Este ff esta hecho por Elísabeth

Los personajes principales son los de Rowling, los demas son mios!


Capítulo 11: Si tu me extrañas a mi...

Ninguno de los dos estaba dormido, aunque daban vueltas en la cama intentando conciliar el sueño, pero el silencio y la voz en su cabecita que les decía que existía la posibilidad de que Sirius fuera su padre, definitivamente, no les iba a dejar dormir.

Cansado de escuchar el monologo que su vocecita le estaba dedicando sobre los pros y contras de que Sirius fuera su padre, Mark se levantó de su cama y fue hasta la de su hermana.

- Echa para allá - dijo levantando las sabanas.

- ¿La vocecita interior? - preguntó Lizzy acomodándose para que cupieran los dos.

- Si... no se calla... la muy perra - dijo con rencor.

- La mía esta igual... ¿qué hacemos? -

- Es que... no me cabe en la cabeza que mamá nos haya ocultado tan descaradamente que Sirius es... que es... bueno... que es él -

- A lo mejor no lo es... - se aventuró a decir Lizzy.

- Lizzy... tu no tanto, por que eres chica... pero yo soy clavado a Sirius cuando tenía mi edad - dijo Mark un poco alterado.

- No tenemos que alterarnos... hay que tratar esta situación fríamente -

- Es que nosotros le hemos empujado a que vuelva con él -

- Tanto que queríamos que eso no pasara... y mira... -

- Creo que eso es lo que más rabia me da... que si se vuelven a juntar... será culpa nuestra -

- No... lo que más rabia te da... es que durante todos estos años lo hemos estado odiando... y ahora nos damos cuenta de que no podemos odiarlo por que lo conocemos y nos cae bien... - explicó Lizzy.

- Si... definitivamente eso es lo que más rabia me da... que le hemos cogido cariño -

- ¿Qué vamos hacer? -

- Matarlo en cuanto lo tenga delante - dijo Mark con rabia.

- Mark... -

- Esta bien... supongo que habrá que dejar las cosas como están hasta que sepamos que en verdad es él... y después ver que tan seria es la relación con mamá -

- ¿Y si es seria¿y si han vuelto? -

- ¿De verdad quieres que vuelva con él? -

- Mamá dijo que... que ella lo perdonaba... que intentaría llevarse bien con él... y que no quería que nosotros lo odiáramos -

- Esta bien... no podemos odiarlo... le hemos cogido cariño a Sirius y no podemos odiarlo... pero yo no pienso aceptarle con los brazos abiertos y llamarlo papá... engaño a mamá... si no me queda más remedio aceptare una relación entre ellos... pero no será mi padre - dijo Mark rotundamente.

- Estoy de acuerdo contigo... si ellos deciden estar juntos... tendremos que ceder... nosotros los juntamos... pero... -

- ¿Pero por que Sirius?... ¿por qué él?... ¿por que?... ¿por que?... - dijo Mark con coraje pegándole puñetazos a la almohada.

Lizzy se sentó en la cama apoyándose en la pared.

- Ya... -

- Es que... ¿no podía ser otro¿tenía que ser Sirius?... precisamente Sirius... -

- Así es el destino... que quería que ellos estuvieran juntos -

- Pero es que no es justo -

- A lo mejor tendríamos que dejar que ellos sean felices juntos - propuso Lizzy.

- ¿Crees que será feliz con él?... si la engaño una vez... ¿quién dice que no lo vuelva hacer? -

- No lo sé... pero me cuesta pensar que son la misma persona -

Estuvieron un rato en silencio, pensando, intentando razonar todo lo que estaba pasando.

- Si... si vuelve... si lo vuelve hacer... yo... - intentó decir Mark .

- Lo sé... yo también... -

Mark miró a su hermana y sonrió levemente.

- Mejor será que durmamos... ya veremos como resolvemos esto - dijo Mark - vete a dormir a mi cama... yo he dejado la tuya hecha un desastre - dijo al ver como la sabana estaba en un lado y la manta en otro.

- Esta bien... - Lizzy fue hasta la cama de su hermano y se tumbó a dormir - Mark... duerme... buenas noches - dijo antes de girarte e intentar conciliar el sueño.

Mark se quedó mirando el techo, pensando "Le daré carta blanca hasta cierto punto... pero no voy a dejar que se vuelva a aprovechar de mamá... no voy a dejar que nos haga daño... si lo hace... lo voy a tener que odiar... aunque me duela"


Empezaba a cogerle gusto a esto de vestirse toda de negro y a caminar en medio de la noche para que nadie la descubriera, menos mal que esta vez no era una misión para Voldemort, sino digamos que un asunto personal.

Estaba frente de un edificio de pisos, la calle estaba vacía, en el papel lo ponía claramente, era esa calle, era ese portal, ahora solo quedaba entrar, llegar hasta el piso y verlo. Sacó la varita, pronunció el hechizo y el portal se abrió, sonriente, entró hasta el pasillo con los buzones, miró y en efecto, la información que Snape le había conseguido era acertada.

Llegó hasta el piso, volvió a pronunciar el hechizo y la puerta se abrió, era extraño, que siendo un mago y con los tiempo que corren no hubiera tenido más defensas en la puerta, pero bueno, lo importante es que ya estaba dentro. Era un piso pequeño, pero tenía de todo. El salón cocina comedor estaba muy bien amueblado, Meryem sonrió mientras acariciaba el sillón de cuero marrón de camino hacia el corredor donde estaban las habitaciones. El baño estaba a la derecha, a la izquierda, con la puerta entre abierta, estaba el dormitorio, se apoyó en el marco de la puerta y se quedó sonriendo embobada mientras lo veía dormir, se mordió el labio con impaciencia. Fue hasta la otra habitación, quería revisar bien el resto del apartamento para asegurarse de que estaban solos antes de hacer lo que tenía planeado hacer, se sonrojó al pensarlo.

Solos, completamente solos, tenía vía libre para hacer lo que quisiera, eso si, antes del amanecer tenía que estar de nuevo en el cuartel general, así que habría que darse prisa. Entró en el cuarto de Bill, que dormía placidamente y sin imaginar lo que iba a pasar, en la mesita de noche estaba la varita, Meryem se acercó para cogerla y ponerla lejos, no era cuestión de recibir una maldición, todavía le dolía el hombro de la última.

En un rápido movimiento Meryem estaba tumbada en la cama con Bill encima de ella, "Espera... yo estaba cogiendo la varita... y ahora lo tengo encima... ¡joder que rápido!" pensó ella mientras intentaba forcejear para que le soltara.

- Me... estas... haciendo daño - masculló Meryem.

- ¡Tu¿qué haces aquí? - preguntó sorprendido.

- ¿Repartir una pizza?... ¿tu que crees? - dijo con sarcasmo algo irritada - de verdad... me estas haciendo daño - pidió haciendo una mueca de dolor.

Bill se quitó de encima y dejo que se moviera.

- Es que... no esperaba... lo siento... -

Meryem se dio cuenta de que había sido una muy mala idea ir a verlo y se puso de pie dispuesta a irse.

- Será mejor que me vaya -

- Espera - Bill se puso en medio de su camino - ¿a que has venido? - preguntó amablemente y con una leve sonrisa.

- A verte... - dijo ella un poco avergonzada - quería pedirte perdón por haberte dejado inconciente - murmuró mirando al suelo.

- Estas perdonada... o no... me debes una... - dijo sonriendo picaramente.

- No te debo nada... te recuerdo que tengo una cicatriz en el hombro por tu culpa - dijo ella con coraje.

- Es verdad - Bill acarició su hombro - soy yo el que tiene que pagar la deuda... - murmuró mirándola fijamente a los ojos - ¿tienes pensado algo? - preguntó con picardía.

Meryem lo vio así tan lindo, tan como se lo había imaginado, y no pudo resistirse, lo besó y fue correspondida al beso, Bill la atrajo hasta él abrazándola por la cintura, para sentirla cerca, ella, simplemente se dejó llevar y puso sus manos alrededor del cuello del pelirrojo. Se separaron sonriéndose, todavía conmocionados por lo que pasaba, se habían besado, y les había gustado demasiado.

- Creo que con eso esta la deuda saldada... - dijo Meryem entrecortadamente casi rozando los labios de Bill.

Intentó separarse y salir de allí, mejor ahora antes de que no pudiera pensar por si misma y no hubiera marcha atrás.

- No te vayas - pidió Bill - quédate... -

La abrazó más fuertemente para que no pudiera escaparse.

- ¿Por qué?... somos muy distintos... yo... mortifaga... tu... - dijo ella tristemente.

- Me da igual... quiero que te quedes conmigo... creo... creo que me he enamorado de ti - dijo acariciándole la mejilla.

Meryem lo miró impresionada y sonrió.

- ¿De verdad? -

- Si... - la miró fijamente a los ojos - ahora puedes decir que tienes a uno del bando de los buenos totalmente en tus manos - dijo él seriamente.

- Perfecto... ahora puedes decir tu que tienes a una mortifaga totalmente en tus manos... -

Bill sonrió "Eso ha sonado a declaración... ojalá".

- ¿Por qué la tengo ahora entre mis brazos? - preguntó inocentemente intentando que ella le dijera también que lo quería.

- Sabes lo que he querido decir con esa frase y sabes que no es por que ahora estemos abrazados... -

- No... no lo sé - dijo él intentando aparentar inocencia.

- No me hagas decirlo - pidió ella en un susurro.

- Yo lo he dicho y no es tan malo - le respondió encogiéndose de hombros.

- ¡Aja!... así que si sabes de lo que estoy hablando - dijo ella triunfante.

- Esta bien... tu ganas... interpretare esa frase como yo quiera... -

Meryem se acercó y volvió a besarlo, suavemente al principio y poco a poco ambos fueron profundizando. Bill tentativamente comenzó a quitarle el jerséis de cuello vuelto que ella tenía puesto, ella se dejo, y mientras lo besaba se dejaron caer en la cama. Bill la besaba por el cuello, acariciándole el cuerpo.

- No... eso no... - dijo Meryem cuando él quiso quitarle una venda que tenía en el antebrazo izquierdo.

- ¿Por? - murmuró Bill levantando la cabeza para mirarla.

- Ahí es donde esta la marca... no quiero verla... no quiero que la veas... -

Meryem comenzó a besarle por el cuello, la camiseta que él tenía le hacía difícil la tarea de seguir disfrutando de Bill, así que se la quitó. Completamente desnudos, debajo de las mantas, sonrientes, rodando por la cama, besándose, acariciándose, lentamente Bill la penetró, haciéndola sentir plena, amándose, así estaban ellos dos, siendo uno, una y otra vez, hasta quedar exhaustos.


Harry subió las escaleras hasta el cuarto de los gemelos, ahora que era el novio de Lizzy no había ningún impedimento para hacerlo, entró en el cuarto y extremando las precauciones se acercó a la cama de Lizzy.

- Lizzy... despierta - susurró al oído, no funcionó - Lizzy... venga dormilona... despierta - metió la mano por debajo de las sabanas y le acarició la espalda.

- Si aprecias tu vida sacaras la mano de ahí debajo y no volverás ha intentar hacer esto nunca más -

Harry se quedó paralizado, la gélida voz de Mark resonó por todos lados desde la cama de Lizzy.

- Yo... yo... -

- Sal del cuarto - dijo Mark seriamente girándose para mirarlo.

Harry no lo pensó dos veces y salió corriendo para el pasillo, treinta segundos después Mark estaba frente a él.

- Mark... yo... -

- Que sea la última vez que intentas despertar a mi hermana metiéndole mano... he aceptado vuestra relación pero es no significa que vaya a permitir que te aproveches de ella... -

- Mark... quiero a Lizzy... no voy ha aprovecharme de ella - intentó razonar Harry.

- Tampoco voy a dejar que lo intentes... por tu bien espero que la respetes... -

- Claro... -

- Advertido quedas... - dijo Mark volviendo a entrar en el cuarto.

- Mierda - murmuró Harry, se quedó apoyado en la pared lamentando su suerte de que los gemelos se hubieran cambiado esa noche de cama.


Un rayo de sol le dio de lleno en la cara, provocando que Meryem saliera de su placentero sueño y se despertara nerviosa.

- Mierda -

- ... - se removió Bill.

- Tengo que irme... tengo que irme... tengo que irme - dijo Meryem levantándose rápidamente e intentando vestirse.

- No... - murmuró Bill intentando que no se levantara.

- ¡No lo entiendes¡el señor oscuro me castigara!... y sus castigos no son precisamente agradables... - dijo muy nerviosa.

- Quédate conmigo - pidió Bill deteniéndola para que no saliera por la puerta.

- Que más quisiera... pero no puedo... intentare... - se quedó callada al oír como alguien se aparecía en el salón.

Salieron los dos, Meryem primero con la varita alzada, Bill también, pero ella le hizo bajar el brazo, si alguien tenía que enfrentarse a el encapuchado que acababa de aparecerse sería ella.

- Si fuera otro ya estarías muerta - dijo el encapuchado.

Meryem suspiró aliviada y corrió a abrazarlo.

- Idiota... me has asustado - dijo pegándole suavemente en el brazo.

- ¿Quién...? - preguntó Bill extrañado.

- Toma... - dijo el encapuchado dándole una bolsita - dile al señor oscuro que yo te mande a por ingredientes para las pociones... y que te entretuviste toda la noche... -

- ¿Crees que colara? -

- Todo depende de tu capacidad de mentir... -

- Entonces con lo que chochea el viejo estoy salvada... - dijo Meryem sonriente.

- Ten cuidado -

Y desapareció.

- ¿Quién era? - volvió a preguntar Bill seriamente.

- Alguien que nos acaba de salvar la vida... sobre todo a mi... -

- Pero... -

- Me voy... intentare volver... - se acercó y lo besó, después desapareció.


- Como si no tuviéramos bastantes problemas como para también tener que lidiar con tu novio el pervertido... - dijo Mark sentándose en la cama junto a su hermana.

- ¿Qué pasa? - dijo Lizzy despertando.

- Espero que tengas cuidadito con tu novio... porque tiene la mano muy suelta... -

- ¿Tan suelta como tu con Ann? - preguntó Lizzy picaramente.

- No es lo mismo - contestó poniéndose un poco colorado.

- ¿Ah, no? -

- No... bueno si... ¿qué esperas¿qué deje que te meta mano ahí delante mía? -

- No... en cierto modo me gusta que me protejas de esa manera... pero Harry es bueno... -

- Ya... -

- Anda... levanta -

Mark se fue hasta el baño para arreglarse mientras Lizzy terminaba de despertarse.


El despertador sonó y Sirius se revolvió en la cama sin ganas de levantarse, la verdad es que cada vez que amanecía y Elísabeth estaba abrazada a él se le iban todas las ganas de levantarse.

- Apaga eso... -

- Yo tengo que ir a dar clase... y tu tienes que ir a trabajar - murmuró Sirius intentando razonar por que tenía que levantarse.

- Pero no quiero... -

- Ah no... aquí yo soy el que nunca quiere levantarse y tu la que me convence... así que no me quites mi puesto... -

- Es que... estoy muy cómoda - dijo picaramente dando un par de besos en el pecho de Sirius.

- Eso ya lo sé... - dijo él sonriendo con arrogancia.

- Pero hay que cumplir con el deber - dijo ella rápidamente poniéndose de pie y yendo al baño.

- Eh... se suponía que estabas muy cómoda aquí echada - se quejó Sirius.

- Si... y eso puede resultar adictivo... lo bueno si breve dos veces bueno... - le contestó ella desde el baño dándose una ducha rápida.

Cuando Elísabeth salió de la ducha entró Sirius, bueno, la verdad es que el plan de Sirius era ducharse con ella, pero Elísabeth no le dejo, así que tuvo que esperar, aunque eso si, le robó un par de besos antes de dejar caer la sabana y entrar en la ducha.

- Buenos días - saludó Elísabeth a Remus cuando ella y Sirius salieron de la habitación.

- Buenos días Elísabeth - saludó cordialmente - tenemos el tiempo justo para ir a desayunar -

- Ya voy... - Sirius cogió su cartera - te quiero - dijo besando a Elísabeth.

- ¿Kate esta dentro? - preguntó Elísabeth antes de que Remus se fuera.

- Si... - respondió él saliendo.

Elísabeth se dirigió al cuarto de Remus y Kate, tocó la puerta levemente y la entre abrió.

- ¿Kate? -

- Si... - se escuchó desde el baño - ¿sabes?... es, junto con el dolor del parto, lo que más odio de estar embarazada... los vómitos - dijo saliendo del baño frunciendo el ceño.

- Si... yo menos mal que no tuve demasiadas nauseas con los gemelos... -

- Bueno... ¿qué tal va la vida? -

- Bien... dentro de unas horas tengo una reunión de accionistas y estoy aquí pasando el rato... la verdad... va bien... - dijo Elísabeth tranquilamente sentándose en la cama.

- ¿Feliz? -

- Si... y eso me asusta... la felicidad es tan efímera... ¿y tu, eres feliz? -

- Yo si... pese a los vómitos... si... ¡voy a tener un bebe! - dijo sonriente.

- Se te empieza a notar la barriguita -

- ¿Nunca te planteaste tener otro hijo... con Patrick? -

- Pat y yo... nunca... - dijo dudosa - nunca... - afirmó segura de si misma.

- ¿Nunca? - preguntó Kate sorprendida y escupiendo el agua que estaba tomando.

