¡Hola! Les informo que con este capítulo empieza la tercera y última parte de la historia. Eso no quiere decir que ya me falten únicamente dos capítulos o algo por el estilo. Noooooo. Según mis cuentas aún faltan seis, pero bien podrían ser ocho (aún estoy en veremos). Ya que estamos en la recta final, me imagino que pensarán que las cosas ya deberían comenzar a aclararse (o que ya es tiempo que eso suceda). Bueno, no se como decirles esto, pero... aún hay ciertos eventos que deben suceder antes de aclarar los misterios. Lo que pasa es que no quiero arruinarles la lectura y no dar demasiadas pistas. Estoy intentando que todo quede de manera coherente y a su gusto (y al mío), lo que si es cierto es que las relaciones empezarán a encauzarse (o eso espero). Ojalá que con esta información no se desanimen y piensen "¡Que fastidio! Tanto esperar y aún nada", daré mi mayor esfuerzo para que lo que viene sea satisfactorio para todos.
Otra cosa, aunque cuando empecé la segunda parte indiqué que iría enfocada hacia la evolución de los sentimientos y pensamientos de ciertas personas, así como a saber un poco más de Severus Snape y su pasado, y como había sido todo entre él y T (cuando S fue su profesor). Reconozco que no ha habido tanto de esto (excepto en este capítulo), porque tuve cierto desvío hacia los chicos, pero ustedes me dirán si no valió la pena (¡Por favor!, ¡Por favor!, digan que sí). Por lo demás no falta mucho, pero creo que si cumplí con la mayoría de cosas (ojalá ustedes también piensen eso), pero ya saben que cualquier sugerencia o crítica es bienvenida.
Luego de tan larga introducción (como siempre, me extendí demasiado) los dejo con uno de los capítulos que más he disfrutado escribiendo.
P.D. ¡Lo último! Gracias a Clau de Snape por revisar este capítulo y asegurarse que esta de manera comprensible.
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ASESORIA
Los pupitres del aula de defensa contra las artes oscuras habían sido alineados contra las paredes, dejando un espacio bastante considerable en el centro. Allí, sobre un taburete, se encontraba el reloj en forma de búho. Frente a él, Tonks intentaba inútilmente realizar el hechizo que deseaba enseñarles a los alumnos del séptimo curso.
- Tempus Fuggi
Para su desconsuelo, el reloj sacudió sus alas y siguió con su perezoso Tic Tac.
- ¿No le parece un hechizo muy avanzado para sus alumnos?
Snape estaba apoyado en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y su tradicional mirada de desaprobación. Tonks supo disimular muy bien la sorpresa que siempre provocaba en ella cuando se aparecía de esa manera. No terminaba de acostumbrarse a que lo hiciera.
- Tal vez, pero considero importante que sepan como detener el tiempo.
- El tiempo…
- Se que no puede detenerse, pero cuándo se está en peligro, el conseguir unos segundos extras puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Aunque al inicio habían mantenido una actitud distante (lo cuál había sido más notorio de parte de Snape), el tiempo que habían compartido durante todas esas noches de asesoría había provocado que se comportaran cada vez más "en confianza", si es que así podía llamársele al hecho de que no se apegaran estrictamente al acuerdo pactado sino que intercalaran más de alguna frase que no se refería exactamente al tema de estudio que revisaban. Tonks casi podía asegurar que él dejaba entrever cierto interés en sus opiniones, aunque fuera para rebatirlas. Y se mostraba un poco más relajado, dejando traslucir de vez en cuando que no era de piedra. El estar apoyado en la puerta y no de pie, con ese aire marcial que lo caracterizaba, era una prueba de ello. Sin embargo (y ella hubiera deseado lo contrario) fuera de clase él seguía tratándola con total indiferencia, dirigiéndole la palabra únicamente cuando la educación dictaba que era indispensable.
Tonks aceptaba esto, pero desde hacía un tiempo estaba deseando dar un paso más en esa aparente "camaradería" que los envolvía durante cada noche.
Decidiéndose al fin a seguir sus impulsos, movió la varita y aparecieron un par de vasos lleno de jugo de calabaza. Tomó uno y dejó el otro en el aire. No se atrevió a enviárselo a Snape por temor a derramárselo encima. Además, quería que fuera él quién decidiera que hacer.
Snape observó durante un momento el vaso. Tonks dudó, pero al verle sacar la varita pudo respirar tranquila.
- Accio vaso.
Suavemente, el vaso levitó hacia la mano extendida de Snape y éste bebió en silencio. Luego se acercó al reloj y lo observó con detenimiento.
- No bajo a cenar.
Lo dijo sin mirarla, por lo que no notó la sonrisa que se dibujó en el rostro de Tonks.
"Así que aceptas el ofrecimiento de paz" – en la privacidad de su mente se permitía tutearlo. A decir verdad, últimamente se permitía muchas cosas.
- Tenía trabajo por hacer. Además no me quedé con hambre.
- Un sándwich no es alimento suficiente.
Sobre el escritorio de Tonks había un plato con algunas migas.
- ¿Cómo lo supo?
- Ese elfo extraño… Dobby. Él me lo dijo.
"Dobby no dice nada a menos que le preguntes. ¿Acaso te interesa lo que yo haga Severus Snape?" – La sonrisa que seguía en sus labios se desvaneció ante sus propios reproches – ¡Tonks! ¿Qué te pasa? ¡Deja ya en paz esas ideas! ¿Qué crees que pensaría…
- Sirius.
- ¿Qué?
Snape se había girado hacia ella al escuchar ese nombre. Tonks no se había dado cuenta de que había hablado en voz alta.
- Nada, yo… pensé en Sirius de repente.
- ¿Quiere que me retire? Así podrá seguir cómodamente con sus recuerdos.
- No se preocupe, no es necesario – ahora podía dominarse mejor y evitar sus ocasionales tartamudeos – Fue algo involuntario
- ¿Está segura?
