Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 3. Primera sangre
El aire silbaba, quizá su silbido era una queja, una exclamación de dolor al ser cortado por los filos de las armas.
Jarlaxle se había apartado a una distancia prudencial de ambos contentientes, haciendo sitio a los dos bailarines de la muerte. Ya había visto aquel enfrentamiento antes, brevemente uno que tuvo lugar en un risco montañosos alla en Mithrill Hall, y otro completo, desde el principio hasta el dramático final. Y muy de cerca.
Ahora volvía a contemplarlo, esta vez sin una barrera mágica entre él y los luchadores. Y era aun más espléndido. Nadie hubiese podido negar la belleza de aquella escena, de aquella danza mortal a dueto.
Si alguno de los dos bailarines se equivocaba, su compañero de danza lo mataría. Jarlaxle contenía el aliento a medida que el toma y daca del combate alcanzaba niveles extraordinarios, haciendo dificil seguir los movimientos de ambos e imposible predecir el patrón de los ataques y defensas. Pequeños cortes se habían realizado nada mas que superficiales. Apenas unas lineas carmesí dando color a la danza.
El metal chocaba con tanta frecuencia que parecía un único sonido, Drizzt y Entreri atacaban, defendían y contraatacaban con una sincronización que parecía preparada.
Entreri rechazó la cimitarra con una sobervia contra que hizo saltar chispas del encuentro de los dos filos mágicos. Garra de Charon estaba disfrutando del encuentro, el humano podía sentir su fuerza sombría pugnando contra la fria luz de la cimitarra mágica de Drizzt.
En ningún momento del combate separó sus ojos de los de adversario, combatir contra Drizzt era combatir contra un igual, cualquier error, cualquier pérdida de concentración sería su fin, y del mismo modo para el drow.
Había combatido contra Drizzt y con Drizzt en varias ocasiones, nunca era menos emocionante, nunca dejaba su corazón de latir a ritmo de tambor, marcando el paso... nunca dejaba el drow de asombrarle con su pericia o un truco nuevo que Entreri se veía obligado a igualar y compensar improvisándo al máximo de su capacidad.
Esta vez no vió nada nuevo, salvo una diferencia... Drizzt estaba comportándose como un salvaje.
No trataba de mantener su mirada, no parecía concentrado, atacaba de modo tan instintivo que gastaba aliento y esfuerzo innecesariamente. El vigilante siempre había luchado con pasión, con el corazón, eso era lo que Entreri quería negar en él.
Ahora Drizzt combatía como un animal acorralado que en vez de garras tuviese cimitarras, no había ninguna otra diferencia. Ni siquiera parecía percatarse de las pequeñas pero numerosas heridas que estaba recibiendo por su actuación impulsiva.
Drizzt empezaba a jadear y sudar, se estaba cansando mientras que Entreri mantenía una perfecta economía de movimientos.
Drizzt sentía un gruñido reverberar en su pecho.
Sentía una furia inmensa, como un rio desbordado y embravecido. Ante él estaba su rival, ante él estaba un hombre que le había causado un inmenso dolor. Había secuestrado a Catti-brie, había raptado y torturado a Regis, le había dado caza como a un animal, aun tenía una amplia cicatriz en la espalda y varias más, fruto de sus encuentros con el asesino.
Aquel hombre era un oscuro reflejo, un asesino sin sentimientos que había amenazado a sus amigos y se reía de todo cuanto él amaba.
¿Por qué no le había matado en la torre de cristal¿Por qué cuando había podido acabar con aquel despreciable personaje? Creía recordar que había un motivo pero ahora mismo no podía recordar cual... ¡ni quería¡Acabaría con aquella furia allí mismo¡Calmaría el dolor de su interior matando a Artemis Entreri¡Su enemigo!
Atacó con saña, con las pupilas dilatadas, mirando sin ver nada mas allá de su rival. Nada más existía.
Entreri apretó los dientes y plantó los pies con seguridad. Una leve sonrisa apareció en su cara mientras su corazón se aceleraba percibiendo con claridad la victoria.
Drizzt atacó con ambas cimitarras paralelas en un efectivo ataque que Entreri frenó no obstante con daga y espada en cruz para apartarlas, o esa era la opción sensata. Entreri aprovechó la firmeza de su postura y una sola ventaja para que su acción tuviese éxito. Drizzt había sido descuidado, había derrochado fuerzas sin control, si no tenía fuerza suficiente en los brazos no podría detener la acción de Entreri.
