Este ff esta hecho por Elísabeth

Los personajes principales son los de Rowling, los demas son mios!


Capítulo 12: Una noche más.

Todos estaban preparados, casi un centenar de mortifagos estaban dispersos en sus distintos grupos en el gran salón del cuartel general, la gran puerta se abrió entrando Voldemort seguido de su fiel Bellatrix, se hicieron camino a través de todos sus seguidores, hasta llegar al atril, y allí, darles las últimas instrucciones para el ataque.

- Mortifagos... nos han ofendido... no nos toman en serio... se burlan de nosotros haciendo un patético baile... llegó la hora de hacerles ver quienes somos... de demostrarles el poder del lado oscuro... llegó la hora de ganar... - se paró a mirar a sus mortifagos - quiero que entréis allí y los matéis a todos - dijo Voldemort maliciosamente.

- ¡Si, señor! - gritaron los mortifagos eufóricos.

Bellatrix, tras él, sonreía con maldad, las luchas sangrientas eran sus preferidas.

- Id y demostrarles que del Señor Oscuro no se ríe nadie -

- Si, señor -

Con un gesto la puerta se abrió, los mortifagos comenzaron a salir y a dispersarse en sus respectivos grupos de ataque.

- Vamos - dijo a Bellatrix para que la siguiera.

Voldemort tenía otra misión mucho más adecuada para su fiel y mortal mortifaga. Esa noche, Voldemort tenía planeado acabar por fin con el inconveniente de Harry Potter, esa noche lo mataría.


Para llegar al salón donde sería el baile y la cena había que bajar unas escaleras, al final de ellas, el Ministro de Magia esperaba para dar la bienvenida a los invitados, en la pista de baile las parejas bailaban, al final, una gran orquesta tocaba los vals para deleitar al público.

Los primeros en bajar fueron Farah, Daniel y Hermione.

- Que vergüenza - murmuró Hermione mientras bajaban.

- Que dices... si soy la envidia de todos... voy con las dos chicas más guapas de la fiesta - dijo Daniel alegremente.

Farah lo miró escéptica pero aun así sonrió y Hermione se sonrojó y bajó la mirada. Detrás de ellos bajaban Kate y Remus, Harry y Lizzy, Ron y Christine, Mark y Ann y los últimos fueron Sirius y Elísabeth.

El traje de Hermione era muy parecido al que llevó al baile del Torneo de los Tres Magos, la diferencia era, aparte del color, que esta vez la falda no tenía tantos volantes.

Farah llevaba un traje de falda hasta los pies y chaqueta a juego de color malva, su pelo, como siempre, iba recogido en un moño perfecto.

Ann llevaba un precioso vestido azul marino de tirantes anchos, con un escote recto y que se le ajustaba perfectamente a la figura, el pelo lo llevaba recogido por un moño adornado con una mariposa azul.

El vestido de Christine era muy parecido al de su hermana, de color rojo intenso, con tirantes anchos pero con un escote en pico que dejaba ver algo de canalillo, llevaba el pelo suelto con algunas ondulaciones en las puntas.

Lizzy llevaba un vestido negro, dos piezas, la parte de arriba era un corpiño con escote palabra de honor, sin tirantes, la parte de abajo era una falda hasta los pies con algo de vuelo, llevaba el pelo suelto cayendo delicadamente sobre sus hombros desnudos.

Kate llevaba un vestido que ,a Remus en particular y a el resto de los hombres en general, dejó sin algo de respiración, pegado al cuerpo, de color verde intenso dejaba ver algo de su pequeña barriga de embarazada, atado al cuello, sin escote, con los hombros desnudos y con toda la espalada al aire.

Elísabeth había optado por un vestido muy parecido al de su hija, pero de una sola pieza, era de color oro, un corpiño con tirantes tipo barco, de esos que van de hombro a hombro, el pelo lo llevaba suelto y ondulado en las puntas, en su cuello lucia uno de los collares que Farah le había obligado a ponerse, Elísabeth no era amante de las joyas, no le gustaba llevarlas a menos que fuera imprescindible, y su suegra técnicamente le obligó a adornar su bonito vestido con alguna de las joyas que la familia poseía.

Todas estas mujeres iban enganchadas del brazo de unos estupendos y guapísimos hombres que despertaron los más bajos instintos y deseos de muchas de las mujeres que estaban en la sala, y no era para menos, la verdad es que los trajes les quedaba a todos de maravilla, y es que Daniel, Sirius, Remus, Harry, Mark y Ron tenían cuerpo para que todo lo que se pusieran les quedara perfecto.

El primer Ministro de Magia fue el que los recibió, sonriendo cordialmente a todos y besando la mano de las mujeres.

- Espero que disfruten - dijo dándoles paso.

Pronto los jóvenes decidieron ir a bailar y divertirse, mientras los adultos se mezclaban entre los demás adultos a saludar a los conocidos.


Mark se apoyó contra una columna, pensativo, mirando fijamente como su madre y Sirius bailaban en la pista, los veía sonreír felices, y no podía evitar pensar en lo que su tío Daniel les había dicho hacia apenas unas horas.

- FLASH BACK -

- ¿Cómo que quién es vuestro padre? - preguntó Daniel nervioso.

- ¿Es Sirius? - preguntó Lizzy directamente.

- ¿Qué? - dijo atónito, "¿Cómo coño han llegado a esa conclusión?"

- Es una pregunta fácil Daniel... ¿es Sirius Black nuestro padre, si o no?

Daniel los miró nervioso, no había forma de salir airoso de esa pregunta, no había forma de responder sin mentir, y una mentira sería muy descarado.

- Si -

Optó por decir la verdad, a fin de cuentas algún día se iban a enterar y ellos ya tenían la duda. Mark y Lizzy lo miraron alucinados dejándose caer en la cama.

- No puede ser - murmuró Lizzy consternada.

- ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?... esta claro que no fue casualidad que nosotros le sacáramos del velo... la sangre llama a la sangre... - dijo Mark sorprendido pero muy tranquilo, señal de que algo no iba bien.

- Las cosas no son como vosotros creéis... Sirius cometió un error -

- Si.. le puso los cuernos a mamá... un error cualquiera... como meter una camiseta negra con la ropa blanca... un error típico - dijo Mark con todo el cinismo y sarcasmo que podía.

- No... las cosas no estaban tan perfectas en aquellos tiempos... ellos habían discutido más de la cuenta desde que Elísabeth se quedó embarazada... -

- ¿Le estas echando la culpa a mamá? - preguntó Lizzy muy fríamente.

- No, por supuesto que no... simplemente es... ellos no estaban en el mejor momento... Sirius cometió un error -

- Eso ya lo has dicho... ¿por qué lo defiendes tanto? -

- Créeme que cuando paso yo fui el primero en atacarlo y querer matarlo... pero ha pasado mucho tiempo desde aquello... y Sirius ha pagado caro su error -

- Nos mintió -

- Ninguno de vosotros había nacido en ese momento... y él... ¿sabéis lo que es estar entre dementores? - ellos no contestaron - pues Sirius se ha pasado dieciséis años creyendo que por su culpa Elísabeth se cayó por las escaleras y perdió al bebe que esperaba... y pensar eso mientras se convive durante doce años con cinco dementores a menos de un metro durante veinticuatro horas al día no es agradable... yo creo que lo ha pagado caro -

- Pero... -

- ¿Es que no veis que son felices?... ella es feliz con Sirius a su lado... le ha perdonado... y Sirius le ha perdonado a ella que le mintiera sobre vosotros... se aman -

- Pero puede volver a hacerlo - dijo Mark mordazmente.

- Esta vez tiene más que perder... mucho más... no sólo a vuestra madre... también os perdería definitivamente a vosotros... y sería para siempre... no se arriesgara a cometer otro error -

- Es que... -

- Chicos... pensadlo bien... ya habéis perdido un padre... ¿queréis perder otro? -

- No es nuestro padre - dijo Mark tozudamente.

- Si lo es... Mark... desde que murió Patrick ningún hombre os a gustado para vuestra madre... y ahora que os gustaba uno y que queríais formar una familia... no queréis por que es vuestro verdadero padre... pues yo creo que es el mejor candidato -

- Esto no se nos tenía que haber ocultado - murmuró Lizzy.

- Si claro... y que le saltarais a la yugular en cuanto lo tuvierais delante... a ver... Sirius siempre ha estado enamorado de Elísabeth... y vosotros siempre habéis sido lo más importante para él... tuvo un fallo, coño, quien este libre de pecado que tire la primera piedra... ¿de verdad no podéis perdonar algo que ocurrió antes de que vosotros nacierais?... ¿acaso habéis sido infelices con todo esto?... el que ha salido peor de todo esto fue él... y lo más importante, se aman... así que pase lo que pase pensad en que podéis hacer a vuestros padres infelices... y vosotros con ellos, de paso - dijo bastante enfadado, abrió la puerta - iros a reflexionar -

- FIN FLASH BACK -

- Mark - murmuró Lizzy apoyándose a su lado en la columna.

- Se les ve felices - dijo Mark ausente.

- Tenemos que pensar muy bien lo que vamos hacer -

- No podemos oponernos... ¿verdad? -

- Me temo que no... a menos que queramos arruinar sus vidas y las nuestras -

- No puedo creer que no nos dijeran nada -

- Mark... no podemos tomar una decisión como esta a la ligera... no podremos oponernos... pero... -

- No sé... tengo que pensar... creo que me va a estallar la cabeza - dijo masajeándose la sien - por lo pronto esperemos... pronto cometerá un fallo... si ya lo hizo una vez, puede volver hacerlo - dijo algo resentido.

- Recuerda lo que dijo tío Dan... ahora pierde demasiado... -

- Por su bien que no falle... - Mark miró a Sirius fríamente - por que ya no hay más oportunidades -

- Aquí estas - dijo Harry acercándose a Lizzy - te he estado buscando -

La chica cambió rápidamente la expresión de su cara y le dio un rápido beso a su novio.

- ¿Te lo estas pasando bien? -

- No esta mal... - Harry miró a la pista de baile y vio a Elísabeth y Sirius bailando, a unos metros estaban Kate y Remus - se les ve felices - dijo señalando con la cabeza a las dos parejas.

- A ver cuanto les dura - murmuró Mark, Lizzy le miró frunciendo el ceño y Harry sin entender por que decía eso - sólo espero que Sirius haga feliz a mi madre... sino se las vera conmigo -

- ¿Esta enfadado con algo? - le preguntó Harry al oído a Lizzy.

- Déjalo... lo que pasa es que estamos preocupados... queremos que lo de ellos salga bien - dijo refiriéndose a Sirius y a su madre.

- ¿Me concede este baile? - preguntó un chico a Lizzy haciendo una reverencia.

Ella lo miró contrariada hasta que se dio cuenta de quien era.

- ¡Max! - dijo alegremente mientras lo abrazaba - ¿qué haces aquí? -

- Una tía abuela mía es inglesa y me ha sobornado para que la acompañe - dijo con falsa pena - ¿bailamos? - preguntó alegremente.

Lizzy miró a Harry un segundo y después sonriente aceptó la propuesta de Max.

- ¿Debo preocuparme? - murmuró Harry a Mark.

- En absoluto... Max sabe que si le toca un solo pelo indecentemente lo mato - dijo sonriendo con malicia.

- ¿Max su ex novio? -

- Lizzy te quiere a ti... y Max aprecia demasiado su vida como para enfadarme - dijo Mark sin preocupación.

Harry se tranquilizó un poco, eso significó que no le quitó el ojo de encima a su novia y al ex novio de ella mientras bailaban en la pista, pero que pudo respirar un poco más tranquilo.


Hermione estaba algo aburrida picando algo de la mesa de los aperitivos.

- Hermione -

Ella se giró a ver quien le llamaba y sonrió feliz al ver frente a ella a Viktor Krum.

- Viktor ¿qué haces aquí? -

- El ministerio me ha invitado... por lo del Torneo de los Tres Magos -

- Me alegro mucho de verte - dijo ella sonriente.

- ¿Quieres... quieres bailar? - preguntó Viktor dudoso.

Ella lo miró nerviosa.

- Vale - dijo tímidamente.

Y se fueron a la pista de baile.


- ¿Nos perdemos un rato? - propuso Ron tímidamente a su novia.

Ella sonrió complacida mientras lo seguía hasta un pasillo que daba a los baños, llegaron hasta un rincón en donde nadie los veía y con fervor y ansia se besaron.

- Te quiero - dijo ella entre beso y beso.

- Y yo a ti... te quiero... te quiero - dijo Ron sonriente mientras la besaba - te deseo - murmuró dejándose llevar un poco por las ganas.

- Ron... aquí no - le riñó Chris sonriente.

- Pero es que... no puedo aguantarme las ganas de... de... - dijo besándola con más ganas.

- Yo tampoco... - admitió ella - pero es muy arriesgado... cuando volvamos a la casa... ¿vale?... espera hasta volver a la casa - dijo intentando calmar las ansias de su novio y la de ella misma.

- Lo intentaré - contestó Ron besándola por última vez antes de volver a la pista de baile.


- Supongo que esto significa que estamos juntos definitivamente - murmuró Sirius mientras bailaba con Elísabeth.

- Si... parece que no han puesto oposición - dijo ella mirando hacia donde estaban Mark y Harry, durante un segundo su mirada se cruzó con la de su hijo.

- A lo mejor no quieren montar un espectáculo delante de tanta gente - dijo él dudoso.

- No son tan retorcidos - dijo ella rotundamente.

- Han nacido de ti y de mi... y tu y yo somos algo retorcidos - susurró Sirius a su oído.

- No son tan retorcidos... - murmuró Elísabeth apenada.

Sirius sonrió dulcemente mientras rozaba su nariz con la de ella.

- Lo sé... estaba de broma... son buenos chicos... creo que... no creo que estén preparados todavía para saber la verdad -

- Algún día habrá que decírselo¿no? -

- Si... pero... todavía no... se enfadaran... se que soy egoísta pero déjame disfrutar de que os he recuperado antes de que me odien por saber que soy su verdadero padre -

- No te odiaran - dijo ella convencida.

- Puede... pero enfadarse se van a enfadar -


- Max... te presento a mi novio... Harry Potter - dijo Lizzy acercándose con su amigo a donde estaban Harry y Mark.

- Vaya... el famoso Harry Potter... te llevas a la mejor chica del baile - dijo Max estrechándole la mano, se acercó un poco más - se que Mark ya te habrá amenazado de muerte... pero si le haces daño también te las tendrás que ver conmigo - le susurró al oído de forma amenazante - Mark tío... - se acercó al chico - a ti si que te he echado de menos... el colegio es aburrido sin ti -

- Ya... si es que sin mi no hay diversión - dijo Mark fingiendo aires de superioridad pero estaba de broma - nosotros también os echamos mucho de menos... ¿cómo esta la gente por allí? - dijo abrazando a su amigo en señal de afecto.

- Puff... ha pasado de todo -

- Cariño... te toca bailar conmigo - dijo Ann acercándose a Mark y dándole un tierno beso en los labios - hola - saludó extrañada al chico que estaba junto a su novio y la miraba sorprendido.

- ¿Cariño?... ¿no me digas que han conseguido echarte el lazo? -

- Esta bien... no te lo diré - contestó Mark siguiendo a Ann a la pista de baile y abrazandola.

- ¡Lizzy! - la llamó Max pidiendo una explicación, pero Lizzy estaba más ocupada besando a su novio - ¡eh! que corra el aire - haciendo que se separaran - que hay menores en la sala - dijo señalándose - y estabais apunto de hacer cosas que no puedo ver -

- Si, vamos - dijo ella con burla - como si tu nunca te hubieras besado con nadie... -

- ¿Mark tiene novia? - preguntó sorprendido.

- Si... se llama Ann... -

- Me has matado... pero si Mark no ha tenido novia en su vida... nunca ha querido tener nada con ninguna chica... y mira que yo intentaba convencerlo... pero nada... y ahora... me lo encuentro con novia... mi Mark... mi pequeño aprendiz de Don Juan... - dijo Max absorto para si mismo.

- Mi hermanito nunca ha sido una blanca ovejita -

- Ya... pero nunca se ha atado tanto... un par de besos era lo más que conseguían las chicas de él... y ahora... - miró a la pista de baile y vio a su mejor amigo sonriente bailando con Ann - ahora tiene novia... lo flipo -

- Ha crecido... todos... - dijo Lizzy se acercó a Harry y rozó sus labios - si nos perdonas Max... después nos vemos ¿vale? -

- Resérvame otro baile... si tu novio no se molesta claro -

Max se quedó mirando a los que habían sido sus dos grandes amigos, por un lado estaba Mark, casi su hermano, su mejor amigo, el chico al que conocía como la palma de su mano, y allí estaba Mark, en medio de la pista con una chica que resultaba ser su novia, vivir para ver, Mark, que en Viena era todo un Don Juan que lo máximo que estaba con una chica era un par de besos y ya esta, ahora estaba con novia, y formal por lo que parecía. Y por otro lado estaba Lizzy, ella si era más dada al compromiso, ella si había tenido varios novios, él mismo incluido en esa lista, la veía feliz con Harry, bailando, sonriendo y de vez en cuando besándose, "Vaya... si que han cambiado en estos seis meses que llevan en Londres" pensó, y aunque sintió que había perdido una parte de sus amigos, estaba feliz, por que ellos eran felices. Una bonita chica paso por su lado, Max sonrió de lado mientras la seguía con la mirada y cuando la chica paso, se levantó de la columna en donde estaba apoyado y decidió que tendría que conseguir una bonita pareja de baile.


- ¿Quién era ese chico? - preguntó Ann curiosa.

- Max... mi mejor amigo en Viena - dijo Mark con algo de tristeza.

- ¿Los echas de menos? -

- Si... pero ahora soy feliz aquí... y si volviera a Viena os echaría de menos a vosotros... - dijo dándole un corto beso en los labios.

- Te quiero - murmuró ella.

- Y yo a ti... no sabes cuanto - dijo él sonriente besándola otra vez.


La velada estaba siendo perfecta, eso nadie lo podía negar, la organización del evento, la seguridad, el baile, todo perfecto. Ahora se encontraban sentados en las mesas cenando animadamente, pese a eso, Elísabeth estaba algo nerviosa, y no era para menos, hacia nueve años, en una noche tan perfecta como aquella, había visto morir a su marido y a su suegro.

- FLASH BACK -

Ese día se organizaba un acto benéfico en el Ministerio de Magia de Austria, y la familia Lavine al ser una de las más influyentes y ricas de la sociedad no podían dejar de asistir a este acto.

- Mami estas muy guapa - dijo Lizzy.

Elísabeth le mostraba a su hija, que apenas había cumplido los siete años y la miraba asombrada, el vestido que su marido le había regalado para dicho día. Era un vestido largo con un corte desde el suelo hasta la rodilla, negro, con escote palabra de honor y con la mitad de la espalda al aire, llevaba el pelo recogido aunque algunos mechones sobre salían del peinado, y un precioso collar, aunque no le gustara lucir las joyas de la familia.

- ¿Me permite este baile? - preguntó Mark haciendo una pomposa reverencia.

- Por supuesto caballero - le contestó su madre.

Madre e hijo empezaron a dar vueltas por el cuarto haciendo como que bailaban mientras la niña reía.

- ¿Pero quien es el vil traidor que intenta quitarme a mi esposa? - preguntó Patrick sonriente entrando en el cuarto.

- Antes que ser tu esposa es nuestra madre... así que te aguantas - dijo el niño sacando la lengua a su padre.

- Que carácter - murmuró Patrick riendo.

- Papi ¿bailas tu conmigo? -

- Por supuesto mi princesita -

Lizzy se lanzó a los brazos de su padre y comenzó a dar vueltas como su hermano y su madre.

- Deberíais estar ya los dos en la cama - dijo Elísabeth después de unos minutos riendo y jugando.

- Pero mami... si todavía es pronto... -

- A la cama -

- Papi - dijeron los dos niños haciendo pucheros.

- Hombre, podríamos dejar que estuvieran despiertos hasta que nos vayamos¿no? - preguntó Patrick a su esposa.

- Esta bien... pero en cuanto nos vayamos directos a la cama... ¿entendido? - dijo Elísabeth seriamente.

- Si mami -

Y ambos niños se lanzaron a sus brazos y después a los de su padre.

Después de un rato sus padres y sus abuelos terminaron de prepararse para la fiesta.

- Que lo paséis bien, mami -

- No volváis tarde -

- Y vosotros a la cama ya, que es muy tarde -

Elísabeth estrecho a cada uno de sus hijos en sus brazos como despedida.

- Portaos bien - dijo Patrick dándole un beso a cada uno.

- Abuelo ¿cuando vuelvas nos contaras más historias de cuando eras joven? -

- ¿Insinúas que no soy joven? - preguntó Linus sonriendo pero intentando aparentar enfadado, los niños sonrieron.

- Digo más joven de lo que ya eres -

- Para cuando vuelva vosotros estaréis dormidos -

- Te esperaremos despiertos - susurraron los niños para que su madre no los oyera.

- Mañana os cuento como derrote yo sólo a una veintena de vampiros - dijo haciéndose el héroe.

- Bien - gritaron los dos niños.

Los gemelos se despidieron de sus abuelos y se fueron cada uno a su cuarto a mirar por la ventana como los adultos se iba, y a saludar a sus padres que los miraron antes de subirse al coche.

- No les cuentes esas historias que después se descontrolan y quieren imitarte - le dijo Farah a su marido cuando estuvieron en el coche.

