Los días se sucedieron con rapidez mientras el tiempo empeoraba con tormentas de nieve y heladas brisas cuando no nevaba. Las prácticas de Quidditch estaban suspendidas, con lo que Harry no encontraba ningún momento para ver a Ginny, tan ocupado estaba con las clases y las lecciones privadas con Dumbledore. Las pocas veces que se la topaba en los pasillos o en el comedor no lograba captar su mirada, y cuando decidía levantarse para acercarse, misteriosamente terminaba lo que fuera que estaba haciendo y salía rauda por la puerta.

Con la llegada del invierno el colegio se veía mucho más vacío porque los alumnos preferían pasar la mayor cantidad de tiempo posible en las salas comunes o al abrigo del comedor o la biblioteca, lo que se traducía en los patios vacíos y cargados de nieve. Los prefectos (entre ellos Ginny, ya que Hermione le había dejado su puesto cuando se fue) casi no tenían trabajo ante la falta de entusiasmo en romper las reglas: hacía mucho frío como para sacar la varita innecesariamente. Cansada de tanto estudiar y practicar con sus compañeros la materia que debía rendir en sus NEWTs, Ginny decidió malcriarse un poco una noche de martes antes de acostarse, y partió al baño de los prefectos para darse un merecido baño de espuma. Esa era una de las pocas noches que no veía a Draco, ya que se reunía ese día con su padrino, y el recuerdo de la mirada de Harry sobre ella cuando salía de la torre Gryffindor le provocó un escalofrío.¿Que iba a hacer con él? Draco llenaba una parte de su corazón, pero Harry ocupaba la otra, y es que eran tan diferentes el uno del otro como un gigante de una veela. En el poco tiempo que llevaba frecuentando a Draco había conocido un poco de su historia, su familia y sus sentimientos, lo que nunca mostraba a nadie, ni siquiera a las chicas con las que había estado involucrado. El mismo le decía que no entendía que tenía ella que le inspiraba toda la confianza del mundo, pero secretamente pensaba que era porque siendo una Gryffindor ella nunca se burlaría de él. Podían pasarse la noche entera hablando y riéndose de las cosas más tontas y conversando los temas más sensibles…pero de sólo pensar en tocar esa piel tan blanca y perderse en los ojos grises que la traspasaban sentía un frío temblor a lo largo de la espalda, y desechaba cualquier idea de esa clase, sin estar muy segura por qué. Con Harry nunca necesitó hablar para entenderse, les bastaba mirarse a los ojos para saber en que estaban pensando, y tocarse para sentirse seguros de nuevo. Estar abrazados en la sala común mientras veían a los demás reirse y hacer sus trastadas era suficiente para hacerlos felices.

La tina ya estaba llena con una espuma fragante a loto y burbujas irrompibles que sólo reventaban si se abría el grifo rompe-burbujas (duh!). A Ginny le encantaba jugar con ellas y morderlas para tratar de reventarlas aunque invariablemente terminase tosiendo jabón. Bajó un poco las luces, no fuera entrar Peeves justo en ese momento y se sacó la bata para hundirse en el agua tibia. Que delicia! Desenvolvió la cajita que llevaba envuelta en su toalla y sacó los chocolates rellenos con whisky de fuego que les había confiscado a unos chicos de primero.

-Disfrutandolo, querida?

Harry salió desde las duchas que quedaban al otro lado de la tina, vestido con su bata y con el pelo húmedo goteando todavía. Ginny sólo atinó a hundirse hasta la barbilla en el agua y a mirarlo furiosa.

-Oh, no hay nada que ya no haya visto, Ginny. Relájate, mal que mal, a eso viniste, no?

-Que estúpido eres, Harry. Me has dado un susto de muerte. Debí haber recordado que tienes la contraseña a este baño…o sea que lo primero que haré mañana será cambiarla.

El la miró, haciéndose el ofendido.

-Bueno, si te molesta tanto mi presencia, mejor me voy. Estoy muerto. Buenas noches, Ginny.