- Claro. Aunque si usted tiene alguna cosa que hacer, por mí no hay problema. Para ser sincera, hoy no tengo dudas. Me ha ayudado tanto, que es muy raro lo que yo no entienda.
Él no dijo nada, pero tampoco hizo ademán de retirarse.
- Puedo ayudarla con el Tempus
- ¿Lo puede hacer?
- ¿Usted no?
- Me enseñaron los movimientos y todo, pero para serle sincera nunca logré que funcionara.
- ¿Entonces cómo pretende enseñarlo? Tal vez deba esperar a que Lupin vuelva y sea él quién imparta ese tema.
- Ese hechizo no forma parte del curso, pero quisiera que los alumnos lo supieran. Cómo algo extra ¿me entiende?
Por toda respuesta Snape alargó el brazo, ofreciéndole su mano. Sorprendida, ella la tomó y por unos instantes pudo sentir el tacto de su piel.
"Para ser un hombre dedicado a las pociones tiene manos suaves, como de artista"
La condujo hacia el centro de la habitación, frente al taburete. Retrocedió unos pasos, hablándole con voz calmada.
- Cierre los ojos. Vacíe su mente de cualquier pensamiento o emoción.
- ¿Cómo en la oclumancia?
- Shhhhhhh. No hable. Respire profundamente… así… despacio. Relájese.
Relajarse no era tan fácil cuando lo sentía tan cerca. Cada vez que intentaba vaciar su mente, múltiples imágenes la invadían. Snape decía que pensara en un lugar tranquilo y pacífico, pero ella sólo lograba revivir momentos familiares o de diversión con sus amigos. Intentó que se enfocara en un color, pero si mencionaba el rojo, Tonks imaginaba inmediatamente el rostro de alguno de los Weasley. Verde la hacía evocar los ojos de Harry, Gris el cabello de Remus y así sucesivamente. Los intentos fallidos se iban acumulando de manera alarmante.
El último había sido tan malo, que el búho ululó molesto, porque Tonks casi lo bota del taburete con su varita.
- Es inútil, no logro concentrarme lo suficiente.
- Esa es una excusa tonta – Snape estaba apoyado en la pared. Se notaba que estaba enfadado ante sus fracasos – La esperaría de Potter, pero no de usted.
- Acepte que no a todos nos funcionan los hechizos.
- ¿Sabe? Empiezo a cansarme. No suelo tener tanta paciencia con los alumnos, especialmente cuando llevan más de una hora sin conseguir ni siquiera un intento satisfactorio
- Primero, no soy su alumna. Y segundo, yo no le pedí que me ayudara, usted se ofreció. Podemos dejar esto, si le parece una pérdida de tiempo.
- No.
- ¿No? ¿Por qué no?
- No suelo renunciar a lo que me propongo. Decidí que usted dominaría ese hechizo y lo hará. No importa si nos toma toda la noche.
- ¿No cree que yo tengo derecho a decidir si quiero hacerlo?
- ¿Se considera incapaz acaso?
El fuego en la mirada de Tonks le indicó que había herido su amor propio. Eso le agradó. Había descubierto que de esa manera lograba que ella diera lo mejor de sí misma.
- Tal vez el fallo no esté en mí.
"Aquí vamos. No puede quedarse callada siempre debe decir la última palabra, la cual generalmente es una provocación. Pero esta vez no le seguiré el juego"
- Podría tener razón. Supongo que sólo existe una manera de averiguarlo.
Caminó hacia ella y se colocó a sus espaldas. Levantó el brazo derecho de Tonks a la altura del hombro. Extendiéndolo, sujetó con firmeza su muñeca. Tonks podía sentir la respiración de Snape cerca de su cuello, haciendo que la piel se le erizara. Cuando él le habló, con su tono de voz grave, una oleada de electricidad la recorrió.
- Concéntrese únicamente en mi voz. ¿Siente mi respiración?
Ella asintió con la cabeza. No podía articular palabra.
- Bien. Sujete con fuerza la varita y cierre los ojos una vez más. Acompase su respiración a la mía. Respire, expire. Lento, con ritmo.
Tonks era conciente de la cercanía de Snape. Podía sentir como su pecho se expandía con cada bocanada de aire que entraba en sus pulmones. Cuando logró acompasarse a él, una inmensa paz la invadió.
- Así… muy bien. El respirar correctamente es primordial. Le permite estar conciente de cada parte de su cuerpo, como si fuera un todo. De esa manera puede canalizar la energía que necesita.
Con suavidad posó su mano en el abdomen de Tonks. Ella no se movió… era incapaz de reaccionar.
- ¿Siente mi mano?
- Si.
- Concéntrese en ese punto. Como si fuera a interpretar una canción. La voz sale de esta parte del cuerpo. En nuestro caso, la fuerza saldrá también de allí.
Siguieron respirando al unísono por unos minutos más. Para Tonks todo lo que la rodeaba había desaparecido. Era como si sólo ellos dos existieran en el universo. Snape notó que ella estaba relajada, y también que la presionaba contra su cuerpo mucho más de lo necesario. Pero se sentía cómodo con su cercanía, como si físicamente se complementaran.
"Huele maravillosamente. Y pareciera que su cuerpo se ajustara perfectamente al mío"
Esos pensamientos lo sorprendieron. No sabía de donde habían salido. Concentrándose nuevamente en lo que pretendía enseñarle, fijó su mirada en el reloj (que dormitaba placidamente, cansado de que jugaran con él).
- Abra los ojos.
Ella lo obedeció.
- Ahora.
- Tempus Fuggi
Tonks pudo sentir una corriente de energía que subía desde el punto en que Snape la tenía sujeta hasta la varita, aunque nada salió de ella. Aún así, observó como el búho (quién estaba sacudiendo su cabeza en ese momento) se iba quedando inmóvil. Las manecillas del reloj detuvieron su marcha. En su oído resonó la voz de Snape:
- Uno…dos… tres… cuatro...
