Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 8. Intervalo

- ¿Y no tiene cura?.- Exclamó Entreri exasperado.

- Ya te lo he dicho, si que la tiene.

- Que Drizzt "decida" curarse no es una cura.- Replicó el humano.

Jarlaxle se limitó a encogerse de hombros sin preocuparse demasiado.

- Lo que hay es lo que has oido. Drizzt debe tomar la determinación de recuperar su equilibrio espiritual. Darse cuenta de que no lleva el camino adecuado para él.

- Ah, que bien, ya me siento mucho mejor.- Gruñó Entreri.

Entreri se pusó las armas al cinto y se colgó la capa, aquello del amuleto que alteraba el Ying Yang, o el Yang y Yin o lo que fuera, era de dolor de cabeza. Ahora resultaba que Drizzt permanecería en... "ese estado" hasta que decidiese que tenía que serenarse.

Decidir. ¡Drizzt no estaba en sus cabales para decidir nada!

- Ya veo que te sientes mejor, desde luego.- Se burló Jarlaxle, y señaló la entrepierna de Entreri, que aun manifestaba cierta turgencia.

El humano maldijo en calishita y y salió de la habitación dando zancadas para que Jarlaxle no percibiera como se le volvían a subir los colores. Aquello era lo mas humillante que le había pasado en mucho tiempo. Ser sorprendido por Jarlaxle... de esa forma...

Jarlaxle salió tras su socio con una carcajada.

- Vamos, Artemis, no te enfades. Es normal reaccionar así estando en compañía de dos drows tan atractivos.

- Y modestos.- Gruñó Entreri sin volverse.

Estaban bajando las interminables escaleras cuando llegó a sus oidos el barullo de la calle, y los gritos y amenazas proferidos contra un drow.

Drizzt había vuelto a buscar problemas.

- ¡Es que no podemos dejarle solo ni un minuto?.- Exclamó Entreri.


Horas despues dos drows y un humano abandonaban la ciudad a caballo. Un muy enfadado Artemis Entreri iba en cabeza mirando de vez en cuando hacia Drizzt para amonestarle por su comportamiento. El vigilante había conseguido meterse en una pelea de órdago y Jarlaxle y Entreri se habían visto obligados a sacarle de la ciudad una vez más, y pagando una suma desmesurada a las autoridades para que "olvidasen" el problema.

- ¿Y a que demonios vino eso, si puede saberse?.- Preguntó Entreri finalmente.

- Estaban haciendo trata de esclavos, alguien tenía que darles una lección.

- ¿Y eras precisamente tú quien tenía que hacerlo?

- Si no lo hacía yo¿quién iba a hacerlo?.- Replicó Drizzt muy serio.

Se confirmaba la teoria de Jarlaxle, Drizzt seguía siendo Drizzt solo que... con esa particularidad de haber perdido cierto control de sí mismo. Lo cual debería haber sido tranquilizador si no hubiera insinuado que el Drizzt completo sentía atracción por él.

Continuaron el viaje hacia Heliogabalus a caballo. Entreri oyó una risilla y un cuchicheo a su espalda.

A la cuarta vez de esto se volvió hecho una furia y fulminó con la mirada a los dos drows, que seguían riendo y cuchicheando como colegialas.

- Dejad de hacer eso.

- ¿El que?.- Preguntó Jarlaxle haciéndose el inocente.

- ¡Lo sabeis perfectamente!

Decidió ignorarles y adelantó su caballo para viajar lo mas ajeno posible a sus compañeros de viaje. Empezaba a estar muy harto de los drows.

- Que mal carácter.- Rió por lo bajo Drizzt.

- Siempre.- Confirmó Jarlaxle.

A diferencia del control y estoicismo que el vigilante solía llevar consigo en su busqueda de lo justo, el "nuevo" Drizzt era un drow mucho mas relajado. No tan rápido en juzgar el bien y el mal, pero sin pelos en la lengua o reparos en hacer claras sus ideas.