- No... nunca... él... Pat seguía enamorado de su anterior mujer que murió... y yo... aunque quisiera no me quitaba de la cabeza a Sirius... y si... si no había amor... no es que no hubiera amor... - intentó explicar - había un gran cariño... pero no era el tipo de amor que se necesita para tener relaciones sexuales... -

- Pero... -

- Ya... si entiendo tu impresión... pero... nada... dormíamos juntos... y nada... no sé... era... -

- Vaya... siete años de matrimonio y nada... Sirius debe estar feliz... - dijo Kate sonriente.

- Si... y no sabes como lo celebró - dijo Elísabeth picaramente.

- ¡Cuenta¡cuenta! - dijo emocionada.

- Si claro... como si te fuera a contar mis intimidades... cuéntame tu que te hizo Remus cuando se enteró de que era papá otra vez - dijo sarcástica.

- OH... pues me cogió y me desnudo y después me tumbó en la cama y me... - empezó a contar Kate emocionada.

- ¡Callate¡Callate! - gritó Elísabeth escandalizada tapándose los oídos con las manos.

Kate rió a carcajadas.

- Venga... que ya paro de intentar pervertirte -

- Siempre haces lo mismo - dijo Elísabeth fingiendo enfado.

- Es que... es divertido sacarte los colores... -

- Eres peor que Romi... -

- ¿Quién es Romi? -

- Una amiga de Viena... buena chica... pero algo indiscreta, como tu, con los asuntos de cama -

- Entonces me caerá bien... - sentenció Kate sonriente.

- Seguro... bueno... tengo que irme... ya te presentaré a Romi - dijo Elísabeth sacando el trasladador que Dumbledore le había dado - cuídate - dijo antes de desaparecer.


La primera cita oficial como novios era algo muy importante en una pareja, sobre todo que todo, absolutamente todo, hasta el detalle más pequeño, saliera perfecto.

Mark lo tenía todo previsto, pese a que a él le iba más la improvisación en cuanto a citas, pero por se su primera salida oficial con Ann en serio tenía que salir todo bien. El plan era sencillo, salir a hurtadillas del colegio, llegar a un elegante restaurante del pueblo, cenar, dar un paseo bajo las estrellas y volver a la sala común no muy tarde por que al día siguiente había que ir a clase. Un plan sencillo, muy simple, sino fuera porque Mark contaba con la capa de invisibilidad de Harry y el mapa del merodeador, y claro, Harry dijo que se olvidara, que él tenía una cita con Lizzy y necesitaba la capa y el mapa.

- ¿Pero a donde coño pretendes tu llevar a mi hermana?... pedazo de degenerado - dijo Mark alterado cogiendo a Harry por el cuello de la camisa.

- Mark... quieres tranquilizarte un poco... -

- Lizzy no me digas que me tranquilice... que este es muy espabilado... -

- Harry... dale el mapa y la capa... - dijo Lizzy.

- No... quédatelos tu... que si salís y os pillan... llévatelo tu hermanita - dijo Mark seriamente, se acercó a Lizzy y le dio un beso en la frente - ten cuidadito - dijo antes de irse.

- Si es que es más bueno que un pan - dijo Lizzy riendo.

- Se le da de fábula meter miedo - matizó Harry.

- Si eso si... pero es un trocito de pan -

Lizzy se acercó a su novio y le besó tiernamente, Harry correspondió al beso sonriente, cuando se separaron Harry cogió la capa y el mapa, y salieron de la sala común.


Mark veía como la puerta de la dama gorda se abría y que por ahí no se veía salir a nadie, y supo que Harry y su hermanita se iban, pensó en ellos, y en que si Harry se pasaba esta noche un pelo con su hermana le quitaría el trabajo a Voldemort y mataría a Harry.

Ann bajó las escaleras, sonriente, feliz, contenta, su primera cita con Mark, que ilusión, saldrían al pueblo, en plan "nos estamos escapando", que añadía emoción a la cita.

- Lo siento... pero no vamos a ir al pueblo - dijo Mark cuando ella iba a acercarse a abrazarlo y besarlo.

Ann automáticamente cambió la cara.

- ¿Por qué? - preguntó ella frunciendo el ceño, "adiós a la cita perfecta".

- Yo contaba con la capa y el mapa del merodeador pero... Harry se los ha llevado -

- OH... ¿y ahora que hacemos? -

- Pues... - dijo pensativo - tienes suerte por que yo soy una chico con recursos... iremos a la sala de los menesteres -

- ¿A dónde? -

- Tu sólo sígueme -

Le cogió la mano y la guió por los pasillos hasta la sala, que mágicamente cambiaba, pasó tres veces y abrió la puerta. Dentro, una bonita habitación, una mesa bien puesta, velitas, todo precioso.

- OH - exclamó Ann la entrar.

- ¿Te gusta? -

- Si... mucho - Mark se acercó a la mesa, apartó la silla y le indicó a Ann que se sentara - gracias - dijo ella sonriente.

Mark se sentó en frente, los dos se miraban sonrientes, de fondo una suave música y poco a poco comenzaban a aparecer los platos en la mesa. La velada fue mejor de lo que esperaban, ya habían comido y ahora se encontraban bailando al son de la música, abrazados, disfrutando de estar tan cerca, Mark rozó suavemente con los labios el cuello de Ann, ella se encogió de hombros al sentir las cosquillas, alzó la mirada encontrándose con la de Mark, se fueron acercando poco a poco, hasta que por fin, se besaron.


En el pueblo, Harry y Lizzy disfrutaban de un paseo bajo las estrellas, sonrientes, abrazados.

- ¿Tienes frío? - preguntó Harry al notar como Lizzy tiritaba y abrazándola para darle calor.

- No... era para que me abrazara más - dijo ella picaramente.

- OH... eres una pequeña tramposa -

Harry le hizo cosquillas y Lizzy salió corriendo para que no le pillara.

- No cosquillas no... -

- Te pille -

- Cosquillas no por favor - pidió ella.

- Esta bien... - se acercó y la besó - ¿esto mejor? -

- Mucho mejor -

Y se besaron.


En la puerta de la sala común se encontraron los cuatro, fue pura coincidencia, pero allí estaban los cuatro, sonrientes, entraron y después de unos cortos besos y algunas miradas de amenaza de Mark a Harry, se fueron cada uno a su cuarto.

- ¿No es el amor lo más bonito del mundo? - dijo Lizzy entrando en su cuarto como si flotara.

- Prefiero no saber que has hecho... no quiero convertirme en asesino -

Mark entró detrás de su hermana, viéndola dar vueltas cantarina por el cuarto.

- No te preocupes... no ha pasado nada - dijo recalcando cada palabra - ¿puedes tu decir lo mismo? -

- Hermanita... como si no me conocieras... -

- Es verdad... eres un buen chico... un trocito de pan... -

- ... - Mark se puso el pijama intentando ignorar a su hermana.

- No te enfades... si es que eres el mejor - dijo Lizzy sonriente pellizcándole las mejillas a su hermano.

- Después cuando me dicen que tengo el ego demasiado grande... les diré que te echen a ti la culpa - dijo haciendo que su hermana le soltara la cara.

- Anda... vamos a dormir -

Lizzy entró en el baño y salió con el pijama puesto, apagó la luz y ambos se echaron a dormir.


El miércoles a primera hora Ann tenía clase de DCAO y el curso que entraba cuando ella salía era el de sexto de Gryffindor, así que decidió quedarse unos minutos a esperar a Mark para poder verlo y saludarlo, ya lo echaba de menos desde el desayuno.

- ¿No te vas a clase? - preguntó Remus al ver que su hija no se iba.

- Estoy esperando a Mark -

- ¿Por? -

- Es mi novio - dijo la chica escuetamente.

Remus palideció, su pequeña Ann era eso, una niña todavía para tener novio, no podía ser, y menos Mark, la pequeña copia de Sirius Black, el ligón empedernido. En ese momento entraron los gemelos riéndose de un chiste que Ron les estaba contando, Ann se giró al oírlo entrar y sonrió cuando el chico se le acercó, aunque Mark caminaba hacia ella bastante serio y mirando a Remus.

- Hola - dijo escuetamente dándole un beso en la mejilla a Ann.

La chica frunció el ceño y miró a su padre con reproche.

- Llego tarde a clase... -

- Te acompaño hasta la puerta -

Los dos salieron del aula y se pusieron donde los adultos no pudieran verlos.

- ¿Te da miedo mi padre? - preguntó Ann picaramente.

- Miedo no... pero tampoco me pidas que te bese como dios manda delante de él - Mark le rodeo la cintura con los brazos atrayéndola hacia él - te quiero - dijo antes de besarla tiernamente - tienes que irte a clase -

- Que remedio... -

Ann se acercó, le dio un besito y se fue corriendo para su siguiente clase. Mark entró en la clase y nada más cruzar el umbral notó la mirada de Remus fija en él, el chico alzó la cabeza y le miró sin temor mientras iba hacia su sitio.

Mientras Remus hacia un detallado análisis de el novio de su hija, Sirius estaba haciendo prácticamente lo mismo, sólo que él no lo tenía confirmado aun. Cuando Mark acompañó a Ann hasta la puerta, Harry se acercó a Lizzy y la abrazó por detrás susurrándole algo al oído mientras Lizzy se reía por lo que le decía, gesto que Sirius vio y se quedó estupefacto. Sonó la campana y ambos profesores tuvieron que salir de su estado de shock para dar la clase. Cuando acabó la clase, todos los alumnos salieron corriendo de las ganas de un descanso que tenían, Remus se acercó a Sirius cuando estuvieron solos.

- Como tu hijo se pase con mi niña lo mato -

- Peor es lo mío... mi ahijado con mi hija - dijo Sirius todavía sin poder creérselo.

- Como tu hijo haya salido a ti... te muerdo esta luna llena -

- Como Harry se espabile y se parezca un poco a James... mátame... -


Los días siguientes fueron agotadores para todos.

Elísabeth en Viena trabajando y casi cada noche, cuando empezaba a oscurecer, se aparecía en Hogwarts para poder estar con Sirius, hablar de que tal había ido el día, simplemente estar un momento juntos.

Kate ya no vivía en el cuartel de la Orden, sino en Hogwarts por orden de Dumbledore, a petición de Remus, para pretejerla en el embarazo, así que se pasaba el día preocupada por que Christine estuviera sola allí, en medio de la guerra, además de eso, tenía que sufrir los dolores matutinos de el embarazo, se quejaba muchas veces por que con Chris y con Ann no había tenido tantas molestia y aseguraba que sería niño por que se le daba muy bien incordiar.

Remus tenía demasiadas preocupaciones, por un lado, una hija sola en medio de Londres, donde se estaba disputando una guerra sangrienta, por otro lado, una mujer embarazada que estaba demasiado susceptible últimamente y que no paraba de tener antojos raros, el último era que quería una copa de helado de chocolate, pistacho y turrón, además de un plato de boquerones fritos, Remus pensó que era normal que nada más levantarse vomitara, esa mezcla tenía que estar asquerosa, por si todo eso fuera poco, además tenía una hija quinceañera con un novio que, si era igual que su padre, era de temer, cada momento que tenía se lo pasaba vigilando los movimientos de Mark con respecto a su hija, no es que no se fiara del chico, Elísabeth le dijo que no era tan parecido a Sirius en materia de chicas, Mark era más decente en ese campo, pero claro, la duda existía, y pensar que esa pequeña copia de Sirius Black podría aprovecharse de su pequeña niña le aterraba.

Sirius estaba feliz, si, ese era su estado de animo, feliz, casi cada noche veía a Elísabeth, su relación con ella iba viento en popa, y cada día estaba más enamorado de ella, con respecto a sus hijos, todo estaba bien, aunque los notaba algo distantes, pero que más daba eso cuando uno era feliz, tenía a la mujer que amaba junto a él, a sus hijos, a Snape retorciéndose el hígado por que no podía castigar a sus niños, a sus amigos felices, todo era felicidad, bueno, todo no, le preocupaba la relación de Lizzy y Harry, no sabía como actuar al respecto, siempre imaginó que si tenía una niña sería un padre protector que examinaría con lupa el currículum del novio para dejarle estar con su niña, y claro, de Harry, pocas objeciones tenía, pero aun así, seguía teniendo dudas, en cuanto a la relación de Mark y Ann, según las palabras de Elísabeth, Mark era un buen chico, así que no debía preocuparse demasiado.

Aunque Mark intentaba vigilar las intenciones de Harry para con su hermana, le era muy difícil, estar en la sala común centrando su atención a su novia e intentando girar la cabeza disimuladamente para mirar lo que hacia su hermana en el otro lado de la sala común era bastante complicado. Al final decidió centrarse en su novia, pensando en el buen criterio que tenía su hermana para defenderse, y sobre todo dado por seguro que ya arreglaría cuentas con Harry cuando estuvieran solos. Con Ann iba todo de maravilla, su relación prosperaba favorablemente y cada día, pese a que no estaban en las mismas clases, intentaban verse y estar juntos durante.

Lizzy estaba feliz, con Harry le iban las cosas de muy bien, y veía como su hermano era feliz. Tener a su novio en casi todas sus clases, pese a que no se sentaba junto a él, era muy divertido, lo veía a todas horas y cuando tenían un momento se hacían unos mimos y carantoñas.

Todo era felicidad para ellos, lo único que empañaba la alegría de los gemelos era la sombra de esa teoría de que Sirius fuera su padre, y aunque intentaban que no se les notara, entre ellos, cada vez que veían a Sirius, se miraban de reojo pensando lo mismo, si sería él.

Ann, feliz, tenía toda la atención de Mark, aunque notaba como de vez en cuando miraba de reojo a Lizzy y Harry, normalmente se lo dejaba pasar, más que nada por que intentaba ponerse en su lugar y comprender que quisiera proteger así a su hermana, ella también lo haría.

Harry era otro que también estaba demasiado feliz, en una nube prácticamente, intentaba no cruzarse mucho con Mark, sobre todo a solas, no es que le tuviera miedo, pero no se fiaba, sin embargo sabía que el chico sólo quería proteger a su hermana y que era un buen chaval.

Ron vivía cada día más enamorado, la única pega de su relación con Christine era que no podía verla todos los días, aunque se escribían todos los días, era un pequeño consuelo. Pero el chico, pese a todo, estaba feliz y contento por tener novia, por primera vez, una novia.


Elísabeth estaba en su cuarto, ya era tarde, bastante tarde para aparecerse en Hogwarts y poder ver a Sirius, tumbándose en su cama hizo una mueca de desagrado por no poder estar esa noche con Sirius, el ulular de una lechuza le hizo levantarse, fue hasta la ventana y dejó entrar a la lechuza, que extendió la pata para entregar el mensaje.

Sonrió instintivamente al leer la carta, buscó un papel por algún lado para poder dejar un mensaje, no era cuestión de asustar a nadie con su ausencia, y desapareció.


Ann había acabado de hacer sus deberes y se dedicaba a disfrutar de su novio en la sala común, sentada encima de él se dedicaban a darse mimos y besos.

- Me gusta estar así contigo - dijo Mark sonriente antes de besarla.

- A mi también... -

- ¿Saldremos este fin de semana? -

- No tenemos permiso para ir al pueblo -

- Pues nos escapamos - dijo Mark tranquilamente.

- Pero eso iría contra las reglas... soy la hija de un profesor... tengo que dar ejemplo - dijo ella solemne.

- Vamos Ann... como si nunca te hubieras saltados las reglas... las normas están para eso... para saltárselas - dijo él picaramente.

- ¿Y cómo lo haremos? -

- Ya encontrare el modo -

- Esta bien... pero si nos pillan te echare toda la culpa... le diré a mi padre que me sedujiste - dijo Ann picaramente.

- No me importa cargar con las culpas -

Ann se quedó impresionada, Mark le había contestado tan sinceramente y con una tranquilidad que nunca había visto, muy pocos chicos eran capaces de cargar con culpas que no eran suyas, y sonrió dulcemente al ver que Mark haría eso por ella.

- Te quiero - dijo ella besándolo.

Mark sonrió abrazándola fuertemente para atraerla más a él, pero justo después de besarla su mirada se desvió de su novia y vio como Harry subía por las escaleras de su cuarto, cosa que no le gusto nada por que Lizzy estaba en la ducha y con la música puesta así que todavía no habría salido.

- Cariño... ya es tarde... mejor será que nos vayamos ya a dormir -

- Yo preferiría quedarme aquí contigo -

- Y yo... y yo... pero mañana por la mañana no habrá quien me despierte si me quedo -

- Esta bien -

Ann se levantó y acompañada hasta las escaleras por Mark, lo besó con pasión para darle las buenas noches, Mark se quedó un poco atontado mientras Ann subía sonriente las escaleras, casi se olvida que tenía que subir a su cuarto a salvar a su hermana del pervertido de su novio.


Harry vio vía libre para ir hacerle una visita a su novia cuando bajo a la sala común y encontró a Mark y Ann muy entretenidos haciendo cosas típicas de los enamorados. Sonrió satisfecho mientras subía las escaleras, entró en el cuarto de los gemelos, no había nadie, cosa rara por que Harry estaba seguro de que Lizzy estaba allí, se oía de fondo el ruido de la ducha y música, se acercó a la puerta del baño y claramente distinguió la voz de Lizzy cantando bajo el agua y una música de fondo de una radio.