El segundero volvió a avanzar y el búho, confundido, voló hacia el escritorio de Tonks. Ella lo siguió con la mirada, y al girar el rostro se encontró con los ojos de Snape, que la observaron con intensidad. Estaban tan cerca uno del otro que pensó que la besaría. Sin embargo, luego de unos segundos (que se le hicieron eternos), él la soltó de su abrazo y se retiró, sin lograr ocultar del todo su turbación. Ella agradeció esto, porque también se había impresionado. Snape pudo recobrarse rápidamente (al igual que Tonks) y al hablar, su voz sonó nuevamente serena.
- Lo logró.
- Si – La sonrisa de Tonks era luminosa – No puedo creerlo ¡Detuve el tiempo por cuatro segundos!
No quiso corregirla. Ella estaba demasiado feliz como para arruinarle el momento.
- La felicito, no todos logran una fuga de cuatro segundos en su primer intento.
- No era el primero.
- Digamos que el primer intento exitoso.
- ¡Cuatro segundos! Increíble.
- Cuando explique el tema a sus alumnos, no les diga que detendrán el tiempo. No les inculque conceptos erróneos.
- ¿Qué les diría usted?
- Que el Tempus Fuggi provoca que los demás se muevan más lento de lo normal. Le da una ventaja, permitiendo que por un breve período uno vaya unos segundos por delante.
- En otras palabras, se provoca una fuga del tiempo que da la ilusión de haberlo detenido ¿no es así? uno será más rápido.
- Si usted prefiere decirlo así.
Tonks caminó hacia su escritorio y tomó el reloj. Estaba muy feliz de haber logrado su objetivo. Pero una duda la asaltó de repente.
- ¿Cómo voy a enseñarles esto? Es muy difícil.
- Encontrará la manera. Ahora que lo ha logrado, debe practicarlo. Sólo así lo dominará. Debe concentrarse en un punto específico, para permitir que de allí salga la energía que el hechizo necesita.
- ¿Yo sola?
- Lo difícil es conseguirlo la primera vez. Pero una vez que lo hace, de alguna manera puede volver a repetirlo. Y siempre funciona cuando más lo necesita, se lo aseguro. Incluso en un duelo o una batalla, si realmente lo desea, el hechizo funcionará.
- Siempre pensé que se necesitaba ser muy poderoso para utilizar ese hechizo.
- No realmente. Ojoloco puede hacerlo.
- Si, lo se. Consigue una fuga de diez segundos.
- Eso no es nada. Yo conocí a alguien que podía… – un recuerdo repentino y doloroso lo asaltó, enmudeciéndolo de repente.
- ¿Si?
- Olvídelo.
- Oh vamos. ¿No me lo dirá?
Silenciosamente, Snape evaluó si ella merecía esa información.
- Mi… padre – Tonks tuvo la impresión que decir eso le había costado mucho – Él podía realizar una fuga de veinticuatro segundos.
- ¡WOW! ¡Veinticuatro segundos! ¿Usted también puede hacerlo?
- No, lo máximo han sido doce.
- ¿Él se lo enseñó?
El rostro de Snape se endureció, y Tonks se asustó por el cambio. Había vuelto a surgir esa máscara inescrutable con la que se escondía del mundo.
- Mi padre jamás me enseñó nada – su voz estaba tan cargada de rabia que ella comprendió cuanto rencor y dolor había detrás de sus palabras – Nadie podía haber aprendido algo de ese hombre.
Con rapidez se encaminó hacia la puerta, pero en su prisa por salir no se fijó en un pupitre que estaba algo retirado de los demás y la manga de la túnica se le atoró en la punta de éste. Al tirar de ella, se rasgó a lo largo.
- ¡DEMONIOS! ¡SIEMPRE ME PASA ALGO CUANDO VENGO A ESTA CLASE!
Era típico en Snape descargar su mal humor con lo primero que se interpusiera en su camino. Ya Tonks estaba acostumbrada a sus arrebatos
- No se preocupe, yo puedo arreglarla – de cierta manera quería hacerle olvidar los recuerdos que ella le había provocado con su pregunta.
- ¡Oh no! Si dejo que se acerque a mi túnica con su varita seguramente terminaré con jirones de ella.
- No me refería a usar un hechizo.
- ¿Lo hará… sin magia?
- Cuando se es tan inútil como yo con los hechizos hogareños, es necesario desarrollar otras habilidades.
Sin estar muy convencido, pero tampoco sabiendo el por qué, Snape se quitó la túnica y se la entregó a Tonks. Aún sin ella, mantenía su aire de severidad.
- Se la entregaré en cuanto termine.
- ¿Dónde aprendió esas otras habilidades?
- Mi tía. De parte de mi padre. Es muggle ¿sabe?
Tonks dobló la túnica y él, sin saber que más decir, abrió la puerta y se marchó totalmente confundido por el comportamiento de ella y más aún, por el suyo propio.
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La madrugada estaba comenzando a retirarse para dar paso a un nuevo día y Snape aún no conseguía conciliar el sueño. Jamás su cama se le había hecho tan incómoda antes. Harto de dar vueltas sin razón, se levantó y encendió la chimenea. Se sirvió una copa de brandy y empezó a beberlo lentamente.
¿Qué lo tenía tan intranquilo? ¿Acaso… el haberse sentido tan bien teniéndola a ella entre los brazos?
- ¡Demonios! – Arrojó la copa al fuego, provocando que chispas volaran alrededor de él - ¿Qué estupideces estas pensando?
Tenía que reconocer que esas clases nocturnas no habían sido tan desesperantes como había creído. Es más, resultaron interesantes. Ella era bastante inteligente y decidida. Comprendía los conceptos fácilmente y era capaz de transmitirlos de la mejor manera a sus alumnos. Los estudiantes habían elevado su nivel, eso era evidente.