Si la tenía, entonces Entreri no podría detener a tiempo el siguiente ataque del drow.
Todo a una.
Cimitarras contra daga y espada. Drizzt contra Entreri.
Los sonidos de la pelea cesaron.
Jarlaxle tomó aire como si hiciera mucho tiempo que no respirara.
Frente a él dos guerreros se miraban a los ojos en una semblanza idéntica a la que Jarlaxle hubiese visto hacía tiempo en otro lugar.
Pero las tornas habían cambiado.
Artemis Entreri sostenía Garra de Charon, la temible espada mágica, sobre el cuello de Drizzt Do'Urden, este no podía hacer nada por cabiar la situación, una de sus cimitarras estaba caida a metros de él y la otra estaba a punto de caer de su mano sangrante, herida duramente por la daga enjoyada que seguía empujando la cimitarra hacia abajo.
Unos mechones de cabello blanco colgaban de Garra de Charon, cortados en la veloz maniobra. Y el cuello de Drizzt se agitaba rápidamente.
Entreri sujetó la espada con fuerza, sentía la sed de sangre de la espada, Garra de Charon quería la muerte de Drizzt, estaba hambrienta y ansiosa de muerte. Maldita espada sintiente.
Podía matar a Drizzt. Por fin, despues de tantos años, la pelea había sido justa, el combate intenso, había ganado justamente a Drizzt Do'Urden. Podía dar muerte definitiva al vigilante y nada ni nadie podría recuperarle si la diabólica espada consumía al drow con su mortífero toque. Un roce en aquel cuello élfico, onice brillando con el sudor que resbalaba por él... y Drizzt dejaría de respirar para siempre.
Y sin embargo... ¿por qué¿por qué no lo hacía? Entreri gruñó una maldición y empujó más su daga, desarmando completamente a Drizzt.
No se sentía capaz de matarlo. La alegría de la victoria se había apagado con la rapidez con que se apaga una vela de un soplido. De pronto matar a Drizzt era algo que no le interesaba lo mas mínimo, no le producía ninguna emoción. No, eso no era cierto, no le resultaba indiferente. Era que... no quería matar a Drizzt.
Apartó el hambriento filo del cuello de Drizzt y mandó al drow hacia atrás con una fuerte patada en el plexo que le dejó sin aliento y de rodillas.
- ¡Patetico, Do'Urden!.- Entreri escupió al suelo.- ¿Es que has pasado los ultimos meses comiendo y durmiendo?
Drizzt recuperaba el aliento con dificultad, agotado, le dolían todos los músculos del cuerpo y mucho más la mano, que sangraba.
Se sentía tan vivo. Increiblemente vivo despues de todos aquellos meses. La sensación de estar atrapado entre cuatro paredes se había desvanecido. Acababa de combatir contra Artemis Entreri, y había sido derrotado.
No se sentía mal por ello, furioso si, pero no amargado. Asombrado porque Entreri hubiese decidido no matarle, confuso por la derrota, pero sobre todo, se sentía vivo y pleno. Hayando un remanso de paz en el agotamiento, en la bajada de adrenalina tras el combate de titanes que acababa de librar.
Se quedó sentado, no sentía fuerzas para levantarse, y tampoco veía la necesidad, quería disfrutar de aquel momento.
- ¿Drizzt¿Te encuentras bien?
Drizzt alzó la vista y se encontró con la mirada unica y preocupada de Jarlaxle.
- Si.- El vigilante gruño dolorido.- Perfectamente, solo... solo necesito un momento y estaré como nuevo.
- Dejame ver tu mano, te estas desangrando.
Drizzt se resistió un poco a ser tocado pero Jarlaxle se mantuvo firme y sacó su orbe curativo, dejando que la magia cerrase la profunda herida. Cuando estuvo completamente curado Jarlaxle le ayudó a ponerse en pie, le temblaban las piernas, de modo que tuvo que apoyarse ligeramente en el otro drow, que le palmeó la espalda paternalmente.
- Zaknafein se hubiese reido de ti.
Drizzt no replicó, enfurruñado, seguro, probablemente hubiese soltado un comentario del estilo de que había dicho Entreri acerca de ser un perezoso o algo así. Había perdido... realmente había sido derrotado.
- Tenemos visita.- Dijo Entreri mirando mas allá de ellos.