- Es un gruñón.

- Demasiado auto-control.

Drizzt sonrió y Jarlaxle no tuvo dudas de que estaba mirando el trasero a Artemis.

- Bueno, Drizzt, aunque me encanta hablar de Artemis a sus espaldas, tenemos que discutir un tema algo mas importante.

- ¿Aja?

- Drizzt¿eres consciente del efecto que ha tenido el colgante mágico sobre ti?

El joven drow meditó unos instantes y se encogió de hombros.

- Sé que me hizo algo, nunca me había sentido tan bien como ahora.

- Te ha cambiado, ese colgante ha... alterado tu armonía espiritual.

- ¿Llamas armonía a aquello?.- Drizzt rió con una mezcla de burla y amargura.- Escondiéndome de todos, aguantando insultos, perdonandolo todo y comprendiendo siempre a los que no me querían. Pues eso se acabó, Jarlaxle, Drizzt Do'Urden no va a volver a quedarse mirando.

Jarlaxle se quedó sorprendido. Había esperado que este Drizzt fuera mucho mas... falto de filosofía, pero despues de todo, no se trataba del puro Yang de Drizzt, solo de una versión de Yang superior, no absoluto. ¿Tenía razón este Drizzt¿Y si realmente Do'Urden podía ser mas feliz liberándose de las cadenas de su espíritu?

Drizzt le dio una amistosa palmada.

- Empiezo una nueva etapa en mi vida, no voy a volver a quedarme ensimismado pensando si debo o no debo.

- A veces deberías pensarlo.- Replicó Jarlaxle.- Auque solo sea un poco.

Drizzt ya no le escuchaba, fiel a su nueva filosofía había espoleado a su montura hasta que consiguió ponerse a la par de Entreri. El humano aceleró el paso de su corcel nuevamente, evitando al vigilante, que después volvió a alcanzarle. Y así hasta que finalmente Entreri apretó la mandíbula y fijó la vista al frente evitando mirar a Drizzt.

Drizzt acercó su montura lo máximo posible a la de Entreri, invadiendo peligrosamente el espacio personal del muy enfadado ex –asesino.

- ¿Cuánto tardaremos en llegar hasta la proxima ciudad?

- Una semana.- Respondió cortante.

- ¿Tardaré una semana en tenerte en una cama otra vez?

Entreri apretó las riendas y se forzó a mantener una expresión petrea que no delatara el impacto que las palabras de Drizzt tenían sobre él.

- Tardaras mucho mas.- Gruñó al fin.

- Mas vale tarde que nunca.- Coreó Jarlaxle desde atrás.

Maldito fuera, encima se apoyaban mutuamente. Entreri meditó si el efecto del colgante de Shendull había afectado solo a Drizzt o Jarlaxle también había estado expuesto. Decidió ignorarles, sabía por experiencia que no hacer caso era la mejor táctica.

Se detuvieron a pasar la noche en una clara arboleda apartada del camino.


Jarlaxle observó divertido como Drizzt molestaba a Entreri acostándose lo mas cerca posible del humano. Aquello estaba siendo realmente divertido, nunca había visto a Artemis tan perturbado y confundido.

Y cuando le había sorprendido con Drizzt... Jarlaxle no había podido creerse lo que veía, jamas había imaginado que Artemis Entreri pudiese ser tan sensual, siempre se comportaba de un modo tan estoico e intocable que parecía estar hecho de hielo. Pero con Drizzt sobre él, tocándole, había estado completamente derretido.

Jarlaxle aun trataba de entender su propia reacción, poco a poco empezaba a percatarse de que había sentido un pinchazo de celos, si por Entreri o por Drizzt, no estaba seguro. Pero de algo estaba seguro, Entreri no era tan heterosexual como parecía.

Y eso abría todo un abanico de posibilidades.

En cuanto a Drizzt... aunque dijera ser tan feliz no podía ser sano tener esa falta de autocontrol, no siempre iba a tener a alguien sacandole las castañas del fuego. Había que reducir un poco esa impresionante vitalidad de la que hacía gala.

