Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 11. Blanco, negro y gris
Entreri observó a sus compañeros desde la barra mientras esperaba a que la camarera le atendiese. Los dos drows conversaban animadamente sobre la perspectiva de que encontrarse con Ilnezhara y Tamizkella, las dragonas de bronce.
Todo parecía indicar que Drizzt pensaba quedarse con ellos una temporada.
¿O hasta que se recuperase del efecto del talisman? Entreri no dejaba de darle vueltas a aquello. No podía olvidar que el repentino afecto que Drizzt había desarrollado por Jarlaxle y por él respondía a una alteración mágica.
¿Y cuando se recuperase qué¿Recordaría Drizzt todo lo ocurrido y se avergonzaría o, peor aun, les atacaría?
Además¿a que jugaban aquellos dos? Jarlaxle y Drizzt se acostaban juntos pero despues se le insinuaban... y mucho más.
¿Era un juego¿Se reían los drows a sus espaldas¿O Jarlaxle les manipulaba a ambos?
Una parte de él no quería creerlo, pero la otra, la que le había mantenido con vida mediante la sospecha y la desconfianza, empezaba a darle vueltas a todo aquello.
Las cervezas finalmente aparecieron y Entreri regresó a la mesa con las jarras... aquello no iba a resultar facil
Drizzt tomó un sorbo de su bebida, pero sus ojos estaban prendidos de Entreri. El humano parecía extrañamente abatido esa mañana, y les miraba de modo ciertamente suspicaz. No había que ser un genio para saber que algo preocupaba al humano.
Observó como Entreri apuraba su cerveza, la nuez subiendo y bajando mientras bebía, los labios húmedos al bajar la jarra... Drizzt le hubiese devorado allí mismo, delante de todos.
Pero logró contenerse, aferró su jarra con fuerza y se mantuvo en su asiento. Aunque si Entreri seguía manteniendo la costumbre de mantener la camisa levemente desabrochada Drizzt acabaría por perder el poco control que había logrado reunir.
Cuando había visto a Jarlaxle acostarse con Entreri, y había percibido lo que ocurría bajo las mantas, había sentido una oleada de sentimientos, celos, indignación, y una gran excitación... cielos, Entreri y Jarlaxle sencillamente hacían un duo realmente excitante.
Le había costado hincar los dedos en un arbol el poder controlarse y no colarse en medio del dueto de amor.
Realmente sus sesiones de meditación le habían ayudado a ganar algo de equilibrio.
Entreri murmuró algo acerca de unos recados y se levantó de la mesa. Drizzt observó todos sus movimientos con intensidad, el ex –asesino era una tentación andante.
Que extraña era esta situación y a la vez que cómodo se sentía. Artemis Entreri siempre había sido una espina clavada en el costado de Drizzt, desde que le había conocido el humano siempre había conseguido sacar a la luz el lado mas profundo del vigilante, siempre enfrentándole a su propia oscuridad y viceversa. Le resultaba curiosamente naturalmente que el vínculo que habían creado con aquella rivalidad feral hubiese creado algo nuevo.
Porque de algo estaba seguro Drizzt Do'Urden, lo que sentía no era solo lujuria. Y tampoco lo era lo que sentía por Jarlaxle. Y no iba a dejar las cosas al azar.
Jarlaxle le cogió la mano en un íntimo gesto y Drizzt le miró, sorprendido por la ternura con que el mercenario le acariciaba la mano con la suya.
- Necesita un poco de seguridad, Drizzt¿te ves capaz de dársela?
Entreri se acomodó en uno de los bancos de piedra de la plaza, el lugar era agradable, ajardinado y ordenado, tal y como le gustaban los sitios. Necesitaba un poco de orden para pensar.
Por supuesto esa opción desapareció cuando el origen de todos sus desvelos apareció. Drizzt andaba hacia él con un aire de decisión imperial. Quitaba el aliento.
Drizzt, el vigilante, el honorable, decidido, leal Drizzt. Su igual en el combate, su némesis, que había derrumbado los cimientos de su existencia y ahora le había seducido sin remedio. Porque Artemis no podía negar la realidad, que Drizzt se había adueñado de parte de su espíritu igual que lo había hecho Jarlaxle.
Drizzt se plantó ante él y se cruzó de brazos, tomó aire profundamente y clavó su ardiente mirada sobre él.
- Artemis Entreri, te quiero.
Artemis se quedó boquiabierto, realmente aquello era una declaración y lo demás eran tonterías.
- ¿Qué?
- Que te quiero, y esto no es solo querer revolcarme contigo.
Definitivamente Drizzt seguía un poco raro... resultaba muy desconcertante oir a Drizzt hablar de esa forma tan... directa.
- Es la magia del amuleto.- Replicó Entreri. Se sentía nervioso, a la defensiva.
- No lo és.
Entreri se puso en pie, furioso, no le gustaba la sensación de estar... perdido.
- ¡Por supuesto que lo es¡Por favor, es obvio!
- ¡No me controla ningún amuleto!
- ¡Maldita sea, Drizzt, abre los ojos! Si esa maldita magia no te hubiese trastocado jamas te hubieras acercado a mi con otra intención que no fuera enfrentarte a mi.
- ¡Esto es anterior!
- Oh, vamos¡deja de mentirte a ti mismo!
- ¡Mentirme a mi mismo es lo que he hecho toda mi vida¡Ahora es cuando admito la verdad!