- No les pasara nada son unos niños muy fuetes y sin miedo -

Llegaron al ministerio y pasaron una velada agradable sin ningún altercado, el baile y la cena estaba resultando todo un éxito, el ministerio había recaudado una fortuna para actos benéficos con la asistencia al evento, todo era perfecto.

Pero el destino se encarga de demostrar que nada es perfecto, la perfección no existe, y así quedo demostrado cuando una veintena de magos apareció en medio del salón, matando a todos los que se pusieran en su camino. Hicieron estallar las mesas, muchos murieron sin haberles dado tiempo ni siquiera a defenderse, y si lo hubieran hecho posiblemente muchas muertes más se habrían podido evitar.

Elísabeth abrió los ojos respirando agitadamente, estaba tirada en el suelo, se sentía pesada, normal, tenía sobre ella, cubriéndola para protegerla el cuerpo de Patrick, su mesa acababa de explotar y todos habían caído arrojados por la explosión.

- Pat... - murmuró - Pat... - pero no obtuvo respuesta - Patrick... ¿Patrick? - preguntó nerviosa, se removió para intentar quitarse a Patrick de encima y poder saber por que no le respondía - OH Dios - murmuró nerviosa al sentir como Patrick caía a su lado como un peso muerto, nerviosa se acercó a su marido para intentar reanimarlo - Patrick... despierta... Patrick - intentó hacerlo despertar, pero no funcionó, buscó su pulso en el cuello y palideció - no... Patrick... despierta... Pat... por favor despierta... Patrick... no me hagas esto... no me dejes sola... - dijo comenzando a llorar, abrazó el cuerpo inerte mientras lloraba - Patrick... Pat... Patrick - su voz era entrecortada.

- Elísabeth -

Oyó que la llamaban, se giró para ver como Linus la miraba impresionado al ver el cadáver de su hijo.

- Él... él ha... ha... - no pudo decir más.

- Lo pagaran - dijo Linus con rencor, ella sintió - llévate a Farah a casa con el trasladador -

Elísabeth reparó en el cuerpo inconsciente pero todavía con vida de su suegra y miró atenta el trasladador que Linus le ofrecía para huir de allí.

- No... - murmuró.

Sacó su varita y transformó su ropa en algo más cómodo.

- ¡Elísabeth¡detente!- gritó Linus cuando vio como su nuera se levantaba y comenzaba a contraatacar a los asesinos.

- No -

No era la única que luchaba, Linus no tuvo otra opción que levantarse y contraatacar con todas las maldiciones que la experiencia y los años le habían hecho aprender, poco a poco los asesinos fueron cayendo, lentamente se retiraron, fueron huyendo. Para ese momento Elísabeth estaba demasiado obsesionada con venganza y no iba a permitir que los que estaban huyendo se fueran sin recibir su castigo. En el salón sólo quedaban los heridos, los muertos y los que estaban intentando ayudar.

Ella siguió por uno de los pasillos del ministerio a un grupo de unos cinco de los que habían atacado esa noche, estaba sedienta de venganza, no podía evitar correr tras ellos, la razón no le dejaba pensar que era lo más favorable en esos momentos, sólo quería venganza. Sintió como alguien la cogía del brazo, y se giró amenazante para atacar.

- Soy yo - dijo Linus - vuelve -

- No... quiero venganza -

- Piensa... eres tu la que tiene que volver sana y salva a la casa... la que tiene que velar por Mark y Lizzy - dijo él intentando hacerla entrar en razón.

Ella se desmoronó, hasta ese momento no había pensado en sus hijos, en que ellos estarían solos si algo le pasaba a ella por ser tan temeraria, sólo quería venganza, matar a los que habían matado a Patrick, a los que habían dejado a sus hijos sin padre.

- Ellos mataron a Patrick - murmuró.

- Yo me encargare de ellos... tu vuelve a casa... debes cuidar a los gemelos... ellos te necesitan... Farah te necesitara para superar esto - dijo abrazándola.

Ella asintió y volvió a llorar, él le sonrió dulcemente y la beso en la frente, después vio como Linus salía corriendo tras los asesinos de su hijo y desapareció en la oscuridad.

Farah recuperó la conciencia un par de horas después en el hospital, tenía algunas heridas no muy graves pero los médicos insistían en que permaneciera allí, lloró amargamente al enterarse de la muerte de su único hijo, Elísabeth también lloraba sentada al lado de su cama.

- ¿Y Linus? - preguntó Farah cuando se tranquilizó un poco.

- Fue tras ellos... -

- ¿Esta...? -

- No lo sé... - susurró Elísabeth rezando interiormente para que Linus no estuviera muerto.

En la madrugada llegaron al hospital seis cadáveres encontrados en un callejón en las inmediaciones del ministerio, cinco cuerpos eran de los atacantes al ministerio, el otro era el cuerpo de Linus Lavine, murió en combate como siempre deseó morir, y vengando a su hijo y a todos los que habían muerto esa noche. Por las investigaciones que se hicieron después se pudo saber que Linus mató a los cinco hombres pero que no pudo resistir las heridas mortales que la lucha le había provocado.

Farah lloró, había perdido a su marido y a su hijo, Elísabeth también lloraba junto a su suegra, las dos estaban desoladas por la tragedia.

- Tenemos que calmarlos - dijo Farah limpiándose las lagrimas e intentando dejar de llorar - tenemos que... tenemos que pensar en los niños... ellos son lo único que nos queda... - Elísabeth la miraba a sombrada por su entereza - y va a ser muy difícil decirles que... decirles... que... su... oh Dios... decirles que su padre y su abuelo han... - su voz se quebraba por momentos - yo sé que aunque no estén aquí físicamente, siempre van a estar cuidándonos y protegiéndonos... - explicó a Elísabeth recuperando la entereza - ellos están... se que Linus no me ha abandonado... y Patrick nunca dejaría a los gemelos solos ni a ti -

Elísabeth no pudo evitar seguir llorando, ella no tenía la entereza de la que Farah hacia gala en esos momentos, y sabía que la pena la llevaba por dentro y que todo era una fachada para dar seguridad y consuelo, Elísabeth sabía que su suegra estaba llorando por dentro, se apoyó en las piernas de Farah sin parar de llorar y Farah sonrió tristemente mientras le acariciaba el pelo como si fuera una niña.

Definitivamente lo más duro de todo fue decirles a los gemelos, dos niños de siete años, a la mañana siguiente, que dos de las personas más importantes de sus vidas ya no estarían más.

- FIN FLASH BACK -

- ¿Estas bien? - preguntó Sirius viendo el nerviosismo de Elísabeth.

- Si... - dijo ella poco convincente.

Miraba a todos lados rezando por que no se repitiera la historia, por que esta vez estaban en juego también la vida de sus hijos.

Un rayo rojo paso cerca de Daniel, que se agachó para esquivarlo, y dio en un hombre que estaba en la mesa de al lado.

- ¡AL SUELO¡NOS ATACAN! - gritó al ver a los encapuchados que habían aparecido alrededor del salón.

Más de un grito se oyó por el salón de la gente al descubrir a sus acompañantes muertos. Los aurores intentaban esquivar las maldiciones y contraatacar, pero era complicado con tanta gente histérica allí. Los mortifagos estaban atacando con todo lo que sabían, su señor les había ordenado que no saliera nadie vivo de aquella batalla, y eso iban hacer, matarlos a todos. Gracias a Dios el Primer Ministro había previsto este posible ataque y sensatamente había organizado a sus mejores aurores para poder contraatacar. Era cierto que habían muerto muchos inocentes, pero del bando de los mortifagos también había caído más de uno.

Como pudieron Sirius, Remus y Daniel consiguieron meter a Elísabeth, Farah y Kate, que querían también luchar, y a los adolescentes bajo una mesa para que pudieran escapar de allí.

- Yo también soy auror y puedo defenderme solita - dijo Elísabeth molesta por que Sirius la quería sacar de allí.

- Y yo - dijo Kate.

- Y nosotros podemos ayudar - dijo Harry.

- No... vosotros os vais todos de aquí - dijo Remus seriamente.

Daniel estaba fuera, contraatacando a un par de mortifagos que se acercaban a su mesa, dando tiempo para que los que estaban debajo huyeran, cuando acabó con los atacantes levantó el mantel para meterle prisa a Sirius y a Remus, ya que necesitaba ayuda.

- ¿Todavía no se han ido?... os quiero a todos fuera de aquí ya - dijo Daniel tajantemente dando a entender que esa orden no tenía replica.

- Dan yo... - intentó decir Elísabeth.

- No... tu te vas... todos... ¡ya! - gritó furioso.

A regañadientes, y un poco intimidados, sacaron los trasladadores que les habían dado por si acaso había un ataque y tenían que huir, los activaron y todos desaparecieron, sólo quedaron Remus, Sirius y Daniel.

- Bien... a acabar con esos mortifagos - dijo Sirius saliendo debajo de la mesa dispuesto a lanzar maldiciones.

Remus y Daniel le siguieron y los tres, junto con muchos aurores más, se enzarzaron en una batalla sangrienta. Los acorralaban por todos lados, muchos habían caído ya, y también habían matado a muchos mortifagos, era difícil ganar, pero no imposible. La mayoría de los aurores tenían trasladadores que llevaban a sus familiares a lugares seguros. Así como muchos inocentes escapaban de allí, al conocerse el ataque, muchos aurores que no estaban allí aparecían para entrar en la lucha y eliminar a cuantos más mortifagos mejor.


Los trasladadores funcionaron a la perfección, en cuestión de segundos estaba fuera del alcance de los mortifagos y a salvo en el cuartel general de la Orden del Fénix, o eso pensaban ellos, que estaban a salvo. Una risa falsa de fondo les sacó de esa tranquilidad que los invadía, frente a ellos, de las sombras, salieron dos personas, las dos más temibles, Lord Voldemort y Bellatrix, apuntándoles con sus varitas.

En un movimiento instintivo, Elísabeth, Farah y Kate se pusieron delante de los chicos para que no pudieran llegar a ellos. La sonrisa macabra de Bellatrix se ensanchó al pensar en la posibilidad de que corriera la sangre por parte de las tres mujeres.

- Sólo queremos una cosa - dijo Voldemort tranquilamente - y sería mejor para vosotras que nos lo dierais -

La mirada del señor oscuro estaba clavada en Harry, por mucho que Elísabeth se pusiera delante para que no pudiera llegar hasta él.

- Señor... se niegan a acatar sus ordenes - dijo Bellatrix con falsa tristeza.

- Actúa Bellatrix -

Dos simples palabras, tan simples y tan mortíferas a la vez, dos palabras que le daban a Bellatrix carta blanca para conseguir el trofeo, Harry Potter. Ella sonrió con malicia y en un rápido movimiento golpeo a Kate, y así, consiguió hacerse con una de las chicas, la mataría, a menos que el pequeño Potter se entregara, en ese caso, también la mataría, pero después.

Kate cayó de rodillas, no pudo evitar que Bellatrix cogiera a Lizzy, el dolor del golpe era más fuerte, alzó la cabeza, la mortifaga apretaba la varita contra el cuello de la chica, miró a Elísabeth, estaba pálida y apretaba muy fuete del brazo de Mark para que no saliera corriendo a arriesgarse.

- La vida de esta niña por la de Potter... venga... no me lo pongas fácil - dijo Bellatrix mordazmente.

Voldemort presenciaba la escena como un espectador que no tenía nada que ver con lo que pasaba, sonreía malévolamente al ver lo que había provocado con esas dos simples palabras. Conociendo como conocía el complejo de héroe que tenía Potter, seguro que no dudaba en cambiarse con la chica.

- Esta bien - dijo Harry desde detrás de Elísabeth intentando dejarse ver.

Voldemort sonrió satisfecho, era tan fácil prever sus movimientos.

- ¡No!... no ves que es una trampa... no la van a matar - dijo Elísabeth amenazante.

- Ah¿no?... avada... -

Cuando a una madre le tocan a su hijo es de temer, pero eso Bellatrix no lo sabía, falta de instinto maternal, por eso no previó que Elísabeth se le lanzaran encima dispuesta a matarla con sus propias manos. Fue muy rápido, un salto y estaba encima de Bellatrix, al segundo siguiente, las dos en el suelo, y Elísabeth con sus manos alrededor del cuello de la mortifaga apretando para matarla, ahí no servían de nada las varitas, y menos cuando te falta el aire.

Voldemort sonrió, eran curiosas las reacciones de la gente cuanto las llevas al límite, y más de una mujer, eran imprevisibles, pero había dejado un hueco abierto, un hueco por donde cogió a Harry dispuesto para llevárselo.

Farah alzó la varita para atacar, Voldemort la miró desdeñosamente y apuntó con su varita a Elísabeth, que seguía apretando sus manos en el cuello de Bellatrix, con ese gesto dio a entender que un solo movimiento contra él y mataría a Elísabeth. Todos iban a lanzarse para atacar al señor oscuro, pero ya era tarde, había desaparecido con Harry.

Del coraje, siempre había odiado a Bellatrix, desde que la conoció en el colegio, después, de mortifaga en varias veces tuvieron que luchar la una contra la otra, siempre tan mordaz y amenazante, más tarde, mata a Sirius, le hizo atravesar ese velo, y ahora amenazaba a su hija, eso era el colmo, de puro coraje, apretó las manos, pero no iba a matarla, ella no era una asesina, no se iba a rebajar a su nivel, pero si le haría daño, eso si lo tenía permitido, eso si se lo había ganado. Todavía teniéndola agarrada por el cuello le alzó la cabeza un poco, para bajarla rápidamente y que se golpeara fuertemente contra el suelo, así una y otra vez, hasta que el suelo se mancho de sangre y Bellatrix calló inconsciente.

Se apartó rápidamente, asustada de lo que ella misma había hecho, pero cuando es la vida de los que quieres la que esta en peligro se permite todo, incluso los ataques de locura asesina. Sentada en el suelo, al lado de su hija, fue muy rápido lo que ocurrió después, Kreacher entró en la habitación, y ella descubrió la verdad.

- ¡Mi señora Bellatrix! - gritó el elfo entrando en el salón dispuesto a ayudar a Bellatrix.

- ¡NI TE ATREVAS! - gritó Mark furioso, Kreacher se detuvo y lo miró fijamente asustado - ¡NI TE ATREVAS A AYUDARLA!... TE ORDENO QUE VUELVAS A TU SUCIO ESCONDITE EN LA COCINA Y NO SALGAS DE ALLÍ... NO QUIERO VERTE... ENCIERRATE ALLÍ Y NO SALGAS -

Kreacher lo miraba asustado, y por mucho que intentaba de razonar que quien era ese niño para darle una orden y hablarle así, no pudo evitar agachar la cabeza y volver sobre sus pasos para encerrarse en la cocina.

- Mark... - murmuró Elísabeth dándose cuenta de lo que su hijo acababa de hacer y de lo que eso significaba.

Todos lo miraban, alucinados, y él, sólo tenía ojos para el cuerpo inconsciente de Bellatrix, la miraba con asco y repugnancia, con ganas de querer matarla, pero era el hecho de que no era un asesino, él era bueno, ese pensamiento hizo que desviara la mirada hacia su madre y se acercara hasta ella.

Ann y Christine estaban ayudando a su madre a sentarse y reestablecerse, por suerte Bellatrix le había golpeado por encima de la barriga, entre los pechos y no afectó al bebe, pero a ella la dejó sin aire durante unos minutos. Farah invocó vasos con agua para todos, para que se tranquilizaran, se acercó a Kate para asegurarse que estaba bien, miró a su nuera y a sus nietos, ahora estaban abrazados los tres y lloraban.

Mark se había arrodillado frente a su madre y se acercó temeroso para abrazarla, ella lo estrecho contra su pecho, Lizzy también se unió al abrazo y los tres comenzaron a llorar, de alegría, por que estaban bien, y tristeza, por los minutos vividos.

Hermione fue la más sensata, o quizás la que más sangre fría tenía en ese momento, se acercó a Bellatrix e invocó unas cuerdas para atarla, mejor tenerla amordazada. Farah le sonrió satisfecha cuando vio lo la gran idea de atar a esa asesina.

- Será mejor que avise a Dumbledore de esto - dijo Farah haciendo que todos salieran de sus pensamientos - debe saber que Voldemort tiene a Harry -

- ¿Te aparecerás allí? - preguntó Kate.

- No queda más remedio... esto es... es demasiado grave como para no informar -


Una verdadera carnicería, en eso se había convertido la batalla, cada segundo caía un cadáver, y daba igual de que bando era, cada segundo alguien moría.

En medio de todo ese caos y confusión, una sombra oscura se alzó.

- Atención mis mortifagos... aquí os traigo el premio especial - dijo Voldemort mostrando a Harry Potter.

Muchos pararon de luchar, otros no lo hicieron hasta que mataron a sus contrincantes, los aurores, acorralados, miraban como Voldemort pretendía matar a Harry allí en medio, como si fuera un espectáculo.

- Tonks, Charlie - los llamó Dumbledore - id a Grimmauld Place y averiguad lo que ha pasado -

- Si - dijeron los dos y desaparecieron.

- ¿Cómo ha conseguido a Harry? - preguntó Sirius alterado.

Por la mente de Sirius, Remus y Daniel paso el mismo pensamiento, para llegar hasta Harry, Voldemort tenía que haber acabado antes con Elísabeth, Kate y Farah, y esa idea les aterraba.

- Y ahora Potter... veamos de que casta estas hecho - dijo Voldemort comenzando a batirse en duelo con Harry.


Pero no hizo falta que Farah activara su trasladador, Tonks y Charlie Weasley aparecieron allí, los miraban a todos entre aturdidos por los acontecimientos y alucinados.

- Voldemort ha aparecido en medio del baile con Harry dispuesto a batirse en duelo con él allí delante de todos... Dumbledore nos mandó rápidamente aquí para ver que había pasado - explicó Charlie.

- Estaba aquí... estaba aquí cuando llegamos... se llevó a Harry... - dijo Kate algo alterada.

- Dejó a esta - dijo Elísabeth con desprecio refiriéndose a Bellatrix.

- Nosotros nos haremos cargo... iros a un lugar seguro... este ya no lo es... si él ha llegado hasta aquí... -

- De acuerdo -

Elísabeth sacó el trasladador de emergencia que les llevaría a la casa McCallister, allí si estarían seguros, todos se acercaron y en cuestión de segundos desaparecieron.

Charlie se acercó al cuerpo inconsciente de Bellatrix, todavía seguía viva, conjuró cuerdas más fuertes, no se fiaba, y la elevó por medio de un hechizo.

- Yo me llevo a esta... vuelve y avisa a Dumbledore de lo que ha pasado - dijo a Tonks.

- Vale... ten cuidado -

Y ambos desaparecieron de el numero doce de Grimmauld Place.


A duras penas Harry conseguía esquivar los ataques que Voldemort le lanzaba, los aurores, aprovechando que los mortifagos estaban distraídos en el duelo de su señor comenzaron a atacarles y a ganar terreno poco a poco.

Podría calificarse de milagro, ciertamente eso fue, las varitas de Voldemort y Harry volvieron a conectarse y milagrosamente Harry vio durante esos segundos una vía de escape al terrible duelo.

- Tom - Dumbledore lo llamó acercándose poco a poco a donde ellos estaban - esta lucha no te esta trayendo ningún beneficio... déjalo ahora que todavía puedes... - le advirtió.

- No necesito consejos de un viejo loco - dijo Voldemort con odio.

- No voy a permitir que ganes - dijo alzando su varita.

Lanzó algunos hechizos que impactaron sobre Voldemort, era un suerte que estuviera conectado con la varita de Harry, ya que así no pudo defenderse cuando cayó al suelo derrotado.

- ¡Retirada! - gritó Voldemort a sus mortifagos, ellos empezaron a desaparecer - la próxima vez no vencerás - dijo con asco y odio a Dumbledore y a Harry.


Estaban a salvo, esta vez si, a salvo en la casa McCallister, agotados, y preocupados sobre todo, Daniel, Sirius, Remus y Harry estaban en medio de la batalla, pero ellos no podían volver allí, sería arriesgado y no valdría la pena, por eso Farah les aconsejó a todos que fueran a sus habitaciones a dormir y descansar, cosa que nadie pudo hacer esa noche.

Ann siguió a su hermana y entró con ella en su cuarto, no quería dormir sola, necesitaba a Christine, que le dijera que todo saldría bien, que su padre estaría bien, se tumbó en la cama, llorando, no podía evitar llorar, y mejor allí que frente a su madre, Kate se preocuparía muchísimo si las viera llorar. Christine la abrazó fuertemente, para darle seguridad, y no pudo evitar llorar con ella, y es que, posiblemente, esa noche podría ser la última en la que vieron a su padre.

Los gemelos estaban igual, Mark estaba tumbado boca arriba asimilando todo lo que había ocurrido, Lizzy, se acurrucaba cerca de él intentando tranquilizarse, todo esto era demasiado para ellos, lejos de allí se estaba librando una batalla, y había personas a las que querían en ella. Lizzy lloraba, la incertidumbre de no saber que estaba pasando con Sirius y con Harry era mayor que su entereza, Mark le agarró la mano fuertemente, intentando trasmitirle su fuerza, intentando consolarla.

Ron y Hermione fueron cada uno a su cuarto, todavía absortos por lo que había ocurrido, ella no pudo evitar sentir miedo, mucho miedo, incertidumbre, desesperación, y en esa casa, al único al que podía contarle su miedo y que le daría apoyo, era Ron. Con ese pensamiento abrió la puerta del cuarto del pelirrojo y lo encontró en el suelo, debajo de la ventana, acurrucado, fue hasta él y se sentó a su lado, Ron estaba llorando, no sólo su mejor amigo estaba en esa batalla, también parte de su familia, a los que temía perder. Se abrazaron mutuamente intentando aliviar el dolor.