- Si tú me extrañas a mí, yo no me olvido de ti¿por qué, coño, separarnos?... si tú me lloras a mí, yo hago lo mismo por ti¿cómo enjuagarlo?... y no es verdad... que aquí nadie ha puesto un duro más... maldita apuesta feroz, y de por medio el amor... cuando faltas te extraño... te extraño... es una canción de amor, eso al menos pienso yo, es mucho más sano... con la opinión de Dios, quizás uno de los dos, lo vea más claro... ¿quién rezará?... ¿quién ganará este estúpido duelo?... maldita apuesta de amor, que uno de los dos perdió... cuando faltas me muero... me muero... ¿quién rezará¿quién ganara este estúpido duelo, maldita apuesta de amor, de amor sin paz y dolor... desde que faltas me muero... me muero... me muero... -

Harry sonreía como un tonto al escucharla cantar, quiso entrar, pero algo lo impidió, en pocos segundos estaba contra la pared y con Mark cogiéndole por el cuello de la camisa, apretando fuertemente.

- Potter... tu no aprendes - dijo Mark muy seriamente.

- Mark... esto tiene una muy buena explicación... espera que la piense... - intentó decir Harry nervioso.

- Seguro que si... pero es que no quiero escuchar explicaciones... no quiero verte cerca de mi hermana cuando ella este en la ducha... no... no me hace ni pizca de gracia -

- Yo no... no iba a entrar - intentó explicarse Harry, Mark le miró con sarcasmo - bueno tal vez si se me paso por la cabeza... pero yo respeto a Lizzy... y ella tampoco me permitiría que me sobrepasara -

- Fuera... -

- Pero... -

- Si quieres ver a mi hermanita lo haces en horas más decentes... nada de meterte en su cuarto y menos cuando ella esta en la ducha a estas horas de la noche... fuera... - dijo muy seriamente.

- Esta bien... -

Mark le soltó y Harry se fue a su cuarto.

- Creí que estabas con Ann - dijo Lizzy al salir del baño y ver a su hermano con el ceño fruncido y tumbado en su cama.

- Mañana tenemos clase y ya es tarde -

- ¿Tan tarde?... vaya... se me paso el tiempo en la ducha... - dijo Lizzy volviendo a entrar en el baño para secarse el pelo y ponerse el pijama.

Mark cogió su pijama, se lo puso y se metió en su cama.

- Buenas noches -

Lizzy se acercó a su hermano y le dio un beso en la mejilla.

- Buenas noches hermanito - dijo alegremente.


Elísabeth apareció en un cuarto de baño un poquito mugriento, la verdad, daba asco sentarse allí ha hacer sus necesidades, salió rápidamente no fuera a coger algún virus.

- ¿Se puede saber por que me has citado aquí?... ¿intentas demostrarme que hay vida bacteriana en ese baño? - preguntó con burla.

Había varios hombres en la barra que se giraron a mirarla, sin embargo a ella le interesaba más uno que le sonreía desde una mesa, era muy atractivo, ese hombre tenía algo en las manos, ella se acercó para ver mejor lo que le ofrecía.

- ¿Soy o no soy el mejor? - preguntó el hombre sonriendo.

- Entradas para los NY Knicks contra los LA Lakers... en el palco... estas entradas valen un pastón... ¿a quien se las has robado? - dijo impresionada y con burla.

- Yo no robo, las compre... tengo... contactos... y una fortuna incalculable... - dijo él sonriente.

- Son para esta noche... -

- Ya... y tu no vas vestida para la ocasión -

- Idiota - dijo saliendo del local seguida del hombre.

Se metieron en un callejón oscuro, Elísabeth se apuntó con la varita y en cuestión de segundos estaba vestida con el uniforme de los Knicks y un par de banderitas, sonriente se enganchó al brazo de su acompañante y se fueron al estadio.

- Esto son unos regalos de reyes muy adelantados -

- ¿Y que quieres tu? - preguntó ella agitando su banderita alegremente.

- Que te parece... restaurar la casa... y pasar todos juntos las navidades en familia -

- ¿Cuál? -

- La casa McCallister... hace años que no paro por allí -

- Hace años que no paras en ningún lado, Daniel - comentó ella.

- Cuando no tienes nada que te ate... -

- ¿Y yo que soy¿un poste de la luz?... soy tu hermana ¿recuerdas? -

- Pero no podía quedarme contigo... te hubiera puesto en peligro... -

- ¿Y ahora no? -

- Ya soy muy mayor -

- ¡Que dices!... si estas hecho un chaval -

- Y es hora de que me establezca en algún sitio... además... la guerra ha comenzado de nuevo... - continuó él como si no hubiera oído el comentario de su hermana.

Estaban sentados en el palco principal a la espera de que empezara el partido de baloncesto.

- No quiero que vuelvas para ponerte en peligro -

- Sólo voy a cuidar de mi familia... me he perdido muchas cosas de tu vida... y de la de los gemelos... ya es hora de que ejerza de tío -

- Yo sé lo que pasa... tu no te fías de Sirius y quieres vigilarlo - dijo ella segura de lo que decía.

- ¿Yo¿cómo crees? - dijo Daniel sonriente - no es que no me fíe de Sirius... sólo es que... me necesitaras cuando los gemelos se enteren... por que se enteraran... y para protegeros... tu misma me dijiste que ellos trajeron de vuelta a Sirius... eso no le hará gracia a Voldemort cuando se entere... - se explicó Daniel.

- Sabes que yo quiero que vuelvas... no me opongo a ello -

- Entonces ¿restauramos la casa y pasamos las navidades todos juntos? -

- ¿Sirius incluido? - preguntó Elísabeth desconfiada.

- Hombre... yo pensaba en familia... - Elísabeth lo miró con el ceño fruncido - todos los que tu quieras... - terminó por decir él, ella sonrió complacida - que empieza el partido -

Elísabeth se acercó al cristal y comenzó a agitar la banderita apoyando a su equipo.


Draco y Rachel estaban en su mejor momento, en la cama del chico se besaban dulcemente mientras ella sonreía como una tonta enamorada. Draco, él estaba feliz, por primera vez en la vida o desde que era muy pequeño, casi no recordaba cuando se había sentido antes tan feliz, y menos al estar con una mujer, pero la verdad era que Rachel le hacia sentir todo eso y más.

Ella, Rachel, estaba en la gloria, flotar en una nube y estar entre los brazos de Draco era lo mismo para ella, no encontraba diferencia entre tocar el cielo y ser suya, estaba tan emocionada, ya habían pasado más de un par de noches juntos y Draco no le había abandonado, es más, se lo dijo, que no la abandonaría, y Rachel estaba en la gloria abrazada a él.

Lentamente Draco volvió a ponerse sobre ella para penetrarla despacio, no había prisas cuando estaba con ella, mientras la besaba ella abría las piernas para dejarlo entrar, reía con las cosquillas que Draco le estaba haciendo al besarle el cuello, eso hacia más fácil el momento, más agradable y sublime, poco a poco los movimientos de ambos fueron haciéndose más rápidos, mientras él le lamía los senos y ella le clavaba las uñas en la espalda del placer, cada vez iban más rápido, cada vez sintiendo más cosas, más placer, más ganas de estar así siempre, era algo adictivo por que aunque se saciaban el uno del otro siempre querían más. Llegaron al orgasmo, Draco la esperó, aguanto, para que llegaran juntos, y fue, tocar el cielo. Cayó exhausto, y se quitó de encima de ella para no aplastarla, se tumbó a su lado abrazándola posesivamente, besándole el cabello mientras sentía como Rachel se quedaba dormida, cansada, apoyada en su pecho, la contempló, maravillado por sentir esa felicidad, nunca la había sentido, ya nada sería como antes, y se quedó dormido.


Bill estaba preocupado, hacía ya una semana que no sabía nada de Meryem, no sabía si Voldemort se había creído esa mentira de que estaba recogiendo ingredientes de pociones, no sabía si la habrían castigado, en definitiva no sabía nada de nada, y eso le estaba poniendo de los nervios, incluso se le paso por la cabeza plantarse en medio del cuartel general de los mortifagos para ir a verla, claro, que su plan falló cuando se dio cuenta de que no sabía donde estaban escondidos los mortifagos.

Si Bill estaba nervioso, Meryem estaba peor, quería comunicarse con él, aparecerse, mandarle una nota, lo que sea con tal de decirle que estaba bien, que no se preocupara y que intentaría volver a verlo, pero le era imposible, Voldemort estaba paranoico y vigilaba a todo aquel que entraba y salía, lo mismo hacia con el correo, según la teoría de Meryem, Voldemort recibió pocos o ningún regalo de reyes y ahora esta celoso y paranoico con cualquiera que reciba uno, por eso se dedica a mirar el correo.

Así estaban los dos, cada uno en su casita, pero los dos que se subían por las paredes de los nervios por la falta de información. Pero para salvación de ambos, llegó Snape a hacerle una visita a Meryem.

- Severus... por favor... por favor... te lo suplico... llévale este mensaje a Bill Weasley... por favor - pidió Meryem desesperadamente cuando vio a Snape.

- Es peligroso - se limitó a contestar Snape.

- Por favor -

Snape intentaba negarse pero Meryem le estaba poniendo una carita de perro degollado casi moribundo que necesita que le salven a la que Snape no podía negarse.

- Trae esa carta - dijo con coraje arrebatándole el sobre - intentaré que le llegue lo antes posible -

- Gracias - dijo abrazándolo y dando saltitos de alegría.

Snape sonrió levemente al verla tan feliz, pero se puso serio recordando que él no debía dale esperanzas a esa relación.

- Me voy - dijo seriamente saliendo del cuarto.


Antes de cenar Ann decidió ir a ver a su madre para saber como se encontraba del embarazo.

- ¿Y qué esperas que sea? -

- Pues no sé... lo que venga bienvenido será... pero tu padre quiere un niño -

- Si... esta demasiado rodeado de mujeres - dijo Ann riéndose.

- Para mi que será niño... se le da muy bien incordiar... estoy vomitando más que cuando estaba de vosotras... -

- ¿Si? -

- Si... ni tu hermana ni tu me disteis ningún problema... pero este... -

- ¿Tenéis pensado nombre ya? -

- Yo he pensado un par... pero todavía no he consultado con tu padre... quiero esperar a saber que va a ser para elegirlo -

- Pues yo... quiero que sea niño... no sé... me hace ilusión tener un hermanito -

- Habrá que esperar -

- Ya se te nota algo la barriguita... - dijo poniendo la mano en la barriga de su madre - bueno... me voy... he quedado después con Mark -

- ¿Cómo va tu relación con él? -

- Bien... es un buen chico... lo quiero mucho... -

- Me alegro -

Ann se acercó a su madre y al abrazó antes de irse. Cuando llegó al gran comedor ya estaba su novio allí junto con el resto de Gryffindors.

- Ann y Mark van a salir a dar una vuelta esta noche - susurró Lizzy.

- ¿Quieres dar una vuelta tu también? - preguntó Harry contrariado.

Esa tarde Sirius le había pedido el mapa del merodeador y no se sentía seguro deambulando por el colegio sin él.

- No... yo sólo lo decía por que nos podemos quedar en la sala común tranquilos sin la presión que ejerce mi hermanito - dijo Lizzy sonriente.

Harry le devolvió la sonrisa, no era mala idea pasar un rato solos, en la sala común, tranquilos, sin Mark vigilando.

En ese momento llegó una lechuza y se detuvo frente a Ron.

- Es una carta de Christine -

- Parece que te va muy bien con mi hermanita - dijo Ann picaramente.

- No va mal - dijo Ron leyendo la carta.

A cada palabra que leía su sonrisa incrementaba.

- ¿Te doy un cubo? - dijo Harry, Ron lo miró sin entender - para las babas -

- Si yo necesito un cubo, tu una piscina... por que a ti si se te cae la baba con Lizzy - dijo Ron sonriendo con triunfo, Harry se puso algo rojo - pásame una hoja... quiero responder la carta -

Harry le paso un papel mientras Lizzy le daba un beso en la mejilla, Ron murmuró algo y se puso a escribir su carta para su novia.


Mark esperaba a Ann al final de la escalera, casi todo el mundo se había ido ya a dormir, excepto Harry y Lizzy que estaban sentados en el sofá hablando tranquilamente. Mark los miraba de reojo mientras esperaba que bajara su novia, no le hacia mucha gracia dejarlos ahí solos, pero mejor en la sala común que en una habitación.

- Vamos - dijo cuando Ann bajo.

- ¿Al pueblo? -

- No -

- Sabía que no conseguirías que fuéramos al pueblo - dijo Ann para picarlo un poco.

- Es arriesgado... - dijo él escuetamente no queriendo entrar en el pique.

- Claro, claro... - Mark se paró en seco y la miró seriamente como queriendo decirle con su expresión que no estaba para bromas - no te enfades - dijo Ann besándolo - era broma -

Y volvió a besarlo haciendo que la tensión que había acumulado Mark desapareciera.


Lizzy sonrió nada más ver salir a su hermano y se acercó más a Harry para abrazarlo.

- ¿Qué te apetece hacer? -

- Nada... como estoy ahora mismo estoy muy a gusto - dijo ella acurrucándose más.

- La verdad es que no se esta tan mal -

Lizzy le miró sonriente.

- ¿Qué haremos estas navidades? -

- No sé... ¿pasarlas aquí? -

- Nosotros siempre las pasamos en casa... -

- Bueno... si Sirius y tu madre comienzan a tener algo... a lo mejor las pasamos todos juntos -

Lizzy sonrió tristemente al pensar en la posibilidad de que su madre tuviera algo con Sirius, esa idea siempre le hizo mucha ilusión, pero ahora, con la posibilidad de que Sirius sea su padre, no estaba tan segura, lo que si tenía claro es que tampoco podía negarse si eso pasaba, a fin de cuentas, ellos y sólo ellos habían hecho que se juntaran.

Harry la vio triste, se acercó un poco y la beso dulcemente, beso que Lizzy correspondió y que poco a poco se tornó más apasionado.


Salieron de la sala común, con paso tranquilo y sin preocuparse, ya se inventarían cualquier cosa si se encontraban con el celador.

- Por aquí - dijo Mark guiándola.

- ¿A dónde vamos? -

- Al invernadero -

- OH... bonito lugar -

Llegaron al invernadero, y Mark hizo aparecer una manta para poder tumbarse en la hierva y no mancharse, con un golpe de varita abrió el cristal del techo para que se pudieran ver las estrellas.

- ¿Qué te parece? -

- Hay que reconocer que te lo has currado -

- Para que veas el novio que tienes... si es que soy un as - dijo Mark riéndose.

- Anda as... cállate y bésame -

- Como tu ordenes -

Mark se acercó y la besó dulcemente, tornándose cada vez más apasionado, él le rodeó la cintura con una mano, con la otra se apoyaba en el suelo, y la fue atrayendo hacia él, hasta que se tumbó, quedó Ann encima y la abrazó. Llevaban unos minutos así, besándose, saboreándose mutuamente.

- Será mejor que volvamos ya - dijo Ann al separarse para coger aire.

- ¿Ya?... esta bien - dijo besándole tiernamente en la nariz.

Se levantaron, recogieron todo y pusieron rumbo a la sala común.


Ni Mark ni Ann se habían dado cuenta de que dos personas les seguían, con el mapa del merodeador en mano, escondidos detrás de una estatua en ese momento, dos pares de ojos se posaban sobre los chicos.

- Remus de verdad... no entiendo que hacemos aquí -

- Calla coño... si tu hijo se atreve ha... lo mato... - dijo amenazante.

- Mark es un buen chico -

- ¿Ah si¿entonces por qué esta secuestrando a mi hija pequeña? -

- No la esta secuestrando - dijo Sirius tranquilamente - simplemente están dando una vuelta -

- ¿A estas horas?... la esta secuestrando - dijo tajantemente.

- Lo que tu digas... si eso te hace más feliz... - contesto Sirius cansado de discutir.

- Calla... sigámosles -

- ¿No crees que eso es meternos en su privacidad y que Ann se puede enfadar mucho si se entera? - preguntó Sirius preocupado por la reacción de los perseguidos cuando se dieran cuenta de que los seguían, Remus lo miró con odio - veo que no te importa... - Remus lo miró con verdadero odio dando a entender que no le importaba que los pillaran - esta bien... vamos... -

Fueron detrás de los chicos, siempre manteniéndose escondidos en las sombras, tenían bastante practica haciendo esto, y no fueron descubiertos.

- ¿Pero a dónde coño van? - murmuró Remus desesperado.

- Parece que... parece que van al invernadero -

- ¿QUÉ¿AL INVERNADERO? - casi gritó Remus - un lugar oscuro perfecto para pervertir a niñas pequeñas con trucos baratos - dijo alterado - vamos... rápido -

- Te repito que Mark es un buen chico... y tu hija también -

- Ann se ha atrevido a tirarle los tejos a Snape y besarlo... Ann es de temer - dijo Remus seriamente parándose en medio del pasillo.

- Entonces el que debe estar preocupado soy yo... pobre Mark - dijo Sirius con burla.

Remus lo miró con odio por la insinuación. En pocos minutos llegaron al invernadero y los dos adultos, aunque en ese momento cualquiera cuestionaría la supuesta madurez, se situaron en un lugar donde poder ver todo lo que ocurría sin ser descubiertos, pero claro, la pega era que no oían nada.

- Una imagen vale más que mil palabras - dijo Remus auto convenciéndose de que era el mejor lugar aunque no hubiera sonido.

