Este ff esta hecho por Elísabeth
Los personajes principales son los de Rowling, los demas son mios!
Capítulo 10: Te quiero así, si, tal como eres, para mí.
Mark y Lizzy se encontraban sentados en la hierva bajo el cielo oscuro, las estrellas alumbraban la fría noche y una pequeña brisa hizo que Lizzy tuviera que abrazarse a si misma para darse calor.
Allí estaban los dos, frente al lago, sin decir ni una palabra, ella esperaba impaciente alguna reacción por parte de su hermano, pero no llegaba nunca, Mark se levantó para irse.
- Mark - le llamó Lizzy poniéndose también de pie.
Él se quedó de pie, sin girarse para mirarla, ella se acercó, le cogió del brazo y le obligo a que la mirara, pero más valía que le hubiera dejado ir sin hablarle, la mirada fría y distante que vio en los ojos de su gemelo la asusto, le soltó el brazo y dejó que se fuera sin decir ni una palabra más.
Lizzy se sentó en la hierva a pensar en todo lo ocurrido, en el silencio de su hermano, en su reacción, y en lo que vendría después "No he hecho nada malo... no tiene por que enfadarse" se dijo a si misma para intentar reconfortarse, pero no podía evitar sentirse dolida. Era la primera vez que Mark reaccionaba así, tan fríamente, hubiera preferido que le gritara todas sus objeciones por esa relación, como había hecho otras veces, incluso hubiera preferida que fuera a por Harry y se peleara con él, pero ese silencio era demasiado doloroso, y no sabía como interpretarlo, pero algo tenía claro, Mark no apoyaba una futura relación con Harry.
Sirius se despertó de repente, es curioso que siendo perro pudiera captar sonidos que siendo humano no podría, escuchaba llorar a alguien pero no sabía donde, se acercó a la cama para ver a Elísabeth dormir, pero ella no estaba, ni rastro, no había salido, de eso estaba seguro, pues la puerta estaba cerrada desde fuera y no podían abrirla, así que en algún lugar de la habitación tendría que estar.
Oyó otra vez ese llanto, era casi imperceptible, pero esta vez si sabía de donde venía, fue hasta el baño y se transformó en humano para poder abrir la puerta y entrar. No vio a nadie, era extraño por que sabía que ella estaría ahí, se giró para cerrar la puerta y vio como Elísabeth estaba sentada en el rincón detrás de la puerta abrazada a si misma.
- Eli... -
- Vete... déjame - dijo ella en un susurró.
- Eli... hablemos... -
Sirius se acercó más a ella hasta quedar arrodillado delante suya.
- ¿Para qué¿para qué me vuelvas a decir que me odias? -
- En verdad no te odio y lo sabes -
- ¡NO!... tu me odias... -
- Yo te amo... estaba enfadado cuando dije eso... en verdad no siento odio por ti -
- Tu me odias... hice algo muy malo y me odias -
- Te amo - dijo él suavemente.
- ¡NO! - gritó ella tapándose los oídos para no escucharle.
- ¿Hasta cuando vas a seguir culpándote por algo de lo que no tienes culpa? - dijo una voz.
Elísabeth levantó la vista inmediatamente al reconocer la voz de Patrick. Él estaba allí, de pie frente a ella, con un aura que brillaba y le cubría completamente. Sirius miró hacia donde lo hacía ella pero no vio nada.
- Si tengo la culpa - dijo Elísabeth a Patrick, pero Sirius la veía hablar sola.
- No... lo hiciste por el bien de los niños -
- ¡NO!... lo hice por venganza... que fuera lo mejor para los niños... fue por casualidad -
- Pero tu no tienes la culpa de lo que paso... -
- Hice algo malo... lo hice por venganza y eso esta mal... él me odia... y con razón.. soy mala... -
- No eres mala... no te odia... te lo esta diciendo... no te odia... - dijo el fantasma empezando a desesperarse.
- Si... si me odia... ¡deja de intentar convencerme de lo contrario Patrick! -
Sirius comprendió, no es que estuviera hablando sola, bueno si, estaba hablando sola, pero ella cría que hablaba con Patrick, y al parecer el fantasma, aunque él no lo viera, le estaba ayudando, tenía que hacer algo para que Elísabeth comprendiera que si le amaba.
- Te amo - dijo Sirius.
- ¿Ves?... te ama... te lo esta diciendo... - dijo Patrick de los nervios por la cabezonería de Elísabeth.
- ¡Miente!... me odia - gritó ella.
- ¡Elísabeth¡deja ya esta estupidez de culparte a ti misma!... lo hecho, hecho esta... y no puedes cambiarlo... ni vas a cambiarlo... por esa regla de tres yo también soy malo -
- No, tu no eres malo Pat - susurró ella.
- Si... también soy malo y culpable del daño que le hiciste... pudiendo decir que lo bebes que tenía en brazos eran suyos no lo hice... no lo hice... por miedo a que me los quitara... fui egoísta... por fin había vuelto a ser feliz... una felicidad que tu me diste y no quería que Sirius me la quitara... aunque en verdad le perteneciera a él y no a mi... -
- Pero... -
- También fue por venganza... te había hecho daño... -
- Tu no eres malo Pat -
- Entonces tu tampoco... deja ya de negarte esta felicidad que te mereces... por favor... los niños te necesitan... y a él... necesitan una familia... que tu seas feliz... -
- Pat - susurró ella a modo de suplica.
- No pude estar con ellos mucho tiempo... he intente hacerlo lo mejor posible para que Sirius estuviera orgulloso del trabajo que hice educándolos... ha sido tuyo el merito de que salieran así... tan buenos chicos... yo les echo de menos... pero están con quien deben estar... contigo y con Sirius... -
- Te echo de menos Pat -
- Lo sé... pero le tienes a él... que te ama... yo nunca pude darte eso... y era en verdad lo que más daño te hacia... que lo amabas pero no querías perdonarte a ti misma... -
- Patrick - dijo ella poniéndose de pie.
- Yo voy a estar cuidando de vosotros siempre... no lo olvides ¿vale?... -
Patrick se acercó y le acarició las mejillas, justo donde tenía las lagrimas para limpiarlas. Sirius también se puso de pie.
- No te vayas - dijo Elísabeth.
Pero ya era tarde, Patrick había desaparecido, cerró los ojos fuertemente y abrazó a Sirius para llorar contra su pecho.
- Tranquila... ya paso... - dijo Sirius acariciando su pelo.
- ¿De verdad no me odias¿no me culpas? -
- Te amo... como podría odiarte si te amo... -
Ella lo abrazó con más fuerza mientras volvía a llorar.
- Yo también te amo - dijo muy bajito.
Sirius le levantó la barbilla para poder mirarla a la cara y lentamente se acercó para poder besarla. Fue un beso dulce y delicado al principio, pero poco a poco se dejaron llevar por el amor que sentían y hacía años que no demostraban, así fueron profundizando en sus actos.
Sirius la cogió en brazos y la llevó hasta la cama, donde la tumbó despacio, volvió a besarla con decisión mientras buscaba el final de la camiseta para quitársela. Ella se dejaba hacer y con manos temblorosas le desabrocho la camisa a Sirius. Se abrazaron con ansia para sentir el cuerpo desnudo del otro sobre el suyo mismo. A partir de ese momento los dos perdieron el control de si mismos y se amaron durante toda la noche como no lo habían hecho nunca.
Después de lo que su hermana le había contado, Mark, necesitaba pensar en muchas cosas, así que se fue directamente a su cuarto sin cenar, se tumbó en su cama mirando a la pared, pensando en que hacer, "Harry no es como los demás chicos... esta marcado... destinado a morir o matar... ¿qué pasara con mi hermana si muere¿cómo la consuelo de ese dolor si lo pierde¿cómo?... ¿y si la atacan a ella para hacerle daño a Harry¿y si le hacen daño?... no lo soportaría... me moriría...". Al rato oyó la puerta abrirse, era Lizzy, que en silencio se puso su pijama y se acostó. Ambos sabían que el otro no estaba dormido, aun así no hicieron ningún comentario, un triste silencio inundo la habitación.
Si la noche fue maravillosa, que lo fue, el despertar fue extraño.
Elísabeth estaba sola en la cama, se oía de fondo el agua cayendo de la ducha pues Sirius se estaba bañando, la chica estaba confusa, recordaba perfectamente todo lo que había pasado durante la noche, y eso la tenía confundida, no estaban en una situación como para dejarse llevar así por los sentimientos y las pasiones.
Ahora más que nunca tenían que tomarse las cosas en serio, tenían una familia, los gemelos y Harry, no podían dejarse llevar, por que si algo salía mal quien pagaría los platos rotos serían los niños.
Con esos pensamientos Elísabeth buscó su ropa y se vistió rápidamente antes de que Sirius saliera del baño, tenía que salir de allí y pensar claramente en el siguiente paso que iba a dar, tenía que ir a un lugar donde pensar sin que nadie pudiera atormentarla.
Sirius salió del baño y encontró la cama vacía y la puerta abierta. Se había despertado hacia mucho rato y se paso, lo que a él le pareció una eternidad, mirando como Elísabeth dormía placidamente con esa sonrisa de felicidad sobre su pecho. Extrañado por la desaparición de su amada se vistió rápido y salió a buscarla.
Menos mal que tenía el Mapa del merodeador de Harry para intentar encontrar en que parte del colegio estaba, pero ni con esas, Elísabeth no aparecía en ningún rincón del colegio, lo que significaba que se había ido.
Fue hasta la chimenea más cercana para comunicarse con Farah, estaba seguro de que si había alguien que supiera donde podría estar Elísabeth era su suegra.
- ¿Qué ha desaparecido?... ¿pero qué le has hecho desgraciado? - preguntó enfadada y perpleja, cada vez que Sirius se acercaba a Elísabeth, ella huía.
- Nada... ayer... pues paso... yo le dije que le amaba y ella me correspondió... - dijo Sirius poniéndose colorado.
- OH... así que es eso... - dijo despreocupada - entonces... ya se lo que pasa... -
- ¿Sabes donde esta? -
- Me hago una idea de donde puede estar -
- ¡Dímelo!... iré a buscarla - dijo Sirius impaciente.
- Te diré donde esta... pero iré yo primero a buscarla... hasta que yo no te avise no iras... ¿de acuerdo? -
- ¿Tengo otra opción? - preguntó Sirius asqueado.
- No... cuando esta confusa y quiere pensar va al apartamento que tiene en la playa... -
- Se cual es -
Sirius sabía perfectamente donde estaba ese lugar, después de terminar el colegio y antes de empezar con sus respectivos estudios de sus carreras, la pandilla de Hogwarts al completo pasaron allí las vacaciones de verano, además de que mientras estuvieron viviendo juntos iban a ese piso a veranear.
Ron estaba en la puerta de Las Tres Escobas, miraba y remiraba la carta que Chris le había mandado el día de antes.
"Nos vemos en Las Tres Escobas a las 11 horas ¿vale?... si no puedes avísame... kiss... Christine"
Y allí estaba él, impaciente por ver a la chica, sonrió cuando ella apareció cerca de donde él estaba.
- Pensé que no vendrías - dijo Ron nervioso.
Chris sonrió dulcemente.
- ¿Y bien¿qué hacemos? - preguntó ella mirando a todos lados.
- No sé... ¿qué te parece si damos una vuelta? -
- Vale -
Comenzaron a andar y Chris se le acercó y le agarro del brazo para ir caminando junto a él. Ron se puso colorado pero pese a su esfuerzos para que no se notara, Chris sonrió dulcemente al darse cuenta.
Dieron un paseo por el pueblo, después comieron en Las Tres Escobas, y continuaron su paseo, estuvieron hablando durante todo el rato, conociéndose mejor, enamorándose más el uno del otro. Llegó el momento de la despedida y con valor Ron se atrevió a besarla, Chris sonrió feliz al separarse.
- Chris... yo quería... quisiera... preguntarte si... si tu... si quieres... ser... mi novia - dijo poniéndose colorado y mirando al suelo de la vergüenza.
Chris lo miró tiernamente, e hizo esperar su respuesta para ponerlo un poco nervioso, no podía evitarlo, le encantaba verlo tan nervioso, le entraban ganas de besarlo.
- Si -
Ron la miró esperanzado.
- ¿Si? -
- Aja... me encantaría ser tu novia -
De la emoción, Ron se acercó y la besó como nunca lo había hecho, más que nada por que no tenía experiencia besando con tanta pasión y deseo. Chris tuvo que irse, para disgusto de los dos, que después del beso se sentaron en un banco a seguir practicando.
- ¿Vas a venir al pueblo? - Lizzy no obtuvo respuesta - ¿vas ha hablarme? - Mark seguía callado - ¿piensas estar con esa actitud toda la vida? - silencio - me voy al pueblo con Harry, mi novio - más silencio - cuando se te pase el berrinche me avisas - dijo saliendo por la puerta.
Harry esperaba en la sala común a que Lizzy bajara, no la había visto desde antes de la cena, y estaba un poco preocupado, pero algo en su interior le decía que era mejor no subir a buscarla al cuarto, que era mejor esperarla abajo.
Y en efecto, nada más verle la cara a Lizzy supo que algo había pasado, bajaba las escaleras con seriedad, triste, como si algo hubiera pasado.
- Mark ya lo sabe -
Harry sonrió al escucharla, por fin podría dejar de amarla en secreto.
- ¿Y? - preguntó ansioso.
- No me habla... -
- ¿Tan mal ha ido? -
- Peor... -
- No te preocupes... con el tiempo seguro que lo acepta -
- Eso espero -
- ¿Vamos al pueblo? -
- Vamos -
Estuvieron en el pueblo y aunque Lizzy se esforzaba por aparentar que se lo estaba pasando bien, no podía dejar de estar triste por la situación, Harry lo notaba e intentaba animarla, cosa que la chica agradecía con besos y caricias. Pasaron el resto de la tarde juntos.
Mark estaba tumbado en la cama, haciéndose el dormido, aunque Lizzy sabía que no estaba dormido, sin decir ni una palabra, cuando su hermana se fue del cuarto se levantó y entró en el baño, se miró en el espejo, reflexiono sobre todo lo que había pasado, no es que no apoyara la relación de Harry y Lizzy, es que le daba demasiado miedo que hirieran a su hermana por estar con Harry.
Se duchó y se vistió, no tenía ganas de salir al pueblo, pero tampoco de quedarse encerrado en el cuarto, así que se iría a la biblioteca a estudiar, hacer deberes, iría a ver a Sirius, todo menos estar encerrado.
- ¿No vas al pueblo? - preguntó Ann cuando lo vio en la sala común.
- No me apetece... ¿y tu?... ¿vas? - preguntó esperando que ella dijera que no y así poder pasar el día con ella en el colegio.
- Si... he quedado con las de mi clase para ir de compras - dijo ella sonriente.
- Diviértete - dijo Mark sonriendo tristemente.
Vio como Ann se iba con sus amigas, quiso decirle que se quedara con él, que la necesitaba, pero no era capaz de cortarle las alas de esa forma, pensó que aunque Ann se hubiera quedado con él no habría sido muy buena compañía para la chica, pues no estaba de humor para nada. Pasó el resto del día haciendo los deberes de todos el mes, Sirius no estaba en el castillo así que no pudo verlo para hablar y saber si habían solucionado las cosas con su madre, pero se imagino que si, por que la puerta de la sala de los menesteres estaba abierta, y el hechizo que ellos pusieron se desactivaba cuando los de dentro solucionaran las cosas.
Rachel paseaba feliz, o eso intentaba aparentar, por las calles del pueblo junto a un guapo chico de su curso, estaba enganchada a su brazo, riendo por un chiste que le había contado, cuando sintió como alguien le cogía con fuerza del otro brazo y la acorralaba contra la pared.
- ¡Eh! - dijo el chico cuando vio como su pareja era secuestrada.
- ¡Tu no te metas! - rugió Draco furioso.
- Draquito... deberías controlar ese carácter - dijo Rachel sonriente, complacida de los celos de su novio.
- ¡Déjate de idioteces¿qué hacías con ese? -
- Pasear - dijo ella ignorando la furia que emanaba de Draco.
- ¡Recuerda que soy tu novio¡a mi no me trates como a un niñato de tu curso! -
- Cuando controles tu genio... y me trates como es debido... hablaremos - dijo ella seriamente intentando irse.
- Rachel - dijo amenazante.
- A mi no me tratas así Draco... no soy una de tus estúpidas admiradoras que babean tras de ti... soy tu novia y merezco respeto... cuando me trates como merezco... hablaremos - siseó soltándose y yendo con su amigo.
Draco estaba furioso y golpeó con fuerza la pared, su novia, aunque en ese momento estuvieran enfadados, andaba paseándose felizmente agarrada de la mano con un niñato de cuarto curso, y eso, le enfurecía de sobremanera.
En un piso de Londres y más concretamente tirado en el sofá, se encontraba Bill Weasley, soñando despierto, como hacia últimamente, con la mortifaga que había pillado entrando en el ministerio. No sabía por que, pero no podía dejar de pensar en ella, de ver sus ojos, de recordar su aroma, simplemente no podía parar de desearla.
