"Aquí estas otra vez" dice la canción y si, aquí estoy otra vez. Retomando el camino que en mala hora abandoné.

No puedo creer que hay pasado tanto tiempo. Y me da muchísima pena y rabia el haber permitido que miles de cosas provocaran que dejara colgado este fic. No es excusa, claro que no, ni tampoco explicación. Más bien es expresar en voz alta la vergüenza que me da el constatar que la pereza, las obligaciones, la desidia y cuanta cosa más, me alejara de esta comunidad y de esta historia que tanto gusto me daba escribir.

Faltaba muy poco para terminarla y, simplemente, la deje morir. Hasta había elaborado un bosquejo general de lo que debía pasar en los últimos capítulos (algo inaudito para mí, ya que siempre escribía siguiendo la inspiración del momento). Y aun así… la nada. Con lo que yo odio que me dejen las historias inconclusas, voy y hago lo mismo. ¡Y por 16 años! Por Dios santo, una vida prácticamente. Más del tiempo que le llevo a Harry conocer su historia y entrar a Hogwarts. Han pasado tantas cosas: se publicaron los libros faltantes, Rowling nos hizo saber el destino de todos los protagonistas, supimos la razón del comportamiento de Snape, nos enteramos de los verdaderos planes de Dumbledore con respecto a Harry, Tonks y Remus disfrutaron su amor, se terminaron las películas basadas en los libros (no todas fueron de mi completo agrado), hicieron otras películas de las criaturas mágicas, nuestro queridísimo Alan Rickman falleció, Rowling creo nuevas historias pero ahora para el teatro y yo… me alejé de este mundo, dejando el fic a medias y sin conclusión.

En fin, este mea culpa personal pueda que no signifique nada más que una forma de verbalizar mi frustración ya que ni siquiera se aproxima a una explicación medianamente satisfactoria que ayude a quitar el mal sabor de boca de todas aquellas personas que siguieron la historia y esperaban que terminara. Estoy segura de que muchas de ellas ni siquiera se enterarán de que he decidido retomarla y eso me da mucha tristeza.

Ya sé que esto es un pasatiempo, por lo que no debería tomarse tan a la tremenda. Pero también es cierto que al escribir y publicar se adquiere un nivel de compromiso con aquellos lectores que tienen a bien invertir su tiempo, un bien tan preciado, en seguir un fic. Muchos, aún meses después de la última publicación, entraban a ver si había algo nuevo ¿se pueden imaginar eso? Aunque claro, poco a poco dejaron de hacerlo (con justa razón).

Tengo el sentimiento que les falle a todos: a los lectores, a aquellos que consideraron a "Descubrimientos" una historia digna de ser seguida, a quienes la incluyeron entre sus preferidas… y a mi beta, mi querida Clau de Snape. Ni siquiera ella supo que pasaría al final y eso me hace sentir peor aún. Espero que en algún momento pueda leer esto y que sepa que le agradezco muchísimo por todo el tiempo que me acompaño en esta aventura, leyendo cada capítulo y ayudado a pulirlo para que pudiera ser publicado.

Ojalá este fic les siga pareciendo interesante (si es que no cayó totalmente en el olvido) a quienes lo siguieron y retomen su lectura (si es que aún queda alguno por allí). Y si eso no pasa, si nadie se entera de este retorno, por lo menos sabré que lo terminé y que hubo una conclusión para esta loca historia de amor entre dos personajes literarios que me gustaron siempre. Lástima que a Rowling no le hizo clic la idea de emparejarlos tanto como a mí 😊.

Espero que el resultado final no defraude a nadie y que este capítulo sea de su agrado. Gracias por acompañarme en esta recta final.

P.D. Para poder retomar este fic, tuve que leer todo de nuevo, revisar mis ideas previas, buscar entre viejas anotaciones para saber qué necesitaba para terminarla de forma coherente y sin traicionar la idea original porque, no crean, 16 años no es cualquier cosa para retener una historia con todos sus detalles (y eso que soy la autora). Es por esa razón que les recomiendo, si no es demasiado pedir, que lean los capítulos anteriores para recordar de qué va todo.


