Este ff esta hecho por Elísabeth

Los personajes principales son los de Rowling, los demas son mios!


Capítulo 9: El muro que nos separa.

- No puede ser - murmuró Remus.

- ¿Qué has dicho? - preguntó Sirius incrédulo.

- No tuve ningún aborto... Mark y Lizzy son mis hijos y de Sirius -

- Pero... pero... yo lo vi... - dijo Sirius intentando comprender.

- Fue un hechizo... todo fue una ilusión de un hechizo... - susurró ella.

Todo ocurrió muy rápido, demasiado rápido para evitarlo, Sirius se acercó furioso y le pegó una bofetada que tiró a Elísabeth al suelo.

- ¡Pero como has podido hacer algo así!... -

Remus se acercó para sujetarlo.

- Sirius... tranquilízate... vas a decir cosa de las cuales te vas a arrepentir después - le susurró al oído.

- Suéltame - exclamó zafándose de Remus - ¡te odio! - gritó Sirius.

Elísabeth desde el suelo miraba horrorizada a Sirius, había sido capaz de pegarle y le había dicho que la odiaba, esas palabras le dolían más que cualquier otra cosa que Sirius le hubiera hecho, incluso más que engañarla, ahora la odiaba.

Sirius la levantó del suelo y la zarandeó.

- Sirius... por favor - intentó Remus calmar a su amigo.

- ¿Por qué lo hiciste¿por qué? - preguntó furioso.

Elísabeth estaba demasiado impresionada con la reacción de Sirius, la verdad es que se esperaba algo así, algo que siempre le había dado miedo, pero no estaba preparada para ese dolor, así que reacciono de la única forma que conocía, la mejor defensa es un buen ataque.

- Por que no quería que crecieran contigo - dijo haciendo que Sirius la soltara - por que quería alejarte de mi y de ellos... por que no te los merecías después de lo que habías hecho... ¿quieres más razones? - dijo furiosa.

Sirius volvió a acercarse con la intención de pegarle pero Remus se puso en medio.

- ¡Sirius! -

- ¡Oh! vamos ¿qué querías que hiciera¿dejar que se criaran contigo¿con el tío que me había traicionado? - dijo ella para enfurecer más a Sirius.

- Cometí un maldito error - gritó Sirius.

- Pues nos perdiste con ese maldito error - gritó Elísabeth.

- Por favor tranquilizaos -

- No tienes nada que reprocharme, Sirius... ellos han vivido toda su vida felices, no les ha faltado de nada... -

- ¡Les falte yo! -

- Tenían a Patrick que era mucho mejor que tu -

- Elísabeth por favor - pidió Remus al ver que le costaba demasiado evitar que Sirius se lanzara a matarla.

- Además... tu estabas en Azkaban... no podías hacer nada por ellos... hubieras querido que nos quedáramos... que tu fueras a Azkaban... que a ellos los repudiara la sociedad por ser hijo de un asesino... que a mi me acusaran de cómplice por que todos creían que tu eras mortifago e intentaran mandarme también a Azkaban... ¿hubieras querido eso? - gritó ella.

- Sabes que eso no hubiera pasado - dijo Sirius como queriendo quitarse ese pensamiento de la cabeza.

- Pero habrías ido a Azkaban de todas formas... en el último minuto habríais cambiado de guardián secreto y Peter os habría traicionado... y entonces nosotros nos hubiéramos quedado solos... ante todos... como la familia del asesino Sirius Black -

- No... eso no habría pasado - se dijo a si mismo.

- Piénsalo fríamente... perfectamente podría haber pasado... hice lo mejor para ellos... y para mi -

- ¿Y yo qué? - preguntó Sirius tristemente.

- Tu tenías a tu amante... no nos necesitabas - dijo Elísabeth fríamente.

- Fue un error - murmuró.

- Pues ese error te ha costado muy caro... - dijo ella con voz entrecortada.

- Por que no mejor nos tranquilizamos un poco - propuso Remus.

- Puedes decirme que soy lo peor... la más mala de todas... es cierto... hice algo que te ha dolido demasiado... y se que fui muy cruel... pero estaba herida... y quería hacerte daño... y pensándolo fríamente no puedes reprocharme nada por que los niños están bien... felices... nunca les ha faltado nada... han tenido un padre que les ha querido con toda el alma... unos abuelos que los han consentido... y me han tenido a mi que no me he separado de ellos ni un momento... no puedes echarme en cara nada - dijo Elísabeth comenzando a llorar.

- Yo no los he visto crecer - dijo Sirius duramente.

- No los hubieras visto crecer de todas formas encerrado en aquella cárcel -

- ¿Tanto daño te hice para merecer eso? -

- No... en su momento creí que si, pero si lo pienso ahora... el dolor de que me engañaras no ha sido nada comparado con el dolor que sentía al estar sin ti... pero era lo que debía pasar -

Elísabeth ya no pudo aguantar más, le dolía demasiado que Sirius la odiara, se sentía culpable de todo, y eso la estaba matando por dentro.

- Quiero decirles que yo soy su padre - dijo Sirius tajantemente después de unos minutos procesando toda la información que había averiguado.

- Te odiaran - susurró Elísabeth - ellos saben lo que paso... saben que me engañaste... saben que yo fingí un aborto... lo saben todo... menos tu nombre... y no quieren saberlo... para ellos... eres el hombre que engaño a su madre... - dijo seriamente.

- No me odiaran... soy su padre -

- Para ellos Patrick es su padre... ellos saben... llevan años sabiendo la verdad... y no ha cambiado nada... siguen llamando a Patrick papá... no quieren saber del otro... no quieren saber nada de ti... -

- Pero... -

- Te odiaran... pasaran de quererte como te quieren a odiarte... y eso te dolerá... así que no les digas nada... por ahora... -

Una lechuza cruzó la habitación hasta pararse en frente de Elísabeth, batiendo las alas, la lechuza, acercó la pata para que la chica cogiera la carta, y ella así lo hizo. Cuando hubo terminado su tarea el animal volvió a salir volando de la habitación.

Elísabeth leyó la carta rápidamente y miró a Sirius durante un segundo, agacho la mirada y cogió el trasladador que la carta traía para desaparecer de allí en ese instante.

- ¿A dónde habrá ido? -

- Ni lo sé ni me importa - dijo Sirius amargamente.

- No digas tonterías Sirius... si te importa... la amas -

- No... ya no la amo... la odio - dijo él obstinadamente.

- Ten cuidado y no digas cosas de las que después seguro te vas a arrepentir... si sigues en esa actitud le harás mucho daño y no vas a poder recuperarla - dijo Remus intentando hacerle reaccionar.

Sirius se encerró en su cuarto, se tiró sobre la cama e imaginó que todo era una pesadilla, pero por más que abría y cerraba los ojos no lo conseguía. Todo lo que Elísabeth le acababa de decir tenía su lógica y la idea de que no habría sido un buen padre por que estaba encerrado en la cárcel le aterraba.


Chris se dirigía a la puerta del colegio para coger un carruaje que le llevara al pueblo y así desde allí ir al cuartel general.

- ¿Ya te vas? - preguntó Ron cuando se la encontró por el camino.

- Eh... si... - dijo tristemente.

- ¿Qué te ocurre? - preguntó el chico preocupado.

- No nada... -

- Venga... puedes contármelo -

- Es que... he hecho algo de lo que en parte me arrepiento y en parte no... -

- Oh... ¿es algo malo? - preguntó Ron preocupado.

- No... pero... es algo que no debía haber pasado... - dijo Chris poniendo cara de circunstancia.

- No te preocupes... a veces nos dejamos llevar por impulsos que en la vida cotidiana no les haríamos ni caso... y eso no es malo... sólo... que confunde... - dijo Ron sabiamente.

- La verdad es que ha sido eso... un impulso inevitable... o que no he querido evitar... pero no se volverá a repetir - dijo ella tajante.

- Y ahora a seguir con tu vida - dijo él sonriéndole.

Chris le miró sonriente, la verdad es que Ron era un chico encantador, y sin darse cuenta empezó a mirarlo de otro modo.

- Eres un cielo - dijo revolviéndole el pelo.

La chica sonreía alegremente y la puesta de sol de fondo hacia que Christine se viera más bonita de lo que jamás Ron la había visto, le sonrió embobado y por primera vez se dio cuenta de lo que era el amor.


Draco entró en su sala común, durante todo el camino estuvo pensando en lo que acababa de hacer, no se había planteado si estaba bien o mal hasta que vio a su novia sentada en la mesa del fondo haciendo unos deberes con sus compañeras de clase, la verdad es que desde que vio a la hija de Lupin entrar en el baño se había olvidado completamente de que tenía novia. Para un Malfoy no existe el cargo de conciencia pero cuando Rachel se giró y le sonrió sintió como una punzada de culpabilidad, negó mentalmente y se acercó a la chica como si nada hubiera pasado, sólo fue placentero accidente que no volvería a suceder.
Remus no se quedó tranquilo con la desaparición tan repentina de Elísabeth así que decidió avisar a Dumbledore de lo que había pasado para que le permitiera ponerse en contacto con Farah para ver si había regresado a Viena.

- Vaya... la verdad es que tenía mis sospechas... pero nunca esperé que fueran ciertas... - dijo Dumbledore.

- Yo tampoco me imaginaba algo así -

- ¿Cómo están ellos? -

- Destrozados... hoy se han dicho cosas muy hirientes... -

- Por mucho daño que se hayan hecho... se aman... eso se ve a leguas... -

- Si... sólo falta que ellos se den cuenta... - dijo Remus sabiamente.

- Usa la chimenea... averigua si Elísabeth esta en Viena... si ella no esta allí y le pasa algo... Sirius no se lo perdonara nunca -

Remus así lo hizo, pero no se esperaba las noticias que Farah le daba desde Viena. En una situación tan peliaguda la mujer no le mintió, Elísabeth no estaba en Viena, ni en ningún lugar que ella solía frecuentar, definitivamente estaba desaparecida.


Ann se encontraba en la sala común intentando hacer una redacción que McGonagall les había mandado.

- ¿Problemas con las transformaciones? - preguntó Mark acercándose por detrás.

- No se me dan bien -

- ¿Te ayudo? -

- La verdad es que me harías un gran favor si me explicaras esto de aquí -

- Veras... es muy sencillo... -

Mark le explicó el tema rápidamente y con muy buenos resultados. La verdad es que se llevaban todos muy bien y entre ellos se ayudaban en las tareas, aunque los gemelos con quienes más tiempo pasaban era con Harry, Ron y Hermione, también estaban al tanto de todo lo relacionado con Ann y la cuidaban ya que era la pequeña de ese grupo que se había formado nuevo.

- Muchas gracias... de verdad me salvas la vida... McGonagall dijo que el lunes pondría una prueba de esto... - dijo Ann.

- No hay por que darlas... si necesitas ayuda en cualquier otra cosa... me la pides y yo te ayudo en lo que haga falta -

- Gracias de verdad -

- Me voy... Tara se ha puesto ha hacer telarañas en el techo y tengo que limpiarlas - dijo Mark levantándose.

Ann le sonrió mientras se despedía con la mano.

- Es muy guapo - dijo Ginny llegando a su lado.

- ¿Quién? -

- Mark - le contestó Ginny como si fuera evidente.

- Si... - dijo Ann sonriente.

- La mitad de las chicas de cursos inferiores babean por él -

- Es guapo, buen chico... el novio ideal - dijo Ann.

- Si... que suerte la que lo pille - dijo Ginny suspirando.

- Ja ja ja - rió Ann.


Sirius seguía en su cama, llorando, haciendo un esfuerzo por recordar todos los momentos que había pasado con los gemelos durante el verano, sonrió al recordar un chiste que le contó Mark, casi siempre estaba Elísabeth riendo con ellos, paradójicamente ese verano habían formado la familia que todos querían, sin saberlo.

Remus abrió la puerta de golpe.

- Elísabeth ha desaparecido... no la encontramos por ningún lado -

- Seguro que su suegra la esta ocultando... ellas son expertas en eso -

- No... ya hemos hablado con ella... y no sabe nada -

- Remus... no se por que vienes a molestarme con esto... la verdad me da igual lo que le pase -

- ¡No digas eso! no te da igual -

- Me importa un comino que haya huido de nuevo... por mi como si no aparece más -

- Vale... sigue así... sigue con esa actitud... pero recuerda una cosa... si a Elísabeth le pasa algo no te lo vas a perdonar nunca... o lo que es peor... tus hijos no te lo perdonaran nunca - dijo Remus furioso dando un portazo.

Las últimas palabras de Remus resonaron en la cabeza de Sirius, y tenía razón, aunque estaba furioso con ella, muy en el fondo una voz le decía que la amaba, que no se portara así con ella, pero esa voz no era lo suficientemente fuerte como para luchar con la otra voz, más grande y poderosa, que le decía que ella le había apartado de sus hijos.


El sábado amaneció algo nublado pero sin riesgo aparente de lluvia, por lo que felizmente todos los estudiantes mayores de tercer curso salieron de visita al pueblo.

Los gemelos tenían la esperanza de que su madre les acompañara pero cuando fueron a su cuarto a verla esa mañana ella no estaba y supusieron que había vuelto a Viena por trabajo, de todas formas pasaron una mañana agradable visitando el pueblo. Harry, Ron, Hermione y Ginny sirvieron de guías a Mark, Lizzy y Ann, aunque a media mañana Ginny y Ann se fueron con las de su clase.

Fueron a todas las tiendas y en cada una de ellas salían cargando con más bolsas de las que entraban, a la hora de comer se fueron a Las Tres Escobas, que como era normal estaba abarrotado de gente, sobre todo de alumnos de Hogwarts. Pudieron hacerse con una mesa, comieron y bebieron hasta que decidieron dar otra vuelta por el pueblo.


Draco y Rachel estaban teniendo su primera salida oficial, pues técnicamente era la primera vez que salían fuera del colegio ha hacer algo que no fuera hacer deberes y besarse.

Draco no había vuelto a pensar en lo que pasó en el baño de los prefectos la tarde de antes, y la verdad prefería olvidarlo, cada vez que esas imágenes pasaban por su mente sentía una punzada de remordimiento, sobre todo por que solía acordarse cuando estaba con Rachel, y ese era un sentimiento al que Draco no estaba acostumbrado.

Iban paseando por la calle principal, ella iba mirando las tiendas mientras él la rodeaba posesivamente con el brazo. Aunque no lo pareciera hacían una bonita y extraña pareja, y digo extraña por que la chica estaba consiguiendo educar como buen novio a Draco, bueno si olvidamos el incidente en el baño, Draco sería a los ojos de Rachel el novio perfecto.

