Este ff esta hecho por Elísabeth

Los personajes principales son los de Rowling, los demas son mios!

Advertencia: Este capitulo contiene una escena bastante subidita de tono... esta al final, pero no es el final... solo digo que en el baño de los prefectos hay algo que sube de temperatura y no es el agua...


Capítulo 8 ¿Miedo a querer?

Harry hablaba tranquilamente con los gemelos mientras Remus acompañaba a Ann a mandar una lechuza a su madre para decirle la casa en la que había quedado.

- Entonces Gryffindor es como Ifrit - dijo Mark.

- ¿Ifrit? -

- Nuestro colegio en Viena estaba esta dividido en cuatro grupos... cada grupo se asemeja con un Eón -

- Seres mitológicos sumamente poderoso - explico Mark al ver la cara de desconcierto de Harry.

- Están... Ifrit, del fuego, Ixion, del electro, Shiva del agua - explico Lizzy.

- Hielo - matizó Mark.

- Agua congelada - dijo Lizzy entre dientes.

- Y Valefor, del aire - siguió explicando Mark.

- Cada uno se corresponde a un grupo, A, B, C o D -

- Nosotros pertenecíamos a Ifrit... -

- Entonces se parecen más o menos - concluyó Harry.

- ¿No avisáis a Elísabeth de la casa que os ha tocado? - preguntó Sirius entrando en el gran comedor.

- Dijo que lo más probable es que cayéramos en Gryffindor - dijo Mark encogiéndose de hombros.

- Según ella somos demasiado Gryffindor para ser de otra casa -

La verdad es que lo que Elísabeth pensó cuando les dijo eso a sus hijos fue "sois demasiado parecidos a Sirius y a mi como para caer en otra casa" pero claro, eso no podía decirlo.

- Pronto llegaran los demás - dijo Harry contento.

Tenía ganas de ver a sus amigos, desde el ataque no sabía nada de ellos, sólo lo que Sirius le dijo, que estaban bien.

- A mi me da no sé que ser profesor... no sé es que siempre fui demasiado en contra de ellos como para ahora ser uno -

- Seguro que lo harás muy bien -

- Nuestro propósito para este nuevo curso... será que Snape dimita - dijo Lizzy.

- O le de un ataque... lo que primero caiga... - aclaró Mark.

- ¿Y cómo pretendéis hacer eso?... yo llevo años y nada... - dijo Harry sonriendo.

- Yo me pase años fastidiando a Snape en el colegio... y nada... que no me libro de él... - dijo Sirius con asco.

- Snape da pociones... y nosotros somos unos expertos en pociones... el hecho de que no nos pueda quitar ninguno punto y sólo nos tenga que poner nota de diez hará que le salga una ulcera del tamaño de un balón de fútbol y se muera - declaró Mark.

- O sino le haremos tantas bromas y le fastidiaremos tanto la vida que lo volveremos loco - completó su hermana.

Harry y Sirius rieron con el plan de los gemelos.


Por la noche comenzaron a llegar los carruajes con todos los alumnos, y aunque todos sabían ya que Sirius Black era inocente, la mayoría miró con temor a la mesa de los profesores, donde Sirius y Remus estaban sentados.

Los gemelos y Ann se sentaron junto con Harry pues era el único que conocían hasta que llegaron Ron, Hermione y Ginny en ese momento se desperdigaron más por la mesa para poder charlar todos con todos.

La cena de bienvenida fue como todos los años, advertencias, presentación de nuevos profesores, sólo estaban Sirius y Remus, y más advertencias, la elección de los nuevos alumnos de primero, como todos los años.

Cuando acabaron los prefectos condujeron a los nuevos a sus cuartos, Ann compartía el cuarto con Ginny, la verdad es que se habían hecho muy buenas amigas, Mark y Lizzy tenían cada uno un cuarto para ellos solos, coincidió que no había camas libres en sexto curso.

Aunque a Ron le caía de puta madre Mark, pero el hecho de que el chico tuviera una araña como mascota no le hacia ni pizca de gracia y cuando se enteró de que no tendría que compartir cuarto con él suspiro aliviado.

Sirius y Remus se retiraron a sus habitaciones después de despedirse de los chicos, Dumbledore había preparado una sala espacial donde había un salón y tres habitaciones, una para Remus, otra para Sirius y la última para Elísabeth cuando se tuviera que quedar a dar las clases, esta medida fue tomada con alegría por Sirius.


El primer día de clase fue bastante normal, si tenemos en cuenta que Ann tuvo clase con Snape y que si antes sentía admiración por él ahora lo idolatraba, y que los alumnos que habían tenido DCAO habían perdido todo el miedo que pudieran tener a Sirius y a Remus y eso era bastante bueno.

Aunque Dumbledore recibió muchas cartas con quejas de los padres por haber empleado a Sirius y a Remus, a él le dio igual lo que dijeran los padres, eso si, les pidió un tiempo de prueba y si los dos profesores tenían alguna queja o comportamiento que pudiera causar un expediente, él mismo, con todo el dolor de su corazón, los echaría del colegio, pero, como estaba seguro de que ni Sirius ni Remus le fallarían.


- ¿Sabes lo que pienso? - preguntó Farah entrando en el despacho de su nuera.

Elísabeth estaba mirando por la ventana y no se sorprendió con la visita.

- No... pero de todos modos me lo vas a decir - contesto Elísabeth cansinamente.

- Pienso que deberías decirle a Sirius que los gemelos son sus hijos antes de que se entere por otras fuentes - dijo Farah ignorando el comentario de su nuera.

Elísabeth se tensó al oírla, era lo que menos quería que pasara, no por que no quisiera que Sirius lo supiera, no, sino por que le daba demasiado miedo la reacción que pudiera tener Sirius al enterarse de la verdad.

- No creo que sea buena idea - dijo Elísabeth con miedo.

- Mejor de ti y pronto... que tarde y por otros... - dijo Farah sabiamente.

- Me odiará... - murmuró Elísabeth.

- Se enfadará... de eso no te quepa duda... pero no te odiara... y si es un chico listo te perdonara - dijo Farah tranquilamente.

- Me odiará... - volvió a murmurar mirando por la ventana con tristeza.


Llevaban ya un par de días en el colegio y los gemelos y Ann se adaptaban bastante bien a la nueva situación, aunque es cierto que echaban mucho de menos a sus antiguos compañeros

- Sirius... ¿podrías darme la contraseña para ir hablar con Dumbledore? - preguntó Mark entrando en el cuarto del hombre.

- ¿Para que la quieres? -

- Es que veras... Lizzy y yo no dormimos demasiado bien... y queríamos pedirle a ver si nos puede cambiar de habitación a una en la que estemos los dos juntos -

- Voy con vosotros -

Los tres se encaminaron al despacho del director, entraron sin problemas y se sentaron en las sillas que habían aparecido.

- ¿Cuál es el problema? -

- Nosotros estamos acostumbrados a dormir juntos - comenzó Lizzy.

- Y esto de dormir solos en unas habitaciones tan grandes pues... para abreviar... tenemos insomnio -

- Queríamos pedirle... si fuera posible... cambiarnos a una habitación para los dos solos -

- ¿Los dos en una habitación? -

- Exacto... nosotros no tenemos ningún problema en compartir baño ni cuarto... llevamos haciéndolo toda la vida... - dijo Lizzy despreocupadamente.

- ¿Tu que crees, Sirius? - preguntó Dumbledore.

- Si es mejor para ellos y duermen bien... además este verano han compartido cuarto y no habido ningún problema -

- Creo recordar que en la torre de Gryffindor hay un par de habitaciones que podrían usarse de cuartos... avisare a los elfos para que limpien una y os acomoden allí -

- Gracias - dijeron los gemelos sonrientes.

- Ahora a clase... ¿qué tenéis? - preguntó Sirius.

- Pociones - contesto Mark con asco.

Lizzy hizo una mueca de asco junto con su hermano y Sirius los miró sonriente.

La verdad es que los gemelos no tenían de que quejarse, las pociones se les daba perfectamente a los dos y para regocijo de ellos Snape no se podía dar el gusto de quitarles ningún punto, pero tampoco se los daba, antes muerto que darle algún punto a los hijos de Black.

- Vaya... si esta aquí cara rajada - dijo Draco cuando vio a Harry entrar en el aula de pociones.