CONVERSACIONES AÚN MÁS INTERESANTES

El traqueteo del tren no había sido impedimento para que los pocos pasajeros del expreso de Hogwarts pudieran conciliar el sueño.

Andrómeda podía escuchar algunos ronquidos procedentes de otras cabinas pero, en la suya, el suave respirar de Ted – que se encontraba sentado frente a ella – era ahogado por el rumor de las ruedas sobre los rieles. Se acomodó el chal por enésima vez y trato de distraerse viendo el entramado del tejido. Con delicadeza acarició una costura casi imperceptible y sus ojos se humedecieron ante el recuerdo.

Ted le había regalado ese chal para su aniversario y ella había decidido usarlo durante la cena de celebración. En un descuido, un extremo se había acercado demasiado a la llama de una vela y, cuando se dio cuenta, el desastre ya había sucedido.

Nada de lo que le dijeran la consolaba; podía arreglarlo rápidamente con un hechizo, pero se sentía tan avergonzada por lo que le había hecho al regalo, que no atinaba a decir las palabras de forma adecuada. Su hija lo había tomado de sus manos y, con una sonrisa, le dijo que no se preocupara que ella lo solucionaría. Quiso protestar porque conocía lo mal que se le daban esos hechizos, pero Ted le pidió que confiara en sus habilidades y que la dejara intentarlo. No quiso ser una aguafiestas y aceptó, pero muy dentro estaba convencida de que nunca volvería a ver el chal.

Una hora después observaba maravillada como no quedaba marca del estropicio, aunque si notó que la prenda era levemente más pequeña. Al examinarla con cuidado vio la elaborada costura con la que había sido reparada.

- ¿Tú la arreglaste? ¿Sin magia?

- No te sorprendas tanto, mamá. Siempre has dicho que, de una forma u otra, se tienen que dominar las artes hogareñas. Bueno, digamos que aprendí la "otra" forma.

Su hija, su Nymphadora. Desde su nacimiento había sido extraordinaria, una metamorfomaga. Algo tan raro, tan especial, tan único. Con una tenacidad impresionante, una alegría contagiosa, una forma de salirse siempre con la suya. Ella hubiera querido que fuera una maga tranquila y sensata, que se inclinara por los libros y las artes. Tal vez que encontrara trabajo en alguna dependencia del ministerio, quizás como archivadora. Que conociera un mago amante de la vida reposada.

Pero no, ella había salido con la vena rebelde de los Black. Se emocionaba ante el peligro, desafiaba las reglas, tomaba todo a la ligera. Eligió ser auror, la carrera más peligrosa del mundo mágico. Se involucró en la orden junto a Dumbledore y, como la cereza del pastel, si sus sospechas eran ciertas (y estaba casi segura de que lo eran) se había enamorado de un impresentable como Severus Snape.

Suspiro con pesadez y se movió inquieta en el asiento, buscando una comodidad que estaba muy lejos de sentir.

- Deja a la niña en paz mujer. Ella sabe lo que hace.

- ¡Por Merlin Ted! ¡Me has dado un susto de muerte! ¿No se supone que estabas dormido?

- ¿Después de tantos años no puedes diferenciar cuando duermo y cuando solo estoy descansando los ojos?

- No bromees.

- No lo hago, simplemente me sorprende que no te dieras cuenta de que llevo más de media hora escuchando como giran los engranajes de tu cabeza.

- Como siempre, no sé de qué hablas.

- Mejor dicho, no quieres saber. Vamos mujer, escupe de una vez lo que te está molestando.

Andrómeda no se dignó responder de inmediato, pero tenía demasiadas cosas en la cabeza como para quedarse callada mucho tiempo.

- ¿Por qué me dices que deje a Nymphadora en paz?

