Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 4. Complices

- ¿Aun enfurruñado?

Jarlaxle observó a su socio, Entreri estaba muy silencioso, mas aun de lo habitual, se le veía huraño. Jarlaxle había evitado diplomaticamente mencionar a Drizzt, no dudaba de que el humano no estaba satisfecho incluso tras derrotar al vigilante. Lo cual era extraño.

Se lo comentaría por supuesto, pero era prudente dejar pasar un día al menos, dejar que Entreri se calmara. Aunque tenía su gracia verle con ese mohín. Que encanto.

- Ese idiota...

- ¿Eh?

Entreri se asomó por el oscuro callejón y Jarlaxle le imitó, curioso.

Drizzt estaba en apuros. Al parecer el vigilante había sido sorprendido por unos parroquianos que inmediatamente habían llamado a la guardia sobre un drow. Ersemian se había ocupado de hacer correr la voz de una recompensa por la recuperación de los colgantes desaparecidos a manos de unos malvados elfos oscuros y su complice humano. Justamente Jarlaxle y Entreri habían realizado de antemano el trato de salida con los contrabandistas por aquel motivo. Saldrían de la ciudad escondidos en uno de los transportes ilegales en el puerto.

Drizzt no había tenido preparado nada parecido y ahora discutía a voz en grito con un trio de guardias y una creciente multitud.

Entreri frunció el ceño. Tenía mal aspecto. Viajando con Jarlaxle había conocido de antemano la tendencia de la chusma numerosa de reunirse en masa para atacar a un unico enemigo, olvidando problemas individuales para culpar de todos sus males al extranjero o no humano. Siendo la víctima un drow, el conflicto estaba servido. La chusma acabaría formando una turba y atacaría a Drizzt a menos que los guardias hiciesen su trabajo, y no parecía probable que aquellos tres soldados pudiesen contener a todos los parroquianos que iban reuníendose.

- Hay que sacarlo de ahí.- Gruñó Entreri.

- Estaba por sugerirlo pero me sorprende que te me hayas adelantado.

Entreri estaba aun mas sorprendido que Jarlaxle a decir verdad. Resolvió no pensar mas en ello, cualquier pensamiento relacionado con el vigilante siempre le provocaba demasiados quebraderos de cabeza. Como pensar en porque no había matado a Drizzt, qué le ocurría al vigilante para parecer tan furioso y atormentado... por qué le preocupaba lo que le pasase... bueno, maldito fuera, no dejaría que su mayor rival fuese asesinado por una patética multitud enfurecida.

Jarlaxle sacó sus esferas de humo, rompiendolas contra el suelo crearía la cobertura y ocultación necesarias para sacar a Drizzt de entre la multitud.


Drizzt sintió una horrible opresión en el pecho, sentía a su alrededor a la multitud, hombres y mujeres arremolinados a su alrededor, le insultaban, le llamaban ladrón, después le adjudicaban todos los improperios dedicados a su infame raza. Los guardias ordenaban a la multitud que se dispersase en vano. Una piedra golpeó la espalda de Drizzt.

El vigilante echó un vistazo a la multitud sintiendo en su interior una amarga mezcla de pesar y de rabia. Si no se defendía le matarían, le apedrearían como a un vulgar delincuente, y si se defendía y mataba a alguno de aquellos parroquianos, entonces sería un asesino y la "justicia" de Sembia le daría caza para colgarle.

¿Por qué? Tanto que había luchado, tanto que había aguantado... nadie parecía capaz de concederle una oportunidad, siempre había tenido que probarse ante todos.

Aunque ahora que lo pensaba, había una persona que había reconocido su corazón desde el principio. Ante él no había tenido que luchar para ser aceptado como un ser completamente diferente al resto de los drows.

Artemis Entreri. Por extraño e irónico que fuese, el humano le había reconocido desde el principio, en su primer encuentro en Mithrill Hall.

"¿Como sabes que mantendré mi palabra?"

"Eres demasiado honesto para que me quepa ninguna duda, drow."