- Bill... ya se que es duro para ti... pero tienes que superarlo - dijo Charlie apenado, Bill lo miró sin entender de que hablaba - no es tan malo que Fleur te haya dejado... a mamá no le caía demasiado bien... -
- Ah... si... estoy fatal - dijo falsamente, pero su hermano no lo pilló.
- Lo mejor será que tu y yo nos vayamos esta noche de juerga - dijo Charlie tajantemente.
- No hay ganas... -
- ¡Pero Bill!... tienes que animarte... un clavo quita otro clavo -
Bill sonrió levemente, pues ya tenía pensado el clavo que le quitaría el supuesto sufrimiento por Fleur.
- Ve tu y diviértete... -
- Esta bien... reconozco que necesitas tu tiempo para hacerte a la idea de que la francesista remilgada te ha dejado... - dijo Charlie saliendo por la puerta.
Bill rió con el comentario de su hermano.
Farah se apareció en balcón, de fondo el mar, y la puerta corredera de cristal cerrada.
- ¡Elísabeth! abre la puerta - dijo Farah aporreando el cristal.
La aludida estaba en la cocina preparándose algo de comer cuando oyó los gritos de su suegra, y menos mal que los escucho porque estaba con los cascos puestos escuchando música.
- ¿Farah? - preguntó sorprendida acercándose al balcón.
- ¡Abre! -
- ¿Qué haces aquí? -
- Estoy segura de que prefieres mi interrogatorio de por que has desaparecido al interrogatorio que te tiene preparado Sirius - dijo Farah sentándose en el sofá.
- Es que... -
- A ver ¿qué ocurre? -
- ¿Y si nos equivocamos?... no quiero que los niños se lleven una desilusión si todo falla - dijo nerviosa demasiado rápido, pero al ver la sonrisa de Farah supuso que había captado el concepto de la idea que intentaba retransmitirle.
- Vale... esto significa que ya hemos superado el problema del perdón y la culpa... ahora viene el problema gordo... la Elísabeth madre que no quiere que le hagan daño a sus niños... -
- Si... básicamente es eso... -
- No creo que vayáis a fallar - dijo Farah con seguridad - creo que es sólo inseguridad... -
- ¿Eso crees? -
- Debes enfrentarte a ese miedo que tienes -
- Elísabeth... estas aquí - dijo Sirius sonriendo complacido apareciendo en medio del salón.
- Te dije que te mantuvieras al margen hasta que yo te avisara - dijo Farah furiosa.
- No me pude resistir - dijo mirándola fijamente a los ojos.
Desde que Sirius había aparecido no le había quitado la vista de encima a Elísabeth.
- Farah... por favor... déjanos solos... -
- Esta bien... - dijo desapareciendo.
Sirius se acercó peligrosamente a Elísabeth y la rodeó con los brazos para acercarla más a él.
- Creo que deberíamos hablar - dijo ella intentando librarse de los fuertes brazos de Sirius, había algo que no le gustaba en todo aquello.
- Yo prefiero follarte a gusto - dijo intentando besarla.
Elísabeth lo miró sorprendida, Sirius nunca le había hablado así además de que había algo en él que era diferente.
- ¿Quién eres? -
- Soy yo... Sirius -
- No... tu no eres Sirius -
- Muy lista... zorra - dijo el supuesto Sirius pegándole tan fuerte que cayó desmayada al suelo - tu siempre la has tenido a ella... ahora me toca a mi divertirme, Sirius -
El impostor saco una cuerda, la llevó hasta la cama, la ató y la amordazó.
Farah tuvo un presentimiento y en vez de volver a su casa en Viena fue hasta el colegio Hogwarts por medio de un trasladador. Pero lo que encontró allí no le hizo ni pizca de gracia.
- Pero... ¿qué haces aquí Sirius? -
- Pues aquí estoy esperando a que me llames para ir a buscar a Elísabeth -
- Pero... pero... si yo acabo de dejarte allí con ella - dijo la mujer sorprendida.
- Imposible, el estúpido este no se ha movido de aquí - dijo Snape poniéndose de pie.
Al enterarse de la desaparición de Elísabeth, Snape fue a exigirle a Sirius que se apartara de ella pues siempre que estaba cerca la mujer salía corriendo.
- No te pases... Snape - dijo Sirius amenazante.
- Basta... ahora lo que importa es saber quien se ha hecho pasar por ti... y que le esta haciendo a Elísabeth -
- Aparezcámonos - dijo Remus.
- Voy con vosotros... podríais necesitarme - dijo Kate.
Los cuatro, Snape, Kate, Remus y Sirius cogieron el trasladador que les llevaría hasta Elísabeth.
Todo estaba a oscuras, solo se oía una voz de fondo, en una de las habitaciones, y esa voz era peculiar por que era exactamente la de Sirius Black. Todos miraron a Sirius extrañado, él se encogió de hombros y hecho a andar hacia la habitación.
- Si crees que Sirius vendrá a salvarte... lamento decirte que estas muy equivocada... estará revolcándose con otra... siempre te engaño con otras... y ahora... veamos que es eso que tanto le gusta a Sirius de ti - dijo el falso Sirius.
El verdadero Sirius salió disparado para la habitación pero Snape le detuvo.
- ¿Dónde vas animal?... habrá que planear algo... o podrá usarla de rehén - susurró Snape con muy malos humos.
- ¿Y si ya le esta haciendo algo? - dijo Sirius lo más bajito que pudo.
- ¡Ah!... zorra... - se oyó una bofetada - espero que, por tu bien, ahora seas más complaciente -
Ahí Sirius ya no aguantó más y entró en el cuarto varita en mano. Lo que vio le sorprendió bastante, a Elísabeth amordazada tumbada bocabajo, se le oía llorar, de pie junto a la cama esta él mismo, o lo que es lo mismo, el falso Sirius.
Los cuatro recién llegados apuntaron al falso Sirius tomándolo desprevenido.
- Expeliarmus - grito Sirius, el de verdad.
El falso Sirius cayó al suelo inconsciente.
- Veamos quien es - dijo Kate acercándose dándole una poción - es evidente que utiliza la poción multijugos -
Sirius se acercó a Elísabeth para quitarle la mordaza, en cuanto ella le vio se echo para atrás mirándole con miedo.
- Soy yo - dijo Sirius para que viera que en verdad era él.
Pero Elísabeth no dejaba de verle con miedo, Snape se acercó, la desató y ella le abrazó buscando protección. Sirius miró a Snape con profundo odio y el profesor de pociones le devolvió una mirada de triunfo.
- Elísabeth ya ha terminado todo... - dijo Remus - mira - señaló a el hombre inconsciente.
Ese hombre no era otro que Peter, la rata, el traidor más traidor que exista sobre la faz de la tierra. Elísabeth lo miró con asco y repulsión.
- ¡Será hijo de puta! - dijo Sirius furioso intentando lanzarse para pegarle.
- Sirius tranquilo... -
- Será mejor llevar a Peter al ministerio... así tu inocencia será plena - dijo Kate.
- Vamos... -
Remus ató a Peter y se desapareció con él. Kate se acercó a Elísabeth para curarle las heridas que tenía. Snape se mantenía al lado de ella, que miraba absorta a Sirius con algo de miedo.
- Este es el de verdad... el que no te hará daño... - susurró Kate mientras le curaba el ojo que lo tenía morado.
Elísabeth asintió levemente sin apartar la vista de Sirius. Cuando le hubo curado todas las heridas, eran pocas pero tardo un rato, Kate salió del cuarto y Sirius le siguió.
- ¿Te vas? -
- Si... ahora sólo falta que te deshagas de Snape - dijo Kate sonriendo picaramente.
- Este con una buena maldición esta fuera de combate -
- No hagas nada de lo que después puedas arrepentirte... mira que Eli le tiene apego a Snape -
- No te preocupes Kate... -
Kate desapareció del apartamento y Sirius volvió a entrar en el cuarto. Elísabeth no había pronunciado ni una palabra.
- Severus vete - dijo Elísabeth en un murmullo.
- Pero... -
- No me va a pasar nada con Sirius... y no hace falta que te quedes -
- Esta bien - dijo Snape resentido.
Snape se puso de pie y desapareció al instante. Elísabeth se levantó y se fue ha otra habitación, allí se tumbó en la cama, Sirius la siguió en todo el proceso.
- Abrázame - dijo ella.
Sirius se acercó, se tumbó junto a ella y la abrazó por detrás. Pasaron los minutos en silencio, abrazados, intentando que ella se sintiera protegida, para que superara lo que acababa de pasar.
- Siento lo que ha pasado -
- Lo sé... - murmuró ella.
- Yo... -
- Si he huido esta mañana ha sido por que tenía que pensar en que iba a pasar a partir de ahora... ya no somos niños Sirius... y no sólo estamos nosotros... ahora están Mark, Lizzy y Harry... hay que pensar en ellos - dijo ella intentando explicarle por que había huido, prefería pasar al asunto importante y así olvidar cuanto antes lo que la rata había intentado hacerle.
- Pienso en ellos constantemente - dijo Sirius frunciendo el ceño.
- ¿Y si fallamos?... ¿y si esto no sale bien?... no quiero que ellos sufran -
- Yo tampoco... esto saldrá bien - dijo Sirius abrazándola fuertemente.
- ¿Puedo pedirte un favor? - dijo Elísabeth dándose la vuelta y quedando cara a cara con él.
- Sabes que haré lo que sea por ti -
- ¿Podríamos mantenerlo en secreto?... no decirles nada a ellos... sólo durante un tiempo... sólo para asegurarnos de que funciona... -
- Se hará como tu quieras - dijo Sirius sonriendo tristemente.
- Gracias - dijo Elísabeth dándole un suave besos en los labios - te amo -
- Ahora lo que importa es que estés bien... que hemos cogido a la sucia rata esa y que estamos juntos -
- Supe desde el primer momento que no eras tu - dijo ella sonriendo picaramente.
- Si es que soy irrepetible -
- Si... la verdad es que si - rió ella.
Elísabeth se acercó y lo beso como Dios manda, un beso en condiciones, y con ese beso se olvidó de lo que acababa de ocurrir.
Lizzy volvió a su cuarto después de un casi feliz día junto a Harry, y digo casi, por que ese enfado que tenía con su hermano la entristecía y no le permitía disfrutar de todo.
Mark no estaba, "En el pueblo no ha estado, lo habría visto" pensó Lizzy quitándose el jerséis.
- ¿Mark¿estas? - preguntó Ann tocando a la puerta.
- No esta... ¿para que lo buscas? -
- Es que he salido al pueblo y le he comprado algo... como me dijo que no saldría -
- Pues aquí no esta... yo acabo de llegar -
- Ya... te he visto en el pueblo muy bien acompañadita - dijo Ann picaramente.
- Si... Harry y yo somos novios... -
- Felicidades -
- ¿Y tu¿qué te traes con Mark? - preguntó Lizzy picaramente pero también deseosa de saber las intenciones de la chica con su hermano, por muy enfadados que estuvieran se preocupaba por él.
- Pues eso quisiera saber yo... -
- ¿Por? -
- Desde vuestro cumple... que nos liamos... no hemos vuelto hablar del tema... también es verdad que no hemos coincidido mucho... falta de tiempo... -
- ¿Y que intenciones tienes con él? - preguntó seriamente.
- Pues... me gusta... -
- ¿Sólo eso? -
- Ahora mismo si... si con el tiempo surge algo más... -
- Si le haces daño a mi hermano te mataré - dijo sonriendo pero su cara daba miedo pese a su sonrisa.
- ¿Y si me hace daño él a mi? - preguntó Ann sonriente.
- Le pegaré una colleja -
- Lo tendré en cuenta... si lo ves... dile que tengo un regalito para él - dijo Ann saliendo por la puerta.
- Se lo diré -
Volvieron a Hogwarts, directamente al despacho del director, donde los esperaban todos, Farah, Remus, Kate, Snape y Dumbledore, todos los miraban seriamente.
- ¿Estas bien? - preguntó Farah acercándose.
- Si... - dijo Elísabeth mirando al suelo un poco avergonzada.
Farah sonrió levemente.
- Peter ha sido llevado al ministerio... y lo ha confesado todo... ahora si eres totalmente libre Sirius -
- Eso esta bien - susurró Sirius sonriendo.
- ¿Habéis decidido algo? - preguntó Remus curioso.
- Pues... que nos queremos... que queremos estar juntos... y que intentaremos formar una familia - dijo Sirius mirando como Elísabeth se ponía colorada.
- Me parece lo mejor que podíais hacer - dijo Farah abrazando a Elísabeth.
- Los gemelos se pondrán contentísimos de saber que estáis juntos - dijo Remus.
- No quiero que lo sepan - dijo Elísabeth mirando de reojo a Sirius.
- Pero... si eso les haría feliz... -
- Si... pero... si esto falla ellos serán los principales perjudicados... y eso es lo único que no quiero... cuando estemos seguros de que esto es algo estable, que sobre todo les beneficie a ellos... entonces se lo diremos -
- Me parece lo más lógico - dijo Kate - no podéis arriesgaros a que ellos se ilusionen y después por alguna razón rompáis y ellos sean los que peor lo pasen -
- Ahora no sois sólo vosotros dos... también están los gemelos y Harry... y son en quienes primero tenéis que pensar... en su felicidad y estabilidad... - dijo Farah sabiamente.
- Por eso os pedimos que mantengáis nuestra reconciliación en secreto - pidió Sirius pasando su brazo por encima de los hombros de Elísabeth.
- ¿Y cuando se enteren de que eres su padre? - preguntó Snape desde las sombras, hasta el momento se había mantenido atento a la conversación.
Elísabeth se puso tensa, Sirius lo notó y miró a Snape con odio.
- Ya nos enfrentaremos a eso cuando se enteren - siseó Sirius.
- Por mi parte no diré nada... - dijo Snape acercándose a Elísabeth - te doy el pésame... no has podido escoger peor - Sirius le miró con odio mientras Elísabeth sonreía de medio lado - avísame cuando se enteren para estar en primera fila cuando estalle la bomba - dijo saliendo del despacho.
- Idiota - murmuró Sirius.
- Déjalo... él es así... - dijo Elísabeth sin darle importancia.
- Bueno... creo que es hora de que yo me vaya - dijo Farah.
- ¿Esta todo bien por allí? -
- Si... el lunes espero tu reincorporación al trabajo... - dijo la mujer antes de desaparecer por la chimenea.
- Y bien... - dijo Dumbledore.
- Nosotros nos vamos... tenemos cosas que hacer - dijo Kate cogiendo a su marido del brazo y empujándolo a la puerta.
Dumbledore miró significativamente a Sirius y Elísabeth, dándoles a entender que tenía otros asuntos que atender y los echaba sugestivamente del despacho.
- Si... nosotros también nos vamos - dijo Sirius llevándose a Elísabeth.
Remus y Kate estaban fuera esperando a que salieran.
- ¿Qué tenéis pensado hacer? - preguntó Remus.
- Yo tengo hambre... - dijo Elísabeth.
- Perfecto... pues vosotros a comer y después a dar una vuelta... y nosotros al cuarto - dijo Kate sonriente.
- Siempre estas pensando en lo mismo - dijo Elísabeth regañándola.
- Como si tu no... -
Elísabeth se sonrojó y bajó la mirada.
- Nos vemos luego - dijo Sirius llevándose a su chica a la cocina.
- Es divertido ponerla colorada... antes siempre hacíamos lo mismo... Lily y yo... - dijo Kate sonriendo melancólicamente mientras caminaba con su marido hacia el cuarto - cariño... tengo que darte una noticia -
- Dime - dijo Remus concentrado en el cuello de su esposa.
Sirius y Elísabeth entraron en las cocinas y a los pocos segundos tenían sus platos favoritos frete a ellos para empezar a comer. Estuvieron callados todo el rato aunque de vez en cuando se miraban de reojo. Salieron a dar una vuelta por el lago, había empezado a oscurecer y las estrellas comenzaban a brillar.
- ¿Estas enfadado por algo? - preguntó Elísabeth tímidamente harta de tanto silencio.
Se habían sentado bajo un árbol para mirar las estrellas.
- No... -
- Como estas tan callado -
- Es que... estoy feliz de volver a estar contigo... y no puedo gritarlo a los cuatro vientos... ni decírselo a nadie - dijo Sirius soltando lo que tanto le estaba reconcomiendo por dentro.
- Lo siento -
- Tu no tienes la culpa... de verdad... yo entiendo los motivos, los comparto y acepto... sólo es que... -
- Te gustaría que fuera de otra forma -
- Me gustaría decirles que soy su padre sin miedo a que me odien... -
- Ya llegara el momento de decirles la verdad - dijo ella con voz ausente.
- ¿Y qué pasara entonces? -
- No lo sé... -
Sirius la rodeó con el brazo para atraerla hacia él.