Meditaría sobre esa cuestión, algo había que hacer. Miró las figuras durmientes de sus dos compañeros de viaje y sonrió ampliamente. Drizzt y Artemis, Yang y Yin. Uno estaba descontrolado y el otro se aferraba a su control.

Las vueltas que daba la vida. Quizá todo era cuestión de equilibrio al fin y al cabo... y Jarlaxle se tenía por un perfecto catalizador de mezclas.


Entreri despertó con Drizzt a su espalda, respirándole en la nuca. Un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo. Llevaban tres días de viaje y la presencia de Drizzt cada vez le ponía mas nervioso. Además Jarlaxle seguía con su juego de seguirle las "gracias" a Drizzt, animándole y haciendo sus propias insinuaciones supuestamente jocosas.

Como lo del caballo, por algún misterioso motivo el caballo de Drizzt había sufrido una extraña y repentina debilidad que les había obligado a compartir montura. Y por algún otro motivo menos misterioso, Jarlaxle había manifestado que su caballo ya llevaba mucho peso por sus objetos mágicos.

Así que Entreri cabalgaba con Drizzt abrazado a él, y demasiado a menudo tenía que pellizcar las manos del drow, que solían "resbalar de la cintura" y explorar zonas menos seguras. Ya le incomodaba lo suficiente sentir al elfo a su espalda.

Y nunca hubiese imaginado que cabalgar con una erección podía ser tan incómodo. Drizzt estaba destrozando toda una vida de tranquila vida sexual corriente. Todo ello con la amable colaboración de Jarlaxle, por supuesto.

La noche anterior, durante su guardia, se había quedado petrificado al girarse hacia sus compañeros y descubrir que los drows estaban juntitos bajo las mantas haciendo dios sabía que cosas. No había podido hacer la guardia con tranquilidad, y encima después había dormido inquieto, con sueños demasiado sugerentes.

Entreri se frotó los ojos y se apartó de las mantas y de Drizzt. Tendría que aprovechar ahora para poder bañarse en el rio cercano. En tres días estarían en la ciudad de Finsenda, esperaba poder librarse de Drizzt allí, por mucho que Jarlaxle dijera lo contrario podrían pagar a un clérigo para que lanzase un Quitar Maldición sobre el vigilante, esperaba que funcionase.

Se movió silenciosamente hacia la orilla del rio.


Drizzt abrió los ojos y sonrió observando marchar a Entreri, sospechaba adonde iba el atractivo humano. Un buen baño... mmmh... también él podía gustar de un baño.

Jarlaxle abrió su unico ojo visible y chasqueó la lengua con burlona y falsa desaprobación.

Drizzt Do'Urden no se sentía tan seguro de algo en mucho tiempo. Los días de confusión que lo habían llevado a Espíritu Elevado y tras el colgante de Elyue se habían desvanecido. Sentía las emociones ir y venir libremente, sin pelear con ellas. Sentía furia cuando lo difamaban, odio contra la injusticia, simpatía por el burlón Jarlaxle, deseo por Artemis...

Y no tenía que estar preguntándose constantemente por qué esto o por qué aquello. Ni cuestionándose siempre sus acciones. Naturalmente que tenía su moral, pero no era prisionero de ella. No era prisionero de nada ni nadie. Era realmente libre.

Y Artemis Entreri, el hombre que había encendido su deseo con tanta fuerza como su rivalidad, estaba a su alcance. Y por fín se sentía capaz de actuar de acuerdo con sus sentimientos, sin sentir vergüenza contra si mismo.

Así pues marchó sigilosamente tras el objeto de su deseo.

Nota de la autora: ¡Paso ligero! Las cosas o se hacen o no se hacen. Gracias por todo el apoyo que he recibido en todos mis fanfics, a veces releo mis historias y reviews y de verdad que me emociono muchísimo.