Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 5. Dos caras

Entreri propinó una bofetada a Drizzt pero el drow seguía sin reaccionar.

- No creo que ese sea un buen método.- Comentó Jarlaxle marchándose.

- A veces funciona.- Replicó Entreri.

Despues del estallido de luz del talismán, Drizzt había caido al suelo en plancha. Ya habían pasado tres días y seguía sin reaccionar, Jarlaxle y él le habían tendido en la hamaca pero no habían podido despertarlo. Ahora Jarlaxle se dedicaba a investigar el amuleto del Ying Yang mientras Drizzt dormía profundamente.

Al menos no tenía mal aspecto, no se le veía enfermo en absoluto, solo dormía. Entreri le arropó con la manta. Si el drow dormía durante todo el viaje casi mejor, se ahorraría su compañía. Pero le preocupaba.

Que joven parecía durmiendo. Entreri observó el placido perfil, despues de todo Drizzt era relativamente joven, los elfos oscuros podían vivir mas de 500 años, y por los comentarios de Jarlaxle, Drizzt debía rondar los 70 años... Entreri no podía creer que Drizzt tuviese casi el doble de años que él. Claro que también le costaba pensar que Jarlaxle podía tener cientos de años más.

Drizzt Do'Urden... su reflejo en el espejo, a decir verdad tenían un cierto parecido físico en los rasgos, por eso había resultado tan profundamente perturbador cuando habían combatido en la infraoscuridad, con la infravisión que eliminaba los colores y convertía todo en matices de gris, blancos y negros.

Tan parecidos y tan diferentes. Entreri se inclinó y observó de cerca el rostro placido del elfo oscuro, recorriendo los detalles, las orejas puntiagudas, la lisa y espesa melena blanca, la mandíbula definida, pómulos altos enmarcando la nariz, las cejas blancas delineadas sobre los ojos levemente almendrados...

Entreri sacudió la cabeza, últimamente se quedaba ensimismado con las cosas mas triviales.

Se dirigió hacia la puerta, quería saber si Jarlaxle era capaz de sacar algo en claro del amuleto.

- Mmmh...

Entreri se volvió a tiempo de ver a Drizzt remolonear en la cama. Por fin se despertaba, los ojos lavanda se entreabrieron y el elfo dirigió una amplia sonrisa a Entreri.

- Buenos días, lobo feroz.

La sonrisa picarona ya era desconcertante, pero el saludo y el apelativo ya descolocaron por completo a Artemis. El drow se incorporó con cierta dificutal dado el largo tiempo postrado y Entreri se acercó con cierta precaución, no había forma de saber de que forma había afectado a Drizzt el artefacto mágico.

El drow se estiró levantando los brazos y arqueando la espalda hacia delante, lucía la sonrisa satisfecha de quien ha dormido cuanto ha querido y más. Se estiró profundamente y despues se revolvió el pelo, que había quedado algo aplastado.

- Que gusto, ahora solo necesito un baño.

Entreri frunció el ceño y se puso junto a la hamaca, mirando al drow con examen clínico. Había algo diferente en sus ojos, un brillo especial, bueno, de hecho el drow se veía casi radiante. Aunque el modo en que el drow respondió a su escrutinio era aun mas extraño, le devolvió la mirada con aire pícaro y se adelantó haciaél balanceando la hamaca, estando incómodamente cerca.

- ¿Qué pasa, Artemis¿Se te comió la lengua el gato?

No le gustaba que le llamasen por el nombre de pila, Entreri solo dejaba que personas muy utiles o cercanas le llamasen Artemis. Jarlaxle lo había hecho hace tiempo, pero es que era Jarlaxle y era inutil discutir con él.

Pero Drizzt nunca le había llamado Artemis, de hecho el vigilante había gustado de mantener una completa frialdad y desprecio por él evitando familiaridades. Y de pronto le trataba de Artemis y se comportaba como... como si estuviera filtreando.

- El colgante era mágico, te dejó inconsciente, has dormido tres días.- Le informó.

- Ajá.- Drizzt no parecía preocupado.

Entreri le puso la mano en la frente, no, no era un episodio febril. Pero quizá Drizzt aun estaba desorientado por el efecto de haber dormido tanto. Esperaba que el amuleto no hubiese tenido efectos adversos permanentes

Pero al parecer estaba en forma, Drizzt saltó de la hamaca y estiró las piernas. Entreri se cruzó de brazos, no en absoluto convencido de que el drow estuviese completamente recuperado. Aquel comportamiento no era el habitual precisamente, no en su presencia al menos.

Se marchó del camarote en busca de Jarlaxle, si Drizzt estaba despierto había que averiguar cuanto antes que efectos había tenido el amuleto sobre él.