Así sin mas, sin haber intercambiado apenas mas de dos frases. Entrerí y él se habían juzgado el uno al otro en cuestión de instantes. Que extraño y desalentador.

Una fruta podrida chocó contra su hombro. Y despues se sucedieron los golpes, frutas, piedras, huevos...

Drizzt desenvainó con un rugido de rabia. En ese momento todo se volvió rojo.

Literalmente.

Una densa humareda roja y naranja surgió desde el suelo en varios puntos. Pronto la visibilidad se hizo nula y cundió el pánico ante la temida "magia drow".

Drizzt se movió a ciegas, tratando de encontrár una salida entre el caos de la multitud, entonces se topó con un hombre armado con un garrote. El parroquiano superó la sorpresa inicial y le atacó maza en ristre. Drizzt gruñó, si querían morir les complacería, no se dejaría humillar por mas tiempo.

Sus cimitarras chocaron con un filo rojizo que ya había visto antes.

Artemis Entreri apareció entre el humo. A Drizzt le pareció tener un deja vu.

- Ven.- Le dijó el humano.

Entreri le agarró por la manga de la camisa y tiró de él. Ambos salieron de entre la multitud.

Jarlaxle lanzó dos esferas más para asegurarse de cubrir la retirada y después corrió tras su socio y el vigilante. Despues del lio que acababan de organizar mas les valía desaparecer de la ciudad cuanto antes o los contrabandistas pensarían en renegociar lo del viaje.

Finalmente llegaron hasta el puerto y se reunieron con los marineros de la Ballena Negra, un navio que había sido pirata y ahora simulaba una cierta legalidad para pasar material ilegal, armas, drogas y documentos de organizaciones algo oscuras.

El capitán, un semielfo tuerto y pelirrojo, miró a Drizzt con extrañeza.

- Eran solo dos pasajes, esta adición de ultima hora va a saliros cara.

- ¿Cuánto de cara? No somos tan ricos como su merced pueda creer.

El capitán miró a Jarlaxle con una clara indicación de que su mentira era ridícula sencillamente echandole una ojeada, Jarlaxle llevaba encima una fortuna en completementos.

- 2.000 piezas de oro.

- Por ese precio me compro una chalupa y remo.- Gruñó Entreri.

- Adelante, seguro que llegas lejos.- Se burló el semielfo.

No obstante la mirada de Entreri fue lo sificientemente amenazante para que Raen, hombre sabio conocedor de mundo, meditara sobre enfurecer a aquel humano.

- 1.600 piezas de oro, tres tripulantes no era lo convenido.

- Sigue siendo un precio excesivo, maese Raen, sea generoso, le aseguro que tener futuros negocios conmigo puede ser muy beneficioso. Mi banda estaría encantada de tener negocios con un mercante de su categoría.

A Entreri le daba la impresión de que Raen era un hombre inteligente, y que desde luego no quería tener nada que ver con drows excepto lo mas mínimo. Rebajaría el precio, pero no era probable que cediera más a los intentos de Jarlaxle de agasajarle.

- 1.300, y estoy insultando mis principios, maese Jarlaxle. No cambiaré de opinión.

Jarlaxle sonrió, había esperado negociar mas y tener futuros negocios con el capitán, pero en fín, no podía ser. Sacó una bolsa con la mitad del dinero, 650 piezas de oro en monedas de platino. La otra mitad al llegar a puerto.

Drizzt permaneció en silencio, entre Jarlaxle y Entreri. Le iban a sacar de la ciudad. Nuevamente Entreri había salido de la nada y le había... ¿rescatado?

- Vamos adentro, antes de que alguien decida que sacará dinero vendiendonos.

Drizzt alzó la vista y su mirada se cruzó con la de Entreri, el humano frunció el ceño, incómodo bajo la mirada escrutadora del drow, que le preguntaba en silencio "Por qué".

No sabía cual era la respuesta adecuada de modo que se plantó con enfado.

- ¿Y bien? Vamos, no tenemos todo el día.