Rachel corrió hacia el escaparate de una tienda, librándose así del abrazo de Draco que frunció el ceño.

- Mira que monada - dijo ella señalando un pequeño cachorro.

Draco se acercó y miró al perro.

- Pero si es horrible -

- ¡No es horrible¡es una monada!... tan blanquito - dijo Rachel poniendo cara de perrito abandonado.

Draco miró al perro y luego a su novia, las imágenes de estar poseyendo a Chris volvieron a pasar por su mente, y otra vez sintió esa punzada de culpabilidad, cerró los ojos rápidamente y decidió que calmaría ese remordimiento comprándole el cachorro a la chica, así lo había hecho siempre y no sería este el momento de cambiar.

Entró en la tienda de mascotas y Rachel le siguió con una sonrisa de satisfacción. La chica miró a todos los animales que había en la tienda, si por ella hubiera sido se los habría llevado todos, pero desistió de esa idea cuando vio la mirada negativa de Draco, era como si el chico le leyera la mente y le dijera que él no le compraba tantos animales.

- ¿Cuál quieres? - preguntó el chico mirando todos los animales con asco.

- ¿Puedo elegir el que yo quiera? - preguntó ella ilusionada.

- El que más te guste... -

- ¡Bien! - Rachel saltó efusivamente y abrazó a su novio - a ver... a ver... - dijo paseándose por toda la tienda - este - dijo señalando a un pequeño cachorro de perro.

- ¿Este?... es feo... - dijo Draco mirándolo detenidamente.

- ¡No es feo!... es precioso... ¿verdad que si cachorrito mío? - preguntó al perro que le lamió la cara.

- Nos llevamos ese - dijo Draco al dependiente sacando la cartera.

- Muy bien señor... ¿le pongo también la correa, el collar anti-pulgas, la camita, la caja para trasportarlo y demás enseres? - preguntó el dependiente viendo que podría hacer su agosto.

Draco miró a Rachel con cara de estar muy enfadado, el intentar eliminar ese sentimiento de culpabilidad le iba a costar un ojo de la cara.

- Póngalo todo - dijo él resentido.

- Perfecto - dijo alegremente el dependiente - le diré, señorita, que la cachorrita que tiene en los brazos es una hembra, tiene dos meses de vida y ya esta destetada, vacunada y todo lo que se le hace a esa edad -

- Muy bien - dijo Rachel alegremente mientras mecía a la perrita en sus brazos.

- Aquí tiene señor -

El dependiente metió en una gran bolsa todos los enseres necesarios para mantener al perro y se la dio a Draco, el chico sacó una bolsa con monedas y se la entregó al dependiente.

Rachel salió contenta de la tienda, que digo contenta, radiante y feliz con su nueva mascota.

- ¿Cómo la vas a llamar? - preguntó Draco asqueado.

- Copito de nieve... pero de cariño le diré Copota - dijo Rachel emocionada.

- ¿Copota? - preguntó extrañado.

- Si... es como un copito pero más regordeta así que es una copota - explicó Rachel.

- Aaahhh... - dijo Draco con cara de "si tu lo dices".

- Muchas gracias Draco... de verdad... te quiero - dijo ella acercándose y dándole un beso en la mejilla.

Para cualquier otro ese gesto hubiera sido insignificante, incluso Draco antes de ser el novio de Rachel hubiera pensado así, pero en ese momento le pareció un bonito gesto, muy dulce y tierno, sonrió sinceramente y acercó su brazo para atraerla hacia él y abrazarla.


A lo lejos los Gryffindor observaban la escena sorprendidos.

- Parece que Malfoy se ha enamorado - dijo Mark.

- Eso es imposible... Malfoy no puede sentir amor... no tiene corazón... - dijo Ron quitándole importancia al asunto.

- Que haya sido un cabrón durante toda su vida no significa que no pueda enamorarse - dijo Lizzy.

- Es que es Malfoy... amor y Malfoy no van en la misma frase... - explicó Harry.

- Que insensible eres... como se nota que eres tío - dijo Lizzy.

Harry se entristeció al oírla pero se dio cuenta por la sonrisa de la chica que no lo decía en serio.

- A ver... no es que Harry sea insensible... es que... es como decir que Snape se ha enamorado - dijo Mark.

- ¿Y por qué no puede enamorarse Snape?... a lo mejor así deja de ser tan carbón -

- Vale... mal ejemplo... es como decir que Voldemort... -

- Voldemort también puede enamorarse - le cortó Lizzy.

- Imposible - dijeron Harry, Mark y Ron a la vez.

- Los tíos siempre vais en contra del amor -

- Y tu has visto demasiadas veces "La Bella y la Bestia" hermanita -

- Es mi película preferida... - dijo ella a modo de excusa.

- Pero Voldemort, Snape y Malfoy no entran en el mismo grupo que la Bestia... - dijo Mark negando con la cabeza.

- Esta bien... lo que vosotros digáis... tenemos que regresar pronto al colegio - dijo Lizzy a su hermano.

- ¿Por qué? - preguntó Mark.

- Por que Spike esta mudando la piel y tu me vas a ayudar a limpiarlo -

- Jo... -

- Ahora que tenemos cuarto propio y podemos tenerla en el colegio no pongas pegas... y ayúdame - dijo Lizzy frunciendo el ceño.

- Vale... -

- ¿Queréis que os ayude? - preguntó Harry.

- No va a poder ser... Spike intenta morder a todos... a Snape siempre intenta matarlo... - dijo Lizzy con cara de circunstancia.

- A Snape lo quiere matar todo el mundo... - dijo Mark sabiamente.

- Si... eso es cierto... -

- ¿A ti te ha intentado morder? - preguntó Harry sorprendido.

- Si... a mi y a todos... cuando le da la vena agresiva intenta a matar a todo el mundo... pero en general es tranquila... -

Cuando llegaron al colegio los gemelos subieron corriendo a limpiar el terrario de la serpiente que estaba oculto en uno de los armario, mágicamente hechizado para que fuera más grande en el interior.


Farah llevaba dos días que se subía por las paredes de los nervios al no saber donde estaba Elísabeth, tal era su grado de exaltación que cuando la desaparecida apareció en medio del salón lo primero que hizo fue pegarle una buena bofetada.

- ¡Pero quien te crees que eres para desaparecer así!... ¡nos has tenido a todos preocupados!... ¡yo estaba ya imaginándome que te habías tirado por un puente! - gritó Farah.

- Ya van dos en menos de una semana - dijo Elísabeth frotándose la mejilla - no me he tirado por ningún puente... ganas no me han faltado... pero... estoy bien... -

- No vuelvas a hacerlo por que me tenías muy preocupada... a mi esto no me lo vuelvas hacer - dijo Farah exaltada.

- No me dio tiempo a avisar a nadie... Dan me escribió y fui a reunirme con él -

- ¿Estabas con él? -

- Si... -

- Eso me deja más tranquila... pero no vuelvas a desaparecer sin avisar - dijo Farah ya más tranquila.

- No te preocupes... no lo haré -

- Y ¿qué tal esta? -

- Bien... necesitaba hablar con él -

- Supongo que habrá puesto a parir a Sirius ¿no? -

- Que bien lo conoces... pero... por mucho que Sirius sea un cabrón... yo hice algo que estuvo muy mal... fui muy mala... -

- No puedes culparte por lo que paso -

- Pero es que tengo la culpa... yo lo hice... separé a Sirius de sus hijos... pero fui más cruel que el mismísimo Voldemort y le hice creer una mentira demasiado cruel - dijo Elísabeth comenzando a llorar.

Farah la abrazó intentando consolarla.

- Ya no hay vuelta atrás -

- Me odia... y con razón... ahora me odia... -


- Mi Lord... ¿me mandó llamar? - dijo Meryem entrando en la sala donde estaba Voldemort y postrándose ante él.

- Si... mañana llevaras a cabo tu misión - siseó Voldemort.

- Si señor -

- Entraras en el ministerio y traerás toda la información sobre los aurores y sobre todo de Black... quiero saber que información tiene el ministerio sobre al resurrección de Black -

- Como ordene, mi señor - dijo ella sumisamente.

Llamaron a la puerta y cuando se abrió entro Colagusano, se acercó al Lord Oscuro y se postró frente a él.

- Retírate Parker... - dijo a Meryem.

- ¿Me mando llamar?... mi señor -

La chica salió de la sala directa a su cuarto pensando en como iba a entrar en el ministerio y conseguir toda esa información que Voldemort quería.

- ¿Qué sabes de la mujer que Black persigue? - preguntó Voldemort como si tal cosa.

- Ella fue su novia durante mucho tiempo, cuando le dejó, Black se quedó destrozado - explicó Colagusano.

- Eso quiere decir que si la vuelve a perder se hundiría¿no? - dijo Voldemort tramando un plan.

- Si... - respondió Colagusano temeroso del plan de su señor.

- Quiero que los separes... que ella le odie... que Black se hunda y que así sea más vulnerable cuando ataquemos - dijo Voldemort con maldad.

- Así lo haré mi señor -

- No vuelvas sin unos resultados favorables... o sino... -

Colagusano salió deprisa de la habitación, no quería averiguar que pasaría si fallaba con la misión, que esa era otra, como se las apañaría Colagusano para hacer que Elísabeth odie a Sirius, explotar la idea de los cuernos no sería difícil, pero él no se podía acercar a ella y convencerla de que Sirius era malo, habría que meditar y hacer algo para contentar a su señor.


- Según tu no te interesa la información... pero Elísabeth ya apareció - informó Remus a Sirius.

Sirius no dijo nada pero, cuando Remus se dio la vuelta para irse, sonrió sin querer, se recriminó a si mismo por haber sonreído, pero en el fondo estaba contento de que no le hubiera pasado nada. Recordó algo que paso hace mucho tiempo, algo que creía olvidado y se preguntó mentalmente como Daniel sabía que algún día volvería a verla.

- FLASH BACK -

Varios hombres entraron en la celda del ministerio donde Sirius esperaba que lo llevaran a Azkaban.

Sirius estaba encadenado a la pared con la mirada fija en el suelo, por su mente pasaba todos los hecho ocurridos en las últimas horas, no podía creerse que Peter hubiera traicionado a James, ni siquiera le cabía en la cabeza haber visto a su mejor amigo y a su esposa muertos, una lagrima rodó por su mejilla al visualizar de nuevo los cadáveres.

- El asesino llora por su señor destruido - dijo un hombre mordazmente.

La puerta de la celda se abrió dejando ver a un hombre de unos treinta años, aunque en verdad tenía cuarenta, lo que pasa es que se conservaba muy bien y los magos envejecen mas lentamente.

- Salid fuera - dijo el recién llegado.

- Pero... -

- Es una orden - dijo muy seriamente.

Los hombres salieron sin rechistar.

- Todo esto de hace feliz ¿verdad? - dijo Sirius.

- No demasiado... hubo un tiempo en el que me caías bien - dijo el hombre acercándose y quedándose cara a cara con Sirius.

- ¿Y eso cuando fue? por que yo no me di cuenta - dijo Sirius ácidamente.

- Dejaste de caerme bien en el momento en que pusiste tus ojos en mi hermana pequeña -

El hombre que estaba frente a Sirius no era nada mas y nada menos que Daniel McCallister, el hermano mayor de Elísabeth. En verdad Sirius no le caía mal, siempre pensó que era el hombre indicado para Elísabeth, pero tenía que seguir con su rol de hermano mayor protector de su hermana.

- Yo la amo - murmuró Sirius.

- Gracias a Dios ahora ella esta lejos de ti... y podrá rehacer su vida sin tener que esconderse para que no la encuentres - dijo Daniel como si no hubiera escuchando a Sirius.

- Tu sabes donde esta -

No fue una pregunta, sino una afirmación.

- Claro que lo sé... y cuanto mas lejos este de ti mejor -

- ¡YO LA AMO! - gritó Sirius.

- Si la hubieras amado no la habrías engañado como lo hiciste -

- Cometí un error -

- Ella también cometió un error enamorándose de ti... - dijo Daniel amargamente.

- Dile... dile... no... mejor no le digas nada -

- Todos cometemos errores Sirius... espero que algún día... tu seas capaz de perdonar los errores de Elísabeth... para que ella pueda perdonar los tuyos -

- Lo dices como si algún día volviera a verla -

- Siempre he sabido que no me libraría de ti fácilmente... y los muros de Azkaban no vas a conseguirlo - dijo Daniel sonriéndole.

- ¿Eso es un consejo? creí que te caía mal - Sirius también sonrió.

- Y me caes mal... pero ella se enamoró de ti... y hay lazos que no se pueden romper... - Daniel se dirigió a la salida - solo te advierto una cosa... si le vuelves ha hacer daño... te matare -

Sirius sonrió cuando se quedó sólo, Daniel era una persona singular, ellos siempre se llevaron bien pero esa misma amenaza de muerte se la hizo nada mas enterarse de que salía con Elísabeth, y el hecho de que se la volviera hacer implicaba que todavía había esperanza, aunque todo estuviera tan oscuro que no viera la luz en el camino.

- FIN FLASH BACK -


Meryem estaba encantada con su misión, eso de hacer de ladrona y espía le gustaba, en ese momento se encontraba en su cuarto, preparándose, mallas negras, botas negras, camiseta de manga larga negra, guantes negros, el pelo recogido y oculto tras un gorro negro y una mascara para que nadie le viera la cara¿alguien adivina el color, efectivamente, negra, en definitiva esta chica comenzaba a cogerle gusto al color negro y eso le preocupaba, por que significaba que pasaba demasiado tiempo con Snape, todo el mundo sabía de la afición del profesor de pociones por el color negro.

- Empiezo a parecerme demasiado a Severus con tanto negro... - dijo arrugando el ceño.

Pero aun así estaba contenta con esa misión, ya que no tenía a molestos novatos dando por saco a su alrededor. Alegremente salió del cuartel general en cuanto hubo informado al señor oscuro de que esa noche iba a llevar a cabo la misión.

Se apareció cerca del Ministerio de Magia, la noche era oscura y sin luna, sin mucha dificultad llegar a la puerta y entrar fue sencillo, como iba toda de negro se ocultaba en los rincones oscuros y nadie la veía.

Una vez en el ministerio fue relativamente sencillo conseguir la información que su señor oscuro buscaba, digo relativamente sencillo por que sólo tuvo que marearse durante una hora buscando el despacho de los aurores, "Yo es que no puedo ser como los profesionales y conseguirme un mapa para estudiar la zona y no perderme... no... yo tengo que hacerle caso a mi intuición... que carezco de ella cuando voy sin mapa" pensaba Meryem mientras iba por los pasillos. Y como era de esperar, el despacho de los aurores no estaba totalmente vacío, y Meryem tuvo que esperar oculta en las sombras hasta que el hombre salió al baño para poder entrar y buscar lo que necesitaba.

