Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 9. Cadenas

Entreri se sumergió en el agua fria. Se le puso la piel de gallina pero disfrutó del efecto vigorizante del agua del rio. Salió sacudiendo la cabeza y se escurrió la melena, lo cual le recordaba que necesitaba un buen corte de pelo.

- ¿Te froto la espalda?

Entreri se metió inmediatamente en el agua mirando a Drizzt con expresión asesina.

- ¡No¡Lárgate ahora mismo!

El vigilante no solo no le hizo el menor caso sino que empezó a desvertirse con la clara intención de meterse en el agua. Entreri se descubrió observando, sin poder apartar la vista.

El drow convertía el hecho de desvestirse en un espectáculo erótico. Desabotonaba la camisa lentamente y la dejaba deslizarse por sus musculosos hombros, revelando su piel y músculos esculpidos en ónice, hasta caer a sus pies. Las fuertes y estilizadas manos oscuras echaron la cascada de cabellos blancos hacia atrás y deslizaron los dedos sobre el torso, acariciando sus propios pezones y frotándolos con las palmas de las manos.

Artemis Entreri ya no pensaba que el agua estaba lo suficientemente fria. Estaba paralizado, hipnotizado por la sensualidad del drow. No podía apartar la mirada del recorrido de aquellas manos, ni negar lo que le estaba provocando en la parte del cuerpo sumergida en el agua, su respiración se hizo agitada observando como aquellos dedos maliciosos se entretenían jugueteando con las lazadas de los pantalones, que nada hacían por disimular la abulatada entrepierna de Drizzt.

Entreri tragó saliva con dificultad cuando finalmente Drizzt empezó a bajarse los pantalones, con movimientos lentos de sus manos y lascivos movimientos de cadera.

- Artemis...- La voz era un ronroneo mas que un susurro.

Entreri alzó la vista y sintió que nuevamente el traicionero rubor se extendía por sus mejillas al cruzar su mirada con los brillantes luceros lavanda.

Drizzt le miraba con una sonrisa maliciosa y prepotente, plenamente consciente del éxito de su provocación. Deslizó los pulgares en la banda de los pantalones y comenzó a bajarlos... muy lentamente, deteniéndose en el blanco vello ensortijado.

A estas alturas Entreri estaba seguro de que ni el agua mas fría podría enfriarle la cabeza. Tragó saliva de nuevo y trató de serenarse, recobrar el sentido, y sobre todo que la sangre volviese a su cabeza. Cerró los ojos y se sacudió la cara con un manotazo de agua fria.

Notó las ondas en el agua.

Control, tenía que recuperar el contról.

Estaba cerca. Notaba el calor de su cuerpo.

Calmate. Calma, reacciona, abre lo ojos, muevete.

El precario control que había recuperado saltó hecho pedazos cuando una mano cálida envolvió sus testículos.

Entreri abrió los ojos sorprendido y al segundo Drizzt le asaltó con un apasionado beso. Un instante después ambos se abrazaban con desesperación, devorandose el uno al otro.


Jarlaxle terminó su desayuno y tras pensárselo un momento se puso en pie y se dirigió al rio. Drizzt estaba loco por Entreri, eso estaba claro, no le resultaba demasiado extraño que el joven vigilante hubiese sentido siempre atracción por su rival.

Pero, aunque Entreri estuviese mas que dispuesto, aunque no lo admitiese, a dejarse seducir. No creía que el humano pudiese tener el temple para lidiar con los prontos de Drizzt, ni que Drizz tuviese la paciencia de asumir la aspereza de Entreri. Se atraían con la fuerza de los opuestos pero necesitaban un catalizador para convivir.

Y Jarlaxle les encontraba muy deseables a ambos... mmmh, un menage a trois con el hermoso y sexualmente desbocado Drizzt y con el atractivo y discretamente sensual Artemis.