Pero lo que estaba inquietándolo no era producto, o por lo menos no absolutamente, de esas clases. Algo había sucedido en su interior, y venía de antes. Desde que notó que ella podía sacarlo de sus casillas casi sin abrir la boca… no… de más antes… en el momento en que vio aquel miedo primitivo en sus ojos, aquel miedo que le recordó al de su madre.
Esa mirada le había golpeado brutalmente, y (ahora se daba cuenta) todo su comportamiento posterior había sido para borrarla de su memoria. Sin embargo, la trampa estaba dispuesta para él. Él que se preciaba de tanto control y que había pasado tantos años construyendo un muro alrededor. Tuvo que haberse darse cuenta en el momento en que se había ofrecido a acompañarla en el carruaje, cuando tenía que llegar al ministerio. Se engañó a si mismo pensando que era una forma de compensarla por su comportamiento, pero ya no estaba tan seguro. Simples detalles, imperceptibles al principio, tuvieron que haberlo puesto sobre aviso.
La sensación calida que lo invadía de vez en cuando al estar junto a ella. Ese minucioso examen que realizaba sobre su rostro para detectar cada nuevo gesto, cada particularidad que la hacía tan… diferente. Había observado cada movimiento que ella hacía, memorizando cada cambio que la luz provocaba en su rostro. No podía apartar su mirada de ella, de estudiarla. La forma en que se desordenaba el cabello y luego colocaba cada mechón en su sitio, casi inconscientemente. Esa torpeza que al parecer sólo era porque su pensamiento siempre estaba un poco más allá, en las cosas que de verdad importaban. Las diferentes reacciones que podía tomar, dependiendo de la situación. Casi podía asegurar que conocía todos los colores de ojos y cabello que adoptaba. Apariencias que ocultaban quién era en realidad, esa persona que sólo había llegado a vislumbrar en la superficie, cuando había tenido la osadía de rascar su coraza, porque tenía una y tan bien hecha que casi nadie notaba… tal vez para escapar de los demás. Cada mirada, cada gesto, cada expresión que gritaba a los cuatro vientos que era una Black pero que a la vez reafirmaba que no lo era completamente. Sólo en lo esencial, en lo importante. En el corazón.
- ¿Qué me pasa con esa niña? Porque eso es lo que es, una niña. Podría ser mi hija.
No exageres – había un nuevo espejo sobre la chimenea, y la imagen que se reflejaba lo observaba divertido – Tal vez tú sobrina, pero tu hija jamás. Si no lo has notado no es ninguna adolescente, ya es una mujer.
- Cállate
¿Por qué? Yo no tengo la culpa que disfrutes su compañía.
- No la disfruto.
¿No? ¿Entonces por qué ofreciste quedarte esta noche? Ella te dijo que no te necesitaba.
- Por el hechizo.
Peor que las palabras, fue el gesto sarcástico que se dibujó en el reflejo.
¿A quién quieres convencer con eso? Te quedaste por ella, y tampoco era necesario que se lo enseñaras de esa manera. Tú lo aprendiste…
- Entre golpes y gritos.
¿Había otra manera de aprender ese tipo se cosas con Karkarov? Pero estás evadiendo la cuestión. Ya habías notado a "Nym" ¿no? – Snape miró con odio al espejo – Si… Lo entendiste, o aceptaste más bien, hace un momento. Muy dentro de ti sabes que...
- Cierra la boca.
Admítelo. Cuando te enfrentó, al realizar el registro, al abrir la caja de música… mientras observabas su rostro embelesado… lo sabías.
- Te equivocas.
¿Y ella? ¿No te lo preguntas? ¿O no quieres reconocer las "señales"? ¿Te haz fijado que ella hace consideraciones contigo, que te trata con respeto? Algo que no hacen los demás.
- Lo hace porque esta obligada. No nos soportamos.
¿Entonces qué fue esa mirada que te dirigió esta noche? No niegues que tuviste el impulso de…
- ¡Ella está con Lupin!
¿Y no te molesta eso? ¿No te enfada que la abrace? ¿Qué la toque?
- Es la sobrina de Black, medio muggle y… algo del hombre lobo ese. ¿No son suficientes razones para desmentir cualquier supuesta atracción?
Te intriga. Siempre te intrigó. Ese aspecto camaleónico te desespera porque no puedes catalogarla como a los demás. Es una Black, es cierto, pero no puedes resistir el impulso de domar su carácter, y al mismo tiempo no puedes evitar el querer protegerla. Tiene la arrogancia de Sirius, pero eso más que exasperarte te inquieta. A él lo odiabas, pero ella es otra cosa. Posee todo aquello que aborreces, ¿no es eso lo que te está carcomiendo? Es diametralmente opuesta a Florence. Pero… ¿acaso no has vivido siempre entre extremos?
Tomó al espejo entre sus manos, con toda la intención de romperlo.
Con eso no solucionarás nada. Tú sabes mejor que nadie que todo lo que te he dicho es verdad. No puedes ocultar la cabeza entre la tierra.
- ¡Te equivocas! Ella me es totalmente indiferente. ¡No me importa! ¡Deseo que vuelva Lupin cuanto antes y así poder deshacerme de su odiosa compañía!
¿Opinarás lo mismo cuando sea ella quién te ignore por estar demasiado ocupada siendo feliz con el licántropo?
Snape no sintió nada cuando golpeó el espejo con el puño, pero la sensación cálida de la sangre al recorrer sus dedos lo hizo reaccionar.
- ¡Idiota!
Tomó su capa y se dirigió a la enfermería. Por mucho que detestara pedir ayuda, tendría que despertar a la señora Pomfrey para que le vendara la mano. Sabía que estaba demasiado alterado como para poder curarse a sí mismo.
"Lo único bueno es que ella no pregunta nunca. Prefiero su silencio a tener que soportarme otra vez a mí mismo"
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Tonks estaba terminando de zurcir la túnica de Snape y no podía evitar sonreír ante la ironía de la situación. Muchas veces su madre le había recriminado el que no fuera lo suficientemente hogareña, y ahora estaba sentada en un sillón, cosiendo con tranquilidad la túnica de un hombre.