-Cómo? Ya te vas…?- las palabras salieron de su boca antes de que se diera cuenta. De repente le dieron ganas de tener a Harry metido en la tina con ella.

-Pues claro. O crees que solamente tú puedes escaparte? Quien sabe, quizas sea entretenido, como tú lo haces todo el tiempo…

-Harry, yo…lo siento mucho, pero no últimamente no sé que me pasa, y cuando te veo me siento muy inquieta.

-Me lo imagino, debes tener la conciencia muy sucia después de todo lo que debes haber hecho con Malfoy siendo aún mi novia, porque no te has dado la molestia de comunicarme que ahora estás con él.

-No… nunca….no!estás equivocado! Yo y Draco no hemos hecho nada! Sólo nos quedamos conversando!

-Sí claro, por eso te miraba con esos ojos de depredador esa vez en el patio, no? Si hasta vi que estaba un poquito demasiado feliz de verte.

Ginny se sonrojó hasta la raíz del pelo, como buena Weasley que era.

-Vale, piensa lo que quieras, Harry. Aunque te lo explicara no lo entenderías. Lo único que te puedo decir es que te sigo queriendo tanto como antes, aunque lo encuentres difícil de creer.- y le dio la espalda, haciendo como que jugaba con la espuma. Casi se le paralizó el corazón cuando sintió un leve movimiento en el agua atrás suyo, y una voz que le dijo al oído.

-No me sería tan difícil de creer, si me lo demostraras un poco más, Ginny.

Y sintió un beso ligero y amoroso en la nuca que le hizo dar un respingo, tan guardados tenía los recuerdos de la última vez que esos labios se habían posado ahí. Los labios siguieron resbalando a lo largo de su espalda hasta donde la espuma lo permitía mientras los dedos de Harry arañaban dulcemente la espalda bajo el agua y recorrían el camino hacia las piernas de Ginny. Ella no pudo evitar soltar un débil gemido de protesta ante la invasión de la que era víctima, murmurando algo de que los podían sorprender en aquella situación comprometedora.

-Tranquila- sopló él en su oído mientras mordisqueaba la suave piel del lóbulo- he revisado el mapa y están todos durmiendo…- las manos ahora masajeaban los muslos de Ginny y ella ya no supo qué objetar ante la avalancha de deliciosas sensaciones que la recorrían y hacían enrojecer sus mejillas. Dio vuelta la cara y atrapo la boca de harry con su lengua, deleitándose con ese sabor que tanto le gustaba, exigiéndole que continuara tomando sus manos y poniéndolas en su estómago para que la apretara fuerte contra él. Harry intentó darla vuelta, pero ella se negó.

-Así está bien, amor…sólo…tómame…ahora…-hundiendo una mano en el pelo húmedo de Harry, usó la otra para agarrar su trasero y empujarlo hacia ella, sintiendo por fin su congestionada masculinidad. Su respiración también se aceleró y cambió los sutiles besos por mordidas no tan delicadas en el cuello de Ginny mientras buscaba la entrada a su cuerpo; ella, apoyada contra la pared de la enorme bañera, ponía las manos de Harry sobre sus pechos mordiéndose un brazo a sí misma para ahogar los gemidos de ansiedad que le atravesaban el aliento y casi se arranco un pedazo de brazo cuando por fin Harry la penetro, primero suavemente para no hacerle daño, y luego aumentando la profundidad ante la insistencia de Ginny. Hacía tantos días que deseaba tenerla así, rendida en sus brazos y demostrándole que seguía siendo el único (porque definitivamente no se imaginaba a un rubio desabrido y estirado como Malfoy haciéndole lo que él le estaba haciendo en esos momentos) que agradeció infinitamente que ella se viniera primero para dejarle a él explotar dentro suyo, terminando ambos agitados y sudorosos entre los vapores y fragancias del agua. Ginny esperó que el corazón se calmara un poco antes de darse vuelta y rodear el cuello de Harry con sus brazos.