Harry pasó de largo ignorándolo completamente.

- Malfoy... vete a tomar por culo - dijo Lizzy pasando de él y entrando en clase.

Draco la miró de arriba abajo con odio.

- ¡Eh! tu capullo... mucho cuidadito como miras a mi hermana - dijo Mark amenazante.

- ¿Qué ocurre aquí? - preguntó Snape llegando en ese momento.

- Me ha amenazado - dijo Draco con una sonrisa de triunfo.

Mark miró a Draco con odio y a Snape retándolo a que lo castigara. Snape no había oído la amenaza y no podía poner un castigo sólo con la palabra de Malfoy, si le castigaba se le echarían encima todos, entiéndase por todos, Elísabeth, su gemela, Potter, Black, Lupin, por un supuesto castigo injusto. La guerra de miradas entre profesor y alumno duró unos minutos hasta que Mark se cansó de esperar un castigo que no iba a llegar y entró en el aula.


Por la noche los gemelos llegaron a su nuevo cuarto, era una habitación amplia, una cama a cada lado, que a golpe de varita se encargaron de colocarlas pegadas a la pared y una mesita de noche en la cabecera, así quedó más espaciosa la habitación, al fondo había una puerta acristalada que daba a un pequeño balcón y a cada lado un escritorio para cada uno a los lados había más ventanas. Al cada lado de la puerta había un armario y estanterías y en el lado derecho una puerta que daba al baño.

Tanto a Mark como a Lizzy les encantó la habitación pero le faltaba su toque, así que comenzaron a adornarla, en el techo pusieron el mismo hechizo que había en el gran comedor para ver el cielo exterior, encima de los escritorios colocaron unos pósters, un mapamundi y la tabla periódica de los elementos, pusieron póster de los equipos de quidditch por la pared y muchas fotos de ellos con sus amigos, con su madre, abuelos y una foto de su padre.

Al final consiguieron dejarlo todo a su gusto y durmieron tranquilamente durante toda la noche.

Por la mañana se despertaron y había una lechuza esperando en el balcón para entrar y darles una carta.

- ¿De quien es? - preguntó Mark entrando en el baño.

- Es de los chicos... - dijo Lizzy dándole un trozo de pan a la lechuza.

- ¿Qué dice? -

- Que están bien... que por allí todo esta igual... nos echan mucho de menos... que estudiemos mucho... que nos portemos bien, o por lo menos que no nos pasemos haciendo trastadas... muchos besos... y las firmas de todos -

- Después más tarde les contestamos -

- Vale... ven aquí Tara... métete en tu terrario... y no te escapes - dijo Lizzy sonriente poniendo a la araña en su terrario y cerrando la tapa.


Los días siguieron pasando y las clases también, Ann cada día idolatraba más a Snape, también a su padre y a Sirius, pero Snape para ella era especial, por su cabecita conspiradora comenzaba a ver la luz un plan para llamar la atención de su profesor y poder seducirlo.

- De verdad... no se como puedes idolatrar a ese... ese... - dijo Lizzy incapaz de dar un adjetivo al profesor de pociones.

- El nuevo propósito para esta curso es hacer que Ann deje de idolatrar a Snape - se propuso Mark.

- Dejadme en paz... no le hago daño a nadie - se quejo la chica.

- A ti misma... sólo a ti misma... -

- Es que... es impensable que a alguien le guste Snape... - dijo Harry.

- Hombre... no es que sea el amor de mi vida... pero tiene su morbo -

- Ah ¿si?... ¿cuál?... ¿qué no se lava?... - dijo Lizzy.

Todos rieron y Ann simplemente puso los ojos en blanco.

- Es un hombre maduro y con experiencia -

- Claro... con una experiencia enorme... en poner ceros a los Gryffindor... es un rencoroso... -

- ¿Cambiamos de tema? - propuso Hermione viendo que podría acabar en pelea.

- Será lo mejor -

Siguieron conversando animadamente de distintos temas, había quedado claro, Snape era un tema tabú si no querían acabar pegándose.


- Douglas, no te preocupes... hoy conduzco yo - dijo Elísabeth alegremente cogiendo las llaves del BMW descapotable.

- Como mande señora - dijo el hombre tranquilamente.

Elísabeth se montó alegremente en su descapotable, le encantaba conducirlo, fue hasta su empresa, pero, cuando estaba aparcando su peor pesadilla, después de que Sirius se enterara de la verdad, se hizo realidad, un hombre apareció para abrirle la puerta con una sonrisa de triunfo que parecía que no le cabía en la cara.

- Conde Laszlo ¿qué hace aquí? -

- Elísabeth... ¿cuántas veces tengo que decirte que me llames Ernest? - dijo el hombre sonriente.

- ¿Qué quieres? - preguntó ella cortante.

- Cásate conmigo -

- No -

- Sería el padre perfecto para tu hijos... te daría un prestigio... títulos nobiliarios... ten en cuenta que soy Conde... - dijo Ernest orgulloso.

Elísabeth pensó un segundo sobre el padre perfecto para sus hijos, sin duda esa pregunta sólo tenía una posible respuesta, no habría mejor padre que Sirius, además, era su padre, y aun así, preferiría acabar con Voldemort que con este Conde de pacotilla.

- No -

- Por que eres tan terca... -

- No serías un buen padre... no me importa tus títulos nobiliarios... y no me interesa ser Condesa... no te quiero... - intentó explicárselo Elísabeth.

- El amor no tiene por que ser un impedimento... -

- Paso de ti... - dijo Elísabeth aburrida yéndose.

Cuando llegó a su despacho se dejó caer cansada en la silla, entre la presión por la culpabilidad de no decirle a Sirius que los gemelos son sus hijos y el Conde este que estaba cada dos por tres pidiéndole en matrimonio, incluso antes de que Patrick muriera, que ya hay que tener poca vergüenza.


Unos días después una chica consiguió reunir el valor suficiente para acercarse a Draco y hablar con él.

- Draco¿podemos hablar un momento? -

Draco miró a la chica de arriba a bajo sopesando los pros y contras de ir con ella, al final asintió y se fueron para el cuarto del chico para tener intimidad.

- Tu dirás - dijo Draco sentándose en la cama.

La chica se llamaba Rachel Hanley, una Slytherin de cuarto curso con apenas catorce años recién cumplidos, era bastante guapa y entre los de su curso tenía popularidad, pero ella aspiraba a más, concretamente aspiraba a ser la novia de Draco Malfoy.

- Veras... es que quería darte esto - dijo tendiéndole un regalo.

- ¿Qué es? - preguntó el chico desconfiado.

- Un regalo de cumpleaños... preferí dártelo en persona - dijo Rachel poniéndose un poco colorada.

- No necesito regalitos cursis de niñas - dijo Draco rechazando el regalo y dando por zanjada la conversación.

Draco se dio la vuelta para salir del cuarto y no pudo ver como Rachel ponía cara de verdadero enfado, la chica no estaba acostumbrada a que le rechazaran y se había propuesto que esta no sería su primera vez.

- Alto ahí... grandísimo idota - dijo Rachel furiosa - me estas diciendo que me tiré todo un día eligiendo un maldito regalo para ti y ahora lo rechazas... ¿pero tu quien te has creído que eres¿el puto amo del mundo o que?... será el niño desgraciad... pues no va y me rechaza el regalo... el capullo este -

Draco se quedó asombrado, aunque lo disimulo muy bien, con la reacción de la chica, no se esperaba eso, más bien tenía en mente que la chica saldría llorando de su cuarto y así habría hecho su mala acción del día, pero en verdad esto le sorprendió.

- ¿Qué has dicho? - preguntó Draco en un susurro.

- Que me cago en la leche que mamaste... so desgraciado... imbécil... idiota... vamos... y yo planteándome ser tu novia... apaña iba yo... tu no te mereces una tía como yo... te mereces un cubo mierda -

Draco de verdad estaba sorprendido y esta vez no pudo disimularlo, la verdad es que la chica tenía carácter, eso le gustaba, ya estaba cansado de las cursis sin personalidad.

- ¿De verdad querías ser mi novia? -

- Pues si... fíjate tu... pudiendo conseguir al príncipe azul voy y me enamoro del capullo de turno -

Draco sonrió levemente y examinó detenidamente a la chica, tenía carácter y era guapa, por lo que sabía también inteligente.

