se estiró de brazos, sonriendo. Alzó la vista al cielo, y cuando la bajó sintió la presencia de Edward detrás de ella. Justo en el momento en el cual se volteaba, el rubio le tapó los ojos y al oído, con voz sensual, le pidió que se dejara llevar por la música que desde hacía un rato, y por lo suave que era ella no había notado.

El rubio no vestía como solía hacerlo, si no que llevaba unos jeans, una franela blanca manga corta y un suéter azul con el símbolo de los alquimistas avanzados grabados detrás. No bailaba mal según pensó la morena, jamás había bailado con él, pero siempre había una primera vez para todo y eso lo había descubierto esa tarde en la habitación de Acero. Bailaron largo rato y la música no cesaba, aunque ninguno quería que se detuviera, se sentían en las nubes, ambos, abrazados, tocándose, rozándose, sintiéndose, era una sensación increíble y de haber podido, habrían hecho que durase por siempre.

Pasaron una hora así, sujetándose el uno en el otro, olvidando como muchas otras veces el mundo exterior. La única existencia eran ellos, no les importaba nada más. Y querían seguir así mucho, mucho más...Pero Edward se detuvo de repente, sonrió enigmático...Y apagó la música, la cogió de la mano, y la condujo de nuevo al balcón.

-¿Sabes eso que dicen los enamorados de...'Te traería la luna hasta tu balcón'?-ella asintió, con el corazón palpitándole demasiado deprisa- Yo no puedo hacerlo, la luna es libre y nadie puede atrapar más que su reflejo del agua...Por eso yo...Quiero mostrarte algo-la soltó un instante, para palmear sus manos, apoyarse en la barandilla y hacer que se crease un gran puente suspendido en el aire de allí hasta el parque más cercano, casi olvidando la ley del Intercambio Equivalente. La condujo por aquel camino, que desapareció cuando tocaron con los pies el suelo, y contemplaron la imponente fuente con luces de colores que tenían delante-.Allá está la Luna que puedo ofrecerte, Katherine.- y sí, su reflejo, el más hermoso junto al sol, descansaba de manera pacífica, esperando alumbrar el corazón más solitario, acunar a los recién nacidos, y eso era sólo un reflejo, que a la morena le pareció maravilloso.

-Dime Kat... ¿Qué es lo que más deseas?-no se esperaba algo así, y tuvo que pensarlo. Lo más romántico habría sido decir que Él, pero ya lo tenía, estaba allí, era suyo, y hubiese sonado...ridículo. Entonces, si a él lo tenía, y su pasado ya poco le importaba... ¿qué deseaba...qué?

-Deseo, más que nada, vivir. Vivir y sentir, recordar que estoy viva, que el mundo es grande y hermoso...No quiero que la mentalidad fría y oscura de Osiris vuelva a invadirme y hacerme olvidar que sólo soy un humano. Siento no decirte...Lo que quizás esperabas oír.

-Te equivocas, Kat. Tu respuesta es la que más me habría gustado de todas.

La morena sonrió y bajo el brillo y el reflejo de la luna el rubio la tomó suave de la cintura y la atrajo hacía su pecho, la morena con sus manos puestas sobre los hombros del chico le dio un suave y dulce beso en los labios a Edward. Cuando se separaron se sintieron de nuevo en ese mundo mágico y que sólo le pertenecía a ellos, pues allí vivían y allí su amor crecía sin problemas y deseaban cuidarlo como una madre sobreprotege al bebé salido de sus propias entrañas.

-¿Qué es...lo que más deseas Edward Elric?-preguntó esta vez Katherine sin moverse, el rubio sonrió aunque en su sonrisa fue algo triste, él de por sí, no lo estaba.