- Has estado rumiando tus impresiones desde que salimos del colegio. Cocinando un caldo en el que el principal ingrediente es la niña. A estas alturas, ya deben habérsele caído las orejas.

- ¿De qué hablas? ¿por qué habrían de caérsele las orejas? ¿Acaso Madam Pomfrey te dijo si alguna maldición la golpeó en ese estúpido duelo?

Para desconcierto de Andrómeda, su esposo estalló en una carcajada que debió haberse escuchado hasta los primeros vagones. Cuando al fin se calmó, se tomó un tiempo extra para limpiarse las lágrimas y beber un poco de agua.

- ¿Me vas a decir de qué te ríes?

- Veras, mi adorada bruja; en el mundo muggle cuando hablas demasiado de una persona suele decirse que, seguramente, se le cayeron las orejas.

- ¡Eso no tiene sentido!

- Ya lo sé, pero no por eso dejaré de decirlo.

- A veces Ted, no sé por qué me case contigo. ¡Nunca entiendo de que estas hablando ni porque te comportas como te comportas!

- Bueno querida, nos casamos porque te enamoraste de mí. Y yo de ti. Así de simple.

Andrómeda lo observó con desesperación y luego giró el rostro hacia la ventanilla. La negrura le devolvía su nítido reflejo.

- A ver Meda ¿Qué es lo que más te molesta? ¿Qué se batiera en duelo con un tipo que pudo matarla? ¿O que este enamorado de ese mismo tipo?

- ¡Calla esa boca! ¿Cómo se te ocurre decir semejante barbaridad? ¡Nymphadora no está enamorada de semejante…. semejante…. ente!

- ¿Segura? Porqué si la niña aún no está enamorada ha sido por falta de tiempo, no de intención.

- Estas alucinando Ted, ese tipo es completamente opuesto a lo que le pueda llegar a gustar a nuestra hija.

- Por favor querida, ¿acaso tienes idea de lo que le gusta a nuestra hija?

- Sé lo que le conviene.

- ¡Claro! El bueno de Remus ¿no? Un hombre educado, amable, inteligente… el mejor amigo de tu primo a quién, por cierto, tu adorabas. Un dechado de virtudes, siendo su único defecto un pequeñísimo problema de licantropía, nada más

- Aún con eso, es un tipo decente que cualquier madre adoraría como yerno.

- Bueno, no sé si cualquier madre lo adoraría, aunque tú definitivamente lo haces. Y aún así, para tu desconsuelo, con todo lo bueno que tiene y el cariño que sientes por él, no le gusta a la niña. Por lo menos, no como pareja.

- Nymphadora no sabe lo que quiere.

- Oh, claro que lo sabe. Y tú también – alzo las cejas en un gesto divertido – solo que no te gusta el "ente" elegido.

- ¡Por favor, Ted! Deja de decir esas tonterías ¡Ya te dije que Nymphadora no siente nada por Severus!

- ¿En serio crees que eso? Yo sé que no; en primer lugar, porque te conozco y se cuándo tienes certeza de algo, pero no quieres reconocerlo. En segundo lugar, porque las escuché hablar. Se lo que te dijo y, más importante aún, sé lo que le contestaste. O sea, sabes lo que ella siente y lo aceptas

- ¡Estás loco! Yo no… yo jamás, yo nunca…. – Ted sonrió ante el apuro de su esposa – ¡Eres un chismoso! ¿cómo se te ocurre escuchar conversaciones ajenas?

- No se me ocurre, solamente sucedió. Y deja ya de hacerte la ofendida, más bien hablemos sinceramente de la vida amorosa de nuestra hija.

- Andrómeda lo observó un momento sin saber que decirle. Al final decidió que no quería seguir con aquella conversación, porque no estaba segura si le iba a gustar el resultado.

- Eso no es asunto nuestro y menos tuyo.

- ¡Ja! ¿Desde cuándo? Si ya casi tienes encargado el vestido de novia. Solo te hace falta la fecha para enviar las invitaciones del feliz enlace entre la metaformomaga y el hombre lobo.