- Menos mal que ha salido al baño... me iban a dar las uvas esperando - dijo la chica para si misma viendo al hombre salir.

Entró y buscó rápidamente en los archivadores de aurores en activo, sacó un par de expedientes, hizo copia de ellos, los hizo miniatura y los escondió en su zapatilla y cuando iba a abrir la puerta para salir se tuvo que esconder detrás del archivador por que entraban dos aurores.

- ¿Para qué me has hecho levantarme de mi cama a estas horas? - preguntó uno sentándose en el sillón detrás de la mesa.

- Necesitamos a todos los operativos... el Ministro quiere que reunamos a todos los aurores... -

- ¿Y? -

- Revisando los expedientes he encontrado este - dijo el otro hombre dejando un expediente encima de la mesa.

El que estaba sentado examinó el expediente y Meryem agudizó el oído para enterarse bien de lo que hablaban, a lo mejor le podía servir a su señor esa información.

- Daniel McCallister... auror consagrado... actualmente en paradero desconocido... - leyó el hombre.

Meryem se tensó al oír de quien estaban hablando, definitivamente esa conversación le interesaba mucho.

- Deberíamos intentar localizarlo -

- Como si fura tan fácil... que te crees que hemos hecho durante años... desde que El Que No Debe Ser Nombrado fue vencido por El Niño Que Vivió no hemos sabido nada de él -

- Pero algo se podrá hacer -

- Trabajaba en misiones extremadamente secretas... lo último que hizo fue capturar a Sirius Black... -

- Pues por eso mismo... sabrá cosas... además de que si fue de gran ayuda en el pasado también ahora puede serlo -

- Mira... el ministerio oculto siempre en que misiones trabajaba McCallister... y borró toda la información sobre su paradero cuando desapareció... -

- Pero eso fue el antiguo ministro -

- Y si lo hizo fue por algo... ese hombre sabe demasiado y el ministerio no quiere ponerle en peligro -

- Pues con más razón... si puede ser de ayuda para... -

- Mira... no se puede hacer nada... dudo que quiera volver al activo si reaparece... no vale la pena buscar a alguien que a lo mejor ya ha muerto... déjalo estar... -

- Pero... -

- Déjalo estar... - dijo poniéndose de pie y saliendo de la habitación.

- Mierda - dijo el otro hombre saliendo tras el primero.

Meryem se aseguró de que los hombre se hubieran ido y salió de su escondite, se acercó a la mesa y examinó el expediente de Daniel McCallister. Le sorprendió ver la foto bastante vieja de un hombre joven de unos veinticinco años, pensó que era guapo en su juventud, por que ahora tendría mucha más edad. No, definitivamente esta información no se la daría a Voldemort, a Daniel McCallister lo encontraría ella, ni los aurores, ni los mortifagos, ni Voldemort, ella lo encontraría y por fin sabría la verdad. Hizo una copia y transformó el expediente de hombre en una pulsera finita de goma para poder esconderlo y examinarlo a conciencia en su cuarto.

Salió extremando precauciones y siempre caminando por las sombras. Ensimismada en sus pensamientos no se dio cuenta de que se metió por el pasillo que no era y se perdió.

- Mierda - dijo cuando se dio cuenta de que por allí no era la salida.

Intentó dar la vuelta, pero más se perdía. En medio de su desesperación por salir de allí no se dio cuenta de que se iba a chocar con un chico.

- Auch - dijo el chico de dolor.

"¡MIERDA!... si es que hoy no tenía que haberme levantado de la cama... tengo la negra..." pensó Meryem al ver al chico.

- Lo siento... no te vi - dijo ella a modo de disculpa.

- Lo siento... yo... ¿por qué vas todo de negro y con mascara? - preguntó el chico extrañado.

Ahí Meryem no vio salida alguna más que salir corriendo, pero claro, estaba perdida, así que sin darse cuenta se metió por un callejón sin salida y llegó hasta una pared, con tan mala suerte que el chico la persiguió y la acorraló. El chico sacó la varita y la apuntó.

- Lumus... - dijo para iluminar - ¿quién eres¿por qué corrías? - preguntó.

Meryem lo miró examinándolo detenidamente, era alto, delgado, pelirrojo con el pelo bastante largo atado ahora mismo por una coleta, vestía como un muggle y tenía un pendiente de un colmillo de un dragón.

- Si claro... como si te lo fuera a decir - dijo ella de mala manera.

- Bien... pues avisaremos a los aurores y que ellos te torturen hasta que digas la verdad - propuso él.

- Si te digo quien soy de todas formas vas a llamar a los aurores - dijo ella tranquilamente.

- Mortifaga -

"¿Tan obvia soy?... vamos ni que tuviera la marca tenebrosa tatuada en la cara" pensó ella.

- ¿Yo?... ¿mortifaga?... pero que dices... anda... anda... calla... que estas diciendo chorradas - dijo mientras se acercaba e intentaba huir.

Pero cuando estaba cerca de¿alguien sabe quien es el chico, efectivamente, Bill Weasley, él le puso la varita en el cuello y la obligó a pegarse a la pared.

- Quítate la mascara - dijo Bill amenazante.

- No... -

Pero claro, a Bill, una negativa no le servía como respuesta, y con la mano libre le quitó la mascara y el gorro. La larga melena de Meryem quedó al descubierto y su cara reflejaba la disconformidad con lo que Bill había hecho.

- Cada día reclutan a mortifagas más guapas - murmuró Bill.

- No deberías haber hecho eso... ahora tendré que matarte - dijo ella con pena.

- Yo podría matarte a ti - dijo Bill sonriendo.

Meryem lo miró con las cejas alzadas.

- Ja... ja... ja... me río yo en tu cara... a mi me han entrenado para ser una maquina de matar - dijo orgullosa.

- Lo admites... eres una mortifaga - dijo él seriamente.

Meryem no vio otra salida, otra vez tendría que salir corriendo, pero algo tendría que hacer antes para librarse del chico, y la única forma que vio, fue algo que le enseñó su madre cuando era pequeña para defenderse de los chicos del colegio, así que con todo el dolor de su corazón, le pego una patada en la entrepierna. Y claro, que pasa cuando le pegas a un tío una patada en la entrepierna, pues que se dobla y siente tal dolor que no puede hacer nada. Momento que Meryem aprovechó para salir corriendo.

- Lo siento - dijo mientras corría.

Esta vez si acertó con el camino a la salida, iba tan deprisa que nadie la paraba y cuando estuvo en la calle, paró para tomar un poco de aire y se apareció cerca del cuartel general de los mortifagos, allí si se paró más tiempo para recuperar el aire que había perdido al correr los cien metros lisos.

Entró en el cuartel general y fue directa a la sala de reuniones donde el señor oscuro le estaba esperando.

- ¿Y bien? - siseo Voldemort.

- Sin ningún problema señor... un trabajo limpio y sin problemas... aquí esta todo - dijo entregando los informes.

- Puedes retirarte -

- Gracias señor -

Llegó a su cuarto y se tumbó en la cama tremendamente cansada, por su mente pasaban miles de cosas, el informe de Daniel McCallister, el chico pelirrojo, encontrar a McCallister, el chico pelirrojo, haber corrido los cien metros lisos en cinco segundo, el chico pelirrojo, por alguna extraña razón no se podía sacar a ese chico de la cabeza, "hay que reconocer que es mono... pero no es mi tipo... para ser mi tipo primero tendría que cortarse el pelo y quitarse ese pendiente... además... yo soy una mortifaga... el amor para mi esta vedado" pensó.

- Un momento... ¿esto pensando que el amor para mi esta vedado¿estoy pensando en ese chico en términos de amor?... Dios... estoy muy mal... - se dijo a si misma.

Cerró los ojos e intentó no pensar en el chico, "ni siquiera se su nombre... si, claro.. estaba yo en esos momentos como para pedirle el teléfono" poco a poco, contando ovejitas pelirrojas, se fue quedando dormida.

Como era de esperar Bill aviso a todos los miembros de la Orden de que una mortifaga había entrado en el ministerio, pero claro, nadie sabía que era lo que hacia allí ni si había robado algo. Dumbledore le ordenó a Snape que en su próxima salida al cuartel general de los mortifagos averiguara que era lo que esa mortifaga hacia allí.


La clase de DCAO del lunes no fue agradable para nadie, se notaba que algo le había pasado a Sirius por que estaba más huraño que nunca, contestaciones bruscas, miradas de querer matar a alguien cuando se topaba con algún niño en los pasillos, y demás cosas que no solía hacer Sirius, mas bien eran propias de Snape.

Y todo a causa de saber que los gemelos eran sus hijos, y hablando de ellos, eran con los únicos, contando a Harry, con los que no se portaba tan huraño, es más, era más cariñoso que de costumbre, quizás por que intentaba ganárselos, pero ellos también notaron que algo le pasaba a Sirius.


Los días fueron pasando y Farah cada vez estaba más preocupada por su nuera, Elísabeth casi no comía, tenía los ojos rojos de llorar, llegaba a casa y se encerraba en su cuarto a oscuras, en el trabajo era como si su mente no estuviera en su cuerpo, Farah ya no sabía que hacer.

Cuando creían que Sirius estaba muerto por lo menos Elísabeth expresaba su dolor llorando y dejaba que su suegra se le acercara, pero ahora no, ahora se lo estaba guardando todo dentro y no permitía que nadie estuviera con ella.

Farah ya no sabía que hacer así que se apareció en el colegio Hogwarts para intentar buscar una solución.

- Albus no creo que sea conveniente que Elísabeth vaya este mes al colegio a dar clase - dijo Farah preocupada.

- ¿Tan mal esta? -

- No come, no habla, se encierra en su cuarto... la verdad me da igual lo que le hizo Black... pero quiero que lo arregle... ya -

- Entonces será mejor que venga y se enfrente a esto... -

- Que se enfrente a lo que sea pero hay que sacar a Elísabeth de ese estado... -

- Si dices que tan mal esta por que no la mandas ahora a Hogwarts... - sugirió Dumbledore.

- Esta bien... haré que vaya al colegio... pero como Black le haga más daño... yo misma le matare con mis propias manos - dijo la mujer amenazante.


Elísabeth llegó esa mañana a la empresa con la mirada perdida pero ese estado de "no estoy en este mundo" en que se había sumido cambió por completo a "quien me hable me lo como vivo" en cuanto vio al Conde Laszlo.

- ¿Qué hace aquí? - gruñó ella.

- Venía a subirte la moral por que me ha contado un pajarito que no estas bien últimamente... -

- Váyase -

- Cásate conmigo y solucionare todos tus problemas -

- ¿Es que no me oye?... ¡no me pienso casar con usted nunca!... así que váyase de una vez y déjeme en paz - gritó Elísabeth.

Un guarda jurado que estaba en la puerta vigilando escucho los gritos y se acercó a ver que ocurría.

- ¿Ocurre algo señora? - preguntó el hombre inocentemente.

- Si... quiero que saque a este mamarracho de mi propiedad y le queda terminantemente prohibida la entrada - dijo ella enfurecida.

- Como mande, señora -

- No puedes hacer esto -

- Aquí mando yo... mira como lo hago -

- Si es tan amable ¿me acompaña a la salida? - dijo guardia jurado amablemente.

- Ni me toque... esto no se quedará así - dijo Laszlo yendo a la salida por su propio pie.

Elísabeth subió a su oficina y se sentó cansada en el sillón. No sabía que era peor, si el sentimiento de culpabilidad o el de tener ganas de matarse o el de querer matarlos a todos.

Después de un día agotador llegó a su casa y como venía siendo costumbre desde que Sirius supo la verdad se encerró en su cuarto. Pero su sorpresa fue cuando vio a Farah ordenado sus cosas para que se fuera a sólo la mujer sabía donde.

Remus se preguntó durante mucho tiempo que sería lo que le dijo Farah o cuanta influencia tendría la mujer en Elísabeth para convencerla de ir a Hogwarts.

Nada más aparecerse en el colegio Elísabeth fue derechita a la habitación que tenía para ella, no quería ver a nadie, y mucho menos a Sirius, pero la noticia de que ella esta en el colegio llegó pronto a sus hijos que quisieron verla.

- Mamá ¿qué te pasa? -

- Nada cielo... últimamente no me encuentro muy bien -

- ¿Estas enferma? - preguntó Mark.

- No... es simplemente que no tengo ganas de nada - respondió su madre sonriendo tristemente.

- No nos gusta verte así -

- Lo sé... se me pasara... seguro... - dijo abrazando fuertemente a los dos niños.


Voldemort llamó a Snape para que le hiciera un reporte sobre la situación en el bando de los buenos, después de hablar con su señor, Snape, aprovechó para hacerle una visita a Meryem.

- ¿Qué tal la intrusión en el ministerio? - preguntó Snape una vez hechizó las paredes para que nadie les oyera.

- Perfectamente... sin ningún percance - dijo ella tranquilamente.

- ¿De verdad? - preguntó incrédulo.

- ¿Qué sabes? -

- Que te quitaron la mascara... -

- Si... me encontré con un chico, pelirrojo, alto, con un pendiente de colmillo de dragón... me acorraló y me quitó la mascara... -

- Bill Weasley -

- ¿Ese es su nombre? - preguntó Meryem esperanzada, por fin conocería la identidad del chico.

- Si... miembro de la Orden... ahora tienes a todos como locos intentando averiguar que te robaste o que buscabas -

- Invéntate algo -

- Eso haré... - dijo Snape saliendo del cuarto.

Meryem sonrió, por fin pondría nombre al chico que desde aquella misión aparecía en todos su sueños, aunque había una cosa que le inquietaba, todavía no había podido revisar con minucia el expediente de Daniel McCallister, y era algo que necesitaba hacer, pero Voldemort la había tendido ocupada y además no podía hacerlo en su cuarto vaya que entrar alguien y la descubriera, así que intentaba encontrar el momento oportuno para salir de allí y leer el expediente.


Sirius estaba en el salón, supuestamente corrigiendo ejercicios que habían mandado pero inconcientemente cada vez que leía una línea miraba a la puerta de la habitación de Elísabeth. No podía evitarlo, aunque mostraba esa actitud fría y distante con ella, en el fondo le dolía y se preocupaba, pero no estaba preparado para afrontar que parte de la culpa de todo lo que había pasado era de él, prefería echársela a ella y que la mala fuera ella. Lo que no sabía es que con esa actitud podría perderla para siempre.