-Deseo...que la vida me alcance para recuperar lo que por mi culpa mi hermano perdió...y que me alcance para verte despertar todos los amaneceres entre mis brazos y con tu piel sobre la mía-respondió, su novia se ruborizó, no se esperaba una respuesta así o tal vez, muy dentro de ella, si lo hacía, el chico volvió a sonreír extraño- Me falta algo que darte...-añadió volviéndose sobre sus talones y soltando sus brazos de la cintura de la morena. Volvió a aplaudir lanzando al aire unas pocas gotas de agua que relampaguearon por el brillo de la luna y millones de pétalos de rosas blancas y rojas cayeron sobre la cabeza de la chica y sobre la suya propia cubriendo el lugar con sus aromas y sus esencias, llamaban al amor como nada más saben hacer las flores.

-Flores...mágicas...-murmuró Katherine abriendo las manos para que las pequeñas porciones de rosas cayeran sobre ellas. El alquimista se acercó a ella de nuevo y la alzó en brazos dándole una vuelta, y como había hecho Roy la besó, sólo que el coronel lo había hecho en su mejilla, él, en cambio, lo hizo en sus labios.

Alphonse, sin saber qué hacer, fue a buscar a Michelle. Sabía de sobras que su hermano había planeado una cita romántica con su novia, al fin y al cabo había tenido que ayudarlo. Así que, cuando la encontró sentada en un banco, fijándose en las estrellas, se acercó, nervioso. Ella suspiró, y se dio cuenta poco después de que él estaba allí.

-Buenas noches, Alphonse. Una bonita noche, hoy.

-Para algunos más que para otros-dijo la armadura resplandeciente ante la luz de la luna. La rubia asintió lentamente con la cabeza y la giró sonriente hacia el chico.

-Ed...Está con Kat ¿Verdad?-preguntó, pero lo que no supo es cuanto había dolido esa simple frase al joven, se percató de como la pequeña aún sentía cosas hacía su hermano, bajó la cabeza apesadumbrado después de haber dicho un débil "Si" como respuesta.

-Me alegra...Verlos tan felices...-la gran armadura se sentó a su lado, brazos sobre piernas.

-No mientas, reconoce que...Te gustaría estar en el lugar de ella.-Michelle sonrió sonrojada, y asintió ligeramente con la cabeza.

-En parte sí, pero...Sólo duele un poco todo este tema, no sé por qué no soy capaz de sentir celos ya. Di que he madurado, dudo que sea eso. En realidad durante un tiempo hubo mucho que pensar...Perdí a mi mejor amiga y al chico que quería...Y me di cuenta de que en realidad era poco más que un capricho...Y que ellos debían estar juntos. Ahora siento de nuevo que de capricho no tuvo nada, pero bueno, yo estoy prometida...A Devil. No puedo pensar en chicos...No.

-¿Por qué? ¿Por qué tienes que casarte con él?

-Por que...él me salvó la vida y por lo tanto se la debo...-sonrió triste, sus ojos resplandecieron de la misma forma y en su cuerpo la silueta de la tristeza se dibujaba. Al le pasó un brazo por los hombros y sin saber por qué, la pequeña sintió como si fuese humano, como si el calor de un abrazo cuerpo de carne y huesos le recorriera la espalda, su corazón dio un vuelco y se sonrojó ante la situación y ante la sensación.

-No le debes nada, él te salvó porque quiso. No se lo pediste, entonces...eres libre. Todos lo somos porque nuestra vida nos pertenece...Nadie tiene derecho a quitárnosla.

-Hablas como si a ti te la hubieran quitado...

-En realidad creo que yo se la quité a mi hermano. Por mi culpa se ha atado a devolverme mi cuerpo, olvidando que debe vivir...

-Tú también crees que le debes algo, ¿no?-lo había notado en su forma al hablar, aunque en realidad lo sabía desde hacía mucho, muchísimo tiempo.

-Se lo debo todo.

-No quiero...No quiero que este sueño termine...Al-sollozó abrazándose al chico, de haber tenido, el músculo principal del menor de los Elric se hubiese detenido a causa de la emoción, entonces se prometió a sí mismo protegerla, no dejaría que Devil se la llevase ni que le hiciera mas daño, ya no más.

-Tranquila...no lo hará-susurró rozando su cabeza con su mano, de nuevo esa sensación de ser tocada por un humano se apoderó de Michelle y sonrió ante el contacto.