- Eso es lo que yo necesito... una chica con carácter... no una blandengue como las que hay sueltas por aquí -

- ¿Me estas proponiendo que sea tu novia? - preguntó la chica desconcertada.

Rachel no esperaba que su discurso poniéndolo a parir funcionara para que se fijara en ella, más bien estaba esperando que Draco le lanzara una maldición por haberle llamado todo eso.

- Básicamente si... me has demostrado que no eres una chica cualquiera -

- Y si soy tu novia...¿tendré derecho a roce? - preguntó Rachel picaramente.

Draco la miró detenidamente, la verdad es que era muy guapa y tenía buen cuerpo, sonrió seguro de que podrían pasar unos buenos momentos de cama.

- Las novias siempre tienen derecho a roce - dijo Draco acercándola a él.

Ella sonrió divertida por tener a Draco Malfoy tan cerca.

- Entonces... trato hecho... te dejare ser mi novio - dijo Rachel seriamente apartándose un poco y estrechándole la mano.

- Perfecto... pero... - intentó decir él.

Rachel se acercó y le beso con pasión tomando desprevenido a Draco que no se esperaba eso.

- Si somos novios teníamos que sellar el trato formalmente... - dijo la chica saliendo del cuarto al ver la cara de sorpresa que se le quedó a él.

Draco sonrió cuando se quedó sólo, estaba seguro de que se divertiría mucho con esa chica.

Rachel llegó a su cuarto con una cara de felicidad que no le cabía.

- Soy la novia de Draco Malfoy... soy la novia de Draco Malfoy... por fin... por fin... - canturreó mientras daba saltos en la cama - un momento - dijo deteniéndose - ahora tengo que vigilarle para que no me ponga los cuernos... a este lo educo yo para que sea un buen novio... -


A mitad de mes, más o menos, tuvo lugar la luna llena, gracias a la poción matalobos Remus pasaba las noches encerrado en su cuarto, también con un hechizo, por si acaso, y durante el día descansando.

Durante esos días Sirius se tuvo que hacer cargo de las clases de DCAO el sólo, la verdad notó la diferencia de dar la clase uno a darla conjunta, pero no tenía más remedio que hacerlo.

Lo mejor de todo fue que los alumnos se habían acostumbrado a el hecho de que uno de sus profesores fuera licántropo y lo aceptaban de buen grado, bueno, siempre había un punto de discordia, los Slytherins, que expresaban algún comentario hiriente al respecto, pero el resto pasaba olímpicamente de ellos, pues los profesores de DCAO se habían convertido en los favoritos.

Los gemelos pasaban casi todo el día con el trío de oro, la verdad es que se llevaban muy bien, aunque a Hermione eso de que los gemelos fueran tan revoltosos y como consecuencia Harry y Ron se unieran a todas sus travesuras no le hacia mucha gracia, pero en general se llevaban bastante bien.

Harry comenzaba a ver a los gemelos como unos hermanos, pues si se iba a vivir con Sirius y algún día él se casaba con Elísabeth, técnicamente serían algo parecido a hermanos, pero se dio cuenta de que a quien veía como a un hermano era a Mark, a Lizzy la miraba de otra forma, llegó a la conclusión después de una noche en vela, de que ella era algo más que una amiga y futura hermana, la miraba más, le gustaba verla sonreír, le gustaba estar con ella, en definitiva, lentamente se había enamorado.

- Mark... no has hablado nunca de que tengas novia - preguntó Ron un día a la hora de la comida.

- Yo soy un espíritu libre... busco al mi alma gemela... pero no la encuentro... - respondió el chico poéticamente.

- Es decir, que no tiene novia - respondió Lizzy.

- ¿Y tu? - le preguntó Ron a Lizzy.

- No... no tengo novio... mi última relación fue... un poco... problemática - dijo la chica sonriendo tristemente.

- No lo dirás por mi ¿verdad? - dijo su hermano.

- ¿Por quien sino? -

- Yo lo deje bien claro... las hermanas de los mejores amigos no se tocan... -

- Eso no te daba derecho a partirle la cara a Max -

- ¡Eh! que yo también salí mal parado de esa pelea -

- Menos mal que entraste en razón y nos dejaste seguir con lo nuestro -

- Yo no entre en razón... simplemente espere a que esa relación fracasara -

- ¿Y si no hubiera fracasado¿qué habrías hecho? -

- Estaba evocada al fracaso... -

- Para que discutir... rompí con Max y todos fuimos amigos de nuevo... todos felices -

Harry sacó varias cosas en claro, a Mark no le haría ni pizca de gracia que él saliera con su hermana y Lizzy se enamoró del que era el mejor amigo de su hermano y posiblemente muy buen amigo suyo por lo que no tenía las puertas tan cerradas como pensaba.


Severus tuvo que ausentarse unas horas del colegio por que el Señor Oscuro lo llamó.

- ¿Qué tal con el señor oscuro? - preguntó Meryem cuando Severus entró en su cuarto.

- Bien -

- Vaya... se ve que estamos habladores hoy - dijo la chica sarcásticamente.

- Son asuntos confidenciales - dijo sentándose en una silla cerca de la cama.

- Entonces te contare yo... parece ser que ya me ha perdonado por no haber matado a Potter en el callejón Diagon... me ha dado una misión - dijo ilusionada.

- Ah ¿si? -

- Si... y lo mejor de todo... yo solita... sin idiotas que entorpezcan todo -

- ¿Y de qué se trata? -

- Tengo que entrar en el Ministerio a por unos papeles... pero dice que tiene que ser la semana que viene... un chivatazo que le han dado al parecer en esos días estará el Ministerio más vulnerable -

Severus sonrió al ver la ilusión que tenía la chica.

- Y ¿cómo entraras?... ¿en plan masacre?... déjame decirte que no es tu estilo -

- Pues... tuve un novio que era ladrón profesional - Severus frunció el ceño al oír eso - me enseño bastantes cosas... - dijo pensativa sonriendo picaramente - pero le di puerta cuando me di cuenta que solo me quería para averiguar la clave de la caja fuerte de mis padres... -

- Eres demasiado crédula... -

- Pero si la peor parte se la llevó él... ni corta ni perezosa le denuncié a la policía... le buscaban en tres países por algo bastante grave... así que todavía estará en la trena... eso por querer jugármela... es que en mi etapa de adolescente era muy rebelde... -

Severus sonrió.

- Tengo que irme... ten cuidado... sobre todo buscando tu príncipe azul -

- Lo tendré... y si te encuentras a mi príncipe azul no lo mates ¿vale? - dijo Meryem alegremente mientras Severus salía por la puerta - por lo menos no hasta que me lo haya beneficiado - gritó para que Snape le oyera desde fuera.

Severus se detuvo unos segundos fuera de la habitación un poco impactado por los argumentos de Meryem, al final sonrió para si mismo mientras se encaminaba hacia la salida.

Por suerte para todos mientras Snape estaba fuera el profesor sustituto era Sirius, lo cual era bastante bueno para la casa Gryffindor ya que les daba muchos puntos, además de que era un experto en pociones y un buen maestro.


- ¿Qué tal las clases de auror? - preguntó Kate viendo a su hija entrar en el cuartel general de la Orden del Fénix.

- Bien... pero los profesores creen que sólo estudiamos sus materias... vamos... no tengo más trabajos por que no son más retorcidos y me mandan más... que sino... además... ¿has visto los libros que tengo que utilizar?... son demasiado caros -

- A ver... déjame la lista - Christine le dio la lista de libros a su madre - mira... estos están en la biblioteca de Hogwarts... quizás si vamos y se los pides a Dumbledore te los deje -

- ¿Cuándo podríamos ir? - preguntó Chris ansiosa.

- ¿qué te parece este viernes?... así veo a tu padre... - dijo Kate picaramente.

- Perfecto - dijo la chica con una sonrisa de triunfo.

Christine se fue al cuarto que tenía en el cuartel general y comenzó a idear su plan para seducir a Snape.


Dumbledore mando una carta a Elísabeth informándole del horario de sus clases de apoyo, cuatro días, todos seguidos, al final de cada mes, la mujer tendría que ir a Hogwarts para dar sus clases, en dichas clases estarían presentes los profesores de DCAO, y tendría que ponerse de acuerdo con ellos respecto al temario.