- ¡No hables así! No me gusta que te refieras a las personas de ese modo.

- Más bien, no te gusta que te diga las cosas como son. Pero ¿sabes qué? Eso no me ha detenido todos estos años y menos ahora.

- ¡Eres imposible!

Hizo un intento de levantarse, pero Ted rápidamente se puso en pie y la tomó de los hombros, impidiendo cualquier movimiento.

- No, no, amor, no te me escapas. Sé que no quieres hablar de esto, porque si no se dice en voz alta no existe. Pero hay que enfrentarlo sin anestesia, porque el lío que se nos viene va a ser monumental. Así que, mi querida esposa, quédate quietecita y atiende ¿quieres?

Le dio un beso en la punta de la nariz y retornó a su lugar tranquilamente. Andrómeda no se movió, sabía que cuando Ted tomaba una decisión, era inamovible. Así que esperó, cubriéndose un poco más con el chal, como si le sirviera de escudo ante lo que iba a decirle su esposo.

- Nuestra hija siempre ha sido independiente y lo sabes. Increíblemente independiente y necia, capaz de desesperar a un santo. Arriesgada, divertida y poco dispuesta a seguir reglas que no le parezcan correctas, muchas veces es precipitada, algo irreflexiva y pueda que de vez en cuando medio imprudente – hizo un gesto para detener la protesta de su esposa – aunque todo eso lo compensa con un corazón enorme, un sentido de la justicia firmemente arraigado y un deseo por hacer las cosas de la mejor manera posible.

- Es una buena chica y todo eso negativo que dices son apenas rasgos, no es su personalidad realmente. Sabes que es muy responsable y una aurora muy respetable. O por lo menos lo era antes que los idiotas del ministerio la despidieran.

- Yo lo se querida, lo sé. Y tienes razón, aun así…. he pensado muchas veces que parecía… un calco de Sirius. Y reconozco que eso me preocupaba, ya que a medida que fueron intimando ella empezó a manifestar mucho de la locura inconsciente que a él lo caracterizaba. Incluso parecía más hija de él que nuestra; creo que por eso se llevaban tan bien desde que se conocieron. Eran prácticamente compinches.

- No exageres, Nymphadora apenas si lo conoció. Era una niña cuando lo encarcelaron. Y una vez que el regresó y retomaron el contacto… bueno – Andrómeda parpadeó para disimular las lágrimas – Esta maldita guerra no permitió que durara mucho su amistad.

- Duró lo suficiente para que entre ellos naciera un fuerte sentimiento: una química, una afinidad muy especial. Y te repito, eso me preocupaba principalmente porque yo si conocí a Sirius mucho antes de que lo arrestaran y sabía cómo era. Cuando escapó y regreso a nuestras vidas, me di cuenta de que no había cambiado; quizás ahora era un poco más temerario, con la certeza de tener la razón siempre. Vi la forma en que se complementaron de manera casi inmediata y temí que su influencia sobre ella fuera demasiado poderosa. Sirius representaba esa libertad inconsciente que a ella le atraía desde muy niña.

- Ella nunca fue como Sirius

- Tenía su espíritu, su irreverencia. Y, aun así – Ted miró un momento al suelo, como si reflexionara consigo mismo –… aun así me di cuenta, en algún momento, que podía respirar tranquilo – levanto la vista y vio a su esposa con cariño – ¿Sabes por qué?

Andrómeda negó con un leve gesto.

- Porque, a diferencia de tu primo, el colegio si templo su carácter y sus amigos, gracias a Dios, fueron sus anclas. O por lo menos Leila lo fue. Logró inyectarle mucha sensatez a su carácter, algo que… bueno, le faltaba a tu primo.

- ¿A qué te refieres?

- Sirius y sus amigos… ellos eran… tú sabes. Lo que llamaríamos unos matones.

- ¡Ted!