Roy le sirvió una copa más de champagne a la rubia, quien la aceptó agradecida. No se había atrevido a alzar la vista de la mesa, sintiéndose desnuda con aquel simple vestido y las miradas dirigidas todo el rato por el moreno no ayudaban en nada.

El Coronel se sentía estúpido y ridículo por no poder decir nada ni dejar de mirar a la teniente primera. Sabía que estaba igual o más nervioso que ella y le costaba comenzar la conversación que acabaría en una confesión que llevaba planeando y ensayando todo el día, desde que Muerte y su amiga le había informado sobre el lugar, momento y manera de la cita.

-Em...Riza...-soltó por fin tras un largo suspiro. La mujer de ojos rojos alzó la cabeza, pensando que se caería de la silla por no poder dejar de temblar.

-¿Si, Co...Roy?-preguntó ansiosa, estaba sonrojada, cosa que no pasó desapercibida por el hombre de ojos negros.

-Tú... ¿Te gustan los hombres, verdad?-no era por ahí por donde quería comenzar, ¡qué estúpido!-Es que como nunca te he visto con uno...-que no fuera yo...pensó en su interior.

-Sí...Me gustan los hombres.

-¿Y cómo?

-¿Cómo? Pues...humanos...valientes, nobles...Lo que le gusta a la mayoría de mujeres, supongo. ¿Por qué?

-¿Conoces a alguno así?-casi sin pretenderlo se había apoyado más en la mesa y había echado el cuerpo hacia adelante, como escuchando una confidencia que le era contada en voz muy, muy baja.

-Pues, la verdad...

-¿La verdad...?-sin saber por qué quería que terminase la frase, se imaginó que le ayudaría a seguir pero Riza sonrió irónica y lo miró por primera vez a los ojos.

-¿Y piensa, mi querido coronel, que se lo voy a decir?-preguntó sin quitar esa sonrisa, sino ensanchándola mas aún, cosa que le encantó a Roy, nunca había visto a la mujer de esa forma, siempre era tan sería...y ahora intentaba burlarse de él, de haber sido otra persona hubiese quedado reducido a cenizas.

-Ah, ¿y si lo ordeno?-se puso serio para sonreír después- Tranquila, no lo haré pero...como amigo tuyo que soy... ¿porque lo soy, no?-cuando ella asintió sin lograr alzar la vista, prosiguió- Podrías saciar mi curiosidad.

-¿Pero de dónde viene, tan repentina? Sí me contestas, te contesto.

-¿Equivalencia?

-Algo así, por eso me rijo-sonrió y sin darse cuenta se había acercado mucho a la rubia-Entonces que, ¿Vas a contestar?

-Está bien...Sí, conozco a un hombre así...-respondió aunque las palabras se le quedaban estancadas en la garganta por los nervios.

-¿Y quién si se puede saber?-esperanza y frustración habían en él cosa en lo que la mujer se fijó.

-Ah, no, no, te toca responder.-dijo, apartando la cabeza azorada mas seria. Él parpadeó un par de veces, se enderezó y se desabrochó la corbata que cada vez lo parecía asfixiar más o eso creía él.

-Decías que de dónde venía...la repentina curiosidad...He de decir que es tú culpa que la tenga, eh.

-¿Mi culpa?-él asintió, sonriendo por dentro porque con eso había logrado que la mujer lo mirase. Se pasó la mano por el cabello, desordenándoselo, aunque él lo había hecho para apartarlo de la cara, e inclinó la cabeza ligeramente hacia adelante.

-Tú culpa, Riza, porque me encantaría ser ese hombre del cual hablas.

-¿Cómo?

-Te quiero.

La mujer guardó silencio y las palabras de Katherine resonaron en su cabeza Está mas interesado en ti de lo que crees... ahora entendía a qué se refería. Su mayor sueño, no podía ser, el coronel Roy Mustang le decía que la quería, aunque fuese un mujeriego de primera, en sus ojos centelleaba esa chispa de sinceridad que ella solo vio cuando lloró frente a la tumba de su mejor amigo, Maes Hughes.