-Todavia usas la cadena?- preguntó ella al sentir algo helado contra su piel.

-Por supuesto, que creías? No me la saco ni para bañarme, como puedes ver- le dijo él juguetonamente.

-Perdóname por haber andado tan rara estos días…no sé qué me pasó.

-Tranquila, olvidémonos de eso, si? Pero no vuelvas a tratarme como si tuviera peste o algo así… sabes que te quiero como nunca había querido a nadie.

-Está bien. Y tú no me mires con esa cara de odio si ando con Draco, es sólo un amigo, y creo que yo soy la única amiga que tiene.

-Drakito tiene corazoncito? No me hagas reir, Ginny!-pero ante la cara que puso ella Harry no insistió, estaba demasiado contento de haberla recuperado y no quería alejarse de nuevo por culpa de Malfoy.- Bueno, bueno, si significa tanto para ti, lo tendré que aceptar!

De pronto la bata de Harry empezó a zumbar y a saltar en su lugar.

-Diablos! Alguien viene! Le puse una alarma contra intrusos al mapa, Lupin me ayudó…vamos, vístete!

Se vistieron apresuradamente, preguntándose si alguna vez tendrían algún encuentro calmado, apagaron las luces y Harry tomó el mapa.

-Son Snape y Draco- dijo Harry en voz baja cuando le echo un vistazo.

Por el pasillo se sentían unas voces conversando airadas. Al parecer, Malfoy no quería escuchar algo que le decía Snape, y por eso caminaba furiosamente, con su padrino pisándole los talones.

-Draco, escucha! Es un gran honor el que tienes de recibir esta misión!

-Pero a mi no me interesan los honores, padrino! Por qué no lo hace alguien más capacitado? Tiene decenas de personas que estarían felices de tomar mi lugar! Yo no pedí esto!-Ginny se asustó; la voz de Draco sonaba muy alterada, casi al borde del llanto, algo que no iba con su habitual tono arrastrado y frío.

-No, no lo pediste, pero se te fue concedido, y por Salazar que vas a estar a la altura de las circunstancias, Draco!

-Y qué se supone que debo hacer? Date cuenta de lo que me acabas de decir, estoy recién en mi sexto año, no tengo ni la mitad de los conocimientos que se necesitan para…!

-Todavía no es necesario que hagas nada. Lo único que tienes que hacer es…mantenerte a salvo de cualquier daño, porque si eres requerido, no habrá forma de que te niegues.

Harry escuchaba atentamente tras la puerta entreabierta del baño con Ginny pegada a su espalda, que también atendía cada una de las palabras de Snape. Sin embargo, para Harry esa conversación sólo significaba una cosa: que Draco estaba recibiendo una misión muy importante del mismísimo Señor oscuro, y así se lo susurró a Ginny.

-Estás loco? Hasta cuando vas a achacarle a Draco todas las calamidades! El no tiene nada que ver con él, es más, siempre han intentado meterlo en el círculo del que no debe ser nombrado, pero él se ha negado siempre!

-Para de ver bondad no la hay, Ginny! Es hijo de un mortifago, heredero de una familia que ha estado en Slytherin por generaciones!-Harry susurró furioso a una incrédula Ginny, que lo observaba igualmente furibunda.

-Bueno, lo siento, pero creo conocer un poco más a Draco que tú, y sé que él no aceptaría…

Afuera la discusión entre Snape y Malfoy seguía, aunque ahora el chico se había detenido y miraba a su profesor con el pálido rostro sonrosado de rabia, y el pelo desordenado, como si se lo hubiera mesado en un acceso de desesperación.

-Draco, ya basta de niñerías. Te repito que por ahora no necesitas hacer nada. Pero no te quedes tan tranquilo, debes aplicarte y aprovechar estas nuevos poderes, o crees que tu súbita habilidad es espontánea? Oh, si- añadió malvadamente Snape ante la cara de sorpresa de Draco- tus poderes no son gratuitos…

-Pues entonces quédatelos!