Efectivamente unos guardias debían haber avistado la pelea y acudían a la carrera con cara de pocos amigos al descubrir a los dos drows.
- Cuantas molestias.- Jarlaxle suspiró miró a Drizzt.- ¿Te ves con fuerzas para echar una carrerita?
Muy a su pesar Drizzt negó con la cabeza. Correr podía, pero se agotaría antes de dejar a atrás a los guardias. El mercenario chasqueó la lengua y sacó una poción de su inacabable provisión de bolsillos ocultos.
- Te dará nuevas fuerzas temporalmente. Vamos allá.
Drizzt se bebió la poción de un trago y sintió al instante una nueva fuerza en su interior. Sin tiempo de más, ambos drows corrieron tras los pasos de Entreri, que ya se había puesto en marcha hacia la posada en que Jarlaxle y él tenían una habitación alquilada. Evitarían a la guardia esa noche y mañana por la mañaña abandonarían la ciudad por una via ya negociada con un grupo de contrabandistas.
Ocultándose en las sombras y moviéndose a la carrera por los callejones, los fugitivos evitaron a sus perseguidores y llegaron a la posada saltando desde el tejado contiguo.
Entreri comprobó que las trampas de la ventana y la puerta estaban intactas y dio el visto bueno para que entrasen Jarlaxle y Drizzt.
Aunque no veía con buenos ojos que Jarlaxle hubiese traido a Drizzt. Que el vigilante arreglase sus propios problemas.
Drizzt sintió de nuevo aquel temblor en las piernas por el sobreesfuerzo, los efectos de la poción se estaban agotando rapidamente y el sobreesfuerzo le vencía. Jarlaxle le ayudó a sentarse en la cama.
- ¿Mejor?
- Si.- Respondió secamente.
El mercenario se limitó a sacudir el ala de su sombrero como quitándole importancia a la cortante actitud..
Entreri por su parte, no estaba nada contento. No quería a Drizzt allí. No quería pensar en porque no le había matado y desde luego no quería saber que mosca le había picado a Drizzt.
- Perfecto, ahora lárgate.
- Artemis, no seas desconsiderado.- Reprendió Jarlaxle.
- Lárgate tu.- Gruñó Drizzt al humano.
Entreri dirigió su mirada furiosa a Drizzt, más que irritado por su actitud.
- No se cual es tu problema, ni me importa. Cierra el pico.
Drizzt se aferró a la cama con rabia y enseñando los dientes en una mueca agresiva a la que Entreri respondió del mismo modo. Reaccionaban como dos lobos alpha compitiendo.
- Niños, niños... ya está bien.- Interrumpió Jarlaxle.
El humano sacudió las manos con furia reprimida y finalmente se largó dando un portazo y dando zancadas. No pensaba aguantar aquello un segundo más.
Jarlaxle suspiró y se quitó el sombrero y la capa con resignación, a veces se sentía realmente viejo. Drizzt por su parte, tenía una expresión disgustada que realmente le desconcertaba.
- ¿Y eso? Creí que estabas enfadado.
- Y lo estoy.- Replicó.
Jarlaxle se levantó el parche dirigiendo una inquisitiva mirada a Drizzt con ambos ojos.
- Primero arisco, despues agresivo y ahora triste¿quién eres tu y que has hecho con Drizzt?
Drizzt sacudió la cabeza haciendo un gesto aburrido, no quería tener una conversación acerca de sus problemas. Ni siquiera él estaba seguro de que era lo que le pasaba, solo quería descansar, le dolía todo el cuerpo y la tensión acumulada se había desvanecido dejándole una agradable sensación de modorra.
Ya consultaría con la almohada. Y no pensaría en porqué le había intranquilizado la marcha de Artemis, como si perderle de vista menguase aquella calma.
Jarlaxle desistió de sacar nada en claro esa noche viendo como Drizzt se metía en la cama, la de Entreri por cierto, y se acomodaba ignorándole por completo.
Drizzt Do'Urden se había convertido en un impertinente aun peor que Entreri. Jarlaxle se rascó la calva y se acostó. Esperaba que Entreri encontrase otro sitio en el que pasar la noche, suponía que no volvería a ver al humano hasta el amanecer o quizá en el punto de encuentro para salir de la ciudad.
Había sido un día interesante sin duda.
Entreri se acostó en un dormitorio apenas dos calles mas abajo.