-No es posible...No juegue con eso, Coronel.-volvió a hablarle de usted, asustada. Tenía miedo de que sólo fuese una vil broma para tenerla en su lista de ligues.

-No estoy jugando-se puso en pie, rodeó la mesa y le agarró la barbilla con delicadeza-. Tú sabes que no juego, y menos contigo.-se inclinó hacia adelante y juntó sus labios con los de ella.

Cuando se separaron ella negó con la cabeza y lo detalló, quería descubrir en su mirada, en sus gestos, en sus palabras, algún fallo que le demostrase que solo quería jugar, pero no lo encontró.

-No quiero ser muñeca de repisa de nadie Roy...-susurró, el hombre la calló con otro beso y aún con los ojos cerrados le dijo "No lo serás", ella se limitó a sonreír y a disfrutar de los besos que siguieron a la declaración y al primero.

Edward y Katherine estaban sentados en uno de los bancos del parque, mirando el cielo, en silencio, cogidos de la mano, temiendo romper tan mágico momento. Y les sorprendió desagradablemente la risa hipócrita que se escuchó frente a ellos, y que pudieron reconocer como la de Envy al verlo aparecer.

-Siempre tan acaramelados...-sonrió el homúnculo.

-¿Qué quieres esta vez?-preguntó Edward, levantadse de un salto a la vez de Katherine.

-Ah, no, no, tranquilo, no vengo a pelear. Es más, si me la das a ella, te dejaré en paz.

-¿Qué?-preguntó la chica- ¿Qué quieres de mí?

-Descubriste cómo abrir portales dimensionales y ese poder...me interesa mucho. No negarás venir conmigo después de haber estado un año esperando que volvieses de tu exilio.

-¿Cómo sabes tú...eso?

-El caso no es cómo, sino que lo sé. No te niegues, sería de mala educación hacerlo-como siempre su voz comenzaba sonando fuertemente pero terminaba en un susurro apagado como si se fuese deteriorando mientras hablaba, lo cual hacía deprisa como si estuviese ansioso.

-¿De qué habla Envy, Kat?-preguntó Ed sin apartar la vista del que había descubierto, era su hermano (NdAs: ya advertimos que pasaría algo asíXD O sea, saldrían cosas del final de la serie sin que nadie las explicara en el fic, antes de tiempo…yeah, que lío .)

-¿No le has contado a tu enano personal que tu querido hermano y tú revisasteis a escondidas en el libro de ese germen que me creó?-inquirió sonriente. La morena lo miró con el ceño fruncido mientras Edward lo hacia confundido y extrañado

-No entiendo de qué...¡¡OYE!¿A quién llamas pequeño mediocre que...qué?

-Ed, creo que no es el momento de eso, si no el definitivo de acabar con él.-cerró los ojos, levantó las manos y quién sabe de dónde, salieron esqueletos que se acercaron a ellos, rodeándolos.

-S...Sí-Edward transmutó su mano a una espada y se preparó para el ataque en cuanto Envy se acercara.

Envy pasó del rubio y se fue directo a Katherine, pero ella se defendió interponiendo entre su propio cuerpo y el de Envy varios esqueletos. Riendo, este le dijo que era inútil intentar frenar lo que iba a ocurrir, porque cuando quería algo lo conseguía. Ahora la quería a ella, o más bien el poder que había adquirido.

-¡Ah! Y por lo que tengo entendido...-comentó como si nada mientras seguía apartando a manotazos a los esqueletos a la vez que evitaba los ataques de Edward con insultante facilidad- También necesito a tu hermano...

-¿Mi hermano?-preguntó, entendiendo enseguida. A Jonathan lo consideraba su hermano, y sin él no podía abrir los portales.

-¡Kat!-logró escuchar el grito de Edward y ver la mano de Envy casi rozándole la cara a tiempo. Lanzó una fuerte patada hacia adelante que al parecer el Homúnculo no se esperaba y lo lanzó hacia atrás, donde Edward lo apresó con una jaula.

-A él-los ojos azules de Katherine se le asemejaron a los dos y por un instante a los de Osiris-, no le vas a tocar ni un pelo. Como lo hagas, tu muerte será mucho peor de lo que pensabas.