Elísabeth tuvo que buscar por todos los baúles de la casa los apuntes de cuando ella estudió para auror, gracias a Dios no los había tirado.

Pero lo que más miedo le daba no era hacer el ridículo frente a unos niños, no, lo que de verdad le acojonaba era Sirius y su proximidad, estar cerca de él hacia que se olvidara de todo y sobre todo del hecho que Sirius podría descubrir en cualquier momento la verdad y que cuando eso pasara, la odiaría.


Sirius estaba pletórico de alegría, como bien le había informado Dumbledore, Elísabeth llegaría en un par de horas para quedarse hasta el viernes, aunque con un poco de suerte pasaría el fin de semana en el colegio, los niños tenían visita al pueblo y querría pasar con ellos un tiempo, así que por esas razones, ese martes a las seis de la tarde Sirius estaba que no paraba.

Había entrado como veinte veces a la habitación que habían preparado para la mujer simplemente para revisar que todo estuviera en orden, las amenazas de Remus de que como no se estuviera quieto le mordería la próxima luna llena ya no daban resultado, no había nada que pudiera calmarle, y es que desde que le consiguió sonsacar que le amaba en la biblioteca no la había vuelto a ver, y claro, estaba impaciente por volver a tenerla entre sus brazos.

Cuando Elísabeth entró en el salón, un poco enfadad por que Dumbledore acababa de comunicarle que dormiría en la habitación contigua a la de Sirius, él no pudo abalanzarse a sus brazos, como tenía planeado, para asegurarse de que estuviera sana y salva, puesto que los gemelos, que habían llegado escasos minutos antes, se le adelantaron. Harry se quedó a un lado hasta que los chicos soltaron a la mujer y pudo saludarla.

- Será mejor que la dejemos descansar y ordenar sus cosas en el cuarto - dijo Remus después de haberla saludado.

- Además vosotros tendréis que ir a cenar ¿no? - dijo Elísabeth a los niños.

Los gemelos pusieron algunas pegas pero al final se fueron con Harry hasta el gran comedor, Remus también se fue consciente de que su amigo quería estar con Elísabeth a solas.

- ¿Y qué tal estos días? - preguntó Sirius mientras cogía la maleta y la entraba en el cuarto.

- Muy bien... aunque no entiendo por que estoy aquí... tu hiciste ese master también... y sacaste mejores notas que yo... ¿por qué no lo haces tu? - preguntó ella dejándose caer en el marco de la puerta.

- No sé... pregúntaselo a Dumbledore... además ¿qué pasa¿no quieres estar aquí conmigo? - preguntó picaramente acercándose mucho a ella.

- Estar cerca tuya me pone de los nervios -

- ¿Por qué?... si yo no muerdo... ese es Remus... -

- ¿Qué no muerdes?... todavía tengo la cicatriz de un bocado que me pegaste en el culo una vez que... -

Elísabeth detuvo su argumento al ver al cara picara, más si podía, que tenía Sirius.

- Es que tienes un culito que siempre me ha apetecido morderlo - dijo él acariciando dicha parte del cuerpo de ella.

- ¡Esas manos! - dijo apartándose - Sirius te dije que no te hicieras ilusiones con que volvería contigo... -

- ¿Por qué no?... yo te quiero... tu me quieres... ¿por qué no? -

- Hay cosas que tu no sabes... secretos por los que me odiarías... -

- Sería incapaz de odiarte... te amo - dijo Sirius dulcemente acercándose para besarla.

Elísabeth se apartó rápidamente para no caer en la tentación, no podía volver con él, si lo hacía Sirius descubriría que los gemelos eran sus hijos, y entonces le odiaría, y eso ella no podría soportarlo.

- Me duele la cabeza... he tenido un día agotador... mejor me voy a dar un baño - dijo yendo hacia el baño.

- ¿Quieres que te frote la espalda? - preguntó Sirius yendo tras ella.

- No gracias... puedo solita - dijo ella cerrando la puerta en la cara de Sirius.

Dentro del baño Elísabeth se dejo caer pensando en lo difícil que sería convivir con Sirius cuatro días al mes.

Sirius por su parte sonrió divertido mirando la puerta, hacer que la chica cediera sería un reto que el iba a conseguir. Salió del cuarto y se fue al gran comedor para cenar junto con el resto de profesores.

A la mañana siguiente Sirius intentó ir a darle los buenos días a Elísabeth con un beso, pero Remus consiguió frenarle y menos mal, por que la mujer estaba de los nervios con esto de ponerse frente a unos chicos y contarles algo de lo que casi no se acordaba.

Remus consiguió llevarse a Sirius a desayunar para que no acosara demasiado a su amada.

Elísabeth estaba en el salón preparando su primera clase de apoyo de DCAO, la verdad es que estaba bastante nerviosa pues ella nunca había hecho algo así, por lo que se sintió aliviada cuando Harry entró y la saco de releer lo que tenía preparado por decimoquinta vez.

- Hola cielo ¿qué haces aquí? - preguntó dulcemente al chico.

Harry ya se había acostumbrado aunque a veces le resultaba raro que tanto Kate como Elísabeth le trataran con tanta familiaridad.

- Pues... quería hablar contigo... - dijo un poco colorado mientras dejaba la mochila a un lado y se sentaba al lado de ella.

- Dime... ¿para que soy buena? -

- Es que... les enseñe las fotos del álbum que me regalaste a Sirius y a Remus... y ellos me dijeron que nunca habían visto esas fotos de mi padre tan pequeño... y me entró la curiosidad de saber como tu las habías conseguido -

- La verdad es que Sirius vivió durante bastantes veranos en casa de tus abuelos... y eso le daba acceso a muchas fotos de tu padre de chico... pero es que estas me las dieron a mi tus propios abuelos hace muchos años... -

- ¿Los conociste? -

- Si... mira... mis padres murieron cuando yo tenía diez años... entonces me tuve que ir a vivir con mi hermano veinte años mayor que yo... que vivía en la antigua casa de mi padre... que estaba al lado de la de tus abuelos... -

- Entonces conociste a mi padre antes de que entrara en Hogwarts -

- Si... veras... mi hermano, aunque estaba muy apegado a mi desde que yo nací, no tenía nada de experiencia educando y criando a una niña... así que tus abuelos le ayudaban... por eso yo me iba a casa de tu padre y allí jugaba con él... o ayudaba a tu abuela a preparar galletas... y como desde pequeña me encantó la fotografía pues le pedí a tu abuela que me diera unas fotos de tu padre de pequeño que nadie hubiera visto para tenerlas de recuerdo -

- Y te las dio... -

- Si... yo siempre me llevé muy bien con tu padre... y tus abuelos... tengo que tener fotos de ellos por alguna parte... - dijo pensativa.

- ¿De verdad? - preguntó Harry ilusionado.

- Las busco y te las traigo la próxima vez ¿vale? -

- Gracias -

- No hay por que darlas... ahora ve a clase... que seguro que llegas tarde... -

- Ahora tengo clase contigo... así que... no me iras a echar la bronca ¿verdad? -

- Anda vamos... que los dos llegamos tarde - dijo Elísabeth risueña levantándose y recogiendo las cosas para ir a clase.

Todos los alumnos estaban ya en clase y el último en entrar fue Harry que se sentó rápidamente junto a Ron.

- Bien... - dijo Elísabeth dejando su cartera en la mesa, Sirius y Remus estaban sentados en sus sillas y le miraban sonriente - Me llamo Elísabeth Lavine - Sirius bufó al ver que utilizaba su apellido de casada - y seré la profesora que os dará unas clases especiales sobre DCAO... no sé el nivel que tenéis y no sé como estáis llevando la asignatura... así que... os haré un examen sorpresa -

- ¿Examen sorpresa? - preguntaron algunos.

- Eso no es justo - dijo Mark.

- La vida no es justa... vete haciendo a la idea - dijo Elísabeth a su hijo sonriéndole.

Mark y Lizzy se cruzaron de brazos y la miraron con el ceño fruncido, a ellos les gustaba llevar las contras a los profesores y saltarse las normas pero sobre todo a ellos no les gustaban los exámenes sorpresa, así que se miraron con una sonrisa que dejaba ver que tenían un plan.