- Será mejor que volvamos ya adentro... empieza a refrescar - dijo Sirius poniéndose de pie y ayudando a Elísabeth hacer lo mismo.
Lizzy estaba algo preocupada, Mark no llegaba, fue en busca de Harry para pedirle el mapa del merodeador para buscar a su hermanito, al parecer estaba en el cuarto de su madre, eso la dejaba más tranquila, supuso que no volvería hasta tarde, así que tras darle un casto beso de buenas noches a su novio se fue a su cuarto, cogió un papel y escribió algo, lo dejó en la almohada de la cama de Mark y se metió en la suya para poder dormir.
Mark estaba tumbado en la cama de su madre, después de haber hecho todos los deberes, resumido los temas para poder estudiarlos, leer varios libros y jugar a varios juegos de ingenio que él tenía decidió ir a aburrirse al cuarto de su madre, a su cuarto prefería no ir, y tampoco tenía ganas de ver a Harry y Lizzy en la sala común.
Oyó como la puerta del salón se abría, Remus y Kate entraban abrazados y sonrientes, directos al cuarto. Mark sonrió desde donde estaba, en su casa nunca había presenciado ese tipo de escenas, hacia nueve años que no las presenciaba por que no había un hombre en la vida de su madre, pero aun así, intentó hacer esfuerzo por recordad algo así entre su padre y su madre, y no, nunca vio esas ansias, ese deseo, como un matrimonio que se amaba, eso le hacia pensar más que sus padres no se casaron por amor, sino por ellos. Se quedó dormido pensando en cuando era pequeño, recordando en los días que pasaban en familia yendo a pasear al campo o simplemente jugando con Patrick en el salón a los piratas.
Elísabeth hizo un ademán de entrar en su cuarto, pero Sirius la retuvo y la volvió a besar, entre risas ella consiguió encontrar el pomo de la puerta y abrirla para entrar y estar más a gusto. Sirius dejó de besarla y ella extrañada siguió la mirada de su pareja, se dio la vuelta y encontró en su cama durmiendo a Mark, sonrió con ternura mientras se acercaba para arroparlo, con un golpe de varita trasformo la ropa de su hijo en un pijama y lo arropó para que no pasara frío, después salió y cerró la puerta.
- Creo que esta noche no vamos a poder estar juntos - Sirius frunció el ceño - si se despierta y no me ve... -
- Supongo que no hay otra opción - dijo Sirius apenado.
- Te amo - dijo ella besándolo.
Sirius sonrió tiernamente mientras veía como la madre de sus hijos se tumbaba a dormir junto a uno de ellos. Cerró la puerta sin hacer ruido y se fue a su cuarto a dormir.
Mark se despedazó, todo estaba a oscuras pero sabía que la que dormía a su lado era su madre, sin hacer ruido para no despertarla salió del cuarto, en el salón se encontró con Ann, que estaba sentada frente al fuego leyendo un libro.
- Que cara de sueño tienes - dijo la chica al verlo.
- Si... - dijo el bostezando - ¿qué haces aquí? -
- Esperar a que mis padres salgan del cuarto -
- Ayer cuando volvieron estaban muy contentos y entretenidos -
- Me lo imagino... ¿y tu? -
- Me quede durmiendo aquí... ¿se ha despertado ya algún adulto? -
- Sirius salió hacer rato... -
- Yo... será mejor que me vaya - dijo Mark un poco nervioso.
- Espera... - Ann se puso de pie para quedar cara a cara con él - ayer te compre esto - dijo dándole una pulsera de cuero de chico.
- Gracias - dijo el sonriente, se acercó y la besó dulcemente.
Ella se sonrojó un poco, en ese momento entró Sirius.
- Mark... ¿se ha despertado ya tu madre? -
- No... sigue dormida.. ¿por? - preguntó Mark curioso.
- Asuntos de la Orden -
- Yo... me voy a mi cuarto - dijo el chico acercándose a la puerta.
- Después nos vemos - dijo Ann despidiéndose con la mano.
Sirius se sentó frente a Ann y la miró sonriente.
- ¿Y bien? - preguntó esperando que la chica le contara toda su vida amorosa.
- Tengo hambre... me voy a la cocina a desayunar... cuando salgan mis padres diles que he venido ha pasar el día con ellos para hacer algo de vida familiar... pero que si prefieren estar en el cuarto metidos haciendo niños que no se preocupen... simplemente se están perdiendo mi adolescencia... - dijo irónica.
Ann salió del cuarto, Sirius no sabía si dijo todo aquello por que no quería contarle nada de lo que intuía que pasaba entre ella y Mark o por que de verdad sintiera que sus padres no le hacían caso.
Ann se fue a desayunar y después a la biblioteca, donde encontró a Ginny haciendo los deberes, más al fondo estaban Lizzy y Harry, mirándose y haciéndose mimos, Ron, embobado pensando en Christine, y Hermione, a punto de terminar los deberes, ya que era la única que los estaba haciendo.
El día paso sin ningún incidente, hicieron los deberes, algunos terminaron antes que otros, comieron, salieron a jugar un rato al quidditch y volvieron por la noche a la sala común. Mark estaba encerrado en su cuarto con la nota que Lizzy le había escrito en sus manos.
"No creo que debas estar enfadado por que este con Harry... de todos los chicos que han estado detrás de mi Harry es el mejor partido... y lo sabes... espero que reconsideres tu postura frente a este problema que tu mismo has planteado... soy tu hermana, te quiero y me duele esta situación... ¡así que apéate del burro y háblame!"
Era domingo por la noche, no muy tarde, Sirius y Elísabeth estaban echados en la cama, abrazados, haciéndose mimos y besándose.
- Me tengo que ir ya... - dijo ella con desgana.
- ¿Ya?... quédate un poquito más - dijo Sirius haciendo un puchero.
- No puedo... mañana tengo que madrugar... quiero dormir toda la noche y si me quedo aquí no voy a dormir... - dijo mirándole picaramente.
- ¿Cuándo volveremos a vernos? -
- Que te parece... si el viernes quedamos a las diez de la noche en la casa de los gritos... allí nadie va... es un buen lugar para que yo me aparezca -
- Esta bien... el viernes te espero allí - dijo Sirius dándole un último beso.
Elísabeth sacó un trasladador y en cuestión de segundo desapareció dejando a Sirius tumbado en la cama con cara de inmensa felicidad.
La semana pasó muy lentamente, para unos mejor que para otros.
Ron estaba sonriente por que Christine le había mandado una carta y en clase de historia se paso todo el rato pensando que le iba a contestar. El chico estaba feliz y radiante, por que poco a poco se iban afianzando sus sentimientos, cada día se sentía más pletórico por el sentimiento de amor que sentía, sobre todo después de la salida al pueblo con Chris, y ahora eran novios, estaba que no cabía de felicidad.
Harry también era otro que estaba pletórico, estaba con Lizzy, era oficial, pero claro, no todo era un remanso de paz y felicidad, Lizzy estaba triste por que Mark no aprobaba esa relación y había dejado de hablarles, ya ni les miraba, esa total indiferencia unida a frialdad de Mark era lo que fastidiaba su felicidad.
Lizzy, como ya he dicho, estaba triste, intentó hablar con él un par de veces pero no obtenía respuesta, al final se enfadó por esa actitud y decidió que ella también ignoraría a su hermano, pero claro, eso le dolía y estaba triste, y eso afectaba indirectamente a su relación con Harry.
Mark se comía demasiado la cabeza pensando en la relación de su hermana con Harry, por que claro, esta relación tenía futuro, más que cualquier otra relación de Lizzy, a Harry no podía pegarle, bueno, si podía, pero no era el momento, a Lizzy por supuesto no iba a tocarle ni un pelo, así que optó por una actitud de frialdad e ignorancia impresionante. Pero claro, toda esa frustración que empezaba a sentir pensando que su hermana podría sufrir con esa relación, y el coraje que tenía comenzó a manifestarse, y la principal victima de su enfado fue Snape.
Era totalmente descarado como Mark se desvivía por hacerle la vida imposible a su profesor de pociones, desde ponerle la zancadilla cuando pasaba por su lado, pasando por pegarle carteles con "Patéame" o "Desesperado, soy virgen, pago por sexo" en la espalda, poner un cojín de broma en su sitio del gran comedor para que cuando se sentará sonara un pedo, hasta ponerle una poción en la comida para que le cambiara el sexo.
Lo bueno para Mark era que Snape no tenía ni idea de cómo probar que era él quien lo hacia, por que Snape tenía que admitir que el chico lo estaba haciendo como un profesional, por que no había ni una puñetera prueba para acusarle de todo aquello. Snape asqueado pagaba todo su enfado con los alumnos, pero claro, como nadie sabía quien hacia todas esas bromas pues no podían echarle la culpa a nadie. Muchos pensaban que el espíritu de los gemelos Weasley se había apoderado del colegio.
La única que sabía quien provocaba todo aquello era Lizzy, que reía con las bromas de su hermano, por que sabía perfectamente que era él, aunque después cuando estaban solos en el cuarto ni se miraran.
Ann pasaba por un momento muy raro, el chico que le gustaba estaba en algunos momentos frío y distante con ella, y en general con todo el mundo, así que estaba un poco, irritada, si, ese era su estado de animo, irritada, que Mark pasara de ella tres pueblos no le hacia ni pizca de gracia y que el profesor de pociones al que adoraba, aunque le hubiera rechazado, estuviera siendo boicoteado por un anónimo, tampoco le hacia gracia, así que su irritación aumentaba a medida que pasaban los días.
Durante esa semana Mark se había acercado a Ann bastantes menos veces de las que ella esperaba, y nunca para continuar con el beso que se dieron en la fiesta de cumpleaños. Cierto era que no coincidían en ningún horario por que eran de distinto curso, cuando se encontraban en los pasillos o en el comedor no hablaban de lo que había pasado entre ellos dos, y una tarde se fueron juntos a estudiar a la biblioteca, pero allí tampoco pasó nada, todos esos motivos hacían que Ann estuviera un poquito irritada. Ella quería avanzar en esa relación y parecía que él tuviera la cabeza en otra parte, más concretamente en su hermana y su nueva relación.
- Lo siento - murmuró Draco al entrar en el cuarto de su novia.
- ¿Qué has dicho?... no te estaba escuchando - dijo Rachel inocentemente.
Era mentira, si lo había escuchado perfectamente, pero quería humillarlo un poco y enseñarle algo de humildad antes de perdonarlo de verdad.
- Que lo siento - siseó él.
- Sigo sin entender que estas diciendo - dijo ella acercándose.
- Que lo siento... me he comportado como un estúpido... ¿contenta? - dijo Draco enfadado.
- Bastante... por fin lo reconoces... y ahora quita esa cara de gruñón... - dijo acercándose y besándolo para que se le pase el enfado.
Draco correspondió al beso con ansias, la verdad estaba echando de menos los besos y caricias de su novia. Poco a poco se fue convirtiendo en un beso apasionado, hasta tal punto que Draco la tumbó en la cama para profundizar un poco.
- Te deseo - murmuró Draco al oído.
Rachel sonrió complacida al saber que despertaba ese instinto en su chico, pero esa sonrisa desapareció cuando noto como Draco le metía la mano por debajo de la falta buscando quitarle las bragas.
- ¿Pero que haces? - gritó Rachel empujándolo para quitárselo de encima.
- ¿Por qué te pones así? - preguntó él extrañado desde el suelo.
- Me estabas metiendo mano... ¿cómo quieres que me ponga? -
- Soy tu novio... -
- Y yo soy virgen y la verdad es que no me parece que la mejor forma de perder mi virginidad sea por un calentón de mi novio... que me mete mano directamente saltándose todo el previo... - dijo ella alzando un poco la voz, pero no demasiado para que no se enteraran los que estaban fuera.
Draco sonrió de medio lado, solía pasar con las vírgenes que algunas se ponían bastante tensas en la primera vez, él ya tenía experiencia en eso.
- No debes preocuparte... - dijo subiendo otra vez a la cama - no te haré daño -
- ¡Por supuesto que no me harás daño!... por que te vas ahora mismo del cuarto... -
- Rachel -
- Si quieres tener sexo conmigo te lo tienes que currar... no pienso ser una de un aquí la pillo aquí me la tiro - dijo ella tajantemente.
Draco impresionado desistió por el momento de hacer algún tipo avanzadilla para poder tener relaciones sexuales con la chica.
- Esta bien... será como tu digas... - dijo acercándose y besándole tiernamente en la frente.
Rachel frunció el ceño mientras veía como su novio salía del cuarto, ella no podía dejar que Draco la tratara como una cualquiera que se puede tirar cuando tuviera un calentón.
La noche del viernes Lizzy estaba en el cuarto de Harry esperando que el chico saliera del baño, caminando de un lado para otro como un león enjaulado.
- ¿Te encuentras bien? - preguntó el chico cuando salió.
Lizzy estaba de los nervios, y se notaba bastante. Por muchas veces que Mark y ella se hubieran peleado, y se habían peleado mucho a lo largo de todos sus años de vida, nunca, jamás, ni en sus peores pesadillas habían estado durante una semana sin hablarse y con esa frialdad en el ambiente, así que todo esto la ponía de los nervios.
Se detuvo en secó al ver a su novio y tomó una determinación.
- ¿Me perdonas? -
- ¿Por qué debería perdonarte? - preguntó él extrañado.
- Es que he tomado una decisión... -
- ¿Sobre que? -
- Harry... no quiero seguir contigo - dijo seriamente.
- ¿Por qué? -
- Por que mi hermano no me habla desde que estoy contigo -
- Ya se le pasara y lo aceptara -
- Tu no lo conoces... esto no se le pasara tan fácilmente... a menos que yo me aleje de ti durante un tiempo... -
- Estas rompiendo conmigo por tu hermano... - dijo sentándose en su cama conmocionado.
- Si... compréndeme... él es mi hermano... -
- Pero no tiene por que ponerte en esa situación -
- A ver Harry... Mark es mi hermano... tu mi novio... él es para siempre... tu no -
- ¿Cómo que yo no soy para siempre? - preguntó él mosqueado.
- Me explico... él es sangre de mi sangre... pase lo que pase sé que él estará siempre para mi... y yo para él... tu... tu puedes conocer mañana mismo a una persona a la que quieras más que a mi y decidas que ya no quieres estar conmigo - intentó explicarse Lizzy.
- Eso no va a pasar... yo estoy enamorado de ti... -
- Harry... no lo hagas más difícil... yo quiero que sigamos siendo amigos -
- ¿Hacer como si nada hubiera pasado? -
- No quiero perder a mi hermano... - dijo ella en un susurró.
- Pues vete con él... pero aquí no vuelvas -
- Mark me esta obligando a elegir entre los dos... no te rebajes tu también a usar el chantaje emocional - dijo ella seriamente comenzando a enfadarse.
- Tu ya has elegido -
Lizzy salió enfadada del cuarto y se encerró en el suyo, se tumbó en la cama y comenzó a llorar. Le dolía esa situación, que Mark la estuviera obligando a elegir entre los dos, que Harry no lo entendiera, la elección que ella misma estaba haciendo, todo. Entre tanto llanto sonrió débilmente, esa semana había recordado algo que se les daba muy bien a ellos pero no se había dado cuenta, Mark había utilizado ese truco para hacerla elegir, ahora ella se iba a divertir haciéndole chantaje emocional a su hermanito hasta que aprobara su relación con Harry, sólo esperaba que cuando Mark cediese no fuera demasiado tarde para que Harry la perdonara.
Sirius estaba en la casa de los gritos caminando de un lado para otro, nervioso, se maldecía mentalmente por no haber aguantado las ganas, había llegado al lugar de encuentro más de media hora antes, y ahora de los nervios estaba que se subía por las paredes.
Pasaban los segundos, los minutos, poco a poco las horas, y así se hizo las doce de la noche y Elísabeth que no aparecía. Decir que Sirius se subía por las paredes y estaba de los nervios era decir poco, ya no aguantaba más, se torturaba pensando que a ella le hubiera pasado algo y por eso no había podido ir a la cita.
Volvió al colegio buscando a Remus por si Elísabeth se había comunicado y él no se había enterado.
- Aquí no ha venido - dijo Remus cuando su mejor amigo le acorraló buscando respuestas.
- ¿Y dónde esta¿y si la han atacado¿y si ha tenido un accidente? - preguntaba Sirius alterado dando vueltas por el salón previo a su cuarto.
- ¿Por qué no te apareces en su casa y así sales de dudas? - propuso Kate sabiamente.
- Tienes razón - dijo Sirius corriendo hacia la chimenea para ir a través de la red flu hasta Viena.
Remus sonrió al ver lo lista que era su esposa, se acercó a ella y la besó tiernamente.
Mark había estado dando vueltas por el colegio hasta tarde, pensando, al final se cansó y decidió subir a su cuarto. Entró sigilosamente para no despertar a Lizzy, se detuvo a medio camino hacia su cama cuando oyó a su hermana llorar.
- ¿Estas llorando? - preguntó Mark sorprendido.