-¿Es que no me vas a matar ahora?

-¿Quieres que lo haga?-Envy había sonreído socarrón, pero la sonrisa de ella fue peor todavía- No, creo que Edward tiene más ganas y derecho de acabar con tu vida.

-No te creas que voy a dejarle que lo haga-chasqueó los dedos, se convirtió en serpiente y atravesó las barras, volviendo a su aspecto favorito en aquellos tiempos, el de un joven de largos cabellos con forma extraña y color verde-negro-. Vas a venir conmigo, te lo aconsejo...No me hagas buscar otras formas de atraerte hasta mí.-y dicho esto, desapareció.

Edward corrió hacia Katherine y la abrazó, sintiendo que temblaba. Le besó el cabello.

-¿Estás bien?

-Tranquilo Ed, no tiemblo de miedo...Sino de rabia. No pienso permitirle que lo toque, no. Jamás. Porque entonces no habrá piedad, y lo siento pero no te entregaré su vida-se separó de él-. No quiero que aparezca de nuevo Osiris, pero ese estúpido energúmeno la llama.

-Cálmate...

-Tengo que hablar con Jonathan-susurró dándose la vuelta y caminando hacia la cerca con intenciones de saltarla para salir mas rápido, sintió la mano de su novio sobre la suya y se giró para mirarlo-¿Qué pasa?

-No irás sola-dijo serio como lo vio el día que le dijo que no la odiaría por lo sucedido, así que asintió y con ayuda del alquimista de Acero saltaron la pared y corrieron calle arriba en dirección a la casa donde había acordado vivir con su hermano.

Corrieron unas cuantas cuadras y avenidas hasta que llegaron a una especie de mansión abandonada, se notaba que llevaba mucho tiempo así, por los cristales rotos de las ventanas, el sucio que había en algunos de los que quedaban, algunas tejas estaban caídas, los bloques agrietados y filamentos de moho salían de los mismos, la pintura estaba raída y las matas del jardín secas.

Katherine abrió la puerta intentando que no se cayese en pedazos y Edward la siguió, cerrándola tras de sí.

-¿¿John?-preguntó la chica-¿¿Estás ahí?

-Ha ido al baño...fuera de la casa.-escucharon que les decía una voz. El corazón de Katherine dejó de latir, si bien no eso le pareció. Buscó veloz la mano de Edward y cuando la encontró, la apretó. De la sombra salieron Vermillion, Bala y Cruz.

-¿Que le hab...? ¡¡JONATHAN! ¡¿Dónde estás!-volvió a gritar con las pupilas dilatadas y la respiración agitaba, estaba sudando y se asustaba más a cada paso que daban sus ex compañeros de grupo, y aún mas cuando Bala le apuntó la cabeza con una pistola 4mm.

-Mi queridísima Osiris...que de tiempo que no veo tu rostro iluminado por la luna-coqueteó el chico de lentillas. Edward arqueó una ceja ante las palabras y se puso delante de Kat para servirle de escudo. Bala bajó la pistola con un ojo cerrado y el otro abierto...apuntando, aguardando, justo al corazón del rubio.

-¿Por qué la proteges?-preguntó el chico vestido como si estuvieran en el lejano oeste.

-Porque la amo.

-Un sentimiento muy...vano, para dar tu vida. No me parece una buena respuesta, la verdad.-no se movió un ápice, y tampoco sonrió.

-Hey, Balita, déjalo y...-pero no acabó la frase, porque Bala disparó. Katherine ahogó un grito y se llevó las manos a la boca, pero se la destapó con los ojos casi fuera de los cuencos.

-¿Por qué siempre...acabo igual?-Edward le dirigió una mirada asesina a Bala, quien sonreía ampliamente mientras los otros dos, hasta Vermillion que había parecido querer evitar que disparase, se echaban a reír, y se les unió otra: la de Jonathan, quien no tardó en hacer aparición.