Farah había conseguido que los chicos se fueran a sus cuartos, ahora sólo le quedaba conseguir que Elísabeth y Kate se tranquilizaran y descansaran un poco, ese estado de nerviosismo no era bueno para ninguna de las dos.

- Será mejor que... -

- ¡No me digas que me calme! - dijo Elísabeth alterada dando vueltas por la habitación - no me pienso calmar hasta no saber que les ha pasado a Daniel, Sirius, Remus y Harry -

- Eli... -

- ¡Que no! - dijo furiosa.

Kate estaba sentada en el sofá, llorando silenciosamente mientras se abrazaba a si misma, que más quisiera ella que estar como Elísabeth y poder dejarse llevar por su furia, poner todo patas arriba con tal de conseguir algo de información sobre su marido, pero no podía, estaba embarazada y tenía que velar por el bienestar de su hijo, tenía que intentar mantener la calma, los nervios no le harían bien a su niño.

- ¡Elísabeth! - gritó Farah al verla caer.

Kate alzó la mirada, justo en el momento en el que su amiga se detenía furiosa mirando a su suegra y después caía al suelo inconsciente. Se acercó a ella para ver como estaba.

- Se ha desmayado... la presión... tiene que tenerla por las nubes - dijo Kate tomando el pulso de su amiga.

- Esto no es bueno... ni para ella ni para ti... - Farah invocó una camilla - Olry... - el elfo apareció - llévala a su cuarto... Kate... será mejor que tu también vayas... quédate allí con ella e intenta descansar... piensa en tu hijo... necesitas descansar -

Kate asintió y salió del cuarto junto con el elfo y su amiga en una camilla, cuando salieron del cuarto, Farah se sentó exhausta en el sofá. Llegaron al cuarto y tumbaron a Elísabeth en la cama, Kate se tumbó a su lado e intentó dormir.


El equipo medico no tardo mucho en llegar al lugar de la masacre, y fueron bastante eficaces con los heridos, la gran mayoría fue trasladada a San Murgo, otros tantos, los que de verdad tenían heridas meramente superficiales que se curaban con una tirita, fueron enviados a sus casas. Sirius, Remus, Daniel y Harry fueron enviados al hospital, aunque más de uno puso quejas por ello, pero al final tuvieron que ir, no eran heridas tan graves, pero si no se trataban pronto podrían infectarse y sería peor.

Los cuatro estaban impacientes por volver a casa y saber que había pasado, Harry pudo explicarles como Voldemort ordenó a Bellatrix que los atacara y como ésta se hizo con Lizzy para intentar matarla, que cuando Voldemort se lo llevó Elísabeth estaba casi matando a Bellatrix por intentar matar a su hija. Estaban nerviosos por volver y saber, la falta de información los estaba matando, era peor que luchar contra los mortifagos.


Voldemort estaba furioso, no sólo había sufrido innumerables bajas sino que también había perdido el combate contra Harry Potter, era humillante, pero como la maldad era infinita en él, decidió pagar toda esa frustración con una de sus mortifagas que no había ido a la lucha.

Meryem estaba gritando, abrazada a si misma, soportando como buenamente podía el Crucio que su señor le estaba haciendo, en circunstancias normales, con un Crucio normal y corriente, ella no hubiera gritado, solía soportar bien el dolor, pero es que su señor estaba muy enfadado y eso se notaba.


Sin noticias, así amanecieron, sin noticias de ninguno, alteradas, nerviosos. Farah era la que peor lo estaba pasando, tenía que lidiar con una Elísabeth bastante alterada y nerviosa y con Kate, a la que no le convenía para nada ese estado de nerviosismo, ella intentaba por todos los medios que ambas mujeres descansaran, pero estaba resultando difícil.

Gracias a Dios los adolescentes ayudaban más en esa tarea, habían bajado a desayunar, todos en silencio o sollozando, taciturnos, tristes.

- ¿Se ha sabido algo? - preguntó Christine.

- No... nada... - dijo Farah abatida - desayunad... no os preocupéis... pronto sabremos algo - dijo sonriendo tristemente.

Farah salió del salón y todos se sentaron alrededor de la mesa, dispuestos a comer algo o por lo menos a intentarlo. Ninguno hablaba, no había mucho que decir.

- ¡Han llegado! - dijo Olry abriendo la puerta.

Todos se levantaron y salieron corriendo a la entrada. Sirius, Remus, Harry y Daniel estaban allí.

El reencuentro fue emotivo, llorando Christine y Ann abrazaron a su padre con fuerza, haciéndose a la idea de que no era un visión, estaba bien y había vuelto.

Ron y Hermione se lanzaron, literalmente, sobre Harry, que los recibió sonriendo, había salido por los pelos de esta, estaba vivo otra vez para contarlo.

La reacción de los gemelos fue la menos esperada de todas, se acercaron corriendo a Sirius y lo abrazaron, como si la vida les fuera en ello, queriendo cerciorarse de que él estaba allí, que no se había ido. Sirius, entre feliz, sorprendido e impresionado, los abrazó fuertemente.

Farah bajaba en ese momento las escaleras seguida de Elísabeth y Kate que discutían por la falta de información, y al ver a los recién llegados bajaron corriendo para llegar a ellos. Farah estaba impresionada, los gemelos estaban abrazados a Sirius y detrás de ellos, Daniel sonreía, era algo curioso, y si le añadías el dato de cómo Mark había tratado a Kreacher, lo hacia más curioso aun.

Kate corría, pese a su pequeña barriga, hacia su marido, que más daba si caía rodando por las escaleras si al final de ellas estaba esperándole su amado Remus, lo abrazó con fuerza, haciéndose a la idea de que estaba allí, lo besó, lo necesitaba, daba gracias de que estuviera a salvo, lloraba de felicidad.

- Estas bien... estas bien... - murmuró.

- Sólo unas heridas pero ya estoy aquí - dijo Remus intentando tranquilizarla.

Chris y Ann lloraban de felicidad y se sumaron al abrazo de sus padres.

Elísabeth no se dio cuenta de ese pequeño detalle de que sus hijos estaban abrazados a Sirius simplemente bajó corriendo para poder abrazarlo. Los gemelos se separaron de Sirius cuando su madre se acercó, y abrazaron a su tío sonriendo, felices, porque también estuviera bien. Elísabeth abrazó con todas sus fuerzas a Sirius, todas las que le quedaban después de las horas angustiosas que había pasado, Sirius también la estrecho entre sus brazos, para hacerle sentir protegida. Ella alzó la vista, vio a Remus y a Kate en similar situación, Remus le asintió dándole a entender que estaba bien, miró a Harry, comprobó por como sonreía abrazado a sus mejores amigos que también estaba bien, a Daniel lo había visto perfectamente mientras bajaba las escaleras, después de comprobar que todos estaban bien, se centró en abrazar a Sirius y sentirlo cerca, hasta que las fuerzas le faltaron y agotada por la emoción se desmayo, otra vez.

Cada uno se fue a sus cuarto, a descansar, a Elísabeth la llevaron en camilla, Kate fue con ella para ver si estaba bien, aunque algo reacia a separarse de Remus, pero después de deducir que se había desmayado por la emoción y los nervios, la dejó en su cama metida y que la cuidara Sirius, que ella se iba con su marido.

Ann y Chris, a regañadientes, pues querían estar con su padre, se fueron a sus cuartos para dejar a sus progenitores solos, la verdad no habían dormido demasiado esa noche y estaban agotadas, ahora si que podrían descansar.

Harry se fue a su cuarto, necesitaba dormir, Ron y Hermione lo entendieron, ellos también lo necesitaban, así que dejaron a su amigo en su cama, mirando al techo, intentando asimilar que otra vez había salido con vida de un enfrentamiento con Voldemort.

- Me alegro de que estés bien - dijo Lizzy abriendo un poco la puerta.

- Ven... - dijo Harry alzándose un poco, ella se acercó y lo abrazó - te quiero -

- Yo también a ti... estaba muy preocupada -

- Ya... todo paso... - dijo Harry abrazándola fuertemente y quedándose dormido.

Sonrió al verlo dormido, tranquilamente, a salvo, y salió del cuarto, había algo de lo que debía hablar con su hermano.

Mark se encontraba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que su hermana se había tumbado a su lado, tan concentrado en lo que había pasado esa mañana, en ese abrazo que ambos le habían dado a Sirius, en la preocupación por lo que pudiera pasarle, tan concentrado que ni se dio cuenta de la caricia que Lizzy le hizo.

- Mark... - dijo ella suavemente.

- No lo hemos hecho por que estemos preocupados por él¿verdad? -

- No lo sé -

- Ha sido simplemente por la preocupación general¿no? -

- Mark... -

- No tenemos este sentimiento de que si le pasara algo... de que si se fuera... dime que no por favor - pidió mirando a su hermana lloroso.

En ese momento no estaba como para admitir que Sirius significaba tanto para ellos como en su día lo había sido Patrick.

- Tío Daniel tiene razón... ya hemos perdido a un padre... ¿queremos perder a otro? -

- Ese es el problema... no es nuestro padre -

- Es cierto... ese es el problema... que si es nuestro padre pero que nunca ha ejercido como padre - razonó Lizzy.

- Me estoy volviendo loco - murmuró.

- Mark... intentamos luchar contra el hecho de que... le queremos y no queremos que nos abandone... pero le hizo daño a mamá... -

- ¿Qué vamos hacer? -

- ¿Darle una oportunidad? -

- ¿Y si falla¿y si...?... no creo que lo resistiéramos ninguno de los tres -

- Volvemos a la misma cuestión de antes... cuando sepamos la respuesta sabremos que hacer -

- ¿Qué cuestión? -

- Que ya hemos perdido un padre... ¿queremos de verdad perder a otro? -

- No... - murmuró Mark después de unos minutos llevándose las manos a la cara.

- Hay esta la respuesta -

Lizzy abrazó a su hermano tiernamente, Mark era más cabezota que ella, le había costado bastante asimilar el hecho de que Sirius era su padre y de que lo querían. Ella se había dado cuenta de esa respuesta en cuanto se despertó esa mañana, le gustaba ver a su madre tan feliz, y ellos, con ellos Sirius se comportaba como un padre, se preocupaba de ellos, se notaba que los quería, y aunque eran los dos un poco reticentes en perdonar el error que Sirius cometió antes de que ellos nacieran, el hecho era que como tantas veces su madre les había dicho, su padre le falló a ella, a ellos los quería y lo demostraba.


Pasaron los días y poco a poco las heridas se fueron curando, todos estaban más tranquilos y volvían a recuperar la alegría de la navidad, el mal recuerdo del ataque del baile se convertía en eso, un mal recuerdo que simplemente les atormentaba por las noches.

Tanto Ron como Hermione volvieron a sus casas después del incidente de año nuevo, no podían ocultar el nerviosismo, y aunque Ron sabía que su familia estaba perfectamente y que pocos eran los daños que habían sufrido en el ataque, no podía ocultar su preocupación, y sobre todo no podía ocultar su tristeza al tener que dejar a Christine antes de lo que él esperaba.

- Te voy a echar de menos - dijo Ron abrazando a Chris.

- Y yo a ti amor... no sabes cuanto -

- Pero... nos quedan las cartas... y las visitas al pueblo - dijo Ron esperanzado.

- Si... pero... te echare de menos - dijo tristemente.


Los gemelos entraron silenciosamente en el cuarto de su madre, no se extrañaron de encontrar allí, durmiendo junto a su madre, a Sirius, desde el día del baile ellos ya no se escondían, aunque no lo habían hecho explícitamente público, todo el mundo sabía que ellos estaban juntos. Se acercaron a la cama, se arrodillaron y dejaron caer en el lado de su madre, y sonrieron al verla dormir tan placidamente entre los brazos de Sirius.

- No hagas ruido - murmuró Mark.

- Mami - susurró Lizzy llamándola - mami... mamá... - ella abrió los ojos adormilada, se sorprendió un poco al verlos allí - ¿podemos dormir contigo? - preguntó dulcemente.

Estaban asustados, no todos los días se habían enfrentado el hecho de que pudieran perder a las personas que querían en esta guerra.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó algo asustada mientras les hacía un hueco en la cama, menos mal que era grande - ¿estáis bien? -

- Si... simplemente... queríamos estar contigo -

- Como últimamente no te separas de él - dijo Mark tranquilamente.

Sirius notó que alguien entraba en el cuarto y como desde hacía un tiempo tenía el sueño muy ligero, supo que eran los gemelos, se acomodó para que ellos también cupieran en la cama, y sonrió interiormente de que no se enfadaran por verlo allí.

- Creo que con mi comportamiento de estos días he demostrado que estamos juntos... le quiero y él me quiere... y lo más importante... os quiere a vosotros... sino no podría -

- Lo entendemos... y... lo aceptamos - dijo Mark con voz entrecortada.

- Eso me hace feliz... - dijo intentando abrazarlos, pero estando los tres tumbados en la cama era muy difícil.

- Pero si... -

- Sin peros... - pidió Elísabeth.

- Creo que todavía estamos un poco impresionados por lo que paso -

- Lo comprendo... yo también estoy... impresionada... por no decir asustada - murmuró.

- ¿Qué va a pasar ahora? -

- Vosotros no debéis preocuparos por nada... volveréis al colegio y seguiréis con vuestros estudios... de la guerra nos ocupamos nosotros -

- Pero... -

- Mark... no quiero arrebatos de heroicidad injustificados... no quiero que hagáis nada estúpido - advirtió Elísabeth.

Los gemelos asintieron y se acomodaron para poder conciliar el sueño y poder dormir, menos mal que la cama era grande.


Harry llamó tímidamente a la puerta del cuarto de Elísabeth pero no obtuvo respuesta.

- ¿Querías algo? - preguntó Daniel pasando por allí.

- Pues... Elísabeth me dijo que cuando me sintiera preparado me acompañaría a la casa de mis padres - dijo algo nervioso.

- Puedo acompañarte yo... casi crecí en aquella casa - dijo Daniel sonriendo tristemente al recordar.

Harry asintió y ambos pusieron rumbo a la casa de al lado, la casa Potter.

- ¿Ellos...? - preguntó Harry tímidamente viendo un cuadro que Daniel acababa de destapar.

- Tu abuelo y sus padres - contestó Daniel - tu has salido a esa rama de la familia - dijo mirando detenidamente a Harry y el cuadro, Harry sonrió tímidamente - este es el salón principal - dijo entrando en un gran salón lleno de muebles tapados con sabanas - demasiado tiempo sin entrar nadie - murmuró Dan - ven - dijo guiándolo a otra habitación - este era el despacho... por aquella puerta podías entrar en la gran biblioteca de la familia Potter... vamos - subieron las escaleras - esta habitación creo que te gustara - abrió una puerta - este era el cuarto de tu padre -

- Oh -

Era una habitación grande y también estaba completamente tapada con sabanas blancas para evitar que los muebles se llenaran de polvo, en las paredes también había sabanas lo cual indicaba que tapaban cuadros.

- Las paredes estaban llenas de pósters de los equipos de quidditch - Harry sonrió - si quieres... bueno... podría... podría hacer que la casa estuviera en condiciones - dijo temeroso, Harry lo miró sorprendido - a fin de cuentas es tu casa... algún día, si tu quieres, vivirás aquí -

Harry se sorprendió demasiado, nunca había pensado en la posibilidad de vivir en la casa de su padre, era una idea que lo desbordaba.

- Ha pasado mucho tiempo - murmuró Sirius desde el marco de la puerta.

- Si... - contestó Daniel - ¿qué haces aquí? -

- Os vi venir... supongo que estoy nostálgico -

- Le proponía a Harry restaurar la casa - comentó Daniel.

- ¿Pretendes restaurar las grandes mansiones del Valle de Godric? -

- No es mala idea... ¿seguimos con la guía turística? -

- ¿Le has mostrado el jardín? -

- Buena idea... por aquí -

Harry seguía a los dos adultos que mientras avanzaban le contaban batallitas de su padre, sonreía mientras caminaba, e intentaba imaginarse como sería haber estaba allí cuando ocurrían esas historias. Estuvieron allí durante un par de horas, visitaron casi todas las habitación y en cada una de ellas había una historia, una travesura, una broma. Le gustó visitar la casa, era como si de repente conociera a su padre más de lo que lo había conocido nunca, ahora sólo faltaba conocer así de bien a su madre para poder sentirse pleno.


Llamaron a la puerta y uno de los elfos fue abrir, en unos minutos Tonks y un hombre entraban en el salón donde estaban todos, se quedaron extrañados por la visita, de repente Elísabeth sonrió dulcemente al hombre que estaba junto a Tonks.

- Me alegro de volver a verte - le dijo acercándose y abrazándolo con ternura.

Tonks la miró extrañada.

- ¿Os conocéis? - preguntó Tonks muy sorprendida y algo celosa.

Sirius frunció el ceño algo celoso, no sabía por que, pero ese hombre se le hacia familiar.

- La última vez que lo vi tenía... ¿cuantos?... doce años... pero se que nunca me olvidare de mi pequeño niño consentido -

El hombre bajo la cabeza tímido, en verdad no esperaba que lo reconociera.

- Ya no soy tan niño... y creo que nunca fui tu consentido - dijo frunciendo el ceño un poco - Black lo era más - murmuró sonriendo con picardía.

- Cierto - murmuró ella sonriente - has crecido mucho... ya no eres mi pequeño Kyle - dijo ella tristemente.

Sirius en ese momento recordó quien era ese hombre, cuando estaba en sexto año tuvo una gran pelea con todos sus amigos por la imprudencia de haber hecho que Snape se enterara del secreto de Remus, a causa de esa pelea se aisló un poco, y una noche que estaba bastante enfadado le pegó sin querer con una puerta a un niño de primero, por allí pasaba Elísabeth que defendió al niño y desde aquella noche lo adoptó como su pequeño niño consentido, al cual protegía y mimaba, la verdad es que Elísabeth se encariñó mucho con él, bueno, no sólo Elísabeth, también Kate, Lily y los merodeadores, ese niño se llamaba Kyle Whitman y era el hombre que ahora estaba frente a ellos.

- Bueno... él es Kyle Whitman... es mi... compañero - dijo Tonks algo insegura - si eso... mi compañero - murmuró para ella misma.

- Cuéntame que ha sido de tu vida - dijo Elísabeth alegremente cogiendo a Kyle del brazo y llevándolo a que se sentara en un sillón.

- Pues... -

- Tendremos tiempo de eso después... Bellatrix se ha escapado... ahora mismo tiene que estar llegando junto a su señor - dijo Tonks con rabia.

- Suponía que no duraría demasiado apresada... -

- ¿Que piensa hacer Dumbledore? -

- No sabemos... dijo que hablaría con vosotros cuando volvierais al colegio... yo sólo vengo para avisaros... - dijo Tonks.

- Habrá que estar en guardia... de ellos me espero cualquier cosa -

- Tenemos que irnos... las misiones nos esperan - dijo Kyle poniéndose de pie.

- Espero cuando tengas tiempo hablemos... quiero saber que ha sido de ti... -

- No te preocupes... - dijo él sonriente.

Elísabeth los acompañó hasta la puerta.

- Pórtate bien Kyle... - le advirtió como cuando se despedía de él en el anden cuando estaban en el colegio - Tonks ten cuidado... - dijo algo más preocupada.

La chica sonrió y ambos desaparecieron.

- ¿Cómo has podido reconocerlo después de casi veinte años sin verlo? - preguntó Sirius abrazándola por la espalda cuando ella cerró la puerta.

- No sé... vi sus ojos y lo reconocí... le cogí mucho cariño mientras estuvimos en Hogwarts - dijo sonriendo tristemente al recordar.

- Lo sé... no sabes los celos que me daban cuando hacías que se sentara entre tu y yo en el salón comedor - le susurró al oído.

- Lo siento... pero es que sentía como si fuera nuestro niño... supongo que mi subconsciente ya pensaba en que iba a formar una familia contigo y que tenía que ir practicando como sería tener un niño - murmuró ella avergonzada.

- Siempre tuviste un gran instinto maternal - dijo Sirius besándola tiernamente.


- ¡Bien!... aquí estoy yo con los regalos de reyes - dijo Farah entrando en el salón con una gran bolsa de regalos.

- ¡Regalos! - exclamaron los gemelos corriendo hacia su abuela.

- Advierto... todos tenéis lo mismo... y cuando digo todos... digo... Mark, Lizzy, Harry, Christine, Ann y Elísabeth -

- ¿Yo también? - preguntó Elísabeth acercándose.

- Oh si... a ti te va hacer ilusión... seguro - Farah sacó de la bolsa una caja para cada uno - venga... abridlos -

Todos abrieron sus cajas ilusionados y nervioso, y aunque Harry, Chris y Ann habían intentado rechazar los regalos por que no creía que fuera conveniente aceptarlos, Farah insistió tanto que al final tuvieron que aceptar.

- Oh dios... - murmuró Elísabeth.

Los gemelos se pusieron a dar brincos y a gritar cuando descubrieron lo que su abuela les había regalado.

- La PSP... la PSP... - gritaban emocionados abrazando a su abuela.

- Vaya - murmuró sorprendido Harry al ver la videoconsola portátil de última generación, había leído en una revista de su primo sobre ella.

- Te has pasado... nos consientes demasiado - dijo Elísabeth un poco avergonzada.