- Espero que estés contento... he roto con Harry... has ganado - dijo ella sin dejar de mirar a la pared.
Mark se acercó rápidamente a su hermana, pero no sabía que decir, simplemente se quedó allí, de pie, frente a su cama.
- ¿Rompes con él ahora que yo había decidido ceder? - dijo al final Mark sonriendo por lo cómico de la situación.
Lizzy se volvió y le miró con odio fingido.
- ¿Ibas a ceder? - preguntó irónica.
- Tal vez no esta misma noche... pero estaba al caer... -
- Pues podías haberlo hecho antes - dijo ella un poco exaltada.
- Ya... pero entonces no hubiera sido yo - dijo él alegremente.
Lizzy puso los ojos en blanco y se hizo a un lado para que su hermano pudiera tumbarse a su lado, Mark así lo hizo.
- ¿Por qué? - preguntó Lizzy después de un rato de silencio.
- Por que no quiero que te hagan daño -
- No te has dado cuenta de que en toda esta semana me han hecho tu más daño que nadie -
- Si... y por eso estoy mal... por eso iba a ceder... -
- ¿Y ahora?... por que Harry no va a querer ni hablarme - Mark frunció el entrecejo - yo le quiero... -
- Si él te quiere de verdad... no te dejará escapar... - dijo a regañadientes.
- ¿Me prometes que no te opondrás si volvemos? -
- Lizzy... Harry esta en peligro constantemente... y me aterra pensar que te puedan hacer daño... -
- Pero... - dijo Lizzy animándole a seguir.
- Pero... si te hace feliz... ¿qué coño hago yo interponiéndome? -
- Ese es mi hermanito - dijo ella felizmente.
- Pero si sales herida por su culpa... me lo cargo - dijo Mark seriamente.
- No esperaría menos de ti - Lizzy lo abrazó - y ahora vete a tu cama... que los dos en la misma no cabemos -
La oía desde fuera, para él era inconfundible su risa, se acercó a la puerta y la abrió, dentro todo el mundo se quedó de piedra. Había dos hombres, que miraron a Sirius con el ceño fruncido, Farah, que lo miró sonriendo y visiblemente sorprendida y Elísabeth, que estaba impresionada de verlo ahí, sonrió a modo de disculpa a lo hombres, se levantó y salió fuera del cuarto con Sirius.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó nerviosa.
- Habíamos quedado... ¿recuerdas? - dijo Sirius visiblemente desilusionado.
Ella se quedó paralizada y palideció, después del día tan ajetreado que había tenido no se acordó de su cita con Sirius.
- Lo siento - murmuró bajando la cabeza - lo olvide -
- Ya... creí que te había pasado algo... por eso vine... pero veo que te lo estas pasando de fábula - dijo seriamente girándose para irse.
- No espera... - dijo ella poniéndose frene a él - es que he tenido un día horrible... un idiota, al que pienso matar en cuanto tenga delante - dijo con rencor - ha lanzado una OPA hostil contra una de las empresas que dirijo -
- ¿Qué es eso? - preguntó Sirius curioso.
- Básicamente... que quiere quitarle la empresas a - miró a todos lados - tus hijos - murmuró.
- ¿Por qué? - preguntó extrañado.
- Por que es idiota y siempre ha ido detrás de mi y como no me ha conseguido pues intenta fastidiar mi vida... estamos intentando contraatacar para que no pueda salirse con la suya... -
- Entiendo - dijo Sirius sonriendo débilmente.
- Perdóname... por favor... hubiera preferido pasar la tarde contigo en vez de estar mirando balances... pero... esta es la herencia de Mark y Lizzy... tengo que cuidarla... -
- De verdad... no tienes que darme explicaciones... lo entiendo -
Elísabeth se acercó y le besó dulcemente en los labios.
- Te recompensare... te lo aseguro -
Sirius sonrió y ella volvió a entrar en el despacho.
La reunión acabó a las cuatro de la mañana y, verdaderamente cansada, Elísabeth abrió la puerta de su cuarto, todo estaba a oscuras, ni se molestó en encender la luz, se dejó caer sobre la puerta.
- Dios... - murmuró - estoy agotada -
Se acercó a la cama, sabía guiarse en la oscuridad de su cuarto, ni siquiera se quitó la ropa y se dejó caer en la cama, rodó un poco hasta el centro para buscar la postura en que dormiría, cuando notó un bulto al lado de la cama. Se levantó asustada y encendió la luz rápidamente.
- ¿Ya has terminado?... intente mantenerme despierto... pero no pude - dijo Sirius despertándose por la luz.
Elísabeth se sorprendió demasiado al verlo allí.
- ¿Qué haces aquí? -
- Quise esperarte -
Ella lo miró con ternura y se acercó hasta quedar tumbada sobre él.
- OH - dijo mientras comenzaba a darle besos en la cara - eres un cielo... el mejor del todos... te quiero... te adoro... - le beso en los labios con muchas ansias - te amo - dijo cuando se separó.
- Yo también te amo... ¿estas cansada? - preguntó sonriente por le recibimiento.
- Demasiado... pero lo peor es que... dentro de - miró su reloj - tres horas tengo que estar despierta para ir a trabajar -
- Pero si es sábado -
- Pero no es un sábado normal y corriente... tenemos que movernos con rapidez para que ese idiota no pueda hacerse con el control -
- ¿Por qué lo haces? -
Elísabeth se dejó caer a su lado.
- Es la herencia de los niños... es lo que su pa... - se detuvo a pensar las palabras - lo que Patrick y Linus les dejaron para que pudieran vivir bien y sin problemas -
- También tienen la herencia Black -
- Si... pero legalmente no -
- Pues hagámoslo - dijo Sirius en tono casual, pero para nada era casual.
- Para ello los gemelos tendrían que saber que tu eres su padre... y aceptarte -
- ¿Crees que no lo harían? -
- No lo sé... opinó que antes de decirles nada debemos estar tu y yo juntos... bien... con algo sólido y serio... estabilidad... y después... lanzarles la bomba con la noticia -
- Esta bien... seguiremos esperando -
- Creo que lo aceptaran si ven que no vamos a separarnos... que estamos unidos por algo sólido -
- Te amo - dijo él acercándose y besándola.
Ella correspondió al beso sonriente.
La puerta sonó, sorprendiendo a Sirius y Elísabeth y haciendo que dejaran de besarse. Ella se levantó para abrir la puerta y ver quien la interrumpía.
- ¿Estabas dormida? - preguntó Albert.
Albert era el director financiero de la empresa y el mejor amigo de Patrick desde que eran niños, lo cual hacia que Elísabeth le tuviera un gran cariño y respeto.
- No... todavía no... ¿querías algo? - preguntó ella amablemente.
- Veras yo... se que no es un buen momento para decirte lo que siento... pero yo... te... -
Albert se quedó paralizado al ver como la puerta se abría y dejaba ver a Sirius detrás de la mujer, la cual también se quedó sorprendida.
- ¿Si¿quería algo? -
- Eh... veo que no es un buen momento... ya hablamos mañana Elísabeth... buenas noches - dijo Albert seriamente.
El hombre se alejó por el pasillo tranquilamente y Sirius cerró la puerta y se apoyó en ella. Elísabeth estaba paralizada, estática, ni se movía.
- Idiota - murmuró Sirius con desagrado.
- ¿Por qué has hecho eso? - dijo ella saliendo de su asombro.
- ¿Es que no te has dado cuenta de a que venia ese tío? -
- Ha hablar conmigo simplemente -
- No... venía a lo que venía... a seducirte para intentar meterse en tu cama -
- Albert es un buen amigo... que sería incapaz de hacer algo así - dijo ella enfadada.
- Quítate la venda Elísabeth... ese venía a meterse en tu cama - dijo malhumorado echándose a un lado de la cama y mirando hacia la pared.
Elísabeth se tumbó al otro lado, y quedaron los dos espalda con espalda, le molestaba que Sirius tuviera tan poca confianza en ella para que pensara que no sabía manejar ese tipo de situaciones. Al cabo de un rato se dio cuenta de que era normal que Sirius sintiera algo de celos, ella también los sentiría, así que intentó acercarse a él para que la perdonara.
- No te enfades - dijo abrazándolo por la espalda - yo te quiero a ti - no obtuvo respuesta.
- Eres demasiado confiada -
- Tal vez... pero yo se manejar ese tipo de situaciones - dijo ella tranquilamente.
- ¿Eso quiere decir que más de uno ha intentado meterse en tu cama? - preguntó él furioso quedándose cara a cara con ella.
- Si - dijo ella escuetamente mirando a otro lado.
- No me gusta que se acerquen a ti otros hombres - gruñó.
- Ninguno lo ha conseguido - dijo ella incorporándose.
- Desde que murió Patrick - murmuró Sirius con rencor.
- Nunca... ningún hombre ha entrado en mi cama... ni en mi... ni siquiera Patrick - dijo ella furiosa.
Sirius se sorprendió con esa revelación, nunca se atrevió a preguntarlo, siempre supuso que ella y su marido tuvieron relaciones matrimoniales, y le daba miedo la confirmación de esa idea por que se moriría de celos al saber que había sido de otro hombre. En un impulso se acercó y la besó con pasión y ansia, ella correspondió al beso sorprendida y segundos después estaban rodando por la cama quitándose la ropa mutuamente y riendo.
Se amaron dulcemente, sintiendo como el otro temblaba, besándose, acariciándose, gimiendo de placer al sentir el contacto de sus pieles, siendo uno repetidas veces. Elísabeth ya no aguantó más, exhausta, después de un día tan ajetreado y de la reciente actividad física, se quedó dormida sobre Sirius, tranquilamente, todavía sintiéndole dentro. Sirius alzó un poco la cabeza y la vio dormida, le besó la frente y cerró los ojos, al cabo de unos segundos se durmió. No se movieron de esa posición, ella encima de él y él dentro de ella, así estuvieron, tranquilamente durmiendo hasta que sonó el móvil de Elísabeth y se despertaron asustados por el ruido.
Elísabeth no se dio cuenta de la posición en la que estaba y se separó bruscamente de Sirius al oír la maldita cancioncita que la despertaba a esas horas, la consecuencia de ese movimiento tan brusco fue un fuerte dolor en el bajo vientre. Se retorció de dolor intentando aguantar el grito que iba a dar, le había dolido demasiado y eso se demostraba en su cara.
- ¿Estas bien?.. lo siento... - dijo Sirius apenado acercándose.
Ella no respondió, intentaba sobreponerse del dolor para coger el teléfono y que dejara de sonar esa música que ya la tenía hasta la coronilla.
- Diga - dijo con voz somnolienta - ... ¿ese hombre es que no duerme o que? ... - dijo malhumorada - ... si si... entiendo... no te preocupes... en una hora me tienes allí... intentare estar antes pero no te aseguro nada... - dijo frunciendo el ceño y colgando.
Elísabeth dejó el teléfono en la mesita de noche y se volvió a aferrar a si misma.
- ¿Estas bien? - repitió Sirius.
- Si, no te preocupes... simplemente es una leve molestia... tengo que arreglarme - dijo levantándose de la cama.
Pero Sirius sabía que no era una leve molestia por la mueca de dolor que Elísabeth hizo al ponerse de pie, aunque intentó evitar que Sirius la viera, lentamente ella fue hasta el baño con la sabana atada al cuerpo, Sirius se quedó tumbado en la cama oyendo como el agua de la ducha caía. En la ducha Elísabeth se agarró el vientre del dolor que tenía, ese despertar con Sirius había resultado doloroso y poco agradable aunque la noche había sido magnifica. Sirius entró en el baño cuando Elísabeth salía de la ducha.
- ¿Estas mejor? - preguntó abrazándola.
- Si... de verdad... - dijo sin darle importancia - venga... dúchate y vístete rápido... tenemos que bajar a desayunar -
- Eli... -
- Estoy bien de verdad... a ver ¿de que me sirve decirte que me duele?... de nada... sólo para preocuparte... así que despreocúpate - dijo dándole un rápido beso.
- Esta bien... testaruda - murmuró entrando en la ducha.
Ella salió del baño ignorando el comentario y comenzó a vestirse para ir a trabajar.
- Vamos... a desayunar... -
- ¿No tienes miedo de que me vean aquí y puedan contárselo a los niños? -
- Ya te vio Albert anoche... así que ya da igual el secretismo... por lo menos con los adultos -
Sirius sonrió dulcemente, abrazándola por detrás y dándole besos en el cuello mientras caminaban hacia la puerta, ella reía por las cosquillas.
Entraron en el salón, primero Elísabeth y después Sirius, los invitados ya estaban sentados discutiendo sobre la manera de afrontar la situación de la empresa y Farah simplemente desayunaba sin hacerles caso, todos se giraron a ver quien entraban y los dos hombres fruncieron el ceño al ver a Sirius, Farah simplemente sonrió con picardía. Elísabeth se sentó en la presidencia de la mesa, a un lado estaba Farah y al otro se sentó Sirius, al lado de estos estaban Albert y el señor Hilfiger.
Llegó el momento de irse a trabajar y todos se levantaron de la mesa tranquilamente, se pusieron sus gabardinas, cogieron los maletines y salieron los hombres primero y después Farah, Elísabeth se quedó unos minutos más para despedirse de Sirius.
- Intentare venir a comer... puedes quedarte a esperarme... si te vas lo entenderé - dijo ella abrazándolo.
- Te esperaré... así pasamos la tarde juntos... -
- Vale... - dijo ella sonriente dándole un rápido beso en los labios.
Era fin de semana y aunque no tuvieran salida al pueblo, la mayoría de los alumnos tenían sus planes hechos.
Ron estaba apenado, había recibido una carta de Christine en la que decía que no podía ir a verlo ese fin de semana por que tenía que hacer trabajos y estudiar para unas pruebas. Aun así releyó varias veces la carta feliz por el hecho de que tenía novia.
Lizzy bajó las escaleras con el ceño fruncido, Harry, que estaba sentado frente a la chimenea con Ron y Hermione, no pudo evitar mirarla pero cuando sus miradas se cruzaron el chico volvió la cara, lo que acentuó más el ceño de Lizzy.
- Vamos... perdóname... será la última vez que haga una travesura sin ti... - dijo Mark bajando tras su hermana.
- Eso espero... por la cuenta que te trae... -
- Me voy a jugar un rato con la escoba... ¿vienes? - dijo Mark.
Lizzy miró a Harry que miraba a otro lado para no verla.
- Si... - dijo con desgana.
- Parece que por fin han hecho las paces - comentó Ann acercándose cuando los gemelos se fueron.
- Si... a costa de mi noviazgo con Lizzy - dijo Harry con rencor.
- Seguro que pronto todo se soluciona - dijo Ron para darle ánimos.
- Yo me voy a desayunar... ¿alguien viene¿cuñadito? - dijo Ann dirigiéndose a Ron.
El chico se sonrojó un poco y asintió.
- Vamos... - dijo haciendo que Harry se levantará.
Olry apareció a su lado en cuanto Elísabeth salió por la puerta.
- ¿Qué quiere hacer señor? - preguntó el elfo amablemente.
- Enséñame la casa... las habitaciones de los gemelos -
Subieron las escaleras tranquilamente, no había prisas, tenían toda la mañana por delante, fueron por uno de los pasillos hasta la habitación de Elísabeth, y los dos cuartos que habían al lado era cada uno de uno de los niños.
Olry abrió la puerta del cuarto de Mark, era el típico cuarto de un adolescente, un par de pósters de equipos de quidditch, de fútbol, y muchas fotos en un corcho con chinchetas, en la mesita de noche una foto de su madre, otra de Lizzy y él juntos con el uniforme del colegio y otra de Patrick y Linus con los gemelos de pequeños, Sirius se estremeció al ver esa foto y sonrió tristemente. En la mesa de estudio había un ordenador último modelo, en una mesa cerca de la cama una televisión y la PlayStation 2, un montón de juegos y discos de música en una de las estanterías y en el resto, libros, del colegio, de aventuras, de ciencia ficción, de todo tipo.
Salieron del cuarto de Mark y entraron en el de Lizzy, era exactamente lo mismo, las mismas fotos, distintos pósters, ella de actores famosos con muy buenos cuerpos, el mismo ordenador, la misma tele y la misma videoconsola. Poco cambiaba de un cuarto en otro, los niños siempre estuvieron muy unidos y compartían casi todas las aficiones, a Sirius no le sorprendió después de ver sus cuartos que compartieran habitación en Hogwarts, estaban demasiado unidos y podían convivir en la misma habitación sin matarse.
A continuación fue a la biblioteca, se quedó alucinado con la cantidad de libros, fue revisando los títulos hasta que vio un par de ellos que le interesaban, los cogió y se sentó en la mesa para comenzar a leerlo.
- ¿Se va a quedar aquí, señor? - preguntó Olry.
- Si... - contesto Sirius distraído.
Los gemelos entraron en el comedor después de una agotadora sesión de quidditch, ambos eran buenos deportistas, y muy buenos en el quidditch pero no habían querido entrar en el equipo de Gryffindor. Se sentaron al lado de Ron, quedando Lizzy frente a Harry, pero ni se miraban. Comieron tranquilamente, hablaron de nada importante, y se fueron a la sala común a descansar.