Elísabeth repartió los exámenes tranquilamente pasando olímpicamente de las quejas, Sirius y Remus se dedicaron a corregir los trabajos que habían mandado para ese día.

La hora paso tranquila y mientras todos hacían el examen Elísabeth ojeaba el libro de DCAO preguntando las dudas sobre la materia a Sirius o a Remus.

Esa tarde en el salón previo a su cuarto Elísabeth se dedicó a corregir los exámenes y todo iba perfectamente hasta que llegó a los exámenes de sus hijos.

La mujer se tensó al leer lo que las cabezas locas de sus hijos habían escrito, "Esto ya es el colmo, es que no pueden dejar de presionarme ni un momento, no tengo bastante con el acoso de Sirius que también tengo que soportar la presión de mis hijos, es que ninguno comprende que si se enteran de la verdad me odiaran, lo hago por su bien".

Sirius que estaba echado en el sofá leyendo un libro se acercó a ella cuando vio su cara de cabreo.

- ¿Qué ha pasado? -

- Nada - dijo furiosa.

- Dímelo... -

- Que no... - dijo Elísabeth intentando guardar las hojas.

Pero Sirius fue más rápido y se las quitó, palideció un poco al ver lo que los gemelos habían escrito y prefirió callarse.

- Será mejor que vaya hablar con ellos y les calme un poco -

- Si... mejor aclárales tu que no voy a acabar contigo... por que si lo hago yo... -

- ¿Y por qué no? - preguntó Sirius frunciendo el ceño.

- Tu quítales esa idea de la mente antes de que yo me enfade más... bastante tengo contigo como para también aguantar los desvaríos de ellos -

Sirius salió del cuarto y fue a ver a los gemelos, por suerte los encontró practicando hechizos con Harry, Ron y Hermione en un aula vacía.

- Ron, Hermione¿podríais dejarnos solos un momento por favor? - pidió Sirius entrando en el aula.

- Claro... nos vemos en la sala común - dijo Hermione saliendo del aula.

- Creo que debemos hablar -

- ¿De qué? - preguntó Mark inocentemente.

- De vuestro examen... -

- ¿Hemos suspendido? - preguntó Harry.

- No... bueno... no sé lo que has sacado tu, Harry... pero ellos... -

- ¿Qué habéis hecho? - preguntó Harry a los gemelos temiéndose lo peor.

- Expresar nuestra opinión - dijo Lizzy tranquilamente.

- O lo que es lo mismo... enfadar mucho a Elísabeth - explicó Sirius.

- ¿Por qué?...nosotros solo queremos que se quede contigo -

- Me parece estupendo... pero si algo tiene que pasar entre nosotros es mejor que ella no este cabreada -

- ¿Tu la quieres? -

- Si... pero no creo que sea bueno que la presionéis... poco a poco voy consiguiendo algo... y si vosotros la presionáis... pues es un paso atrás que doy yo... -

- Pero... -

- Ella ya sabe lo que vosotros opináis... y si tenéis paciencia pues todos saldremos ganado -

- Esta bien... - dijo Lizzy dándose por vencida.

- Te damos hasta Halloween - dijo Mark seguro de si mismo.

- ¿Para qué? -

- Para conquistarla por tus medios... si no has conseguido mucho... pues tendremos que echarte una manita -

- Esta bien... pero no la presionéis más de la cuenta para que haga algo de lo que todavía no esta preparada - dijo Sirius saliendo por la puerta.

- Vale... ahora... ¿qué habéis hecho? - volvió a preguntar Harry.

- Nada... simplemente... poner en todo el examen "queremos que Elísabeth se case con Sirius, tengan hijos y nosotros muchos hermanitos" -

- No te olvides de "Sirius por Elísabeth" - añadió Lizzy.

- Sois lo peor... creo que sería mejor que Sirius la conquistara por sus propios medios... -

- Y vamos a dejarle... pero si no obtenemos resultados... pues... -

- Sólo sería ayudar un poco -

- Anda vamos a la sala común - dijo Harry abriendo la puerta.


- Dime una cosa Draco... ¿por qué sales con esa cría? -

- Ese no es tu problema Blaise... - contesto el chico secamente.

- Es que no lo comprendo... es un cría... -

- Te he dicho que ese no es tu problema... idiota - dijo cogiéndole del cuello de la camisa.

- Esta bien... esta bien... no me meteré... - contesto Blaise asustado.

Draco salió del cuarto y se fue a la sala común, estaba enfadado de que todo el mundo se metiera en su relación con Rachel, vale, ella era una niña, pero a él le gustaba.

- Hola - dijo Rachel alegremente sentándose junto a Draco.

- ¿Qué tal el día? -

- Bien... Draco... ¿me ayudas con pociones?... es que... no se me da bien... y tu eres el ojito derecho de Snape - dijo ella poniendo cara de perrito abandonado.

Draco sonrió y le paso el brazo por los hombros para atraerla más hacia él.

- Claro... ¿en que tienes problemas? - dijo Draco sonriente.

Rachel sonrió contenta y abrió el libro para mostrarle el problema.

La verdad es que en las dos semanas escasas que llevaban de novios no habían pasado a mayores, entiéndase por pasar a mayores tener sexo, cosa rara teniendo en cuenta la trayectoria amorosa y sexual de Draco, pero por alguna extraña razón el chico la respetaba, cosa que hacia que Rachel se enamorara cada vez más de él.


Sirius se acercó lentamente a la cama de Elísabeth, era media noche y se había despertado después de un sueño subidito de tono con la chica que dormía ahora frente a él como principal protagonista.

Despacio le acarició el rostro, sonriendo al sentir el contacto de su piel, sintió la necesidad de abrazarla para sentirla más cerca y dudando se metió en la cama y la abrazó.

Quizás por que estaba demasiado absorta en sus pensamientos no rechazó el abrazó o quizás por que era lo que de verdad quería, que Sirius estuviera allí con ella, pero lo cierto era que Elísabeth no estaba del todo dormida, pues sintió como alguien se metía en su cama, notó la presencia de Sirius y se dejó mimar por él.

- Esto no debería estar pasando - murmuró Elísabeth.

- Pensé que estabas dormida - dijo Sirius sorprendido.

- Y yo pensé que tu tenías una cama propia - le reprochó ella.

- Dormir contigo me gusta más - dijo él acomodándose más.

- ¿Me prometes que sólo será dormir? - preguntó ella abriendo los ojos para mirarlo - Sirius... no estoy preparada todavía para afrontar ciertas cosas -

- Te dije que te recuperaría... no me importa esperar - dijo él dulcemente mientras le acariciaba la espalda.

- Nunca me has perdido y lo sabes... - susurró ella al borde del sueño.

Sirius esbozó una sonrisa y siguió acariciando la espalda de ella, de arriba abajo, para que se relajara y se durmiera, Elísabeth se acurrucó más en el pecho de Sirius y sintió como el sueño le vencía.

El despertar fue estupendo, era como si el tiempo no hubiera pasado y volvieran a tener veinte años. Ella despertó primero y se acercó para despertarlo de la única forma que sabía que funcionaria a la primera, besándole, era reacia a utilizar ese truco, sobre todo por que sabía como empezaba pero no como podría acabar la cosa, pero no había otra forma, así que lentamente se acercó y lo beso, despacio, para que poco a poco fuera despertando.

Sirius lentamente fue correspondiendo al beso, todavía medio dormido sentía como si le llevaran al cielo al sentir los labios de la mujer a la que amaba.

- Buenos días - dijo Elísabeth al separarse.

- Con este despertar cualquier día es bueno... - dijo él abrazándola.

- No te acostumbres... -

- ¿Qué pasaría si me acostumbro? -

- Sirius... hay demasiadas cosas que nos separan... cosas que tu no sabes - dijo Elísabeth incorporándose.

- Pues dímelas - dijo Sirius incorporándose a su lado y besándole el cuello - que no te importe nada de lo que paso... sólo el ahora... sólo nosotros... - le susurró al oído.

Sirius poco a poco la fue recostando sobre la cama y se coloco un poco encima de ella para seguir besándola mientras ella se dejaba hacer.

- No - dijo Elísabeth separándose.