- Mira... parece que están hablando -

- Mierda... ahora no me entero de las mentiras para aprovecharse de ella que le estará contando - dijo Remus frunciendo el ceño.

- Por enésima vez te lo digo... Mark es un buen chico... no se aprovecharía de... - dijo a Remus, miró a donde estaban los chicos y los vio besándose con pasión - mira... se están besando... mi niño es un campeón - dijo con orgullo.

- Tu niño esta muerto - dijo Remus dando un paso hacia ellos.

- Tu entras ahí y el que muere eres tu... Ann te mata... - dijo deteniéndolo.

- Se esta aprovechando de mi niña... -

- Es ella la que esta encima... -

- ¿Qué estas insinuando? - preguntó alterado.

- ¿Yo¡nada!... sólo digo que son novios... y que es normal que los novios se besen... ¿o es que tu con Kate no te besabas cuando salíais? -

- Por que se lo que hacia yo con Kate no me fío de tu hijo - dijo Remus preocupado.

- Pillín... - dijo Sirius picaramente, Remus lo miró con odio - mira... ya se separaron... parece que se van -

- Vamos -

Les siguieron hasta la sala común en silencio, entre las sombras, y aunque los vieron entrar sanos y salvos, Remus no se quedó tranquilo.

- Si quieres tendré una charla con Mark - propuso Sirius.

- No... que tu le animarías... la charla la tendré yo - dijo Remus seriamente.

- Esta bien... vamos a dormir... - dijo Sirius poniendo rumbo hacia su habitación.

Cuando llegaron Remus se fue directo a su cuarto para estar con su esposa, Sirius pensó que era la mejor idea que había tenido, a ver si con un poco de sexo se desesteras y deja las paranoias sobre los chicos, él se encaminó hacia su cuarto triste por que Elísabeth no había ido a verlo ese día, pero su sorpresa fue cuando encontró tumbada, durmiendo placidamente a Elísabeth. Se acercó a ella y la beso delicadamente en el cuello mientras la abrazaba atrayéndola hacia él posesivamente para quedarse dormido en esa postura.


Días después Elísabeth había ido a Hogwarts muy temprano, por suerte Dumbledore ya estaba despierto.

- ¿Y bien? - preguntó el director invitándola a tomar asiento.

- Se que tienes pensado proteger a Harry y a los gemelos y que en el castillo estarán muy seguros... pero... la verdad yo quiero pasar las navidades en familia... -

- Puedes pasarlas aquí -

- No sería lo mismo... a mi me gusta pasar las navidades en casa -

- En Viena... -

- No sería en Viena... sino aquí en Londres... mi hermano ha decidido restaurar nuestra antigua casa... y queremos pasar allí las navidades... todos... en familia... -

- Así que Daniel ha decidido volver a Londres -

- No sé si será permanente o no... pero como comprenderá me gustaría aprovechar el máximo de tiempo posible con él -

- Hay algo más ¿verdad? -

- Hombre... como es lógico Sirius querrá pasar las navidades conmigo... y si viene Sirius también va Harry... - Dumbledore frunció el ceño - sería bueno para Harry conocer el lugar donde creció su padre, recuerde que la casa vecina a la mía es la mansión Potter -

- Voldemort... - intentó decir Dumbledore.

- Las protecciones que tiene esas mansiones perduran desde hace siglos... no es tan simple acceder a ellas... además... no estaremos desprotegidos... he pensado invitar también a Kate y Remus... ¿cuántos seriamos¿cuatro aurores y una doctora?... suficientes para protegernos -

- Es arriesgado - dijo Dumbledore desde de pensarlo unos minutos.

- OH... por favor... Albus... yo no pondría en riesgo a mi familia por un capricho... sé que estarán seguros - pidió Elísabeth.

Dumbledore analizó la situación durante unos minutos.

- Esta bien... -

- ¡Gracias! -

Antes de irse al despacho fue a ver a Sirius para decirle que pasarían las navidades juntos, felizmente como una familia. Él estaba en la ducha, y ella entró al baño para verlo.

- ¡Joder! - exclamó Sirius al abrir la puerta de la ducha y encontrarse a Elísabeth de repente.

- ¿Te he asustado? - preguntó ella picaramente.

- Si... no te esperaba... ¿ha ocurrido algo? - preguntó preocupado dándole un corto beso y poniéndose la toalla alrededor de la cadera.

- No... nada malo... sólo venía a avisarte que este año pasaremos las navidades todos juntos -

- Claro... aquí en Hogwarts ¿no? -

- No... en otro sitio... ya tengo el permiso de Dumbledore... -

- ¿Dónde será? -

- No te diré nada... sorpresa, sorpresa... diles a Remus y Kate que ellos también vienen... y díselo a los gemelos, Harry, Ann, Chris... bueno y si Harry quiere invitar a Ron y a Hermione dile que no hay problema -

- Esta bien... yo les diré... - dijo abrazándola y besándola tiernamente.

Feliz por saber que pasaría las navidades en familia y en su casa, sacó su trasladador y se apareció en su despacho.


Remus estaba preocupado, y como para no estarlo, la noche anterior su hija y su novio se habían escapado a media noche para dar una vuelta y de paso intimar un poco. Cualquier padre estaría preocupado, y más teniendo en cuenta los genes que ese chico tenía, es que, ser la copia adolescente de Sirius Black pesaba mucho. Decido a poner remedio a la situación, cuando terminó la clase de DCAO que tenía con sexto de Gryffindor, llamó a Mark para hablar con él.

- Mark -

- ¿Si? - dijo el chico acercándose.

- ¿Podrías quedarte un rato? -

- Tengo clase con... -

- Te haré un justificante para que no te castiguen -

- Esta bien... ¿qué ocurre? -

- Veras - dijo acercándose y pasando su brazo por los hombros del chico - voy a ser directo... - Mark esperó durante unos minutos a que Remus hablara, el adulto pensaba como decirle todo lo que quería decir - si le haces daño a mi hija te mato - dijo al final como resumen de todos sus pensamientos.

- Me parece lo más justo... si estuviera en tu situación también lo haría - dijo Mark tranquilamente, Remus le miró sorprendido - no te preocupes... no le haré daño a Ann -

- Me caes bien, Mark... y confió en ti... se que sabrás mantener las distancias con mi hija... sino... -

- Si si... me mataras... he pillado el concepto -

- Eh Remus... no le metas miedo al chico - dijo Sirius acercándose.

Sirius sonriente, puso sus manos en los hombros de Mark, el chico al notar el gesto cambió su cara y se apartó.

- Tengo que irme a clase - dijo seriamente mientras se iba.

- ¿Qué ha sido eso? - preguntó Sirius impresionado.

- Ni idea... -

Mientras entraban los alumnos de segundo para la siguiente clase, Sirius se quedó mirando la puerta por donde había salido Mark, pensando, intentando saber por que su hijo había reaccionado así, tan frío y distante.


Bill abrió sin ganas la puerta de su casa y frunció el ceño al ver a un encapuchado en medio del salón.

- No hace falta que lo intentes... vengo de parte de Meryem - dijo el intruso al ver como Bill intentaba sacar rápidamente la varita.

- ¿Cómo se que no es una trampa? -

- No lo sabes... tendrás confiar... -

Bill se lo pensó durante unos minutos, la verdad no tenía nada que perder, bueno, si, la vida.

- ¿Qué sabes de ella? -

- Te envía esta nota... - dijo sacando la nota de la manga y entregándosela - esta bien... el señor oscuro no la castigo... pero no le están permitidas las salidas... así que no esperes verla por aquí -

Bill leyó el mensaje rápidamente, prácticamente decía lo mismo que le había dicho el intruso.

- ¿Algo más? -

- Si... intenta olvidarte de ella... esto no saldría bien... -

- Gracias por el mensaje... ahora vete - dijo Bill tajantemente.

El encapuchado asintió y desapareció, Bill se acercó al sofá y se tumbó pensando en lo que decía la nota, lo que dijo el encapuchado y en la situación. Una mortifaga y un miembro de la Orden, una muy extraña combinación, y difícil de mantener.


Harry fue a ver a su padrino a su cuarto, más que nada por que no tenía demasiados momentos para hablar con él durante las clases.

- ¿Estas bien¿ha pasado algo? - preguntó Sirius preocupado.

- No... no ha pasado nada... sólo quería verte... saber como estas... -

- Yo bien... ¿y tu? -

- Perfectamente - dijo el chico sonriente.

- Harry... ¿qué tal con..., bueno... ¿que tal con Lizzy? -

- Ella... ella y yo... pues... somos novios - dijo Harry algo avergonzado.

Sirius vio confirmadas sus dudas y la verdad no sabía como reaccionar, no podía amenazarlo directamente y tampoco podía dejarle ir sin advertirle.

- Espero que la estés tratando con respeto -

- Si... no te preocupes... nos va fenomenal... estamos muy felices los dos... y... no te preocupes... soy todo un caballero con ella -

- Eso espero... le he cogido mucho cariño a Lizzy y no quisiera que sufriera... y menos por ti -

- Yo... yo no le haría nada que pudiera hacerle daño... -

- Bien -

- Además... si pasara algo ya tengo a Mark para que me mate -

- ¿Si? -

- Es como un sabueso... y ya me ha amenazado de muerte varias veces si me paso un pelo con Lizzy -

- No creo que te haga nada - dijo Sirius intentando quitarle importancia al asunto y que no se notara el orgullo por su hijo en su voz.

- Ya... yo tampoco... pero tampoco voy hacer nada por comprobarlo -

- ¿Tienes clase ahora? -

- Si... Snape - dijo Harry haciendo una mueca de disgusto.

- Suerte -


En la puerta del aula de pociones, en un lado, donde nadie les oyera, los gemelos intercambiaban opiniones.

- Se supone que íbamos a actuar con este tema tranquilamente -

- Y eso hice -

- Hay que disimular más, Mark... te pones tenso cada vez que ves a Sirius -

- ¿Tu no? - preguntó el chico sarcástico.

- Yo también... hay que hacer algo... no podemos ponernos como politos de hielo cada vez que Sirius se acerque a nosotros... se acabara dando cuenta -

- Vale... esta bien... intentaré... se hará lo que se pueda - dijo finalmente.

- ¿No ha llegado Snape? - preguntó Harry acercándose a su novia y dándole un corto beso en la mejilla.

- No - dijo ella sonriéndole.


La luna llena fue diferente este mes, en primer lugar, Kate se fue a dormir al cuarto de Elísabeth para que Remus estuviera encerrado en el suyo, en segundo lugar, Kate se despertó a media noche con fuertes dolores de barriga, no producto de los últimos antojos, una mezcla de fuet y cereales con miel, sino producto de la luna llena.

- Esto es un niño... joder lo bien que se le da dar por culito - dijo Kate entre dolor y dolor.

Sirius estaba con ella, los dos en el baño, Kate vomitando los cereales. Él al oír, con su increíble súper oído de perro desarrollado, los quejidos de Kate fue a intentar averiguar que le pasaba, para su desgracia Remus también los había oído y ahora estaba nervioso, más de lo normal.

- Seguramente le afecta la luna llena -

- Con Chris y Ann no paso esto -

- Ahora estarás más sensible - dijo Sirius intentando aportar una solución.

- ¿Crees que puede haber heredado la licantropía de Remus? - preguntó Kate asustada.

- No sé... no creo... estarás sensible... además con todas esas cosas que comes... -

- No te metas con mi dieta - dijo Kate saliendo del baño y tumbándose en la cama.

- ¿Me quedó aquí contigo? - preguntó Sirius acercándole un baso de agua.

- No hace falta... seguro que ahora duermo... si necesito algo te pego un grito ¿vale? -

- Esta bien... descansa - dijo antes de salir del cuarto.

Definitivamente, cuando Kate se quedó sola, pensó totalmente segura que el bebe que tenía en su vientre era un niño, pero lo que más le asustaba era la posibilidad de que hubiera heredado la licantropía de Remus.


- Berta, cielo... ¿tiene Elísabeth alguna reunión importante hoy? -

- No, señora -

- ¿Nada sumamente importante? -

- Ninguna reunión ni nada por el estilo - dijo la secretaria mirando la agenda.

- Perfecto... - murmuró Romi.

Cargada con el optimismo de que Elísabeth no se podría negar a acompañarla entró en el despacho.

- Romi... ¿qué haces aquí? -

- Me tienes que acompañar a un sitio... y no puedes decir que no... se que no tienes ninguna reunión importante ni nada por el estilo -

- Pero... ¿es importante? -

- Importantísimo... con decirte que posiblemente sea la noticia que mi padre haya estado esperando toda su vida... -

- Vaya... - dijo impresionada - esta bien... iré... -

Se despidieron de Berta, bajaron hasta el aparcamiento, se montaron el auto de Romi y fueron hasta un hospital.

- Estoy nerviosa... - dijo Romi saliendo del coche.

- ¿Pero que pasa¿estas enferma? - preguntó Elísabeth preocupada.

- Depende de lo que digan los análisis -

- Pero... -

Romi echo a andar sin responder a las preguntas de Elísabeth, entraron en un consultorio donde un doctor las estaba esperando.

- Me alegro de verla señorita Schneider - dijo el doctor amablemente invitándolas a sentarse.

- ¿Y bien? -

- Los análisis son claros, señorita Schneider... esta usted embarazada -

- ¿Qué? - dijo Elísabeth impresionada al oír la noticia.

- Pero... pero... debe de haber un error... revíselo, por favor - pidió Romi un poco nerviosa.

- No hay error posible... los análisis estan bien... lamento que sea un embarazo no deseado, pero los hijos siempre son una bendición -

- Si... - dijo Romi absorta.

- Gracias doctor... será mejor... será mejor que la lleve a que le de el aire un poco para que digiera la noticia - dijo Elísabeth estrechándole la mano al medico.

Fueron hasta un parque, sin niños, en esos momentos deberían estar en clases, se acercaron a los columpios y se sentaron en ellos.

- Estoy embarazada - murmuró Romi intentando asimilarlo.

- Un niño siempre es motivo de felicidad... -

- Estoy embarazada -

- Romi... asimílalo... estas embarazada... ¿y, no serás ni la primera ni la última mujer en quedarse embarazada -

- Pero... las otras mujeres tienen a sus hombres que están con ellas... ¡yo no! -

- El padre no será el cubano ¿no?... por que a ese ya no lo vuelves a ver -

- No... no es el cubano... y si hubiera sido él habría sido un magnifico padre... le encantaban los niños... -

- ¿Entonces? -

- Es que... no sé como ha pasado... - Elísabeth la miró sarcástica - si, si sé como paso... pero me refiero... tu sabes que yo me cuido de que esto no pase -

- Ya -

- Y ha pasado con el único que no me cuido... -

- ¿Ya habías estado con este hombre? - preguntó Elísabeth extrañada.

- Es Albert - murmuró.

- ¿ALBERT?... ¡ALBERT! - gritó alterada.

- ¡Calla coño! -

- Es que... es que... es demasiado fuerte... ¿cómo?... dijo... creí... que vosotros ya no... -

- Y no estamos juntos... cuando él quiere olvidarte pues viene a mi... y yo... compréndeme... lo amo... no me resulta fácil negarme... - se explicó Romi angustiada.

- ¿Y eso ocurre mucho? - preguntó Elísabeth temerosa de la respuesta.

- Menos de las que yo quisiera - dijo con una leve sonrisa - y más de las que debería haberle permitido -

- Pues... creo que debes hablar con él -

- ¿Y que le digo? -

- Pues... ¿tu quieres que él se quede contigo y formar una familia? -

- Por supuesto... -

- Pues... dile que estas embarazada... que él es el padre... demuéstrale que no le necesitas... que no te hace falta para tener ese niño... -

- ¡Pero eso es lo contrario de lo que yo quiero! -

- Hay que ver... con lo lista que eres para ligar... y lo poco que conoces a los hombres -

- Yo conozco a... - se excusó Romi.

- Romi... tu dile a un tío que no le quieres... que ya no te importa... y si encima le dices que es el padre de tu hijo y no tiene ningún derecho sobre él... vamos... si Albert no acaba babeando por ti... es que es gilipollas -

- ¿Estas segura de que funcionara? - preguntó dudosa.

- Hombre... segura segura segura... no... pero vamos... si a pasar de él, añades que tienes una nueva conquista que puede acabar en futura boda... lo tendrás muerto por ti... y si no funciona con Albert te quedas con el otro que seguro que será un buen partido... -

- Eres mala - dijo Romi sonriente.

- Lo sé... - dijo Elísabeth sonriente.

- Gracias - dijo Romi abrazándola sonriente.


Elísabeth se apareció esa noche en Hogwarts, aun estaba un poco conmocionada por la noticia de que Romi iba a ser madre, estaba feliz por ella, pero tenían que hacer algo para que Albert se pusiera las pilas y no la dejara escapar.

Sirius se sorprendió al verla allí, se acercó, la abrazó y besó con ganas, pues llevaba dos días sin verla y ya la echaba de menos.

- Esto si es un recibimiento - dijo ella sonriente.

- Te echaba de menos -

- Pues anda que yo -

Estaban en el salón y entró Remus con un plato de tarta de chocolate, galletas y flan para Kate.

- Hola - saludo el recién llegado.