- Ahora vuelvo - le dijo Mark a Lizzy saliendo por el retrato.
- Cuidadito con lo que haces - advirtió Lizzy.
La chica vio como su hermano se iba tras Ann, y viendo el panorama de la sala común decidió irse para su cuarto.
Mark alcanzó a Ann a mitad del pasillo, paso su brazo por encima de los hombros de la chica y sonrió.
- Últimamente no he estado en mi mejor momento... te pido perdón si te has sentido ignorada... pero no estaba de humor... -
- Ya... me he dado cuenta - dijo ella seriamente.
- Lo siento de verdad... - dijo él apenado.
- Claro... hasta que vuelvas a tener una pelea con Lizzy y vuelvas a ignorarme -
- He intentado que mi estado de animo no influyera en esto que tenemos... pero veo que no lo he conseguido -
- Exactamente... ¿qué es lo que tenemos? -
- Pues... no tengo la más remota idea... -
- Lo estas arreglando - dijo ella sarcástica.
- Me refiero... no hemos hablado del tema... -
- No has estado muy receptivo últimamente -
- Lo siento... ¿hablamos ahora? -
- Tengo que hacer deberes - dijo ella intentando irse.
- Por favor... tu me gustas mucho... y quisiera que aclaráramos lo que dios quiera que tenemos ya -
- Pues mira... me coges en un mal momento... ahora no me apetece aclarar nada -
Y se fue.
Se concentró tanto en su lectura que no se dio cuenta de que Farah ya había llegado para comer.
- ¿Inmerso en la lectura?... puede resultar fascinante - dijo acercándose por detrás.
- Si - contestó Sirius un poco asustado por que no la había sentido llegar.
- La comida estar en unos minutos -
- ¿Y Elísabeth? -
- Cuando fui a su despacho para decirle que si se venía conmigo estaba que se subía por las paredes del enfado que tenía... me da pena el Conde Laszlo... en cuanto lo pille lo mata - dijo la mujer fingiendo pena.
- ¿Vendrá? -
- Si... seguramente muy enfadada... así que te aconsejo que te quedes - aconsejo Farah saliendo de la biblioteca.
- ¿Por¿para que pague conmigo su enfado? - dijo Sirius bromeando saliendo tras ella.
- No... yo podría calmarla perfectamente... pero seguro que tu lo harías mejor... - sonrió picaramente - además si te vas ahora a Hogwarts cuando llegue y no te vea se pondrá triste -
Entraron en el salón comedor, donde ya estaba la mesa puesta con dos comensales.
- Esta bien... me quedaré -
- Perfecto... además... creo que tu y yo tenemos un par de conversaciones pendientes -
Sirius la miró seriamente, sabía perfectamente lo que le iba a decir, advertirle que si le hacía daño a Elísabeth o a los niños lo mataría.
Comieron tranquilamente desafiándose con la mirada cuando oyeron un portazo y unos gritos.
- ¡ME IMPORTA UN COMINO COMO LO HAGAS... PERO HAZLO! TE PAGO DEMASIADO DINERO PARA QUE SOLUCIONES ESTO... MEJOR DICHO... TE PAGO PARA QUE EVITES QUE PASE ESTO... ASI QUE ARREGLALO - gritaba furiosa Elísabeth por el teléfono.
Sirius y Farah salieron en ese momento del salón y vieron como Elísabeth de furia tiraba el móvil con todas sus fuerzas al suelo para que se partiera en mil pedazos, después subió deprisa las escaleras hasta llegar a su cuarto. Sirius la miró irse.
- Ve - dijo Farah entrando en el salón de nuevo.
No se lo tuvo que decir dos veces, salió corriendo hasta llegar a la habitación donde había pasado la noche. Allí estaba ella tumbada boca arriba en la cama con las manos en la cara, Sirius se acercó, se tumbó a su lado y la besó en la frente.
- No quiero que me quiten esa empresa - sollozó ella.
- Tranquila... todo saldrá bien... estas agotada... cámbiate y descansa... - dijo Sirius intentando reconfortarla.
- Pero... -
- Yo estaré aquí contigo... ¿vale? -
Elísabeth asintió, entró en el baño, salió con el pijama y se metió en la cama, Sirius se tumbó a su lado dándole la mano e intentando tranquilizarla, en unos segundos ella estaba dormida completamente, lo cual no era extraño por que sólo había dormido un par de horas esa noche, Sirius salió del cuarto en cuanto ella estuvo dormida completamente.
- ¿Esta mejor? - preguntó Farah cuando Sirius entró en el salón.
- Se ha quedado dormida... Farah - la mujer lo miró invitándolo a continuar - ¿por qué le afecta tanto? -
- Los laboratorios Silcom son su niño mimado... la fundó Patrick poco después de que Elísabeth terminara de estudiar Empresariales... y se la regalo... fue la primera empresa en la que ella tuvo todo el control... donde aprendió todo el negocio... además en esos laboratorios se crean formulas tanto muggles como mágicas... la mayoría del personal es muggle, los únicos magos que hay son los expertos en pociones que investigan las formulas... su proyecto más ambicioso es una cura para la licantropía - dijo ella.
- Remus - murmuró Sirius sorprendido.
- Exacto... antes de morir Patrick le propuso el proyecto... y ella lo acepto sin pensarlo... -
- ¿Quién es el tío que la quiere comprar? - preguntó Sirius pensando en la mejor forma de matarlo.
- El Conde Ernest Laszlo... va detrás de ella desde hace años... y como no ha podido conseguirla... pues ataque lo que más quiere -
- Pero... si lo que Elísabeth más quiere es a los gemelos -
- Laszlo es esta tan loco como para atacar a los niños... sabe que Elísabeth le hará la guerra por la empresa... pero si toca a los niños lo mata... y él aprecia su asquerosa vida más que cualquier otra cosa - dijo la mujer con desagrado.
- Me gustaría tener una pequeña charla con ese tío - dijo con rencor crujiéndose los nudillos.
- No te preocupes por eso... mejor cambiemos de tema... espera... - dijo saliendo del salón, Sirius la miró extrañado, a los pocos minutos volvió - creo que te gustará ver esto -
Se acercó al video y metió una cinta, encendió la tele y empezó a salir la imagen.
Se vio a Elísabeth frente al video, tenía una camiseta de manga corta que dejaba ver a la perfección su barriga de ocho meses.
- ¿Ya?... vale... - dijo sonriente hablando a quien estaba detrás de la cámara - hola hermanito... quería mandarte este video para que vieras que dentro de poco nacerá tu sobrino o sobrina... mira - se puso de pie y mostró su perfil a la cámara - estoy como una vaca... pero todo sea por tener a mi bebe en brazos - dijo felizmente - te quiero mucho Dan... ven pronto que quiero que estés aquí cuando nazca... adiós - agitó la mano para despedirte y mando un par de besos.
Sirius estaba demasiado emocionado como para decir nada, la imagen se volvió negra, se giró para decirle algo a Farah pero cuando iba a hablar oyó que la imagen volvía. Se veía a Farah y Linus en la sala de espera del hospital.
- Patrick cariño... apaga eso - dijo Farah seriamente.
- Mamá... es un documento histórico... quiero tener grabado como nace el bebe - dijo tozudamente.
- Vale... ve y díselo tu a la principal protagonista de ese video - dijo la mujer animándole a entrar a preguntarle a una parturienta que si le permitía grabarla en video.
Patrick entró en la habitación, cámara en mano, y se acercó a la cama donde estaba Elísabeth, respirando agitadamente y con cara de estar aguantando mucho el dolor.
- Patrick... apaga eso... si no quieres morir - siseó entrecortadamente y muy seria.
- Aquí termina el documento histórico... Dan... lo siento pero aprecio demasiado mi vida como para que me mate... alguien tiene que ser el padre de ese niño -
- O apagas eso o me voy a Londres y ya sabes a quien voy a buscar allí - gritó Elísabeth furiosa.
La imagen se acabó allí.
- Te alegrará saber que en esa última frase se refería a aparecerse en Londres y buscarte - dijo Farah tranquilamente.
Sirius estaba demasiado alucinado como para apartar la mirada de la televisión. Las siguientes imágenes eran de los gemelos, Sirius estuvo más de tres horas pegado a la televisión viendo todo, el bautizo, un par de cumpleaños, una tarde en el jardín, un partido de baloncesto, todo lo que salía en el video de los gemelos siempre acompañados de Elísabeth y Patrick y en algunas Farah, Linus.
- Gracias - murmuró Sirius cuando se acabo el video sin dejar de mirar a la pantalla.
- Elísabeth grababa esos videos para mandárselos a Daniel... siempre hacia copia de ellos... anoche los encontré... supuse que te gustaría verlos -
- Se que tiene que ser difícil para usted -
- Sólo me importa que ellos sean felices... y si tu puedes hacerla feliz, tendré que ponerte las cosas fáciles - dijo Farah tranquilamente.
Sirius le sonrió agradecido, la verdad es que la mujer siempre se había portado bien con él e intentaba facilitarle las cosas, bueno durante la depresión de Elísabeth no tanto, pero por lo general no le ponía ningún impedimento para que estuviera con su amada.
- Será mejor que suba a ver como esta... por si ya se ha despertado -
- Esta oscureciendo... ¿por qué no la sacas a cenar?... así se distraerá un rato -
Sirius asintió y salió del salón rumbo al cuarto de Elísabeth. Se acercó a la cama, todavía estaba durmiendo, tranquilamente, sin percatarse de la presencia de Sirius en la habitación, se tumbó junto a ella, contemplándola en silencio. No supo cuanto tiempo pasó mirándola, estaba seguro de que más de una cabezadita había pegado, pero en definitiva no parecía que fuera muy tarde.
- ¿Qué hora es? - preguntó Elísabeth despedazándose.
- Las... las diez y media - dijo mirando su reloj.
- Perfecto - dijo con desgana - ahora no podré dormir en toda la noche -
- Tenemos cosas más interesantes que hacer esta noche que dormir - dijo Sirius sonriendo picaramente.
- Estas muy necesitado, Sirius - dijo ella sonriendo.
- OH... como si tu no lo hubieras pensado -
- Por supuesto -
Ella se abalanzó y le besó ardientemente, con deseo y pasión, implorando que ese momento no se acabara nunca.
- ¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta? - propuso Sirius cuando tuvo un momento de respiro entre beso y beso.
- ¿No quieres estar en la cama conmigo? - preguntó ella mimosa.
- Es una oferta muy... demasiado... tentadora... pero así salimos y te distraes un rato... y dejas de pensar en todos los problemas... -
Elísabeth aceptó la propuesta de Sirius de salir a dar una vuelta, rápidamente escogió algo de ropa y se encerró en el baño para vestirse, cuando salió, Sirius le sonrió complacido, no se había vestido con ningún traje forma de etiqueta, sino que iba con unos vaqueros, unas deportivas, una camiseta y encima un jerséis, Sirius sonrío al verla y se acercó a besarla tiernamente en los labios mientras rodeaba con sus brazos la cintura atrayéndola a él, la ropa le quedaba como un guante y le hacia una estupenda figura. Bajaron al salón a despedirse de Farah y avisarle de que probablemente llegarían tarde, muy tarde. Elísabeth cogió las llaves de su BMW y pensándoselo mucho se las dio a Sirius para que el condujera. Llegaron a la ciudad, aparcaron el coche y salieron a pasear, había mucha gente en la calle, aun así se podía andar con fluidez, pasaron por un pequeño restaurante y el estomago de Elísabeth rugió intentando hacerse notar.
- Tengo hambre - dijo ella parándose en medio de la calle y mirándole con carita de pena.
- Vamos... - dijo Sirius arrastrándola al interior del restaurante.
Ella le siguió sonriente, se sentaron en una mesa del fondo, alejados de todos, para estar solos, conversaron de todo mientras cenaban, más que nada para intentar de recuperar un poco el tiempo perdido de estos dieciséis años sin verse.
Al salir, la lluvia lo empapaba todo, Elísabeth se abrazaba a si misma para darse calor y no mojarse, cuando Sirius la vio, la abrazó fuertemente.
- ¿Y ahora que? - preguntó ella ante la perspectiva de la caminata hasta el coche y llegar empapados a la casa.
- ¿Qué te parece pasar la noche allí? - dijo Sirius señalando el hotel que quedaba en frente del restaurante.
Elísabeth lo miró frunciendo el ceño, pero después de pensarlo unos segundo se dio cuenta de que prefería pasar la noche con Sirius en un hotel de cinco estrellas a manchar la tapicería de su coche favorito.
- Esta bien... - dijo echando a andar hacia el hotel.
Entraron en el hotel y pidieron una suit presidencial.
- ¿Podemos permitirnos esto? - susurró Sirius mientras Elísabeth firmaba la hoja de registro.
- Esto y más - dijo ella.
Les dieron la llave electromagnética y subieron ha la habitación. Durante todo el rato que pasaron en el ascensor permanecieron cada uno a un lado, apoyados en la pared, mirándose, sonriéndose, pero sin acercarse a saciar ese deseo que comenzaba a consumirles. No fue hasta que llegaron a la habitación cuando por fin se besaron.
- Será mejor que te des una ducha caliente... estas mojada... te puedes enfermar - dijo Sirius entre beso y beso.
- Ven conmigo - pidió ella.
- Ahora voy -
- Te espero -
Sirius sonrió picaramente mientras veía como ella entraba en el baño, se acercó al teléfono y pidió al servicio de habitaciones un postre de fresas y natas, esperó a que llegara el pedido y cuando hubo dado la propina hechizó el postre para que no se enfriara y se dirigió al baño.
- Venga... es domingo... hace un día estupendo... y ambos estamos con mal de amores... - dijo Lizzy intentando levantar de la cama a su hermano.
- ¿Por qué las chicas sois tan complicadas? - preguntó Mark levantándose.
- Por que sino no sería divertido -
- No es divertido - sentenció Mark.
- Ya... ¿vamos a la biblioteca hacer el trabajo de pociones? -
- Si no hay más remedio... -
Bajaron a desayunar y prácticamente estuvieron aislados, cuando Ann y Mark estaban en la misma habitación ni siquiera se miraban y lo mismo pasaba con Harry y Lizzy.
- Tenemos que arreglar esto - dijo Lizzy tajantemente cuando llegaron la biblioteca.
- ¿A qué te refieres? -
- Habla con Harry y haz que vuelva conmigo y yo hablaré con Ann para que acepte tener algo contigo -
- ¿Y por qué debería hacerlo? - preguntó Mark indignado.
- O lo haces o lo haces - dijo ella furiosa mirándole con muy mala leche.
- Pero que mal despertar tienes los domingos... pobre Harry -
Lizzy le miró furiosa antes de concentrarse en hacer su trabajo de pociones.
Despertar junto a Sirius cada vez era mejor, resultaba adictivo, Elísabeth sonreía mientras se acercaba a él e intentaba despertarlo.
- Buenos días - dijo Sirius con voz ronca.
- Por fin despiertas -
- ¿Por qué iba a despertarme antes?... no has usado el método infalible para despertarme - dijo él señalando a sus labios.
Ella se acercó y lo besó con ternura, pero Sirius ya estaba despierto, y no puedes darle un casto beso y esperar que todo quede ahí, así que cuado ella comenzaba a separarse, él se colocó encima y la besó con pasión.
- ¿Y ahora qué? - preguntó Elísabeth.
- Pues a disfrutar del día - dijo Sirius sonriente.
- ¿Y después? - preguntó ella seriamente incorporándose.
- Después... después pensaremos en el después -
- ¿Así vamos a mantener esta relación?... ¿a base de los fin de semana que podamos vernos? -
- Tu no puedes dejar tu trabajo... y yo... yo no puedo dejar Hogwarts... sueño con pasar cada minuto contigo... pero... -
- Quiero estar contigo... - murmuró Elísabeth.
- Y yo... - dijo acercándose y besándole en el hombro.
- ¿Cómo solucionamos eso? -
- No lo sé -
- Y si... ¿y si le pedimos a Dumbledore que nos deje tener un trasladador para vernos cada noche? -
- No sé si aceptara... pero si cuela por mi encantado - dijo Sirius sonriente.
- Se lo planteare - dijo ella convencida de que lo conseguiría.
- Y ahora... a disfrutar del día... - dijo Sirius alegremente poniéndose de pie.
Pasaron el resto del día en el campo, Elísabeth conocía una cabaña cerca de un lago y allí fueron a pasar el resto del domingo.
En Hogwarts la situación era distinta.
Ron estaba impaciente por que pasara la semana para poder ver a Christine, se carteaban casi a diario, pero eso ya no bastaba.
Mark había prometido hablar con Harry sobre Lizzy, pero claro, era un poco difícil plantear el tema, así que lo pospuso un poco.
Lizzy acorraló a Ann en el baño del segundo piso.