- Pero si a ti te hace más ilusión la maquinita esa que cualquier otro regalo... eres más cría en estas cosa que tus hijos... ves una maquinita y te conviertes en una niña -

Elísabeth bajó la mirada un poco tímida por lo que su suegra estaba diciendo, cosas que tenía que admitir que eran muy ciertas, a ella le gustaban las cosas electrónicas.

- Muchas gracias - dijeron agradecidas Ann y Christine - no tenía que haberse molestado -

- No es nada mujer... están hechizados para que funcionen en Hogwarts -

- ¿Tendremos Internet en Hogwarts? - preguntaron los gemelos demasiado sorprendidos y dando saltos por el salón - tendremos Internet en Hogwarts -

- Ah no... eso si que no... que no estudiáis... - advirtió Elísabeth - Sirius quiero que los vigiles y que no permitas que se pasen muchas horas enganchados a la maquina ni jugando ni por Internet - le dijo seriamente.

- Yo me encargo - dijo seriamente - pero ¿quién te vigila a ti? - preguntó picaramente, ella se sonrojó un poco, y Sirius la besó dulcemente.


Pronto volverían al colegio, a la rutina, y eso era precisamente lo que más le preocupaba a Kate, la rutina. Ella se pasaba el día entero encerrada en la habitación, pocas veces salía del salón o del cuarto, Dumbledore, por que Remus se lo pediría, la retiró de todo trabajo en la orden, por su bien, claro, como no eran ellos los que se pasaban las horas muertas tirada en una cama, eso durante un par de días esta bien, pero dos meses, aburre. Pues eso, que Kate temía el momento de la vuelta al colegio y volver a la rutina de no hacer absolutamente nada.

Ella y Elísabeth se encontraban tiradas en una cama, comiendo filipinos blancos, algo a lo que no se resistían ninguna de las dos, a parte de sus respectivos hombres. Ellos estaban en una reunión con Dumbledore sobre lo sucedido en el baile y las medidas que iban a tomar.

- Me aburro - dijo Kate bostezando ruidosamente.

- ¿Ponemos la tele? - sugirió Elísabeth.

- Vale... - dijo con desgana.

- No parece que haya nada bueno... ¿ponemos los dibujitos? -

Kate sonrió por la inocencia de su amiga, todavía seguía enganchada a ver dibujos animados en la tele.

- Me aburro - comentó Kate después de un rato.

- Lo siento... - dijo Elísabeth apenada.

- No es por ti... es que... pensar que voy a volver al colegio y que me voy a pasar hasta el verano allí metida... en ese cuarto... me aburre demasiado... -

- Vente conmigo a Viena -

- ¿Cómo? -

- Si... a trabajar conmigo en la empresa... y te quedas en mi casa... la única pega es que no verías a Remus todos lo días... - dijo Elísabeth con la misma parsimonia de quien pronostica el tiempo.

- ¿Me lo estas diciendo en serio? - preguntó Kate medio en broma medio impresionada.

- Claro... ¿por qué no?... allí no te aburrirías... trabajarías en lo que te gusta, la medicina... -

- ¿Pero es en serio en serio? - ahora no lo preguntaba de broma.

- Que si... totalmente en serio... ¿por qué te iba yo a mentir? -

- No sé... es que me ha pillado de sorpresa... -

- A ver... yo mejor que nadie te comprendo... ¿te recuerdo que cuando me quede embarazada de los gemelos Sirius me obligó a tomarme la baja laboral?... pese a que todos, médicos, jefe, tu... todos le habíais dicho que yo estaba bien y que no pasaba nada por que trabajara... pero a él se le metió en la cabeza que podía hacer daño al bebe... y de ahí nadie le sacó... al final me pase tres meses encerrada en ese apartamento... aburrida - dijo Elísabeth con algo de rencor.

- Dios los cría y ellos se juntan... son los dos iguales... yo sé que Remus le pidió a Dumbledore que no me permitiera participar en la orden por mi embarazo... -

- Por eso... estando en Viena no podría decirte nada... allí no desempeñarías ningún trabajo de vida o muerte... ¿qué te parece ayudante de medico de la empresa?... te aseguro que no requiere mucho esfuerzo -

- Me parece perfecto... sólo que tengo que consultarlo con Remus - dijo Kate frunciendo el ceño.

- ¿Necesitas su aprobación? - preguntó Elísabeth con burla.

- No - dijo Kate seriamente - pero preferiría decírselo cuando estuviera de buen humor -

- ¿Y eso es...? -

- Cuando estemos en pleno orgasmo... ahí me ha concedido todos los caprichos que he querido - dijo Kate sonriendo picaramente.

- No necesitaba saber eso... - dijo Elísabeth haciendo una mueca de asco.

- Es muy practico -

- De verdad... no me lo cuentes... -

- Intentaré hablar con él... y ya te contaré si me voy contigo o no... por lo pronto mañana vuelvo al colegio -


Llegó la mañana del domingo, esa tarde volverían al colegio, estaban algo tristes por que se acabara las vacaciones, pese a todo, se lo habían pasado bien, pero había que volver a la rutina.

A media tarde la mayoría de los alumnos habían llegado al colegio de sus estupendas vacaciones de navidad, algunos lo pasaron mejor que otros, como era el caso de Draco, que volvía al colegio más pensativo que nunca y con expresión taciturna. Rachel, más contenta que unas pascuas, le esperaba junto a la puerta para lanzarse a sus brazos nada más verlo, lo había echado mucho de menos, y es que la chica de verdad estaba enamorada.

En cuanto lo vio, lo abrazó y lo besó con ansias, casi se caen de espaldas los dos cuando ella se lanzó encima.

- Rachel - dijo Draco sorprendido cuando pudo separarse.

- Te he echado de menos - dijo ella risueña.

- Será mejor que entremos... - dijo Draco sonriendo levemente entrando para dentro.

Rachel frunció el ceño, ese recibimiento no era el que ella se esperaba, pero igualmente le siguió hasta el interior del castillo.


Dando vueltas en su cuarto, pensando, dándole demasiadas vueltas a una idea que ya hacia varios días que tenía en mente. Se acercó a la mesita de noche y del último cajón sacó una pequeña caja, el contenido de la caja se lo metió en el bolsillo y salió rápida del cuarto dispuesta a resolver las dudas, pero no quería estar sola en ese momento. Se detuvo en medio del pasillo, pensando en cual era la mejor opción para que le acompañara en ese momento y así no estar sola, "¿Farah¿Kate?", miró a su derecha y sonrió, "Daniel".

No fue mucho lo que le dijo a su hermano, más bien lo cogió y lo sacó a rastras de la casa, el lugar elegido para aparecerse fue el pasillo que daba a los cuartos de baño de una hamburguesería. Frente al desconcierto de Daniel, Elísabeth optó por meterse en el baño de mujeres y resolver las dudas. Pasaron varios minutos, él miró su reloj, diez minutos allí, y su hermana seguía encerrada en el baño, cansado, decidió entrar.

- ¿Se puede saber que esta ocurriendo? - preguntó frunciendo el ceño y con fastidio.

Ella estaba apoyada en una de las puertas que dan a los W.C. y temerosa señaló a lo que había en el lavabo. Dan se acercó y miró la prueba de embarazó que daba positiva, la miró con las cejas alzadas y con cara de incredulidad.

- Mierda... mierda... mierda... - dijo ella dándose la vuelta y golpes flojos contra la puerta.

- ¿Estas embarazada? -

- Mierda -

- Eso ya lo has dicho... -

- Y tus preguntas son un poco estúpidas... ¿no ves la prueba? - dijo ella irritada.

- Será mejor que salgamos fuera... comas algo... y te tranquilices -

Así lo hicieron, salieron del baño y pidieron la comida, después se sentaron en una mesa bastante alejada de las demás a comer tranquilamente.

- ¿De cuanto más o menos? -

- Un mes como mucho... se supone que tendría que haberme venido la regla durante el baile... pero con lo que paso... pues pensé que el retraso era debido al estrés... pero ya el retraso se ha alargado demasiado - explicó rápidamente.

- Lo que no entiendo es por que estas tan nerviosa -

- ¿Cómo no quieres que este nerviosa?... no es un embarazo esperado - dijo algo alterada.

- Pero tu lo quieres... ¿no? -

- Claro que lo quiero... estoy embarazada y es mi hijo... pero... -

- Sirius -

- Es que... sé que él querrá al bebe... pero... no sé como se lo tomara ahora mismo... cuando... la otra vez... cuando yo me fui a vivir con él... le dije claramente que yo quería tener hijos... y él no dijo nada... ni que si ni que no... simplemente esperó a que yo llegara con la noticia de que estaba embarazada... ahora... ahora no sé como se lo va a tomar... -

- Cuanto antes se lo digas mejor... si prefieres que se lo diga yo... -

- Yo puedo... sólo... déjame algo de tiempo... un par de horas para pensar en como decírselo sin que le de un ataque -

- Ahora lo que importa es que estés tranquila... deberías ir al medico en estos días... saber de cuanto estas exactamente y todas esas cosas... bueno... tu sabes... -

- Si... no te preocupes... lo que no sé es a quien decírselo antes... ¿Sirius o los gemelos? -

- Hombre... el padre debe saberlo primero ¿no? -

- Ya... pero... ¿quién se lo puede tomar peor? -

- Sabes que ellos se lo tomaran bien... ante todo ese bebe será su hermano... se sorprenderán pero se lo tomaran bien -

- Vale... - ella miró su reloj - ya habrán vuelto al colegio... no quiero... no quiero hablar con Sirius ahora mismo -

- Espera un poco más... voy a por el postre - dijo Daniel poniéndose de pie.

- El mío de caramelo -

Se quedó pensativa, terminado de comerse las patatas, e intentado elegir las palabras adecuadas para comunicarle a Sirius su nuevo estado y estaba claro "embarazada" aparecería quisiera o no.

Volvieron a la casa, tres horas después, se habían ido al cine para distraerse un rato, y efectivamente como ellos habían previsto ni los chicos ni los adultos estaban en la casa, sólo Farah los estaba esperando en el salón.

- ¿Ya se han ido? - preguntó Daniel sentándose en el sillón.

- Hace rato... puedo preguntar donde... -

- Yo me voy a dormir... estoy muy cansada... - dijo Elísabeth dándose la vuelta y saliendo del salón rumbo a su habitación.

- Dan... -

- Esta embarazada - dijo el hombre tranquilamente, Farah lo miró sorprendida, muy sorprendida, era lo que menos se esperaba, e hizo un ademán de levantarse - no... déjala... mañana hablas con ella... hoy esta asimilando la noticia -

Estuvieron un rato en silencio, más que nada, Farah asimilando la noticia.

- Voy a tener otro nieto - dijo ella absorta mirando a un punto sin determinar.

Daniel la miró sonriendo.

- Me alegró de que lo veas como un nieto más -

- Es un nieto más... Elísabeth no será mi hija genéticamente... pero su madre era mi prima segunda... soy su madrina... se caso con mi hijo... y desde que nació ha sido como una hija... además de que me ha dado dos nietos... que aunque no sean mis nietos los quiero como tal... para mi ese bebe también es mi nieto - dijo la mujer sabiamente.


- ¿Qué raro que mamá no estuviera para despedirnos? - comentó Lizzy dejando su maleta sobre la cama.

- Tío Dan tampoco estaba... -

Acababan de llegar a su cuarto, algo cansados por el trasladador, y con pesadez abrían las maletas para ordenar la ropa.

- Presiento que esta pasando algo... algo gordo... -

- Algo que tiene que ver con Sirius y mamá ¿verdad? -

- Si... no sé... pero algo va a pasar... -

- ¿Qué formalicen más su relación? - preguntó Mark seriamente.

- ¿Te refieres a boda? -

- Con dieciséis años de retraso... pero si... me refiero a que podría haber boda a la vista -

- Pero ¿por qué?... si no se casaron cuando íbamos a nacer nosotros... ¿por qué ahora? -

- Pues... quizás por que Sirius sabe que es nuestro padre... para que tenga más derechos sobre nosotros como padrastro que siendo simplemente el novio de mamá -

- Pero es nuestro padre... tiene derechos sobre nosotros -

- No... por que no pone en ningún papel que sea nuestro padre... en nuestra partida de nacimiento... en la casilla padre aparece el nombre de Patrick Lavine... no el de Sirius Black... y sin su nombre ahí no tiene ningún derecho legal sobre nosotros... moral todos los que quieras... legal ninguno -

- Y sería un engorro cambiar todo eso... -

- Exacto... les sale más fácil ahora mismo casarse, que Sirius sea nuestro padrastro y que nos adopte como hijos... por que para demostrar que es nuestro padre ante un juez además de que mamá haga una declaración de que lo es, necesitan una prueba de paternidad... recuerda que para todo el mundo mamá abortó el bebe que esperaba de Sirius... -

- Además de que sería un gran problema legal con la herencia del abuelo y de papá... los competidores se nos echarían encima como aves de rapilla a quitarnos hasta las bragas -

- En mi opinión... se casaran... y dentro de muy poco tiempo -

- Se aman - murmuró Lizzy.

- Eso parece... sólo espero que esta vez no metan la pata... -


Elísabeth palideció cuando cerró la puerta de su cuarto, Sirius estaba frente a ella, con los brazos cruzados, mirándola seriamente y con el ceño fruncido.

- ¿Y bien? -

- ¿Qué haces aquí¿no tendrías que estar ya en Hogwarts? - preguntó ella nerviosa.

- No me convenció eso de irme sin despedirme de ti... así que volví... me gustaría saber donde has estado -

- Pues... por... por ahí con... con Dan -

- ¿Por qué estas tan nerviosa¿qué ocultas? - preguntó perspicaz.

- ¿Yo?... nada -

- Elísabeth... que nos conocemos... habla... - dijo él tajantemente.

Ahí estaba el momento de decirlo, pasara lo que pasara, debía decirlo en ese momento.

- Estoy embarazada -

Y todo ese discurso que había preparado se fue a la mierda. Sirius la miraba sin cambiar la expresión.

- ¿Qué? -

- Pues eso... embarazada - Elísabeth comenzó a moverse nerviosa por la habitación - que me has dejado embarazada... que dentro de unos ocho meses seremos uno más en la familia... que... -

No pudo seguir hablando por que Sirius la había acercado a él, la abrazaba y en ese momento la estaba besando con pasión.

- ¿De verdad¿un bebe? - preguntó Sirius sonriendo ilusionado cuando dejó de besarla.

- Si... - dijo ella confusa - ¿te hace ilusión? -

- ¡Claro!... un bebe... tuyo y mío... - dijo embobado acariciándole suavemente el vientre.

Elísabeth estaba sorprendida, sabía que a Sirius le gustaría la idea, pero no pensó que le fuera hacer tanta ilusión. La otra vez, cuando estaba de los gemelos, cuando Sirius se enteró, le subió la tensión y se desmayó, al despertar comenzó a decir incoherencias sobre que si no sería un buen padre, que si se le caería el niño cuando lo tuviera en brazos, y todos esos nervios que les entran a los padres primerizos, pero se calmó cuando Elísabeth le dijo que sería un buen padre y que lo importante era que quisieran al bebe.

- Sirius... me mareo - dijo ella después de que Sirius la hubiera cogido y dado un par de vueltas.

- Lo siento - dijo parando rápidamente y dándole un beso a modo de disculpa - es la emoción - sonrió embobado - hay que prepararlo todo -

- Todavía quedan ocho meses pera que nazca... no me seas agonías -

- Me refiero a la boda -

- ¿Qué boda? - preguntó ella con el ceño fruncido.

- Tu y yo... nos casamos - dijo más como una orden que como una petición.

- ¿Por qué? -

- Pues porque estas embarazada... y te quiero - añadió al ver la seriedad de ella.

- No - dijo ella seriamente.

- ¿No te quieres casar conmigo? -

- No... -

- Pero... -

- Sirius a ti te da alergia el matrimonio... y no me pienso casar sólo por que este embarazada... tu no tienes verdadera ilusión por casarte... sólo lo haces por el bebe... y yo así no me caso - dijo ella tajantemente.

- Pero yo te quiero -

- Sirius por favor - dijo ella escéptica - te daba urticaria cuando oías hablar de boda... alergia... no parabas de rascarte... ¿y ahora me estas diciendo que quieres casarte?... eso no se lo cree nadie -

- Pero debemos casarnos - dijo el tozudo.

- Por esa regla de tres debimos casarnos hace diecisiete años ¿no crees? - dijo ella mordazmente.

- Eli... -

- Que no... que no me caso... estar embarazada no es razón suficiente para casarse... y ahora vete... - dijo empujándolo fuera del cuarto - deberías estar en el colegio y yo quiero descansar -

- Pero... -

- Que no -

Y cerró la puerta.

- ¡Testaruda! - gritó Sirius desde fuera.

Elísabeth se dispuso a abrir la puerta para contestarle, una mala costumbre es querer decir la última palabra en una discusión, pero cuando abrió la puerta ya no había nadie, Sirius se había ido, cerró de un portazo y se tiró en la cama enfadada.

- Idiota -


La mañana siguiente, lunes, primer día de clase, Sirius les contó a Remus y a Kate la gran noticia, sería papá, y también su indignación por la negativa al compromiso.

- Perdona que te diga Sirius... pero es un chiste malo... - dijo Kate.

- ¿Qué estas diciendo? -

- A ver... si fue en nuestra boda - señaló a Remus y a ella misma - y salías corriendo cada vez que oías mencionar la boda... Elísabeth me contaba que por las noches no hacías más que rascarte y murmurar cosas en contra de nosotros por que nos casábamos y que ese picor era culpa nuestra... ella se enfado conmigo por que por culpa de la boda tu tenias picores... y por culpa de esos picores ella no podía disfrutar de ti en la cama... ¿y ahora le vienes pidiendo matrimonio?... Sirius... es un chiste malo -

- ¿Ella se enfadó por que no podía estar conmigo en la cama? - preguntó sonriendo picaramente, pero al momento se puso serio recordando que él estaba enfadado - eso no tiene nada que ver... he madurado -

- Es que ella tiene razón en pensar que sólo se lo has pedido por el bebe -

- Pero yo la quiero a ella... lo de su embarazo simplemente ha precipitado las cosas -

- ¿Pensabas casarte con ella? - preguntó Remus alucinado.

- La idea se me paso por la cabeza... si... yo quería pedírselo... casarme con ella... - murmuró avergonzado, ese tipo de ideas no eran comunes en él - antes de saber que estaba embarazada - matizó.

- Pues entonces demuéstraselo... -

- ¿Cómo?... si es una testaruda... se le ha metido en la cabeza que no nos casamos y es que no nos casamos -

- OH vamos... Elísabeth lleva queriendo casarse contigo desde que os disteis vuestro primer beso -

- ¿De verdad? - preguntó ilusionado - que diga... es una testaruda... y yo no pienso dar mi brazo a torcer... si me quiere para algo que venga ella y me lo pida - dijo mal humorado cogiendo su cartera y saliendo del salón hacia la clase.

- ¿Cuál de los dos es más testarudo? -

- Tal para cual -

- Fijo que Sirius es el primero en dar su brazo a torcer - dijo Kate sonriendo.

- Seguro... -

Kate se acercó a su marido y lo besó fervientemente.

- ¿Te he dicho ya hoy que te amo? - preguntó ella picaramente.

- Un par de veces... pero no esta mal que me lo recuerdes otra vez -

- Te amo - murmuró.

Le volvió a besar mientras metía sus manos debajo de la camisa de su marido buscando tocarlo.

- Kate... tengo... tengo que irme - dijo él acalorado.

Él tampoco se había quedado quieto, había metido las manos también debajo de la camisa de ella y acariciaba su espalda con pasión, incluso le desbrocho el sujetador.

- Sólo cinco minutos más - murmuró ella.

Ella intentaba desabrocharle el pantalón para llegar a su miembro.

- Kate... ¿soy yo o tu estas más excitada de lo normal? -

Ella siguió con su tarea de intentar desabrochar el pantalón, pero al no conseguirlo desistió y dejó a Remus libre.

- Esta bien... puedes irte... ahora mismo te estas librando de que devore tu cuerpo con mis labios... de que te sienta dentro de mi... pero esta noche... quiero que me hagas gritar como una loca en compensación por esto - le susurró ella al oído.

Remus simplemente asintió, nunca la había visto tan excitada como en ese momento, pero no sería él quien le negara un capricho y ya empezaba a mentalizarse que esa noche tendría que cumplir como un hombre.

- Esta noche te lo recompensare... no te arrepentirás de esperar - le susurró Remus al oído.

La besó dulcemente en los labios, se fue para la puerta y le guiñó un ojo antes de salir. Kate sonrió con picardía al pensar en la noche de lujuria y pasión que iba a tener, y se quedó tumbada en el sofá abanicándose con la mano, se mordió el labio con deseo, y pensó, que esa noche Remus le concedería el capricho de irse a Viena a pasar el embarazo, a fin de cuentas, allí no había guerra.


Rachel volvía ilusionada a su cuarto, sabía que esa tarde Draco sólo tenía una clase a última hora, así que había planeado pasar la tarde con él, una maravillosa tarde romántica con su novio, dejó los libros en su cuarto y rápidamente se cambio de ropa, algo más provocativo para incitar a Draco, unos vaqueros ajustados y una camiseta muy pegada al cuerpo, sonrió con picardía al verse en el espejo y puso rumbo al cuarto de su novio.

Abrió la puerta alegremente, convencida de que se encontraría a Draco tumbado en la cama leyendo, pero no era exactamente eso lo que Draco estaba haciendo, si estaba en la cama pero con otra chica. Rachel llegó justo en el momento en que la otra se movía sobre él mientras sonreía y gemía de placer, Draco no se estaba quieto, más concretamente mientras la acariciaba le estaba besando los pechos con ansia.