"Si me vieras mamá, seguramente estarías orgullosa de mi"
Esa actividad la tranquilizaba y le daba tiempo para reflexionar en lo que había sucedido en los últimos días. Que ella se sentía cómoda con Snape era indudable, así como también que había algo en él que la atraía. Cada noche esperaba verlo aparecer por la puerta del aula, escuchar sus indicaciones. Compartir ese tiempo se le había hecho cada vez más necesario. Aunque pasaran mucho sin hablar, esos silencios compartidos eran la mejor conversación que jamás tuviera con alguien.
"Incluyendo a Remus"
Es que estar con su "lobito" era diferente, casi no podían dejar de hablar. Era igual que cuando visitaba a Sirius, pero con Snape – y ya no le incomodaba demasiado el tenerlos en el pensamiento al mismo tiempo – no necesitaba hablar. Su compañía era suficiente para ella.
¿Acaso… será… amor? – Extendió la manga para cerciorarse del resultado. Era perfecto, no se notaba la reparación entre los pliegues. Pasó suavemente sus dedos por la costura, conciente de que era una prenda que él usaba siempre – No lo se. A menos que amar sea esa sensación que tengo cuando lo veo. Si tan sólo supiera lo que él piensa… pero eso es algo casi imposible de imaginar.
Él era una incógnita viviente. No podía evitar asociar su comportamiento con un afán desesperado por no dejar traslucir sus emociones.
"Cuándo deja de lado todas sus inhibiciones, conflictos, complejos o lo que sea que lo ate, debe ser sumamente apasionado. Apasionado en su sentir, en su actuar"
Durante el tiempo que llevaba en el colegio, había observado breves atisbos de esa pasión. Principalmente cuando se enfurecía, pero también cuando trabajaba o cuando dedicaba su atención a un asunto específico (un ejemplo lo había tenido esa noche, al ver su deseo de que ella aprendiera el hechizo). La mayoría de personas sólo conocía su lado malo, pero algo la impulsaba a creer (tal vez simplemente su deseo de creerlo) que detrás de toda esa armadura se encontraba un ser humano intenso y decidido. Esta idea se había reforzado en su mente cada vez más, principalmente por lo que habían compartido últimamente.
¿Siempre fuiste así Severus? ¿O acaso la vida te dio razones para convertirte en una esfinge?
Se puso de pie para sacudirse los restos de hilo que tuviera sobre su regazo y luego lo hizo con la túnica. Al moverla de esta manera, un leve aroma varonil llego hasta ella. Sin saber por qué, hundió la nariz en la tela y aspiró el olor, su olor. En un impulso se quitó la túnica que llevaba y se puso la de él. Era mucho más grande que las que ella usaba y eso la divirtió. Su cuerpo parecía perderse entre toda esa tela. Los recuerdos de lo acontecido en el aula volvieron a ella nuevamente. Su contacto, la forma en que la había mantenido sujeta y las sensaciones que le había provocado. Colocó su mano en el mismo punto donde él la había posado, recordando exactamente la firmeza de su gesto y el tono de su voz. La forma en que la vio cuando sus ojos se encontraron.
Se acostó en su cama pensando en todo aquello, abrazándose a si misma para repetir la sensación de estar entre sus brazos... Imaginando que esa túnica había acariciado su cuerpo, de la misma manera como ahora lo hacía con el suyo.
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Tonks se movió perezosamente mientras la luz que entraba por la ventana le hacia cosquillas en el rostro. Con lentitud se estiró, tratando de prolongar al máximo esa sensación de bienestar que sentía después de una noche de sueño tranquilo. Se llevó la mano al rostro y al sentir un leve roce abrió los ojos.
- ¿Qué es esto? – con los ojos entrecerrados adivinó lo que era – Oh no, otra vez me quede dormida sin desvestirme.
Se levantó, algo adormilada todavía, y al dar el primer paso se tropezó con el borde de la túnica.
- ¿Qué pasa? ¿Acaso empequeñecí? – una costura en la manga le llamó la atención – ¡CHISPAS! Es la túnica de… ¡Ay no! – Se la quitó presurosa, como si le quemara – ¡Me dormí con ella!
La revisó como para desmentir lo que veía, pero fue inútil. Estaba completamente arrugada.
- ¿Y ahora que hago? – su primer impulso fue tomar la varita pero se contuvo – No puedo usar magia, con seguridad la destrozaría. ¡Ayúdame Merlín! ¿Qué hago? ¿Qué hago?
Lentamente se formo en su cabeza la imagen de un elfo con un calcetín en cada oreja.
- ¡Dobby! ¡El sabrá que hacer!
No tuvo problemas para encontrar al elfo doméstico y solicitarle ayuda. Dobby estuvo encantado de poder auxiliarla, asegurándole que le dejaría la túnica lavada y planchada, en su habitación, después del almuerzo.
La mañana transcurrió sin ningún otro incidente (excepto uno que otro tropezón y un chico que salió de su clase con el cabello humeante). Por la tarde Tonks regresó a su habitación, encontrando la ansiada prenda sobre su cama.
"Hay Dobby, te debo una. La próxima vez que vaya a Hogsmeade te compraré el par de calcetines más llamativos que encuentre"
Envolvió la túnica, que parecía casi nueva, en un trozo de papel y aprovechando que no tenía clase se dirigió a las mazmorras. Sabía que a esa hora Snape se encontraría calificando pergaminos (y seguramente colocándole cero a todos aquellos alumnos que no fueran de su casa).
La puerta estaba abierta, pero por alguna razón que no pudo identificar no entró. Él no notó su presencia, tan concentrado estaba en el trabajo, absorto de cuanto lo rodeaba. A los oídos de Tonks llegó el eco de una melodía que Snape estaba tarareando.