- Yo que tu... aclararía las cosas con Mark -
- Ahora mismo no tengo ganas de hablar con él... -
- Tu misma... pero se va a cansar de esperar... y un clavo quita otro clavo -
- No voy a ir arrastrándome pidiéndole cariño - dijo Ann dignamente.
- No digo que hagas eso... él te pidió perdón por haberte dado un poco de lado... no seas testaruda... y habla con él... -
Ann se quedó un poco pensativa después de que Lizzy se fuera, cierto era que no iba a ir arrastrandose al chico, pero también era cierto que Mark era muy solicitado y que cualquier lagarta podría engatusarlo, ya llevaba dos semanas con esta actitud de chica inaccesible, y la verdad, tenía ganas de estar con el chico y liarse con él cuantas veces quisiera.
El martes a las doce del medio día, Elísabeth entró en su despacho revisando los informes de la junta que acababa de tener. Menos mal que el problema con la OPA hostil del Laszlo se había solucionado favorablemente para ella, por que sino otro gallo cantaría.
A medio camino hacia su escritorio se detuvo y miró extrañada el gran paquete adornado con motivos navideños que había.
- ¿Quién...? -
Su sillón, que estaba de espaldas, se giró para mostrar a una mujer sentada en él sonriente.
- ¡Sorpresa! - dijo la mujer alegremente.
- Debí imaginármelo - dijo Elísabeth tranquilamente.
- OH vamos... ven a darme un abrazo... que se que me has echado de menos - dijo la mujer alegremente levantándose y yendo hacia ella.
- ¿Quién se ha chivado?... te he echado de menos Romi... -
Las dos amigas se abrazaron con cariño, hacia tiempo que no se veían, concretamente desde antes de vacaciones.
- Y ahora... abre tu regalo - dijo Romi visiblemente emocionada.
- Romi... no tenías por que... -
- Ya lo sé... pero es que me poseyó mi espíritu consumista... venga ábrelo -
Elísabeth se acercó al paquete, temerosa de lo que pudiera haber dentro.
- Esto es demasiado... - dijo sacando una gabardina de cuero oscuro, a juego con unos zapatos y un bolso - sabes que odio los tacones - dijo arrugando el ceño.
- Ya... si por ti fuera irías todo el día con deportivas... -
- De todas formas son muy bonitos... me los pondré no te preocupes... -
- Perfecto... y ahora... prepárate... por que te tengo que poner al día de mis súper vacaciones de lujo - dijo Romi acomodándose en un sillón.
Elísabeth sonrió mientras contemplaba como su amiga se emocionaba contándole lo que para ella habían sido las mejores vacaciones de su vida. Todos los años era lo mismo, Romi se iba de vacaciones a algún lugar exótico, se perdía por allí y cuando volvía traía regalos para todos y un montón de cosas que contar.
Hace muchos años, un rico millonario, que quería que su única hija dejara de vivir la vida a su costa y sentara la cabeza, decidió que la mejor forma de hacer era ponerla al frente de una mediana empresa, para que así supiera lo que era ganarse el pan con el sudor de su frente. Pero claro, dentro del plan del padre no estaba el hecho de que su hija, Romi, era una mujer de armas tomar, que no se dejaba dominar por nadie y que tampoco tenía ni idea de finanzas. Lo que paso fue que la empresa se fue al garete, en parte por la ignorancia de la chica, en parte por altanería para demostrar que ella sentaría la cabeza cuando quisiera.
Una corporación, que era presidida por Patrick Lavine, adquirió la mayoría de las acciones de la empresa en bancarrota de Romi y la sacó a flote, en la junta de accionistas se conocieron, y aunque a Romi le pareció un hombre sumamente atractivo desistió de la idea de seducirlo al saber que estaba casado y con hijos, su lema era "Cualquier hombre... menos casado o en compromiso... yo no soy segundo plato de nadie". Romi y Elísabeth se conocieron, y desde el primer momento congeniaron, al cabo de unas semanas eran amigas inseparables. Romi descubrió que Elísabeth era bruja, aprendiendo también algunas costumbres del mundo mágico para no perderse en ciertas conversaciones que Elísabeth tenía con su suegra.
- A ver si sientas la cabeza y dejas de hacer locuras - comentó Elísabeth cuando oyó las vacaciones de su amiga.
- Si yo no fuera así... no me querrías tanto... - dijo Romi sonriente - además para que quiero sentar la cabeza si el hombre del que estoy enamorada va detrás de ti -
- ¡Albert no esta detrás de mi! -
- OH... vamos... quítate la venda de los ojos... se muere por ti... -
- Lo siento -
- Tu no tienes la culpa de nada... no tienes por que sentirlo... -
Albert era el mejor amigo de Patrick desde que eran niños, un muggle y un mago. Cuando Patrick se casó con Samantha invitó a la que había sido su mejor amiga desde la infancia, Elísabeth, ahí fue cuando Albert la vio por primera vez, y cuando se enamoró, aunque no llegaron a cruzar ni una palabra en la ceremonia, y Patrick le advirtió que ella tenía novio. Ya no volvió a verla, hasta el momento en que se casó con Patrick y tuvo a los gemelos, seguía enamorado de ella, pero era la esposa de su mejor amigo y estaba prohibida. Por ello, cuando conoció a Romi decidió entablar una relación con ella, y así fue, duraron casi año y medio juntos, pero Albert no podía sacarse a la mujer de su mejor amigo de la cabeza, y Romi, ella se había enamorado de verdad, pero se dio cuenta de a quien miraba el que en esos momentos era su novio, y prefirió dejarlo, que siguieran siendo amigo, antes de comenzar a odiarlo por su desamor.
Romi sabía perfectamente que Elísabeth nunca le daría una oportunidad a Albert, para ella era su amigo, y de ahí no pasaba, por ello no se preocupo, y se dedicó a vivir la vida intentando olvidar a su amado con un hombre nuevo en su cama cada noche.
- Tienen que darse cuenta de que eres la mujer de su vida - murmuró Elísabeth seriamente.
- Ya... algún día... - dijo Romi sonriendo tristemente - ¿y tu que¿cómo han ido las vacaciones? - preguntó curiosa.
- Bien - respondió escuetamente.
- Albert dice que vio a un hombre en tu cama... estaba que se subía por las paredes cuando me lo contó... - dijo picaramente - sigues mis pasos... haces bien -
- Ya sabía yo que Albert te enviaría a ti para averiguar... sobre ese tema no tengo nada que decir -
- ¿Quién es¿dónde lo conociste?... y lo más importante... ¿es bueno en la cama? - preguntó Romi sonriente y alzando las cejas.
- He dicho que no quiero hablar del tema -
- Oh vamos... ¿ni siquiera a mi?... no me dejes con la versión distorsionada de Albert - dijo poniendo carita de pena.
- Le conozco desde que estaba en el colegio... hace años que no lo veía... y en estos momentos... estamos intentando recuperar la relacion que tuvimos - contestó Elísabeth escuetamente.
- Ya... ¿pero es bueno en la cama? -
- Eso no te lo voy a contestar -
- Lo cual quiere decir que... o es muy malo y te da vergüenza - la miró pensativa - no... eso no es... o todavía no habeís practicado sexo - volvió a mirarla pensativa - no eso tampoco... se te nota... o es muy bueno y no quieres decirmelo para que no te lo quite - dijo sonriente.
- Ni te acerques a él - murmuro Elísabeth amenazante.
- Pues hija... si te sabe hacer lo que me hizo a mi el cubano con el que estuve la semana pasada... no lo dejes escapar -
- Podemos cambiar de tema - dijo Elísabeth avergonzada.
- ¿Lo saben los gemelos? -
- No... todavía no... pero aprueban la relacion... Farah si lo sabe y también la aprueba... -
- ¿Por qué no se lo dices a los niños?... si lo aprueban... -
- Por que estamos en una fase de prueba... no quiero que si por algún motivo rompemos... -
- ¿Vais en serio? - preguntó Romi seriamente.
- Totalmente -
- Me alegro... desde que murió Patrick no ha habido ningún hombre en tu vida... ya era hora... ¿cuándo me lo presentaras? -
- Algún día... cuando todo este más afianzado -
- Vale... ¿es guapo?... respóndeme a lo de la cama - pidió Romi.
- Es muy guapo y atractivo... y me hace feliz - dijo Elísabeth sonriente.
Romi sonrió complacida de que su amiga fuera feliz.
Tara no era una tarántula como otras cualquiera, no, este animal poseía una inteligencia mayor a la de sus congéneres, era capaz de tramar astutos planes para cazar a sus presas, y poseía unas habilidades que le envidiaba hasta Spider-man. Mark de vez en cuando la dejaba libre por el cuarto para que estirara las patas y cazara algún animalillo, llevaba mucho tiempo planeando cazar al humano pero nunca se le había dado la oportunidad, pero ahora, todo era distinto, convivían en el mismo colegio, sabía donde estaba, ahora podría darle caza.
Mark y Lizzy salieron del cuarto para ir a clases, antes de salir destapó el terrario de Tara para dejarla libre.
- Ten cuidado con lo que cazas... no quiero que llenes esto de sangre - dijo a la araña.
Tara se movió feliz en su terrario, vio como los gemelos salían cerrando la puerta, he hizo un mohín de disgusto, no tenía salida de esa habitación, recorrió todo el cuarto buscando un hueco por donde meterse y salir de allí, y lo vio, la ventana del baño, saldría trepando el muro exterior y entraría por cualquier ventana, y así lo hizo, una vez dentro del colegio y fuera del cuarto, se puso en camino a las mazmorras, había oído que era allí donde se ocultaba su presa. Fue fácil encontrarlo, el olor a pelo grasiento que deja era inconfundible.
Feliz se acercaba a su presa, que estaba dando clases, para atacarla, morderle e inyectarle todo el veneno que pudiera para matarlo, ese era su objetivo, cazar al humano que mato a su familia, a su madre. Tanteó la situación, cuadró el ángulo de salto, sacó su aguijón y saltó.
- ¡Weasley!... ¡diez puntos menos por su ineptitud! - dijo Snape apartándose y dándole una colleja a Ron.
En ese momento Ron se puso en la trayectoria de salto de da araña y Snape se apartó, Tara vio como todos sus esfuerzos por parar y no dañar al humano pelirrojo se iban al garete, y no pudo evitar clavarle el aguijón, eso si, le inyecto una cantidad mínima de veneno, no quería matarlo aunque el humano ese no la soportara.
- ¡AH! - gritó Ron llevándose la mano al cuello.
- ¿Por qué tanto escándalo Weasley? - dijo Snape girándose y palideciendo.
Ron tenía en el cuello, con el aguijón a punto para atacar, a la tarántula de Mark, la araña saltó dispuesta a acertar otra vez y matar a Snape, pero Mark la cogió al vuelo.
- ¡Tara¿qué haces aquí fuera? - preguntó Mark a la araña.
- Le ha inyectado veneno a Ron - dijo Hermione viendo la marca que el animal le había dejado.
- ¡ME MUERO¡ME MUERO! - gritó Ron.
- Ve a la enfermería... ¡rápido! - dijo Mark intentando retener a su mascota para que no se le escapara de las manos.
Ron salió corriendo a la enfermería seguido de Harry y Hermione. Lizzy se quedó con su hermano para intentar sacar a Tara de allí.
- Esa bestia ha de ser sacrificada - dijo Snape sonriente viendo la solución a la persecución del animal.
- ¡NO! - gritó Mark - ¡ni se atreva a tocarla! - dijo viendo como Snape intentaba inmovilizar a su querida mascota.
- Vayámonos - dijo Lizzy cogiendo a su hermano del brazo y arrastrándolo hacia afuera.
No se lo tuvo que decir dos veces, los dos gemelos corrían veloces hasta su cuarto para atrincherarse allí y que no pudieran hacerle daño al animal.
- Conseguiré que lo sacrifiquen - gritó Snape viendo como los gemelos se iban - veinte puntos menos por irse de clase - dijo sonriendo sádicamente.
Ese iba a ser su día de suerte, no tendría que soportar la ineptitud de Weasley, a la sabelotodo de Granger, al arrogante de Potter, los gemelos perfectos y encima se iba a librar del bicho ese. Se giró hacia el resto de la clase y les lanzó una mirada de profundo odio para que siguieran con su trabajo, por supuesto nadie se atrevió a decir ni una palabra.
- No pienso permitir que Snape mate a Tara - dijo Mark tajantemente dejando a la tarántula en el terrario - ¿y tu en que estabas pensando para escaparte y atacar de esa manera? - le preguntó a la araña.
- Yo tampoco voy a permitir que le hagan daño... Mark... deja de hablar con ella... por muy lista que sea... no te va a responder -
- Tu hablas con Spike - dijo el chico picado.
Lizzy puso los ojos en blanco y suspiró profundamente.
- Hay que hablar con mamá... ella convencerá al idiota ese para que no le haga nada a Tara -
- Busca a Sirius... cuéntale lo que ha pasado... -
- ¿Y tu? -
- Yo permaneceré aquí atrincherado con Tara... - dijo él concienzudamente.
- ¿Y si viene McGonagall y te obliga a salir? -
- Que venga quien quiera.. de aquí no sacan a mi araña... - dijo tajantemente.
Lizzy sonrió de medio lado al ver la autoridad y determinación que tenía su hermano.
- Ahora vuelvo - dijo abriendo la puerta y saliendo.
Mark abrió la puerta del armario donde tenían el terrario de Spike, un habitáculo de cinco metros cúbicos de selva para que la serpiente se moviera en su habitad.
- Spike... Spike... - la serpiente se dejo ver - Tara pasara un ratito aquí contigo... ¿vale? -
La serpiente ni se inmuto, Mark sonrió y dejó a la tarántula sobre una rama.
La verdad es que los dos animales estaban acostumbrados a la presencia del otro, y por eso no se molestaban ni se peleaban, pero claro, Tara tenía cuidado por que se encontraba en el territorio de la serpiente, y no quería enfadarla.
En la enfermería, Ron agonizaba de dolor, mientras la enfermera intentaba suministrarle una poción para que el veneno no hiciera efecto.
- Ron... si no te tranquilizas... no te hará efecto... - dijo Hermione pacientemente.
- Traedme a Christine... quiero despedirme de ella antes de morir - dijo Ron trágicamente.
Harry y Hermione se miraron tanteando la situación, se notaba a leguas que Ron estaba exagerando.
- Yo iré - dijo Harry.
Fue hasta el salón del cuarto de Sirius, era la única chimenea que conocía para hablar con el exterior. Allí encontró a Lizzy hablando con Sirius.
- Y ahora se ha atrincherado en el cuarto para que no se lleven a Tara - dijo la chica nerviosa.
- Avisaré a Elísabeth, hablaré con Dumbledore y veremos que podemos hacer... Harry... ¿qué haces aquí? -
- Ron quiere hablar con Chris antes de morirse... -
- ¿Tan grave esta? - preguntó Lizzy asustada.
Sabía que el veneno de Tara era mortal, pero tenía la esperanza de que no fuera nada grave.
- Para mi que esta exagerando... pero es el último deseo de un moribundo - dijo Harry solemnemente.
- Esta bien... avisa a Christine... y también a Elísabeth... yo iré ha hablar con Dumbledore -
- Yo voy a calmar a mi hermanito -
Sirius y Lizzy se fueron de la habitación y Harry como chico obediente que era, aviso a las dos mujeres.
Fue cuestión de segundo que Chris se apareciera en el colegio para ir a cumplir el último deseo de su novio moribundo. Con Elísabeth no fue tan fácil, tenía una reunión urgente que no podía aplazar, pero en cuanto terminara iría al colegio.
- Ron - dijo Chris alarmada acercándose a la cama de su novio.
- Chris - murmuró el chico - me muero - dijo exageradamente.
- Anda que no es exagerado ni nada - le comentó Harry a Hermione.
La chica asintió, agarró del brazo a su amigo y salieron de allí, la verdad, Hermione no tenía cuerpo para ver escenitas románticas entre Ron y Christine.
- No te preocupes Ron... seguro que con el antídoto no te pasa nada -
- Chris... que ingenua eres... ya... ya no se puede hacer nada... me muero... -
- ¿Qué quieres que haga para aliviar este sufrimiento? - preguntó Chris comenzando a llorar, verlo así le partía el alma.
- Pues... Chris... yo... yo no... yo no quiero morir virgen - dijo Ron dramáticamente.
- ¿Cómo? - dijo la chica perpleja.
- Siento pedirte esto en este momento... pero es el último deseo de un moribundo... ¿me lo vas a negar? -
- Yo... eh... pues... -
- Tómese estoy señor Weasley... y en cinco minutos estará como nuevo... - dijo la señora Pomfrey interrumpiendo a la pareja y metiéndole en la boca el contenido de un frasco.
Y era verdad, a los cinco minutos Ron estaba perfectamente, incluso sin marca de aguijón clavado en su cuello.
Ron estaba colorado por la situación, hace escasamente diez minutos que le había pedido a su novia, con la que simplemente había compartido unos besos, que se acostara con él, definitivamente Ron estaba avergonzado.