-¿Pero qué...?-sintió como la confusión crecía dentro de ella pero ese sentimiento cambió a enojo cuando Jonathan se cayó al suelo destornillándose de la risa y Vermilion se sujetaba a la baranda de la escalera con Bala recostado en su hombro y Cruz en la espalda del vaquero. Edward se giró hacia ella y pudo ver que lo que había salido de la pistola del hombre era leche, la cual manchaba el camisón negro del rubio.

-Yo...os...mato...-de haber podido, habrían visto tras la chica un aura roja cuando se abalanzó sobre Vermillion y, en vez de pegarle como deseaba, lo abrazaba entre lágrimas. Y luego a Bala. Y luego a Cruz. Los había echado de menos, era esa clase de gente que a la que sin querer se les coge cariño, y el verlos a parte de sorprenderla, la alegraba.

-Hubieras...jaja, hubieras visto tu cara...Jajaja, cuando...cuando, Bala le disparó...al enano...-balbuceaba Jonathan revolcándose en el suelo con los brazos alrededor del abdomen y los ojos cerrados por la risa.

-Fue...Fue...inmemorable...-rió de nuevo Vermilion mientras Bala golpeaba las paredes en un intento de recuperar aire.

-¿¿A QUIÉN LLAMAS MICROBIO INSIGNIFICANTE?

-Yo no dije eso, Edward-dijo, acercándose y teniéndole un pañuelo para que se secase-. Cuanto tiempo.

-Sí, sí-dijo rechazando el pañuelo y secándose con la transmutación-. Lo que tu digas... ¿pero qué hacen ellos aquí? ¿No querían mataros?

-Pensábamos que eso querrían-sonrió el chico-, pero resulta que no es así.

-¿Pero cómo no, si no lo hacéis entonces Devil también os debe de estar buscando?-preguntó Katherine acercándose a Vermilion quien esperaba con los brazos abiertos, ella se aferró a él al tiempo que él se aferraba a ella, abrazándose de nuevo-¡Te extrañé!-suspiró Muerte.

-Y yo a ti-susurró el hombre de lentillas al oído de la chica.

-Bueno últimamente Devil no ha estado muy exigente, cualquiera diría que ha caído en una fuerte depresión por haberos perdido a ambos, unas cuantas veces ha interrogado a Mich pero ella nunca le dice nada-explicó Cruz-nuestro jefe extraña a Los hermanitos-añadió, el corazón de John dio un vuelco, tenía que decirle la verdad a Kat.

-Ya veo...-musitó la morena separándose de Vermilion, el hombre de lentillas se acercó a Edward y le tendió la mano.

-Alquimista de Acero, me quitaste mi lugar en el corazón de mi chica, pero qué se puede hacer...te pido perdón por todo lo que paso el otro día-sonrió, Ed aceptó su mano sin replica aunque lo miró desafiante por lo de "Mi chica".

-Katherine...Ellos además...me contaron algo que bueno...-Jonathan quedó en silencio, y la chica y Edward lo miraron asustados, más aún al ver las caras de los otros.

-¿Qué ha ocurrido? Tiene que... ¿tiene que ver con Devil?

-Sí, la verdad es que sí...pero yo creo que no es nada malo.

-Si es sobre él, seguro que es malo.-Kriket sonrió pesaroso, negando con la cabeza, y le dijo lo que quería confesarle, porque cuanto más rápido, mejor:

-Kat, me han dicho que han descubierto que...somos hermanos. Pero de verdad.

A la morena las piernas le temblaron y si Bala no hubiese estado a su lado habría caído al suelo, Ed miraba a John y luego a ella, sorprendido pero no más que la aludida. Aferrada al hombre negó con la cabeza y aún tambaleándose se acercó a Kriket.

-No...No puede ser...-dijo deteniéndose frente a él y viéndolo de lleno a los ojos. Confusión, ira, esperanza, alegría, tristeza, odio, amor… toda una manada de sentimientos encontró el chico en los ojos azules que lo miraban directamente, sin flaquear.

-¿No estás contenta?-preguntó él, triste.

-Sí lo estoy, ¡por supuesto! pero es demasiado extraño...por qué, si somos hermanos... ¿nos lo ocultó?

-Eso es lo que queremos descubrir.-sentenció Vermillion.