- Es cierto Meda, y no podemos negarlo. Si, eran amables, buenas personas, valientes brujos, excelentes amigos, miembros respetados de la orden y todo lo que tú quieras. Y si, su destino fue horrible e injusto. Pero debes reconocer que también fueron unos abusones con "Quejicus". Recuerda que fueron los merodeadores los que le pusieron ese apodo.

- Bien merecido.

- Pueda ser, pero aun así sabes que lo hostigaban – levantó las manos deteniendo la réplica de su esposa – Claro, el hombre no era fácil y estoy seguro de que se cobraba cada cosa que le hacían. Incluso, que tenía y seguramente todavía tiene, su propia e inmensa… casi descomunal cuota de groserías y abusos contra otros. Pero aún así, tu escuchaste muchas veces a Lili, ella era una mujer justa, sensata. Sabes era un tema de discusión con James.

- Lily era una mujer muy especial, capaz de ver lo mejor en cualquier persona. Tenía una debilidad especial por él, pero no era ciega. Sabía que era una mala semilla.

- Aun así. Los merodeadores estaban acostumbrados a salirse con la suya.

- Los pintan como si hubieran sido unos sinvergüenzas.

- Lo eran, en una versión adorable imagino, pero lo eran. Claro, cuando crecieron fueron encaminándose. Remús por su licantropía era el más centrado y Lili logró domesticar a James. Pero Sirius… Sirius no tuvo ningún freno. Y la cárcel no fue precisamente el mejor lugar para madurar.

- Sirius paso por muchas cosas.

- Claro, como todos ¿no? Quiero decir, en mayor o menor medida todos pasaron por mucho. Sin ir muy lejos, James y Lily murieron, Harry se quedó huérfano, el niño este, al que le gustan las plantas…

- Neville

- Si, ese. Él perdió a sus padres. Date cuenta Meda, la situación fue muy complicada para todos. Cada uno lo manejo de diferente manera, pero Sirius. Sirios, fue un caso aparte.

- Se ve que no te caía bien

- Te equivocas. Sirius me caía bien, muy bien, a decir verdad. ¿Cómo no? Si era un pillo adorable, según tus palabras. Pero eso no impedía que viera sus múltiples defectos y que temiera por el destino que le deparara su imprudencia y arrogancia. Lamentablemente, no me equivoqué al pensar que su vida no sería larga si continuaba con la misma actitud.

- ¡Pero Ted! Jamás me dijiste que pensaras algo como eso.

- No tenía porque preocuparte con mis impresiones, bastante tenías ya con el tema del retorno del maldito ese, las restricciones del ministerio, reuniones de la orden, los conflictos de Sirius y el impresentable. Y, por sobre todo, con las peleas que tenías con la niña. Por ese tiempo ustedes dos parecían un par de volcanes de pólvora. A la menor fricción echaban chispas. No era momento para salir con un "ya decía yo que esto no iba a terminar bien"

- En esa época estaba imposible. Pero no sé qué tiene todo esto que ver con Nymphadora y su supuesto enamoramiento.

- Si recuerdas, su temperamento estaba muy difícil en aquellos días. Si tú lo tenías complicado, no te digo como estaba la niña. Su amistad con tu primo, las peleas contigo, que casi siempre empezaban por tus insinuaciones con Remus, los líos en los que se metía para que el ministerio no supiera nada de la orden, las misiones que Dumbledore le asignaba... Y encima el conflicto interno que tenía por las peleas entre Sirius y el profesor Snape.

- ¿Cuáles peleas? ¿Cuál conflicto?

- Querida, esos dos no podían cruzar palabra sin tratar de arrancarse el pellejo. Y nuestra niña quedaba en medio, intentando desviar la atención con todas sus fuerzas. Todo para que la sangre no llegara al rio. ¿Acaso nunca te diste cuenta?

