Fin de la primera parte.

Bueno. No sabemos qué decir. Estamos emocionadas, y vuestros reviews…No sabéis cómo nos hacen sentir, porque aunque este fic esté ya terminado, nos dan ánimos y ganas de escribir otros (que podéis ver en nuestro perfil, claro XD). ¡Por cierto! Creo que añadiré cuando pueda un 'cap' (no será exactamente uno) donde explicaremos qué ocurrió con la madre de Kat y John, sólo para aclarar dudas Aunque viendo cómo es Devil, quizá os lo imagináis.

…Os queremos mucho XD (lo que hace la cerveza, quiero decir….XD)

El título de la segunda parte, para que no os perdáis (si queréis que os avisemos y os pasemos el link cuando la subamos, podéis decidlo en un review ) se titulará Regresando desde la puerta (si deja ponerlo, si no algo parecido).

Que disfrutéis el prólogo, es bastante cortito…

Epilogo

Lágrimas en Invierno

Los militares habían ido a buscarlos a todos y ahora los llevaban al cuartel para que explicasen todo lo sucedido a sus superiores. Roy le pasaba un brazo por los hombros a Katherine, intentando reconfortarla, pero no había manera. Seguía estrujando su único recuerdo, saboreando el último beso, recordando el último aliento. No estaba seguro de que sus lágrimas tuvieran fin y se sorprendía de lo que podía llegar a sufrir una persona.

No se había llegado a dar cuenta de que él también estaba llorando. Y Riza.

Por su parte y en otro coche, Michelle quería llorar por Edward, tenía tantas ganas que se desgarraba por dentro…Pero cada vez que la invadían las lágrimas, volvía la cabeza hacia Alphonse y se le ahogaban en la garganta.

Ya no era una armadura, sino un joven de cabellos cortos y rubios. Pero no era eso lo que le transmitía tal respeto como para no poder llorar.

Era su semblante, serio, bañado en silenciosas lágrimas, perdido en el infinito, lleno de dolor, buscando alguna cosa en el planeta, en aquel vehículo, una razón por la cual seguir viviendo ahora que Edward, su hermano mayor, su mejor amigo, aquel que siempre confiaba en él, que no lo abandonaba, aquel que le hacía caminar hacia el futuro, aquel al que le debía la vida…No estaba.

Y se sentía muy perdido y desolado.

¿De qué le servía su cuerpo si su alma y su corazón se rompían en miles de pedazos?

Llegaron al cuartel general, y el comandante les pidió que aguardasen fuera de las oficinas, así que se sentaron en las escaleras, todos menos Katherine quien, de pie mirando al cielo mientras el agua salada seguía cayendo por sus mejillas e impactaba con el suelo, se abrazó más al reloj y se dejó caer de rodillas en el suelo, llorando, desolada, sin resignación, sin creérselo.

-¡Levántate!-escuchó una voz conocida detrás de ella y cuando se giró se encontró de frente con la cara igual de mojada de Al, solo que él estaba serio y no demostraba emoción alguna.

-No puedo Al...no sin él...ya no puedo...no más...-sollozó negando con la cabeza mientras sus cabellos le tapaban los ojos y se mordía el labio inferior-¿Por qué te fuiste, Ed...? Maldita sea...si yo te amaba con todo... ¿Por qué...?-no lo podía entender, no le cabía en la cabeza y mucho menos en el corazón. El castaño se arrodilló frente a ella y, alzándole los hombros para que lo mirase, la abrazó con fuerza y uno lloró en el hombro del otro, ambos por su gran perdida, la persona que les daba la fuerza para respirar a ambos.

Cuando se separaron, las lágrimas no dejaban de resbalar por sus mejillas. Roy salió en ese momento del despacho y les dijo que podían irse todos a descansar, que él iba a ocuparse de lo que hiciera falta. Katherine logró levantar un poco la cabeza y mirarlo antes de hablar:

-…Roy, tú también deberías…

-No, Kat. Yo estaré bien.-ella no replicó más. No tenía fuerzas para hacerlo. Con ayuda de la pared se puso en pie y, todos en silencio, se fueron a sus cuartos.

Tendida sobre la cama, boca abajo, ahogaba las lágrimas. Había cerrado la luz, bajado las cortinas y no se separaba del reloj. Tenía miedo de que, si lo hacía, todos los recuerdos fuesen borrados de manera vil y ya no tuviese permiso de recordarlo. Le dolía todo el cuerpo y respiraba con dificultad pero, por más que lo intentaba, la pérdida era demasiado grande como para desvanecerse. Se enderezó, se pasó una mano por el cabello y abrió la tapa del reloj, en silencio. No veía nada, así que pasó con suavidad la yema de los dedos por la tapa, sabiendo qué cosa había inscrita allí.