-Shhhh… hay alguien ahí.

Harry y Ginny no alcanzaron a alejarse lo suficiente de la puerta cuando Snape apuntó su varita hacia el resquicio entreabierto y exclamó:

-Petrificus Totalus!-se acercó a la puerta seguido de un tembloroso Draco, que perdió los colores de la cara cuando los vio a ambos sonrojados y con el pelo mojado.

-Miren qué tenemos aquí, Potter, Weasley… Salieron a dar un pequeño paseo? Quizás el señor Potter necesitaba un ayudante para enjabonarse la espalda, y la señorita Weasley se ofreció de voluntaria?

Draco no dijo nada e intentó arreglarse mirando el suelo.

-Me encantará contarle al profesor Dumbledore el uso que le dan al baño de los prefectos. Draco, acompáñame.- y con un giro de la varita les devolvió el movimiento. Harry se apresuró en gritarle mientras se iban:

-Y a Dumbledore también le gustaría saber que misión tan terrible es la que le ha sido encomendada a Malfoy, para que ni siquiera una rata como él quiera cumplirla! Haciendo de recadero de Voldemort, profesor?

Apenas lo dijo, supo que había ido demasiado lejos. Snape se detuvo y se dio vuelta lentamente.

-Que dijiste, Potter? Me estás amenazando?

-No…señor. Sólo repito lo que escuché. Y créame que no es algo que vaya a guardarme en secreto.

-Creo que tienes demasiados beneficios, Potter, y de estar yo en el lugar del director, hace mucho tiempo que te habría enviado a Azkaban para que se te bajaran un poco los humos. No creas que porque tienes una cicatriz en la frente y una estúpida profecía que te indican como el elegido para combatir al señor oscuro debes tener alguna clase de trato especial.

-Pues yo no pedí estar en este lugar, y sin embargo lo acepto- espetó Harry, sin poder evitar mirar a Draco al decirlo.- Y no obtengo con ello ningún trato especial de nadie.

Snape soltó un bufido que quería decir "si claro, a Dumbledore sólo le falta ponerte una guardia imperial", pero no dijo nada más, y para alivio de Harry y de Ginny se alejó en la dirección opuesta del despacho del director después de echarles una mirada que prometía las mil penas del infierno. Malfoy seguía mirando al suelo y se veía sumamente nervioso.

-Draco…?Estás bien?- preguntó Ginny tocándole el brazo. El saltó como si lo hubieran pinchado y la encaró con una mirada de desprecio que hubiese puesto orgulloso a su padre.

-No me toques. Estoy bien. Sigan en lo suyo, yo me voy.

Y sin otra palabra, se alejó hacia las mazmorras.

La revista Corazón de Bruja no volvió a publicar ninguna nota sobre Hermione y Krum pero a falta de noticias de la prensa rosa Harry y Ron recibieron una larga carta de su amiga contándoles como era el método de enseñanza en Durmstrang, el funcionamiento de las tres bibliotecas que poseían, los ramos que enseñaban, y al final, en una letra pequeñisima, se leía:

"Viktor si esta comprometido, pero con una chica muggle de una familia noble búlgara, y de hecho estamos los tres invitados.

Ron, te quiero y te echo de menos."

Al leer estas líneas Ron se atragantó con su cereal (la lechuza había llegado un viernes en la mañana durante el desayuno). Harry sólo se rió ante en apuro en el que se encontraba su amigo; ahora tendría que inventarle una excusa a su pseudo novia, Onice, y rogar para que ella y su séquito de amigas no le echaran una maldición por los pasillos.