- Pues la verdad, yo…

- Bueno, ya vi que no – detuvo con un gesto la respuesta de su esposa – descuida, yo entiendo. La situación era muy complicada y para ti… bueno, para todos, debe haber sido "normal" que las cosas se desarrollaran de esa manera. Supongo que no veían nada raro o ya era costumbre que esa fuera la dinámica. Pero yo si veía Meda, yo si notaba lo que sucedía entre esos tres. Bueno, entre esos cuatro realmente, porque Remus también participaba, aunque en menor medida.

- ¿Y se puede saber que veías?

- El mismo montaje una y otra vez: El profesor aparecía, Sirius hacía un comentario, Remus se reía primero y luego intentaba un regaño, la niña ponía cara de preocupación, el profesor decía la primera puya, Sirius respondía otra mejor o peor, Remus entonces regañaba de verdad, la niña intentaba llamar la atención de Sirius…

- ¡Por favor! Lo describes como si fuera una especie de... obra o algo así.

- Bueno Meda, es que era de esa manera. Y si te estas preguntando de donde saco esas ideas, es porque los observé durante mucho tiempo. La interacción entre ellos era enfermiza y volátil.

- Creo que exageras, imaginaste cosas. Yo no recuerdo nada de eso.

- ¿En serio? ¿Crees que nadie notó nada de eso? Te puedo asegurar que por lo menos Dumbledore lo hizo. Nunca dijo nada, es cierto, pero se daba cuenta. Al igual que yo.

- Pues serían los únicos.

- Te equivocas, si te tomas la molestia de preguntarle a cualquiera que asistiera, te dirían que esas peleas seguían un patrón. Y que nuestra hija las sufría. Pueda que, por su naturaleza poco dada a las injusticias,

- Bueno, Dumbledore siempre ha tenido debilidad por ese hombre, así que no dudo que pensara cosas raras. ¡Pero tú!

- Yo veo, pienso y callo, sabes que es así. Y precisamente porque hago eso me doy cuenta de muchas cosas que los demás no. O bueno, que tú ves o no quieres ver. Pero lo que sucedía en las reuniones lo hubiera visto hasta un ciego. Era demasiado obvio el intento de la niña por proteger al profesor

- ¿De qué hablas? ¿protegerlo? ¿De Sirius?

- Exactamente. Incluso Arthur me lo dijo un día "Si no fuera por tu hija, esos dos se hubieran batido en duelo hace mucho". Imagínate, si hasta el bueno de Arthur lo noto.

- Yo… no sé qué decir. Y no entiendo que es lo que tratas de decirme con todo esto

- Pues Meda, que la niña lo tenía complicado porque el amor por su primo chocaba directamente con el amor que sentía por el profesor. Aunque ella no lo supiera en ese momento, o no pudiera definirlo, era amor. Y por eso estaba con ese carácter inaguantable en esos días. Era puro estrés, tenía los nervios a flor de piel.

- ¿Cómo puedes asegurar que era amor si tú mismo dijiste hace un momento que si no estaba enamorada antes era por falta de tiempo?

- Porque ella no lo sabía, pero yo sí. Lo vengo sospechando desde hace años, desde que estaba en el colegio.

- ¡Oh por favor! ¿Ahora eres experto en Legremancia?

- No, solo soy observador. Ella admiraba a ese hombre a pesar suyo, porque en el colegio la hizo impulsarse a ser mejor día con día. Y la intrigaba, porque es una caja cerrada para todo el mundo, incluso para Dumbledore. Se convirtió en una presencia constante en su mente y de tanto observarlo para intentar descubrir que lo motivaba empezó a ver cosas que nadie más notó. Cosas que seguramente Lili vio en su momento y la hizo apreciarlo, pero en nuestra hija provoco cierto "enamoramiento" infantil. Hasta el ataque aquel que la hizo alejarse de ese sentimiento. Ahora que es adulta, precisamente ese sentimiento, que estoy seguro era un amor inocente y olvidado, surgió de nuevo luego de tanto contacto que tuvieron en la órden y se le cruzó con el amor férreo que desarrolló por Sirius, complicándole la vida. Eso era lo que provocaba esas peleas épicas que presencie y que me confirmaron mis sospechas sobre lo que ella sentía por el profesor. Aunque, te soy sincero, luego de la muerte de Sirius no pensé que pudiera continuar. Llegue a creer que ella lo consideraba culpable, igual que Harry, de la muerte de tu primo.

