VISITAS Y MAS VISITAS

El tiempo que siguió fue bastante interesante.  Contra sus prevenciones, no estuvo aburrido.  Siempre llegaba alguien a verlo.  Tonks, Remus, el señor Wesley, Bill.  Y se quedaban a comer.  Era obvio que Snape no disfrutaba estas visitas, pero jamás decía algo sobre que se fueran o que estaban de más.  Ni siquiera a Remus, y es que no llegaban solos.  Siempre llegaban en parejas, y a Remus siempre lo acompañaba Ojoloco.  Snape siempre los acompañaba y luego se retiraba sin decir nada.  Más parecía que el invitado fuera él y el anfitrión Harry.

Pero las visitas que más esperaba no llegaban.  Y las cartas eran escasas.  Al parecer las lechuzas le tenían aversión a esa casa, y la única manera era si Harry enviaba una carta y los chicos le enviaban respuesta.  La primera que recibió le indico exactamente donde se encontraba:

Sr. Harry Potter

Castillo Araz

Habitación lado sur

¡Harry! Que alegría saber que te encuentras bien.  Ron y yo estábamos bastante preocupados, cuando supimos lo del ataque, pero nos alegra saber que has mejorado.  Es obvio, ya que estas bajo los cuidados del profesor Snape.  Remus nos dijo que te visita siempre que puedes y que nadie sospecha tu ubicación.  Es un alivio, aunque la señora Wesley insistió que te llevaran a La Madriguera.  Fue un poco difícil convencerla de lo peligroso que era, no sólo para ti sino para ellos, pero no quedo muy conforme.   Tú ya la conoces.

Esperamos poder visitarte pronto, pero no sabemos cuando, todo depende de quién pueda llevarnos, porque no podemos abusar de la amabilidad del profesor Snape pidiéndole que sea él.  Ya sabes, no creo que le agradara la tarea de "niñera".

Te escribiré pronto.  Lo prometo.

Con cariño

Hermione Granger.

Las de Ron eran mucho menos delicadas en su expresión.

¿Qué demonios pensaba Tonks al  llevarte allí Harry? ¿Acaso desea que mueras pronto?  No lo entiendo. Te atacan y en vez de protegerte, te dejan bajo el cuidado de ¡Snape!.  Por lo visto no han pensado en la posibilidad del envenenamiento.  Si yo fuera tú haría lo mismo que Ojoloco, sólo comería y bebería lo que yo preparara.

No entiendo porque no nos dejan visitarte.  Le dije a mamá que podríamos ir con Bill, pero insiste en que vayamos con un "adulto", como si mi hermano no lo fuera.  Y todos están siempre taaaan ocupados.  Ni siquiera podemos ir con papá, porque podrían seguirnos.  Como si él fuera tan tonto de no darse cuenta.

En fin, trataré de convencerlos en la cena, pero mientras tanto, ¡aguanta!  Quedate en tu habitación y cierra bien.  Creo que podrías pedirle a Ojoloco algún detector de enemigos y algo que pruebe lo que te de Snape antes de tragarlo.

Mucho cuidado amigo, trataremos de sacarte pronto de allí.

Harry no podía negar que su rápida recuperación se debía a Snape.  Aunque le repugnaba, sus pociones lo habían curado.  Y no estaba aburrido.  La biblioteca tenía muchos libros sobre Quidditch, y la terraza era perfecta para volar.   Pero lo mejor era la tranquilidad.  El paisaje que se divisaba desde la ventana era muy hermoso.  El pasto ondulaba con el viento, como si fuera un inmenso mar verde.  Incluso, las comidas con Snape eran soportables.  Ninguno hablaba, de manera que los insultos ni siquiera surgían.  Cada vez que era hora de comer sonaba una campanilla de cristal que estaba sobre la chimenea de su habitación.  Snape le había dicho que no la tocara nunca, no dijo porque, pero Harry obedeció. 

Sólo una cosa le intrigaba y eran las pinturas.  En todas las casa de magos, o en las que había visto, las pinturas tenían personas.  Peor no aquí.  Sólo había paisajes. Y estos no tenían vida, eran como las pinturas muggles, estáticas.  En conjunto la casa parecía estar dormida y eso le despertaba a Harry cierto temor.

Observando por la ventana, pensaba en ello cuando sonó la campanilla.  Usualmente usaba la chimenea para bajar, pero se sentía muy bien así que decidió utilizar las escaleras.  Le gustaba como bajaban en cuanto uno se colocaba encima.  Pero no llego ha hacerlo.  En cuando salió al corredor escucho voces y al acercarse a la baranda vio a Snape sentado en un sillón.  Había un hombre con una capa azul, parado en medio de la sala.  Un Tercero, con una capa verde estaba apoyado en la chimenea.  Harry retrocedió para que ellos no pudieran verlo por la altura, pero no tanto como para perderlos de vista.  El hombre de la capa azul gesticulaba frente a Snape

- ¡PUDISTE AYUDARNOS! ¡ES MUCHO MÁS FÁCIL PARA TI! ¡SABES QUIÉNES LO PROTEGEN…!