"Yo conozco esa tonada. Es de la caja de música pero…ahora recuerdo... no fue allí donde la escuché la primera vez"
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- ¿Crees que si le hecho pus de bubotubérculo en la comida se muera?
- Lo dudo mucho Tonks. Mala hierba nunca muere.
Las risas de Tonks y su amiga Leila se oyeron por todo el pasillo. Acababan de salir de la clase de pociones y como siempre, las indirectas de Snape tuvieron como blanco a la joven metamorfomaga.
- Si tan sólo se enfermara de algo y no lo viera por lo menos durante un mes.
- Dudo que estar al borde de la muerte fuera impedimento para que dejara de dar clases. ¿No ves que su único interés en la vida es hacer desgraciada la de los demás?
- Lo odio.
- Tú y el setenta y cinco por ciento de la población estudiantil de Hogwarts.
- ¿Por qué no el cien por ciento?
- Porque el otro veinticinco lo componen las serpientes de Slytherin.
Entre risas y comentarios llegaron al gran comedor, a tiempo para reunirse con sus compañeros de casa.
La vida de la jóven Nymphadora Tonks podía describirse como agradable, si no se tomara en cuenta lo que sufría en las clases de pociones. Desde que había llegado al colegio hacía seis años, esa materia había sido su cruz. Su singular y según a quién se le preguntara, divertida o molesta, torpeza le habían granjeado algunos contratiempos, pero no tantos como los castigos a que se había hecho acreedora con Snape Éste parecía disfrutar ridiculizándola y disminuyéndola frente a los demás (y eso que a los demás tampoco les iba tan bien). Encima de todo, su parentesco con Sirius Black no era precisamente la mejor carta para que él fuera todo dulzura con ella (la sola idea era ridícula). Pero este tema no le provocaba problemas únicamente con Snape. En más de alguna ocasión había terminado en el despacho del profesor Flitwick por haberse peleado. ¿Con quién? Con cualquiera que se mofara de Sirius, ya que Tonks lo defendía a capa y espada por estar convencida de la inocencia de su tío.
El profesor de encantamientos la trataba con indulgencia, al igual que muchos de los demás miembros del claustro. Admiraban la fuerza de su carácter y su permanente buen humor (por no decir su increíble y rara habilidad para cambiar de aspecto). Excepto claro esta, Snape quién parecía disfrutar con molestarla.
Ese constante tira y afloja que mantenía con su profesor de pociones la hacía dar su mejor esfuerzo para demostrarle que no era una tonta. Para Tonks se había vuelto un reto personal, mucho más intenso desde que había obtenido suficientes TIMOS como para tener una oportunidad de convertirse en Auror, el sueño de su vida.
Pero esto no era nada fácil porque Snape ahora les exigía más, aunque siempre hacia la salvedad de que no esperaba nada bueno de ellos y dudaba que alguno pudiera obtener una plaza en el ministerio.
Cada clase era más extenuante que la anterior. Las tareas eran kilométricas y para muchos, sin sentido. ¿Para qué querían saber las mil y una aplicaciones del amaranto?
Leila le decía que estaba obsesionada con Snape, no había momento del día que no hablara de él. De su mal genio, de su desagradable presencia, de su horrible nariz, de su apariencia lúgubre… pero es que ella lo veía casi hasta en la sopa.
"¿A que se debe ese geniecito que se gasta? – Pensaba mientras copiaba la tarea de aritmancia - ¿Acaso su vida fue tan desgraciada que necesita tomarse revancha con nosotros? ¿Tenemos la culpa de que haya sido un mortífago y su señor haya sido derrotado?"
Esto último lo había descubierto por accidente, al escuchar sin querer una conversación que su madre mantenía con Remus, quién había sido uno de los mejores amigo de su tío y que empezaba a serlo de ella (siempre que no hablaran de Sirius, un tema demasiado doloroso para él). Pero había prometido callarlo, porque era algo que no necesitaba hacerse público.
Por las noches, acostada en su cama, pensaba en Snape y en la manera de particular en que se hacia odiar por todos. La constante presencia de él en su mente empezaba a preocuparla. Pero no podía negar que le intrigaba más allá de lo que estaba dispuesta a reconocer aún ante si misma.
Esa obsesión, el no poder apartar los ojos de él cuando no la observaba provocaron que, en una clase sobre pociones desaparecedoras, agregara un ingrediente que no debía, en el momento menos adecuado.
La explosión fue escuchada hasta el aula de transformaciones y cuando la profesora McGonagall se apareció para averiguar que había sucedido, le costó mucho reprimir una sonora carcajada al observar como los alumnos que habían sido salpicados eran casi transparentes y ella podía ver a través de ellos. Snape estaba tan rojo que por un momento creyeron que se ahogaría de la rabia. El castigo no se hizo esperar (fue una suerte que la profesora estuviera allí para evitar que la convirtiera en sapo o algo peor). Esa noche debería limpiar todo el desastre, sin… magia.
El reloj daba la una cuando Tonks colocó el último caldero en su lugar. Se agachó para recoger un paño, y en ese momento escuchó como la puerta se abría y él entraba en el salón. Al parecer no se acordaba de que ella debiera estar allí, porque se dirigió directamente a su escritorio. Comenzó a calificar pergaminos sin mirar a ningún lado y ella pudo observarlo tranquilamente (escondida bajo un pupitre, claro está). Ahora que no había nadie presente, la figura severa se convirtió en enigmática. Su rostro relajado no tenía el habitual gesto intransigente, sino uno que le daba carácter. Su mano se movía con agilidad sobre las tareas, como si la pluma fuera parte de ella. Se veía mucho más joven en esos momentos, cuando creía que nadie lo veía.
Casi inconscientemente él empezó a tararear una melodía. Tonks jamás había escuchado algo tan bello, y la enterneció el que Snape pudiera conocer y disfrutar de algo como aquello.