Rachel estaba impresionada, no sabía que decir, no sabía que hacer, si matarlo a él, a ella, o a los dos, ponerse a llorar, gritar, o hacer cualquier otra cosa, por desgracia en clase nunca le habían enseñado que hacer en este tipo de situaciones, Draco y la otra estaban a lo suyo, ni se habían dado cuenta de que ella estaba allí, así que optó por hacerse notar y cerró de un portazo mientras los miraba con su sonrisa más falsa.

- Rachel - dijo Draco al verla un poquito impresionado.

"¿Qué le digo¿qué es un cerdo cabrón¿y me pongo a llorar después¿para que se de el gusto de verme llorar por él?... no... Rachel... aguántate las ganas de llorar... no delante de estos... no voy a llorar aquí", pensó Rachel mientras se mordía la lengua.

- Si... yo misma... pero veo que he llegado en mal momento... - dijo girándose para irse - ah... Draco... este es el fin de nuestra relación - dijo saliendo del cuarto muy dignamente sin esperar a que Draco le dijera nada.

Fue dignamente por el pasillo de los dormitorios hasta llegar a la sala común, les sonrió falsamente a modo de saludo a sus compañeras y salió de aquel nido de serpientes, después, echó a correr todo lo que pudo, sin detenerse, sin mirar atrás, sólo quería salir de allí, que nadie la encontrara y llorar.


Sirius estaba sentado en el sillón, haciendo como si corregía, frente a él, los gemelos esperando a su madre, al parecer les había mandado una lechuza diciendo que quería hablar con ellos urgentemente y que los vería esa tarde allí mismo. Sirius no los miraba, o hacia que no los miraba, los gemelos tampoco lo miraban a él estaban demasiado concentrados en el fuego. No se hizo esperar, Elísabeth apareció de las llamas tosiendo por la ceniza.

- Mamá -

Los gemelos se levantaron a ayudarla, tosía fuertemente, como si se estuviera ahogando, y efectivamente así era, durante el trayecto había tragado algo de ceniza. Sirius la miraba fijamente, todavía estaba algo enfadado y por mucho que quisiera salir corriendo a ayudarla no iba a dar su brazo a torcer.

- Trague ceniza - dijo ella entrecortadamente.

- ¿Estas mejor? - preguntó Mark dándole un vaso de agua.

- Si... gracias, tesoro... -

Se limpió un poco la ceniza de su ropa y se sentó en el sofá con los gemelos cada uno a un lado, miró a Sirius con el ceño fruncido.

- ¿Y bien¿de qué querías hablarnos? -

- Pues... veras... -

- ¿Tiene que estar Sirius aquí? - preguntó Mark frunciendo el caño.

- Lo que os va a contar también me afecta a mi - contestó Sirius sin apartar la vista de los ejercicios.

- Esta bien... ¿de que va el asunto? -

- Sirius - lo llamó Elísabeth, él hizo como si no la escuchara - Sirius... se que me estas escuchando... - dijo algo irritada, él siguió sin hacerle caso - no me ignores... - dijo furiosa.

Él alzó la mirada lentamente.

- ¿Qué? - dijo muy serio.

- Quiero hablar con los chicos a solas... por favor - pidió ella.

- Esto también me afecta a mi - gruñó.

- Si... pero preferiría hablar con ellos a solas... -

Se miraron fijamente durante unos minutos, mantuvieron esa pequeña guerra de miradas, y sin decir nada más, pero visiblemente muy enfadado, Sirius se levantó de su sitio y se encerró en su cuarto dando un portazo. Elísabeth lo miró irse, cerró los ojos al oír el portazo, suspiró, y se quedó callada pensando.

- Parece que se ha enfadado - comentó Lizzy.

- Esta enfadado desde ayer -

- ¿Por qué no pudo despedirse de ti? -

- Si se despidió... el enfado es por otra cosa -

- ¿Contigo? - ella asintió - ¿vais a romper¿eso es lo que quieres decirnos? -

- No... no vamos romper... - dijo tristemente - no creo que por una idiotez como esa va a dejarme... y menos ahora - murmuró mirando con el ceño fruncido la puerta del cuarto de Sirius.

- ¿Entonces? -

- Ayer... me entere de algo... -

- Mamá... ¿puedes ir al grano? -

- Es que no se como decíroslo para que no os enfadéis -

- Dilo... simplemente dilo -

- Estoy embarazada -

Lo dijo, simplemente lo dijo, tal y como había hecho con Sirius, y los gemelos no articulaban palabra, estaban en shock, impresionados por la noticia.

- ¿Embarazada? - preguntó Lizzy absorta todavía.

- De Sirius ¿no? - Mark la miró preocupado.

- Si... de Sirius... voy a tener un hijo de Sirius -

- ¿No estará enfadado por que no quiere tenerlo? - preguntaron Mark y Lizzy a la vez y bastante preocupados.

- No, no, no, no... - contestó Elísabeth rápidamente - no penséis eso... Sirius esta muy ilusionado por la idea... esta feliz por eso... -

- Menos mal - suspiraron aliviados los dos chicos a la vez.

- ¿Entonces¿por qué esta enfadado? -

- Es un asunto nuestro - dijo Elísabeth escuetamente.

- Vas a tener un hijo de él... somos tus hijos... también nos interesa -

- Me dijo que debíamos casarnos... y yo le dije que no -

- ¿Te pidió matrimonio y le rechazaste? - preguntó Lizzy impresionada.

- Si... tengo mis motivos... él... lo hace solo por que estoy embarazada... sólo por eso... y yo no quiero que nos casemos sólo por eso... -

- Con papá te casaste sólo por eso - dijo Mark mordazmente.

- Lo de Patrick fue distinto... demasiado distinto... -

- ¿Si¿en que? - preguntó el chico escéptico.

- Para empezar las circunstancias que se daban con Patrick no se dan ahora... y para terminar... conozco a Sirius lo suficientemente bien como para saber que acabaría arrepintiéndose -

- ¿Por qué? -

- Sirius es alérgico a el matrimonio... recuerdo cuando se casaron Kate y Remus... o James y Lily... era oír la palabra boda y salía corriendo... le entraba urticaria... por eso ahora se que lo hace más por que es lo que se debe hacer que por que sea lo que él quiere hacer - explicó Elísabeth.

"Por eso no se casaron cuando íbamos a nacer nosotros" pensó Mark.

- No quieres obligarle a que se case contigo -

- Exacto... por eso esta enfadado... por que le dije que no... -

- ¿Qué va a pasar ahora? -

- Pues no se... no he pensado en el futuro... supongo que nos iremos a vivir todos juntos... nacerá el bebe... -

- ¿Y si te deja sólo por que no has querido casarte con él? -

- No creo que haga eso... no... no lo hará... - contestó segura.

- Pero... -

La puerta del cuarto de Sirius se abrió, él salió sin mirarlos, aunque los ellos tres si le miraron a él irse, y salió del salón dando un portazo.

- Ese carácter - murmuró Elísabeth con el ceño fruncido.

- Esta muy enfadado -

- Se le pasara... -

- ¿Estas segura? - preguntó Lizzy dudosa.

- Si... se le pasara... otra cosa de la que quería hablaros... -

- ¿El qué? -

- Dentro de poco será el aniversario... como todos los años iremos a ponerle flores a las tumbas... he hablado con Dumbledore... aquí tenéis el trasladador... se activara a primera hora de la mañana del día catorce - dijo dándoles un peluche - no lo perdáis -

- De acuerdo... -

- Mami... ten cuidado... ahora tienes que cuidarte... por nuestro hermanito - dijo Mark abrazándose a ella mimosamente.

- Eso... para que este bien... ¿qué quieres que sea?... yo espero que sea niña - dijo Lizzy ilusionada.

- Otra niña no - se quejó Mark.

- Sea lo que sea que venga sano... es lo único que yo quiero... que este sano... y que le queráis mucho... ¿tenéis clase ahora? -

- Si... venga vamos... antes de que se nos haga tarde -

- Tenemos clase con el señor gruñón - dijo Lizzy sonriendo.

- No le digáis así a Snape - le regañó su madre rápidamente.

- No... si no hablo de Snape... sino de... - alzó las cejas divertida - de su papá - dijo tocando el vientre de su madre.

- No le digas así a Sirius... - le regañó Elísabeth intentando no sonreír - no es un gruñón... sólo tiene un carácter un poco... difícil... -

- Vamos... - dijo Mark dándole un beso en la mejilla a su madre, Lizzy hizo lo mismo y los dos salieron del salón - ahora se de donde hemos sacado este carácter tan... difícil - le comentó a su hermana divertido.

Lizzy rió.


Hasta Remus se dio cuenta de que Sirius estaba enfadado, y los alumnos, que no eran tontos, también. Era arisco en las contestaciones, miraba a todos, sobre todo a los Slytherin, con ganas de matarlos, no permitía a nadie hablar a destiempo bajo amenaza de castigo. Sirius se estaba comportando como la copia retorcida y cruel de Snape, y mira que hay que ser muy cabrón para superar a Snape.

- Sirius... - dijo Remus acercándose.

- ¿Qué? - gruñó.

- ¿No crees que deberías calmarte un poco? -

- Yo estoy muy calmado - dijo masticando cada palabra.

- No... no lo estas... -

- Remus... no tengo ganas de discutir también contigo -

- Con esa actitud y ese carácter no vas a conseguir nada - dijo Remus intentando hacerle reaccionar.

Sirius cogió furioso su cartera y se fue.


Era muy tarde cuando Rachel volvió a la sala común, Draco estaba sentado frente al fuego en uno de los sillones, ella paso por allí sin detenerse a mirar, con la frente muy alta, muy dignamente, a fin de cuentas, ella había sido la engañada, la había utilizado. Draco la miró de reojo al pasar pero no se atrevió a decirle nada, no pretendía que se enterara de esa forma, hubiera preferido que no le pillara, pero las cosas nunca salen como uno quiere.

Rachel llegó a su cuarto, silenció sus cortinas y se metió en su cama para seguir llorando sin que nadie se enterara, tenía ganas de destruir algo, preferiblemente a Draco, pero no le iba a dar la satisfacción de verla destruida y triste por él, Rachel era una chica de carácter y principios, y no iba a permitir que Draco Malfoy la humillara.


Remus frunció el ceño al oír lo que su mujer le pedía, estaban los dos abrazados en la cama, desnudos, dándose mimos y caricias después de haber hecho el amor, y Kate no tuvo mejor momento para pedirle que no se enfadara por que ella se iba a Viena.

- Veo que lo tienes decidido -

- No... pero... no creo que tampoco necesite tu permiso... - aclaró ella - hace dos años tu decidiste, sólo por que Dumbledore te lo pidió, venirte a Hogwarts a dar clase... y creo recordar... que no me pediste ni mi opinión, simplemente me dijiste que Dumbledore te necesitaba y te viniste en seguida - dijo con algo de rencor.

- Eso fue por... -

- Ya lo sé... todos creíamos que Sirius era un asesino y que iba a matar a Harry... pero de todas formas... Remus... no me dejas trabajar en la orden por que temes que me pase algo... lo cual comprendo... pero allí con Elísabeth no me pasara nada... - intentó explicarle - estaré en su empresa con ella, viviré en su casa, allí no hay guerra... la única pega es que no podré dormir contigo todos los días - dijo mimosamente besándolo en el pecho.

- No tengo opción ¿verdad? -

- No quiero irme y que estés enfadado... - dijo ella tristemente.

- Si ocurre la más mínima cosa... lo que sea... que pueda dañarte a ti o al bebe... te traigo y me darán igual tus quejas ¿entendido? - advirtió Remus.

- Te amo - dijo ella besándolo con fervor y colocándose encima para volver hacer el amor con él.


Sirius volvió de madrugada a su cuarto, había estado en el bosque dando vueltas, intentando ordenar sus pensamientos, calmarse, contener ese enfado que sentía, pero es que se sentía frustrado, Elísabeth le había dicho que no se casaba con él, "Vale, es cierto que ha sido un poco precipitado... pero joder... he madurado... ¿qué pasa¿qué no puedo querer casarme con ella?... ¿el único motivo tiene que ser el bebe?... no puede ser que yo quiera ¿no?... y claro ella testaruda como es no va a cambiar de opinión... y mientras tanto yo aquí con este enfado" pensó mientras entraba en su cuarto. No pudo evitar sonreír al verla tumbada en su cama, aunque esa sonrisa desapareció cuando se dio cuenta de que no estaba dormida. Elísabeth lo miraba fijamente con el ceño fruncido.

- ¿Dónde has estado? - preguntó ella entre molesta y preocupada.

- Por ahí - gruño él.

Se miraron fijamente, sin rendirse ninguno en esa guerra de miradas que habían comenzado. Fue ella quien desvió la mirada al ponerse de pie y andar hasta la puerta.

- Ya veo que sigues enfadado... me voy -

Sirius la detuvo antes de que saliera.

- Si te has quedado es por algo... habla... ¿qué ocurre? - dijo Sirius, bueno más bien sonó a una orden.

- No pienso hablar contigo con esa actitud - dijo ella tajante.

- Elísabeth - gruñó él.

- Sirius - dijo ella de igual manera.

Otra vez esa guerra de miradas, pero esta vez, fue Sirius quien cedió.

- Por favor - pidió Sirius más calmado.

Ella lo miró durante unos minutos, más que nada para mantenerle en vilo por haber sacado ese carácter.

- Esta mañana he ido al medico -

- ¿Y¿estas mal¿te pasa algo¿es el bebe¿esta mal? - preguntó Sirius muy preocupado sentándose a su lado.

Elísabeth sonrió al ver la reacción de Sirius, puede que estuviera muy enfadado pero en el fondo se preocupaba por ella.

- Estamos bien... sólo era para hacerme un chequeo y para saber de cuanto estaba y esas cosas - dijo ella dulcemente cogiéndole la mano y llevándola a la barriga para que tocara más o menos donde se suponía que estaba el bebe.

- ¿Y? - preguntó impaciente.

- Bien... que estamos bien... estoy de unas seis semanas... que tengo que cuidarme mucho... y todas esas cosas -

- Quiero que dejes de trabajar y te vengas aquí a descansar - dijo Sirius seriamente frunciendo el ceño.

- ¿Cómo? - preguntó ella alucinada por sus palabras.

- Que quiero que te vengas aquí... tenerte cerca... cuidarte - dijo más dulcemente para que no sonara como una orden y así convencerla.

- Sirius no voy a dejar de trabajar... y menos pienso venirme a vivir al colegio... no pienso encerrarme en esta habitación a esperarte todos los días -

- Eli... -

- Sirius no... no tengo por que hacerlo... estoy perfectamente y el medico no me ha dicho que tenga que dejar de trabajar, simplemente que tengo que cuidarme y no cometer excesos... no voy a venirme por que tu lo digas -

- Es por tu bien -

- Por mi bien es que no estamos discutiendo cada dos segundos -

- Si no fueras tan cabezota -

- No sólo yo soy la cabezota -

- Es por... -

- Ya me has dicho eso de que es por mi bien - dijo ella cansada - pero me da igual... yo se cual es mi bien... y mi bien es seguir con mi vida... voy a seguir trabajando... voy a seguir viviendo en Viena... -

- En esa vida no estoy yo - dijo él alterado.

- Si estas - dijo ella alterada - pero no voy a permitir que te impongas como un dictador... eres mi pareja... no mi carcelero -

- Vete - gruñó Sirius enfadado.

- Pues me voy - dijo ella abriendo la puerta.

- Pues muy bien -

- Idiota - dijo antes de desaparecer.

- Testaruda - dijo él al aire - cabezota -


Kate lo había conseguido, estaba en Viena, esa misma mañana había desecho la maleta en la casa de Elísabeth, y ahora estaba en la empresa de su amiga, en un despacho reunida con el medico de la empresa, que el explicaba sus nuevas funciones, la verdad, era un trabajo muy sencillo que hasta un estudiante en practicas podría hacer. Él era un hombre amable, bastante mayor, pero con cara de buena gente, se llamaba Hilarius Worel.

- ¿Qué le parece el trabajo? -

- Estupendo... estoy deseando empezar -

- Esta tarde... la señora Lavine me ha informado que quiere hablar con usted y enseñarle las instalaciones -

Elísabeth estaba en una reunión importante desde primera hora de la mañana cuando Kate llegó, por ello no pudo salir a recibirla y mostrarle toda la empresa, así que Kate había ido ha hablar directamente con el medico, que ya había sido informado de la nueva incorporación.

El señor Worel le acompañó hasta el recibidor previo al despacho de Elísabeth.

- Muchas gracias - dijo Kate.

- La veré esta tarde, que pase un buen día - dijo el hombre mientras pulsaba al ascensor.

- Igualmente -

Las puertas del ascensor se abrieron y de él salió Romi sonriente.

- Buenos días señor Worel... ¿cómo se encuentra su familia? - preguntó ella amablemente.

- Muy bien... gracias, señorita Schneider -

- No hay que agradecer nada... que pase un buen día -

- Hasta la próxima vez - dijo el hombre antes de que las puertas se cerraran.

Kate se había sentado en uno de los sillones que había frente a la mesa de la secretaria para esperar a que Elísabeth saliera, miraba curiosa a la mujer que acababa de llegar.

- Buenos días - dijo Romi sonriente sentándose al lado.

- Buenos días -

- Felicidades -

- ¿Perdón? - preguntó Kate extrañada.

- Esta embarazada... yo también - dijo Romi alegremente.

- Ah eso... gracias... me alegro por usted - dijo Kate también sonriendo.

Estuvieron unos minutos sin hablar, un incomodo silencio se hizo visible.

- ¿Viene a ver a la jefa? - preguntó Romi haciendo un gesto con la cabeza señalando a la puerta - según sé hoy esta enfadada... pobres los que estén reunidos con ella -

- Si... tiene mucho carácter -

La puerta se abrió y volvió a cerrarse de un portazo, asustando a las dos mujeres que no se lo esperaban, fue Albert el causante de todo, paso sin detenerse a saludar y se encerró en su despacho con otro portazo. Romi miró como se iba frunciendo el ceño.

- ¡Albert! -

La puerta volvió a abrirse dejando ver a una furiosa Elísabeth.

- Voy a verlo - dijo Romi poniéndose de pie.

- Déjalo... es un testarudo cabezota retrograda que no acepta que le lleven la contraria - gritó Elísabeth para que Albert pudiera escucharlo desde su despacho.

- Por lo menos yo no me voy embarazando por ahí de cualquiera - gritó Albert abriendo la puerta su despacho pero sin aparecer por el pasillo.

Elísabeth se sorprendió el comentario, bueno, en realidad todos se sorprendieron mucho, pero si creía que así iba a callarla es que no la conocía.

- No... tu vas embarazando a tu mejor amiga sin estar enamorado de ella -

- A mi no me metáis en medio de esta guerra - dijo Romi.

Albert dio un portazo y ya no volvió a abrir la puerta. Otros dos hombres salieron del despacho, concretamente, el padre de Romi y Benjamín Rojas.

- Nosotros mejor nos vamos - dijo el señor Schneider.

- Sentimos mucho lo que ha pasado - dijo Ben.

- No es vuestra culpa... soy yo la que lamenta el espectáculo que... -

- Cuídate... en tu estado no es bueno andar tan irascible - dijo el hombre mayor cariñosamente, se acercó y abrazó a Elísabeth - hasta luego -

- Papi... ¿qué haces aquí? - preguntó Romi acercándose y dándole un sonoro beso a su padre en la mejilla.

- Negocios hija... negocios - dijo el hombre correspondiendo al abrazo - nos vemos esta noche ¿vendrás a cenar a casa? -

- Si... -

El señor Schneider se fue hasta el ascensor, Romi lo despidió con la mano, Ben se acercó a ella y rápidamente le robó un corto beso.

- Adiós - dijo Ben yendo también hacia el ascensor.

- ¿No es el mejor hombre del mundo? - preguntó Romi dando un sonoro suspiro cuando la puerta del ascensor se cerró.

- No... para mi el mío es el mejor... bueno... en estos momentos dista mucho de ser la pareja perfecta... - contestó Elísabeth frunciendo el ceño.

- Hoy estas de un humor de perros... - dijo Romi entrando en el despacho despreocupadamente - ¿y por que ha sido la pelea esta vez? -

- Pasa Kate - dijo Elísabeth sonriendo a su amiga.

- No pasa nada... puedo esperar... -

- Entra - dijo seriamente.

- Como ordenes mi capitana - dijo Kate con burla.

Romi se iba a sentar en uno de los sillones.

- Hay se ha sentado el capullo ese - gruñó Elísabeth cerrando la puerta.

- Mejor me siento en este - dijo sentándose en uno de los otros que había.

Kate se sentó en otro de los sillones, Romi la miró extrañada de que estuviera allí.

- Kate esta es Romi... Romi esta es Kate -

- Así que tu eres la famosa Romi... - dijo Kate sorprendida.

- ¡Soy famosa!... - dijo ella alegremente - ya sabía yo que era tu tema de conversación preferido - le dijo a Elísabeth.

Ni Elísabeth ni Kate pudieron evitar sonreír por la ocurrencia.

- Encantada de conocerte Romi -

- Lo mismo digo Kate... creo que este es el comienzo de una buena amistad -

- Dios las cría y ellas se juntan... - murmuró Elísabeth llevándose las manos a la cabeza.

- ¿Por qué ha sido la pelea? - preguntó Romi seriamente.