La puerta del cuarto se abrió y a quien Sirius vio salir de allí lo dejo asombrado. Olry, el pequeño elfo domestico, salía del cuarto con una bandeja y sonriente por que había conseguido que su señora comiera algo.

- Olry - dijo Sirius atónito.

El elfo de la impresión tiró la bandeja al suelo. Lo que pasó con este elfo cuando Elísabeth desapareció fue muy curioso, un par de meses después de que ella tuviera el supuesto aborto, Sirius llegó a la casa agotado del trabajo y de su búsqueda, y Olry estaba de pie, con una pequeña bolsa, y con cara apenada le dijo que se iba y desapareció.

Elísabeth salió del cuarto asustada por el ruido de la bandeja al caer.

- ¿Qué ocurre? - preguntó abriendo la puerta.

Se tensó al ver allí a Sirius y más cuando se dio cuenta que la presencia del elfo sería otra explicación que tendría que darle a Sirius.

- Así que Olry también ha estado todo este tiempo contigo ¿no?... dime... ¿qué más secretos ocultas? -

- Olry recógelo todo y ve a las cocinas, por favor -

El elfo asintió y con un chasquido de dedos la bandeja y él mismo desaparecieron de la habitación.

- ¿Y bien? - preguntó Sirius amenazante.

- Olry es mi elfo domestico... Dan pensó que era conveniente que volviera con su dueña en vez de quedarse contigo - dijo ella canísimamente.

Hubo una guerra de mirada entre ambos que finalizo cuando Elísabeth se dio la vuelta y se volvió a encerrar en su cuarto. Sirius permaneció durante unos minutos más mirando la puerta, como intentando decidir si la huida del elfo era otro motivo más para castigarla con su actitud.

Olry, obedientemente, llevó la carta que Farah le había mandado que le diera a Snape, la verdad es que el Slytherin no le caía bien al elfo, siempre le miraba mal. Severus cogió la carta con asco, ese elfo no le caía bien, se quedó sorprendido al ver el mensaje que traía pero sonrió pensando que sería divertido llevarlo a cabo.

Sirius y Elísabeth se veían poco, y cuando eso pasaba Sirius se mostraba frío y distante con ella, en el fondo se arrepentía de portarse así, pero no podía evitar sentir ese odio cada vez que la veía. Ella, sin embargo, pasaba el máximo de tiempo posible encerrada en su cuarto, sólo salía de allí cuando los gemelos la obligaban.


Tuvo lugar a mediados de mes la luna llena y como era común, Remus, se ocultaba en su habitación, debidamente protegida, para pasar allí sus momentos como lobo, Sirius pasaba las noches con él en su forma canina y por la mañana se iba a dar la clase de DCAO. Cuando Sirius salió esta mañana del salón y se dirigió al gran comedor para desayunar con el resto del profesorado no se dio cuenta de que Elísabeth estaba esperando esa salida para ir a ver como se encontraba Remus.

- ¿Se puede? - preguntó Elísabeth abriendo un poco la puerta del cuarto de Remus.

- Si... adelante -

Remus estaba tumbado en la cama, terriblemente cansado y algo sorprendido de la presencia de la chica allí, pues desde que había llegado no había salido casi nada de su cuarto.

- ¿Cómo estas? -

- Aquí estoy... tirando - dijo él sonriendo tristemente.

Elísabeth se acercó a él y vio que en la mesita de noche había un maletín de enfermería para curar las heridas.

- Ya sé que no soy Kate y que no lo haré como ella... pero si quieres te curo... - preguntó ella tímidamente.

- Me harías un gran favor -

Ella se acercó y empezó a curarle algunas de las heridas más superficiales.

- ¿Quién te ha hecho todo esto? -

- Sirius y yo hemos tenido una pequeña pelea - dijo tranquilamente - jugando - añadió al ver como Elísabeth lo miraba ceñuda.

- Hay juegos que pueden hacer daño -

- Era un juego... no pretendíamos hacernos daño... si vieras como ha quedado él... -

Elísabeth se tensó al oírlo pensando en las heridas de Sirius, Remus se percató de ello y decidió abordar el tema ahora que ella estaba allí.

- ¿Te estoy haciendo daño? -

- No... ¿por que crees eso? -

- Por que estas muy callado -

- Es que estoy intentando elegir las palabras adecuadas para abordar un tema -

- Ah... ¿y qué tema es ese? - preguntó ella inocentemente.

- El de por que Sirius y tu os empeñáis en haceros daño cuando en verdad os amáis -

Remus esperó pacientemente la reacción de Elísabeth.

- Esto ya esta... será mejor que esa te la revise la señora Pomfrey... - dijo ella recogiendo las gasas usadas.

- ¿No piensas responderme? -

- Yo hice algo malo y Sirius me odia por ello... no hay mucho que hablar del tema -

- Sirius no te odia y lo sabes... -

- Tu lo oíste -

- Estaba enfadado... y es normal que se enfadara... pero él no siente eso de verdad... -

Elísabeth sabía que podía confiar en Remus y necesitaba desahogarse con alguien que no fuera ni Farah ni Daniel.

- No le digas nada a Sirius de lo que te voy a decir... ¿me lo prometes? - dijo sentándose al borde de la cama.

- No diré ni una palabra -

- Si no volví en todos estos años y no dije la verdad en el tiempo que llevo aquí no es por que no quiera que Sirius este cerca de los gemelos... es por que tenía miedo a su reacción... a que me odiara... yo esperaba ese odio... por que se que hice algo horrible y una parte de mi se arrepiente de haberle hecho ese daño... y otra parte me dice que fue lo mejor para él, para mi y para los niños... -

- No te voy a mentir... Sirius lo paso muy mal... y estoy seguro de que tu también lo pasaste mal... pero lo hecho, hecho esta... ya no hay marcha atrás -

- Me odia... - dijo ella poniéndose de pie.

- Esta enfadado... y cuando se le pase se dará cuenta de que en verdad te ama - dijo Remus sabiamente viendo como Elísabeth se encaminaba hacia la puerta.

- Puede que sea demasiado tarde... - murmuró ella saliendo del cuarto.

Remus se dio cuenta de lo que pasaba por la mente de Elísabeth, lo que le ocurría es que se sentía culpable de todo lo que paso, se atrevería a decir que incluso de que la engañara, y con la actitud que Sirius había tomado lo único que hacia era agravar esa culpabilidad y hacer que poco a poco ella se alejara de él, que dejara de verle sentido al hecho de amarlo. Había que hacer algo para que esa situación cambiara y tenía que hacerlo rápido.


- Tengo un plan - dijo de repente Lizzy en la biblioteca.

Estaban en la biblioteca, haciendo los deberes de transformaciones o eso era lo que parecía porque cada uno pensaba en sus cosas, Harry en lo guapa que estaba Lizzy ese día y que tenía que hacer algo por conquistarla, Mark y Lizzy en como hacer que su madre dejara de estar deprimida, Ron pensaba en que haría Christine en ese momento y Hermione era la única que estaba concentrada haciendo el trabajo.

- ¿Qué? - preguntó su hermano curioso.

- Pues hablar con los principales implicados en este tema -

- ¿Qué son...? -

- Sirius, Remus y Snape -

- ¿Por qué Snape? - preguntó Harry curioso.

- Sirius por que mamá esta así por algo que paso con él, Remus de testigo, por si acaso se desmadra la cosa que tranquilice al personal y Snape por que teóricamente ha conseguido que mamá confíe en él y sea su amiga -

- ¿Pero que es lo que quieres hacer exactamente? -

- Ir a hablar con ellos y exigirles que hagan algo para que mamá deje de estar así -

- ¿Y cómo piensas hacer que Snape haga algo que tu le ordenes? - preguntó Ron riendo por lo descabellado del plan.

- Ya se nos ocurrirá algo sobre la marcha... lo primero es reunirlos y decirles lo que queremos - dijo Mark apoyando a su hermana.

Harry sacó el mapa del merodeador, lo extendió sobre la mesa y dijo las palabras mágicas para activarlo.

- Remus esta en la enfermería y Sirius en el salón de su cuarto... Snape esta en su despacho - dijo Ron examinando el mapa.

- Mejor vamos a por Sirius y Remus y los llevamos al despacho de Snape... no creo que el pelo grasiento ese confíe en nosotros como para ir a donde le digamos... mejor acorralarlo y no tendrá escapatoria - dijo Harry sonriendo malignamente.

- Pasas demasiado tiempo con nosotros - dijo Mark sonriendo también malignamente.

- Me preocupa esto de que empecemos a ser una mala influencia para Harry... - dijo Lizzy a su hermano haciéndose la preocupada.

- Vosotros no sois tan mala influencia -

- Gracias -

- Bueno... al lío... Harry tu ocúpate de Sirius... Lizzy tu de Remus... yo vigilare a Snape para que no salga de su despacho - dijo Mark.

- ¿Y yo que hago? - preguntó Ron con ganas de participar.

- Tu... haz las tareas y sigue pensando en eso que pensabas que te hacia poner cara de tonto enamorado - dijo Lizzy sonriendo picaramente - ¿estabas pensando en una chica¿quién es la afortunada? - preguntó sonriendo.

- Lizzy... ya harás de reportera del corazón en otro momento... - dijo Mark seriamente - con que has ligado ¿eh? - dijo alzando las cejas antes de irse.

Harry sonrió y no dijo nada para no hacer pasar mayor vergüenza a su amigo, Ron se puso demasiado colorado y Hermione se dio cuenta.

- ¿Quién es ella? - preguntó algo molesta cuando todos se fueron.

Ron no contesto y siguió con su trabajo, o mejor dicho lo comenzó, pues por estar pensando en Christine no había escrito nada más que el titulo.

Harry consiguió rápido que Sirius le acompañara, se inventó no sé que excusa, Lizzy hizo lo mismo con Remus, Mark fue directo al despacho de Snape y se mantuvo en la puerta. Desde dentro se oía como el profesor le estaba echando la bronca del siglo a alguien.

Lo que ni Mark, haciendo de portero, ni nadie sabía es que dentro del despacho estaba Snape echándole la bronca del siglo a Ann por haberse ido del castigo.

- Eres una irresponsable... primero por haber hecho lo que hiciste y segundo por dejar de cumplir un castigo - dijo dando vueltas alrededor de su despacho como un animal enjaulado.

- Pero es que yo sólo quise que me castigara para estar contigo -

- No me tutees... no me pierdas el respeto... recuerda que soy tu profesor - gritó Snape hecho una furia.

- Un profesor muy atractivo si se me permite decirlo -

- Estas loca - dijo él parándose y mirándola como si fuera un monstruo.

- Profesor yo es que estoy enamorada de usted - dijo ella suavemente.

- Pero si eres una niña... como puedes decir esas cosas... además yo por ti no siento nada - dijo seriamente.

- Pero... -

- No quiero que te acerques a mi... a partir de ahora mantendrás las distancias sino quieres que avise a tus padres de tu comportamiento -

- Pero profesor... yo le quiero - dijo Ann a modo de suplica.

- Enamórate de alguien de tu edad y deja de decir estupideces -

- No son estupideces - dijo ella furiosa acercándose a él.

Snape no tenía salida, estaba acorralado entre las estanterías y con el miedo y nerviosismo que le entraba al ver a cualquiera de esas dos hermanas pues estaba un poco paralizado, momento que aprovechó Ann para besarlo, y momento que aprovecharon Remus, Sirius, Harry, Mark y Lizzy para entrar.

La cara de estupefacción que se les quedo a todos fue para haberlo sacado en foto. Estaban todos flipando en colores, y no era para menos, pocas veces o ninguna se veía a Snape con una chica besándolo.

- No... no es lo que parece - dijo Snape muy nervioso.

Mentalmente el profesor de pociones ya había hecho el testamento.

- ¡QUITA TUS SUCIAS MANOS DE ENCIMA DE MI HIJA¡PERVERTIDO! - gritó Remus.

Lo paradójico era que Snape no tenía las manos encima de Ann, es mas las tenía encima de la cabeza como cuando haces el gesto de "soy inocente", y era Ann la que estaba abrazándole por el cuello.

Remus y Sirius iban a abalanzarse a matar a Snape cuando el presunto culpable rápidamente se deshizo del abrazo de Ann y salió corriendo a la chimenea para ir a parar a la parte más lejana del castillo.

- Papá no lo mates... será el futuro padre de mis hijos - dijo Ann sonriente.

Esa frase hizo que toda la mala leche que Remus pudiera tener saliera al exterior y se manifestara con una cara de querer matar a Snape impresionante. Sirius tampoco se quedaba atrás con las ganas de matar al pelo grasiento.

En el fondo Ann había dicho esa frase para enfadar a su padre, Snape la había rechazado y esas palabritas hacían que su padre tuviera más ganas de matarlo de las que ya tenía, así Snape se lo pensaba dos veces antes de despreciarla de nuevo.

- Harry el mapa - ordenó Sirius.

El chico no dudo un momento en dárselo rápidamente, Sirius lo abrió y en cuestión de segundo su cara era igual o pero que la de Remus.

- ¿Dónde esta? - preguntó Remus con voz que daba miedo.

- En el cuarto de Elísabeth - respondió Sirius muy enfadado.

Ann frunció el ceño, no la hacia ni pizca de gracia que Snape fuera a refugiarse a los brazos de Elísabeth. Tanto Sirius como Remus salieron raudos y veloces del despacho hacia la habitación de Elísabeth donde se había ocultado esa alimaña.

- Has besado a Snape - dijo Lizzy cuando se quedaron solos.

Los tres estaba estupefactos, no sabían como reaccionar, ni que decir, o si se ponían a vomitar allí mismo, es que era algo impensable.

- Como si vosotros nunca hubierais hecho alguna locura -

- Una cosa es hacer una locura y otra besar a Snape - dijo Mark.

- Voy a tener pesadillas hasta que me muera - dijo Harry.

- No eres el único - dijo Mark.

- Has besado a Snape - repitió Lizzy intentando asumirlo.

- Que si... le he besado... pero estaréis contentos... no me quiere... - dijo Ann tristemente.

- Snape no era hombre para ti - dijo Mark sabiamente.

- ¿Y quien es hombre para mi¿tu? -

- ¿Y por que no?... beso mil veces mejor que Snape... seguro - dijo Mark picado.

- Ahora mismo no estoy de humor para que me lo demuestres... pero un día de estos te llamo y lo comprobamos... ahora si me disculpáis voy a intentar que no maten a Snape -

- ¿Por qué? - preguntó Lizzy.

- ¿Por qué que? -

- ¿Qué por quieres evitar que muera? - preguntó Harry sonriendo con maldad.

- No por él... sino por que no quiero que mi padre vaya a Azkaban -

Ann salió del cuarto y los demás la siguieron, si Remus y Sirius iban a matar a Snape ese era un espectáculo que no se iban a perder.