Con disimulo y un sigilo que nunca pudo volver a repetir, salió del salón. Sabía que no debía permitir que él supiera que ella lo había escuchado. Jamás le perdonaría el haberlo observado en la intimidad de su espacio. Al llegar a la sala común de su casa, observó los cortinajes azul y dorado que rezaban "La inteligencia es un don que se debe cultivar"
"¿Inteligencia? – Las lágrimas rodaban por su rostro mientras pensaba en esta palabra – ¿Acaso la inteligencia puede ayudarme a arrancar de mí este sentimiento? ¿Es inteligente el hecho de que daría mi vida por conocer sus secretos? No, la inteligencia no puede ayudarme porque... porque yo... porque lo amo"
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"Lo amo"
Esa noche había descubierto la razón de su obsesión por Severus Snape. A partir de allí lo había evitado, cambiando radicalmente su comportamiento. Alejándose para poder controlar y enterrar ese sentimiento que consideraba casi un crimen. Y lo había logrado... a medias.
Luego de todos esos años, de su conocimiento del mundo mágico y de todo lo que había vivido, entró a Hogwarts con la firme convicción de que ese sentimiento ya no existía. Que había sido un enamoramiento pasajero, una tonta y retorcida ilusión adolescente. Pero ahora, escuchando nuevamente en sus labios esa melodía, se daba cuenta de cuán errada estaba. Todo este tiempo se lo había negado, imaginando solamente que eran dos adultos trabajando juntos.
"Desde nuestro primer enfrentamiento en el despacho de Dumbledore tuve que haberlo sabido. Lo que sentí ayer no fue casualidad. Ni la pregunta que me hice. He conocido la respuesta todo este tiempo. Una respuesta que me llegó a los diecisiete años y que obstinadamente intenté olvidar. Que tonta fui al cuestionarme a mi misma sobre lo que sentía, sobre si acaso era amor. Por supuesto que lo es. Lo amo, nunca dejé de amarlo. Si él conserva aún el recuerdo de la mujer que amó, que quizás aún ama, ¿Por qué llegué a pensar que no me pasaría a mi lo mismo? Todo este tiempo he estado enamorada de Severus Snape, el profesor más odiado de Hogwarts, el que me hizo la vida imposible, quién odió a Sirius, detesta a Harry y aborrece a Remus. ¿Acaso existe algo más irónico que eso?"
Su mente voló hacia aquella caja de música que estaba en su habitación. El recuerdo de esa chica la hizo sentirse extraña.
"El amó una vez. ¿Por qué no podría volver a hacerlo?
Snape levantó la vista y la descubrió. Pareció sorprenderse, pero luego su mirada se llenó de dureza. Tonks no atinaba a saber el por qué.
- ¿Qué cree que esta haciendo?
- ¿Perdón?
- ¿Qué pretende con esto?
Tonks seguía sin entender nada. Snape salió de detrás de su escritorio y se acercó a ella a grandes pasos. Asiéndola por el brazo, la llevó a la pileta en la que lavaban los calderos.
- ¡Mire!
La imagen que se reflejo en el agua reposada la asombró. Sus ojos eran de color ambarino dorado. El cabello castaño claro le llegaba hasta los hombros. Tenía un parecido asombroso con la chica de la caja de música.
- ¿A que esta jugando? – Snape la tomó por los hombros y la sacudió con fuerza. El paquete que Tonks llevaba resbaló de sus manos y cayó al suelo – ¿Qué trata de hacer?
- ¡Déjeme! – Se soltó como pudo y se alejó de él – ¡No fue mi intención!
- ¡Nunca vuelva a tomar ese aspecto! ¿Me escuchó? ¡NUNCA!
Un alboroto, proveniente del pasillo central llegó hasta ellos. Tonks aprovechó la distracción para salir corriendo, pero antes de llegar a la escalera una conocida figura apareció ante ella.
- ¡Remus!
Snape llegó a tiempo para ver a Tonks y Remus unidos en un fuerte abrazo.
- ¡Te extrañe tanto! – Le susurró Remus al oído – Me hiciste mucha falta.
Con cariño la besó en la frente y luego la estrechó un poco más contra él.
- Lupin… – Snape hacia esfuerzos por parecer tranquilo – volviste.
- Ah, hola Severus. No te había visto.
- Me di cuenta.
- ¿Pasa algo? Te noto tenso.
- Te equivocas.
- Si tú lo dices.
- Remus, vámonos.
Protegida por los brazos de su amigo, Tonks observó a Snape. Éste notó que sus ojos eran azules nuevamente y su cabello, aunque seguía del mismo largo, ahora era púrpura.
- Claro, pero dime primero por qué corrías.
- Por nada importante. Quería saber que era ese alboroto.
- Los chicos me vieron llegar y empezaron a molestar.
- Siempre provocas revuelo a donde vas ¿no? – La voz de Snape era veneno puro – debe ser tu naturaleza... animal.
Remus no tenía ganas de pelea esta vez, así que prefirió no contestarle lo que debería. Pero luego lo pensó mejor.
- Es probable. Los lobos siempre atraen a las personas. Les intrigan – Con delicadeza acarició el cabello de Tonks – Si no me crees deberías preguntarle a esta joven. Por cierto ¿Que haces aquí?
Snape abrió la boca para responderle que ese no era un asunto que le importara, pero Tonks se le adelantó.
- Vine a dejarle al profesor Snape un paquete – La mirada de interrogación de Remus hizo que Snape arrugara un poco más el ceño, pero a Tonks no le importó – Te lo explico después.
- De acuerdo – Remus tomó a Tonks por la cintura, en un gesto que Snape malinterpretó de "pertenencia" – dejemos a Severus con sus pociones. Nos vemos luego.
Se alejaron sin mirar atrás y Snape volvió sobre sus pasos, tan furioso que podría haber asesinado a cualquiera que se le pusiera en frente.