Drizzt escudriñó el mofín irritado de Entreri, no sabía que esperar del humano, siempre había creido conocerle, sabía que tipo de persona era Entreri. Era como los drows, pero con un toque distinto, no era cruel por diversión, era cruel por necesidad.

Siempre le había parecido que tenía un cierto simil con su propio padre, Zaknafein. Algo que nunca le había gustado pero no podía negar.

- Arriba, Drizzt, no podemos quedarnos a saludar a las autoridades locales.- Rió Jarlaxle.

Jarlaxle y su alegre forma de ver la vida, Drizzt suspiró y acompañó a la pareja de cazarrecompensas al barco, a veces envidiaba la actitud despreocupada del otro drow, que nunca parecía especialmente disgustado por nada. Quizá era porque había visto cosas tan horribles en su vida que ahora todo le parecía maravilloso e idilico comparado con sus primeros años.

No tenía muchas opciones, de modo que subió al barco. De pronto se había convertido en un fugitivo, junto a un antiguo enemigo y un drow al que dudaba que fuera sensato llamar amigo.


Se notaba que la Ballena Negra había sido un navio pirata y que sus ocupaciones no eran muy diferentes. Los marineros eran guerreros embrutecidos que obedecían a su capitán con lealtad comprada con miedo y dinero. Así mismo miraban a los drows con suspicacia pero sin miedo alguno, aquellos hombres sabían que la sangre derramada era igual de roja en todos, hombres, elfos, trolls marinos y sahuajines.

Además, siendo gentes del mar sabían mas de los terrores oceánicos que de terrores subterraneos como lo eran los infames elfos oscuros. Y aquellos ex –piratas eran lo suficientemente infames como para no poder quejarse al respecto.

Drizzt obsevó las maniobras mientras dejaban el puerto. Se preguntó donde estaba el capitán Deutermont y que estaría haciendo ahora, por unos días en su obligado retiro había pensado en volver a surcar el mar de la Costa de la Espada con su viejo amigo, pero ahora se daba cuenta de su error. Estar en un barco implicaba por fuerza hacer relaciones sociales a todas horas, un barco era un lugar pequeño y por fuerza te veías recluido y en compañía de otros, sin la posibilidad de elegir la soledad o de buscar espacios abiertos excepto el vasto mar.

Por fortuna allí nadie pretendía comunicarse con él, Drizzt se apoyó en la baranda del barco y observó como se alejaban de la ciudad, a la que ni podía ni querría regresar jamás.

- Bueno, Drizzt, supongo que querras saber a donde nos dirigimos.

El vigilante miró a Jarlaxle, que se situó junto a él. La compañía del drow era mas agradable ahora que en aquella fiesta. Quizá porque la situación no era tan agobiante y el mercenario no necesitaba actuar como una atracción de la corte.

- Al puerto mas cercano a Damara supongo.

- Cierto... supongo que una vez allí podras coger otro barco o bien viajar a pie y descubrir otros paisajes. La emocionante vida de un explorador¿no es así?

- Se supone que tengo un colgante que recuperar.

- Podrías decir que... se ha roto.- Jarlaxle sonrió amistosamente.

Que facil, Drizzt jugueteó con un mechón de pelo, sonaba tan sencillo decir una mentira y quedarse tan tranquilo, sin pensar en el honor, en la palabra dada... aunque bueno, en realidad Drizzt no había prometido nada a Caderly... pero practicamente era lo mismo... Pero no era lo correcto. Se suponía que tenía que hacer lo correcto.

No, se suponía que tenía que hacer lo que le dictaba su corazón. Eso era lo que había hecho al abandonar Menzoberranzan. ¿Cuándo se había desviado de al senda de su corazón para seguir los dictados y normas de otros?

- De todos modos ni siquiera sé si el colgante de Elyue está en mi poder.- Añadió Jarlaxle.

- ¿Cómo?

- Tenemos tres, no sabremos cual es hasta que lo identifiquemos.

Este drow era aun mas peculiar que él mismo. Y eso era mucho decir.

- ¿Y Entreri?

- Artemis está en el camarote, estará tocando la flauta.