- ¡POR SUPUESTO QUE NO! – rugió Snape levantándose violentamente.  El hombre de la capa azul retrocedió sorprendido – NO CONFÍAN EN MÍ ¿QUÉ NO ENTIENDES?  Tal vez Dumbledore crea que soy de su bando, pero los demás no. Jamás me dirán su itinerario.  Además no se como se les ocurrió atacarlo a plena luz del día.  ¿Qué esperaban? ¿Qué no tuviera a nadie?  Les dije claramente que tenía guardia.  Pero no, ustedes querían dar un golpe maestro y llevárselo al Señor Tenebroso.  Son unos idiotas.

- SNAPE, NO TE PERMITO…

. ¡YA BASTA! – El hombre de la capa verde se interpuso entre ellos – No llegaremos a ningún lado con estas peleas.  Nyman, no debes exaltarte.  Snape tiene razón, no fue un buen plan, y él no los advirtió.  Aunque claro, pudo haber estado presente para neutralizar al auror…

- Sabes que no puedo intervenir directamente – caminó hacia el otro extremo de la habitación – Debo seguir fingiendo.

- Claro, claro, amigo mío.  – el hombre de la capa verde se le acercó lentamente – Y sabemos que en eso no hay quién te gane.  Pero debes saber que el Señor Tenebroso no esta conforme contigo.  No haz aportado gran cosa a la causa aunque te encuentras cerca del muchacho todo el tiempo.   Tuvo que recurrir al idiota de Barty para que lo llevara hacia él.  Y no le advertiste a Lucios de lo que pasaría en el Ministerio.

- Déjate de estupideces Ottmar.  Yo no sabía que Dumbledore se presentaría allí.  Además, nunca me confiaron nada sobre esa misión.

- Ya Ottmar lo dijo Snape, el Señor Tenebroso no te considera de confianza.  Es más, duda que sigas siendo un mortífago de verdad.

- ¿Y tu estas tan cerca de él como para saber lo que piensa?

- No es necesario.  Hubo un tiempo en que te consideraba de los más fieles, pero es obvio que ya no es así.  Debes tener cuidado Snape – el hombre llamado Nyman saco la varita y comenzó a juguetear con ella – Malfoyd ya no esta para protegerte.

Snape lanzó una carcajada siniestra.

- Jamás he necesitado de él.  No soy de los que buscan una capa bajo la cual resguardarse.  Guarda tus amenazas para quién las crea.  Y respecto a lo que deba hacer o no, sólo respondo al Señor Tenebroso, y sólo obedezco sus ordenes.  Si ustedes quieren seguir intentando planes disparatados, no vengan a mí para quejarse.  Y agradezcan que el Señor Tenebroso no se ha enterado de lo que andan haciendo.  El muchacho es su asunto.  Acepten mi consejo si quieren mantener la piel intacta, obedezcan siempre, y jamás crean que son más inteligentes que él.

Los hombres se retiraron, pero en la puerta, el hombre llamado Ottmar se volvió lentamente.

- Sigue tu propio consejo Snape.  No creas que podrás seguir con este doble juego mucho tiempo. 

La puerta se cerró, y con un rugido Snape lanzó un rayo de luz verde hacia ella.  Harry no se había dado cuenta que la tenía con él.  La puerta emitió un pequeño quejido, pero nada más.

- ¡POTTER BAJA DE ALLÍ INMEDIATAMENTE!

Harry casi se cae del susto.  No imaginó que Snape supiera que estaba escuchando.  Con prisa se dirigió a la escalera, pero al llegar al suelo, dudo antes de acercarse.

- ¿ME PUEDES DECIR QUE DEMONIOS HACÍAS ALLÍ?

Harry temió que descargara contra él su furia.  No había tomado la varita y se encontraba indefenso frente a un Snape sumamente molesto.

- Yo… Es hora de comer.

- ¿Y POR QUE NO USASTE LA MALDITA CHIMENEA?

- Quise… Yo Quise… - respiró profundamente.  Si Snape estaba molesto, no era su culpa – Me sentí mejor y quise bajar las escaleras para variar.

Contra lo que imaginaba Snape no dijo nada.  Lo estaba taladrando con su mirada, y mantenía sus labios apretados.  Hizo un movimiento con la cabeza como para despejarse y luego con paso firme se dirigió a la salida.

- No debemos hacerla esperar.

- ¿A quién?

- A la comida Potter, a la comida.