- No… nunca lo hizo y te confieso que eso me sorprendió. Luego de la muerte de Sirius, ella tenía tanta rabia contenida, tanto dolor. Creí que sería imposible que volviera a sonreír. Intenté que se abriera a mi porque me preocupaba que se enfermara, le dije que Snape debería ser expulsado de la orden y ella me respondió que la culpa era de los mortífagos, no de él. Me di cuenta, con horror, lo confieso, que ella no lo consideraba uno de ellos.

- Porque tu si, obviamente. Pero, siéndote sincero, yo también pensé que la niña tardaría más en recuperarse.

- Leila la ayudó.

- Siempre estuvo para nuestra hija. Y por eso te dije que dejé de preocuparme de que fuera como tu primo. Porque Nymphadora tiene amigos mucho más sensatos de los que tenía Sirius, o por lo menos, con más carácter. Leyla la obligó a seguir adelante, no la compadeció ni alentó su tristeza. Charlie la llamo desde quién sabe dónde solo para tener una seria conversación sobre la muerte y la pérdida. No se de donde tiene tanta madurez y comprensión de la vida ese muchacho, pero la ayudó mucho.

- Tal vez deberíamos hablarles para que le saquen a ese ente de la cabeza.

- Meda, eso no podrían hacerlo ni con un hechizo desmemorizador. Ese amor viene creciendo desde hace años y esta enraizado en su corazón. Tal vez si Sirius estuviera vivo tendrías una oportunidad para hacerla entrar en razón, aunque lo dudo, porque el cabezota de tu primo se habría dado cuenta que era una misión imposible. Su muerte detuvo un tiempo la inclinación de nuestra hija por el profesor, pero la convivencia en el colegio voló todas las barreras. Ahora es una adulta que sabe lo que quiere y no ve razones para no tenerlo. Bueno, si las ve, obviamente, pero aun así no puede mandar sobre sus sentimientos. Nadie puede.

- Hay hechizos….

- Que están prohibidos por muy buenas razones. Las consecuencias lo primero y el costo que conllevan, los segundo. Ni siquiera lo pienses.

- Nunca lo haría. Pero estoy preocupada Ted, si de adolescente nos dio dolores de cabeza, muchos dolores de cabeza, de adulta nos está sacando canas.

- Es el costo de que los hijos maduren. Preocupar a los padres.

- ¿Qué vamos a hacer?

- Ya te dije, prepararnos porque se nos vienen días difíciles. Si ella decide seguir por ese camino y amarlo, aún nos queda el detalle que él pueda no corresponder.

- ¿Como podría? Nymphadora es la mujer que cualquiera quisiera tener. Es inteligente, bellísima, decidida…

- Sobrina de Sirius, mejor amiga de Remus, hija tuya y mía, aurora, ex alumna del colegio….

Andrómeda suspiró. Aquello era peor, visto desde esa perspectiva.

- Si el no corresponde, ella va a sufrir y ese sufrimiento es demasiado personal para que podamos ayudarla a superarlo. Pero si le corresponde…. – Ted se rasco la cabeza en un gesto preocupado – no tenemos ni la más remota idea de los antecedentes del profesor. Antecedentes personales, quiero decir. Quién es, de donde viene, familia cercana, relaciones anteriores…

- ¿Cuáles relaciones? Ese hombre es una piedra.

- Prejuicios aparte querida mía, si el hombre decide amar a nuestra hija... Porque estoy casi seguro que amar no es un sentimiento que lo domine sino más bien es una decisión que él toma, las cosas serán cuestas arriba. No porque le haga daño, no creo que para la niña el profesor sea un peligro.

- ¿Cómo puedes decir eso luego de ver como la dejó?