Snape no había perdido el tiempo y se acercó a la cama de Elísabeth que estaba durmiendo.

- Despierta - dijo desesperado zarandeando a la chica.

- ¿Severus¿qué haces aquí? - preguntó ella desconcertada.

- Tienes que esconderme... Lupin y Black me van a matar - dijo Snape asustado.

- ¿Pero que has hecho¿qué ha pasado? - preguntó ella poniéndose de pie sin entender nada.

Sirius y Remus entraron rápido al salón y Sirius de una patada derribo la puerta del cuarto de Elísabeth.

Snape no vio otra salida, Sirius no sería capaz, por mucho que aparentaba ese odio por Elísabeth, de hacerle daño, así cogió fuerte a la mujer y le puso la varita en el cuello.

- Snape suéltala - dijo Sirius con voz que daba miedo.

Elísabeth levantó la mano como cuando un alumno tiene alguna duda en clase.

- ¿Alguien puede decirme de que va esto? - dijo ella señalando a Snape y a la varita.

- Contigo de barrera no se atreverán a hacerme nada - dijo Snape al oído de ella.

- Snape te lo repito por última vez... suéltala - dijo Sirius furioso.

- ¿Pero que te quieren hacer? - preguntó Elísabeth confusa.

- Matarme -

- Severus... por favor... creí que la etapa de "estoy paranoico y todo el mundo quiere matarme" ya la habías superado - dijo ella burlándose.

- Es que creen que yo he hecho algo pero no lo he hecho -

- ¿Qué has hecho? - preguntó curiosa.

- Ha besado a mi hija - dijo Remus con voz que daba mucho miedo.

Elísabeth cogió la verita de Snape y se dio la vuelta.

- ¿Has besado a Christine? - preguntó Elísabeth sorprendida

- ¡TAMIÉN QUERÍAS PERVERTIR A CHRISTINE! - gritó Remus furioso.

- ¿HAS BESADO A ANN? - preguntó Elísabeth sorprendida, al darse cuenta de que hablaban de la hija pequeña.

- Que yo no he hecho nada... ha sido ella la que me ha besado a mi... es una cría ¿cómo voy a interesarme por ella? - digo Snape desesperado.

- En eso algo de razón tiene - dijo Elísabeth tranquilamente volviéndose hacia Remus.

- Estaba pervirtiendo a mi hija -

- Remus por favor... Ann tiene ya quince años... no es un bebe... además... estamos hablando de Snape... cuando le has visto tu que tenga trato cariñoso con un alumno... con una Gryffindor... con tu hija... es absurdo -

- Le vimos besándola - dijo Sirius.

- Que me beso ella - dijo Snape cansado.

- Remus tus hijas están para el manicomio... llevan todo el verano diciendo que le gusta Snape... ¡pero en que cabeza cabe que Snape sea atractivo! - dijo ella alucinado.

- Eh... que estoy aquí - dijo Snape haciéndose notar.

- Papá - dijo Ann llegando en ese momento.

Los gemelos y Harry se quedaron en la puerta mirando el espectáculo.

- Mira... aquí viene quien nos puede aclarar las dudas - dijo Snape.

- Ann ¿tu besaste a Snape? - preguntó la mujer pacientemente.

- Si... y tu quítale las manos de encima lagarta - le dijo a Elísabeth.

- ¿Ves?... de aquí al manicomio - dijo Elísabeth riéndose.

- Snape te obligo a besarle ¿verdad? - preguntó Remus esperanzado en tener un argumento para matar a Snape.

- No... él no me quiere papá... mátalo... que no me quiere... - dijo Ann echándose a llorar de mentira.

- Ah ¿qué encima no quieres a mi hija? - dijo Remus mientras consolaba a su niña.

- Remus... que ha dicho que no la quiere... eso es bueno... - dijo Elísabeth intentando aclarar las ideas.

- Cierto... hija... encuentra a un chico de tu edad... no un viejo -

- Sigo estando aquí... y Lupin... tengo tu edad... - dijo Snape haciéndose notar.

Eso de que le pusieran verde estando el delante no la hacia ni pizca de gracia.

Sirius, del cual casi se habían olvidado todos, seguía con ganas de matar a Snape, no por lo de Ann, sino por que estaba demasiado cerca de Elísabeth y se estaba muriendo de celos.

- Bueno... aclarado todo... Ann esta loca... Snape es inocente... -

- Esta bien... pero como te acerques más de la cuenta a mi hijas... - advirtió Remus mirando a Snape con cara de matarlo.

- Para mi que Snape saldrá corriendo cuando tu hija este cerca... - dijo Elísabeth riendo.

Fueron saliendo del cuarto de Elísabeth uno a uno, hasta que solo quedaron ella, Snape y Sirius.

- Bueno... solucionado todo... yo creo que me voy... - dijo Snape saliendo del cuarto intentando alejarse lo más posible de Sirius que le miraba con odio, más del que ya le tenía.

Elísabeth le mató con la mirada y Sirius también, pero cada uno por diferentes motivos.

- ¿Por qué lo defiendes tanto? -

- Snape es inofensivo... ¿por qué preguntas¿estas celoso? -

- En absoluto - dijo él como si no le importase, pero en verdad si le importaba.

- Perfecto... por que te recuerdo que me odias - dijo ella fríamente.

Sirius la miró duramente y salió del cuarto. Elísabeth se metió otra vez en su cama reprochándose a si misma haber sido tan dura con él.


Kate se consideraba a si misma una madre moderna y adoptaba una política de comunicación al tratar los problemas, pero nada más cruzar dos palabras con su marido sobre lo que había hecho la niña se dio cuenta de que ni comunicación ni leches, Ann lo que necesitaba era un buen castigo, y su padre era demasiado consentidor con ella para dárselo, había acosado sexualmente a un profesor y eso era algo muy serio como para dejarlo en una simple charla.

- Estas castigada - dijo Kate tajantemente.

- Pero mamá... -

- Ni mamá, ni peros... ¿cómo se te ocurre acosar sexualmente a Snape? -

- Yo lo amo - dijo Ann trágicamente.

- Ann, por favor... a otro con ese cuento... lo que a ti te ocurre es que te has encaprichado... pero ese capricho te lo quito yo... por las buenas o por las malas... -

- Pero... -

- No hay peros que valgan - dijo apuntándola con su varita y recitando un hechizo - cada vez que te acerques a Snape más de la cuenta te saldrá un sarpullido que te durara dos días... así que por la cuenta que te trae no te pases -

- Pero así voy aparecer un monstruo - dijo la niña disconforme.

- Si no te acercas a Snape no habrá problema... - dijo Kate sonriendo malévolamente.

Ann la miró con resquemor y salió del cuarto de su padre muy dignamente con la cabeza bien alta.

- ¿No crees que te has pasado un poco? - dijo Remus dudoso.

- Tu es que eres muy blando con ellas... - dijo Kate saliendo del cuarto.


Harry fue hacerles una visita a los gemelos a su cuarto antes de ir a dormir, el trasfondo de esa visita era poder ver a Lizzy un rato más pero también quería hablar sobre la depresión que tenía Elísabeth, ese tema le estaba preocupando pues se había encariñado con ella.

- Esta claro que no podemos contar con que los adultos hagan algo por sacarla de esa depresión - dijo Mark.

- Creo que mamá esta así por que ha discutido con Sirius - dijo Lizzy.

- Entonces hay que hacer algo para que se reconcilien -

- Pero ¿qué? -

- ¿Qué os parece encerrarlos en una habitación hasta que arreglen las cosas? - propuso Harry.

- Buena idea... - dijo Lizzy sonriente.

- La noche de Halloween... - dijo Mark.

- Si... conozco una habitación... la sala de los menesteres... que se transforma en lo que tu necesites en ese momento -

- Pues entonces... la noche de Halloween... en la sala de los menesteres... Harry tu llevas a Sirius... nosotros nos encargamos de llevar a mamá - dijo Mark dando por concluido el plan.

- Bien - dijeron Harry y Lizzy.


Elísabeth estaba sentada a los pies de su cama, la verdad no sabía que hacer, todo esto de que Sirius la odiara le estaba superando, le dolía demasiado, sin fuerzas se levanto y llevó la caja hasta el cuarto de Sirius, no quería verlo y dio gracias a dios de que él estuviera ahora en clase, se acercó a la cama y dejó la caja, se quedó unos minutos observándola, meditando sobre lo que estaba haciendo al entregarle eso a Sirius, pero no tenía otra opción, él se merecía tenerlas.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Sirius en el umbral de la puerta.

- Yo... - murmuró Elísabeth mirándole.

No pudo aguantar la mirada de reproche que Sirius le manda así que agachó la cabeza y salió rápido de la habitación.

Sirius la miró irse sin detenerla, sabía que le estaba haciendo mucho daño al ser tan frío con ella, pero en ese momento no podía actuar de otra forma, le dolía demasiado todo lo que había pasado.

Se acercó a la caja que había sobre la cama para ver que era, en la tapa estaba escrito su nombre, cuando la abrió se sorprendió demasiado al ver el contenido.

Fotos, un montón de álbunes de fotos, cogió uno para verlo, en él había fotos de los gemelos con unos trece años, cogió otro, lo mismo pero más pequeños, así todos los álbunes, todos estaban llenos de fotos de los gemelos, desde el momento en que nacieron hasta los últimos días.

Le sorprendió demasiado el hecho de que Elísabeth le hubiera dejado ese regalo, la vida de sus hijos en fotos para que los conociera. Muchas de las fotos eran con movimiento, los niños saludaban, otras eran fijas.

Había un álbum que no había mirado, uno pequeño, lo cogió y observó maravillado su contenido. No era de los gemelos, era de Elísabeth en los últimos meses de su embarazo, en muchas de ellas salía sola aunque había unas pocas en las que salía Patrick a su lado sonriendo. Sirius se fijó en una en particular, en ella estaba Elísabeth sonriendo con un paraguas bajo la lluvia, la foto estaba hecha desde su espalda así que ella salía dándose la vuelta, se podía apreciar que se encontraba en el último mes por la curva del perfil de su barriga, Sirius se emocionó al ver la foto, simplemente ella estaba preciosa de esa forma, y deseó más que nunca haber sido él quien la tomara.

No valía la pena seguir con este dolor que lo único que hacia era eso, daño. Elísabeth tenía razón, no podía reprocharle que no le había dado lo mejor a sus hijos, por que la verdad era que había hecho un trabajo perfecto con ellos. Lo que hacía a Sirius comportarse de esa manera, tan cruel, distante y fría, con ella, era que el mismo se daba cuenta de que no podía echarle la culpa a ella, aunque en verdad se comportaba como si se la estuviera echando, y eso le frustraba. El imaginar que los niños no hubieran sido tan felices viviendo con él o simplemente sabiendo que él era su padre le dolía pero en el fondo sabía que era lo mejor.

La estaba culpando a ella de algo que no podía culparla, él mismo la alejó engañándola, y ahora también la estaba alejando con esa frialdad, la estaba volviendo a perder, algo que se había prometido que nunca más pasaría, pero ahora lo estaba haciendo premeditadamente.

Entonces se dio cuenta de que no quería eso, no quería hacerle daño, no quería perderla, ella no era culpable de su error, le mintió y aunque lo hizo por venganza en el fondo fue pensando en lo mejor para sus hijos, y no puede culparla por eso.

La amaba, dios que si la amaba, más que a él mismo, y ahora la estaba alejando de él, pero que estupidez estaba cometiendo, miró la foto y sonrió reafirmando sus pensamientos, no volvería a perderla, intentaría recuperar el tiempo perdido, la amaba y ella le amaba a él, eso era lo que importaba, que más da el pasado, si lo que cuenta es que en el presente la volvía a tener al lado.

- Veo que por fin te has dado cuenta de que estabas cometiendo un error al ser tan cabrón con ella - dijo Remus desde el umbral.

- No voy a perderla de nuevo -

- Sirius le has hecho daño... con tu frialdad y tu desprecio... con ese falso odio... la has herido... más de lo que crees -

- Lo sé y no sabes como me arrepiento... me deje llevar por el enfado de saber la verdad... intentaba buscar un culpable y no me di cuenta de que quien empezó esta espiral de dolor fui yo... -

- ¿Qué piensas hacer? -

- Demostrarle que la amo -

- Suerte -

- La necesitaré -

Sirius salió del cuarto para ir a verla y hablar con ella. La encontró arrodillada en el suelo a un lado de la cama. Ella le miró al notar su presencia, tenía los ojos rojos de haber estado llorando, antes no se había fijado en eso.

- Empecé a guardar fotos de ellos en esa caja desde que nacieron... lo hice pensando en ti... en que tenías derecho a verles crecer... y que como no podrías hacerlo... pues que por lo menos que en fotos los hubieras visto - dijo sonriendo tristemente.

- Gracias... me ha hecho mucha ilusión... - dijo sonriéndole - Eli... yo... no te odio -

- Déjame... quiero estar sola... - dijo ella poniéndose tensa.

- Eli... -

- Por favor... déjame sola... - dijo ella mirándole con tristeza.

Sirius asintió, se levantó y salió del cuarto cerrando la puerta tras él, en ese momento se dio cuenta de que necesitaría mucha ayuda para curar el dolor que acababa de causarle durante las últimas semanas.

La actitud de Sirius cambió a partir de ese momento, ya no estaba tan huraño con todo el mundo pero por más que intentaba acercarse a Elísabeth, ella no se lo permitía para ello se encerraba en su cuarto.


- Harry... te voy a pedir un gran favor... - dijo Mark entrando en el cuarto del chico.

- No traerás esa araña contigo ¿no? - preguntó Ron medio asustado saliendo del baño.

- No... Tara esta en su terrario -

- ¿Qué querías que hiciera? -

- Ah eso... quiero que vayas a hablar con mi madre y la convenzas para que vaya al quidditch para verte -

- ¿Y cómo quieres que haga yo eso? -

- Pues poniendo mucha cara de penita... -

- ¿Por qué no lo haces tu? - preguntó Ron extrañado.

- Eso - dijo Harry.

- ¿A que traigo a Tara? - Ron se puso muy nervioso - nuestros chantajes emocionales con mamá sólo funciona en casos extremos... nos tiene muy calaos ya -

- Haré lo que pueda -

- Esta bien... a ver si tu puedes sacarla de ese encierro -

Esa tarde Harry hizo lo que Mark le pidió y fue a ver a Elísabeth para convencerla de que fuera a verlo al partido.

- Elísabeth¿estas aquí? - preguntó Harry entrando en el cuarto.