Después de comer Harry se quedó en su habitación.  Podía escuchar a lo lejos ruidos como si estuvieran golpeando algo, pero no era tan imprudente como para averiguar que estaba haciendo Snape.  Era obvio que la entrevista lo había molestado.  Y fue una suerte que no lo hubieran visto al asomarse a las escaleras.  Remus le había dicho que no muchas personas conocían la casa de Snape.  Ellos mismos tenían que usar un conjuro que él les dio para ubicarla.  Pero si ese tipo de visitas seguían sucediendo, Harry tendría que tener mucho cuidado.  Si no fuera por la manía que tenía Snape de utilizar siempre en el comedor, Harry no saldría de su habitación el tiempo que le aún le quedaba allí.

Estaba tan ensimismado en estos pensamientos, mientras observaba el paisaje, que no escucho abrirse la puerta.

- No se porque te quejas Harry, esta habitación se ve muy cómoda.

- ¡Hermione! – Detrás de la chica apareció una conocida cara pecosa - ¡Ron! – Y otra cara no menos pecosa - ¡Ginny!

- ¡Hola Harry!  Te veo más delgado ¿seguiste mi consejo?

- No Ron.  No tengo idea de donde esta la cocina, así que no he podido prepara nada.

- ¿De que hablan ustedes dos? – Hermione se había sentado en la cama.

- Le recomendé a Harry que siguiera el ejemplo de Ojoloco.

- ¿Cuándo aceptarán que Snape no es de quién deben cuidarse?  Por lo menos no en ese aspecto.

- ¿Y cuando dejarás de ser tan confiada Hermione?

Harry vio venir una de esas conocidas discusiones.

- Has crecido un poco, ¿no Harry? – Ginny desvió magistralmente la atención, a tiempo que le sonreía.  Harry notó que se le hacían unos graciosos hoyuelos en las mejillas.

- Pues no lo se.  Tal vez.

A partir de allí tuvieron una plática bastante amena.  La noticia más importante era, por supuesto, el ataque de que había sido víctima Harry, y su estancia forzada en casa de Snape.

- Pues a mi me parece que no fue una decisión acertada Harry – Hermione estaba ahora viendo los libros que estaban sobre el escritorio – si los mortífagos te buscan,  es seguro que no lo harán en casa de uno de los suyos.

- ¡Aja! Lo acabas de confesar Hermione.

- No Ron.  Sólo dije lo que seguramente pensaron todos.  No estoy admitiendo nada.

La campanilla sonó en ese momento, interrumpiéndolos.

- Es hora de cenar.

. ¿Tienes hambre?

- No realmente, pero es una regla de la casa.  Al sonar la campana bajas a comer.  – Harry se encogió de hombros – No se que pasa si no lo haces, pero no consideré prudente averiguarlo.

- Bueno, en ese caso te acompañaremos.  – Ginny se levantó del sillón en el que había estado sentada - Y si te he de ser sincera, yo si tengo hambre.

- ¡Un momento! Ahora que recuerdo no me han dicho como vinieron.

- Bill nos trajo.

- ¿Y que dijo tu mama?

- Ella también vino. Al parecer hay una reunión de la Orden.

- ¿En esta casa?

- ¿No lo sabias Harry? – Ginny ya estaba con la mano en el picaporte – ese es el nuevo cuartel de la orden.  Se reúnen aquí muy seguido.

- No juegues…

- Ginny tiene razón.  ¿Nunca has visto a los miembros de la orden?

- Hermione, si sólo puedo estar aquí, en el comedor, la sala y la terraza ¿Cómo iba a enterarme de quién viene? 

- Nosotros creímos que lo sabias Harry – Ron estaba jugando con Hedwin.

- Si lo supiera se los habría comentado ¿no creen?

- Es que supusimos que como nosotros no te habíamos dicho nada el verano pasado, pues tú habías decidido hacer lo mismo con nosotros.

- ¿De verdad creen que haría algo así?

Ron y Hermione se vieron con algo de incomodidad.  Era obvio que si lo creían.  Harry se molestó, no tanto por la sospecha sino porque sabía que lo habría hecho.

- Siempre cumples las promesas Harry – Ginny seguia sujetando el picaporte – y si te hubiesen hecho prometer que no lo dijeras, pues lo cumplirías.  No pensamos que no quisieras compartir algo con nosotros.  Tu nunca nos escondes nada ¿no es cierto?

Harry pensó en la profecía, y que no les había dicho nada a sus amigos.  Ginny seguía observándolo fijamente.  Definitivamente se estaba volviendo muy perceptiva con respecto a él.

- Yo…

La campana volvió a sonar mucho más fuerte ahora.

- ¡La cena!  Debemos bajar inmediatamente.

Harry pasó por la puerta como una exhalación, seguido por sus amigos.