EXPLICACIONES Y RUTINA
Al despertar se sintió mucho mejor. La luz que entraba por la ventana le indicó que era más de mediodía. Estaba preguntándose que hacer cuando la puerta se abrió y apareció Snape nuevamente. No llevaba túnica, lo que sorprendió a Harry, nunca lo había visto sin ella. Vestía unos pantalones obscuros y una camisa blanca de manga larga. Lo único que no cambiaba era esa mirada llena de desdén con que siempre lo observaba, detrás de su grasiento cabello negro que casi le cubría los ojos. Seguía viéndose siniestro, o incluso, un poco más.
- Tienes visita Potter. Será mejor que te vistas y bajes.
- ¿Quién?
- Lo sabrás si bajas. Tu ropa está en la cómoda de la derecha. – sin decir más salió.
Harry no entendía cómo podía estar su ropa allí, pero así era. Toda su ropa muggle estaba en esa cómoda. Al abrir el armario se topó con sus túnicas negras de colegio. Y cerca de la ventana estaba una percha de la que colgaba la jaula de Hewin. Al fijarse mejor vio su baúl al pie de la cama. Sus libros estaban en la librera y ahora había un escritorio con pergaminos, plumas y tinta. Alguien había adecuado su habitación para hacerla cómoda y agradable y un escalofrío lo recorrió con sólo imaginar que hubiera sido Snape quién se hubiera preocupado por ello.
Al salir se encontró al final de un pasillo. Caminó hacia su izquierda lentamente. Había puertas a cada lado, pero no se sintió con ánimos de investigar. El pasillo desembocaba en un corredor que tenía una baranda. Conforme se acerba a esta vio que daba a una amplia sala, con una chimenea en el extremo más alejado. La sala tenía varios sillones, una mesa de centro y las paredes decoradas con múltiples pinturas. Las paredes eran altas, y el techo se veía lejano. Las cortinas estaban cerradas, con lo que el ambiente era oscuro y opresivo.
El corredor tenía en los extremos escaleras. Harry se decidió por la de la derecha, pero al poner el primer pie en el escalón esta empezó a descender, haciendo que casi perdiera el equilibrio. Harrry esbozó una sonrisa al darse cuenta que en la casa de Snape hubieran escaleras eléctricas.
Conforme descendía pudo observar mejor la sala. Las paredes estaban ellas de pinturas de paisajes, en ninguna había alguna persona. Frente a la chimenea se encontraba Snape, quién se volvió al escuchar los pasos de Harry, los cuales resonaban en el piso de madera.
- No es de buena educación hacer esperar a las visitas Potter. – Por lo visto Snape no iba a perder oportunidad de molestar.
- No se preocupe profesor Snape, no fue una molestia. – Del sillón que le daba la espalda a Harry, una hermosa mujer se levantó. Este la miró sin comprender quién podría ser.
- ¡Vamos Harry! ¿No me reconoces? – La mujer apretó los ojos, como concentrándose e inmediatamente su rostro cambió.
- ¡Tonks! ¡Que alegría verte! – Harry la abrazó efusivamente – De haber sabido que eras tú habría intentado bajar un poco más rápido – le dirigió una mirada de reproche a Snape.
- Oh, no fue culpa del profesor. Yo le pedí que no te dijera para que fuera una sorpresa. ¿Dime? ¿Cómo has estado? ¿Qué tal tu pierna?
Quiso ayudarlo a sentarse pero tropezó con el sillón y casi cae sobre él. Snape levantó los ojos al techo en señal de desagrado.
- Bueno, veo que tienen cosas de que hablar, así que los dejo solos. – Se dirigió a la puerta y salió casi sin hacer ruido.
- Un hombre silencioso ¿no te parece? Pero bueno, cuéntame como te va.
- Pues no se que decirte. Sólo llevo dos días, creo, y no he salido de la habitación – se negaba a decir "mi habitación" – creo que eres tú la que debe decirme que ha pasado.
- Bien ¿por donde comienzo? Bueno, creo que por el principio – esbozó una sonrisa encantadora. Yo estaba vigilando el sector cuando vi una nube muy sospechosa deslizándose primero hacia tu casa y luego hacia una calle lateral. Esas nubes no son normales, así que me dirigí tan rápido como pude hacia allí. Y lo que encontré no me gustó. Te estaban atacando, y no podía llegar a tiempo, así que abrí una puerta y pedí que te llevaran a un lugar seguro.
- ¿Le dijiste a donde?
. No, no se me ocurrió ninguno. Pero en cuanto desapareciste, los mortífagos huyeron, porque no es nada agradable enfrentarse con un auror del ministerio. Aunque fueran más, por lo menos la batalla habría dejado heridos y estoy segura que no querían que fuera público su fracaso. Así que cuando se fueron, abrí la puerta y pedí que me llevaran contigo. Y aparecí aquí.
- ¿Qué dijo Snape?
- Bueno, no podría repetírtelo, pero fue toda una carga de mal humor. Cuando pasó preguntó que demonios había sucedido. Cuando le expliqué, empeoró su humor, pero procedió a curarte.
- ¿Él?