- Pero... ¿por qué no? -

- Si algún día te enteras... no quiero que después me eches en cara que me acosté contigo mintiéndote -

Elísabeth se encerró en el baño atenta para escuchar a Sirius salir y la puerta cerrarse.

Sirius estaba desconcertado por las palabras de ella, empezó a sentir curiosidad de saber que era eso que le ocultaba, ese secreto era el que no les dejaba estar juntos, a lo mejor era lo de los gemelos, que ella no era su madre, pero no se explicaba como eso podría impedirles estar juntos.


Era el típico viernes previo a una salida al pueblo en el cual el gallinero estaba bastante revolucionado buscando citas. Los cinco Gryffindor de sexto curso salieron a dar una vuelta por los jardines antes de entrar en clase. Ann prefirió quedarse en el salón, tenía un plan que meditar.

Cuando estaban llegando a la puerta vieron que entraban Kate y Christine.

- ¿No tendríais que estar en clase? - preguntó Kate sonriente saludándolos.

- Todavía es temprano - respondió Mark.

- ¿Y vosotras? -

- Pues yo he venido hacer una visita a mi maridito... así que si me disculpáis... voy a darle un beso de buenos días - dijo Kate entrando en el castillo con una sonrisilla muy picara.

- Yo... he venido a ver a Dumbledore a ver si me deja un par de libros de la biblioteca para las clases - dijo Christine entrando detrás de su madre.

- Adiós - contestaron todos bajando a los jardines.

- Chicos... ahora voy... - dijo Ron mirando como Chris se perdía por el pasillo.

Sin perder tiempo el pelirrojo salió corriendo tras la chica para poder alcanzarla y hablar con ella.

- ¡Ron! - dijo Chris dándose la vuelta cuando sintió como alguien le cogía del brazo.

- Quería hablar contigo -

- ¿De qué? - preguntó la chica desconcertada.

- De lo que paso en la casa durante el verano... -

- ¿El qué? - preguntó Chris haciéndose la loca, pero en verdad sabía perfectamente de que iba el asunto.

- De... de lo de... cuando... yo... cuando... te vi... pues eso... cuando te vi... así... - tartamudeo Ron poniéndose colorado.

- Ah... eso... no te preocupes... no te voy a pedir que te desnudes para estar en paz... eres demasiado pequeño para tener algo que me interese - dijo Christine intentando quitarle importancia al asunto.

Ron frunció el ceño al oír a la chica.

- A lo mejor soy lo suficiente mayor como para tener algo que te interese - dijo picado.

- Puede ser... lo más seguro es que si... - ella sonrió picaramente y ladeó un poco la cabeza - pero no creo que sea el momento idóneo de averiguarlo... tengo prisa... adiós - dijo Chris echando a andar.

Ron se quedó perplejo, el barullo de la gente saliendo del comedor para ir a clase le saco de su ensoñación, miró el reloj y salió pitando para clase por que llegaba tarde.


La visita de Kate fue acogida de buen grado por Remus, la verdad era que nunca habían estado tanto tiempo separados y eso se notaba ya que en cuanto Kate entró en el cuarto de su marido se abalanzó sobre él para que le hiciera el amor en ese mismo instante.

- Tengo un par de horas libres -

- Estupendo... te he echado de menos amor - dijo Kate mientras le quitaba la camisa a su maridito.

- Yo también a ti... Dios... como te he echado de menos - dijo Remus mientras la desnudaba y la besaba con ansia.

Hicieron el amor una y otra vez hasta que quedaron saciados del mes que habían estado separados.


Ann tenía un plan para seducir a Snape, pero ese plan no podía ejecutarse en medio de una clase llena de niñatos babosos, no, el plan era que estuvieran los dos solos y para llegar a eso lo más fácil era ser castigada, así que eso hizo la chica, cuando un alumno de Slytherin paso por su lado para entregar la poción que habían realizado, le pego tal patada en la pierna que el chico tropezó y la poción fue a caer encima de otro Slytherin.

Ann sonrió satisfecha cuando Snape se puso a gritar como un energúmeno.

- Castigada a limpiar esto bajo mi supervisión - gritó Snape.

Esas palabras hicieron que Ann oyera el cielo, no por estar castigada, sino por lo de estar bajo su supervisión. La oportunidad era perfecta, solos, los dos, en una clase, si Snape no caía a sus pies ese día es que el tío era más raro de lo que Ann se pensaba.

Todos los alumnos salieron corriendo del aula, no era aconsejable quedarse más de la cuenta con Snape furioso, Ann agradeció mucho el gesto de sus compañeros, cuanto antes empezara su plan mejor.

Snape hizo un movimiento de varita y apareció un cubo con agua y una esponja.

- Gracias profesor - dijo la chica en plan "soy una niña muy buena que no ha roto un plato en su vida".

Snape ni siquiera la miró, se sentó en su mesa y se concentró en ordenar las pociones hasta que no pudo más y decidió inspeccionar el trabajo de la chica, que estaba al otro lado del aula.

El profesor de pociones dio un par de pasos hacia atrás del miedo por lo que estaba viendo. Para muchos sería una visión sublime, para él también, pero una voz en su mente no dejaba de gritarle "¡ES MENOR¡ES MENOR!" y claro, se acojonó.

Ann estaba de pie, eso no era lo malo, lo que más impresionaba a Snape era su escasa vestimenta, mágicamente la falda había encogido hasta tal punto que le vendría bien a un bebe, su camiseta le quedaría grande a una barbie, estaba casi desabrochada y se transparentaba el sujetador rojo, como comprenderéis dejaba todos los atributos de la chica a la vista.

- Profesor - dijo con la voz más sensual que pudo mientras se mordía el labio.

Snape buscada a tientas el picaporte para salir de allí corriendo, a ver, era una situación totalmente nueva para él, no todos los días una alumna no acosaba, vamos, nunca le había pasado.

Ann tenía en una mano la esponja y con una sonrisa picara la llevó hasta su pecho y allí la estrujo fuerte para que toda el agua cayera sobre su ropa, si antes se le veía todo y se trasparentaba el sujetador, ahora podían verse hasta los lunares que la chica tenía en el pecho.

Esta fue la gota que colmó el vaso para Snape, estaba claro que si no le daba un ataque la chica le violaba porque estaba insinuándose descaradamente. Para su salvación, en el momento en que Ann se acercaba a él con una mirada lujuriosa, encontró el picaporte de la puerta. Todo fue muy rápido, Snape salió corriendo y Ann se quedó besando a la puerta.

Ann se separó enfadada y abrió la puerta para buscar al profesor, del pasillo se oían pasos lejanos, Snape ya estaría por China, volvió a entrar en el aula, antes de que la viera nadie con esas pintas, y miró ceñuda todo lo que tenía que limpiar, definitivamente sin Snape allí eso de estar castigada perdía toda la gracia.

Se secó la ropa y la devolvió a su tamaño natural, miró con asco el aula y salió tranquilamente.

- ¿Después de que me quedo sin diversión voy a limpiar?... ¡JA!... que se lo ha creído - dijo Ann mientras iba para su cuarto.


- ¿Has hablado con Elísabeth? - preguntó Remus entrando en el aula de DCAO.

- ¿De qué? - preguntó Sirius alzando la vista del escritorio.

- Lo de que piensas que ella no es la madre de los gemelos -

Si Remus se hubiera girado en ese momento habría visto como Mark y Lizzy iban a entrar en la clase, para preguntar unas dudas, pero se escondían detrás de la puerta para escuchar la conversación. Los dos niños estaba atentos a lo que los adultos decían.

- No se como abordar el tema -

- Es que... es difícil... llegar y decirle... creo que los gemelos no son tus hijos - dijo Remus comprensivo.

- Es que no se... Patrick dijo que eran hijos de Samantha... pero aunque eso sea cierto... Elísabeth los ha criado... -

- Creo que debes aclarar esa duda antes de que vaya a mayores... si quieres tener algo con ella será mejor que no haya secretos -

- No te preocupes... en cuanto tenga tiempo aclaro esto... -

Los gemelos estaban impresionados con esa conversación, y decidieron irse para su cuarto a aclarar este tema sin que nadie los distraiga.


Severus ando con paso ligero hacia su despacho, cerró la puerta rápidamente y apoyó la frente sobre ella mientras cerraba los ojos y pensaba en que era lo que le pasaba a esa chica.