- Tarta... yo quiero... -

- Pues díselo a Kate... la tarta es de ella... y yo cuando esta con antojos me da miedo contrariarla con lo que come, por que enseguida se pone a la defensiva -

- Suele pasar... las embarazadas están más sensibles de lo normal - dijo ella quitándole el plato de las manos - trae... ya se lo llevo yo y la convenzo para que comparta - dijo yendo hacia el cuarto.

- No es justo... me abandonas por un trozo de tarta... - dijo Sirius impresionado.

- Es que... yo también tengo un atojo -

- Pero tu no estas embarazada - matizó Remus.

- Pero me solidarizo con mi amiga que si lo esta... - dijo antes de cerrar la puerta del cuarto de Kate.

- Elísabeth... - dijo Kate alegremente desde la cama - esa es mi tarta - dijo mirándola como a una enemiga.

- ¿A que me darás un poquito? - pidió Elísabeth.

- ... - Kate la miró como queriendo matarla.

Elísabeth le entregó el plato.

- Anda... -

- Esta bien... pero un poquito... y a cambio de un favor - cedió Kate metiéndose la primera cucharada en la boca y saboreándola.

- Dime -

- Ven conmigo al medico -

- ¿Qué os pasa a todas que tenéis que ir a medico? -

- ¿Cómo? -

- Esta mañana he estado con Romi en el hospital... resulta que esta embarazada... - dijo tomando un poco de pastel.

- Que bien -

- No tan bien... el padre... no esta precisamente enamorado de ella... y claro... hay que hacer un poco de chantaje emocional para que acabe enamorándose de ella - resumió Elísabeth.

- OH... eso es una putada... -

- Si... ¿y tu por que quieres ir al hospital¿temes que este mal el bebe? - preguntó preocupada.

- Quiero saber si ha heredado la licantropía de Remus... estos días durante la luna llena no me he encontrado demasiado bien... -

- Yo voy contigo... no te preocupes -

Entre las dos ya se habían comido toda la tarta y en ese momento Remus entraba en el cuarto.

- Hola amor... gracias por la tarta - dijo Kate tiernamente.

- De nada... - Remus se acercó y la beso dulcemente - Sirius te espera fuera - le dijo a Elísabeth.

- Es verdad... tengo que recompensarle por haberle abandonado por una tarta -

- No te será difícil - dijo Kate picaramente.

Elísabeth salió del cuarto sonriendo y se lanzó a los brazos de Sirius para comenzar a recompensarle en ese mismo instante, él no pudo hacer otra cosa que abrazarla y a tientas consiguieron llegar a la cama, donde rápidamente se despojaron de la ropa mientras se besaban apasionadamente y hacían el amor.


Ron seguía carteándose con Christine, todos los días una carta nueva y en la última, una gran noticia, Chris ya tenía pensado su regalo de navidad y le aseguraba que le iba a gustar mucho, es más, decía que él mismo le había dado la idea.

Los gemelos no volvieron hablar del tema de Sirius, e intentaban comportarse más naturales cuando se encontraban con él. Las respectivas relaciones de ambos hermanos iban viendo el popa y a toda vela. Todos felices y contentos por que iban a pasar las vacaciones de navidad juntos.

La única que estaba un poco mal era Hermione, se veía un poco fuera de lugar, en navidad, todos ellos con parejas, menos ella, pero Sirius le había dicho que no se preocupara, que se lo pasaría bien de todas formas.


Kate y Elísabeth se encontraban en el más prestigioso especialista medico en embarazos, pero este doctor se enfrentaba a una situación difícil, determinar si un feto sufría de licantropía.

- Señora Lupin... lamento decirle que eso sólo lo sabremos cuando el bebe nazca -

- Pero... -

- Las molestias durante el embarazo son normales -

- Ya... pero en mis anteriores embarazos no he tenido casi ninguna molestia y en este las estoy pasando canutas -

- Eso no quiere decir que haya heredado el gen -

- No... pero la posibilidad existe ¿verdad? -

- Siempre hay una pequeña posibilidad, pero es tan improbable... -

- Pero existe - insistió Kate.

- Señora Lupin... no se preocupe... seguramente los dolores fueron por algo que comió... controle más su dieta y no coma porquerías... verá como se le pasa los dolores -

- Mi dieta es buena... sólo tengo un par de antojos - murmuró Kate con rencor.

- Esta científicamente demostrado que las embarazadas mezclan comidas que estando en sus cabales no comerían ni a tiros - dijo el doctor sabiamente.

Tanto Elísabeth como Kate y la enfermera que estaba en la consulta miraron al hombre con cara de querer matarlo por el comentario.

- Doctor... ¿se esta metiendo con las embarazadas? - preguntó Elísabeth con un tono que daba a entender que responda lo que responda estaba muerto.

- ¿Yo?... no... sólo decía que existe un estudio... que... - dijo el hombre nervioso sudando la gota gorda.

- Al grano... esta usted queriendo decir que posiblemente mis dolores durante la luna llena sean producto de mis malos hábitos alimenticios ¿no? -

- Sólo he querido decir que ahora esta usted más delicada por el cambio hormonal que ha sufrido... lo más probable es que hubiera comido algo que le sentó mal -

- Esta bien... vigilare mejor mi dieta -

- Como ya le he dicho existe una posibilidad ínfima de que el bebe haya heredado el gen licántropo... y menos aun si me dice que ya ha tenido dos niñas absolutamente sanas -

- Muchas gracias doctor - dijo Elísabeth poniéndose de pie rápidamente.

Ambas tenían rato que querían salir de la consulta, una para ir al baño y otra para ir a comer. Elísabeth se puso de pie tan rápido que se mareo y tuvo que agarrarse a la silla para no caerse.

- ¿Estas bien? - preguntó Kate preocupada.

- Si... sólo me levante muy rápido y me maree -

- Bien... vamos - dijo Kate saliendo de allí.


Una tarde, como siempre era la primera en llegar a la oficina, Elísabeth entró en su despacho y se sorprendió al ver ya allí a Romi.

- Menos mal que llegas... - dijo Romi algo nerviosa.

- ¿Qué ha pasado? -

- He hablado con Albert -

- ¿Y? -

- Pues... al principio no se creía que estaba embarazada... después cuando le dije que si no se lo creía que esperara a que me creciera la tripa, ya empezó a creerselo un poco más... y cuando le dije que no tendría ningún derecho sobre mi hijo parecía que se iba a subir por las paredes - dijo sonriente.

- Ves... cuando a un hombre le niegas algo más lo desea -

- Ya... pero no sé... y si... ¿y si no consigo nada? -

- Entonces Albert no merece la pena -

- Se lo dije también a mi padre... -

- ¿Y? - preguntó Elísabeth impaciente.

- Ese si que esta contento... dice que da igual que no haya padre... que a él no le importa... esta loco de contento... -

- Me alegro... ahora no te preocupes... lo que más importa es que tu estés tranquila y bien... si Albert no quiere se papá, allá él... -

- Ya... me gustaría que estuviera conmigo en todo... pero si no quiere hacerse cargo o no le importa no le voy a obligar... yo me basto y me sobro -

- ¡Muy bien dicho! -

- Bueno... me voy... he quedado con mi padre en el club... te llamo después - dijo Romi yendo hacia la puerta.

- Cuidate -


Harry entró en el cuarto de su novia, un poco con miedo y rezando para que ni ella estuviera en la ducha ni Mark estuviera vigilando, se sorprendió al ver todo el cuarto revuelto.

- ¿Qué hacéis? -

- Las maletas - respondieron ambos hermanos a la vez sin mirarle.

- ¿Tan pronto? -

- Después nos entra la prisa y no encontramos nada - dijeron otra vez a la vez.

- Ah... -

Lizzy alzó la cabeza y miró sonriente a Harry.

- Lizzy... esta camiseta es mía - dijo Mark cogiendo una camiseta y metiéndola en su maleta.

- Pero es mi preferida... anda... regálamela -

Mark se había comprado hacia un par de años una camiseta que en cuanto Lizzy la vio, le encantó, y de vez en cuando entraba en el cuarto de su hermano para cogerla y ponérsela, era de estilo deportivo, gris y con gorro, y a ella le encantaba.

- Todos los años me pides lo mismo... y todos los años te digo lo mismo... no -

Harry sonrió al ver la escena y viendo que los dos estaban tan concentrados en hacer las maletas se fue a su cuarto a imitarlos un poco y tener todas sus cosas preparadas.


A última hora de la tarde llegó una lechuza con unos sobres ministeriales, fue Farah quien se acercó a recogerlos mientras Elísabeth discutía unos asuntos sobre sus vacaciones con Albert.

- Me da igual... yo me voy de vacaciones a Londres con mis hijos... - dijo ella pasando olímpicamente de lo que el hombre le decía.

- Pero no puedes permitir que Romi haga eso -

- A ver... ¿qué es lo que esta haciendo mal? - preguntó ella armándose de paciencia.

- Pues salir... ya no esta en condiciones -

- ¿Y por qué no?... que este embarazada no significa que este paralítica para no pueda salir a pasárselo bien -

- Esta embarazada... ¿cómo puede pensar en salir a buscar hombres? - dijo Albert alterado.

- ¿No esperaras que se quede a vestir santos? - dijo ella sarcástica - mira, Albert, si quieres prohibirle que salga... inténtalo tu... yo no tengo por que hacerlo... ella es libre... esta embarazada, si, pero es libre de salir con quien quiera... -

- Es mi hijo -

- Eso lo tienes que hablar con ella... no conmigo -

- Mira - dijo Farah acercándole y mostrándole el sobre a Elísabeth que lo leyó con el ceño fruncido - Albert, ahora lo que Romi más necesita es cariño y comprensión... no una prohibición... - dijo Farah sabiamente.

- ¿Un baile?... ¿pero estos del ministerio no piensan?... estamos en plena guerra... ¿cómo se ponen a planear un baile? - dijo Elísabeth impresionada por la falta de cerebro del ministro de magia.

- ¿Qué baile? - preguntó Albert curioso.

- Por eso mismo quieren hacerlo... para que Voldemort vea que pese a la guerra seguimos teniendo vida -

- ¿Hola¿podríais responder a mi pregunta? - dijo Albert intentando hacerse notar.

- El Ministerio de Magia ha convocado un baile para año nuevo -

- Ah... ¿vas a ir? -

- No lo sé... tendré que consultarlo con Sirius... - dijo Elísabeth pensativa.

Albert frunció el ceño al oírla hablar de su pareja.

- Bueno... es tarde... mejor que nos vayamos - propuso Farah.

Se fueron a sus casa y Elísabeth aprovechó después de cenar para ir a ver a Sirius con la excusa de comentarle lo del baile, pero en verdad iba para verlo por que llevaba un par de días sin poder estar con él.

Cuando se apareció Sirius ya estaba dormido, así que se quitó la ropa, se puso el pijama, se acercó sigilosamente y se metió con él en la cama, acercándose mucho para que estuviera cerca, como si fuera un acto reflejo Sirius la abrazó.

- Creí que no vendrías - murmuró atrayéndola más hacia él.

- ¿Tienes mucho sueño? - preguntó ella mientras le besaba el cuello.

- Para hacer el amor contigo nunca tengo sueño -

Rápidamente Sirius estaba sobre ella y comenzaba a acariciarla y a besarla con pasión.

- No era por eso... tengo que hablar contigo - dijo Elísabeth entre risas.

- Pero a mi me apetece más... -

- ¿Sabes que el Ministerio esta organizando un baile de año nuevo? -

- Si... Dumbledore nos lo ha dicho hoy... al parecer nos han llegado las invitaciones -

- A mi también me las han enviado... ¿vamos a ir? - preguntó dudosa.

- ¿Quieres ir? -

- No sé... sería una buena ocasión para demostrar a todo el mundo que estamos juntos -

- ¿Incluso a los niños? -

- Que remedio... si voy a ese baile quiero que tu seas mi pareja - dijo ella tajantemente.

- No te dejaría bailar con ningún otro - le susurró Sirius al oído.

- Entonces... -

- Hablaremos con Dumbledore... no dudo que envíen aurores para proteger la fiesta... sería una buena excusa ir de infiltrados -

Elísabeth se acercó y lo beso con pasión mientras lo atraía hacia ella para que se pusiera encima, Sirius así lo hizo y comenzaron ha hacer el amor.


Voldemort estaba que echaba chispas, se encontraba en su cuarto, con la luz apagada y consumiéndose del coraje por que el Ministerio había organizado un baile en plena guerra, eso era como tomarlo a él, a Lord Voldemort, a sus amenazas, a pitorreo.

- Un baile de año nuevo... me están tentando... provocándome... insultándome... pues bien... no voy a defraudarles... mis mortifagos y yo... iremos a ese baile - susurró Voldemort maliciosamente.


Lejos de Londres, en un bonito apartamento de Viena, Albert tocaba el timbre insistente para que le abrieran la puerta.

- ¿Qué quieres? - dijo Romi con desgana.

- Quiero hablar contigo... -

- Pues yo no... todo lo que te tenía que decir ya te lo he dicho... y ahora si me disculpas... he quedado - dijo intentando cerrar la puerta, pero Albert era más fuerte y entró en el piso.

- ¿A dónde vas? - preguntó él al verla con un bonito vestido.

- Ya te lo he dicho... he quedado... -

- ¿Con un hombre? -

- No... con varios... vamos a montarnos una orgía - dijo Romi alegremente.

- ¿QUÉ? - gritó Albert alterado.

- ¡Es broma! -

- No juegues con esas cosas - dijo Albert todavía alterado con la mano en el corazón.

- Si hubieras visto tu cara... - dijo Romi riéndose.

- No tiene gracia... -

- De todas formas... no tienes nada que hacer aquí... yo he quedado... -

- ¿Con quien? -

- Y a ti que te importa -

- Mucho... el bebe que llevas ahí dentro es mío también - dijo Albert alterado.

- Con respecto a eso... hasta que no vea un anillo de matrimonio en este dedo - mostró el dedo anular - y mi apellido pase a ser Bradley no tienes ningún derecho... ni sobre el niño... ni sobre mi - dijo tajantemente cerrando la puerta de su cuarto.

Albert se fue al salón y se sirvió una copa, estuvo dando vueltas alrededor del sillón de un lado para otro hasta que Romi salió completamente arreglada para ir a la calle.

- ¿De verdad vas a salir? - preguntó preocupado.

- ¿Y por qué no? -

- Por que... - intentó decir él.

- No me esperes despierto... - dijo Romi saliendo por la puerta.

Albert se quedó allí, plantado, impresionado por que se había ido, se fue hasta el sofá, se sentó, cruzó los brazos y frunció el ceño, la esperaría despierto.

Romi bajaba en el ascensor pensando en lo que podría decirle Elísabeth cuando la viera aparecer tan bien vestida en la puerta de su casa, pero y lo a gusto que se había quedado ella haciéndole pensar a Albert que iba a salir con un hombre, esa felicidad no se la quitaba nadie. Salió por la puerta del edificio y se chocó con alguien.

- Lo siento - dijo el hombre disculpándose.

- Ha sido culpa mía no estaba mirando - dijo Romi mostrando una sonrisa de disculpa.

- Señorita Schneider - dijo el hombre sorprendido - disculpe que la moleste... su padre me dio la dirección... venía a... ¿se acuerda de mi? - preguntó viendo la cara de desconcierto de ella.

- OH... claro que me acuerdo... mi padre nos presentó el otro día en el club de campo... ¿cómo esta señor Rojas? -

- Bien... por eso venía... tengo entradas para el teatro pero no pareja... su padre me dio su dirección... y yo quisiera invitarla... OH, lo siento... ya tenía usted un plan... perdóneme - dijo al verla tan bien vestida.

- No se preocupe... no había quedado con nadie... y... la verdad... me encantaría acompañarle - dijo Romi sonriente.

- En ese caso - le ofreció el brazo, Romi lo aceptó encantada - espero que le guste la opera - dijo mientras iban al coche.

- Me fascina -

El señor Rojas abrió la puerta galantemente invitándola a entrar en su coche.


Draco estaba tumbado en su cama, leyendo una y otra vez la carta que su madre le había enviado, tenía que pasar las navidades en su casa, al parecer el señor oscuro tenía trabajo para sus mortifagos y Draco como buen hijo de Lucius Malfoy que era, tenía que ir también.

No le hacía ni pizca de gracia hacerlo, él ya había planeado pasar unas vacaciones inolvidables con Rachel en el castillo, y ahora, por culpa del señor oscuro se le fastidiaba todo el plan. Salió de su ensimismamiento cuando notó como Copota se subía a su cama, alzó la mirada y vio a Rachel entrando sonriente en el cuarto.

- Tengo una mala noticia - ella hizo un mohín de disgusto - tengo que ir a pasar las navidades a casa -

- ¿Por qué? - preguntó ella tristemente.

- Mi madre me reclama... lo siento -

Rachel se acercó, se tumbó junto a él y se acurrucó en su pecho.

- Entonces pasaré las vacaciones aquí solita -

- Solita no... Copota estará contigo - dijo Draco mirando al animal.

- Menos mal... aunque se pasa el día durmiendo... pero bueno... -

- No te preocupes... volveré pronto -

- Vale... -


A la mañana siguiente Elísabeth estaba en su despacho cuando recibió una llamada en su móvil.

- ¿Qué pasa Romi? - preguntó directamente al ver su nombre en la pantalla.

