Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 2. Aliados inesperados
- ¡Drizzt! Por fín te encuentro.
Los guardias y el vigilante dirigieron la vista, todos con idéntica sorpresa, al invitado que acababa de saludar.
Drizzt sintió un escalofrio al reconocer a su antigua némesis. El hombre contra el que había combatido a lo largo de Faerun, enfrentados en duelos a muerte motivados por el intenso odio de aquel enemigo contra su persona.
Artemis Entreri, asesino de asesinos, el hombre que había sido su pesadilla, que le había perseguido hasta Mithrill Hall para desafiarle, solo por demostrar quien era mejor espadachin, cual de sus filosofias, tan opuestas como el día y la noche, era la correcta. La fria profesionalidad vacía de corazón de Entreri contra la pasión y la vida intensa de Drizzt.
Habían dirimido aquel conflicto en un desafio final preparado por Jarlaxle, enfrentándose por última vez. En teoria era Drizzt quien había ganado el duelo, pudiendo haber matado al humano, pero al renegar de acabar con su vida, Entreri casi había acabado con Drizzt. El ex –asesino le había perforado el torso con la mano desnuda, ayudado por energía psiónica usada instintivamente.
Jarlaxle había salvado a Drizzt con el desconocimiento de Entreri.
Uno de los matones se apartó deél y miró con suspicacia al recién llegado.
- ¿Es amigo suyo?
- Si, este es el hermano menor de mi colega.
Entreri señaló por encima de su hombro al llamativo drow, que en ese momento hacia su entrada con todos los colores, saludando y sonriendo como si fuera el anfitrión de la fiesta. Por las exclamaciones de sorpresa de las damas parecía que llevaban rato esperando al exótico recien llegado a Sembia.
- No viste para la ocasión, y no parece contento.- Gruñó uno de los guardias, mirando de nuevo a Drizzt, sin apartar el filo del cuello élfico.
Drizzt no cambió de expresión¿qué se traía entre manos Entreri¿Y por qué estaban allí aquellos dos? No le gustaba, y le gustaba aun menos aquella situación, él estaba siendo amenazado de muerte y aquel hombre, que era un asesino, era bien recibido.
Aunque lo cierto era que Entreri se había vestido perfectamente para ser tomado como un hombre de buena reputación, vestido elegantemente, la perilla cuidadosamente recortada como una T invertida, las cejas delineadas y el cabello negro y brillante pulcramente peinado hacia atrás y con una pequeña coleta en la nuca.
Su rostro, de rasgos afilados y duros no había cambiado en absoluto, ni una arruga, y los ojos de un gélido gris atravesaban a los guardias con la misma efectividad que una daga.
- No voy a daros explicación alguna, id a pedirle cuentas a su hermano... si os atreveis.
Drizzt pensó que había sido mas bien la dureza de su voz y amenazador porte de Entreri mas que la insinuación de la peligrosidad de Jarlaxle lo que hizo que los guardias se apartasen de él y envainasen sus armas.
Ojos violetas se cruzaron con sus homonimos grises y Drizzt no separó sus manos de los pomos disimulados de sus cimitarras gemeral.
- Entreri.- Fue lo único que dijo.
- Do'Urden.- Respondió el ex –asesino con expresión impenetrable.
Los guardias aun estaban allí, visiblemente nerviosos y desconfiados. Finalmente, sorprendiendo a Drizzt notablemente, Entreri palmeó a Drizzt en el hombro y mostró una falsa pero muy conseguida sonrisa de reconocimiento.
- Pensabamos que no querías venir, la proxima vez que cambies de idea al menos hazlo con tiempo de vestirte para la ocasión.
Drizzt no se molestó en sonreir o seguirle el juego, mirándo a Entreri con una silenciosa pregunta cargada de furia. El perspicaz calimshita percibió esto y con una forzada sonrisa clavó los dedos en el hombro de Drizzt como una garra y le empujó hacia la fiesta alejándolo de los guardias.
Una vez lejos de los inquisitivos ojos de los matones Drizzt sacudió el hombro, dolorido por la presión exigente de los dedos de Entreri.
- ¿Qué haces aquí, Entreri?.- Exigió saber.
- Yo voy donde me place, eres tú quien está lejos de casa.- Gruñó Entreri con la misma ferocidad.
Y vivo, para mas señas. Se suponía que Drizzt había muerto, que lo había matado... aunque en realidad Entreri descubrió que verle vivo no le sorprendía tanto como había debido. En cierto modo había empezado a asumir la idea de que Jarlaxle se la había jugado a ese respecto y que cabía la posibilidad de que el vigilante drow estuviese vivo.
Pero desde luego no había esperado reencontrarse con él en una ciudad de Sembia, colándose de forma bastante torpe en una fiesta. El drow llevaba su habitual ropa de viaje en colores verde y tierra, totalmente fuera de lugar con su capa verde musgo, si el drow se hubiese puesto una ropa mas elegante probablemente sus rasgos exóticos e indudablemente atractivos le habrían franqueado la entrada pese a su raza. Algo había cambiado en el vigilante desde la ultima vez, su melena blanca era mas larga y sus rasgos parecían haber madurado, había mas autoridad en ellos.