El brillo en los ojos de Drizzt, su actitud... Drizzt estaba herido. Herido por dentro. Entreri conocía el dolor, lo conocía muy bien, conocía el sufrimiento y durante su vida lo había combatido con todas las armas que conocía. Odio, rabia, furia y finalmente un control frio y duro, había encadenado el dolor con control total sobre él.
Drizzt estaba recurriendo a la furia para enfrentar su propio dolor, fuera el que fuera.
Maldito fuera, justo cuando no le interesaba era el vigilante quien se metía en su vida. Pero sobre todo, lo que mas le molestaba era la irritante sensación de que le importaba lo que le pasase al vigilante.
Necesitaba pensar en cualquier otra cosa. Sacó la flauta de madera de su bolso, podría aprovechar para practicar un poco aprovechando la ausencia de Jarlaxle, hacía días que no tocaba y podía perder lo que había aprendido.
Determinación y control, eso era todo lo que hacía falta.
Sangre. Muerte. Luchas inacabables.
Los orcos surgían en oleadas inagotables, uno tras otro, gritando, rugiendo, enarbolando sus hachas y espadas, atacándole con rabia. Gigantes de la escarcha surgieron a su espalda con gigantescas armas, arrancando de cuajo los obstáculos a su paso.
Estaba hundido hasta las rodillas en sangre, le dolían los brazos, le ardían los pulmones, y no se acababan, eran demasiados, no importaba cuanto luchase, cuantos matase, nunca se acababa, nunca paraban, acudían oleada tras oleada, uno tras otro, miles a la vez, rodeándole, asfixiándole...
Eran drows de Menzoberranzan, era su madre, eran humanos encolerizados, eran elfos vengativos, era el cazarrecompensas Roddy, eran los bárbaros del norte, era Akar Kessel, eran bandidos, era su hermana, eran todos los enemigos que había tenido a lo largo de su vida, todos allí reunidos en una única avalancha reunida contra él, unidos a la horda de orcos y gigantes. Mirase donde mirase, Drizzt solo veía enemigos.
Todo era una vorágine, de pronto Drizzt se percató de que no tenía sus armas, sus cimitarras habían desaparecido por arte de magia, estaba indefenso, se volvió y corrió, corrió con desesperación perseguido por sus enemigos, que le prometían toda suerte de muertes horribles. Tenía que huir, buscar refugio en aquel caos de muerte y odio descontrolado.
Un claro, y en él una figura, un humano vestido en sólido negro, erguido como si fuera amo y señor de aquel lugar, un pilar estático. Drizzt se lanzó contra la figura, aferrandose a aquel hombre con desesperación, tras él sus enemigos gritaron ultrajados y se detuvieron entre quejas y aullidos al ver como su presa se ponía fuera de su alcance.
Drizzt alzó la vista. Estaba abrazado a Artemis Entreri.
Drizzt despertó subitamente, sorprendido y confuso.
Por un momento sintió pánico al no reconocer los alrededores pero poco a poco recordó lo acontecido el día anterior y comprendió. Jarlaxle no estaba allí, probablemente ya se había marchado. Mejor, no quería hablar con él, quería estar solo.
Recogió sus cosas y gruñó una maldición. No había conseguido el colgante y encima era mas que probable que las autoridades de Sembia le considerasen complicé de Jarlaxle y Entreri.
Entreri...
Drizzt envainó sus cimitarras con gestos bruscos y se marchó saltando por la ventana al callejón adyacente. Se marcharía cuanto antes, no sabía adonde iría, y la verdad no le importaba, quería estar solo, solo eso. Solo.
Nota de la autora: ¡Me leisteis la mente con los reviews! Si señor, Drizzt tenía que perder, sencillamente ya era hora de que fuese Entreri el que tuviese las tornas de su parte. Es que no vale, joe, el pobre siempre ha tenido desventajas al enfrentarse a Drizzt.
Bueno, encuentro introductorio realizado, a partir de ahora las cosas toman formas definitivas y el fanfic toma ritmo.
Jarlaxle está hecho un loro, los colores, el parloteo... pero así es como le queremos. En cuanto a las traducciónes, bueno, mejor que se quede como está lo de Garra de Charon, porque como traduzcan todos los nombres nos puede dar un patatus¿os imagiais a Bruenor Battlehammer? Bruenor Martillo de Guerra... agh.