- No se si te lo ha contado Albert... -

- No me ha dicho nada -

- Tengo noticias... siento no haber ido ayer a tu casa... -

- No pasa nada... fui a ver a Sirius... pero cuéntame ¿qué paso? -

Romi le contó en detalle todo lo sucedido, la visita de Albert, que le hizo pensar que se iba por ahí de juerga, que dejó a Albert sólo y plantado en su casa, que cuando salió del edificio se encontró con un empresaria amigo de su padre, que se fue con él, que lo paso maravillosamente bien, y que cuando volvió a su casa después de una velada tan fantástica encontró a Albert dormido en el sofá, y por la mañana ya no estaba.

- Ese hombre es una maravilla... tan gentil... tan caballeroso... vamos ni punto de comparación con Albert -

- Me alegro de que te lo pasaras bien... -

- Y hoy he vuelto a quedar con él - dijo Romi emocionada.

- Parece que tiene futuro -

- Eso espero por que me encanta... -

- ¿Es guapo? -

- Guapo es poco... castaño tirando a rubio... ojos azules... sonrisa perfecta... un cuerpo de infarto -

- ¿Ya le has visto desnudo? - preguntó Elísabeth picaramente.

- No... pero me lo he imaginado... quiero tomármelo con calma... voy a ser mamá, tengo que tomármelo con calma -

- Me parece perfecto... oye.. te dejo que tengo una visita - dijo al ver a alguien entrar por la puerta.

- Vale... ya te contaré como me va -

- Eso espero... cuídate... -

- Igualmente -

Y colgó.


Al parecer tenían que hablarles de algo importante porque sino sus padres no hubieran permitido a Christine que abandonara ese día sus estudios. Pero como todavía los adultos no habían llegado a lugar, la chica se dedicó a hacerse carantoñas con su novio, por que para eso lo tenía, además así se quitaba un poco de los estudios de la cabeza.

Kate miraba a todas las parejas de adolescentes en la habitación, sonreía al ver como Mark miraba de reojo cada vez que podía a su hermana, que estaba muy pegada a Harry, también vio como Hermione miraba a Ron, le dio algo de pena por que las miradas que les lanzaba la chica a su hija y su novio eran de celos.

Elísabeth llegó del despacho de Dumbledore después de hablar sobre el baile, había reunido en el salón previo al cuarto de Sirius y Remus a todos los que tenía previsto que pasaran las navidades en su casa.

- Bien... no se si lo sabréis pero el ministerio prepara un baile para el último día del año -

- ¿Un baile? -

- Si... y estamos todos invitados -

- ¿Vamos a ir? -

- Acabo de hablar con Dumbledore y... el ministerio pondrá aurores para la seguridad de la fiesta... incluso el mismo Dumbledore estará presente... así que lo he convencido para que nos dejen ir a todos nosotros -

- ¿Incluido yo? - preguntó Harry sorprendido.

- Incluido tu... es más... entre la idea de que os dejemos a todos vosotros - señaló a los adolescentes - solos en el lugar donde pasaremos las navidades y que vayáis a la fiesta con nosotros - señaló a los adultos - pues... mejor teneros vigilados... -

- Entonces habrá que escoger vestidos y todas esas cosas - dijo Lizzy.

- Si... pero eso lo haremos cuando estemos de vacaciones... antes del baile -

- ¿Nada más? -

- No... podéis iros -

Todos los adolescentes se fueron, cada uno a sus quehaceres.

Ron y Christine se fueron a dar un paseo por los jardines, antes de que ella tuviera que irse.

Sabían desde hace días que pasarían la navidad juntos, pero la noticia de un baile era nueva e inesperada. Lo primero que pensó Harry fue que no sería tan divertido como todos aseguraban, él había tenido una muy mala experiencia en el único baile al que había asistido. Los gemelos se lo tomaron bien, ellos hacían baile de fin de curso todos los años en su antiguo colegio y la verdad se lo pasaban bastante bien todos. Hermione, que si antes se veía sola, ahora se veía sin pareja para un baile, las dudas le asaltaron, pero Kate habló con ella y al final la convenció para que de todas formas fuera a pasar la navidad con ellos.


Llegó el día en el que los alumnos que iban a pasar las navidades en sus casas se fueran, la mayoría ya estaban subidos a los carruajes, pero todavía faltaban algunos por despedirse, tal era el caso de Rachel y Draco. El chico, por exigencia materna, tenía que ir a pasar esas fechas tan señaladas en su casa, no era el caso de la chica, cuyos padres estaban de viaje de negocios y tenía que quedarse en el colegio.

- Te echare de menos - dijo Rachel todavía abrazada a Draco.

- Yo también a ti - respondió él sonriendo con tristeza.

Y lo decía en serio, en este tiempo que llevaba de novio con la chica había llegado a darse cuenta de que la quería, algo que nunca le había pasado.

- Escríbeme -

- Todos los días -

- Eso espero -

Draco se acercó y la besó tiernamente para despedirse, intentó soltarse del abrazo para poder subirse en uno de los carruajes.

- Rachel... tengo que irme... - dijo intentando que le soltara.

- No quiero que te vayas - dijo ella poniendo carita de pena.

- Pero es que tengo que hacerlo... volveré en un par de semanas... -

Cuando consiguió soltarse le dio un beso en la frente y se subió al carruaje más cercano. Rachel se quedó mirando como se iba, y triste, por que su amor ya no estaba con ella, se fue a su sala común, la verdad, no tenía ganas de celebrar nada.


En otro lugar del castillo otro era el panorama.

- Pero mamá ¿a dónde vamos? - preguntó Lizzy impaciente por saber.

- Es una sorpresa... ¿estamos todos listos? - preguntó al resto de la gente.

Estaban en el salón previo a los cuartos de los dos profesores de DCAO, todos, Remus, Kate, Christine, Ann, Sirius, Harry, Ron, Hermione, Mark, Lizzy y Elísabeth con sus respectivas maletas, y todos sin saber a donde iban a pasar las vacaciones de navidad, por que Elísabeth no le había dicho a nadie el lugar, ni siquiera a los adultos.

- Si... todos listos... ¿a dónde vamos? -

- Buen intento, Sirius... pero no diré nada... - dijo Elísabeth sonriente - venga... acercaos al trasladador - dijo sacando una pelota de playa.

- ¿Nos vamos a Punta Cana? - preguntó Mark viendo la pelota de playa.

- No... un lugar mejor... -

- ¿Disney Land? - preguntó Lizzy.

- No... y no preguntéis mas - dijo viendo como sus hijos estaban dispuesto a decirle toda la geografía con tal de sacar algo de información.

Todos se acercaron al trasladador y lo tocaron, tuvieron que esperar un minuto hasta que se activo, y en cuestión de segundos estaban en un gran salón de una gran mansión.

- ¿Dónde...? -

- Bienvenidos a la mansión McCallister en el Valle de Godric - dijo Elísabeth sonriente.

Sus palabras provocaron reacciones diversas en todos. Kate sonreía alegre, ella pasó un par de navidades cuando estaba en el colegio en aquella casa junto con Lily y Elísabeth. Remus y Sirius no es que hubieran estado exactamente en la casa, más bien estuvieron en la casa de al lado, que era la de James, pero alguna vez entraron para hacerles alguna travesura a las chicas. Para Harry escuchar las palabras "Valle de Godric" fue un impacto, pues en ese valle es donde sus padres tenían la casa y donde Voldemort los mató. Los gemelos, Ann, Chris, Ron y Hermione, estaban impresionados con el lugar y contentos de estar allí.

- Por fin llegáis -

- ¡Tío Daniel! - gritaron los gemelos corriendo hasta él para abrazarlo.

- Creí que llegarías en un par de días - dijo Elísabeth saludando a su hermano.

- Vine antes... - dijo Daniel sonriente - Farah esta en la cocina organizando a los elfos para la cena de navidad -

Sirius nada más verlo se escondió detrás de Remus, no es que le tuviera miedo, no, pero si mucho respeto y le daba un poco de temor las represalias que Daniel pudiera tener por lo que paso hace años.

- ¿Te acuerdas de Kate? -

- Por supuesto que me acuerdo de la pequeña Kate - dijo Dan alegremente saludándola.

- Ya no soy tan pequeña - dijo Kate frunciendo el ceño.

- Cierto... ahora estas más grande... sobre todo de aquí - Daniel puso su mano en la barriga de Kate - por lo que me ha dicho Eli esperas un bebe -

- Si... - contestó ella sonriendo alegremente.

- Estas son Christine y Ann... las otras dos hijas de Kate - dijo Elísabeth presentándolas.

- Unas niñas tan preciosas como su madre - dijo cortésmente.

- Ron y Hermione... unos amigos de Harry -

Daniel sonrió saludándolos.

- Harry Potter -

El hombre se detuvo a mirarlo concienzudamente.

- Eres igual que tu padre... tienes la nariz de tu abuela y las orejas de tu abuelo... y por supuesto los bellos ojos de tu madre... - dijo con cariño sonriendo tristemente, como si los estuviera viendo en ese momento.

Harry sonrió levemente, siempre le decían que era igual que su padre pero con los ojos de su madre, pero nunca le habían sacado parecido a sus abuelos.

- Y ellos... -

- A estos dos no hace falta que me los presentes... - dijo sonriendo traviesamente - todavía me duele el oído de los gritos que pegaste aquella vez que se metieron en tu cuarto... - le susurró a Elísabeth.

Elísabeth sonrió al recordar aquello.

- Bien... Olry... ¿podrías llevar a cada uno a su cuarto?... y llama a más elfos para que te ayuden a llevar las maletas - pidió amablemente al elfo.

- Si señora... -

En cuestión de segundos las maletas de todos desaparecieron y siguieron al elfo por un corredor hasta una gran escalera.

- Harry... - lo llamó Elísabeth para que se retrasara un poco.

- ¿Si? -

- Se lo que estas pensando... en el Valle de Godric murieron tus padres - Harry asintió - este valle se divide en dos partes... una zona residencial con casitas adosadas unifamiliares... ahí era donde tus padres vivieron de casados... y una zona con varias mansiones inmensamente grandes... que es donde estamos ahora... la mansión que hay al lado de esta... era la de los Potter... ahí fue donde se crió tu padre... donde vivieron tus abuelos... donde tus padres se casaron... - Harry la miró sorprendido - se que puede resultarte doloroso... pero... si quieres verla... avísame y te acompaño ¿vale? -

- Vale - dijo algo nervioso.


Hacia un par de horas que estaban allí y ya era de noche, todos estaban cansado por el ajetreo, habían cenado en el comedor y ahora cada uno estaba en su cuarto. Sirius vio como la puerta de su cuarto se abría, entraba alguien y se cerraba.

- Me temo que estos días no podremos estar muy juntos - dijo Elísabeth acercándose a la cama de Sirius.

- No pasa nada... lo importante es que estamos juntos... - dijo acercándose para besarla.

Elísabeth se tumbó junto a él abrazándolo.

- Me gustaría quedarme aquí contigo... pero no puedo... - se levantó - mejor me voy antes de que Daniel haga una revisión de cuartos... o peor... los gemelos -

- Tu hermano me sigue odiando -

- No... no te odia... sólo es... ya sabes como es Dan... si de verdad te odiara ya te habría matado... -

- Si... eso es cierto... -

- Me voy... - se acercó y le dio un beso - soñare contigo - dijo picaramente.

Sirius sonrió mientras la veía irse.


A la mañana siguiente cada uno se despertó y bajo a desayunar a lo largo de la mañana, Farah y Daniel que fueron los más madrugadores se entretuvieron en adornar el árbol de navidad que habían puesto en el salón, y después cada uno se fueron ha hacer lo que más les apetecía, excepto los gemelos, que castigados por despertar demasiado temprano a Elísabeth tenían que estar en la biblioteca haciendo los deberes.

- Pero mamá... ya lo hemos terminado todo... -

- Pues hacéis más... -

Sirius entró en la biblioteca y vio como los gemelos imploraban a su madre para que les dejara salir a jugar en vez de estar allí estudiando.

- Pero... -

- Sirius... - dijo Elísabeth cuando lo vio - tu que eres su profesor de DCAO... ponles más tarea -

- No me vas a cargar a mi con la responsabilidad de tenerlos aquí encerrados... déjales que salgan a jugar... -

- Con una condición... - dijo ella después de unos minutos reflexionando.

- Lo que sea - dijeron los gemelos a la vez.

- Nada de despertarme tan temprano... cuando os despertéis os vais al salón o a desayunar o a hacer lo que sea pero nada de despertar a la gente... ¿trato hecho? -

- Esta bien -

- Salid de mi vista - dijo Elísabeth sonriendo.

Los gemelos salieron corriendo hacia el jardín que era donde estaba el resto.

- ¿No es un poco cruel tenerles en navidad haciendo tareas? - preguntó Sirius mientras la abrazaba.

- Ayer no pude pegar ojo... y hoy me han levantado a las ocho de la mañana... es más cruel que estando de vacaciones te despierten tan temprano... además... han prometido que no molestaran por la mañana... lo cual quiere decir - dijo con voz sugerente - que podremos dormir juntos sin temor a que los gemelos nos descubran por la mañana -

- Es una buena solución... - Sirius comenzó a besarle el cuello haciéndole cosquillas - ¿por qué no vamos a tu cuarto? -

- ¿Ahora? -

- Cualquier momento es bueno para tenerte - dijo Sirius mientras se encaminaba hacia las escaleras abrazado a ella.

Llegaron al cuarto y mientras Elísabeth cerraba con llave, Sirius la desvestía entre risas, pronto estuvieron los dos desnudos sobre la cama, haciendo el amor con las mismas ganas y la misma pasión de siempre.


Fuera en el jardín se estaba llevando a cabo un pequeño pero entretenido mini partido de quidditch, los gemelos estaban demostrando que eran muy buenos volando y que si querían podrían estar en el equipo de la escuela.

- Ann... - dijo Mark bajando hasta donde estaba la chica - anda coge una escoba y juega - le animó.

- Pues va a ser que no... - dijo volviendo a sentarse en su cómoda silla.

- No vas a conseguir que suba a una escoba ni en sueños -

- ¿Por? -

- Mi hermanita le tiene una fobia horrible a volar -

Chris se había acercado a Mark al ver la cara de desconcierto que se le había quedado por la negativa para explicarle la reacción de su hermana.

- ¿Y eso? -

- Traumas infantiles - dijo volviendo a elevarse para animar a Ron que acababa de meter un gol.

Mark se elevó un poco para que no le diera una bludgers, mirando todavía a su novia, pensativo, intentando razonar como no le podía gustar volar en escoba, y sobre todo ideando un plan para que le gustara.


Por la tarde Elísabeth los reunió a todos en el salón.

- Bien... como aquí celebramos la navidad... y como no podemos salir de la casa y mucho menos del valle por si hubiera cualquier atentado... he pensado un buen método para comprar los regalos -

- ¿No podemos comprarlos nosotros mismos? - preguntó Christine.

- Es arriesgado salir todos... o que salieran unos pocos... - dijo Remus.

- Veréis... de aquí - dijo haciendo aparecer un montón de catálogos, revistas y demás publicidad - elegís el regalo, lo apuntáis en un papel a quien va y de parte de quien... y después le dais los papeles a Olry... él se encargara de que el día de navidad estén todos los regalos bajo el árbol -

- Eso es explotación - murmuró Hermione.

- No es explotación por que Olry se ha ofrecido para hacerlo sin que nadie le dijera nada... es más... él me sugirió la idea - dijo Elísabeth que había oído perfectamente el comentario de Hermione.

La chica se sonrojó y bajó la cabeza avergonzada. Aceptando todos el método para comprar los regalos cada uno cogió una revista y comenzó a ojearla y a tomar ideas sobre que regalar.


Meryem consiguió escaparse del cuartel general, todavía no sabía como pero estaba segura de que Severus tenía algo que ver con que le dieran ese permiso de salida. Se encontraba en un centro comercial muggle, según la nota que Severus le había hecho llegar tenía que reunirse allí con él a las seis de la tarde, era extraño que la citara allí, en un lugar muggle, pero pensó "Si Severus ha conseguido hacerme salir del asedio y paranoias del viejo quien soy yo para quejarme del lugar en que me cita".

- Creí que sería una trampa de un mortifago -

Meryem se giró rápidamente y se encontró cara a cara con Bill.

- Bill... ¿qué haces aquí? - dijo emocionada abrazándolo.

- Recibí una nota diciéndome que estarías aquí... -

Se abrazaron fuertemente para comprobar que no era un sueño, que era real.

- Yo he conseguido que me dejen salir... pero tengo muy poco tiempo... -

- ¿Cómo te encuentras¿has estado bien? - preguntó preocupado.

- Estoy bien... de verdad, no te preocupes... el señor oscuro no me hizo nada... pero esta... no me dejan salir -

- He pensado en ti constantemente - dijo antes de besarla con ansias.

- Y yo en ti... -

Meryem se palpó el antebrazo izquierdo haciendo una muestra de dolor.

- ¿Qué ocurre? -

- Nos reclama... he de volver - dijo tristemente.

- Yo... no quiero que te vayas... no se si volveré a verte - dijo él mientras la abrazaba.

- Debo irme... sino lo hago será peor... te aseguro que nos volveremos a ver... -

Ella se acercó triste y le besó suavemente, después se fue corriendo para introducirse en uno de los cuartos de baño que había cerca y desaparecer.