La mesa de los profesores estaba extrañamente vacía con la ausencia de Dumbledore, McGonagall y Snape. Por lo que el director le había dicho a Harry la noche anterior en su última reunión, ellos tres, como miembros de la Orden del Fénix, habían partido en busca del resto de los Horcruxes que habían logrado identificar: el espejo de Rowena Ravenclaw y la copa de Helga Hufflepuff. Fawkes todavía descansaba en forma de polluelo pues se recuperaba muy lentamente del daño que sufrió cuando le fue removida la magia negra que contenía parte del alma de Voldemort. Todavía les faltaba un trozo, sin embargo, del cual no tenían ninguna clase de pista, lo que traía a Dumbledore muy preocupado.

-Quien lo diría, no, Harry?-preguntó Ron cuando logró tragar sus cereales.- Queda poco quizás para tu enfrentamiento con el que no debe ser nombrado – ahora fue Harry quien se atoró con su desayuno; era ese precisamente el momento para sacar el tema?- Sólo quiero que sepas que yo estaré ahí para lo que pueda ayudar, amigo. Aunque sea para entretener a un mortifago mientras tú…er… haces lo tuyo.

-Ejem…gracias, compañero- dijo Harry con una sonrisa que se esfumó cuando vio entrar a Malfoy al comedor, más pálido que de costumbre y con una mirada particularmente desagradable en su rostro, y creyó vislumbrar a Ginny observándolo también desde el otro lado de la mesa de Gryffindor; una punzada de celos ya familiar le pinchó el estómago.

-Como van las cosas con Ginny?- preguntó Ron, aparentemente indiferente.

-Bastante bien…la quiero cada día más, pero… siento que ella no está enteramente conmigo… es como si su mente vagara por otras partes cuando está conmigo.

-Uf. Las hormonas cambian mucho a las chicas. Mira a Onice. Cuando recién empecé a salir con ella no quería quedarse a solas conmigo porque decía que una buena musulmana no debía esparcir la corrupción sobre la tierra o algo así, y ahora trata de encerrarme tras los tapices para hacer quizás qué cosas… la adolescencia es lo peor que puede pasarle a una chica.

Divertido como estaba con las meditaciones de su amigo, Harry no notó que Ginny se levantaba sigilosamente y salía haciéndole una seña a Draco para que la siguiera. Sólo una persona notó ese gesto, y no le hizo ninguna gracia.

La campana para entrar a clases sonó poco después y los chicos se dirigieron a sus respectivas salas. Harry y Ron se sentaron en la sala de Historia de la Magia, un ramo que tuvieron que decidieron continuar porque aún no habían decidido que querían hacer con su futuro, si es que había algún futuro para ellos. Molly Weasley ya había mencionado que sería bueno que los chicos recibiesen clases especiales de defensa y ataque mágicos lo antes posible, aunque se oponía a la idea de Lupin de sacar a Harry del colegio el año siguiente para que se dedicara a un arduo entrenamiento. A Harry se le retorcía el estómago de sólo pensar en la batalla que debía enfrentar contra Voldemort, si bien tenía asumido que debía hacerlo y deseaba hacerlo para así poder vengar a sus padres; no compartía este pensamiento más que con Ginny, Ron y Hermione.

Ginny llegaba atrasada al aula de adivinación y se sentó junto a Luna, quien para variar miraba extasiada a la profesora Trelawney y le comento a Ginny la enorme cantidad de Caballitos de Hays que debía haber consumido cuando joven para tener tamaña miopía. Su amiga sólo asintió, ausente a las barbaridades que hablaba la rubia, todavía pensando en la conversacion que habia tenido con su amigo unos momentos antes. Le costo convencerlo de lo mucho que le importaba su amistad y su confianza, pero ademas de eso Draco parecia preocupado por otra cosa que no le conto, ni siquiera bajo la amenaza de veritaserum.

-Ginny, estas bien? Te ves un poco pálida…muchas juntas con Malfoy, parece- dijo Luna con una risita tonta.

-Sshhhh!Luna, habla más bajo, no ves que todas estas chicas andan loquitas por Harry y no van a dejar pasar ninguna chance para separarnos?