- Te juro que rezó para que el bebe que llevas en las entrañas se parezca a ti... por que como salga con las idioteces del Albert me pego un tiro -

- El que pegó el portazo es el padre de mi hijo... pero no estamos juntos... yo estoy con el guapo rubio que salio después... ya te pondré al día de mi vida un día de estos que quedemos para desayunar - le explico Romi a Kate confidencialmente - Albert puede ser un idiota integral... pero tiene su parte buena - le dijo a Elísabeth intentando defender al padre de su hijo.

- Pues como no sea un fiera en la cama no se cual es esa parte buena... yo ahora mismo no se la veo -

- Hombre... no es un as en la cama... el cubano era mejor... - Elísabeth sonrió - pero el chaval se defiende... tan mal no lo hace - comentó Romi.

- Ahora entiendo por que esta frustrado... sabe que le has dejado por que no es bueno en la cama - comentó Elísabeth sonriendo maliciosamente.

- No... esta frustrado por que estoy embarazada de él y estoy con un tío mil veces mejor que él... por que tu estas embarazada y estas con un tío un millón de veces mejor que él... esta frustrado por que no puede controlar nuestras vidas - dijo Romi sabiamente.

- ¿Y quién coño se cree que es para controlar mi vida?... si no permito a Sirius controlarla ¿se cree que a él si? - dijo alterada.

- Tranquilízate - dijo Kate.

- Para ti es fácil... pero yo estoy enfadada con Sirius... enfadada con Albert... ¿quién es el siguiente? -

- Lo de Sirius tiene fácil arreglo... cásate con él - dijo Kate tranquilamente.

- No -

- ¿Te ha pedido que te cases con él y le has dicho que no?... tu eres tonta - dijo Romi exasperada.

- Que no me caso con él sólo por que este embarazada... ni me pienso ir a vivir al colegio... coño acabo de sacarte a ti de allí - le dijo a Kate - no es plan ir y yo y encerrarme -

- Pues algo tendrás que hacer para que se arreglen las cosas -

- Todavía no me has contado por que se ha enfadado el gruñón - dijo Romi.

- Pues... estamos en proyecto de abrir otra empresa en Estados Unidos... Ben es nuestro contacto con los socios americanos... tu padre me propuso el negocio... pero Albert se niega -

- ¿Por qué? -

- La versión sin sentido que ha dado Albert que si la explico no os enteráis... o la versión de verdad verdadera -

- La de verdad verdadera - dijeron las dos chicas a la vez.

- Tiene celos de que tu padre se lleve tan bien con Ben y tan mal con él... y de que yo apoye a Ben y no a él... y de que este negocio se le ocurriera a Ben y no a él... y de que tu estés enamorada de Ben y no de él -

- Vamos que le tiene celos a Ben ¿no? - resumió Kate.

- Exacto - dijeron las otras dos mujeres.

- Que malos son los celos -

- Cásate con Sirius - dijo Romi tranquilamente aunque no venía a cuento.

- Cásate tu con Ben -

- Yo como ya estoy felizmente casada - dijo Kate felizmente.

- Eso... tu restriégamelo... -

- ¿Por qué no vamos a desayunar? -

- Nos sentaría bien comer algo... y descansar... recuerda que estamos embarazadas... y una sola muestra de que te ocurre algo malo y Sirius te lleva al colegio a la fuerza... y de paso Remus me lleva a mi también - dijo Kate.

- Esta bien... vamos... - dijo poniéndose de pie - ¿has hablado ya con Worel? - preguntó a Kate cuando llegaron al ascensor.

- Si... un hombre encantador... esta tarde empiezo -

- Perfecto -

- Kate te va a gustar estar aquí... tenemos que salir de marcha las tres juntas - dijo Romi alegremente.

- Recuerda que estamos embarazadas Romi - advirtió Elísabeth.

- Encima las tres en estado... que ilusión - dijo Romi con felicidad.

Elísabeth simplemente negó cerrando los ojos mientras sonreía por la vitalidad y ganas de diversión de su amiga.


- Sus notas siguen siendo mediocres Hanley - dijo Snape con desprecio - veo que su novio, el señor Malfoy, no esta siendo tan buena influencia para usted como yo esperaba -

- Malfoy es un cabrón hijo de puta al que encontré follando con otra - contestó Rachel con cinismo y una sonrisa falsa - por lo tanto... ya no es mi novio... sólo es el cabrón de mi ex -

- Oh... ya veo... - murmuró Snape - de todas formas he decidido ponerle un tutor para que le ayude a subir las notas - comentó ignorando de momento el vocabulario de su alumna.

- No hay problema -

- Le avisare cuando encuentre a alguien adecuado... puede irse - Rachel se levantó y se dirigió a la puerta - Hanley... diez puntos menos por su vocabulario - le dijo a la chica antes de que se fuera.

- Ya estaba tardando el muy cabrón - murmuró Rachel antes de salir y menos mal que Snape no lo oyó, sino estaría castigada.

Snape se recostó en su silla pensativo, no comprendía como Malfoy había dejado a esa chica, se le veía distinto cuando ella estaba cerca, no llegaba a comprender por que había hecho eso, no lo comprendía, "Tal vez", una idea paso por su mente, una idea muy lógica y probable, una idea que echaba por tierra toda posibilidad de que Malfoy no siguiera los pasos de su padre y se convirtiera en mortifago.

Salió de su despacho y con paso decidido se dirigió al gran comedor, allí, en la mesa de Gryffindor, estaban las dos personas que él buscaba "los gemelos Lavine... o mejor dicho... los gemelos Black" pensó "si se enteraran... odiarían a Black... ¿cómo hacer que se enteren?... ya pensaré en algo", fue hasta ellos.

- Señorita Lavine - dijo con algo de desprecio - a partir de este momento se convierte usted en el tutor de la señorita Rachel Hanley ayudándole así a subir sus notas en todas las asignaturas -

- ¿Qué? - preguntó Lizzy desconcertada.

- ¿Esta sorda? -

- No, señor - contestó ella con rencor.

- Entonces me ha escuchado perfectamente... y dado que sus notas confirman que no es tonta debo suponer que ha comprendido la orden que le he dado -

- ¿Por qué yo? -

- Tómelo como un castigo por haberme encerrado en aquel armario -

- No tiene pruebas de que fuéramos nosotros - dijo Mark encarándolo.

- No me hacen falta pruebas - dijo Snape triunfante - se que fuisteis vosotros -

- Esta bien, profesor Snape... ayudare a esa niña a subir sus notas - dijo Lizzy sujetando a Mark para que no se lanzara sobre Snape.

El profesor sonrió con suficiencia y se fue hasta la mesa de los profesores. Y así fue como desde ese momento Lizzy se convirtió en la profesora particular de Rachel.

- Esto te quitara mucho tiempo - dijo Harry cuando llegaron a su cuarto.

- Ya... pero mejor eso que limpiar las mazmorras -

- No tiene pruebas - dijo Mark con rencor.

- No... pero no es tonto... -

- Me voy a ver a Ann - dijo Mark saliendo del cuarto - que corra el aire - dijo volviendo a entrar y fulminando a Harry con la mirada.

Harry sonrió cuando por fin Mark salió del cuarto y se acercó a su novia para besarla y ella correspondió gustosa.

Mark llegó hasta donde estaba Ann.

- ¿Qué tal el día? -

- No ha estado tan mal - se acercó a ella y la besó tiernamente - y por minutos mejora - dijo antes de besarla con más pasión.

- Pienso lo mismo - dijo Ann cuando se separaron y después volvió a besarle.


- ¿Quién habla con él? -

- Tu - dijo Lizzy directamente y sin pensárselo.

- ¿Por qué yo? - protestó Mark.

- Por que eres un chico... y esta todavía visiblemente enfadado... -

- ¿Y? -

- Pues eso... que si te suelta una bordaría... tu eres más diplomático... yo le pego una patada directamente -

- ¿Y quién te dice que yo no le pegaría? - murmuró el chico con el ceño fruncido y algo resentido.

Lizzy sonrió sabiendo perfectamente que su hermano acababa de ceder a su petición.

- ¿Podrían compartir con el resto de la clase su animada charla? - dijo Sirius con voz gélida dando un golpe en la mesa de Mark.

Toda la clase estaba en silencio escuchando la explicación de Remus, bueno, todos no, los gemelos intentaban resolver la duda de quien iría a hablar con Sirius, y claro, las murmuraciones ya estaban sacando de sus casillas al hombre, que si antes estaba enfadado, ahora más, y cuando descubrió que los responsables eran sus hijos, más enfadado aun.

Ambos chicos se quedaron callados mirándole fijamente, sin saber que decir, o queriendo decir demasiadas cosas pero sin saber como.

- Profesor... ¿podríamos hablar al final de la clase?... es que tengo un problema - dijo Mark tranquilamente.

- Si es una duda de la materia puede plantear su problema delante de todos, señor Lavine -

- No es relacionado con la materia -

Se miraron fijamente, Sirius asintió y miró a Remus dándole a entender que podía proseguir con la explicación.

Tal y como Mark había pedido, una hora después estaba frente a la mesa de Sirius, pero mirando a la puerta y viendo, con enfado, como su hermana se despedía y se iba con Harry.

- ¿Y bien? -

- Un minuto... - dijo Mark.

Salió corriendo por la puerta y alcanzó a su hermana.

- Mark - dijo ella suplicante para que no le obligara a ir.

- Si vamos los dos conseguiremos más... -

- Pero... -

- Andando - dijo el chico sin opción a replica.

Y volvían a estar frente a Sirius, que los miraba con el ceño fruncido.

- ¿Ahora si? -

- Tenemos un pequeño problema -

- Vosotros diréis -

- Tu enfado con nuestra madre - dijo Mark.

- Y que lo estés pagando con el resto del mundo y más particularmente con nosotros - completó Lizzy.

- Yo no... -

- Que mamá te haya rechazado para casarte contigo no significa que puedas pagarlo con el resto del mundo... y menos con nosotros - dijo Lizzy rápidamente.

Ya lo había dicho, todo lo que a ella, y a Mark, le estaba molestando durante los días que habían pasado desde que Elísabeth le rechazó, todas esas miradas gélidas y muestras de frialdad, todo eso, todas esas muestras de que Sirius estaba pagando con ellos el hecho de que Elísabeth no creyera que de verdad quiere casarse con ella.

- Yo no estoy pagando ese enfado con vosotros - murmuró contrariado.

No se daba cuenta si lo hacia. Los dos gemelos le miraron con escepticismo.

- Si lo haces - dijeron a la vez.

Sirius sonrió.

- Tal vez un poco - murmuró.

- Menos mal... por lo menos lo admite... - murmuró Lizzy a su hermano, que asintió para darle a entender que estaba de acuerdo.

- Ahora vamos al asunto que nos preocupa... mamá esta embarazada... -

- ¿Estáis enfadados por eso? - preguntó Sirius tristemente.

- No... la verdad es que nos hace ilusión... - Sirius los miró sonriendo tímidamente - y tu estas enfadado con ella... ¿de verdad crees que eso es conveniente para una embarazada? -

- Ella es una testaruda - dijo Sirius defendiéndose como un niño chico.

- Si... ¿y tu no? -

- Veras... el viernes hace nueve años que nuestro padre y nuestro abuelo murieron... y mamá lo pasa especialmente mal en estas fechas... y si a eso le añadimos que no hace ni diez días ella revivió acontecimientos similares a los vividos cuando murieron ellos... pues se junta todo... y si le sumamos que esta embarazada... peor me lo pones... y si tu encima estas enfadado y no te tiene cerca para que la consueles y le des apoyo... - explicó Mark.

- Lo que te queremos decir... es que ella te necesita... con lo que paso hace días ella creía que te perdía como perdió a papá... y... te necesita... nosotros no somos suficiente -

- Cede un poco... -

- Me lo pensaré - dijo Sirius pensativo sin atreverse a mirarlos.

- No Sirius... esto no es para que te lo pienses... si fallas en esto... si la dejas sola ahora... es que no te la mereces... - dijo Mark tranquilamente pero con algo de desilusión.

Mark cogió la mano de su hermana y ambos se fueron de la clase. Sirius se quedó solo, pensativo, asimilando todo lo que los gemelos le habían dicho. Y ellos tenían razón, Daniel le contó como murieron Patrick y Linus, y él comprendió mejor el nerviosismo de ella después del ataque, además por mucho que le doliera que ella hubiera rechazado su propuesta de matrimonio, la verdad era que debía estar allí con ella en ese momento, lo necesitaba, de sus mimos, de su compañía, y él también la necesitaba mucho a ella. Era una tontería estar enfadados y separados, se amaban y necesitaban estar juntos.


- Bien Hanley... te he explicado esta formula ya siete veces... ¿qué coño es lo que no entiendes? - preguntó Lizzy enfadada.

- Todo... las pociones no se me dan bien - contesto la chica exasperada.

- ¿Y cómo has podido aprobarlas hasta ahora? - preguntó Lizzy ahora sorprendida.

- No tengo ni puta idea... - le contestó Rachel sorprendida también.

- Creo que estamos siguiendo una mala estrategia... a ver... las pociones son simple y pura química muggle... -

- Nunca se me dieron bien las ciencias -

- Mal vamos... - murmuró Lizzy - mira Rachel... tu tienes que aprobar y yo conseguir que lo hagas con la mejor nota -

- Mal vamos - murmuró Rachel - ah por cierto... si puedes llamarme por mi nombre - aclaró.

Lizzy la miró extrañada, no se había dado cuenta de que la había llamado por su nombre y no por su apellido.

- Es tarde... y hoy no conseguiremos que aprendas esto... mejor lo dejamos -

- Gracias Dios - dijo Rachel mirando al cielo.

- Bueno... cuéntame... últimamente no se te ve mucho con tu novio... ¿te has dado cuenta de que Malfoy es un cabrón sin sentimientos o que? - preguntó Lizzy casualmente para entablar conversación.

- Si... un cabrón adultero sin sentimientos al que no le importa hacerle daño a nadie - dijo con odio.

- Vaya... lo siento... es una forma dolorosa de enterarse que la persona que quieres no es lo que esperabas - dijo Lizzy tristemente.

Rachel la miró extrañada e intentando evaluar el grado de sinceridad de la chica.

- Si... - dijo ausente.

No pudo evitarlo y un par de lagrimas se le escaparon.

- No llores - dijo Lizzy tiernamente abrazándola para consolarla, Rachel rompió a llorar con más fuerza - ese cabrón no merece tus lagrimas... no llores por él... tu eres más fuerte - le alzó la cara para poder mirarla a los ojos - Rachel... tu eres más fuerte... no puedes dejar que te humille - dijo convencida.

- Tienes razón... pero duele - dijo intentando calmarse.

- Claro que duele... si no te doliera significaría que no tienes sentimientos, que no eres humana... es parte de la vida... el dolor... es una parte de la complejidad humana -

- Es muy sabio eso que has dicho - Rachel se limpió las lagrimas - ¿quién te lo enseñó? -

- Mi padre - respondió Lizzy ausente - vamos... hay que cenar - dijo abriendo la puerta para salir - no te preocupes - la miró y vio que todavía se estaba limpiando las lagrimas - si necesitas ayuda para vengarte o hacerle la vida un poco más insufrible... cuenta conmigo - dijo sonriente.

- Lo tendré en cuenta - dijo Rachel saliendo del aula.

Una pequeña pero fuerte amistad se forjó en ese momento entre Lizzy y Rachel.


Cuatro días, tan sólo eso habían pasado, el lunes comenzaron el colegio y el viernes ya era catorce, los gemelos se despertaron temprano, demasiado temprano, se vistieron en silencio, no tenían ganas de hablar demasiado, para ellos, era un día negro. Pronto llegó la hora en la que el trasladador se activaría, ni siquiera habían tenido tiempo de comprobar si Sirius iría con ellos, pero él no había dado ninguna muestra de que iría, lo cual significaba que iba a fallar, que la iba a dejar sola cuando ella más lo necesitaba, y si eso era cierto, ni Mark ni Lizzy se lo perdonarían nunca.

Se aparecieron en la casa McCallister, el panteón donde estaban enterrados los Lavine estaba en el Valle de Godric, en la parte más alejada. Allí en la casa ya estaban todos, Daniel, Farah, Elísabeth, Albert y Romi nadie más, ni rastro de Sirius, los gemelos lo buscaron con la mirada, pero no estaba, la desilusión se hizo visible en ellos.

Elísabeth estaba sentada en el sofá, triste, intentaba no llorar, ella presenció de primera mano la muerte de los dos hombres y nunca podría quitarse de la memoria ese acontecimiento que la entristecía tanto.

- Tranquila... - dijo Romi a su lado.

Elísabeth sonrió tristemente a su amiga.

- No hacia falta que vinieras... en tu estado no es conveniente -

- Tu estas en la misma situación que yo... y yo soy tu amiga... y quiero estar contigo en las buenas y en las malas... -

- Gracias - murmuró.

Los gemelos se acercaron a su madre y la abrazaron.

- Todo esta listo... podemos irnos ya - dijo Farah acercándose.

Los gemelos abrazaron a su abuela fuertemente, la pobre mujer era la que más sufría de todos, a fin de cuentas, era el amor de su vida y su hijo los que murieron.

Daniel iba delante, justo detrás, Albert hablando con el sacerdote que oficiaría la misa, detrás los gemelos, y cerrando la comitiva, Elísabeth, Farah y Romi, las tres iban en silencio, Romi se había enganchado al brazo de Farah para intentar darle apoyó, cosa que la anciana mujer agradeció, Elísabeth simplemente iba al lado de ellas, demasiado metida en sus pensamientos.

Daniel fue el primero en verle, y simplemente sonrió y se acercó a él. Allí, apoyado en la verja del cementerio, estaba Sirius. Albert frunció el ceño al verlo, y simplemente paso de largo con el sacerdote.

- ¿Qué hace éste aquí? - preguntó Sirius a Daniel refiriéndose a Albert.

- Era el mejor amigo de Patrick -

Sirius frunció el ceño, no le caía bien Albert y se había dado cuenta que el sentimiento era reciproco.

Los gemelos sonrieron al verle, ilusionados, no les había fallado, hubieran querido acercarse a él corriendo para decirle que se alegraban de verlo y que hubiera venido, pero no les pareció lo más correcto dada la situación. Daniel se acercó a ellos para que prosiguieran la marcha juntos.

- ¿Y ese? - preguntó Romi extrañada.

- Sirius Black - dijo Farah.

Y al oír el nombre, Elísabeth, que iba absorta en sus pensamientos y mirando al suelo, alzó la mirada y lo vio, sonrió tímidamente al verlo.

- Vaya... ya sabía yo que no tenías mal gusto... tu no te fuiste a por el guapo... tu te fuiste a por el tío bueno -

Elísabeth sonrió y se ruborizó. Farah también sonrió por el comentario, le hizo una señal a Romi y aligeraron el paso para dejar a Sirius y Elísabeth solos.

Sirius inclinó levemente la cabeza al pasar Farah en señal de saludo, después cuando vio a Elísabeth sola, se acercó a ella. Se había parado, miraba al suelo, cuando Sirius se paró frente a ella, alzó la mirada para verlo y comenzó a llorar, lo abrazó buscando consuelo y él correspondió al abrazo intentando que ella se calmara.

- Ya... tranquila... estoy aquí contigo... - murmuró.

- Perdóname - dijo ella sollozando.

- No pasa nada... no te preocupes... ahora no es el momento de hablar de eso... tranquila... -

- Pero... -

- Después hablamos de eso... de verdad... ahora será mejor que entremos - dijo él sonriendo dulcemente y limpiándole las lagrimas.

El panteón familiar de los Lavine estaba situado sobre una colina, y dado que era un lugar mágico, ni Albert ni Romi podían entrar en allí, el sacerdote, como todos los años, ofició una pequeña misa en la puerta, rezando por las almas de los difuntos, cuando acabó, se fue, su trabajo ya había terminado. Llegó el momento de entrar en el panteón y poner las flores frente a las tumbas, Daniel se acercó a Farah para ayudarla a bajar las empinadas escaleras, detrás de ellos iba Elísabeth acompañada de los gemelos, Sirius decidió no bajar, ese no era su lugar, no podía bajar a las tumbas, no se sentía con ese derecho, y por supuesto no quería ofender a Farah.

- Sirius - dijo la anciana mujer cuando sólo había bajado unos escalones - acompaña a Elísabeth -

- Yo... no creo que deba -

- Ahora estas con ella... también debes bajar -

Sirius fue cerrando la marcha hacia el interior del panteón.


Esa mañana los gemelos Lavine no habían aparecido por ninguna clase, Harry y Ann estaban preocupados, no sabían donde estaban sus respectivos novia y novio. Entre el grupo de amigos de los gemelos cundió momentáneamente el pánico, por suerte estaba allí Remus que aclaró parcialmente las cosas.

- Han salido -

- ¿A donde? - preguntó Harry desesperado.

- Papá... por favor - pidió Ann.

- Hoy se cumple nueve años de la muerte de su padre y su abuelo... han ido a una misa por ellos... es una tradición... para la tarde seguramente estarán ya aquí... hoy es un día triste para ellos, así que cuando vuelvan no les atosiguéis ¿vale? - asintieron intentando asimilar la información - id a clase -

Los dos salieron del despacho de Remus ensimismados en sus pensamientos.

- ¿Por qué? - Harry la miró extrañado - ¿por qué no nos han dicho nada? - preguntó Ann sin comprender.

- Les es doloroso... creo que intentan guardarse el dolor para ellos... mostrarse fuertes... para no preocupar a los demás - intentó razonar Harry, a él le pasaba lo mismo con ciertas cosas de su vida.