Se abanicó con el sombrero, podía ser una bomba de calor. Si Entreri cedía el control, por supuesto y sospechaba que el nuevo Drizzt estaría encantado.

Unos gemidos le avisaron de que la primera parte del trabajo había tenido éxito. Se acercó sigilosamente y se ocultó en las sombras. Se le daba muy bien el espionaje.


Entreri no recordaba como habían acabado fuera del rio y tendidos en la hierba ni le importaba. Lo unico que le importaba era que tenía a Drizzt entre las piernas haciendo las cosas mas increibles con la boca.

Ya había tenido esa experiencia antes, pero que fuese Drizzt quien...quien... era demasiado para sus sentidos. Se retorció y se mordió el dorso de la mano tratando de acallar sus gemidos, Drizzt era agresivo, devoraba su hombria de arriba abajo con ansia, rozando con los dientes, chupando y absorviendo... Entreri tiró de su cabellera blanca con desesperación.

- Drizzt... no... ah... voy a...

El drow alzó la vista con aquellos maliciosos ojos violeta y pasó los labios por el brillante glande. Con lentitud torturante.

- ¿Aja?

Entreri desvió la vista, incapaz de seguir mirando a Drizzt, que volvió a devorarle hasta la empuñadura. Se le tensaron todos los músculos del cuerpo, aferró mechones niveos, Artemis gruñó con viril satisfacción y eyaculó.

Se tendió en la hierba recuperando el aliento, mas relajado de lo que había estado en mucho tiempo... hasta que sintió la incómoda y molesta intrusión de un dedo en su ano.

- ¿Qué diantres estas haciendo!.- Se incorporó y se echó hacia atrás.

- ¿Qué crees tu? Abre las piernas y quedate quieto.

Entreri apretó los dientes y miró a Drizzt con fiereza, no le gustaba nada lo que pretendía Drizzt y mucho menos ese tono de voz.


Tras los matorrales Jarlaxle se cubrió el rostro con las manos, idiota...


- Oh, vamos, ahora diras que no te ha gustado.

Entreri se puso los pantalones a tirones y a Drizzt le tiró los pantalones a la cabeza.

- ¡Pierdete en un bosque, Do'Urden! No se quien que has creido que eres.

- ¿Qué pasa, Artemis? No te quejabas mientras te la mamaba.

Artemis Entreri tenía un volcán en erupción en la cabeza, se volvió dispuesto a romperle la columna cuando la voz de Jarlaxle llegó desde el bosquecillo.

- ¡Amigos, es hora de continuar el camino!

Drizzt gruñó una maldición y empezó a vestirse de mala gana. Entreri fue poniendose la camisa de regreso junto a Jarlaxle y los caballos. Prometiendose no volver a dejar que su entrepierna antepuesiera sus deseos a su sentido común.

Entreri se negó en redondo a cabalgar con Drizzt de modo que Jarlaxle tuvo que ceder, además su tactica de hacerles cabalgar juntos ya no era util. Despues del fiasco provocado por Drizzt temía que las cosas se habían puesto difíciles.

Menuda metedura de pata. Y a Jarlaxle le tocaba arreglarla claro.

Finalmente llegaron a Finsenda, era una ciudad pequeña y pasarían allí la noche para dirigirse despues a Heliogabalus. Jarlaxle pidió dos habitaciones dejando una sola para Entreri. Incluso creyó vislumbrar una mirada de agradecimiento silencioso en el rostro del humano.

Tras una cena correcta y un inocente coqueteo con la camarera local, Jarlaxle subió a su habitación. Y en encontró a un muy deseable Drizzt esperandole en la cama.

- Ven aquí, capitán.

No era cuestión de discutir.


Si algo sabía Jarlaxle era que la mejor forma de conseguir resultados positivos en una conversación era hacerlo cuando su interlocutor estaba contento y cansado, y eso se conseguía facilmente en el post-orgasmo.

Como ahora mismo por ejemplo.

- Artemis debe estar maldiciendonos por hacer tanto ruido.