- Ya sabemos que no fue culpa del profesor, el director fue muy claro en eso. Y él también me lo dijo, nunca le haría daño a propósito.

- El que él no quiera hacerle daño no implica que ella no salga lastimada. El-que-no-debe-ser-nombrado no la abría atacado si no hubiera encontrado la oportunidad para hacerlo. El que pueda hacer uso de él para llegar a lastimar a otras personas es casi una sentencia de muerte para cualquiera. Sabes que no hubiera pasado nada si no se hubieran enfrentado en ese estúpido duelo

- Eso fue un asunto de egos y conflictos personales no resueltos. Pero estoy seguro de que él no quería lastimarla y, que de no haber sucedido eso de la "posesión", seguramente ella no hubiera terminado en la enfermería. Mi apreciación personal, aunque te suene a locura, es que el profesor Snape podría amarla sin condiciones, con ese amor que uno desea para una hija. Y no voy a explicarte porqué lo creo, solo diré que es intuición de padre

- Dudo de tu intuición, en serio.

- Eso es lo de menos. Lo que me preocupa es el resto del mundo. Dumbledore no creo que se oponga, pero los miembros de la orden, los Wesley, Harry y sus amigos, los alumnos de Hogwarts… tu amado Remus. Esos serán las piedras en el camino que deberán enfrentar. Y para eso si debemos estar allí Meda, ella tiene que saber que cuenta con nosotros pase lo que pase.

- ¿Qué quieres decir?

- Que estaremos para ella y para él.

- ¡Por Merlín!

Ted observó como su esposa cambiada de color hasta llegar casi al blanco. El viaje tranquilo, sin el bullicio de alumnos o profesores, había cambiado a un viaje angustiante. Andrómeda se removió en su silla, pero Ted prefirió callar, a la espera de que la realidad terminara de golpearla.

- ¡No voy a llamarlo yerno!

Ted empezó a reír tan fuerte que, nuevamente, terminó casi ahogándose. Andrómeda le alcanzó un vaso de agua que el tomó agradecido. Luego de unos minutos se enjugo las lágrimas y logró recomponerse.

- Podrás llamarlo como quieras, pero asegúrate que no sea insultante. Y sin alusiones a que hubiera sido mejor elegir a Remus

- De todos los hombres que esa niña pudo escoger… ¿tenía que elegir al más impresentable?

- Que curioso. Eso fue lo mismo que dijo tu madre al conocerme

Andrómeda no contestó y se aferró con mas fuerza a su chal.

- Prométeme que lo intentarás Meda. Nuestra hija nos necesitará más que nunca, tanto si él no le corresponde como si lo hace. Más aún si terminan siendo pareja.

- Sabes que soy capaz de hacer cualquier cosa por mi hija. Incluso aceptar a que ese…. Severus – casi pareció escupir el nombre y Ted contuvo una sonrisa – entre en mi casa como un miembro más de mi familia.

- Me parece bien. Y yo te prometo hablar con él para que se comporte como un ser humano digno cuando este en tu presencia.

Nuevamente quedaron en silencio, pero no por mucho tiempo.

- ¿Y si nos estamos apresurando Ted? Todo esto podría ser solo una preocupación inútil y ninguno de los dos vaya a comentar la locura de involucrarse con el uno con el otro.

- Podría ser, sí. Pero es mejor estar prevenidos Meda. Después de todo, nuestra hija es Nymphadora Tonks. Cualquier cosa podría suceder.

Andrómeda se llevó las manos a la cara en un gesto de derrota, Ted se levantó, sentándose a su lado la abrazó con suavidad.

- No te preocupes querida. Iremos paso a paso, tal como lo hicimos desde que la niña nació.

El traqueteo del tren continúo como un rumor constante mientras ambos se sumergían en sus propios pensamientos, pero sintiéndose fuertes al saber que lo que fuera que tuviera que enfrentar su hija no lo haría sola. Que contaba con ellos para lo que fuera. Incluso, para proteger a Severus Snape.