- Chris... yo... -
- No te preocupes... el veneno... delirar... - dijo la chica nerviosamente.
- Chris... - dijo Ann entrando - mamá quiere hablar con nosotras -
Chris salió de la enfermería con su hermana, antes de cerrar la puerta le dedicó una sonrisa calida a Ron.
Por supuesto Dumbledore ya había sido puesto al tanto de lo ocurrido con la mascota de Mark, aunque no apoyaba la decisión de Snape de sacrificar al animal.
Mark, atrincherado en su cuarto, no permitía que la profesora McGonagall, que aporreaba la puerta, entrara.
- Que no... que a Tara no la sacan de aquí... -
- Mark... soy yo... mamá... abre la puerta -
- No me fío -
- Mark... o abres la puerta o abres la puerta - dijo Elísabeth autoritaria desde fuera.
- Mamá... siento haber dudado de que eras tu - dijo el chico solemnemente dejando entrar a su madre.
- Cielo... - dijo abrazándolo - no te preocupes... no van a sacrificar a Tara... -
- Menos mal... -
- Pero me la tengo que llevar a casa... y a Spike también -
- ¿Qué¿por qué? - gritaron los gemelos a la vez, dejando claro su inconformismo ante la situación.
- Es eso o sacrificarlos -
- Pero mamá... -
- No hay peros que valgan... -
Los gemelos accedieron a regañadientes, pero mejor que sus mascotas estuvieran en la casa que allí con Snape queriendo sacrificarlos.
- ¿Qué estas embarazada? - dijo Chris incrédula.
Hace diez minutos que Kate les dio la noticia y hasta ese momento no habían podido gesticular ni una palabra.
- Pero... pero... -
- No es tan malo... todavía estoy joven para tener niños - dijo Kate excusándose.
- Ya... pero... -
- Creí que os haría feliz saber que vais a tener un hermano o hermana - murmuró Kate desilusionada.
Las dos chicas se miraron, se acercaron a su madre y la abrazaron.
- Nos hace feliz... -
- Pero es que la noticia nos ha pillado por sorpresa -
- ¿Papá lo sabe? -
- Si... -
Después de haber acomodado a los animales mágicamente para que cupieran en su bolsillo, Elísabeth se dirigió al despacho de Dumbledore para hablar seriamente sobre un tema que le preocupaba muchísimo.
- Pero Dumbledore... ¿cómo pretende que un noviazgo o matrimonio se mantenga de fin de semana en fin de semana? -
- ¿Matrimonio? - dijo Sirius confundido.
- Kate y Remus -
- ¿Qué sugieres, Elísabeth? -
- Darnos un trasladador... vía libre para aparecernos cuando queramos -
- Es arriesgado -
- Albus... por favor... -
- Esta bien... Kate y tu tendréis un trasladador para apareceros cuando queráis estar con vuestros hombres -
- Bien - dijo Elísabeth alegremente dando un salto de alegría.
- Mañana te lo haré llegar... -
- Si... ahora tengo que ir a llevar a Tara y Spike a casa -
Elísabeth se acercó a la chimenea y después de darle un pequeño beso a Sirius desapareció.
En un bar-restaurante de Viena, a las doce de la noche aproximadamente.
- Otro - pidió Albert al camarero señalando su copa - triple esta vez -
- No deberías beber tanto - le aconsejó Romi.
- Entonces... ¿van en serio? - preguntó el hombre en un murmullo agitando su copa.
- Totalmente... si antes no tenías posibilidades... ahora menos... olvídate de ella -
- Tu no lo entiendes - murmuró Albert.
- OH... claro... yo no lo entiendo - dijo Romi irónica.
- Tu no te has enamorado - ella lo miró fríamente - lo que crees sentir por mi no es amor - dijo él después de un rato.
- ¿Ah, no?... ahora resulta que tu conoces mis sentimientos mejor que yo - dijo ella mordazmente.
- Si de verdad me amaras no te irías de una cama a otra como una... -
PAFF.
- Si he ido de una cama a otra ha sido para intentar olvidarte - dijo ella fríamente ante de irse.
Había pasado una semana desde su primer intento de profundizar la relación con su novia, y la verdad, Draco Malfoy no era un chico que aceptara un "no" por respuesta. Si tenía que currárselo para conseguirlo se lo curraría, impresionaría a Rachel, y ella emocionada le recompensaría con un buen rato de cama.
Ese era el plan, el propósito de haber estado todo ese tiempo con la chica, ceder en todo para conseguir llevarla a la cama, pero que equivocado estaba, mientras colocaba el mantel en el césped y sacaba la comida de la cesta, ese sentimiento de remordimiento volvió a inundarlo, se sentía culpable. Quizás esa chica le importaba más que para un simple polvo, y si era así, lo descubriría en breve.
Estaban en la orilla del lago, de picnic a las tantas de la madrugada, y estaba resultando una velada magnifica, Rachel tenía que reconocer que Draco se estaba esforzando por que todo saliera perfecto. Ella sabía a lo que iba esa noche, sabía lo que Draco pretendía, y sabía perfectamente como acabaría todo, la pregunta era si cuando Draco obtuviera lo que quería la abandonaría o seguiría con ella. Algo que estaba a punto de descubrir.
A la sombra de un árbol, donde nadie pudiera verlos, se besaban, acariciaban, y comenzaban a profundizar su relación. Esta vez Rachel se estaba dejando hacer, y Draco, cuidadosamente, avanzaba explorando el cuerpo de su novia. Rachel estaba en el paraíso, Draco era el amor de su vida y culminar así era lo mejor para ella, en ese momento intento evitar pensar que Draco podía dejarla cuando ya la hubiera probado. Draco, él se sentía raro, no era como cuando había estado con otras chicas, con ellas era rápido, directo, sin embargo con Rachel estaba siendo todo delicado y tranquilo, como si tuvieran toda la vida para ellos.
Y llegaron, la cúspide de ese momento, ambos lo sintieron, eran uno, una paz enorme los envolvió, placer, felicidad, todo, era como una explosión de emociones que no podían detener. Rachel se sentía plena, si antes amaba a Draco, ahora no sabía exactamente como definir a esa nueva forma de amor que sentía, sólo sabía que no quería separarse de él nunca. Draco, era extraño, se sentía feliz, y eso era extraño, él no solía sentir ese tipo de cosa cuando lo hacía con las chicas, concretando más, él no solía sentir nada, para él eran simples polvos sin emoción, pero, con Rachel, con ella era distinto, se estaba sintiendo feliz, y eso le preocupaba.
Eran las tres de la mañana. Romi estaba tumbada en el sofá, intentando olvidar lo que Albert le había dicho, como se atrevía a insultarla de esa manera. Sonó el timbre y se acercó a abrir la puerta.
- ¿Qué quieres? - dijo ella con desgana.
- Lo siento - Albert la abrazó - no quise decirte eso - Romi sintió como sus fuerzas comenzaban a flaquear - por favor... ayúdame a olvidarla - susurró en el oído antes de comenzar a besarla tiernamente.
Por muy enfadada que Romi estuviera, pesaba más el hecho de que estaba enamorada y poco a poco fue correspondiendo al beso, hasta acabar en la cama amándose como hacia años lo habían hecho.
Snape lo había conseguido, les había separado de sus adoradas mascotas, los gemelos iban caminando tristemente por el pasillo camino a la torre de Gryffindor, pero vieron su venganza, iban en silencio los dos, y de repente Mark se detuvo, cuando Lizzy le iba a preguntar que por que se detenía le hizo una señal para que no dijera nada y le señalo a la pared. De esa pared se abría una puerta, detrás de esa puerta, el armario de las pociones de Snape, y en ese armario, subido a unas escaleras, de espaldas a ellos estaba Snape.
Los gemelos se miraron con malicia, sabiendo perfectamente lo que pensaba el otro, lentamente y con mucho sigilo, se acercaron a la puerta y sin hacer el menor ruido la cerraron, echaron el cerrojo, con varios hechizos convocaron más cerrojos, candados, hechizos anti-apertura, hechizo insonorizadores, pintaron la puerta como la pared y la banqueta que estaba a unos metros la movieron para que estuviera apoyada sobre la puerta.
Sonrieron satisfechos al ver su obra maestra culminada, Snape encerrado, con difícil posibilidad de escape, seguramente durante un par de días no tendrían que verlo. Chocaron las manos y siguieron su camino mucho más felices.
Rachel sonreía como una niña que acababa de abrir el regalo de reyes cuando salió de su cuarto en dirección a la sala común de Slytherin, Draco estaba sentado frente a la chimenea, pensando en lo que había pasado la noche anterior, esa chica le estaba volviendo loco, había trastocado todo su mundo.
- Hola - dijo Rachel alegremente abrazándolo y besándole en la mejilla.
- Hola... ¿qué tal has dormido? -
- En la gloria - dijo ella sonriente dejándose caer sobre las piernas de su novio.
Draco sonrió con algo de arrogancia.
- ¿Vamos a desayunar? -
- Si... ¿nos veremos después de clases? -
- Por supuesto - dijo Draco saliendo de la sala común rumbo a el gran comedor.
- Draco - Rachel se paró en medio del pasillo.
- ¿Qué? - preguntó él extrañado quedando frente a ella.
- ¿Vas a dejarme? -
- ¿Por qué crees que iba a dejarte? -
- Por que anoche tu y yo... y tu sueles ser de los que dejan a las chicas cuando... -
Draco se acercó más a ella, le acarició dulcemente y le besó en la frente.
- Tu no eres como las demás... no pienso dejarte... -
Rachel sonrió dulcemente mientras sentía como Draco le cogía la mano y la llevaba hasta el gran comedor.
Harry estaba en su cuarto buscando un libro en el baúl, se levantó para irse pero de repente un puño, que impactó contra su ojo, lo hizo caer. De pie, frente a él, estaba Mark.
- ¿A qué ha venido eso? - preguntó Harry furioso tocándose la zona adolorida por el golpe.
- Te lo debía - dijo Mark tranquilamente.
- ¿Qué me la debías? -
Harry se levantó dispuesto a contraatacar.
- Si le haces daño a mi hermana te mataré... si por tu culpa le hacen daño te mataré... -
- Sabes perfectamente que Lizzy no esta conmigo -
- Para cuando lo este -
- ¿Me estas queriendo decir que apruebas una posible relación entre Lizzy yo? -
- Si... pero nada de magreos y cursilerías delante mía... que es mi hermana... y cuidadito donde la tocas... que corra el aire ¡eh! - dijo Mark a modo de advertencia.
Harry estaba sorprendido. Hacía más o menos una semana que Lizzy le había dejado por que Mark se oponía y aunque estaba un poco enfadado por toda la situación lo cierto era que había echado mucho de menos a Lizzy y que si ya no había oposición por parte de Mark, por que iban a estar separados.
Sin decir ni una palabra salió corriendo a buscar a Lizzy, la encontró en la biblioteca, haciendo un trabajo de aritmancia, se acercó y sin darle tiempo a reaccionar, la beso con pasión.
- ¿Y esto? -
- Te quiero y quiero estar contigo para siempre -
- Pero... pero... -
Harry la volvió a besar para dejarle claro que la quería y que no iba a renunciar a ella.
- ¿Ya no me quieres? - preguntó Harry tímidamente cuando se separó de ella, sabía perfectamente que la respuesta era afirmativa por la intensidad de los besos que se estaban dando.
- Yo... yo... te he echado de menos - dijo sonriente antes de besarlo.
Y así se quedaron durante un buen rato, besándose entre los pasillos de la biblioteca.
- Ha sido un bonito gesto lo que has hecho -
- ¿El que¿ponerle el ojo morado? - preguntó el chico sonriendo.
Ann estaba apoyada en la puerta del cuarto de los chicos, sonriendo de medio lado, había oído la conversación y como Mark había cedido, así que decidió que era el momento perfecto para hablar con él y aclarar lo que quiera que tuvieran o pudieran tener.
- ¿Te parece que hablemos ahora? - pidió Ann.
Mark se lo pensó un memento, pero al final aceptó.
- Yo ya te dije que me gustabas - comenzó Mark.
- Ya... pero es que yo estaba un poquito enfadada por que no habíamos vuelto a estar... juntos... - intentó explicarse Ann.
- Comprendo... pero vamos a lo fundamental... ¿qué sientes tu por mi? -
- Que poco romanticismo preguntando las cosas - murmuró Ann.
- Soy practico... ya seré romántico en nuestra primera cita -
- Esta bien... tu también me gustas a mi... -
- Es un comienzo... ahora la pregunta definitiva... ¿quieres ser mi novia? -
- ¿No podríamos seguir liándonos de vez en cuando y ya esta? - preguntó ella tanteando el terreno.
Ann lo tenía claro, si accedía estaba claro que no tendría futuro esa relación, ella no quería un novio de un rato y después hasta que me acuerde.
- Llámame antiguo... pero es que no me va eso de liarnos un rato y ya esta... por lo menos no cuando quiero tener algo serio... y en este caso quiero tener algo serio... - aclaró el chico acercándose.
- Entonces... vale... seré tu novia - dijo Ann sonriendo levemente.
- ¿Sellamos el trato con un beso? - preguntó abrazándola por la cintura y acercándose mucho a ella.
- Bueno... -
Y se besaron.
Hacia un par de días que nadie sabia nada de Snape, Dumbledore estaba seguro de que no estaba en el cuartel general de los mortifagos, pero entonces, donde estaría.
- Harry... ¿tienes el mapa del merodeador a mano? - pidió Remus amablemente.
- ¿Para? -
- ¿Lo tienes? -
- Si... aquí esta - dijo sacándolo.
- Juro que mis intenciones no son buenas - murmuró poniendo su varita sobre el pergamino - ¿qué coño hace Snape en el cuarto de pociones del primer piso? - se preguntó a si mismo cuando encontró al profesor de pociones.
Dejó a Harry con el ceño fruncido por la falta de información, por todos era sabido la desaparición del profesor de pociones, y más de uno lo celebro, los de Gryffindor montaron una discreta fiesta, todo sea dicho.
Recatar a Snape de su encierro hubiera sido sencillo de no ser por que la entrada del cuarto de pociones estaba muy bien escondida, según palabras de Dumbledore cuando estaban rescatando a Snape "Ha sido un trabajo de profesionales". Sirius se echó a reír cuando Snape contó como alguien lo había encerrado allí dos días antes. Y Snape empezó a buscar al/los culpable/s, por supuesto él ya tenía en mente a alguien, concretamente a los gemelos Lavine, y así se lo hizo saber a Elísabeth cuando le mandó una carta contándole como, en su opinión, sus hijos eran unos pequeños terroristas.
- Tu les quitaste a sus mascotas... es normal que se vengaran - dijo Elísabeth en defensa de sus hijos.
- ... - Snape la miró con odio.
- No te enfades... hablaré con ellos... cuando vaya para hacer el curso... en dos días... permíteles el beneficio de la duda por lo menos hasta que yo este allí... ¿vale? -
- Si me sacan de mis casillas no te prometo nada... -
Elísabeth no dijo nada y salió de la chimenea, se dirigió hacia el salón de su casa, donde estaban Farah y Romi esperándola.
- ¿Qué quería? - preguntó Farah con desprecio, Snape no era santo de su devoción.
- Quejarse de los gemelos... -
- ¿De los niños?... pero si son unos santos... esos dos pequeños angelitos no harían daño a nadie - dijo Romi defendiéndolos.
Elísabeth y Farah se miraron penando "¿Estamos hablando de los mismos gemelos?".
- Al parecer... los gemelos lo han encerrado durante dos días en un armario de pociones... - aclaró Elísabeth.
- Bien por ellos - murmuraron Farah y Romi.
- Ya... si... bien por ellos... pero lo que no quiero es que Snape los fastidie más de lo necesario... -
- Sabrán defenderse -
- Eso es lo que me da miedo... que se defiendan... - dijo Elísabeth pensando en las barbaridades que sus hijos podrían hacerle a Snape.
A través del profesor de pociones se había enterado de que durante una semana más o menos alguien había estado haciéndole mil y una bromas, y Elísabeth era lo suficientemente perspicaz como para darse cuenta de que uno de sus dos gemelos, sino los dos, estaba metido en el ajo.
Pasaron un par de días y Elísabeth estaba en el salón abrazada a Sirius feliz de la vida, cuando recibió la gran noticia que Kate y Remus le dieron.
- ¡Vas a ser mamá¡vas a ser mamá¡vas a ser mamá! - dijo Elísabeth dando saltos de alegría alrededor de Kate.
- Hasta el momento eres la que más felizmente ha reaccionado -
- ¿Remus no se ha puesto feliz? -
- Bueno... su felicidad la ha expresado de otra forma - dijo Kate sonriendo picaramente.
- Ya... claro... debí imaginármelo... -
- La verdad es que estamos muy felices -
- Normal - dijo Elísabeth emocionada - ¿puedo? - preguntó mirando a la barriga.
Su amiga asintió y Elísabeth puso su mano sobre el vientre, no sintió nada, pero le hizo mucha ilusión.