O eso creía.

Debajo de la fecha que había grabada, para no olvidar cuando Edward y Alphonse incendiaron su casa, había una frase. ¿Qué era? Se levantó a abrir la luz, tambaleándose. Cuando lo hizo y vio las palabras, sintió el corazón detenerse y resbaló despacio, con una mano apoyada en la pared.

¿Cómo podía…cuándo…?

No había respuesta, era Edward y habría grabado aquello antes de morir.

-'Volveré.'-leyó en voz alta. ¿Acaso era posible? ¡Lo había visto fallecer ante sus propios ojos! ¿entonces cómo…? Pero…Era Ed…Confiaba en Edward. En todo momento, jamás había dejado de hacerlo y no iba a comenzar en aquel momento.

Entonces… ¿por qué no remitían ni el dolor, ni las lágrimas?

De repente la puerta de la habitación se abrió de golpe y Al entró por ella sumamente agitado y sudando, además de estar mojado por las lágrimas que había derramado por la muerte de su hermano. Miró a Katherine y luego el reloj que la misma tenía abierto en las manos, luego dibujó una sonrisa en sus labios, la primera sonrisa que veía del chico y bajo esas circunstancias...

-Está vivo-musitó emocionado. La morena alzó la vista y lo miró extrañada, ¿Como sabía...Como podía saber el grabado del reloj o sería por otra cosa por lo que sabía que estaba vivo?- Él es…verdaderamente…increíble. Puede sobrevivir a todo…-sollozó.

-¿Pero cómo tú…sabes…?

-Sólo lo sé…Es como los gemelos. Dicen que están conectados… ¿no? Pues con nosotros pasa algo parecido, por extraño que te parezca. Yo…Ha sido como si oyese su voz.

-Entonces…no es mentira…-cogió el reloj y se lo mostró, temblando- Tienes razón, es increíble…Hasta en momentos como ese, piensa en nosotros. Fue capaz y trasmutarte y dejarnos esta promesa…

-Edward siempre dice que…Tenemos que avanzar. Porque estamos vivos. Él no iba a dejar de obedecer sus propias palabras.

-No vamos a dejar de confiar en él.

-Jamás.

A la semana siguiente las cosas parecían estar más tranquilas. Alphonse y Katherine, ante la sorpresa de los demás que esperaban verlos muy decaídos, parecían bastante relajados. No era como si rieran, pero sí sonreían. Pasaban mucho tiempo juntos, hablando de alguna cosa que sólo ellos sabían, pero nadie quería entrometerse. Estos no le habían explicado lo de Edward a nadie, ni tan solo a Roy o Michelle. Era su secreto, y el de Edward. Y lo iban a mantener en secreto hasta que él volviese, sorprendiéndolos a todos, dejándolos con la boca abierta. Abrazando a Alphonse y dejando que sintiese el calor de su cuerpo; besando a Katherine para que nunca se desmoronase.

La ceremonia que se celebró para rendir homenaje a su persona ante una tumba vacía fue sorprendente. No sólo fueron los militares, también el pueblo. Porque aquel era el perro militar defensor del pueblo, quien les ayudaba a pesar de pertenecer a la milicia.

Nunca antes en ese cementerio había acudido tanta gente a llorar a alguien. No se había podido mantener en secreto su muerte, por mucho que lo intentaron. En realidad, tampoco querían que lo fuese. Sabían que mucha gente le quería, a pesar de no conocerlo, y que querrían ir a velar por su alma.

Porque Edward era de esas personas que sin pretenderlo, ayudaban a la gente a avanzar.

Aquel día hasta Katherine se había vestido con el uniforme militar. Alphonse había llevado una botella de leche. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, él sólo respondió que eso lo ayudaría a crecer estuviese donde estuviese.

Nadie dijo nada dentro de la extrañeza.

Invierno. Katherine, Alphonse y Michelle habían salido. Tenían que comunicarle a Winry y Pinako lo sucedido, y no querían hacerlo por teléfono, así que iban al pueblo donde nacieran los Elric para hacerlo.

Llegaron allí cerca del medio día, y la mujer y la joven se sorprendieron bastante al verlos al principio. Y, cuando le dijeron que ese apuesto joven que iba con ellas era Alphonse…su reacción fue indescriptible.

Y luego buscaron a Edward.

El silencio de los tres recién llegados fue suficiente para que el corazón y el alma de ambas se les cayeran a los pies. Edward…el pequeño, el vivaz, el valiente…Edward…

Winry calló de rodillas al suelo, tapándose la cara entre las manos, llorando y repitiendo su nombre demasiado conmocionada como para poder hacer otra cosa. Pinako fue lo bastante fuerte como para consolar a su nieta con un abrazo.