Pero sobre todo a Entreri le había sorprendido la actitud del drow con los guardias, Entreri habría ignorado a Drizzt, de hecho al percatarse de la presencia del vigilante en la sala se había alejado para no tener que encontrarse con él, pero cuando había visto a los guardias y había visto como Drizzt se llevaba las manos a las cimitarras con expresión de fria furia...
El maldito drow había parecido dispuesto a empezar un combate allí mismo, el muy necio.
Drizzt miró a su alrededor, deseaba marcharse pero no podía hacerlo sin el colgante, y no tenía dudas de que los guardias no iban a quitarle la vista de encima.
- No has respondido a mi pregunta.- Espetó finalmente a Entreri.
- Ni tengo intención de hacerlo.- Replicó el humano.
El drow aferró los pomos de sus cimitarras. Entreri dudaba que Drizzt fuese tan estúpido como para atacarle allí pero no pensaba quedarse sentado a averiguarlo, de modo que se llevó una mano a su daga enjoyada, engañosamente mostrada como objeto ornamental, no llevaba encima su espada Garra de Charon, pero ya pensaría en algo para compensar...
- ¡Drizzt¡Que agradable casualidad¡Que maravillosa coincidencia!
Cuenta con Jarlaxle para tratar una situación tensa como un juego de niños.
Inmediatamente Jarlaxle pasó un brazo por los hombros de Drizzt afectuosamente. El vigilante miró sorprendido al otro drow.
- ¿Cómo has entrado en la fiesta?
- Estoy invitado, maese Do'urden, ninguna fiesta que merezca llamarse así está completa sin mí.
Él luchaba contra las razas malignas, era honesto, sincero... y luego resultaba que Jarlaxle, que era un ladrón y un mentiroso era invitado. Desde luego Jarlaxle era un prodigio de la manipulación.
- ¿Qué haceis vosotros dos aquí? Caderly me dijo que...
- ¿Has estado con Caderly¿Cómo está¿Te ha contado como destruimos la maligna piedra Crenshinibon haciendo frente al dragón rojo Hephaestus?
- Eh... si, me...
Por supuesto Jarlaxle no le dejó continuar y se llevó a Drizzt hacia las mesas mientras procedía a relatarle "Las aventuras de Jarlaxle y compañía". Entreri enarcó una ceja al ser referido como "compañía" pero en el fondo se alegró de que Jarlaxle no mencionara su nombre a los cuatro vientos, Artemis Entreri era un nombre famoso mas allá de Calimport y no quería arriesgarse a ser reconocido.
Dejó que los dos drows se contasen historias y se alejó. No tenía gana alguna de volver a "hablar" con Drizzt.
- Entonces fuimos al encuentro de Tamizkella, si ella sabía contra qué nos había enviado no cabía duda de que practicamente nos había enviado a la muerte. Imagina nuestra sorpresa cuando de pronto Artemis le clava levemente su daga y descubre que... ¡es otra dragona!
Drizzt debía confesar cierto asombro, no tanto por la historia de Jarlaxle sino por toda la información que el secretista y evasivo drow le estaba proporcionando. Empezando por contarle que habían ido a Sembia para robar el colgante de Elyue.
Maldita fuera su suerte. No solo tenía la desgracia de reencontrarse con Entreri sino que tenían por objetivo el mismo objeto. Drizzt ahora estaba seguro de que tenía que llevarse el colgante, pues no podía permitir que estuviese en manos de aquellos dos ni de sus patronas dragoniles.
- Bueno, Drizzt, he oido que el el norte tuvisteis un buen jaleo con los orcos y similares. ¿Es cierto que Nesme ha caido en manos de los trolls?
Recordar todo aquello provocó no poco desasosiego a Drizzt. Llevaba casi cuatro meses lejos del norte, lejos de sus amigos... Y sabía que aun no tenía moral para volver, no podía volver de ese modo. De hecho aquella conversación con Jarlaxle, entre la gente, con el vino en la mano... le estaba provocando nauseas. Detestaba todo aquello.
Se limitó a asentir a la pregunta de Jarlaxle y dejó su mirada vagar por la sala, localizó a Entreri con cierta dificultad, el humano estaba sentado en un apartado, aparentemente relajado pero alerta, muy alerta. Y claramente incómodo en la multitud.
Parecía que Entreri y él tenían en común aquella incomodidad.
No podía mas. Tenía ganas de lanzar a Jarlaxle el vino a la cara y exigirle que hablase claro¿por qué le contaba todo eso¿qué quería sacar de él? Y que dejase de tratarle con aquella familiaridad que rozaba el paternalismo.
- Me voy.
Drizzt se dio media vuelta y se dirigió a la salida, no quería hacer una escena. Era absurdo que enfadarse por tan poca cosa.
- ¿Tan pronto? La fiesta acaba de empezar.