- Claro, es uno, sino el mejor en pociones. Después llamamos a la orden y luego de asegurarnos que no corrías mayor peligro decidimos que te quedaras.
- ¿No había otra opción?
. Me temo que no. Y te aseguro que el profesor Snape dio varias, pero todas fueron descartadas por la posibilidad de que te encontraran. Al final el profesor Dumbledore le dijo que el lugar más seguro era este, y ya no hubo discusión.
- ¿Y como llegaron mis cosas?
- El profesor Snape y yo fuimos a recogerla a tu casa esta mañana.
- ¿¿¿Qué??? Que… ¿Qué dijo Tio Vernón?
- Nada. Parecía contento de que nos lleváramos todo.
- Snape… ¿dijo algo?
- No. Sólo se presentó como tu profesor. Al principio pareció que tu tío se enojaba, pero el profesor Snape le dijo algo al oído y ya no dijo nada.
- ¿Y… tu?
- ¿Yo que?
- Quiero decir, ustedes… su ropa…
. Ah, eso. El profesor no llevaba túnica. A decir verdad iba vestido como ahora. Y por consejo de él, yo me vestí con un traje bastante aburrido.
- No lo dudo. ¿Quién arreglo mi habitación?
- Yo. El profesor Snape me pidió que lo hiciera. Es un hombre interesante ¿no crees?
. La verdad no. ¿Por qué lo dices?
. Bueno, reniega mucho, pero es muy eficiente en todo lo que le ordena le profesor Dumbledore. Y es de los pocos que conozco que puede verse bien con ropa muggle.
Harry cambió de conversación. No le interesaba seguir hablando de Snape. Hablaron un rato más sobre las últimas noticias de sus amigos y cuando regresaría al colegio.
- No tienes que preocuparte. Vendré siempre que pueda, y tus amigos prometieron venir en cuanto les sea posible.
- Snape… ¿lo permitirá?
. Claro. El profesor Dumbledore se lo pidió. Además unas cuantas visitas alegrarán este lugar ¿no crees? Y ahora debo marcharme. Cuídate.
Tonks le dio un beso en la mejilla y salió alegremente, no sin antes tropezar con un perchero que había junto a la puerta. A Harry le pareció que al salir la habitación se había vuelto nuevamente gris. Estaba levantándose cuando apareció Snape en la puerta.
- La comida esta servida Potter. Acompáñame al comedor.
- Yo preferiría comer en la habitación… señor – no le gustaba la idea de compartir la mesa con él – si no le molesta.
. A mi no Potter, pero me temo que no podrá ser. Siempre se come en el comedor, sin excepción. Así que sígueme.
Atravesaron otro pasillo y entraron a la habitación de la derecha. El comedor también era grande, pero no había pinturas en las paredes. En la mesa se hubieran podido sentar 15 personas cómodamente. Todo era antiguo. Los platos, candelabros, la lámpara del techo. Se imaginó estar en una especie de castillo medieval. No tan alegre como el colegio, pero igual de viejo.
Snape se sentó a la cabecera, y Harry pensó en sentarse en el otro extremo. Sin embargo al ir a sentarse la voz de Snape resonó fuertemente.
- ¡No te atrevas Potter! Tu lugar es ese. – señaló un lugar a un lado de la mesa.
- No lo sabía. – cojeando se dirigió a donde le habían indicado y se sentó con molestia – si me dice cuales son las reglas, las seguiré.
- Bien, hablemos claro entonces. Puedes quedarte en tu habitación si quieres, por mí mejor si no sales de allí mientras permanezcas acá. Pero si desea hacerlo, tienes entrada libre al comedor, la sala y la biblioteca. En la terraza puedes practicar con tu escoba. No quieras fisgonear por la casa porque…
- No me interesa saber que hay en su casa… profesor.
Snape le dirigió una mirada amenazante. Harry se prometió morderse la lengua de ahora en adelante. No debía olvidar donde estaba.
- Tal vez estés acostumbrado a interrumpir a las personas Potter, pero ahora estas en mi casa, así que debes comportarte. ¿Entendido?
Harry asintió. Desde ya estaba decidido a no cruzarse en el camino de Snape mientras estuviera allí.
- Correcto. Decía, antes de que me interrumpieras, que no intentes entrar a otras habitaciones, aparte de las que te he dicho, porque tienen ciertos embrujos protectores que podrían causarte… cierto daño. No es que me interese, pero prometía Dumbledore que te restablecerías, no que terminarías muerto. Para ir a donde quieras y evitarte cualquier tentación, no tienes que salir de la habitación. Sólo lanza a la chimenea polvos de los que hay en la repisa y di a donde quieres ir, y ella te llevará. Incluso a la terraza. Eso evitará que nos crucemos. Sólo debes recordar que se come aquí, y debes estar puntual. ¿Has entendido todo lo que te he dicho?
- Si… señor.
La comida apareció en su plato, "mágicamente", pero ya Harry lo había tantas veces en el colegio que no se sorprendió. La comida transcurrió en silencio, y al terminar se retiró a la habitación tratando de no hacer nada que pudiera molestar a Snape.