- Si... - dijo ella desde el baño - ahora salgo -

- No hay prisa -

- ¿Qué ocurre? - dijo saliendo y sentándose en la cama.

- Veras... quería... pedirte... -

- Ostras -

- ¿Qué? - preguntó él asustado.

- Se me olvido traerte las fotos de tus abuelos... perdóname ¿vale?... es que he tenido la cabeza en otras cosas - pidió ella poniendo carita de perrito abandonado.

- Te perdono si... vienes a verme al partido de quidditch... es que yo quiero que vengas a verme... - pidió poniendo la mejor carita de pena que tenía.

- Tu padre hacia lo mismo -

- ¿Querer que tu fueras a verlo? - preguntó extrañado.

- No... chantaje para que convenciera yo a Lily de que fuera a verlo -

- ¿De verdad? -

- Si... a tu madre le gustaba el quidditch... y animaba a su equipo siempre... lo que no le gustaba era tener que decir que tu padre era el mejor -

- Je je je... pero ¿vendrás? -

- Esta bien... iré -

- Gracias - dijo acercándose y abrazándola.


- Tienes que salir de este encierro - dijo Snape entrando al cuarto de Elísabeth.

- Harry ha conseguido que le prometa que voy a ir a verlo al partido -

- Perfecto... pondrás ver como Gryffindor pierde - dijo Snape alegremente.

- Slytherin perderá y yo disfrutare restregándotelo - dijo ella fríamente.

- Pero que rencorosa eres -

- No más que tu -

- ¿Apostamos? -

- Si Gryffindor gana... - se puso a pensar una buena forma de fastidiar a Snape si ganaba la apuesta - uy no... mejor no apostar... - dijo Elísabeth sonriendo con maldad.

- ¿Miedo a perder? -

- No me tientes que puedo ser muy mala con la apuesta -

- Esta bien... -


El día del partido Elísabeth estaba en su cuarto, eligiendo la ropa que se pondría, bueno, tampoco lo tenía tan difícil, unos vaqueros, su camiseta preferida, el último jerséis que se compro, las deportivas y la capa.

Ya vestida salió al salón para esperar a animarse a ir al partido. Sentados alrededor de la mesa estaban Sirius, Remus y Kate que acababa de llegar.

- Vaya... has salido del cuarto - dijo Remus alegremente.

- Si... Olry - dijo desganada llamando al elfo.

- Señora ¿quiere desayunar? -

- Si no hay más remedio -

El elfo chasqueó los dedos y en la mesa apareció un estupendo desayuno, tostadas con mantequilla, un baso de leche con cacao, un zumo de naranja y un yogurt.

- Te lo tienes que comer todo, todo y todo - dijo Kate sonriente como si Elísabeth fuera una niña pequeña.

- Kate no me toques la moral que no esta el horno para bollos - dijo Elísabeth furiosa.

- ¿Quiere unos bollos también? - preguntó el elfo esperanzado.

- No, gracias... esto es suficiente -

Elísabeth empezó a comer y poco a poco estaba todo en su estomago. Era curioso, lo estaba pasando realmente mal con toda esta situación, pero cuando estaba con gente alrededor lo único que hacia era decir frases hirientes y hacer daño, se dio cuenta de que esa era su válvula de escape para tanto dolor, y por eso se mantenía encerrada en su cuarto.

- Tu comiendo... menudo milagro - dijo Snape entrando.

- Severus tienes el humor como las abejas... en el culo - dijo ella fríamente.

Sirius miraba con asco a Snape, como odiaba que estuviera tan cerca de Elísabeth y que ella se lo permitiera, es que acaso no sabía que era su enemigo mortal, o quizás era por eso, por ponerlo celoso, pues lo estaba consiguiendo. Kate y Remus miraban a cada uno de los presentes esperando que pasara el desastre, que Snape y Sirius empezaran a pelearse. Remus, al cual se le había pasado un poco el instinto asesino, miraba a Snape con odio, más que nada por solidaridad con Sirius.

- ¿Estas preparada para ver perder a Gryffindor? - dijo Snape sonriendo con maldad.

- ¿Y tu estas preparado para que si eso pasa te meta la escoba por el culo? - contestó ella de la misma forma.

- ¿Nos vamos ya a pillar asiento? - dijo Kate intentando romper la tensión que se había creado.

Sirius y Remus se estaban tensando, Kate no tenía ganas de atender a Snape si su marido y su cuñado postizo le pegaban una paliza y Elísabeth sonreía con maldad, la verdad un partido Gryffindor versus Slytherin era siempre sinónimo de tensión, y en esa habitación había cuatro ex-Gryffindors y un ex-Slytherin, mala, muy mala combinación.

Era curioso el hecho de que Elísabeth permitiera que Snape la sacara de su encierro, tal vez por que era el único con el cual se permitía dejar a relucir toda esa mala leche que tenía dentro a causa del dolor, Snape le permitía que le dijera esas cosas.

Elísabeth se levantó y se puso la capa.

- Slytherin va a perder -

- Potter esta cegato -

- Cierto... pero Harry es un Potter... por muy cegatos que estén siempre ven la snitch -

- Draco es mucho mejor buscador que Potter - dijo Snape orgulloso.

- Espera - dijo Elísabeth entrando en su cuarto - tengo que darle a Tara a Mark - dijo con un pequeño terrario transportable en las manos.

Snape se tensó a ver la araña pero la que peor reaccionó fue la propia araña, en cuanto vio a Snape se lanzó a por él, menos mal que el cristal del terrario la frenaba que sino se lo cargaba.

- ¿Qué le pasa? - preguntó Remus extrañado - nunca había hecho eso -

- Otro que te tiene en su lista negra, Snape - dijo Sirius sonriente - y esta es venenosa -

- La verdad es que no se que le pasa... siempre que ve a Snape se pone así... le sale la vena asesina - dijo Elísabeth mirando extrañada a la mascota de su hijo.

- Será que Mark la tiene bien educada - dijo Sirius alegremente.

Pero Snape si sabía por que la araña le tenía en su lista negra, hará muchos años, un día, los gemelos le hicieron una broma bastante pesada para su gusto y Snape, que no pudo desahogarse maldiciendo a los niños, pues salió al jardín para irse y al pasar cerca de un árbol encontró un nido de arañas, la madre y un par de crías, miró hacia los lados y ni corto ni perezoso se puso a maldecir a los pobre animalitos hasta matarlos, o eso creía él por que unas semanas después cuando volvió se enteró de que una de las crías había sobrevivido y ahora era la mascota de Mark, total, que la araña lo reconoció y le tiene un odio que no se lo aguanta.


En el gran comedor el ambiente estaba caldeado, de por si sólo los partidos de quidditch caldean el ambiente pero si los protagonistas son Slytherin y Gryffindor pues el resultado es explosivo.

Harry desayunaba tranquilamente intentado no hacer caso a los comentarios que se oían de fondo, concretamente de la mesa de Slytherin.

- No les hagas ni caso - dijo Mark mirando con asco a Draco - tu concéntrate en coger la snitch y ganar el partido -

- Seguro que ganamos -

- Jugadores al campo - dijo el capitán del equipo.

Ron, Hermione, Mark, Lizzy y Ann se encaminaron al campo, todos ellos iban ataviados con unas banderitas para animar a Gryffindor, contentos y risueños hablaban sobre sus cosas, hasta que vieron a Chris en la puerta del estadio.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Ann.

- ¡Vengo a animar a Gryffindor! - dijo la chica alegremente.

- ¿Y mamá? -

- Con papá -

Chris sonrió alegremente a todos y en especial a Ron que se puso colorado.

- ¿Vamos subiendo? - propuso Mark.

- Si... hay que pillar un buen sitio - dijo Hermione.

Chris se acerco a su hermana para hablar.

- Te lo han contado ¿no? -

- Si -

- No me puedo acercar a Snape - dijo Ann tristemente.

- Y si no lo cumples ¿qué pasa? -

- Han puesto un hechizo... me saldrá un sarpullido en toda la cara que durará dos días -

- Entonces será mejor no arriesgarse... deja que yo me encargue de Severus - dijo Chris sonriendo.

- Si a mi no me ha dado esperanzas a ti menos... concéntrate mejor en alguien más accesible... -

- ¿Piensas rendirte? - preguntó Chris sorprendida.

- No hay otro remedio... me conformare con recrearme la vista con Snape y disfrutar de los placeres terrenales con alguien más accesible - dijo Ann encogiéndose de hombros.

- Yo... creo que haré lo mismo... total... ya me ha dicho que no quiere ni que me acerque a él... y no tengo ganas de que me castiguen con el sarpullido - dijo Chris mirando de reojo a Ron.

- ¿Tienes alguien en mente? -

- Alguien hay... ¿y tu? -

- Alguien hay - dijo Ann sonriéndole a Mark.


Los adultos llegaron al palco de los profesores donde esperaron a que comenzara el partido. Elísabeth sacó de su capa unas banderitas.

- Toma - dijo dándole una banderita de Slytherin a Snape.

- No pienso agitar banderitas - dijo Snape seriamente.

- Cualquier aficionado que se precie agita una banderita - dijo ella agitando su banderita de Gryffindor.

- Yo no - dijo él tajante.

- Pero mira que eres aburrido... que la cojas y animes a tu equipo coño - dijo con cara de cabreo.

Snape cogió la banderita viendo que no le quedaba más remedio. Desde atrás Sirius estaba viendo la escena y hay que reconocer que se estaba muriendo de celos.

- ¿Estas bien? - preguntó Snape.

- Si... perdón por ser tan brusca contigo... gracias por intentar animarme... -

- Para que están los amigos -

- Si es que en el fondo eres bueno... a veces cabrón... pero bueno en el fondo - dijo Elísabeth sonriéndole.

Esa fue la gota que colmo el vaso, menos mal que Remus sujeto a Sirius que sino se lanza a matarlo.

- Quieres tranquilizarte - pidió Remus.

- Pero tu estas viendo como le sonríe - dijo Sirius desesperado.

- Para ella es sólo un amigo... no tienes por que ponerte celoso - dijo Kate sabiamente.

- Es que no puedo evitarlo -

- Te lo advertí - dijo Remus con sonrisa de triunfo - te dije que no le dijeras nada de lo que te pudieras arrepentir... has hecho que se sienta más culpable de lo que es de todo aquello que paso... has conseguido que se aleje de ti... y la has mandado derechita a los brazos de Snape... si ahora estas celoso te jodes... te lo has buscado tu solito - dijo Remus asqueado.

Sirius no dijo nada, se dedicó a ver el partido y a animar a Harry, pero las palabras de Remus estuvieron constantemente en su cabeza atormentándolo.

Fue un partido bastante largo, pero el resultado fue favorable para Gryffindor, por lo que Elísabeth se paso un buen rato restregándole el triunfo a Snape.


Christine tenía que volver después del partido a el cuartel general para terminar un trabajo que tenía que entregar ese fin de semana.

- Chris - dijo Ron.

La chica se disponía a coger un carruaje que le llevará hasta el pueblo y allí usar una chimenea para ir al cuartel general.

- ¿Qué ocurre? - contesto la chica sonriente.

- Te encuentras mejor de aquello que me contaste -

- Si... fuiste de gran ayuda... gracias -

- De... de nada... - dijo Ron poniéndose colorado.

A Chris le encantaba cuando Ron se cortaba de esa manera y se ponía todo colorado.

- Te pones muy mono cuando te pones colorado -

La chica se acercó para darle un beso en la mejilla pero Ron vio su oportunidad en ese momento y giró la cara para poder besarla.

- Yo... lo... lo siento... - dijo él cuando se hubo separado.

Apenas fueron unos segundos pero Ron se sintió en la gloria.

- No pasa nada -

Chris le sonrió, aunque hubiera sido sin querer, el chico había dado el primer paso y ahora no podía dejar las cosas a medias. Se acercó, mordiéndose el labio y sonriendo tontamente, para besarlo, un beso esperado por los dos, Ron correspondió al beso gustosamente. Duro unos minutos, bastante corto para el gusto de ambos pero no era un mal primer paso.

- ¿Te gustaría acompañarme cuando volvamos a ir al pueblo? - preguntó Ron nervioso cuando se separaron.

- Me encantaría... -

- Perfecto... pues nos vemos... - dijo él eufórico de alegría.

- Vale... - dijo ella sonriente yendo hacia el carruaje.

Ya dentro sacó la cabeza por la ventanilla para despedir a Ron y sonreírle.


Esa tarde en la sala común de Gryffindor se celebró una fiesta para los ganadores del partido, todos se lo estaban pasando en grande, bailando, bebiendo, riendo, vamos una fiesta normal y corriente.

Ron se sentó al cabo de un rato en uno de los sillones mirando con una sonrisa melancólica el fuego, sin duda estaba pensando en ella, en Christine, Ron era consciente de la diferencia de edad pero no le importaba, le gustaba la chica y eso era lo que importaba, atrás habían quedado los días en que pensaba en Hermione, la chica no le dio nunca pie a comenzar una relación, así que se empezó a fijar en otras chicas.

Harry se sentó junto a su amigo pero mirando a la pista de baile donde estaba Lizzy con Ann y Mark bailando. Sonreía tontamente mirándola fijamente e imaginaba que la sonrisa que la chica tenía en la cara se las producía él. Tenía que hacerlo, y pronto, ya no aguantaba más estar enamorado de ella y no poder decírselo, ya no le tenía miedo a Mark, en verdad nunca se lo había tenido, pero confiaba en que el chico se lo tomara bien.

Ann, Mark y Lizzy estaban en medio de la sala bailando, el chico con toda chica que se le pusiera por delante y las dos chicas se movían al ritmo de la música sin preocuparse quien fuera su pareja. Coincidió que en un momento Ann se puso frente a Mark y comenzó a sonar una canción lenta, el chico le ofreció el brazo y ella lo aceptó, se acercaron y comenzaron a bailar al son de la música. Al ser una canción lenta Lizzy prefirió ir a sentarse junto a Harry y a Ron.

- Estoy reventada - dijo dejándose caer.

- ¿Ya estas cansada? que poco aguante -

- Je je je... me voy a la cama... estoy ya cansada... decídselo a mi hermano en cuanto deje de ser una lapa con Ann - dijo levantándose - buenas noches - dijo alejándose.

Ron se dio cuenta, por que no era tonto, de que Harry estaba babeando mientras veía como Lizzy se iba para su cuarto, pero prefirió no decir nada.


En otra sala común el ambiente era muy distinto, nadie estaba de fiesta, todo lo contrario, parecía un velatorio, y el que peor estaba era Draco Malfoy, encerrado en su cuarto con un cabreo de los mil demonios, pero la principal afectada por ese cabreo era su novia Rachel Hanley.