El joven drow ya no le prestaba atención, Drizzt salió por la puerta y se internó en la oscuridad del jardín.
Jarlaxle suspiró y volvió a dedicar su atención a las ajetreadas damas sembianas, al menos tres de ellas podían resultar buena compañía, si las enmudecía antes claro está.
Entreri apareció a su espalda, sigiloso y tan desaparcibido como una brisa, tan pronto como Lord Ersenian se alzó en lo alto de las escaleras y comenzó a esplayarse en una rimbombante narración de la gran aventura de la arqueología. Jarlaxle sabía reconocer que el joven humano tenía una buena labia, casi tan buena como la suya.
- Hay tres colgantes.- Susurró.- Están en la sala contigua, bajo vitrinas. ¿Cómo es el que buscamos?
Jarlaxle se encogió de hombros.
- Ni idea, cojamos los tres.
Entreri suspiró, clasico del pícaro¿para qué actuar como un profesional cuando puedes comportarte como un crio?
Ersemian aun declamaba acerca de los tesoros encontrados en la arriesgada "expedición" cuando Entreri y Jarlaxle salían por la ventana de la sala de exhibiciones.
Los dos cazarrecompensas paseaban tranquilamente por uno de los puentes de la ciudad mientras a lo lejos se veía el movimiento veloz de las antorchas de los guardias de los Aestriam corriendo de un lado para otro.
- Que espectáculo tan hermoso bajo la luz de las estrellas.
Entreri chasqueó la lengua, las maldiciones de lord Ersemian al descubrir el robo se habían oido a kilómetros.
- Lastima que tengamos que irnos.- Jarlaxle suspiró.- No dudo que los sembianos cederan al pensamiento racista y sospecharán inmediatamente de mi sin importar mi coartada.
- Pobre.- Se burló Entreri.
- Que vida tan dura, llena de prejuicios... no me extraña que Drizzt se viese tan estresado.
Entreri fingió no haber oido la mención del vigilante. Cuanto antes se olvidara de haberse encontrado con el vigilante antes mejoraría su humor. Por no hablar de comentar con Jarlaxle del pequeño detalle de que le había estado tomando el pelo fingiendo que Drizzt había muerto.
- Tenía mala cara¿no crees?
Jarlaxle miró de reojo al humano, que se encogió de hombros visiblemente molesto por el curso de la conversación.
- ¿Y? Vámonos antes de los guardias divisen tu enorme sombrero.
Jarlaxle pusó una farsa de expresión indignada y se pasó la capa sobre el hombro teatralmente para emprender el camino y atravesar el puente. Entreri se limitó a sacudir la cabeza con exasperación y seguirle de cerca.
Apenas habían llegado al otro lado del puente cuando encontraron una figura desafiante cortándoles el paso.
Cimitarras en ristre, melena blanca al viento, ojos lavanda refulgiendo en la oscuridad de la noche.
Drizzt Do'Urden dispuesto a combatir.
Entreri sintió un instantaneo fuego dentro de él, una tensión in crescendo, era la emoción, la expectación ante el desafio, ante otro depredador de su misma talla, un combate sin igual. Cuantas veces había luchado para conseguir tener aquella estampa frente a él, Drizzt, con las espadas gemelas desenvainadas, los ojos ardiendo de furia, a muerte...
- Entregadme el colgante de Elyue.
Entreri se adelantó y no pudo por menos que sonreir.
- ¿Y por qué¿Tienes algún derecho sobre él?
Drizzt apretó los dientes con furia ante la desfachatez del asesino¿cómo se atrevía a sonreir de ese modo¿Y a pedirle explicaciones?
- ¡Lo habeis robado!
- ¿Y tú vas a devolverlo?.- Replicó Entreri con una sonrisa sarcástica.
- Lo pondré en buenas manos.
Jarlaxle se acomodó en la barandilla del puente y balanceó las piernas mirando a los dos rivales con una mezcla de diversión y curiosidad.
- ¿Buenas manos?.- Entreri fingió meditar con una sonrisa burlona y cruel.- ¿Y que manos son esas¿Alguna monjita virgen, de clausura, ciega y sorda?
- ¡Basta!
Drizzt se adelantó hasta quedar a unos pasos de Artemis Entreri.
- Manos que no sean las tuyas, asesino.- Drizzt escupió la antigua profesión del humano como la peor de las blasfemias.
Entreri desenvainó sus armas, daga y espada, Garra de Charon, su maligna espada, refulgió bajo la pálida luz nocturna.
- Me temo que no voy a entregarte el colgante, Do'Urden. ¿Qué piensas hacer al respecto?
El drow dejó que sus cimitarras hablaran por él.
Nota de la autora: Aquí va el segundo capítulo, y es que Drizzt tiene mucho estress, es que lo pienso y siempre tenía demasiada paciencia con todos los que le trataban a palos por ser un drow. Tanto poner la otra mejilla... tarde o temprano te enfadas.
Gracias por los reviews (jo, esta frase ya tiene copyright) ¡sigo al pie del cañon gracias a ellos!