Artemis se quedó callado pero apretó los puños y petrificó su mirada con ira. Drizzt suspiró con exasperación y extendió los brazos con un gesto de rendición.
- Entreri, te juro que no hay amuleto alguno que pudiese manipular mis sentimientos. Si nunca antes manifeste lo que manifiesto ahora... era por falta de valor, falta de sinceridad conmigo mismo. Solo ahora me siento libre de hablar.
- Porque ese.. Yang y Yin te han trastocado.- Replicó Entreri tercamente.
- El amuleto del Yang y Yin solo me ha permitido admitir lo que siento por ti, y es mucho mas que deseo.
- Seguro¿y ese amuleto también te ha redescubierto el amor por Jarlaxle?.- Preguntó sarcasticamente.
Drizzt le tomó por los hombros con decisión.
- Mirame a los ojos, Artemis, se que has disfrutado con Jarlaxle, sé que has disfrutado conmigo. Y sé que si no te gustase su compañía o la mia te habrías marchado con viento fresco hace muchos días.
Entreri intentó refutarle, gritarle... pero no podía... no podía...
- Esto... no puede ser.
- Nos deseamos, te deseamos, tú nos deseas... y si fuera solo algo físico no podría ser. Solo hay una opción, Artemis, aceptalo.
- Yo...
Entreri se volvió, no podía pensar con claridad mirando a Drizzt... era demasiado extraño aceptar que... ¿qué¿qué podía mantener una relación... amorosa... con su socio mercenario y el su antigua némesis? Pero era... ¡era absurdo¡era imposible!
- ¡Maldita sea!.- Se volvió con un leve e indignante rubor.- ¡Supongamos que es cierto¡Supongamos que Jarlaxle está de acuerdo y hacemos el trio feliz¿Qué ocurrirá contigo cuando recuperes tu equilibrio espiritual y el efecto del amuleto desaparezca?
Drizzt le acarició la mejilla y un estremecimiento le recorrió de pies a cabeza.
- Creeme, si no fuese porque he recuperado algo de control... te tendría sobre la hierba y ya te habría arrancado la ropa.
El rubor se extendió por toda su cara, Drizzt ahogó una risilla, jamas hubiese imaginado que Entreri podía ser tan... tan encantador.
- Eso... eso no responde a la cuestión.- Repitió Entreri recuperándose un poco.
- Nada cambiará.
Entreri se mordió el labio, pensativo, resultaba tan tentador limitarse a dejar de racionalizar...
- Necesito estar solo un momento.- Murmuró.- Nos veremos en la posada para cenar¿de acuerdo?
Drizzt abrió la boca para quejarse pero finalmente dio media vuelta y se marchó.
Jarlaxle suspiró acariciando la cabellera blanca sobre su pecho. Drizzt se había quedado tan profundamente abatido al ver que Entreri no volvía a la posada a la hora de la cena... y Jarlaxle también estaba angustiado. ¿Se había equivocado con Entreri? Quizá le habían ahuyentado.
Se habían acostado juntos pero no habían hecho nada más que intentar dormir sin poder dejar de pensar en el humano. Si se había marchado... maldito humano cabezota, saldría a buscarle y le dejaría claros un par de conceptos, no podía largarse así como así dejandoles tirados como si...
La puerta del dormitorio se abrió y Jarlaxle agarró inmediatamente una de las varitas de debajo de la almohada. Para relajarse un momento despues al reconocer la oscura silueta en el marco de la puerta.
Artemis Entreri no se había marchado. Estaba allí.
El humano cerró la puerta tras él y se acercó hasta quedar de pie junto a la cama, mirandoles. Finalmente se sentó en el borde de la cama.
- Siento llegar tarde.- Susurró en respeto por el durmiente Drizzt.
- Mas vale tarde que nunca.
Entreri les miró un largo rato, su mirada yendo de Jarlaxle a Drizzt, meditando sobre algo. Finalmente se descalzó y se quitó la chaqueta y el cinto. Volvió a mirarles largamente y Jarlaxle no necesitaba ser observador para percibir su nerviosismo y dudas.
- Artemis...
Al parecer decidido, Entreri apartó la manta y se metió en el lecho juntandose con los dos drows. Jarlaxle estaba sorprendido, anonadado, Entreri evitó su mirada, completamente ruborizado, y se limitó a ocultar la cabeza bajo la barbilla del mercenario, pasando un brazo lenta y timidamente sobre Drizzt.
Poco después Jarlaxle oyó la respiración acompasada de Artemis y se permitió una amplia sonrisa de satisfacción. Sin moverse para no despertar a sus amantes, alargó un brazo hasta su bolsa y sacó un amuleto blanco y negro.
Drizzt había recuperado el equilibrio esa misma mañana, cuando había salido tras Entreri, el amuleto de Yang y Yin estaba apagado y en perfecta armonía.
Y sin necesidad de usarlo nuevamente, sabía que Artemis también había obtenido la suya.
Nota de la autora: Lo se, no es un final muy... elaborado precisamente. Pero estoy en medio de una montaña de trabajos y me picaba en la nuca dejar este fanfic tan abandonado. Creo que necesito pensarme un poco los fanfics antes de lanzarme a hacerlos.
¡Gracias a todos los que han leido el fanfic¡Hasta otra ocasión!
Sigh... El proximo argumentolo trabajaré mucho más, que esto no puede ser.