"Dios... esta loca... ¿es que no puede ser como su padre y el estúpido de Black y simplemente odiarme?"

- Hola Severus -

Una voz muy sensual sonó a su espalda.

Severus abrió los ojos rápidamente mientras interiormente suplicaba que no fuera la otra loca.

No sabía que les había dado a esas dos hermanas con él, pero estaba claro que era grave. Las dos chicas le asediaban por donde quiera que fuera.

"Hay que reconocer que las dos son atractivas... pero una es menor" Severus negó rápidamente con la cabeza mientras pensaba "y la otra... da igual... las dos son Lupin... son como su padre... odiosas... por muy guapas que sean".

Severus negó rápidamente con la cabeza mientras pensaba .

- Severus -

Esa voz tan sensual volvió a sacarle de sus pensamientos. Lentamente se dio la vuelta abriendo de par en par los ojos, por segunda vez en el día, para ver a la chica.

Christine se encontraba encima de su escritorio en una pose muy sugerente y provocativa. Casi no iba vestida, que fue lo que más impactó a Snape, llevaba un corpiño muy ajustado, corto, provocativo y escotado, una minifalda con volantitos demasiado corta, en el cuello una pajarita y su larga melena estaba atada con un lazo, los labios pintados de rojo pasión y una mirada lujuriosa, las piernas vestidas con unas medias de redecilla sujetas a un ligero, que bajo la falta se veía completamente, y terminaban con unos botines de cuero negro.

Ante aquella visión Snape tenía la mandíbula desencajada, el corto atuendo de la chica dejaba ver su bien formado cuerpo. Severus no sabía como reaccionar ante esa propuesta tan descarada de sexo, lujuria y pasión.

"Si me comporto como un cabrón y caigo en sus encantos sería una buena forma de joder a Black y Lupin... pero si lo hago seré un cabrón delante de Elísabeth... no... debo actuar con responsabilidad... y... salir corriendo de aquí"

- Pero niña... ¿qué estas haciendo?... ¡tápate¡por Dios y por la Virgen Santa!... que me puedes meter en un problema - dijo nervioso acercándose a Chris y dándole una capa.

- Al contrario... no quiero taparme... quiero destaparme más - dijo la chica sensualmente.

- ¿Más? - preguntó Snape desperado.

- Si - dijo la chica sonriente intentando quitarse el corpiño.

De pronto se oyó lo que Severus más temía, alguien estaba llamando a la puerta.

"Perfecto... sea quien sea... pensara que soy un depravado"

- Tápate - gruñó Snape dándole una capa a la chica.

Se acercó a la puerta y abrió un poco para ver quien era y así darle tiempo a la chica para taparse.

- Severus¿podemos hablar? - preguntó Elísabeth.

A Severus se le cayó el alma a los pies.

"Mira que tengo mala suerte... de todas las personas que podían llamar hoy a mi puerta ¿por qué tenía que ser precisamente ella?"

- No... no... es... un buen... momento - tartamudeo Snape.

- ¿No es un buen momento?... vamos... déjate de tonterías... es urgente... - dijo intentando abrir la puerta.

- De verdad... no bromeo... ven en otro momento - dijo Snape nervioso.

- Severus... por favor... ¿no me digas que tienes a una chica medio desnuda y que he interrumpido mientras hacíais el amor salvajemente sobre tu escritorio? - preguntó Elísabeth con una sonrisa picara en broma.

Severus palideció al oír la pregunta.

"Casi... estábamos a punto de empezar" pensó Christine mientras abría la puerta y se dejaba ver.

Snape giró el cuello tan rápido para mirar a la chica que se le oyeron crujir varias vértebras. Para la suerte de él, Chris se había puesto una túnica por encima de su conjunto sexy para que no lo viera.

- Eehh... yo... ella... nosotros - tartamudeó Snape.

- Severus ya veo que te sabes los sujetos... buenos días Christine... ¿no sabía que habías venido? -

- Oh... sólo estaba de visita... es que como el profesor Snape - Chris le tocó el brazo y sonrió dulcemente y Snape se puso más nervioso - es tan bueno en pociones y yo tengo próximamente un examen y la desgracia de haber salido en esta materia a mi padre... pues he venido a pedirle ayuda... para que me enseñe... algo... - dijo mirando con lujuria al profesor.

- Oh... entiendo... entonces nada no interrumpo... os dejo... estudiar... tranquilos - dijo Elísabeth sonriendo picaramente.

- Adiós - dijo Chris alegremente.

- Espera - dijo Severus antes de que se fuera.

- No te preocupes... no sé lo contare a nadie... disfruta del estudio - susurró Elísabeth al oído de Severus picaramente.

- No me dejes con ella... ¡me da miedo! - le susurró Snape con cara de pánico.

Elísabeth le miró con cara de "tu ¿miedo?" y cerró la puerta tras ella.

- Por fin solos - dijo Christine quitándose la capa y quedando otra vez con trajecito sexy.

Snape se acercó a la chica, la cogió fuertemente y la zarandeo.

- No quiero que estés aquí, no quiero que estés de esta forma vestida, no te quiero ni te deseo ni nada por el estilo - dijo fríamente.

- Tu amiguito no dice lo mismo - dijo Christine mirando picaramente la entrepierna mientras acercaba su mano al miembro viril.

- ¡Escúchame!... quiero que te largues y me dejes en paz... ¡no te soporto! - dijo Snape furioso y apartando a la chica.

- Pero... - dijo Chris asustada.

- ¡Que te largues! - gritó furioso.

Chris se separó de él asustada, cogió su ropa y salió corriendo del despacho.


- Es que me parece demasiado fuerte - grito Mark mientras le pegaba una patada a la mesa de su cuarto.

- Cálmate - pidió Lizzy.

- ¿Qué me calme?... ahora resulta que mamá no es mamá -

- Tiene que haber una explicación para todo esto... mamá es mamá... era papá el que no era papá... -

- Pero si lo que hemos escuchado era cierto... somos hijos de una tal Samantha... ¿y si resulta que mamá si perdió aquel bebe y Samantha, nos tuvo a nosotros y quería abandonarnos y mama nos adopto junto con papá? -

- Demasiado fantasioso... hermanito esto tiene que tener una razón lógica - dijo Lizzy.

- Claro que tiene una explicación lógica... y yo sé donde encontrarla - dijo Mark saliendo del cuarto.

- ¡Espérame Mark! - dijo su hermana yendo tras él.


Christine salió del despacho muy dignamente, a medida que iba caminando por el oscuro corredor comenzaba a aligerar el paso hasta llegar a correr. Las lagrimas caían por su rostro, se sentía humillada, había sido rechazada por un hombre cuya vida sexual era prácticamente nula.

"¿Cómo es posible eso? si su mayor excitación es ponerle ceros a los Gryffindor ¡rechazarme a mi¿pero quien se ha creído que es?"

Se detuvo de repente frunciendo el ceño, miró a los lados para ver si algún alumno o profesor le había visto, no era el plan ir paseándose medio desnuda por todo el colegio y que la gente le viera.

Se dio cuenta de que estaba en frente del baño de los prefectos, así que decidió entrar para darse un baño y cambiarse, ventajas de ser la hija de un profesor, se sabía todas las contraseñas, así que sin dudarlo entró.

La bañera estaba llena y la espuma de colores casi salía por los bordes, Chris se acercó para comprobar la temperatura.

- En su punto - murmuró mientras se quitaba la capa.

Empezó a desnudarse lentamente, primero la capa, la pajarita, los zapatos, las medias, la falda, el ligero, el corpiño y por último el tanga. Mientras lo hacía contemplaba su reflejo en el espejo y cuando estuvo completamente desnuda suspiró. Paso un par de minutos mirándose y pensando en por que si la gente decía que ella era agradable y simpática y además tenía un buen cuerpo, como es que no había conseguido echarse un novio decente que la quisiera sólo a ella.

Sus pensamientos vagaron desde la primera vez que beso a un chico hasta el momento en que perdió la virginidad. Y ahora ella estaba allí, acosando a un hombre mayor que la veía como una cría. Se miró en el espejo detenidamente hasta que vio a alguien que también la observaba, se giró rápidamente de la impresión y ni siquiera se tapo.