-Pero tú y Harry se quieren, dudo que puedan separarlos.

-Si, eso es cierto…- murmuró Ginny mientras se le llenaban los ojos de lágrimas que intentó frenar pasándose la manga por la cara.

-Pero también tú y Malfoy se quieren mucho, no es verdad?-La colorina la miró espantada.- Ay, vamos, no estoy tan loca como parezco. He visto como se miran y veo que sufren por no poder estar juntos… sabes? Me da mucha pena que tu problema no tenga una solución fácil…pero quizás deberías hablar con Harry y decirle que no puedes decidirte por uno solo y…

-y qué? Pedirle que seamos un trio?

-Por qué no? En el mundo árabe es bastante común, por lo que me han contado las niñas marroquíes… aunque claro, es al revés, es el hombre quien tiene varias esposas- terminó Luna, riéndose.

-Por qué no se podrán mezclar los dos? Los dos me dan cosas tan lindas, y los dos necesitan tanto cariño…

-Mmm. Vivimos en un mundo mágico pero creo que eso sí que no se puede hacer. Aunque quizás Hermione Granger podría.

La clase de adivinación terminó por fin y las chicas se dirigieron a la biblioteca para escapar del frío y terminar apuradas la tarea de su próxima clase. Una vez allí se sentaron y comenzaron su trabajo bajo la atenta y maliciosa mirada de una chica de pelo negro y corto.

-Pronto, muy pronto, Millicent… Esa Weasley va a ser la perdición de Potter, y entonces la tarea del señor oscuro será mucho más fácil. Menos mal que no tuve que mezclarme con ese cara rajada para cumplir la misión que me encomendó mi madre.

-Si, te salvaste por un pelo. Potter no está mal, lástima que haya decidido pasarse al bando de los perdedores en primer año, habría hecho un muy buen papel de nuestro lado.

-Pero no lo fue, y ahora sólo nos queda tratar de debilitarlo por todos los medios que podamos. Lo único que no me gusta es ver a Draco mezclado con esa traidora. Debe haber alguna forma de hacerlo entrar en razón.

-Y si no la hay, Pansy, siempre existe la magia, quédate tranquila.- Millicent suspiró, moviendo la cabeza mientras miraba a Ginny y a Luna concentradas sobre su pergamino.- Malfoy tiene mucha suerte de contar con amigas como nosotras.

-Que vas a hacer para Navidad, Millicent?te quedas aquí o vas a tu casa?

-Voy a mi casa, mis padres quieren tenerme lo más lejos posible de la escoria que abunda en esta escuela.

-Puedo ir a pasar la navidad contigo? No me apetece mucho partir a mi casa. Mamá está de lo más extraña, pasa encerrada en su laboratorio, hablando sola y revolviendo su pensadero como una vieja bruja. Ni siquiera me deja verlo para entretenerme, me mantiene lejos de todo lo que hace y no me cuenta sus planes. Lo único que tengo claro es que quiere ver al Señor Oscuro en el poder a toda costa.

-A tu madre le falta un marido... que raro que no haya vuelto a casarse desde que murió tu padre, siendo bonita como es.

-Bonita si, pero loca como ella sola. Mal que mal, mi padre fue el único hombre que tuvo, por lo que me ha contado, y él murió al mes después de su matrimonio. Debe ser difícil encontrar un buen partido entre los sangre pura.

-Me imagino. Menos mal que a mi ya me comprometieron con Goyle.

-Agh! No sé como puedes estar tan tranquila con esa perspectiva de futuro! Yo tampoco quiero mezclar mi sangre, pero también tengo estómago, y no soportaría casarme con un troll como Goyle.

-Cuidado con lo que dices, o no te invito a pasar la navidad conmigo- dijo Millicent empezando a enojarse.

-No! Retiro lo dicho. Dejame ir contigo. Así planeamos que hacer con esa asquerosa pelirroja.

-Vale, vale. Mandale una lechuza a tu madre y dile que te vas conmigo.