- Pero... -

- No te amargues pensando en eso... si los presionamos se alejaran -

- Vale - murmuró antes de echar andar hacia su aula.


- Albert... - dijo Romi mimosamente acercándose a él.

- Es que no se que hace aquí -

- Es el padre de su hijo... tienen derecho a estar junto a ella -

- Pero entrar en la tumba de Patrick... - murmuró con algo de resquemor.

- Albert... sólo te pido que intentes arreglar las cosas con ella... - pidió Romi, Albert negó dudoso - no quiero que andemos los tres todo el día peleados... esto no nos hace bien a ninguno... y nosotras estamos embarazadas - Romi apeló a su condición para intentar hacerle entrar en razón.

- Pero... -

- ¿Qué te pasa Albert?... ¿por qué estas en ese plan de querer pelear siempre con nosotras? -

- Sólo quiero lo mejor para vosotras dos... os quiero -

- Y nosotras a ti... pero con esa actitud sólo nos alejas de ti -

- ¿Y qué hago para que no suceda eso? - preguntó Albert tristemente.

- Habla con Elísabeth y arregla las cosas -

Romi lo abrazó y esperaron a que los demás volvieran.


Ya estaban otra vez en la casa McCallister, los gemelos ayudaron a Farah a subir a su cuarto para que descansara, Sirius y Elísabeth iban camino al despacho para hablar pero Albert se cruzó en su camino.

- Elísabeth... ¿podemos hablar? -

- ¿Tiene que ser ahora? - preguntó molesta.

- Por favor... - pidió Albert.

Ella miró a Sirius que asintió y volvió al salón donde Romi y Daniel se habían sentado en los sofás.

- Así que tu eres Sirius Black - dijo Romi cuando él se sentó en el sillón de enfrente.

- Yo voy a ver como esta Farah - dijo Daniel poniéndose de pie.

- No, espera... quiero hablar con los dos - dijo Sirius nervioso, Daniel volvió a sentarse - quiero casarme con Elísabeth y quisiera que me ayudarais a planear la boda -

- Pero ella te ha dicho que no -

- Yo la convenzo... es para ir adelantando hasta que diga que si... -

- Yo te ayudo encantada - dijo Romi alegremente.

- Tiene que ser un secreto - advirtió Sirius.

Romi hizo el gesto de cerrar su boca como una cremallera y tirar la llave.

- Pero ella ha dicho que no - dijo Daniel otra vez intentando hacer entrar en razón a Sirius.

- Yo la convenzo... sólo necesito un poco de tiempo... por favor Daniel... ayúdame - pidió Sirius.

- Esta bien... también necesitaremos la ayuda de Farah... -

- Claro -

- Y Kate - propuso Romi contenta.

Esto de ayudar a planear una boda secreta le estaba resultando fascinante.

- Ya había pensado en eso... Kate y tu os podríais ocupar de ese tipo de cosas de las que se ocupan las mujeres... los trajes y eso... - dijo algo dudoso.

- Yo me encargo de hablar con Kate y ponernos de acuerdo... y con Farah -

- Esta bien... estaremos en contacto... - Sirius se puso de pie y se dirigió al despacho.


- Tu dirás -

- No quiero que estemos enfadados - dijo Albert.

- Eres tu el que esta con ese maldito mal humor siempre -

- Es que... no quiero que os hagan daño a Romi o a ti - dijo apenado.

- Eso ya lo sé... pero... no puedes estar prohibiéndonos que... no puedes impedir que nos enamoremos y que queramos vivir nuestras vidas... por mucho que quieras protegernos... tenemos derecho a equivocarnos -

- Ya... pero siento que me estáis apartando -

- Yo no quiero apartarte... eres mi amigo... mi mano derecha en la compañía... confió en ti... no intento apartarte... ni Romi tampoco... no te estamos sacando de nuestras vidas -

- Pero ellos... -

- Ellos tampoco... -

Elísabeth estaba triste, ese día era triste, y si encima estas enfadado por cosas absurdas con las personas que quieres pues hace el día más triste aun.

- Siento que desde que llegaron ellos... no sé... quizás Romi tenga razón y yo nunca estuve enamorado de ti... simplemente... no sé... Pat siempre hablaba con tanto cariño de ti cuando éramos pequeños... y después cuando te conocí, eras distinta... supongo que me confundí y creí que era amor cuando no lo era... y por esa confusión he hecho sufrir mucho a Romi... y me siendo mal... y ahora... siento que os estoy perdiendo a las dos... que... que os apartáis de mi... que... - dijo intentando explicar rápidamente lo que sentía.

- No nos pierdes... ganas un sobrino y un hijo... - dijo ella sonriendo levemente y poniendo sus manos en su barriga - que Sirius este conmigo y Ben con Romi no significa que te queramos menos... para mi sigues siendo el mismo de antes... con algo de celos... pero el mismo Albert... -

- Será eso... que estoy celoso -

- Albert... necesito tu ayuda... no tus celos... necesito que cuides mucho a Romi... que la mimes pero no la agobies... que aceptes su relación con Ben... y que aceptes mi relación con Sirius... que me ayudes en las empresas... por favor... no más peleas ni celos tontos ¿vale? -

- Vale -

La abrazó y ella correspondió al abrazó, alguien tocó a la puerta y abrió en ese momento, Sirius frunció el ceño al ver como se abrazaban.

- ¿Interrumpo? -

- Por supuesto que no, amor - dijo Elísabeth dulcemente separándose de Albert.

- Le diré a Daniel que nos lleve a Romi y a mi a casa... hay que trabajar - dijo Albert antes de acercarse a Elísabeth, darle un beso en la frente y salir del despacho.

- Lo hace para ponerme celoso - dijo Sirius con algo de rencor cerrando la puerta.

- Es una tontería estar celoso de Albert... yo estoy enamorada de ti - dijo ella acercándose a Sirius.

- Menos mal que lo sé... sino él ya estaría muerto - murmuró mientras la abrazaba.

- Mejor dejemos el tema... sólo decirte que no tienes que tener celos de Albert... él es mi amigo... sólo mi amigo - aclaró ella - y ahora... lo siento - murmuró apenada - yo no quería hablarte de aquella forma ni decirte lo que te dije -

- Yo... yo tampoco quería imponerme como lo hice... se me olvido que una imposición no es la mejor forma de conseguir algo contigo - dijo medio en broma.

- Sirius... yo comprendo que quieras tenerme cerca, cuidarme y protegerme y todo eso... pero yo tengo un trabajo, un deber, que no puedo descuidar... que más quisiera yo que despertar todos los días contigo... pero no me pidas que me convierta en una monja de clausura encerrándome allí... -

- Yo... sólo quiero tenerte cerca... - murmuró.

- No voy a escaparme... no tienes por que tener miedo - dijo ella dándole un corto beso en los labios.

- Lo sé... -

- Y con respecto a la boda... Sirius... es que... te conozco... a ti nunca te gusto atarte tanto... y mira que un hijo es la mayor atadura de todas y esa si la quisiste... pero una boda... no te veo... simplemente no quiero que te veas obligado a casarte sólo por que estoy embarazada -

- He madurado... de todas formas comprendo que piense que sólo lo hago por el bebe... pero no es sólo por eso... este bebe acelera las cosas pero yo quiero casarme contigo algún día -

- Algún día - murmuró ella absorta en sus pensamientos.

- ¿Cómo has estado estos días? - pregunto sacándola del trance - ¿cómo estas hoy? -

- Triste sin ti... y peleándome con todo el mundo... hoy muy triste... pero habiendo solucionado las cosas con Albert y estando aquí, así, contigo... ya estoy algo mejor - dijo ella sonriendo levemente.

- Triste y enfadada... eso no le hace bien al bebe - dijo Sirius sonriendo pero frunciendo el ceño.

- No te preocupes... Kate ha estado vigilándome todos estos días... y mi medico también -

- ¿Por qué no ha venido Kate? - preguntó Sirius extrañado de no haberla encontrado allí.

- Intente convencerla... así se iba con los gemelos a Hogwarts y pasaba el fin de semana con Remus... pero dijo que por ser la amiga de la presidenta no quería privilegios y menos de faltar al trabajo... dijo que cuando terminara su jornada laboral iría a ver a su marido -

- Estáis bien las dos allí ¿no? -

- Si... os echamos mucho de menos... pero estamos bien... - contestó ella abrazándolo más fuerte - te amo -

- Yo también te amo -


La clase de pociones fue normal, la única anomalía fue que no estaban los gemelos, los únicos aparte de Hermione que contestaban las preguntas que Snape hacia correctamente.

- Profesor - le llamó Draco, Snape ni siquiera lo miró y siguió corrigiendo ensayos - creo que es una falta de respeto hacia su persona que los gemelos de Gryffindor no hayan asistido a clase - dijo Draco son suficiencia y despreció.

Draco no lo dijo por casualidad, se había dado cuenta en esos días que entre Rachel y Lizzy había una pequeña amistad y eso no le gustaba en absoluto, no le parecía la mejor opción que su ex novia furiosa y sedienta de venganza se juntara con sus enemigos naturales.

- Veinte puntos menos Malfoy y si vuelve a decir una palabra le echo de clase - dijo Snape sin inmutarse y continuando con su labor en su escritorio.

Todo el mundo se quedó sorprendido, Snape regañando a Malfoy, su ojito derecho, su niño consentido, definitivamente esto era algo que no se veía todos los días.

- Pero... pero - tartamudeó Draco impresionado por las palabras de su profesor preferido.

- Fuera de clase Malfoy - dijo Snape con voz gélida mirando.

Draco estaba verdaderamente sorprendido, bueno, no sólo Draco, toda la clase estaba conteniendo la respiración, tal vez esperando que Snape comenzara a reírse y dijera que era una broma, pero no, de broma nada de nada, era totalmente cierto y en serio. Draco cogió sus cosas y se fue, ya aclararía la situación con su profesor en otro momento.

Snape sabía que no debía haber actuado así pero es que ese día no estaba para tonterías de ningún tipo, ese día, más o menos a esa hora, Elísabeth estaría como todos los años poniendo flores en la tumba de su marido y su suegro, algo que Snape sabía muy bien, ese día, después de lo ocurrido, siempre había ido a visitarla para ver como estaba, pero esta vez estaba Black a su lado para consolarla, a fin de cuentas, iba a tener otro hijo con él, y eso le molestaba, le molestaba mucho.


Era media tarde cuando los gemelos y Sirius volvieron al colegio, se sentaron abatidos en el sofá de la sala previa al cuarto de los dos profesores de DCAO.

- Un año más... - murmuró Lizzy.

Mark se inclinó un poco y apoyó su cabeza en el hombro de su hermana.

- Estén donde estén sé que no les gustaría veros tristes - dijo Sirius.

- Ya... no creas que eso consuela tanto como parece -

- Lo sé... -

- ¿Has arreglado las cosas con mamá? - preguntó Lizzy intentando cambiar de tema.

- Si... esta todo solucionado -

- Espero que no os paséis todo el día discutiendo ahora que esta embarazada - comentó Mark recordando lo que les dijo su tío.

- No... supongo que me tocara ceder en todo -

- Bueno... vamos a confraternizar con los de nuestra casa -

Mark hizo un intento de levantarse pero Lizzy no le dejó, la miró sin comprender.

- Sirius... -

- ¿Qué? - preguntó Sirius sin comprender.

- Te queremos - dijo Lizzy abrazándolo.

Sirius se sorprendió demasiado con ese gesto, tanto que tardo unos segundos en corresponder al abrazo. Mark no se sorprendió tanto, los dos habían hablado del tema, si querían a Sirius en su vida como padre, tendrían que abrirse un poco más a él y demostrarle que le querían.

- Si... - dijo Mark frunciendo el ceño un poco y palmeándole el brazo a su padre - ¿podemos irnos ya? - preguntó a su hermana algo impaciente.

Sirius sonrió tristemente, por lo menos Lizzy si lo aceptaba.

- Testarudo - murmuró Lizzy cuando salieron del cuarto.

- Ya sabemos de donde lo he sacado - dijo de mal humor, se detuvo - es que... se me hace difícil... - dijo abatido.

- Es difícil... pero tenemos que aceptarlo... vamos a formar una familia... los cinco... y... Mark... -

- Haré el esfuerzo -

- No quiero que sea un esfuerzo... quiero que sea de verdad -

- Me cuesta -

- Y a mi... pero debemos hacerlo... recuerda que decidimos que lo queríamos en nuestras vidas... que no queríamos perderlo... pues hay que ceder un poco para ello -

Se miraron fijamente y Mark resopló, después se giró y volvió a entrar en el salón, Lizzy sonrió.

- Sirius... - le llamó, sin esperar a que Sirius le dijera nada lo abrazo.

Ahora si que Sirius estaba sorprendido, tardo algo más que con Lizzy en reaccionar pero correspondió al abrazo. Cuando Mark sintió que ya había demostrado demasiado afecto se separó y se fue sin decir nada mas.

De camino a la sala común de Gryffindor Lizzy lo miraba sonriente.

- Estoy orgullosa de ti - dijo cogiéndole del brazo - y papá también lo estaría -

- Admito que quiero a Sirius... que no quiero que se separe de nosotros... que no quiero perderlo... - dijo calmadamente - pero no pienso llamarle papá... - dijo ceñudamente.

- Lo sé... yo tampoco creo que pueda - murmuró Lizzy antes de que se abriera el retrato de la dama gorda.

Allí estaba Harry hablando animadamente con Ron y Hermione. En cuanto vio a su novia entrar se puso de pie para ir a recibirla.

- ¿Estáis bien? - preguntó preocupado.

- Si... - dijo Lizzy abrazándolo - ¿me acompañas al cuarto? -

Harry asintió y se dirigieron al cuarto de ella. Harry abrazaba a Lizzy tumbado con ella en la cama, sabía que no estaba del todo bien así que quiso darle todo su apoyo y cariño con su abrazo.

Mark se fue a buscar a Ann para poder estar con ella y explicarle por que había faltado, aunque al principio la chica estaba un poco reticente todo se calmó y volvió a ser como antes cuando él le explicó lo mucho que la había echado de menos y la falta que le había hecho, pero que le dolía compartir esos recuerdos.


Esa misma noche Kate llegó para pasar el fin de semana con su marido, al cual había echado demasiado de menos durante esos cuatro días.

- Te amo... te amo... te amo - dijo ella mientras lo besaba, se desnudaba y lo desnudaba a él.

Remus rió y se dejó llevar.

Sirius por su parte se había ido a Viena para estar con Elísabeth, la cual lo recibió agradecida por que estuviera allí con ella.


Draco era una persona bastante compleja, como el perro del hortelano, ni comía ni dejaba comer, por eso desde su ruptura con Rachel no había estado con otra chica, aunque siempre procuraba rodearse de bellas féminas cuando Rachel pasaba cerca, pero ninguna conseguía su objetivo de pasar un rato agradable con Draco Malfoy.

- ¡Malfoy! - gritó Rachel - ¡suéltalo! - exigió.

En ese momento Draco tenía contra la pared e impidiéndole respirar a un chico de cuarto de Ravenclaw que se estaba dando el lote con su ex novia. Por casualidad Draco había pasado por ese pasillo para evitar encontrarse con Rachel, pero mira que casualidad, se encontró a la chica a la vuelta de la esquina, y no es que ella estuviera mirando las musarañas, no, ella estaba ocupada, o mejor dicho, ocupado estaba el chico que le metía la lengua hasta la garganta, en opinión de Draco, y lo que más le molesto fue que ella parecía disfrutar. Cuando Draco se dio cuenta de que se estaba comportando como el típico novio celoso, fue sólo cuestión de segundos llegar a esa conclusión, soltó y miró con rabia al chico.

- He... he visto pasar mi vida en un segundo - murmuró el chico intentando recuperar el aire.

- Thomas... ¿estas bien? - preguntó Rachel preocupada.

- Eres una cualquiera - dijo Draco mirándola con repulsión.

Rachel iba a contestarle, o pegarle, lo que fuera más rápido, su ingenio a la hora de hablar o su golpe de derecha.

- ¡Eh! no te consiento que hables así de mi novia - dijo furioso Thomas.

Draco lo miró con odio y Rachel extrañada, se acercó a él.

- ¿Novia? - murmuró en su oído tapándose la boca para que Draco no pudiera escucharlos.

- ¿No quieres? - preguntó el chico del mismo modo algo sorprendido.

- Ah... vale... - dijo Rachel separándose y sonriendo.

Draco resopló y se fue.

- ¿Qué mosca le ha picado? -

- Déjalo... es un amargado - dijo Rachel lo suficientemente alto como para que Draco le oyera, él se paró al final del pasillo bastante enfadado sin darse la vuelta - los hay que no son felices y no soportan la felicidad ajena - dijo mordazmente - y ahora... ¿por donde íbamos? - dijo coquetamente acercándose a Thomas y besándolo.


La idea de que estaba con Thomas para olvidar a Draco era un cartel luminoso que Rachel veía cada vez que miraba a su nuevo novio, pero otra cosa no podía hacer, tenía que olvidar a Draco fuera como fuera, y Thomas era un buen chico, que le gustaba, le hacia reír, y le caía muy bien, pero sólo eso, no había la chispa que había con Draco.

- Bueno... por lo menos has dado el primer paso... y no te has encerrado a dejar tu vida pasar - comentó Lizzy.

- Ya... pero siento que me falta algo cuando estoy con Thomas... lo que no me faltaba cuando estaba con... él - dijo Rachel pesadamente.

- Dale tiempo al tiempo -

Siguieron la clase, no por que quisieran, sino por que el lunes Rachel tenía una prueba de pociones y tenía que sacar buena nota como fuera.


- Ann... ¿no crees que vamos un poco rápido? - preguntó Mark entrecortadamente cuando ella le quitó la camiseta para besarle el pecho.

- ¿No quieres? - preguntó mimosamente.

- No es que no quiera... es que... somos demasiado jóvenes para avanzar tan rápido -

- No pretenderás que nuestra relación se quede en un par de besos ¿no? -

- No... pero... - ella lo miró haciendo un pequeño puchero - ya de perdidos al río - dijo inclinándose sobre ella y besándola con fervor.

Deslizó sus manos hasta la cadera de ella para poder ascender por debajo de la camiseta y quitarle dicha prenda, Ann quedó en breves segundos sólo con el sujetador en la parte de arriba, Mark sonrió mientras descendía para poder besar el cuello y los pechos de su novia, mientras ella reía por las cosquillas.

- Hagamos un trato -

Mark se levantó asustado y nervioso, Ann miró a Lizzy frunciendo el ceño.

- Lizzy - dijo Mark alterado.

- Si tu puedes hacerle eso a Ann... Harry me lo puede hacer a mi - dijo la chica sonriendo.

Estaba apoyada en el marco de la puerta y había sido pura casualidad que encontrara a su hermanito y a la novia de él en esa situación.

- Eso es chantaje - dijo Mark seriamente.

- Lo sé... lo que tu puedas hacer con Ann... yo también podré hacerlo con Harry -

- Eso es un chantaje muy feo... -

- ¿Hay trato o no? - preguntó Lizzy sonriendo con picardía.

Mark miró a Ann, después a su hermana, después otra vez a su novia, y así un par de veces.

- Nada de sexo - concluyó Mark.

Ann lo miró ceñuda.

- Concreta más -

- Nada de penetración -

- Ah... vale... me parece bien... no estaba dispuesta a perder la virginidad tan pronto de todas formas... - comentó Lizzy para ella misma - seguid con lo vuestro - dijo antes de salir del cuarto y cerrarla puerta.

- Lo siento - dijo Mark apenado al ver como Ann lo miraba con algo de enfado - pero es que yo no estoy preparado para llegar a tanto... y no quiero que por ir rápido nos perdamos en el camino... lo siento... pero esto es lo más que puedo darte -

Ann suspiró.

- Ya... yo tampoco quiero ir tan rápido... sólo es que a veces me dejo llevar por las hormonas - dijo tranquilamente recostándose en la cama - pero eso no significa que no podamos seguir con lo que estábamos haciendo ¿no? - preguntó picaramente.

Mark sonrió antes de inclinarse sobre ella otra vez para seguir con lo que estaba haciendo antes de que su hermanita les interrumpiera.

- ¿Y los libros? - preguntó Harry cuando su novia bajó por las escaleras.

- Mark y Ann estaban ocupados... me daba palo interrumpirlos - dijo con falsa pena.

- ¿Ocupados? -

- Si... intimando - dijo ella moviendo las cejas rápidamente - que por cierto he conseguido... con chantaje, no estoy orgullosa de ello... pero he conseguido que... lo que Mark haga con Ann... tu y yo podemos hacerlo - dijo sugerentemente acercándose a Harry.

- Y dime ¿qué es exactamente lo que podemos hacer? - preguntó él abrazándola y acercándola más a él.

- De todo menos perder la virginidad - dijo ella antes de besarle.

Eso abría una infinidad de posibilidades en sus relaciones.


Snape tuvo que ir como siempre al cuartel general de los mortifagos y como siempre después de recibir las ordenes de su señor, fue a ver a Meryem. Fue raro que la chica no le recibiera con la alegría que solía hacerlo siempre.

- ¿Ocurre algo? - preguntó algo preocupado.

- No - murmuró ella.

Ni siquiera se había levantado de la cama, estaba adolorida, hacia apenas una hora que su señor le había torturado y todavía se sentía mal.

- No me mientas - dijo acercándose más.

- Severus... vete... - dijo intentando parecer la de siempre.

No quería que se enterara de lo que el señor oscuro le hacia, no quería que supiera que la tenía como conejillo de indias para sus nuevas torturas.