En el colegio Hogwarts, Rachel abría impaciente un carta que acababa de recibir, alegre por ver que era de Draco, se dejó caer en la cama, donde estaba Copota durmiendo. A Rachel le pareció que Draco le escribió bien poco, pero era más el detalle de haberse acordado lo que le hizo olvidar las pocas palabras de su novio, en resumen, le preguntaba si se lo estaba pasando bien y le decía que la echaba mucho de menos y que por allí iban bien las cosas. Feliz por la carta, sacó su cuaderno y se puso a escribirle una contestación, Copota no dejaba de dar vueltas en la cama para poder encontrar otra vez la posición ideal para dormir.
Llegó el día más esperado del año por los gemelos, aparte de su cumpleaños, y ese día daba igual la prohibición que su madre les había hecho de no despertar a nadie antes de hora, esa mañana a las nueve ya estaba todo el mundo despierto, unos con más emoción que otros.

Elísabeth había pasado todas las noches desde que llegaron a la casa durmiendo con Sirius, a escondidas, pero durmiendo juntos, siendo inteligente y conociendo como conocía a sus hijos, decidió no pasarla con él, el por que era muy simple, los gemelos el día de navidad se olvidaban de que tenían dieciséis años y adquirían una mentalidad de unos niños de cinco años, esto se traducía en dar saltos en la cama de su madre para que se despertara a las ocho de la mañana. Cuando ella estuvo despierta y dispuesta a levantarse fueron recorriendo todas, repito, todas, sin importar lo que las personas que hubieran dentro estuvieran haciendo, las habitaciones para despertar a todo el mundo y poder así abrir los regalos de navidad.

Estaban todos en el salón, como he dicho antes, cada uno con un grado de emoción distintos, por ejemplo, los gemelos estaban saltando de un lado para otro contentos y felices animando a todo el mundo para abrir los regalos, Elísabeth comenzaba a contagiarse del ambiente de sus hijos, incluso llegando a besar a Sirius cuando creyó que sus hijos no les veían, pero si les vieron, lo que ocurre es que estaban tan emocionados que lo dejaron pasar, Ann, Christine, Ron, Hermione y Harry, también se estaban contagiando del espíritu infantil, y los demás adultos reían y abrían sus regalos tranquilamente.

Todos, absolutamente todos, recibieron en alguno de los regalos uno o varios libros, o bien de lectura magia o bien de lectura muggle. Los gemelos entre ellos se regalaron los últimos videojuegos y discos de música que se habían pedido mutuamente, ellos lo tenían fácil. Christine le regalo a su hermana un diario mágico para que pusiera ahí sus pensamientos. Ron le regalo a Chris un colgante muy bonito. Harry a Lizzy un vale por una velada romántica en el pueblo, que incluye una cena, paseo bajo las estrellas, mimos y arrumacos y llegar a muy tarde a sus cuartos. Como siempre los niños recibieron los regalos de la señora Weasley. Pero el regalo que más impactó fue el que le hizo Mark a Ann. Ella todavía estaba con la cara de pocker, es decir, que su cara no reflejaba nada, ni si le gustaba ni si no le gustaba.

- ¿No te gusta? - preguntó Mark tristemente.

- Eh... bueno... pues... ¿por qué una escoba? - preguntó finalmente queriendo despejar esa incógnita.

- Chris me dijo que tenías fobia a volar... así que te regalo una escoba para que aprendas a volar y así se te pase el miedo -

- Yo... yo es que no quiero aprender a volar -

- Anda... yo te enseño... veras que cuando yo te enseñe te gustara... -

- Pero es que... -

- Por favor... por lo menos inténtalo... por mi... - pidió Mark poniendo carita de perro abandonado.

- Esta bien... lo intentare... pero no va a funcionar - dijo Ann dándose por vencida.

Desde el otro lado de la habitación Remus recordaba como su hija había generado ese miedo a volar.

- FLASH BACK -

Una pequeña Ann, de unos tres años, con dos coletitas, en cada una un lacito, y un vestido blanco, paseaba con su padre por el jardín. Su hermana Christine, con unos siete años, bajaba corriendo a estrenar el regalo que su padre le había hecho.

- ¡Papi! - dijo Chris llegando hasta Remus y abrazándolo - ayúdame -

Hacia un par de años que Chris había aprendido a volar y la última escoba que tenían ya estaba muy estropeada por lo que Remus decidió regalarle a su hija una nueva ya que a la chica le encantaba volar y se le daba verdaderamente bien.

- No subas muy alto, Chris - advirtió Remus.

Ann miraba maravillada a su hermana, que tentativamente intentaba hacer algunas piruetas en el aire.

- Papi - dijo Ann tirando del pantalón de su padre - yo quiero - y señaló a su hermana poniendo carita de pena.

- ¿Quieres que papi te enseñe a volar? - preguntó Remus sonriente agachándose para quedar cara a cara con su pequeña.

- Si - dijo la niña sonriente.

- Chris... Christine... baja... -

- ¿Qué pasa papi? -

- Déjame la escoba que voy a enseñarle a tu hermana -

A regañadientes Christine le dejó su escoba nueva y se quedó a un lado viendo como su padre enseñaba a su hermana a volar, como años antes lo había hecho con ella.

Remus le indicó a Ann lo que tenía que hacer, la niña sonreía asintiendo en señal de que lo había comprendido todo. No se alzó ni dos metros del suelo cuando cayó estrepitosamente y se dio de bruces contra el césped. El resultado, Ann llorando de dolor, con sangre por toda la cara y su vestido nuevo lleno de manchas rojas. Remus la cogió rápidamente y Christine se acercó a intentar consolar a su hermana, la mayor se agarró a su padre cuando le vio sacar un trasladador que le llevaría hasta la consulta de su madre.

- FIN FLASH BACK -

- Ron - dijo Chris acercándose disimuladamente a su novio.

- Dime -

- Esta noche nos vemos en la habitación que hay al final del corredor norte de la tercera planta... a las doce... -

- Vale... -

Chris se alejó un poco, pero le seguía mirando de reojo, lo que ocurría es que con su padre ahí delante se cortaban un poco, o quizás bastante, y por eso le había citado a solas en aquella habitación, para poder estar con él.


Pasaron el día estrenando los regalos, a media tarde jugaron al quidditch y aunque Mark intentó que Ann estrenara ya su escoba nueva no consiguió nada, su novia podía ser más terca que él.

- Muy bonito el regalo que le has hecho a Ann - dijo Lizzy entrando en el cuarto de su hermano cuando ya todos se habían ido a dormir.

- Si es que soy un As -

- Que modesto - dijo sentándose junto a él en la cama - ¿qué vamos hacer con Sirius?... tu también has visto como se han besado -

- Dime la verdad, Lizzy... ¿podemos hacer algo?... y lo más importante... ¿queremos hacer algo? -

- No sé -

- ¿Traes el juego? - preguntó Mark queriendo cambiar de tema.

- Aquí esta -

Le dio un juego, exactamente era el que Mark le había regalado a ella.

- Perfecto... vamos a estrenarlo -

Cada uno cogió un mando de la PlayStation 2 y se pusieron a jugar.

- ¿Qué hacéis? - preguntó Harry abriendo un poco la puerta - se os oye por todo el corredor -

- Jugar... ven - dijo Lizzy sonriente.

Harry se acercó y pese a la mirada inquisidora de Mark besó tiernamente a su novia, se sentó junto a ella y dejó que los gemelos le explicaran como se jugaba, le pasaron un mando y se puso a jugar también.


Un poquito tarde, pero mejor tarde que nunca, Rachel recibió su regalo de navidad, cuando entró esa noche a su cuarto, después de la cena, se encontró un gran oso blanco de peluche sobre su cama, Copota, dormida en su capazo, despertó al oír el grito que pegó la chica al ver su regalo. Se acercó rápidamente y en el lazo que el oso tenía alrededor del cuello había una nota, "Feliz navidad... te echo de menos... Draco", se dejó caer en la cama son una sonrisa de felicidad que ocupaba toda su cara, mientras abrazaba con efusividad el peluche.
El pelirrojo mas sexy del colegio corría por los pasillos de la gran mansión, miro el reloj llegaba tarde, sabía que Cris se iba a enfadar pero no podía evitarlo en verdad. Que Ron fuera tan despistado le encantaba a la chica, esa simpatía y timidez hizo que quisiera conocerlo y que se enamorada de él. Ese cariño que sólo se siente cuando eres adolescente, ese amor juvenil que irradia tu mirada haciendo que cada día fuera mas feliz que el anterior.

Chris lo miro entre enfada y contenta, una media sonrisa que hizo que el chico no supiera que hacer. Nunca quería hacerla enfadar, sobre todo porque sus enfados eran monumentales, aunque él nunca los hubiera experimentado pero tenía referencias, y porque la quería demasiado para hacerla sufrir. Se acercó y la besó, ella volvió a sonreír mirándolo con los ojos en blanco. Eso significaba que con un solo beso olvidaba cualquier cosa. Entró en la habitación mientras Ron la miró sorprendido, temía que alguien les sorprendiera y aparecieran ambos en la sección de sucesos.

- Venga vamos - dijo Chris haciéndole una seña con la mano para que se diera prisa.

Ron suspiró, y entró cerrando la puerta con un hechizo, le daba miedo tanta intriga pero deseaba tanto estar con ella que le daba igual si rompía mil normas en una sola noche.

- ¿Estas segura? - dijo Ron acercándose a ella y cogiéndola de la cintura.

- ¿No parece excitante? - dijo Chris con una alegría en su mirada que para Ron era más bien miedo.

- ¿Pero estas segura? - volvió a preguntar él.

Chris lo miro poniendo sus manos sobre sus hombros.

- Nunca lo he estado mas - dijo acercando sus labios pronunciando cada palabra cada vez mas cerca de los suyos.

Lo besó y se abrazaron entre sonrisas. La habitación decorada para el momento era la guarida perfecta para dos enamorados, un lugar intimo y romántico que disparaban cualquier fantasía. Una alfombra de angora delante de una chimenea encendida hizo que Ron mirara sorprendido a Chris por la idea, un poco de comida sobre una bandeja y unos licores para amenizar la noche que estaba a punto de ocurrir. Chris se acerco a Ron y empezó a besarlo despacio, saboreando cada beso con cariño, con dulzura queriendo recordar cada segundo que estaba pasando en esa habitación.

Ron comenzó a dejarse llevar por el momento que estaba a punto de pasar, el cuello de Chris acariciado por sus labios hacían que ella se estremeciera, sus manos fueron bajando hasta su cintura para introducirse dentro de su camiseta, se la quito. Chris fue desabrochando los botones de su camisa poco a poco queriendo ir despacio, conociendo sus cuerpos. Acarició su pecho bien formado quitándole la camisa, Ron estaba dejando de ser un niño para convertirse en un hombre, sabía lo que quería y sus cuerpos se buscaban preparados para saborearse.

Ron empujo suavemente a Chris a la pared, cogiéndola fuertemente de la cintura mientras se besaban. Sus lenguas jugaban ferozmente, sus cuerpos comenzaban a conocerse y compenetrarse queriendo llegar a algo más.

La chica fue quedando desnuda mientras él le iba acariciando los senos, unas caricias delicadas y suaves, sus besos nos cesaban y se tumbaron juntos sobre la alfombra. Chris miró a Ron y fue bajando su mano por su pecho despacio excitando cada segundo que pasaba, desabrocho sus pantalones dejándolo después desnudo. Ron la miraba con deseo, pidiéndole que siguiera. Empezó a jugar con su pene, acariciándolo con sus manos, unos gemidos salieron de sus labios haciendo que Chris siguiera mas rápido con lo que estaba haciendo. Después se desnudo despacio delante de él, sus cuerpos sólo eran acariciados por la luz del fuego, un fuego cálido haciendo que el momento fuera mágico y especial.

Se tumbó sobre el pero ahora su cuerpo ya sin ropa hacia que esas caricias fueran mas excitantes y placenteras, sus manos bajaban por todo su cuerpo, volvió a jugar con su pene mientras Ron la besaba sin cesar, le acariciaba la espalda, las mejillas, sus hombros. Ron colocó sus manos en su cintura, ella gemía , el despacio dejaba que ella llevara la iniciativa, mostrándole hasta donde el placer iba a llegar.

Chris quería darle algo mas y empezó a acariciar con lengua el glande del chico, despacio, la excitación de Ron se palpaba por cada poro de su piel. Ron se irguió y se sentó empezando de nuevo con las caricias y los besos. Los labios de Chris iban conociendo a la perfección el cuerpo de él. Ron empezó a correrse y Chris siguió lamiendo su glande haciendo que el clímax fuera placentero. Chris le sonrió y se tumbaron de nuevo, siguiendo con las caricias y los besos mientras su cuerpos brillaban por las llamas del fuego.

Una botella de licor hizo que se refrescara el ambiente. Ron sirvió unas copas, le dio una a ella mordiendo suavemente los labios. Chris bebió despacio, unas gotas resbalaron por su pecho haciendo que la piel de Ron se erizase, se acercó a ella y su lengua recorrió sus senos lamiendo esas pequeñas gotas que resbalaban. Chris suspiró y Ron empezó a bajar con su lengua hasta su cintura, sus manos abrieron las piernas acariciando sus muslos, dejándose llevar, guiándose por su fantasía.

Sus manos acariciaron su sexo, su clítoris con pequeños círculos mientras Chris gemía de placer por ese pequeño contacto. Ron la miro y le dio pequeños besos en su cintura, el pelo pelirrojo de él jugaba en las manos de ella estremeciéndose de placer. Los labios de Ron bajaron posándose en la entrada de la vagina. Chris estaba húmeda y necesitaba algo más que unas simples caricias. Ron la miró y se sentó en la alfombra y Chris sobre el con sus piernas cruzadas en su cintura, mirando sus caras, sus cuerpos moviéndose al compás de sus sentimientos y de el placer. Escuchando sus gemidos, sus suspiros, sus susurros. Ron penetraba a Chris, estaban excitados, sus movimientos eran cada vez mas rápidos, sus respiraciones eran entrecortadas, su corazón latía nervioso, sus manos jugaban sin saber que hacer. Se besaban mientras que juntos llegaron al orgasmo. Se miraron disfrutando de cada segundo de este, se acercaron despacio escuchando su respiración, el ambiente caldeado hacia que unas gotas de sudor bajara por sus pechos. Ron abrazaba fuerte a Chris queriendo retener el tiempo en ese momento. Se besaron con pasión, con cariño tumbándose de nuevo en la alfombra, quedando dormidos mientras se acariciaban junto al fuego, arropados por la luz de las llamas consumiéndose en la oscuridad de la habitación. Dos cuerpos entrelazados amándose hasta el amanecer.


Estaban todos en el salón, jugando a las cartas, una gran partida de pocker, bueno, todos no, Sirius había ido al baño y de todas formas iba perdiendo, así que casi todos lo tomaron como una excusa de retirada digna, entonces llamaron al móvil de Elísabeth.

- ¡Feliz Navidad!... mi niña... ¿cómo estas pasando las fiestas sin mi? - respondió al ver que era Romi la que llamaba.

Se levantó, se disculpó con un gesto por dejar la partida a medias y salió al jardín para poder hablar cómodamente con su amiga.

- Bien... echándote de menos -

- Yo a ti también... llegaron los catálogos de los vestidos... leí todas tus indicaciones... el que me recomiendas me encanta -

- Sabía que te gustaría -

Romi en su etapa de adolescente rebelde había sido modelo, por lo que se conocía a todos los modistos y diseñadores que había y era una gran entendida en moda.

- ¿Cómo están las cosas por allí? -

- Pues bien... te resumo... mi padre se coló en mi casa y sacó todas las cosas de mi habitación de yoga para poner ahí el cuarto del bebe... ya están hasta las paredes pintadas... la cuna, el cambiador, el cochecito, el armario ya tiene ropa... todo -

- Parece que el abuelito esta esperando impaciente a su nieto -

- Mucho... demasiado impaciente... es que hasta ha pensado ya los nombre tanto si es niño como si es niña... esta enchochao -

- Eso es bueno... señal de que querrá mucho a su nieto -

- Si... por ese lado no debo preocuparme -

- ¿Y Albert? -

- Ese es otro... ¿te puedes creer que esta de ocupa en mi casa? -

- ¿Cómo? - preguntó sorprendida.

- Pues que me robó las llaves sin que me diera cuenta, le hizo copias... y ha cogido sus cosas esenciales de su casa y se ha venido a vivir a la mía... y no puedo sacarlo -

- Ostras... que bueno... - dijo Elísabeth riéndose y tumbándose en un sillón balancín que había en el jardín.

- Ya... yo también me río ahora que no me ve... pero vamos... me quede... impresionada -

- ¿Y por qué lo ha hecho? -

- Pues dice que como le he dado las vacaciones al servicio domestico y no se ni freírme un huevo que se viene a vivir conmigo para vigilar mi alimentación y que no cebe a base de comida basura a nuestro hijo... además de que me pueden dar mareos en la ducha y descoyuntarme y morirme... se ha montado una película el solito impresiónate -

- Míralo desde el lado positivo... se preocupa por ti -

- Ya... pero no veo que vaya a formalizar la relación ni nada por el estilo... eso si... cuando me ve con Ben se sube por las paredes - dijo riéndose.

- ¿Cómo te va con Ben? -

Benjamín Rojas era el nombre del galán que iba detrás de Romi.