Encontró a Jarlaxle jugando a las cartas con el capitán Raen en vez de estar investigando el amuleto. Entreri apretó los dientes, no podía contar con el maldito mercenario para nada.

- Ah, maese Entreri¿quiere unirse a la partida?.- Invitó Raen.

El capitán parecía visiblemente nervioso, problablemente Jarlaxle le estaba ganando y la apuesta era alta. Era posible que Jarlaxle pudiese ahorrarse la mitad del pasaje que debía al semielfo al llegar a tierra.

- No.- Respondió secamente.- Drizzt está despierto.- Dijo a Jarlaxle.

- Eso es fantástico.- Jarlaxle dejó las cartas para el alivio de Raen.- ¿Cómo se encuentra?

- De pie, parece estar bien.

- ¿Parece?

Entreri hizo un gesto para ir a hablar a solas. Jarlaxle suspiró y se levantó.

- Parece que tendremos que dejar aquí la partida. Lástima.

Raen parecía realmente aliviado, dejó que Jarlaxle recogiese sus ganancias y respiró tranquilo cuando los dos cazarrecompensas se alejaron hacia la proa.

- Parece estar bien fisicamente, pero hay algo raro.

- ¿Raro?

- ¿Qué has sacado del amuleto?.- Cambió de tema Entreri.

Jarlaxle lo sacó, el dibujo había cambiado, estaba en movimiento, ahora no era simétrico sino que la lagrima negra fluctuaba, se movía, engullendo gran parte de la zona blanca de forma errática.

- El Ying-Yang es un símbolo de equilibrio, creo que se ha sincronizado con Drizzt y probablementeesté trastocando su equilibrio espiritual.

Equilibrio espiritual. Entreri escupió al mar con cierto desprecio, aquello le parecían estupideces. Nunca había creido en esas teorias propias de los monjes acerca de alma equilibrada e iluminación. Estaba de acuerdo en la disciplina de estos, en su constancia y en un cuerpo y una mente perfectos y afinados.

Pero la meditación y la armonía... eran cuentos. Eso de la busqueda del termino medio solo era una excusa para que ser un mediocre sin aspiraciones pareciese algo profundo.

- ¿Y de que modo le va a afectar?

- Lo ignoro.- Admitió Jarlaxle.- Llegaremos a tierra en dos días, entonces podré contactar con Kimmuriel y hacer que examinen el colgante.

- ¿Y Drizzt?

- Mantengamosle vigilado, yo voy a ver cuanto dinero puedo sacar a nuestro encantador anfitrion, Raen es un gran jugador¿sabías?

Entreri no hizo comentario alguno sobre la infame manera de hacer trampas de Jarlaxle, que tenía un repertorio inmenso de trucos para cartas. Y lo de vigilar a Drizzt... no le gustaba, pero era cierto que no era buena idea perderlo de vista en su estado. Fuera cual fuera su estado.

Regresó al camarote pero Drizzt ya no estaba allí... y tampoco estaban sus cimitarras.

Entreri gruñó una maldición y salió en busca del vigilante.

Finalmente se encontró con uno de los marineros, un humano sureño como él, al parecer el drow le mandaba un mensaje, le esperaba en la bodega para practicar.

¿Practicar¿Drizzt Do'Urden quería volver a combatir contra él? Extraño... claro que eso ya había ocurrido antes del incidente con el amuleto.

Entreri recogió a Garra de Charon y su daga enjoyada, y bajó hacia la bodega.

La idea de volver a enfrentarse a él le gustaba. No se trataba ya de la idea de ganar o perder, una vez había perdido, la última había ganado¿y hoy¿quién sabía? Pero la idea de volver a dar lo mejor de sí mismo, combatir al límite contra su némesis, eso era lo que realmente le dirigía tras el drow.

Aunque debía admitir que le picaba la actitud de Drizzt.

El sonido de una respiración profunda le sacó de sus cavilaciones, Entreri la siguió hasta la bodega, hasta una parte tras los grandes cajones de armas que se había quedado vacía, un sitio resguardado pero sin estorbos, perfecto.

Y allí estaba Drizzt. El elfo oscuro se había quitado la camisa, llevaba el musculoso torso al descubierto y estaba descalzo, con solo sus pantalones de cuero curtido. En sus manos llevaba las cimitarras gemelas, Centella y Muerte Helada. El drow las movió en el aire, entrenándose para el inminente enfrentamiento.

Drizzt era una obra de arte, moviéndose son fluidez y fiereza, como si se le hubiese quedado algo de su compañera felina, Guenvywar. Un gato salvaje, un león de piel negra y espléndida melena blanca moviéndose a su son.