- ¿Por qué no te tranquilizas?... no se acaba el mundo por perder un partido - dijo Rachel cansinamente tumbada en la cama de Draco acariciando a Copota.

- ¡Tu no lo entiendes!... ¡he vuelto a perder contra ese cara rajada! -

- Admito que el quidditch no es mi deporte favorito... pero de todas formas no se acaba el mundo por un partido -

- ¡Soy un Malfoy¡no puedo darme el lujo de perder! - gritó Draco furioso.

- Pues hijo mío... lamento decirte que has perdido -

- ¡Esto es serio! -

- No, Draco, no... esto es un juego... sólo era un pardito... no hay por que ponerse tan a la tremenda... hay razón para hacer una montaña de un grano de arena - dijo Rachel despreocupada.

- Si no vas a apoyarme vete - siseó Draco mirándola con odio.

- Si me vas a tratar así por supuesto que me voy... no pienso aguantar que desahogues conmigo tu estúpido enfado de niño pijo por haber perdido un estúpido partido - dijo Rachel saliendo muy dignamente del cuarto con la perra en brazos.

Draco del enfado por las palabras de la chica y por perder el partido le pegó una patada a la puerta, y como es de suponer, se hizo daño en el pie y llegó cojeando a la cama maldiciendo a todo el mundo.


Sirius estaba en su cuarto mirando las fotos que Elísabeth le había dado de sus hijos, oyó que la puerta del salón se abría y salió a ver quien era, vio a alguien parado en el umbral de la puerta de Elísabeth y arrugó el ceño al escuchar la voz de Snape hablando con la chica. Se acercó un poco más para poder escuchar toda la conversación sin ser visto.

Elísabeth se encontraba acostada en su cama, a oscuras de nuevo, desde el día del partido de quidditch no había vuelto a salir del cuarto. La puerta se abrió, dejando ver a una figura masculina en el umbral, que sacó la varita y apuntó a la ventana para que se abriera y dejara pasar la luz.

- Vamos... Elísabeth... arriba... hace un día muy bonito y tu aquí encerrada -

- Severus... vete a tomar por culo - dijo ella tapándose más con las mantas.

- ¿Duermes desnuda? - preguntó Snape.

Sirius se alteró al imaginar que Elísabeth le respondía que si, a saber lo que el asalta cunas de Snape podría hacerle si ella iba desnuda.

- No ¿por? - preguntó ella desde debajo de la manta extrañada.

Pero su pregunta fue respondida por el tirón de las mantas que dio Snape y la dejó a ella completamente descubierta.

- Por esto - dijo él sonriente.

- Todo esto te hace muy feliz ¿verdad? -

- La parte de que tu creas que con esto te estoy fastidiando no me hace para nada feliz... la parte de que Black esta que se muere de celos me llena de orgullo y satisfacción - dijo sonriendo.

- Sirius no puede estar celoso por que me odia - dijo ella tristemente.

Sirius cerró lo ojos con fuerza lamentándose del momento en el que dijo esas palabras.

- Hasta odiando tiene uno celos... anda... levántate... y ponte algo más discretito... que vas provocando - dijo mirando el pijama.

Elísabeth se miró el pijama de invierno que no deja nada a al vista por que todo lo cubre y miró al profesor de pociones cuestionando su salud mental. Sirius, desde fuera, se tensó al oír a Snape, pensando que ella llevaba puesto un picardias.

- Tu si que vas provocando... ahí seduciendo a pequeñas colegialas... cuantas no habrán caído en tus redes de profesor duro y cruel - dijo ella a modo de burla levantándose de la cama y entrando en el baño para ponerse el chándal.

- ¡No te burles con ese tema!... fue ella la que se me lanzó... sabes que yo no sería capaz de hacer eso... y menos con la hija de Lupin... - dijo Snape alterado.

- Respira... tranquilo... que yo te creo... hay que ver como te pones por una broma de nada... - dijo saliendo del baño ya vestida.

- No creo que sea motivo de burla -

- Y no lo es... más bien opino que encontrarte atractivo es motivo suficiente para meter a Ann en el manicomio... -

- Si te vas a meter conmigo me voy y que te suba la moral otro... - dijo Snape yendo hacia la puerta.

- Anda... no te enfades... perdóname ¿si?... - dijo ella cogiéndole el brazo y evitando que se fuera.

- Con una condición -

- ¿Cuál? -

- Que convenzas a tus hijos para que dejen de ser tan repelentemente perfectos en pociones, comentan algún error, y yo me de el gusto de quitarles algunos puntos -

- Ni de coña... -

- Mala... - dijo Snape haciéndose el resentido.

- Y a mucha honra - dijo ella orgullosa.

Snape puso carita de perrito abandonado para ablandarla, pero ella le miró negando con la cabeza, así que al profesor de pociones no le quedó de otra que coger la almohada y darle un almohadazo a la chica, y así comenzó una guerra de almohadas.

Sirius desde fuera oía las risas de Elísabeth y aunque le costara reconocerlo se estaba muriendo de celos. Sonrió al ver a Mark que acababa de entrar en el salón, el chico miraba extrañado la escena, risas de fondo y Sirius pegado a la puerta del cuarto de su madre.

Mark saludo a Sirius con la mano y se acercó a ver que pasaba. Que quedó de piedra al ver la guerra de almohadas que se había formado en el interior del cuarto, miró con odio a Snape y carraspeó para hacerse notar.

- Mi niño - dijo Elísabeth abalanzándose sobre él y abrazándolo.

Elísabeth comenzó a dar vueltas por el salón con Mark mientras que sonreía y tarareaba una canción.

- ¡Mamá!... sabes que no me gusta dar vueltas - dijo Mark intentando parar.

- Antes te gustaba -

- Antes era antes -

Elísabeth se paró en seco y miró a su hijo que la miraba seriamente. Se olvido de Sirius, estaba apoyado en la pared mirándoles embobado, y de Snape, que estaba parado en la puerta mirándoles seriamente.

- No me gusta verte tan serio... eres todavía un niño para ponerte tan serio -

- Y a mi no me gusta verte deprimida y mira como estas -

- Cierto... pero lo mío es causa de las circunstancias... -

- Y lo mío también -

- No... lo tuyo es causa de que crees que por que tu padre murió tu debes asumir toda la responsabilidad -

- Soy el hombre de la casa -

- Aquí la madre soy yo... y tu eres un niño, no un hombre... por que todavía no eres un hombre ¿verdad? - preguntó preocupada.

Mark sonrió picaramente.

- No mamá... todavía no -

- Perfecto - dijo sonriente.

- ¿Me vas a contar por que estas tan triste? -

- Cosas que pasan -

- Si es por lo que paso antes de que nosotros naciéramos... yo no te culpo de nada - dijo Mark muy suavemente bajando la mirada.

Por raro que pareciera Mark tenía la sensación de que esa era la raíz del problema, la causa de que su madre estuviera así.

- Lo sé... pero el asunto no es tan fácil -

- Yo no te culpo, Lizzy no te culpa... ¿dónde esta la complicación? -

- Que a veces se hacen y se dicen cosas que hacen mucho daño aunque no se quieran ni hacer ni decir... -

A Sirius se le caía el alma a los pies sólo de oírla.

- Tengo clase... yo me voy... - dijo Snape yendo hacia la puerta.

Elísabeth le sonrió y le despidió con la mano.

- No quiero verte tan triste - dijo Mark abrazando fuerte a su madre.

- ¿Nos tumbamos en la cama como cuando eras pequeñito y venías temprano a despertarme y yo te contara un cuento? -

- Vale -

Ambos se encaminaron hacia el cuarto, Mark miró a Sirius y le sonrió, Elísabeth ni siquiera lo miró estaba más concentrada en abrazar a su hijo, se tumbaron en la cama y ella le contó el cuento de los tres cerditos a su hijos, como cuando era pequeño.

Sirius se quedó allí, apoyado en la pared, escuchando el cuento y pensando como hacer para recuperarla.


Harry llevaba demasiado tiempo dándole vueltas a el asunto de su enamoramiento por Lizzy, todo esto le estaba volviendo loco, tenerla tan cerca, por que pasaba casi todo el día con ella, y no poder decirle nada, ni besarla, ni abrazarla, resumiendo, no podía confesarle su amor. Ya le daba igual que ella le rechazara, simplemente quería decírselo. Con esa idea entró en el cuarto de los gemelos, y vio a su amada sentada en su escritorio haciendo los deberes.

- Hola - dijo nervioso entrando.

- Harry... ¿qué haces aquí? - preguntó Lizzy sonriéndole.

- ¿Y Mark? -

- Con mamá - dijo Lizzy extrañada de que le preguntara por su hermano.

- Bien... veras... yo quería... - dijo Harry tartamudeando y acercándose a ella.

- ¿Qué? -

Lizzy se había puesto de pie frente a él, esperando, sonriéndole, Harry no pudo aguantar verla así tan cerca y no saber como decirle que la quería así que paso de decirlo a demostrarlo.

Se acercó rápidamente y la beso. Lizzy estaba paralizada, lo que menos se esperaba era que Harry la besara y cuando se separó se empezó a reír nerviosamente.

- Bueno... ya se que soy malo besando pero tampoco es para que te rías - dijo picado.

- ¿Pero como haces eso?... no te das cuenta de que Mark nos mata - dijo Lizzy nerviosa y con histeria.

- Me matará a mi que soy el que esta enamorado de ti... - dijo él con pena.

- Nos mata... nos mata... -

- No se lo diremos y no te preocupes no volveré hacerlo - dijo Harry tristemente a punto de salir del cuarto.

Lizzy lo detuvo antes de que saliera y lo abrazó con fuerza para besarlo. Harry que no se lo esperaba al principio se quedó paralizado pero cuando se dio cuenta de que Lizzy iba a separar, reaccionó y la beso con pasión. Duraron unos minutos así, besándose con pasión y con dulzura también, Harry la abrazaba por la cintura y la acercaba a él posesivamente. Cuando se separaron, apenas unos centímetros, se sonrieron tontamente antes de que Lizzy se separar bruscamente de él.

- Dios... Mark nos mata... nos mata... - dijo Lizzy llevándose las manos a la cabeza y dando vueltas a la habitación.

- ¿Tu también me quieres? - preguntó Harry ilusionado.

- No, hombre no... te he besado para subirte la moral... ¿tu que coño crees? - dijo ella histérica.

Pero esa contestación tan borde no pudo borrar la sonrisa bobalicona que Harry tenía.

- Te gusto - dijo Harry emocionado.

- Si... pero no creo que puedas disfrutar mucho de esa felicidad cuando mi hermano se entere y te mate - dijo nerviosa.

Lizzy estaba verdaderamente nerviosa, Mark tenía una ligera tendencia de protección muy peculiar, a cada uno de los novios, habían sido pocos, que Lizzy había tenido los había amenazado de muerte, y con el único que llegó a las manos fue con Max, tal vez por que era el único noviazgo que tenía futuro, el problema era que una relación con Harry tenía más futuro que cualquiera de las anteriores.

Harry le gustaba, se sentía muy bien estando cerca de él y por eso procuraba pasar el máximo tiempo posible cerca del chico. El hecho de que su hermano siempre estuviera cerca hacia que pudiera mantener ese sentimiento oculto, pero ahora, sabiendo que ese sentimiento era correspondido, sería mucho más difícil que Mark no se diera cuenta.

- No te preocupes... ahora mismo tengo tal subidón de adrenalina que podría vencerle en cualquier pelea - dijo abrazándola.

- ¡Eh! tu a mi hermano ni lo toques - dijo ella defendiendo a Mark.

- ¿Si nos peleamos a quien piensas animar a él o a mi? -

- A él - Harry lo miró sorprendido - no me mires así... tengo genes en común con él... - Harry la beso dulcemente - deja que esto se lo cuente yo... y hasta que encuentre el momento... intentemos aparentar que nada ha pasado - dijo Lizzy entrecortadamente cuando se separaron.

- No podré hacer eso... no podré resistir - dijo intentando besarla otra vez.

- Pues haz un esfuerzo... sé que soy capaz de convencer a mi hermano de que no te mate... -

- Vale lo intentaré... pero un último beso - pidió Harry.

- No... venga... a hacer los deberes... - dijo ella mientras lo empujaba para que saliera.

- Uno pequeñito -

- Que no... -

Finalmente consiguió sacarlo del cuarto y se quedó apoyada contra la puerta pensando como convencer a su hermano de que Harry no le haría daño y no tenía ningún motivo para matarlo. Se tumbó en su cama para pensando en cuales serían sus argumentos.


Esa mañana amaneció despejado y con un sol radiante, los gemelos fueron rápidamente al cuarto de su madre por que en ese día, hacía dieciséis años, ellos habían nacido, ni siquiera se pararon a saludar ni a Sirius ni a Remus que estaban ordenando los libros para dar la materia.

- Bueno días... mis niños... que ya son un añito más grandes - dijo Elísabeth alegremente mientras los abrazada.

- ¿Qué tal te encuentras hoy? - preguntó Lizzy cuando se separaron del abrazo.

- Feliz... por que es vuestros cumpleaños... por que estáis bien... sois felices... -

- Cuéntanos otra vez como nacimos -

- Pero si todas esas cosas ya las sabéis -

- Pero queremos que nos las cuentes otra vez... anda... -

- Pues... tuve contracciones en mitad de la noche... fuimos al hospital... y a estas horas ya estabais los dos fuera -

- ¿Y llorábamos mucho? -

- A veces... cuando tardaba más de la cuenta en daros de comer si... pero por lo general erais muy tranquilitos... eso si... cuando uno comenzaba a llorar el otro le seguía -

- ¿Quién fue primero? -

- Pues... Mark nació primero por lo tanto es el primogénito y el mayor... pero biológicamente es Lizzy la mayor al ser el que nace segundo el primero en ser concebido... -

- Soy mayor que tu - dijo Lizzy para picar a su hermano.

- Yo nací antes -

- Pero yo fui concebida antes -

- No peleéis por eso... que más da quien naciera antes... yo os quiero a los dos por igual... -

- Esta noche haremos una pequeña fiesta en la sala común - dijo Mark levantándose para irse a clase.

- No os excedáis... mañana tenéis clase -

- Nos portaremos bien... y nos iremos prontito a la cama - dijo Lizzy.

- Vuestra abuela os mandara los regalos... - les dijo Elísabeth antes de que se fueran.

- Vale... - dijeron los dos chicos saliendo del salón.

Elísabeth volvió a encerrarse en su cuarto, Remus miraba la cara de felicidad que se le había quedado a Sirius después de oír todo eso.