Por la noche, después de una triste cena, Pinako se había encerrado en el cuarto de reparaciones. No se oía ruido, no había encendido la luz. Michelle estaba jugando con el perro, recordando casi sin pretenderlo también a Edward. Al final había llorado junto a Winry, que ahora estaba en su cuarto. Katherine y Alphonse en uno de invitados.

-No podemos decir nada.-le repitió la chica por enésima vez.

-Pero…están sufriendo tanto…

-Imagínate que se lo decimos. ¿Nos creerían? En el caso de que lo hicieran… ¿de qué serviría? Lo único que podemos hacer ahora es esperar, porque si se lo decimos y no vuelve…

-Va a volver.

-En caso de que no lo hiciera…Ellos ya estarán recuperados…Así que con que suframos toda la vida nosotros es suficiente. Edward no querría que sus seres queridos lo pasasen mal por su culpa, con que seamos nosotros los únicos ya está bien-se levantó de la cama donde estaba sentada, los ojos brillantes-. No lo conocía ni hace tanto, ni tan bien como tú. Seguramente tú lo puedes llegar a querer mucho más que yo, pero Alphonse…No quiero que él se sienta culpable. Jamás-miró por la ventana el cielo nocturno, bañado en estrellas tintineantes-. Voy a hablar con Winry, debe dormir un poco y dejar de llorar. Pondrá triste a Pinako.

-Yo también voy…

-No, Alphonse-sonrió la chica-. Hay alguien que te necesita y que llora en silencio por respeto a nosotros.

-Michelle…-susurró y como toda respuesta ella asintió con la cabeza.

Así fue que la morena llamó con suavidad a la puerta de Winry y sin esperar respuesta alguna, abrió la puerta. Estaba acurrucada en lo alto de la cama, a oscuras, con los brazos alrededor de las piernas y la cabeza en ellas hundida.

Katherine cerró la puerta y se acercó a ella, sentándose a su lado y poniéndole una mano en la cabeza.

-Hacía…un año que no lo veía-sollozó-. Como esos cuatro años, ni me llamó, ni me escribió, ni me visitó…-Katherine notó que no hablaba en plural, para referirse que tampoco había llamado, escrito o visitado a Pinako.

-Le quieres…querías- se rectificó- mucho, ¿verdad?-la joven asintió con la cabeza- Lo siento…

-¿Cómo murió?-logró preguntar entre lágrimas.

-Él…-¿qué iba a decirle, que murió en sus brazos, besándola?- Yo…-pero no podía mentirle- Estaba allí…Envy…-entendió que Winry no sabía de quién estaba hablando- Un malo…lo atravesó…Su padre, no me preguntes qué hacía allí, desapareció con el cuerpo de Edward y Envy. Alphonse y mi hermano lo mataron.

-¿Sufrió?

-…Sí, pero…Acabó con una sonrisa en la cara.

-No pareces…muy afectada. Veo que a pesar de ser tu compañero no le cogiste mucho cariño.-aquello pilló por sorpresa a Katherine, y se dio cuenta de que Winry estaba dolida porque ella había podido pasar mucho tiempo (que era lo que la rubia creía) con él, y en cambio la mecánica no. Por eso no lo tomó en cuenta y negó con la cabeza.

-Te equivocas. Cuando sentí que su vida se escapaba entre mis dedos, yo también morí. No es lo mismo lo que se muestra, que lo que se siente. Lo amaba, lo amo y lo amaré por toda la eternidad. Puede sonar pretencioso, pero es la verdad. Winry, no quiero mentirte, pero quizás me odies por…lo que voy a contarte.

-Qu…No, no pasa nada, cuenta, si es sobre él…Quiero saberlo todo.-estaba demasiado ida como para asimilar de golpe las palabras de Katherine, pero aún así quería escuchar más cosas sobre Edward, que alguien le hablase del joven que era desde que se marchó de allí.

-Él y yo…éramos…como se suele decir, más que amigos.

-Quieres decir…

-Sí, novios. Aunque en realidad nuestro noviazgo fue…triste, corto y tormentoso. Pero intenso, tanto que haría temblar el suelo y estremecerse las piedras. Lo siento, Winry, puedes creer que tú tenías más derecho, lo conocías de hace más. A veces yo también me pregunto cómo no fue de ti de quien se enamoró…Pero lo que sí sé es que, amase a quien amase, mis sentimientos por él no serían menos intensos o dolorosos.