Él estaba en la bañera, con todo el cuerpo mojado y el agua le cubría hasta la parte superior del pecho, tenía los brazos cruzados detrás de la cabeza, en su cara una sonrisa burlona y miraba a la chica con lujuria y deseo, como si nunca hubiera visto algo tan apetecible.

- ¿Te gustan las vistas? - preguntó Chris irónicamente.

- La verdad... no están mal... pero las he visto mejores - respondió Draco como quien no quiere la cosa.

- Niñato -

- Seré un niñato... pero he visto... y sé mucho -

- ¿Sólo has visto?... si sólo es eso no tienes mucho de lo que presumir - dijo ella poniendo sus manos en las caderas en pose chulesca.

Draco salió del baño dejando ver su cuerpo desnudo y mojado al completo, el chico se había formado un buen cuerpo gracias al quidditch y los entrenamientos de mortifago.

"Joder con el niñato... esta bueno y todo" pensó Chris al verle.

- Te aseguro que tengo más práctica que tu -

- Menos lobos caperucita... que eso de tirarse faroles lo sabe hacer todo el mundo -

- No es un farol - dijo Draco acercándose lentamente.

- Demuéstralo -

Chris sonrió picaramente mientras le miraba de arriba abajo con lujuria, Draco también le miraba de la misma manera, estaban ambos a escasos dos metros.

- Bah... paso... más quisieras - dijo Draco infravalorando a la chica.

- Es la segunda vez que hoy me dicen que pasan de una proposición tan... placentera... y es la segunda vez que el cerebro pensante del hombre me demuestra lo contrario - dijo ella mirando el mirando el miembro viril que ya estaba erecto.

- ¿Esto? - se señalo su entrepierna - la controlo cuando quiero - dijo el sonriendo con triunfo.

- ¿En serio? -

Christine se acercó a él y acarició levemente el pene, pudo sentir con ese gesto que Draco se tensaba. Sin dejar de mirarlo fue descendiendo mientras acariciaba el miembro hasta quedar a la altura de su entrepierna. Se acercó lentamente mientras se mordía el labio, las caricias suaves hacían que el pene se pusiera más erecto.

Rozó con sus labios lentamente la punta mientras cerraba los ojos y lanzaba un leve gemido, vio que Draco echaba la cabeza hacia atrás y cerraba los ojos con fuerza para evitar gemir. Chris continuó hasta que consiguió lo que quería, que Draco se dejara llevar e inconscientemente pidiera más.

- Oh Dios - gimió Draco.

- Bien... mi labor aquí ha terminado... con esto queda demostrado que tu no dominas nada - dijo Christine separándose bruscamente.

- Espera... ¿me vas a dejar así? - preguntó él sorprendido.

- ¿Es que quieres más? -

Chris viendo la ausencia de respuesta se giró para ponerse su ropa.

- Si... lo quiero todo - dijo Draco después de unos minutos girándose para quedarse cara a cara con ella.

En ese momento sin querer Chris tropezó, cayó al suelo y Draco, que la sujetaba, cayó con ella.

Draco sonrió perversamente pues desde que había entrado la chica en el baño había querido estar en esa postura, él encima y ella debajo, tal y como le gustaba, para así tener el control.

Chris le miraba con las cejas alzadas esperando que Draco diera el primer paso, expectante de que le pidiera más. Draco se acercó para besarla pero Chris le giró la cara, cosa que al chico no le importó pues comenzó a besar su cuello y de ahí fue descendiendo poco a poco hasta los pechos.

Chris se mordía el labio para intentar no gemir de placer, Draco estaba saboreando sus pechos lentamente, haciéndole sentir un placer intenso, siguió descendiendo lentamente hasta llegar al ombligo donde noto que Chris abría un poco las piernas para dejarle paso mientras arqueaba la espalda.

En ese momento fue cuando Draco decidió pasar de los previos a la acción, estaba deseoso de poseerla por fin y ella misma le estaba abriendo las puertas del cielo. Ascendió rápidamente para colocarse con el pene en la entrada de la vagina y así pillarla por sorpresa para que no pudiera evitarlo, lentamente y ante la sorpresa de Chris, que no esperaba un ataque tan rápido, fue penetrándola.

El mar de sensaciones, todas demasiado placenteras e intensas como para expresarlas, que sintieron ambos quedó reflejado en los gritos y gemidos de placer que ambos dejaban escapar. Chris se agarraba a la espalda de él, arañándolo, mientras le incitaba, con el movimiento de la pelvis, a que fuera más rápido. Draco besaba su cuello mientras aceleraba el ritmo, al cabo de unos minutos los gritos y gemidos de placer inundaba la habitación y juntos llegaron al orgasmo.

Ambos respiraban entrecortadamente, Draco apoyó la cabeza en el hombro de ella, exhausto del esfuerzo, pero aun así todavía quería más, tenía ganas de más. Sin salir de dentro de ella empezó a moverse lentamente, Chris se sorprendió de que todavía tuviera ganas de más, aun así le siguió y comenzó a moverse ella también. Poco a poco los movimientos se hicieron más rápidos, esta vez ambos aguantaron más para hacer más largo y placentero el momento hasta llegar nuevamente al orgasmo.

Draco se tumbó a su lado, respirando muy entrecortadamente, casi sin fuerzas, Chris estaba igual de exhausta. Con gran esfuerzo, pues estaban agotados de una sesión tan intensa de sexo, Draco se levantó, se fue a las duchas, se lavó para quitarse el sudor y se vistió. Chris hizo lo mismo en otra ducha y se vistió de una forma más decente transformando su conjunto sexy en un pantalón y una camiseta.

Otra vez estaban cara a cara pero esta vez vestidos, sin saber que decir pues ni Chris quería admitir que el niñato sabía lo que hacía en cuestión de sexo, ni Draco que se había dejado por ella y que la chica dominó la situación en todo momento. Ninguno quería admitir su derrota.

- Mejor será que de esto no se entere nadie... sería malo para mi reputación que se enteraran de que he tenido sexo con una serpiente como tu... - dijo Christine restándole importancia a lo que acababa de pasar.

- Por supuesto... sería degradante que supieran que me he acostado con una Gryffindor como tu... - dijo Draco mirándola con desdén.

Ambos sonrieron levemente, esa era su forma de sellar el pacto de silencio, insultándose, y salieron de la habitación tomando caminos distintos, Draco a su sala común y Chris hacia la salida del colegio.


En el salón previo al cuarto de los profesores de DCAO se encontraban los tres profesores corrigiendo trabajos.

- Mamá - dijo Lizzy entrando en la habitación.

- Queremos la verdad - dijo su hermano cerrando la puerta.

Los dos niños miraron a su madre duramente.

- Sin omitir detalles... la verdad... por una vez que alguien nos aclare todo -

- Pero... a ver... ¿qué me estáis contando? - preguntó Elísabeth sin entender.

- Oímos a Sirius decir que tu no eras nuestra madre -

- ¿Qué? -

- Oímos como Sirius le decía a Remus que nuestra madre era una tal Samantha y no tu -

Elísabeth miró a Sirius sin comprender por que había dicho eso.

- Eso es totalmente falso - dijo ella seriamente.

- Entonces por que ha dicho eso -

- Escuchadme bien... yo os parí a los dos... yo... nadie más... - dijo Elísabeth muy seriamente.

- ¿Quién es Samantha? - preguntó Lizzy.

- Fue la primera esposa de Patrick... murió un año antes de que vosotros nacierais... -

- ¿Y por qué Sirius dijo eso? -

- Yo que sé... lo que si sé es que yo soy vuestra madre -

- También creíamos eso de... -

- Escucha... yo tuve que pasar las tres horas de parto para que nacierais... -

- Pero... -

- No hay peros que valgan... no se por que Sirius piensa eso... pero no es cierto... yo os parí... yo... ¿entendido? -

- Entendido -

- Entonces id a clase -

Los gemelos salieron del cuarto en silencio intentando razonar por que Sirius creía eso.

- ¿Por qué les has mentido? - preguntó Remus.

- No les he mentido - contesto ella tajantemente.

- Es imposible que abortaras en agosto y tuvieras a dos bebes en noviembre - dijo Sirius mirándola directamente a los ojos.

- Imposible tener a unos bebes en cuatro meses - confirmó Remus.

- No aborte -


Continuara...

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