Drizzt tragó saliva por el lado equivocado y se puso a toser un buen rato antes de tranquilizarse y volver a mirar a Jarlaxle con expresión asombrada y ruborizado. Jarlaxle le miró con extrañeza y unos segundos después comprendió y soltó una carcajada.

- ¡La de un solo agujero no, hombre, una flauta musical!.- Explicó riendose a carcajadas.

Drizzt sintió que le ardían las orejas de la vergüenza, había pasado demasiado tiempo oyendo las socarronas y soezes bromas de los marineros del Duende del Mar.

- Eh... ah... ¿toca la flauta?

- Es algo nuevo, creo que no te conté esa parte¿recuerdas que te dije que las dragonas nos habían puesto como meta robar una flauta mágica? Bueno, pues al final Ilnezhara se la dio a Artemis y le "sugirió" que aprendiera a tocarla.

- ¿Y lo está haciendo?

Jarlaxle asintió con una sonrisa complice.

- Practica cuando cree que no me entero, pero a veces le he oido de lejos. Y creeme, lo hace fatal, parece que esté estrangulando a un pájaro.

Este hombre debía ser la única persona en el mudo capaz de hacer befa y mofa de Artemis Entreri sin temer por su vida. Drizzt se sorprendía de ver que seguían siendo socios despues de tanto tiempo. Que paciencia, por parte de ambos.

Entreri oyó los pasos resonando y se apresuró a guardar la flauta.

Jarlaxle entró en el camarote seguido por Drizzt. Entreri les miró con expresión aburrida y se incorporó en su hamaca.

- Creo que deberíamos investigar el botín.- Comentó Jarlaxle sacando los tres amuletos de su bolsa de gran capacidad.

- ¿Ahora?.- En realidad a Entreri lo que le molestaba era la presencia de Drizzt.

- Claro¿por qué no?

No se¿por qué Drizzt nos atacó por el mencionado botín? Entreri se encogió de hombros, la lógica de Jarlaxle era casi alienígena. Bajó de la hamaca y observó los colgantes, lo cierto era que todos parecían mágicos, pero solo uno era el que buscaban.

Drizzt se mordió el labio, sabía cual era el colgante de Elyue y los cazarrecompensas no, quizá podría tratar de engañarles y llevarse el colgante adecuado dejandoles a ellos los otros dós. Pero engañar a Jarlaxle y Entreri resultaría realmente complicado...

Cogió uno de los colgantes, no el de Elyue claro. El colgante de Elyue era el pequeño prisma azulado engarzado en un hueso negro, que ahora examinaba Jarlaxle.

Drizzt miró el medallón del colgante que había cogido, se trataba de un círculo divivido en dos medias lágrimas curvas simétricas. Una mitad negra y la otra blanca, y en la zona mas ancha de cada lágrima un pequeño circulo con el color opuesto.

- El símbolo me resulta familiar.

Entreri se acercó y miró el medallón con interes. Drizzt sintió una leve tensión al notar cercano al peligroso humano.

- Es un símbolo oriental, el yinyan o algo similar.

Jarlaxle rió por lo bajo y Entreri le fulminó con la mirada.

- ¡Qué?

- Ying-Yang, amigo mio, Ying-Yang. Es un símbolo de equilibrio espiritual.

Equilibrio espiritual. Drizzt observó el medallón en su mano. Equilibrio. Cuanto lo buscaba, recuperar aquello que había perdido. Recuperar su equilibrio...

El medallón empezó a brillar en su mano, la mitad negra emitía un fulgor violaceo invadiendo la mitad blanca...

- ¡Drizzt¡Suelta ese...!

Drizzt ya no escuchaba, el camarote se inundó de luz.

Nota de la autora: Estaba tardando en salirme el argumento principal, generalmente me sale directamente en el primer capítulo pero esta vez he dedicado tres a establecer la situación... mmmh... creo que haré un arreglo uniendo los capítulos 1 y 2 en uno solo. Si un día de estos mirais el fanfic y no está, no os alarmeis, es que estoy volviendo a subirlo con esa corrección.