Michelle estaba acariciando casi sin darse cuenta al perro de las dueñas de la casa, cuando Alphonse la encontró. El chico salió al portal de la casa y la llamó con suavidad un par de veces hasta que ella reaccionó y se volteó a verlo.

Tenía los ojos húmedos y rojos, los labios curvados y las cejas caídas. Cada vez Alphonse notaba más que había dejado de ser una niña engreída para convertirse en una joven que hacía latir su corazón más rápido de lo necesario.

Pero no era momento de pensar en eso. Se acercó a ella.

-¿Te encuentras bien? Vas a resfriarte.

-….Sí, no pasa nada...

-No me mientas.

-Estoy bien, de verdad…

-No me mientas, Michelle. Estás sufriendo y quieres guardártelo todo para ti. ¿Te crees que por eso eres más fuerte, más valiente…o que no me vas a preocupar? Las personas tenemos que llorar cuando queremos llorar, y reír cuando queremos reír. Ahora es momento de hacer lo primero. Esté o no esté yo-La niña clavó sus ojos llorosos en él y se le tiró encima. Al le acarició el cabello y se alegró de poder sentirlo, de poder tocarla, de sentir el calor de su cuerpo…pero como le hubiese gustado abrazar a su hermano y sentir el suyo, las lágrimas volvieron a recorrer sus mejillas así que se abrazó a la pequeña para recuperar las fuerzas.

-¿Qué?-Winry había quedado demasiado impresionada, sorprendida ante las palabras de Katherine por lo cual no pudo responder a ellas con una pregunta-No, Katherine, Ed…yo pensaba que Ed me…que Ed me…-no podía mirarla a los ojos pero se sentía ofendida ante su mirada y su sonrisa escéptica e irónica como si lo que le decía no le causara daño alguno.

-¿Pensabas que Edward te amaba, Winry?-atrapó hábilmente la frase que intentaba escaparse en el aire. La rubia asintió ante sus palabras- Pensabas…que él te amaba por que tu le amas…-añadió levantándose y dirigiéndose a la puerta.

-Sí…

-Lamento habértelo quitado…tú tenías mas derecho que yo a besarlo y a tocarlo, a sentirlo…Maldita sea…-mientras hablaba sus palabras iban disminuyendo de intensidad y volumen, aunque demostraban seguridad, abrió la puerta y salió de la habitación de Winry para dirigirse a la suya propia. Al entrar lo primero que hizo fue cerrar la puerta tras de si para dejarse rodar por ella, volviendo a llorar.

-Sé que prometiste regresar…pero no puedo Ed…no puedo estar sin ti, maldita sea, te necesito tanto…-Se tapó la cara con las manos en un intento de ahogar el sonido de sus sollozos, al cabo de unos segundos las ventanas del cuarto se abrieron de golpe y un viento tibio entró por ella. Sus muñecas se separaron de su cara como impulsadas por una fuerza invisible y sintió un extraño contacto sobre sus labios. Cerró los ojos, disfrutándolo, sabía que era él, la estaba besando de nuevo, sus besos eran inconfundibles, él era único y lo descubrió cuando el beso terminó y pudo ver sus ojos dorados y su sonrisa.

-No tengo mucho tiempo…-su voz sonó algo distorsionada y ella lo comprendió no estaba muerto, conocía muy bien cuando y porque las voces sonaban así, estaba en otra dimensión-Mi padre solo me dio poco tiempo…creo una maquina para esto…y…-pero se quedó callado al ver como la chica se volvía a tapar la boca con las manos y lo observaba con una mirada indescriptible, toda una manada de sentimientos encontrándose en ella. Sonrió cálido y la abrazó, ella, temerosa de que se evaporara pensó dos veces en hacerlo pero al fin cedió ante su contacto y se abrazó a su espalda, ahogando sus lágrimas en su pecho-Te amo Kat…con todas mis fuerzas…con todo mi corazón, no lo olvides amor mío…Perdóname por esto y por todo lo que viene…Te amo…-susurró levantándole el mentón para volverla a besar. La arrastró consigo y la recostó en la cama dejándose caer suavemente sobre ella. La siguió besando mientras agarraba una de las rosas blancas del arreglo de la mesa y le rozaba la mejilla con ella-Te amo…He de irme…pero no puedes recordar esto…perdóname, mi princesa…-susurró besándola y en sus labios cayó dormida, él le acarició la mejilla y le depositó la rosa con la que la había acariciado en las manos y con un beso en la frente se dispuso a desaparecer, pero la puerta se abrió de golpe y Ed volteó y se encontró con los ojos grises de su hermano que lo miraban con las pupilas dilatadas, sonrió y desapareció. Al cayó al instante al suelo en el borde entre el pasillo y la habitación, sin palabras.