En el otro lado del sofá estaba Sirius dándole la enhorabuena a Remus por su futura paternidad.
- A ver si esta vez cae un niño... - dijo Sirius palmeando la espalda de su amigo.
- A ver... hombre... no esta mal tener niñas... pero... siempre quise tener un niño... -
- Yo extraoficialmente ya tengo la parejita... así que... -
- Pero no has podido verlos crecer... -
- Ya... -
- ¿No piensas en tener más hijos? -
- No sé... no sé si Elísabeth quiera... a mi me encantaría - dijo felizmente.
Voldemort lo había ordenado y ellos debían cumplir sus ordenes, el ataque era inminente, no había marcha atrás, así era la vida del mortifago. Al parecer el inepto de Colagusano se había dejado atrapar y ahora tenían que ir a rescatarlo y a cometer una masacre, dicho sea de paso, Voldemort no perdía oportunidad si podía matar a alguien, y si ese alguien era auror mejor que mejor.
Meryem estaba con su escuadrón esperando la señal para entrar en el ministerio y arrasar con todo. La verdad es que esa vida de matanzas ya la tenía bastante asqueada, sobre todo desde que conoció a Bill, no lo había vuelto a ver desde que entró a robar al ministerio, pero eso daba igual, por que no lo había podido olvidar, todas las noches soñaba con él, y era una imagen tan real que creía que se volvería loca.
El Voldemort hizo una señal y tres escuadrones entraron a golpe de maleficio en el ministerio, una vez hubieran despejado el camino entraría el jefe de los mortifagos. Comenzó a librarse una batalla sangrienta, la gente corría por los pasillos, se formaron algunos fuegos, todo eran gritos, y en medio de esa desesperación que engullía a las pobres victimas apareció Voldemort, que varita en mano, comenzó a matar y torturar a quien encontrara en su camino.
Los mortifagos se desperdigaron por el ministerio, la misión, que no sobreviviera nadie, y así lo hicieron. El caos y la confusión lo llenaba todo, los mortifagos iban solos o en parejas a matar gente por los despachos, los aurores, sorprendidos por el ataque, no disponían de suficientes efectivos para evitarlo. La gente que estaba allí intentaba luchar con valor o esconderse y rezar para que no les encontraran.
Meryem iba caminando con el ceño fruncido por un pasillo oscuro, había despachos por esa zona, pero estaba todo demasiado en silencio, algo no andaba bien. Y estuvo más convencida de ellos cuando sintió la punta de una varita en su cuello y como la voz de un hombre le exigía que entrara en un despacho. Así lo hizo, despacio, calculando al milímetro su siguiente movimiento y sobre todo que hacer para librarse de ese hombre sin matarlo. Lo cierto era que desde que había comenzado el ataque Meryem no había matado a ninguna persona, sólo las dejaba aturdidas e inconscientes, su mayor afición no era matar.
- Si hubiera sido un auror ya estarías muerta -
Meryem se dio la vuelta a una velocidad de vértigo, frente a ella se estaba quitando la mascara Severus.
- Me has asustado... ¡IDIOTA! - gritó ella pegándole en el brazo.
- No grites - dijo él.
- ¿Qué haces aquí? -
- El Señor Oscuro no ha organizado todo esto para sacar a la rata asquerosa esa de los calabozos... - dijo Severus como si fuera lo más evidente.
- Ya... eso me lo suponía... la vida de Colagusano no es tan importante -
- Necesito que salgas y mantengas a todo el mundo alejado de aquí -
- ¿Qué hay aquí? - preguntó ella curiosa.
- Información clasificada -
- Esta bien... haré lo que pueda -
La chica salió de allí para vigilar que nadie se acercara a ese pasillo, pero era demasiado tarde, vio como una sombra se aproximaba a donde ella estaba, sin pensárselo dos veces le lanzó un maleficio y el intruso calló de bruces al suelo dentro de un despacho. Meryem se acercó para ver que daños le había producido y palideció al ver tumbado en el suelo a Bill Weasley.
"MIERDA" pensó acercándose a él.
La puerta se cerró de un portazo, se giró e intentó abrirla, pero no podía.
- Bill ocúpate tu... yo iré a por el otro - dijo una voz desde fuera.
Meryem volvió a girarse para ver el supuesto cuerpo de Bill tumbado e inconsciente y digo supuesto por que el chico estaba más fresco que unas pascuas apuntándole con la varita.
- De aquí no saldrás vivo mortifago - dijo él con asco antes de lanzarle una maldición.
Meryem no se quedó atrás y contraatacó. Comenzó la lucha, los dos se ocultaban detrás de las mesas para cubrirse mientras se lanzaban maleficios sin parar.
- ¡Ostia puta! - gritó Meryem cuando sintió un dolor agudo en el hombro, llevándose la mano hasta dicho lugar.
Uno de las maldiciones de Bill le había dado de lleno y ahora tenía un boquete en el hombro del tamaño de una mandarina que empezaba a sangrar.
- Esa voz... - murmuró Bill desde su escondrijo - es ella - se dijo a si mismo sorprendido.
Bill se puso de pie y se acercó hasta donde estaba Meryem intentando parar la hemorragia. En cuanto ella le vio alzó la varita con intención de atacar.
- Yo que tu no me acercaría - dijo ella amenazante.
- Lo siento... no sabía que eras tu - dijo Bill arrodillándose frente a ella.
Bill rebuscó entre sus bolsillos.
- Saca lo que tengas en ese bolsillo muy despacio -
Bill sacó la mano con un frasco muy lentamente.
- Sólo es una poción para curar heridas -
- ¿Debería creerte? - dijo ella sarcástica.
- Si hubiera sabido que eras tu... -
- Todavía no sabes quien soy -
Bill sonrió confiado y con un movimiento rápido le quito la mascara a Meryem,
- Sabía que eras tu -
- ¿Contento?... prefieres te regale un pin o que te ponga una estatua por tu gran hazaña de saber quien soy - dijo ella sarcásticamente.
- Anda... deja que te cure la herida -
- No... - murmuró ella - no lo necesito - dijo haciéndose la autosuficiente.
- Estas sangrando a chorros... me necesitas -
- Por tu culpa estoy sangrando a chorros... yo no te he causado a ti ni un moratón... - le reprochó ella.
Meryem quito la mano y el trozo de capa que tenía para presionar la herida y dejo que Bill le echara la poción para curarse.
- Por que tu sabías desde el primer momento que era yo... -
- Excusas, excusas -
- Si hubiera sabido que eras tu... - dijo Bill lamentándose.
- ¿Qué habrías hecho? - preguntó ella burlona.
- Esto -
Y la besó, fue un beso tierno, un simple roce.
- Un poquito atrevido ¿no? - dijo Meryem cuando se separaron.
- Reconócelo... te ha gustado -
- Uno como otros muchos - dijo ella sin darle importancia.
Sólo por venganza por la herida del hombro no reconocería que le había encantado el beso, que había soñado con rozar sus labios desde que lo conoció.
- Rencorosa - dijo Bill con una sonrisa juguetona.
- ¿Yo? -
- Se que te ha gustado pero no quieres reconocerlo por que te he herido... esta bien... acepto tu castigo... -
Meryem lo miró detenidamente intentando averiguar como coño Bill sabía lo que ella estaba pensando, "¿Tan evidente soy?".
- Me voy... ya no tengo nada más que hacer aquí - dijo poniéndose de pie y dispuesta a irse rápidamente.
- Espera - dijo él cogiéndola del brazo - reconócelo -
Se la acercó amarrándola posesivamente de la cintura, estaban muy cerca, demasiado como para no querer acortar distancias, y paso, acortaron la distancia que los separaba, se besaron, pero esta vez no fue un simple roce de labios, ambos deseaban más, y así lo hicieron, profundizaron el beso saboreando al otro.
- Lo siento - dijo Meryem cuando se separó, él la miró extrañado - desmaius - dijo poniendo la varita en el cuello de Bill, que cayó al suelo inmóvil.
Mordiéndose el labio por que le daba una pena terrible dejar allí a Bill salió del cuarto, fuera estaba Snape que acababa de noquear a Charlie.
- Vamos... - dijo Snape echando a andar por uno de los pasillos.
Ella lo siguió, mirando de vez en cuando para atrás.
Lizzy intentó entrar en el cuarto de su madre pero la puerta estaba cerrada por dentro, frunció el ceño mientras llamaba para ver si su madre estaba.
- ¿Mamá¿estas? -
- Si... espera -
Dentro del cuarto estaban Elísabeth y Sirius, que tranquilamente estaban pasando la tarde después de las clases tumbados en la cama contándole ella a él anécdotas de cuando los gemelos eran pequeños, en cuanto oyeron la puerta que intentaba ser abierta, palidecieron y se pusieron más nerviosos cuando escucharon a Lizzy llamar a su madre, Sirius no sabía donde meterse para que no le encontraran.
- ¿Qué hago? - preguntó nervioso muy bajito.
- En el armario - contestó Elísabeth también nerviosa.
- OK - dijo Sirius entrando rápidamente - abre ya - dijo desde dentro.
Elísabeth suspiró hondo para intentar tranquilizarse.
- Cariño... ¿ocurre algo? -
- Mamá... ¿estas bien? -
- Perfectamente... es que... me has pillado... me estaba echando una siesta -
- Siento haberte despertado -
- No pasa nada... -
- Yo... quería hablar contigo -
- ¿Ocurre algo serio? -
- No... - dijo Lizzy entrando en el cuarto y tumbándose en la cama - ¿tu querías a papá? -
- Claro... - dijo tumbándose junto a su hija.
- ¿Y al otro? -
- ¿Qué quieres saber exactamente? -
- Queremos saber que pasaría si ese hombre aparece de repente en tu vida de nuevo... como te habrás dado cuenta... nosotros hemos hecho hasta lo imposible por que te juntes con Sirius... y pensamos... que si no has tenido nada con él aun... es por que el otro esta todavía... - explicó Lizzy.
- Bueno... con respecto a Sirius... si... he notado vuestros esfuerzos... con él... a esta edad... bueno... no se pueden tomar las cosas tan a la ligera... estáis vosotros... y esta Harry... si me planteara tener algo con Sirius tendría que ser algo muy bien pensado... una relación a largo plazo... -
- Estoy segura de que Sirius estaría dispuesto -
- Ya... yo también... pero las cosas no son tan fáciles... -
- ¿Y con respecto al otro? -
- Bueno... él fue alguien muy importante para mi... y que... que me engañara a mi no significa que no os quisiera a vosotros... o que no me quisiera a mi... estoy segura de que... de que nos quería... pero... se equivoco... cometió un error... - dijo Elísabeth tristemente mirando al armario.
- Pero... fue un error muy grave... -
- Todo el mundo comete errores... yo oculte vuestra existencia... ¿te crees que eso no es un error? -
- ¿Te arrepientes? -
- No me arrepiento de haberme ido... en ese momento lo necesitaba... pero si me arrepiento de haberle hecho creer que había perdido el bebe... eso fue cruel... -
- Ya... pero si él volviera ¿qué pasaría? -
- Yo no quiero que lo odiéis... y si yo puedo perdonarle... vosotros también... ¿no? -
- Supongo... ¿y si quiere recuperarte a ti y tu estas con Sirius?... o peor ¿y si quiere separarnos de ti?... por venganza -
- No haría eso - dijo Elísabeth segura - además... vosotros no sois unos bebes... sois grandes como para tomar la decisión de con quien queréis estar... y en cuanto a recuperarme... si yo estoy bien con Sirius... dudo que pudiera recuperarme... lo más seguro es que quedáramos como amigos... -
- Eso me deja más tranquila... no quisiera que ese hombre llegara y nos hiciera daño -
- Dudo que os quiera hacer daño a vosotros... o a mi -
- Me voy... he quedado con Harry para explicarle un par de cosas - dijo poniéndose de pie.
- Vale... pórtate bien -
- Yo soy buena... - dijo Lizzy saliendo del cuarto.
- Si, claro... -
En cuanto vio que la puerta se cerraba y que su hija estaba completamente fuera del salón, Elísabeth salió corriendo hacia el armario para abrirle la puerta a Sirius. Él estaba echado contra el fondo del armario, mirando tristemente al suelo.
- No me van a perdonar nunca -
- No digas eso... -
- No quieren saber que soy su padre -
- Lo único que no quieren es que vengas a hacerles daño... si... si siguen conociéndote como Sirius... ven que entre nosotros hay algo... que podemos estar juntos... ellos te quieren tal como eres ahora mismo... y dudo que viendo que eres bueno, cuando sepan la verdad, no te acepten... - le explicó Elísabeth.
- Pero... -
- No pienses en eso... no es momento... ahora... ahora es momento de que tu y yo estemos bien... - intentó convencerlo ella.
- ¿Y si lo descubren? - preguntó Sirius desesperado.
- Ya nos enfrentaremos a eso cuando ocurra... ahora por favor... bésame para que sepa que estas aquí conmigo y todo esta bien... - pidió ella.
Sirius la miró, "La tengo a ella... y me quiere... ella no va a dejar que los niños me odien... no quiere que eso pase... tiene razón... ahora no es momento de preocuparse", se acercó y tiernamente la beso.
Snape tuvo que ir al cuartel general de los mortifagos para dar parte de los avances de la Orden a Voldemort, como siempre, después de ver a su señor oscuro paso por el cuarto de Meryem para verla y saber como estaba.
- Severus... menos mal que has llegado - dijo ella ansiosa.
- ¿Ha pasado algo? - preguntó preocupado.
- Tienes que ayudarme -
- ¿A qué? -
- Si tu me ayudas te digo por que entre a los mortifagos -
Era una propuesta muy tentadora, y esa información era algo que Snape llevaba mucho tiempo deseando saber, sobre todo por que sabía como era la chica, ella en verdad no era una mortifaga.
- Trato echo.. tu primero -
- Los que yo creía mis padres desde que nací no eran mis padres... y cuando murieron me dijeron que mi verdadera madre murió al nacer yo... ella estaba casada con un hombre muy malo y tuvo un hijo... abandonó a ese hombre y se enamoró de mi padre... nací yo... pero mi padre no sabe nada de mi existencia... y entre a los mortifagos por que ese medio hermano mayor mío es un mortifago - intento explicarse Meryem.
- Vaya - dijo Snape impresionado, nunca se hubiera esperado eso - ¿Lo has encontrado? -
- No - "Si" dijo/pensó.
- ¿Quién es?... te podría ayudar a buscarlo - le ofreció su ayuda Snape.
- No hace falta... estoy sobre una pista muy buena de su paradero... pronto lo podré ver - dijo ella nerviosamente intentando quitarle importancia al asunto "En verdad esta más cerca de mi de lo que él mismo piensa... vamos... como que lo tengo delante mío ahora mismo".
- Esta bien... ¿en que necesitas mi ayuda? -
- Consígueme toda la información que puedas sobre Bill Weasley... sobre todo su dirección -
- ¿Por qué? - preguntó Snape desconfiado.
- Por que... por que... por que quiero saber... y ya esta... tu consígueme la información - contestó Meryem nerviosa.
- Esta bien... -
Lizzy estaba echada en la cama de Harry, apoyada contra su pecho, casi durmiendo.
- Espabila hermanita... te vas a quedar dormida - dijo Mark entrando en la habitación.
- Si tengo sueño y estoy a gusto ¿por qué no puedo dormir? - dijo ella bostezando y estirando los brazos.
En ese movimiento tiró sin querer algunas cosas que había en la mesita de noche de Harry. Mark se acercó a recoger las cosas y frunció el ceño al ver una foto.
- ¿Quiénes son? - preguntó curioso.
- A ver... - dijo Harry cogiendo la foto - este es Remus... mi padre... y Sirius - dijo señalando a cada uno.
- Te pareces a tu padre - dijo Lizzy sonriente.
- ¿Este es Sirius? - preguntó Mark seriamente.
Lizzy miró la foto para ver que era lo que producía esa seriedad a su hermano, se quedó bastante sorprendida al ver a Sirius de joven, era curioso su espectacular parecido a Mark y a ella misma, aunque sus rasgos eran más femeninos.
- Si... con diecisiete años... -
Los gemelos se miraron y paso el mismo pensamiento por sus mentes, era demasiada coincidencia el asombroso parecido que tenían con Sirius, y eso hacia que una descabellada teoría cobrara fuerza.
Informacion de interes:
OPA HOSTIL: OPA que realiza un accionista minoritario o un extraño a una sociedad sin conocimiento o aceptación previa por sus órganos sociales. A veces genera el lanzamiento de una contra-OPA por parte de la sociedad o de un caballero blanco.
Durante la creación de este ff no se ha dañado ni fisicamente ni sicologicamente a ninguna animal, no asi con los personajes humanos, pero los animales no han sufrido daño, aclaro esto, por que al parecer hay una defensora de los animales que me esta vigilando... Señora, que yo quiero y cuido mucho a Tara y a Spike, de Copota se ocupa su dueña... Atentamente: La autora!
Continuara...
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