- ¿Vas a quedarte mirando o empezamos?.- Comentó Drizzt sin mirarle.

Entreri se maldijo por haberse quedado contemplando y recuperó rapidamente su temple.

- ¿Vas a pelear así? No es mi problema pero aun puedes pensártelo.

Drizzt se echó el pelo hacia atrás con un gesto veloz y le señaló con una cimitarra.

- Ya basta de hablar. Vamos, lobo feroz.- Sonrió.

Artemis Entreri no pensaba dejar aquello tan facil a Drizzt. Si el drow quería pelear sin la ventaja de las tobilleras, la armadura o simplemente la capa, Entreri no iba a dejarle pensar que había perdido por culpa de ese detalle. Clavo su espada en el suelo y la daga en un arbol, en un momento se quitó la armadura de cuero y recuperó sus armas. Le parecía absurdo prescindir de las botas y la camisa, y de ese modo se dispuso frente a su enemigo.

- Vamos, Do'Urden.

Ya no se oía nada más excepto a los luchadores.

Se notaba que Drizzt estaba mas centrado, el combate estaba siendo mas intenso y reñido. Entreri escupió sangre y reanudó su ataque con más énfasis, Drizzt había conseguido darle una buena patada en la mandíbula pero Entreri se había desquitado con un largo corte a lo largo de la pierna del drow.

Ahora seguían rondándose, moviendo los pies sin parar sobre la madera, mirándose a los ojos sin perder el equilibrio de poder entre ellos, cada herida tenía una respuesta igual de su adversario, cada paso tenía un gemelo, ojos grises prendidos de unos violeta.


En el bolsillo de Jarlaxle, el dibujo cambiante del amuleto se estabilizó. La lágrima negra engulló la blanca reduciéndola a una media luna y pronto solo eso y el solitario círculo blanco menor original permanecieron como puntos en claro.


La cimitarra de Drizzt realizó un espectacular barrido a la altura del cuello pero Entreri dobló la espalda hacia atrás evitando el filo sin necesidad de pararlo con una estocada.

- Ahora empieza.- Susurró el drow con una mueca de salvaje alegria.

Y empezó.

Si el combate había sido duro, ahora se volvió frenético, Drizzt estaba mas agresivo que nunca, Entreri se adaptó al ritmo rapidamente, poniendo toda la carne en el asador. Si había que sudar la camisa, se sudaba.

Ambos contendientes estaban cubiertos de sudor y miles de heridas sangrantes, pero nada les detenía en el frenesí del combate.

Entreri sentía preocupación, la expresión del rostro de Drizzt le perturbaba. Sonreía, el drow nunca antes había hecho eso, podía concentrarse, enfadarse, estar impreterrito... pero nunca antes había sonreido. Mientras cruzaban sus aceros el drow parecía pasarselo en grande exhibiendo una sonrisa feral de satisfacción.

Una salvaje acometida por parte de Drizzt y Entreri la frenó con idéntica fiereza, quedando trabadas sus armas y sus rostros a pocos centimetros de distancia, ambos con una mueca feroz.

- He esperado mucho este momento.- Gruñó Drizzt con una sonrisa feral.

Acto seguido Drizzt se lanzó hacia delante y unió sus labios con los del muy sorprendido humano.

La sorpresa debilitó el empuje de Entreri y el drow apartó sus armas con facilidad echándose sobre él y empujándole con fuerza hasta que ambos fueron a dar en el suelo. El drow se aseguró su posición superior sobre él y soltó las cimitarras agarrandole las muñecas con firmeza.

Algo malo estaba pasando, Entreri miraba a Drizzt y no estaba seguro de estar mirando al vigilante. Se le veía algo más, algo salvaje, pletórico en su toque indomable, sonriendo como bien podía hacerlo Jarlaxle. El drow se relamió.

- Mira que tenemos aquí...

- ¿Drizzt?

- Un Artemis Entreri... listo para comer.

Y con eso unos labios atacaron los de Entreri, los ojos del ex –asesino se abrieron comicamente. El drow aprovechó rapidamentela ahogada exclamación de sorpresa para invadir profundamente la boca de Artemis, recorriendo su boca con intensidad.

No podía creerselo, Entreri se retorció y peleó contra la presa con fuerza. Finalmente mordió.

Drizzt se apartó con un gañido de dolor llevándose una mano al labio herido por los dientes de Entreri. El humano se incorporó de un salto alejándose del drow. Sentía en su boca el sabor de Drizzt, el hormigueo en los labios... ¡aquel idiota le había besado¡con lengua!