Drizzt sonrió y remoloneó contra su pecho como un gato.

- Mas bien debe estar fingiendo que no le excita mientras intenta no masturbarse.- Replicó el joven drow con malicia.


En la habitación contigua Entreri mantenía la cabeza bajo la almohada al tiempo que contaba mentalmente hasta cien y procuraba no moverse a fin de que su erección mermase.


- Quizás.- Concedió Jarlaxle con una sonrisa, podía imaginárselo perfectamente.

Drizzt lamió cariñosamente el lóbulo de la oreja de Jarlaxle y el mercenario tuvo que hacer un sobervio esfuerzo por apartarse y centrarse en el tema a tratar.

- Bueno, a mi me encantaría que hicieramos una visita al dormitorio de Artemis.

Drizzt se incorporó de inmediato y le miró con un deseo tan obvio que resultaba irresistible, el vigilante se relamió y miró la pared que les separaba del humano. Parecía un animal que acabase de oler a su presa favorita.

- Magnifica idea, vamos.

Jarlaxle suspiró y tiró de Drizzt hasta volver a tenerle controlado en la cama.

- NO.

- Pero si has dicho que...

- No vamos a ir ahora mismo a asaltar a Artemis. De ninguna manera.

Drizzt hizo pucheros.

- NO.- Repitió Jarlaxle inamobible.- Creeme, tu metodo de acoso y derribo no es lo mas adecuado para llevar a Artemis Entreri a la cama.

- Pues casi lo consigo, dos veces. Y la primera vez, TU interrumpiste.

Jarlaxle suspiró, tener como mejor amigo a un enano debía haber contagiado mucha tozudez al hijo de Zaknafein, claro que quizá era simple parecido con su padre, ese también era tozudo.

- ¿Y la segunda vez?

Drizzt frunció el ceño y le dio la espalda con terquedad, sin querer admitir en absoluto su error. Pero Jarlaxle sabía que su silencio era lo mas parecido a una admisión que obtendría.

- Drizzt, vas a tener que obtener un poquito de control si quieres tener a Artemis.

- ¿Control¡Eso era lo que me impedía tenerle!

- Por todas las estalactitas, solo te pido que te controles lo suficiente para comprender cuando tienes que tomarte unos minutos de tiempo.

Drizzt gruñó entre dientes alguna queja pero nuevamente no replicó nada claro.

- Y si haces lo que te digo te explicaré como se seduce adecuadamente a Artemis Entreri.

El vigilante se volvió sonriente y se tumbó sobre él feliz como un niño con zapatos nuevos. Nada como un pequeño incentivo para llevar a la gente por el buen camino.

Salieron de la ciudad por la mañana, estaban a apenas tres días de Heliogabalus. Durante el viaje Entreri se mostró tan arisco como los días anteriores, hablando poco y a gruñidos, adelantando su montura e ignorando lo máximo posible a Drizzt, y por extensión a Jarlaxle.

Drizzt observó a Entreri, no su trasero, sino al humano completo.

Deseaba a Artemis Entreri, y lo cierto era que no podía imaginar la idea de perderle de vista despues de aquellos días. No hablaban mucho, mas bien nada, pero le agradaba la compañía del humano, recordaba el viaje por la antípoda oscura al huir de Menzoberranzan, el poco tiempo en el primer encuentro en Mithrill Hall... Entreri era un hombre de pocas palabras, pero era eso precisamente lo que le gustaba.

Se entendían sin palabras. Los dos se conocían sin hablar, desde hacía mucho tiempo.

Y ahora podía actuar de acuerdo a sus instintos, y lo había estropeado todo. Jarlaxle tenía razón¡no podía saltar sobre Artemis de ese modo!

¿Cómo había podido ser tan insensible, estúpido y retrógrado!

En el bolsillo de Jarlaxle, el amuleto de Shendul se iluminó levemente. La esfera negra retrocedió lentamente...