- Perfecto... cada día me convenzo más de que es el hombre de mis sueños -

- ¿Y sabe lo de...? -

- Si... el otro día vino a recogerme y le abrió la puerta Albert... así que tuve que explicarle de que iba la situación... se lo ha tomado bien... dice que me admira por llevarme tan bien con el padre de mi futuro hijo aunque no tenga nada con él -

- Punto a su favor... -

- Si... ¿Y tu que tal allí? -

- Bien... todos en familia... nos lo estamos pasando genial, la verdad -

- ¿Y con...?... espera... - dijo Romi y alejó un poco el móvil pero se pudo oír lo que decía - ¡Albert¿qué haces espiando detrás de la puerta?... es una conversación privada e importante... ¡fuera!... - volvió a acercarse el móvil - ya estoy... ¿qué te estaba diciendo?... ah si... ¿qué tal con Sirius? -

- De maravilla... Dios... estoy enamorada... felizmente enamorada - dijo Elísabeth sonriendo como una tonta.

- ¡Eso es fantástico!... ¿para cuando la boda? -

- No habrá boda - dijo borrando la sonrisa que se le había formado.

- ¿Por qué? -

- Sirius es alérgico al compromiso... -

- Pero... -

- Romi... cuando se casaron sus dos mejores amigos le entro urticaria... sólo de oír la palabra boda comenzaba a rascarse como una energúmeno -

- ¿Para tanto? -

- Si... Sirius es alérgico al matrimonio... así que dudo que algún día nos casemos -

- ¿Pero tu quieres? -

- Claro que quiero... creo que desde que nos dimos el primer beso como novios cuando tenía diecisiete años empecé a imaginarme casada y con hijos con él -

- Que tierno... ¡pues convéncelo!... no debes quedarte sin la boda de tus sueños... es contra prodúcete para la salud no cumplir los sueños -

- Prefiero que no haya boda y que siga estando a mi lado a que la haya y se aleje por que yo le haya obligado a casarse -

- Pero él te ama... ¿por qué no puede aguantarse y casarse? -

- Romi... no insistas... no habrá boda... ni él me lo va a pedir... ni yo se lo voy a sugerir... -

- Que triste... - dijo sollozando - lo siento... ya sabes... con el embarazo estoy más sensible -

- No te preocupes... tu ahora concéntrate en que una de tus dos relaciones prospere... intenta llevarte lo mejor posible con Albert... y deja que tu padre le compre todo lo que quiera al bebe... es su único nieto... deja que disfrute -

- Vale... te dejo... que me esta entrando hambre... -

- Muchos besos... ya te contare cuando vuelva... -

- Llámame cuando haya acabado la fiesta... y fíjate en todos los trajes de las otras para que después pueda criticarlos a gusto... - dijo con tono de niña mala.

- Esta bien lo haré... cuídate -

- Y tu -

Y colgó. Ella se quedó durante unos minutos mirando al cielo, todavía no había oscurecido, pensando en el hecho de que siempre había querido casarse con Sirius pero nunca había pasado por que él era alérgico a las bodas, y tampoco quería obligarlo a que hiciera algo que no quería hacer, la situación era difícil, pero ella estaba dispuesta a mandar al cuerno sus ilusiones de verse vestida de blanco si con ello Sirius era feliz. Se levantó y fue hasta la puerta, sonrió al ver a Sirius apoyado en la pared.

- ¿Qué haces ahí? - preguntó acercándose y besándolo.

- Entre, vi que no estabas y salí a buscarte - dijo él mientras la abrazaba.

- ¿Dispuesto a seguir perdiendo? - dijo picaramente haciendo un ademán para andar hasta el salón.

- Eli... sabes que te amo ¿verdad? -

- Si... lo sé - ella se acercó y lo volvió a besar - yo también te amo a ti... -

- Haría cualquier cosa por ti... lo sabes también ¿verdad? -

- Sirius ¿por qué me preguntas todo eso?... yo ya sé todo eso -

- Para que lo supieras... nada más - dijo abriendo la puerta.


Mark y Ann estaban en el jardín, a media tarde, con las escobas, en la primera clase de vuelo de la chica.

- Mark... cielo... no sé si lo sabes... pero yo soy muy, pero que muy friolera... y no se si te habrás dado cuenta... pero estamos en pleno invierno... resumiendo... me estoy quedando cubito... - él la miró sin entender - ¡tengo frío! -

- Ann... cariño... si quieres aprender a volar tendrá que ser ahora... -

- Ese es el problema... ¡yo no quiero aprender! - dijo alterada.

- No te niegues esta oportunidad... lo que ocurre es que te frena un miedo irracional que desarrollaste cuando eras una niña inocente y dulce... te niegas el inmenso placer de sentir el viento contra tu cara por que temes hacerlo mal... pero, mi niña, todos en nuestro primer vuelo lo hemos hecho mal... que no te avergüence por que este yo - dijo Mark tranquilamente.

Ann lo miró flipando.

- ¿Pero que me estas contando? -

- Vamos... sube a la escoba - ordenó él aprovechando que ella estaba todavía absorta por la verborrea que le había dicho.

Para cuando Ann quiso reaccionar ya estaba a bastantes metros del suelo con Mark cogiéndole de la cintura.

- ¡Mark¡yo no quiero volar! - dijo Ann alterada imaginándose ya escayolada completamente del porrazo que se iba a meter contra el suelo.

- Pero si lo estas haciendo muy bien... sube un poco más la escoba cielo que nos chocamos - le aconsejo viendo que el morro de la escoba se acercaba estrepitosamente al suelo.

- ¿Cómo que suba la escoba¿pero no la estas manejando tu? -

- ¿Yo? si tengo mis manos en tu cintura -

Ahora si que Ann estaba alterada.

- ¿QUÉ? -

- Tranquila... mira... coge el morro de la escoba y tráelo hacia a ti -

- ¿Cómo quieres que me tranquilice si nos vamos a estrellar? -

- No seas catastrófica mujer... haz lo que te digo... venga... tira de la escoba para ti - le explicó Mark, Ann estaba nerviosa, temblando, Mark lo notó - tranquila... - le susurró al oído.

Nerviosa, según ella tenían el suelo demasiado cerca, tensa, según ella también tenía a Mark demasiado cerca.

- Tengo miedo - murmuró nerviosa.

- Venga... que tu puedes - Mark le colocó las manos en el mango de la escoba - tira hacia ti... -

El suelo se iba acercando a ellos o ellos al suelo, en ese momento ella estaba muy nerviosa para determinar quien se acercaba a quien, Ann fue tirando poco a poco del palo de la escoba hacia ella, al principio lentamente y cuando vio que no surtía demasiado efecto, tiró fuertemente y el suelo se fue alejando de ellos. El cielo casi azul oscuro era lo que se veía frente a ellos.

- Vaya... - dijo Ann impresionada.

- Es un vista maravillosa... ahora vira a la derecha -

- ¿Así? - preguntó Ann inclinándose un poco a la derecha y notando como la escoba iba hacia ese lado.

- Muy bien... ahora a la izquierda - Ann se inclinó a la izquierda - ahora lo más difícil... -

- No por favor... - pidió ella.

- Hasta ahora lo has hecho muy bien... inclínate un poco hacia delante... despacio... -

- Nos estrellaremos -

- No nos vamos a estrellar... despacio -

Lentamente ella hizo todo lo que Mark le decía, se inclinó hacia delante y poco a poco se iba acercando al suelo.

- ¿Qué hago? - preguntó nerviosa al ver el suelo tan cerca.

- Cuando yo te vaya diciendo vas enderezando el rumbo... poco a poco... venga... endereza -

Llegaron al suelo, y aunque no fue un aterrizaje perfecto, tampoco estuvo tan mal.

- Me has hecho pasar el peor rato de mi vida - dijo Ann cuando se bajó de la escoba.

- ¿Pero a que ha valido la pena?... con ese cielo azul de fondo... yo agarrándote la cintura - dijo él mientras la abrazaba.

Ann quiso replicar pero no pudo, los labios de Mark contra los suyos se lo impidieron, y claro, una no es de hielo, aunque hiciera frío, así que le correspondió gustosa al beso.


Remus miraba desde una ventana como su hija aprendía a volar, sintió celos, típicos celos de padre, pero estaba feliz por que por lo menos había superado su trauma, se había montado en una escoba y no había sangre de por medio. Palideció al verlos besándose y bajó las escaleras rápidamente para poner aire de por medio entre esos dos, pero lo que vio al pie de las escaleras le dejó ya sin respiración. Christine y Ron besándose, y no un besito de amigo, no, un beso de tornillo, y algo de magreo por que Ron tenía su mano puesta en el culo de ella. Remus se dejó caer contra la pared sintiendo que le faltaba el aire. Desde ese momento se juró a si mismo que estaría más atentó a sus hijas y sobre todo a los novios de ellas. No era que no confiara, bueno si, no confiaba en ellos, pero mayormente era para protegerlas.

Otro que también estaba pendiente de otra de las relaciones que se estaban dando en esa casa era Mark, siempre fruncía el ceño cuando Harry y Lizzy se hacían algún mimo y sobre todo no permitía que Harry se acercara a su hermana cuando esta estaba durmiendo o en la ducha.


Las chicas se habían reunido en el despacho para, con todos los catálogos de vestidos que Romi les había mandado, elegir cada una un vestido para el baile. Después de dos horas, todo estaba listo y fueron a buscar a los chicos, por que ahora quedaba lo más importante, después de elegir el vestido, aprender a bailar un vals.

- Bien... ¿quién de vosotros sabe bailar un vals? - preguntó Elísabeth.

Mark, Lizzy, Farah y Daniel levantaron las manos. Harry y Ron se miraron con cara de ser el peor día de sus vidas, ellos no bailaban, se podía decir que tenían un trauma con el baile.

- Yo es que desde nuestra boda no lo bailo - dijo Remus señalando a su esposa.

- Entonces vosotros con un poco de practica lo recordáis... Dan... ven... -

Daniel y Elísabeth se colocaron en medio del salón, y comenzaron a dar los pasos lentamente para que los que no supieran los aprendieran.

- Un, dos, tres, un, dos, tres... - murmuró Daniel sonriente.

Elísabeth sonreía mientras su hermano la llevaba y comenzaban a dar vueltas más deprisa, pero su expresión cambió de repente y se tuvo que agarrar a Daniel para no caerse.

- Elísabeth - dijo Sirius yendo hacia ella, no le había quitado ojo de encima en todo momento.

- Me mareado... simplemente eso - dijo respirando hondo.

- ¿Segura? - preguntó Daniel preocupado.

- Si... segura... sólo un mareo tonto -

- Ven... siéntate - dijo Sirius llevándola hasta una silla.

Mark y Lizzy viendo que su madre estaba bien se acercaron a Ann y Harry respectivamente y los sacaron a bailar para que aprendieran.

- Yo no bailo - dijo Harry sin moverse.

- Anda... por mi... - pidió Lizzy poniendo carita de perrito abandonado.

- Pero... se me da fatal -

- Yo te enseño... si Ann ha podido aprender a volar tu aprenderás a bailar un vals - sentenció Lizzy dándole un corto beso.

Ron bailo con su futura suegra y Christine con su padre, que ambos adultos en cuanto vieron como lo hacían Elísabeth y Daniel recordaron como se hacia. Daniel se acercó a Hermione y gentilmente le ofreció la mano para que bailara con él, ella sonrojándose un poco acepto.

- ¿Estas bien de verdad? - preguntó Farah acercándose a Elísabeth.

- De verdad... que estoy bien... -

Elísabeth se quedó allí sentada y Sirius a su lado, poco a poco se fue inclinando hasta dejar su cabeza apoyada en el hombro de él, mirando sonriente a los demás que estaban bailando en ese momento.


Se iba acercando el día de fin de año y todos estaban locos con los preparativos, entre que las chicas no hacían más que probarse sus vestidos para asegurarse que les estuvieran bien y más de una clase de baile para todos.

Harry estaba mirando por la ventana, a lo lejos se veía una gran casa, la mansión Potter. Era cierto que cada año descubría algo nuevo sobre sus padres, y que tenía a gente cerca que le podía hablar de ellos, pero, estar en la misma casa donde su padre había nacido, hasta ese momento era algo impensable para él. Saber que podía entrar en su cuarto, ver sus juguetes de cuando era chico, esto era demasiadas emociones juntas.

- ¿Estas bien cariño? - preguntó Lizzy acercándose.

- Estoy... estoy bien - dijo Harry entrecortadamente.

- Estas fechas son tristes para todos -

- Si... -

- ¿Ves aquella casa? - preguntó Lizzy señalando a una mansión que había al fondo, más atrás de la casa Potter.

- Si -

- Era la de mi abuelo... ahí nació mi padre... mi abuelo... la abuela nos lo contó el otro día - dijo ella tristemente - dentro de poco harán... nueve años - dijo absorta.

- ¿Ves esa? - preguntó Harry señalando la casa de su padre.

- Si -

- En ella nació mi padre... y no se si soy capaz de entrar -

- Demasiados recuerdos juntos... o falta de recuerdos... - dijo ella apoyando su cabeza en el hombro de Harry.

- Tu por lo menos lo conociste -

- Hace tiempo que empecé a olvidarlo... ni Mark ni yo recordamos ya sus voces... - dijo Lizzy derramando una lagrima.

Harry la abrazó.

- Tranquila... la verdad es que no se que es peor... no haberlos conocido... o saber que los olvidas y no puedes remediarlo -

- Vaya par estamos hecho - dijo ella limpiándose las lagrimas e intentando sonreír - deberíamos estar felices por lo que tenemos... familia... y estamos aquí llorando -

- ¿Tenemos una familia? -

- Si... tu tienes a Sirius... a Remus y Kate... a mi madre... a mi hermanito... a mi... - acabó diciendo en un susurro.

- Cierto... no estoy solo - dijo Harry sonriendo tristemente.

- Claro que no estas solo... venga... tenemos que animarnos... dentro de unas horas tenemos un baile - Lizzy se acercó y lo besó dulcemente.


Sirius estaba apoyado en la puerta del armario mientras Elísabeth buscaba sus zapatos.

- Mamá... ¿has visto...? - comenzó a preguntar Mark.

Pero se quedó de piedra al ver allí a Sirius, esa era una escena típicamente familiar, la madre buscando los zapatos, el padre metiéndole prisa, la verdad, hasta ese momento Mark no se lo había planteado tan seriamente saber si Sirius era su padre o no, despejar esa duda, pero ahora se dio cuenta de que necesitaba saberlo.

- Mejor me voy a vestirme - dijo Sirius tranquilamente yendo hacia la puerta.

Mark le miró calculadoramente cuando paso por su lado, mirada que no paso desapercibido por Elísabeth.

- ¿Qué pasa cielo? -

- ¿Sirius y tu...? -

- ¿Te molestaría?... vosotros habéis sido los más interesados en querer que eso pasara - preguntó Elísabeth sentándose en la cama.

Mark supo con la respuesta de su madre que estaba afirmando que tenía una relación con Sirius y eso aumentó sus dudas.

- Antes -

- ¿Ahora no? -

- Me he empezado a plantear que no sabemos nada de Sirius... de su pasado - dijo tentativamente para ver que información podría sacar.

- ¿Cómo que?... sabes que fue a Azkaban por un delito que no cometió -

- ¿Y antes de eso?... me refiero... tendría familia ¿no?... alguna novia... o... amante... -

- Si tuvo una novia - dijo Elísabeth escuetamente.

- ¿Y? -

- Ella le dejó por que él le falló -

- ¿No temes que te pueda hacer lo mismo a ti? -

- Sirius cometió muchos errores cuando era joven... errar es de humanos y rectificar de sabios... esta enmendando sus errores y yo confió en él... no volverá a cometer ese error... perdería demasiado... -

- Pero... -

- No se puede vivir siempre en el pasado ni con rencores... ese tipo de vida es dolorosa... yo le he perdonado todos sus errores y él a mi los míos... ¿por qué no podemos simplemente dejarlo pasar? -

- Esta bien... me voy... me voy a cambiarme... - dijo nerviosamente saliendo del cuarto.

Mark salió del cuarto de su madre y la duda le estaba comiendo por dentro, tenía pocas opciones para consultar, vio a Lizzy en el pasillo haciéndose mimos con Harry, se acercó y cogió a su hermana del brazo arrastrándola hasta el interior de un cuarto, pese a las quejas de Harry y de la propia Lizzy.

- Mark... ¿qué...? - intentó decir Lizzy dentro del cuarto.

- ¿Queremos la verdad? - le interrumpió Mark.

Estaban en el cuarto de Daniel, que los miraba sorprendido e intentando descubrir de que hablaba su sobrino.

- Esta bien... confesaré... yo mate a Kennedy... - dijo Daniel melodramáticamente.

- No estamos de broma, tío Dan... la verdad -

- Pero a ver... ¿de que verdad estáis hablando? -

- ¿Quién es nuestro verdadero padre? - preguntó Mark seriamente.


Información de interes:
Si quereis saber como es Daniel McCallister, guapo, atractivo, etc... un consejo, imaginaos a George Clooney...
La canción que canta Lizzy en la ducha es "Extraño" de Los Rodriguez.
Tengo que decir que la escena Christine-Ron en la mansion McCallister no es mia... no... esta escena fue escrita por Cristina (xtina) al enterarse de que Ron y Chris (su personaje) tendrían un romance... muchas gracias Cris por escribirla! la escribio y me la regalo, y yo he decidido utilizarla en el ff, por que quien mejor que ella para describir como su personaje y su amor pasan la noche juntos?... pues eso... bien por ti, Cris!
Continuara...

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