Y ahora ni siquiera tenía el sentido común de avergonzarse, Drizzt se lamía la sangre del labio con la misma sonrisa anterior. Y le estaba... recorriendo con la mirada. Súbitamente Entreri lamentó haberse quitado la armadura.

- Que agresivo...- Comentó Drizzt lamiéndose la herida.

Este no era Drizzt, o por lo menos no el habitual, el colgante le había hecho algo, la magia...

- Tu no eres Drizzt.- Gruñó Entreri.

Drizzt no respondió sino que se acercó tranquilamente, con expresión feroz, sin coger sus cimitarras, de hecho las armas de ambos habían quedado en el suelo. El drow avanzaba hacia él como un depredador. Y en un momentó se lanzó sobre el sorprendido humano con un rugido animal.


Artemis Entreri suspiró acomodando su carga. Drizzt pesaba lo suyo.

Estaba dolorido, el maldito drow sabía golpear, Entreri tenía doloridas las costillas y en un rato tendría moratones oscuros junto a los cortes recibidos. Solo le consolaba el hecho que de Drizzt tenía un aspecto parecido y a eso se añadiría un buen chinchon en la cabeza.

Puede que Drizzt fuese implacable en esgrima, pero Entreri había recibido mas entrenamiento en el cuerpo a cuerpo de los matones de Calimport.

Y ahora llevaba al inconsciente Drizzt de regreso al camarote.

¿Qué le había hecho el amuleto? Parecía haberle quitado el juicio. Salió de la bodega atrayendo muchas miradas curiosas y mas de un murmullo. Entreri dirigió una mirada amenazadora al personal. Cargó con el drow hasta el camarote y abrió a la puerta de una patada. Jarlaxle se incorporó de su hamaca con extrañeza y despues se le quedó mirando pasmado.

- ¿Habeis resuelto vuestras diferencias a puñetazos?

- Si, ahora ayudame, que no es un peso pluma.

Dejó caer al drow en la hamaca y despues se tumbó aliviando sus propios dolores, no estaba precisamente en buen estado después de los combates. Jarlaxle dio buen uso a su orbe de curación, lo mejor que tenía en el inventario a opinión de Entreri, y sanó sus heridas y las de Drizzt.

- Definitivamente el amuleto le ha hecho algo al vigilante.- Aclaró Entreri.

- ¿Algo?

Me besó. Entreri se mordió el labio, de ningún modo pensaba decirle eso a Jarlaxle.

- Le volvió loco, mas impulsivo y después casi animal.

- Aja... veré que puedo averiguar.

Entreri sabía que el mercenario aun mantenía contactos con Bregan Da'erthe a traves de Kimmuriel de modo que lo dejó en sus manos, ellos descubrirían que efecto tenía el colgante mágico, además de descubrir si este era el que las dragonas les habían encargado recuperar o si bien aun no tenían que preocuparse por eso.

Bastantes problemas tenían ya.


Entreri se removió en su hamaca. Se sentía observado en mitad de la noche.

Harto de la sensación se volvió y abrió los ojos. Y se encontró con el brillo lavanda de los ojos de Drizzt. El drow le observaba intensamente, como si sintiera curiosidad.

- ¿Qué quieres?

De la hamaca de Jarlaxle llegó un gruñido. El mercenario había descubierto que la hamaca era una forma nueva y agradable de dormir y quería aprovecharla. Entreri y Drizzt le ignoraron.

- Conocerte.

Entreri se sintió confuso¿desde cuando Drizzt se preguntaba por él? Nunca había conseguido el interes de Drizzt en ese aspecto, pese a sus esfuerzos por obligar al drow a reconocer su existencia. Drizzt había sabido siempre que nada le irritaba mas que ser ignorado por la única persona que había despertado su interes.

- ¿Qué se supone que quieres saber?

- Si lo de gruñir cuando la lucha se vuelve intensa también lo haces en la cama.

Entreri estuvo a punto de caerse de la hamaca y Jarlaxle ahogó de mala manera la risa con las mantas. Drizzt por su parte, sonreía mirando la reacción alarmada de Entreri.

- Eso ciertamente no es de tu incumbencia.- Logró espetar Entreri dándole la espalda.

Oyó las risillas de los dos drows y se cubrió la cabeza con la manta.

Definitivamente aquel amuleto había trastocado la sesera a Drizzt¡y maldito fuera si iba a permitir que existieran dos Jarlaxles en el mundo!

Nota de la autora: Bueno, bueno, Drizzt está actuando rarillo¿eh? Jeje, ya explicaré con mas detalle que gracia nos ha hecho el medallón del Ying Yang. Como me gusta hacer rabiar a Entreri, es mi deporte local.