- Anda vamos... tenemos clase dentro de un rato... y vamos a llegar tarde - dijo Remus mirando su reloj.

Las clases fueron normales, por suerte no castigaron a los Gryffindors, aunque Snape se dio el gusto de quitar algunos puntos por los pasillos. Sirius felicito a los gemelos alegremente y se disculpo por que no sabía que era su cumple y no les había comprado nada.

- El mejor regalo que puedes hacernos es que te cases con mamá - dijo Lizzy despreocupadamente.

Sirius sonrió débilmente, ya que eso de que se arreglara con Elísabeth estaba un poquito complicado.


Por la noche, en el sala común de Gryffindor se había montado una fiesta en conmemoración del decimosexto cumpleaños de los gemelos. Había una mesa con bebida y música, casi todo el mundo bailaba y se lo estaban pasando en grande.

- ¿Qué haces aquí tan solito, hermanito? - preguntó Lizzy sentándose junto a Mark.

- Estoy en un momento kitkat -

- Je je... feliz cumpleaños - dijo Lizzy sonriente.

- Feliz cumpleaños -

- Ya son dieciséis años... -

- Si... como pasa el tiempo... ¿por qué tan triste? -

- Pronto será el aniversario de la muerte de papá y el abuelo... - dijo ella tristemente.

- Me gustaría que ese día fuéramos a Viena a ponerle flores en sus tumbas -

- Ya se lo diremos a mamá -

Una lechuza, cargada con dos paquetes, cruzó la sala hasta llegar a pararse en frente de los gemelos.

- ¿Qué será? - preguntó Mark extrañado.

Lizzy se encogió de hombros y cada uno cogió un paquete.

- Este es el tuyo -

- Y este el tuyo -

Cada uno había cogido el paquete del otro y cuando se los intercambiaron los abrieron. Era lo mismo para los dos, una foto mágica enmarcada en un bonito marco, pero no de esas que tienen movimiento, no, en esta foto se veía a ellos dos, primero de bebes, después más grandes hasta llegar a la época actual, esa foto demostraba la evolución que habían sufrido los gemelos.

Se sonrieron mutuamente y vieron la nota que estaba detrás de una de las fotos.

"Felicidades chicos... la verdad es que no sabía que regalaros... así que pensé que lo mejor era mostraros como habéis crecido... para que no se os olvide que por mucho que crezcáis que un día fuisteis niños... a veces eso se olvida... os quiero mucho... tío Daniel"

- Le diremos a mamá que le escriba y le conteste algo de nuestra parte -

Mark asintió mientras veía a todo el mundo pasárselo bien, a lo lejos vio a Ann bailando y pensó que había llegado el momento de hacer algo.

- Si me disculpas hermanita... tengo asuntos pendientes - dijo Mark poniéndose de pie.

- Pórtate bien -

Mark se encaminó hacia Ann y le sonrió alegremente cuando llegó a su lado.

- ¿Bailas? -

- Vale -

Harry, que había estado conversando con Ron pero sin quitarle el ojo de encima a Lizzy, vio el camino libre y se acercó para estar un rato con la chica.

- Si vienes a agobiarme para que hable con mi hermano te aseguro que estoy en ello pero no es el mejor momento... - dijo Lizzy en cuanto el chico se sentó a su lado.

- No te presiono... pero... - dijo Harry excusándose.

- Lo sé... lo sé... ven - dijo cogiéndole de la mano y levantándolo.

Fueron hasta el cuarto de Harry y se encerraron en el baño. Cada uno se apoyó en una de las paredes para descansar por la mini carrera que se habían pegado para subir rápido sin que les descubrieran. Se sonrieron y poco a poco fueron acortando la distancia que les separaba hasta besarse, así continuaron durante un buen rato.

Ann y Mark seguían bailando, primero fue una cancioncilla con ritmo y ahora era una lenta, Ann rodeaba el cuello de Mark con sus brazos y tenía la cabeza apoyada en el hombro de él, estaba muy cómoda en esa posición, tanto que se podría quedar dormida, claro, estaba en la gloria abrazada a un chico así, las mitad, por no decir todas, de las chicas de la fiesta la estaban matando con la mirada. Y así estuvo, sonriendo y pensando que estaba en los brazos de uno de los chicos más deseados, hasta que Mark la apartó un poco y la miró fijamente a los ojos.

- Vamos - dijo él seriamente.

- ¿A dónde? - preguntó ella extrañada.

- A un lugar apartado para poder hablar -

- Vale... -

Fueron hasta una zona de la sala común donde no pudieran verlos.

- ¿Qué tal todo? - preguntó Mark un poco nervioso, aunque no se le noto.

- Bien... bien... -

- ¿Y transformaciones¿te enteraste? -

- Si... si... tu explicación fue muy buena -

- Vale... -

- Bien -

Así estuvieron unos minutos, tensos, se les había acabado el tema de conversación y la verdad empezaban a ponerse nerviosos, miraban a todos lados intentando buscar una excusa para decir algo y romper ese silencio que les sobrecogía.

- ¿Puedo besarte? - preguntó Mark rápidamente.

- ¿Qué? - dijo Ann sin entender.

- ¿Qué si puedo darte un beso? -

- Bu... bueno... - dijo ella nerviosa.

Mark se acercó lentamente y la beso, un pequeño beso, se separó y sonriéndole.

- No estés nerviosa - dijo al notar como ella temblaba.

Se acercaron otra vez y se volvieron a besar, esta vez profundizando más, así una y otra vez.

Para Ann era su primer beso en serio, lo que había hecho con Snape no se contaba porque sólo fue un pico además Snape no cuenta para nada esa relación no tiene futuro la mires por donde la mires, sin embargo Mark era distinto, era un año mayor, buen chico, guapo, amable, el chico perfecto y además besaba de puta madre.

Para Mark tampoco era un beso más, tenía experiencia en este tema, pero nunca con una amiga, y para el Ann era una buena amiga a la que había tomado cariño, un verano conviviendo juntos pesaba mucho.

Ambos sentían que podían ir en serio, por que ninguno de los dos quería reconocer que podían enamorarse, si se lo tomaban con calma, y sabían que si aceleraban demasiado las cosas saldría mal.

- Mark... sea lo que sea lo que esto signifique y en lo que termine... sólo te pido que nos lo tomemos despacio... no hacen falta prisas - dijo Ann al separarse.

- Estoy totalmente de acuerdo - dijo Mark embriagado por el beso.

- Mejor será que me vaya ahora... antes de que me arrepienta después - dijo Ann decidida.

Si se quedaba quien sabe como acabarían los dos. Mark se quedó paralizado y cuando reacciono ella ya no estaba, se maldijo mentalmente por su lentitud y fue a sentarse junto a Ron. Al cabo de un rato la fiesta se dio por concluida, al día siguiente tenían clase.


Los días siguieron pasando, normales como siempre, lo único nuevo eran las miradas furtivas que Harry y Lizzy se lanzaban cuando Mark no les veía y las miradas y sonrisitas que Mark y Ann se lanzaban por los pasillos sin ningún remordimiento por que alguien les pillara.

- ¿Crees que algo pasa entre tu hermano y Ann? - preguntó Harry cuando tuvo un momento a solas con Lizzy.

- Si... y voy a tener que hablar seriamente con Ann... - dijo ella seriamente.

- ¿No me digas que tu eres como tu hermano de protector? - preguntó Harry sorprendido.

- Por supuesto... yo he amenazado de muerte a todas las chicas con las que él se ha liado o salido... lo que ocurre es que él no lo sabe - explicó Lizzy como si tal cosa.

- ¿No lo sabe? -

- Por supuesto que no... yo soy más sutil... no voy por ahí pegándome con las que me parecen malas compañías para mi ingenuo hermanito... yo tengo otros métodos - dijo sonriendo malévolamente.

Lizzy se propuso que hablaría con Ann para dejar claro que estaba pasando entre ella y su hermano, pero no lo haría enseguida, prefería dejar pasar un par de días y así ver si podía ser o no algo serio, no iba a amenazar a la chica si resulta que sólo era un rollo pasajero para ambos.


La noche de Halloween por fin llegó, todos los alumnos estaban contentos por que por fin tenían una fiesta, los de Gryffindor habían sido afortunados por que habían celebrado más de una fiesta en lo que llevaban de año, pero los más emocionados con el evento eran Harry, Lizzy y Mark puesto que dentro de unos minutos llevarían a cabo su plan de encerrar a Elísabeth y Sirius juntos.

- Bien... cada uno a su puesto... - dijo Mark.

- ¿Sincronizamos relojes? - preguntó su hermana.

- No hace falta... - desechó la idea Mark.

Harry y Lizzy se sonrieron como lo hacen todos los enamorados, pero la chica corto ese momento de complicidad cuando vio como su hermano la miraba raro, como si se estuviera dando cuenta de todo.

Y se fueron a realizar cada uno su parte del plan. Harry lo tenía más fácil ya que Sirius estaba más receptivo a salir de su cuarto que Elísabeth.

- Sirius ¿podemos hablar? -

- Claro, Harry... pasa -

- No... aquí no... mejor vamos a dar una vuelta... -

- Esta bien... ¿cómo te encuentras?... este día tiene que ser muy triste para ti... -

- Si... bueno relativamente... yo era un bebe y no recuerdo nada... pero si... se hace duro... y tu ¿cómo estas? -

- Bien... -

- ¿Puedo preguntarte algo? -

- Claro... -

- Veras... me gusta una chica... pero... -

- Me alegro por ti... pero... ¿no es correspondido? -

- Si, lo es... el problema es otro... ella tiene una especie de perrito guardián que la protege demasiado - intentó explicar Harry.

- Si la protege es por que la quiere... eso tienes que entenderlo... y si no quieres alejarla de ti, mejor será que te lleves bien con ese perrito guardián... ¿quién es la chica? -

- ¿Entramos? - dijo Harry abriendo la puerta de la sala de los menesteres.

Sirius entró y Harry cerró la puerta tras él encerrándolo solo en el cuarto.

- ¡Harry!... ¡Harry!... - gritaba Sirius aporreando la puerta.

- Lo siento, Sirius... pero es por tu bien -

- ¡Harry abre la puerta! -

Harry puso un hechizo para silenciar la puerta, no era conveniente que todos escucharan los gritos.


- Mamá... anda... te hará bien dar una vuelta - dijo Lizzy.

- Es que no tengo ganas de salir -

- Pero es que no te hace bien estar todo el día encerrada en esta habitación - dijo Mark.

- Anda ¿si? - dijeron los dos a la vez poniendo carita de perritos abandonados.

- Esta bien - dijo cansinamente.

Menos mal que ya estaba aseada, así que se puso el chándal y salió con sus hijos a dar una vuelta.

- Es por aquí - dijo Lizzy guiándoles.

- Parece que os estáis adaptando bien al colegio - dijo la madre sonriéndoles.

- Esto esta bien... pero echamos de menos a nuestros compañeros... - dijo Mark.

- Me lo imagino... pero estáis bien aquí ¿no? -

- Si... -

- ¿Y con Sirius¿qué tal os lleváis con él? -

- Perfectamente... le hemos cogido mucho cariño -

Elísabeth sonrió interiormente al oír la contestación de sus hijos, quería que ellos quisieran a Sirius y lo estaba consiguiendo.

- Es aquí -

La mujer miró la puerta, esa habitación se le hacia terriblemente familiar. Desde hacía un rato sospechaba que sus hijos tramaban algo, y el hecho de que le llevaran a esa habitación en particular, le olía a chamusquina.

- Entra -

- ¿Por qué tenemos que entrar aquí? - preguntó Elísabeth inocentemente.

- Por que aquí estaremos a salvo de oídos indiscretos - dijo Mark abriendo la puerta.

Tan rápido como hubo espacio, Lizzy empujó a su madre a dentro del cuarto, para cerrar la puerta rápidamente sin que saliera Sirius ni su madre.

Elísabeth oyó el portazo tras ella pero se quedó más sorprendida cuando vio a quien tenía delante. Se dio la vuelta y comenzó a porrear la puerta.

- Eso ya lo he hecho yo... y no funciona - dijo Sirius tranquilamente.

- ¡Mark¡Lizzy¡Abrid la puerta! -

- Lo sentimos mucho mamá... pero no vamos hacer eso... -

- ¡Abrid! -

- Te abriremos cuando soluciones tus problemas con Sirius - dijo Mark alto y claro.

- Yo no tengo ningún problema con Sirius - gritó Elísabeth.

- Ah ¿no¿entonces por que no quieres ni hablar conmigo? - dijo Sirius detrás de ella.

Elísabeth frunció el ceño ante la idea de quedarse con Sirius encerrada en el cuarto, no quería volver a discutir con él, no quería volver a oír que la odiaba.

- Si me dejáis salir... os digo el nombre de vuestro verdadero padre -

Al otro lado de la puerta los gemelos que hasta ese momento sonreían satisfechos de los buenos resultados que estaban dando su plan se tensaron al oír lo que su madre les proponía.

- No lo hagas - pidió Sirius - por favor... no lo hagas... sabes que me odiaran -

Ella se giró para mirarle, en el momento de haber dicho esa propuesta se arrepintió pero ya no había marcha atrás, en su cara podía verse lo confundida y de los nervios que estaba, tenía ganas de llorar pero aguantaba para no hacerlo.

- Lo siento mamá... la oferta es tentadora... pero nosotros no queremos saber quien es ese hombre... ni su nombre ni nada - dijo Mark desde fuera.

Elísabeth suspiró aliviada, ella no quería contarlo, no quería que los niños odiaran a Sirius. Él también suspiró con alivio pero se entristeció al escuchar que sus hijos no querían saber nada de él.

- Volveremos mañana... si esta todo solucionado entre vosotros os dejaremos salir... sino... - dijo Lizzy.

- No vamos mamá - dijo Mark a modo de despedida.

Lizzy se acercó a su hermano y le cogió del brazo.

- Mark... vamos fuera... quiero hablar contigo -

- Parece serio... ¿tengo que preocuparme? -

La chica negó mientras sonreía tristemente mientras se encaminaban a la salida del colegio para llegar a los jardines.

Los gemelos se fueron y los dejaron a los dos solos en la habitación.

- Eli... siento todo lo que te dije -

- No hables... no quiero oír nada... no quiero saber nada... - dijo negando y tapándose los oídos con las manos.

- Pero... tengo que explicarte... -

- ¡No!... tengo sueño me voy a dormir... tu dormirás en el suelo como canuto... no te quiero cerca mía - dijo metiéndose en la cama.

Sirius decidió dejarlo por ahora así que se trasformo en perro y se echó en un rincón del cuarto.


Continuara...

Dejad reviews! esta ahi abajo, solo tienes que darle a Go!