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REVIEWSamara-Snape: Gracias por dejarme vivir un poco más Samara, si no, esta historia quedaría como uno de los grandes misterios de la literatura (jejejejejejeje, si claro). Lo de la casa y demás se resolverá, no lo dudes. Si ya se que lo he dicho muchas veces y ya debes estar medio cansada de mis excusas, pero... realmente tengo una planificación de lo que sucederá en los capítulos faltantes (debo ser honesta, lo planee apenas hace muy poco tiempo, gracias a la influencia de Clau de Snape, y ha sido muy bueno para poder organizarme), el problema es que son tantas las cosas que deseo escribir en cada capítulo que debo posponer algunas explicaciones a ciertos misterios que he dejado sin concluir, sin embargo ninguno quedará en el aire al final, eso si es seguro.
Con respecto al capítulo (ya era hora, dirás tú), tienes razón con que las cosas se complicaron y el embrollo fue mayúsculo. Las cosas se han puesto difíciles para Harry, pero ¿no crees que era lo menos después de hablar sin pensar? Hermione es buena para analizar y aconsejar, siempre y cuando no sea ella, porque en esos casos no sabe ni que hacer.
Sip, existen recuerdos ligados a las cosas, y la cajita saldrá a relucir por ese detalle (pero mejor lo dejo allí para no arruinarte la sorpresa).
Ojalá este capítulo te guste (casi podría asegurar que así será). Espero tus opiniones. Bye
Kiche: ¡Hola! Espero que este capítulo te compense por la desilusión del pasado (relativo a la nula aparición de S y T), aunque la pelea te haya agradado.
Jejejeje. Una duda menos que resolver. A decir verdad, si tu no me mencionas lo de los libros, lo habría pasado por alto. ¡Gracias por ayudarme a no dejar cabos sueltos!
Me temo que la "plática" de los Weasley no la escribiré completamente, sólo las consecuencias (para no desviarme demasiado, aunque.... bueno, mejor lo pienso y luego te sorprendo). Yo también creo que todos llevan dentro un alma valiente y decidida, como buenos Griffindors.
Jejejejejeje, me hizo mucha gracia tu comentario sobre Harry, eso de enano fue muy divertido. A decir verdad, Ron habría provocado más de alguna nueva cicatriz en su buen amigo si no reacciona a tiempo, pero no creas lo hubiera ahogado, no quería ser tan sanguinaria.
Creo que si existe la posibilidad de que Snape no sea el ogro que algunos creen, o por lo menos es lo que trato de mostrar en el fic. Siempre he pensado que una difícil infancia, unida a muy malas experiencias en el colegio (que no ayudaron en nada a superar ciertos complejos) y otras experiencias traumáticas (que ya me encargaré yo de intentar aclarar, a mi muy particular punto de vista, por supuesto, jejejejejeje) han moldeado el carácter de nuestro querido mago oscuro. Un carácter muy agrio, por cierto. Nadie puede ser tan malo (excepto Voldemort).
Jejejeje. Espero que tu perdón por no continuar con las investigaciones haya sido premiado con este capítulo. Bye
Clau de Snape: ¡Hola amiga mía! Aún no se que opinas de este capítulo, así que espero tu comentario con ansias.
Jejejejeje, te confieso que pensé en que Ron y Harry tuvieran una pelea fenomenal, pero luego consideré que era demasiado, así que lo dejé como un simple intento de ahorcamiento, nada grave (Te apuesto que Harry no piensa lo mismo).
Veamos, creo que lo que le molesta son las dos cosas. Se supone que como mejor amigo de Harry, lo acompaña en sus aventuras, y es comprensible que se pusiera celoso de que no fuera así esta vez. Sin embargo, lo principal fue el sentirse engañado en su buena fe y ese afán extraño que tiene de sobreproteger a su hermanita (pero creo que eso lo traen de fábrica todos los hermanos mayores). Dolorosamente para Ginny, Harry no pensó en lo que decía y la lastimo muchísimo. Ahora las cosas son cuesta arriba para él (pero creo que se lo merece, después de todo, ella lo pasó muy mal en segundo año cuando él no quería recibir su tarjeta de San Valentin, aunque la entregara un duende. Si, si, ya se que luego la salvo del basilisco, pero fue doloroso, no lo negarás).
Hermione es muy observadora, pero ni toda su inteligencia le sirve para acercarse a Ron. Problema que solemos tener cuando pensamos demasiado. No te apures, que estoy gastando mis neuronas (que debería ocupar en el trabajo, por cierto) en arreglar las cosas entre ellos.
Espero haber cumplido tus expectativas con este capítulo. Bye
Ceywen: ¡Hola chica! La verdad, olvidé por completo eso de que el tío Vernon intentará ahorcar a Harry (y lo busque en el libro, pero me imagino que no con suficiente dedicación porque no lo encontré). Si es así, me temo que lo pasé por alto. Una buena explicación es que Harry realmente no corría peligro realmente (Ja, díselo a él) ya que Ron no lo lastimaría. Pero es un buen punto que debo considerar y explicarlo posteriormente (Gracias por hacerlo notar).
Yo también espero que Harry y Ginny lleguen a buen término, pero el camino del ojiverde no se ve luminoso, y como buen adolescente (y hombre) no tiene idea de que hacer.
Creo que este tiempo que ha pasado Hermione con los chicos, y el que ha veces no puede controlarlo todo, la ha hecho más madura. Además, Ginny es su amiga y no desea perder a alguien que la aprecia, principalmente porque sabe que los verdaderos amigos deben conservarse.
Bye
Meilin2: ¡Hola! Si, con este capítulo cumplí con los que deseaban más de S y T (y disfruté mucho escribiéndolo). Ron tiene un carácter explosivo, pero en le fondo es un pan de Dios ¿no crees? Por lo que escribes asumo que tu carácter es fuerte. Entonces, contigo debe ser todo con pinzas (jejejeje, estoy bromeando).
Meilin si tenía su carácter, pero era honesta, dulce y dedicada. También entendía el sentido del sacrificio. Me imagino que también coincides con esas características.
Bueno, me despido. Bye