- Ahora si estoy preocupado... tu nunca me has echado - dijo sentándose junto a ella en la cama y poniéndole la mano encima del hombro.

Pero al hacerlo ella se retorció de dolor, Severus frunció el ceño y sin esperar el permiso de la chica le levantó la camiseta para poder ver lo que pasaba, palideció al ver los moratones.

- Severus... de verdad... no... no es nada - dijo ella intentando taparse.

- ¿Quién te ha hecho esto? -

- Severus -

- ¿Ha sido el señor oscuro? - preguntó incrédulo, ella no tuvo que responder, Severus reconoció el crucio de su señor dibujado en la espalda de Meryem - pero... ¿por que? -

- Por que todo le ha salido mal... y tenía que pagarlo con alguien... yo fui la que estaba más a mano -

Severus sacó una poción de su bolsillo, menos mal que siempre llevaba una de esas por si tenía que curar alguna herida, despacio se la colocó en todas las heridas para que cicatrizaran antes.

- Tengo que irme... te dejo esto... échatelo cuanto de duela... volveré en cuanto pueda -

Ella sintió y le vio salir del cuarto.

Severus camino absorto en sus pensamientos por el pasillo hasta llegar a la puerta para salir del cuartel, no se dio cuenta de que alguien lo había visto.

- Mi señor... si queremos hacer que Snape nos cuente toda la verdad esa chica sería una buena arma -

- ¿A qué te refieres Bellatrix? -

- Snape le ha tomado... cariño - dijo con asco - a la mortifaga Parker... podríamos presionarlo con ella para que hable sobre como Black volvió a la vida -

- ¿Crees que ha mentido? - preguntó Voldemort amenazante.

- No... pero creo que no ha contado todo lo que sabe -

- Esta bien... de todas formas esa niña se ha convertido en mi juguete de torturas preferido... no tendría nada de malo si además consigo que Severus se doblegue un poco más -

Bellatrix sonrió con malicia, todo estaba saliendo tal y como ella esperaba.


La semana paso sin ningún incidente, si quitamos el hecho de que Draco estaba que se lo llevaba el diablo de los celos que sentía cada vez que veía a Rachel con su noviecito, si quitamos que por primera vez un Slytherin no se concentraba en hacer la vida imposible a un Gryffindor sino a un niño de cuarto de otra casa, y es que Draco estaba celoso, ya no podía negarlo, pero es que como no se controlara corría el riesgo de que Rachel se diera cuenta de que estaba celoso y utilizara eso contra él.
Christine se dio cuenta rápidamente de que su relación con Ron, por mucho que ambos se quisieran, no tenía futuro. Ella tres años mayor que él, sólo se veían una vez cada mes y no siempre, su relación era a base de cartas, y aunque lo quisiera, Chris tenía que admitir que era muy mayor para él y que debía dejarlo vivir antes de que se ataran más.

- ¿Vosotros que creéis? -

Estaba en la tienda de los gemelos Weasley, había tenido que ir al callejón Diagon a comprar unos materiales para las clases y se había pasado por allí para verlos.

- No sé... no sé que decirte - dijo George.

- Es que... las cosas os van bien ¿no? -

- Si... pero no podemos mantener una relación a base de cartas y viéndonos de higos a brevas -

- Eso es cierto... -

- Pues si piensas eso -

- Es que... creo que es lo mejor para él... yo... quiero algo más que un niño de colegio... - los gemelos fruncieron el ceño - no me interpretéis mal... yo quiero mucho a Ron... pero voy a cumplir veinte años... necesito alguien más mayor... alguien que me de más estabilidad... y Ron es un niño todavía - explicó Chris.

- Si lo tienes tan claro... -

- No sé como decírselo -

- Tranquilamente y haciéndole comprender -

- Si... - contestó ausente - me voy... ya nos veremos - dijo despidiéndose.

Lo tenía decidido, ese fin de semana rompería con Ron.


Bill se encontraba mirando preocupado al techo de su cuarto, era media noche y hacia más de un mes que no había tenido ni una sola noticia de Meryem.

- Weasley - una voz sonó en la oscuridad de la habitación.

Se levantó rápidamente y cogió la varita.

- ¿Cómo has entrado aquí mortifago? - preguntó apuntándolo.

- Vengo a traerte noticias de Meryem - Bill se relajó un poco - esta bien... pero no puede ponerse en contacto contigo -

- ¿Cómo se que no es una trampa? -

- No lo sabes... si todo sale como tengo planeado pronto podrás verla... - dijo tranquilamente - sólo necesito tiempo para sacarla de allí - murmuró para si mismo.

- Esta bien... tendré que confiar... pero como sea una trampa - volvió a apuntarle con la varita.

- No intentes ponerte en contacto con ella -

Y desapareció. Bill se quedó igual de preocupado, pero no podía hacer nada, había una barrera que los separaba, una barrera infranqueable.


- ¿Cómo van los preparativos? -

- No van mal... pero necesito que vengas conmigo para elegir algunas cosas -

Kate estaba en su mesa revisando unos partes de baja cuando llegó Romi para hablar de la boda.

- Será difícil... salir de la casa sin que Elísabeth se de cuenta - dijo Kate con pesadez.

- Yo me ocupo... haré que Albert y mi padre la mantengan ocupada con la empresa -

- Vale... pero no tanto... no quiero que se estrese y se ponga mala... Sirius nos mata si eso pasa -

- No te preocupes - dijo Romi sonriente.

Las dos estaban encantadas con la idea de la boda secreta, pero verdaderamente estaban intrigadas en la forma que Sirius iba hacer que Elísabeth cediera y aceptara casarse con él.


Como he dicho la semana paso sin ningún contratiempo mayor, y pronto estaba allí otra vez el fin de semana, Kate volvía al colegio para estar con su marido como siempre, Sirius se iba a Viena para estar junto a Elísabeth y Christine iría a visitar a Ron para romper con él.

- ¿Te encuentras bien? -

- No es nada... sólo un resfriado - dijo Elísabeth dulcemente mientras lo besaba - no tienes por que preocuparte -

- Esta bien... ¿qué hacemos hoy? -

Era sábado por la mañana y la verdad es que lo que más les apetecía a los dos era quedarse en la cama dándose mimos. Llamaron a la puerta.

- Adelante -

- Siento interrumpiros... - dijo Farah con la tranquilidad que le caracterizaba - me voy al club de campo con el padre de Romi... he quedado para comer con ellos... si queréis venir... -

- ¿Vamos? - preguntó Elísabeth a Sirius.

- Si tu quieres -

- Esta bien... yo me voy adelantando... tengo un par de asuntos pendientes con Theodor - y se fue.

Elísabeth se inclinó para besar dulcemente a Sirius.

- Si no quieres ir no pasa nada - dijo entre beso y beso.

- Da igual... - la besó - vamos - dijo levantándose.

Se lo pasaron bien en el club de campo, al final a la comida también se unieron Romi, Albert y Ben. Por supuesto, siguiendo el plan de Romi, los tres hombres, Albert, Theodor y Ben entretuvieron a Elísabeth durante un rato con asuntos de la empresa para que Sirius pudiera hablar con Farah y Romi sobre la boda.

- Tienes que dar el visto bueno a los detalles... es tu boda, tu responsabilidad -

- Elísabeth tenía razón... soy alérgico al matrimonio - murmuró, las dos mujeres sonrieron - ¿qué tipo de detalles? -

- Las flores, el menú... los invitados -

- Dame la lista de invitados - pidió Farah, se puso a revisarla y a tachar nombres, después se la devolvió a Romi - arreglado -

- Has quitado a más de la mitad -

- Será una boda plagada de magos... no podemos llevar a los principales accionistas de la empresa... -

Romi frunció el ceño.

- En cuanto al menú - Sirius miró los diferentes menús que Romi le había pasado - este esta bien - dijo mostrándoselo a Farah.

- Perfecto... los elfos se encargaran -

- ¿Y las flores? -

Sirius miró el catalogo.

- Estas - dijo decidido.

- Lo más importante... ¿dónde será la boda? -

Sirius y Farah se miraron preocupados, no habían pensado en ese detalle.

- ¿En Hogwarts? -

- ¿Y qué hacemos con los alumnos¿nos los comemos? - contestó Farah irónica.

- Entonces tendrá que ser en la casa McCallister -

- O... aquí - propuso Romi.

- No... demasiado lejos de Londres... no podemos hacer que tantos magos salgan de allí estando en plena guerra -

- Entonces en Londres - concluyó Farah.

- ¿Qué será en Londres? - preguntó Elísabeth extrañada acercándose a ellos.

- ¿Qué? - contestó Sirius nervioso.

- Habrás oído mal... no pasa nada en Londres - dijo Farah tranquilamente.

Elísabeth frunció el ceño, "Aquí pasa algo raro... y yo lo voy averiguar" pensó sentándose junto a Sirius.


Mientras, en Hogwarts, Ron volvía abatido de una cita con Christine, llegó a la sala común y pasó de largo hasta llegar a su cuarto.

- Ron... ¿qué te pasa? - preguntó Hermione entrando tras él.

- Chris ha roto conmigo - dijo Ron abatido.

El primer impulso de Hermione fue sonreír y ponerse a dar saltos de alegría, pero se contuvo.

- Oh... no sabes cuanto lo siento - dijo con algo de falsedad, para que nos vamos a engañar, en verdad no lo sentía, estaba esperando esa noticia como el niño que espera el día de reyes.

- Estoy fatal Hermione - dijo abrazándola buscando algo de consuelo.

Ella lo abrazó dulcemente deseando que ese momento no se acabara nunca, y es que desde que Ron comenzó su relación con la mayor de los Lupin, Hermione se había dado cuenta de lo mucho que lo quería, que lo amaba, durante un tiempo perdió las esperanzas de que se fijara en ella, pero con la revelación de la ruptura de ambos, ella podría conseguir hacerse un hueco en el corazón del pelirrojo.


- Olry - Elísabeth llamó al elfo cuando Sirius se metió en la ducha - quiero que te enteres de lo que traman Sirius, Farah y Romi - dijo frunciendo el ceño - seguramente Kate también este en el ajo - dijo para si misma.

- Ya me he adelantado y por casualidad me he enterado de que es lo que se traen entre manos - dijo el elfo feliz de poder decirle por fin el gran secreto a su señora.

Sirius le había pillado cuando Olry escuchó sin querer y le había ordenado que no se lo dijera a Elísabeth, pero como el elfo sólo recibe ordenes de su señora y de nadie mas, si ella le preguntaba no iba a mentirle.

- Bien... dime - dijo impaciente.

- Planean su boda con el señor Sirius -

Elísabeth se quedó sorprendida, demasiado sorprendida, "Pero si yo dije que no".

- Esta bien... mantenme informada - dijo algo ausente.

Olry desapareció y ella entró en el baño. Sirius la vio entrar y la invitó a entrar con él en la bañera. Ella algo turbada por lo que acaba de descubrir se dejó desnudar por Sirius y entró con él. La besó dulcemente y acarició suavemente la pequeña barriga que apenas se notaba, descendió y besó donde creía que estaría su hijo.

- Ya tengo ganas de que nazca - dijo ilusionado.

Ella lo miró detenidamente y sonrió.

- Pronto -

Sirius volvió a ponerse de pie y la besó mientras abría el grifo y dejaba que el agua los cubriera a los dos.


Abrió, con algo de dolor, el frasco de pomada que Severus le había dado, esta vez su señor oscuro se había pasado con las maldiciones, "¿Es que sus putas no le tienen satisfecho que tiene que venir a joderme a mi?" pensó con rencor, por primera vez se arrepintió de haber entrado en los mortifagos, ella sabía que no pertenecía a ese mundo, ella no era una asesina, procuraba dejar a todas sus victimas vivas y por ahora estaba haciendolo muy bien, pero ella no creía en esas absurdas ideas de la sangre limpia y la sangre sucia, pero ya había entrado en el club, y por desgracia, no era fácil salir de allí.

- El Lord te llama - dijo Bellatrix con asco abriendo la puerta.

Con dolor se incorporó, no esperó ningún tipo de ayuda por parte de Bellatrix, hubiera sido un milagro lo contrario. Se sorprendió demasiado al ver a Severus allí, postrado frente a Voldemort, serio, muy serio, más que de costumbre, a Meryem no le hizo ni pizca de gracia eso.

- Mi señor - dijo sumisamente.

- Bien... ya estamos todos - dijo Voldemort con un tono frío y calculador - Severus... sabrás que no me gusta repetir las cosas... pero volveré a preguntartelo... ¿por qué regreso Sirius Black a la vida¿qué fue lo que paso? - Severus se mantuvo callado - bien... veo que tendré que usar medidas drasticas - apuntó a Meryem - Crucio - la chica se retorció aguantando las ganas de gritar, durante unos minutos se mantuvo así - bien - dijo parando el maleficio - te lo preguntare otra vez Severus... ¿qué paso? -

Severus se mantenía en silencio, inquebrable, intentando mantener la frialdad, no podía decir la verdad.

- No lo sé mi Lord - dijo con toda la tranquilidad que pudo.

- Mi Lord... esta mintiendo - dijo Bellatrix desde la oscuridad.

- Mi señor, Lastrange esta dudando de su criterio - argumentó Snape.

- Esta mintiendo - dijo Bellatrix alterada.

- Basta... - Voldemort los miraba a ambos enfadado, pareció meditarlo durante unos segundos o más bien intentó leer la mente de Snape rápidamente - bien Severus... visto lo visto tendré que creerte - Bellatrix iba a protestar, pero Voldemort la miró amenazante y ella se contuvo - Parker, vete - dijo con algo de rencor - Snape puedes irte -

Ambos hicieron una referencia y salieron de allí.

- Señor - dijo Bellatrix frustrada.

- No toleraré tus confabulaciones - alzó la varita y apuntó a Bellatrix - crucio -

Bellatrix comenzó a retorcerse de dolor pero no grito.

- Tengo que sacarte de aquí - dijo Snape con convicción ayudando a caminar a Meryem.

- Es imposible salir de aquí vivo - murmuró ella.

- Te sacaré de aquí - abrió la puerta, entraron y la ayudo a recostarse en la cama - ¿no te das cuenta de que te hace esto sólo para que yo le diga lo que cree que no le digo? -

- Sería demasiado arriesgado -

- Te sacaré de aquí... tienes que salir de los mortifagos... tu no eres uno de nosotros... - dijo algo alterado.

- Pero estoy aquí... y la única forma de salir es muerta - dijo mirándolo seriamente.

- Te sacare de aquí - dijo él rotundo saliendo por la puerta.

Meryem se dejó caer cansada en la cama, no le apetecía pensar en el plan que Severus estaría ideando para sacarla de allí, pero su mente no pudo evitar pensar en aquel día que su vida cambio.

- FLASH BACK -

- Meryem - el hombre tosió - mi niña... ven - dijo el hombre pesadamente.

El señor Parker estaba tumbado en la cama, enfermo, su cara demostraba que estaba carcomido por la enfermedad, apunto de morirse, pues le quedaban pocos días, él estaba nervioso, turbado, muchos dirían que es por la enfermedad que desde hace meses le estaba matando, él sabía que era por el secreto que guardaba.

- Papá - Meryem se acercó tristemente - descansa... no debes agitarte... -

- Tengo que contarte... - tosió ruidosamente.

- No hace falta... sea lo que sea puede esperar... -

- No... no puede esperar... prefiero que te enteres por mi que por esa carta -

- Papá de verdad... no hace falta -

- Meryem... mi dulce niña... debo decirte... que nosotros no éramos tus padres -

- ¿Qué? - dijo ella impresionada - papá... creo que los medicamentos te están hacinado delirar -

- No... no deliro... no eres nuestra hija... te adoptamos... mejor dicho tu verdadera madre nos pidió que te criáramos -

- Pero... pero... eso no... eso no puede ser... - él tosió ruidosamente - bebe - dijo acercándole el baso de agua.

- Nosotros no podíamos tener hijos... y por casualidades de la vida encontramos a una mujer... ella estaba embarazada... de ti... le ayudamos... pero algo estaba fallando... y los médicos no le dieron muchos meses de vida... ella iba a morir.. y lo sabía... nos pidió que te criáramos... -

- Pero... -

- Siempre creíste que eras rara por ser bruja en una familia de muggle... ella lo era... por eso tu lo eres -

- ¿ella era bruja? -

- Si... -

- ¿Y... y mi... y él? - preguntó tímidamente refiriéndose a su padre.

- Yo... yo no se esa parte de la historia... ella sólo fue capaz de contárselo a tu madre... en nuestro testamento... hay dos cartas... una de ella... no se lo que pone... en la otra... antes de morir tu madre quiso contártelo... pero le sorprendió demasiado rápido la muerte... te escribió una carta donde te contaba nuestra parte de la historia... allí te cuenta sobre lo que ella le contó sobre él -

- No me lo puedo creer - murmuró demasiado sorprendida.

- Lo sé mi niña... tenía que contártelo... perdóname - pidió.

- No hay nada que perdonar - dijo ella tumbándose junto a su padre - vosotros habéis sido mis padres... -

Dos días tardo en morir, y una semana después se hizo el reparto de bienes y Meryem recibió sus dos cartas, en una de ellas su verdadera madre le explicaba todo sobre el mundo mágico, en la otra carta, su madre o la que ella pensaba que era su madre, le contaba quien era su padre, y hasta que tenía un medio hermano, y como ellos se hicieron cargo de ella.

- FIN FLASH BACK -


- ¿Y bien? - preguntó Mark a Sirius.

Era martes y tenían hora libre, así que los gemelos decidieron ir a ver a Sirius y hablar seriamente con él.

- ¿Y bien qué? -

- Que por que mamá te haya dicho que no... -

- No significa que no vayas a intentar casarte con ella - completó Lizzy.

Sirius sonrió por la compenetración de los gemelos.

- Ya había pensado en ello -

- Entonces... - dijo Mark animándole a seguir.

- Voy a intentar que se case conmigo... pero necesito algo de tiempo -

- ¿Quiere que te ayudemos? - preguntó Lizzy.

- No hace falta... vosotros dos seréis el plan B... - dijo Sirius sonriendo como cuando tramaba algo.

- ¿Plan B? -

- Si... seréis los mejores para presionarla si el plan A falla... vosotros la convenceréis -

- Esta bien... pero no te tardes mucho... - advirtieron los dos.


Sola en su despacho, revisando unos balances que ya la tenían aburrida, se echó en su sillón, cerrando los ojos, pensando, su mente voló, y aterrizó en Sirius, en cuanto lo echaba de menos, en las ganas que tenía de verlo, de abrazarlo, besarlo, simplemente en las ganas que tenía de estar con él.

Abrió los ojos, y como si lo hubiera pedido en un deseo, allí estaba él, recostado sobre la puerta, mirándola fijamente, sonriendo. Elísabeth quiso decir algo, preguntar el por que de su visita, y Sirius simplemente hizo un gesto para que no hablara, se acercó a ella, lentamente, creando expectación, sin dejar de mirarla, llegó hasta ella, y antes de saludarla, darle un beso o cualquier otra cosa, rompió el contacto visual y con una mano arrastró todo lo que hubiera en la mesa hasta el suelo, las hojas, los bolígrafos, las carpetas, todo al suelo, todo.

La miró de nuevo, con esa mirada cargada de lujuria que tenía desde que había entrado, le hizo ponerse de pie, ella, no puso objeción, estaba tan absorta en sus ojos que no contradecía ni uno solo de los movimientos que su hombre hacia. La sentó en la mesa, y se puso frente a ella, lentamente fue abriéndole las piernas y subiéndole la falda, muy lentamente, no había prisa ninguna, mientras se acercaba y la besaba con pasión, ella llevó sus manos al cuello de Sirius y lo rodeo, atrayéndolo más hacia ella.

Las manos de Sirius seguían en el mismo sitio, subiendo por los muslos de ella, tan lentamente que la estaba desquiciando, se hacia insufrible la espera de que esas manos llegara a su objetivo. Ellos mientras, se devoraban a besos, Elísabeth no había perdido el tiempo y con manos temblorosas y rápidas a la vez, le estaba quitando la camisa a Sirius, por fin pudo tocar su cuerpo, su espalda, saborear su cuello.

Frunció el ceño cuando notó como las manos de Sirius dejaban su tarea de acariciar suavemente sus muslos y se entretenían en quitarle la camisa y posteriormente el sujetador, ahora era él quien se recreaba en el cuerpo de ella. La recostó sobre la mesa y le besó el cuerpo con ansia, mucha ansia, ella arqueó la espalda, Sirius aprovechó ese momento para alcanzar el botón y la cremallera de la falda y poder quitársela, lo consiguió. Ella alzó la cabeza y le vio como se quitaba el pantalón y de paso los calzoncillos, Sirius quedó desnudo delante de ella, y ambos sonrieron.

Comenzó a besarla, desde el ombligo hasta sus labios, lentamente, recorriendo ese sendero, deteniéndose a saborearla, mientras le quitaba las bragas, y se fue colocando encima de ella preparándose para poder penetrarla, y no se hizo esperar, mientras la besaba para intentar callar los gemidos, los gritos de placer, mientras la saboreaba, la penetraba y comenzaba a empujar con fuerza.

Poco a poco el ritmo fue acelerándose y cada vez más, hasta que no pudieron evitar gritar de placer al sentir esa ola de sensaciones.

Y ahí fue cuando oyó la voz de Berta, la secretaria.

- ¿Señora¿se encuentra bien? -

Berta estaba frente a ella, mirándola extrañada y preocupada. Elísabeth tenía los ojos abiertos como platos, miraba a todos lados muy extrañada. "¿Dónde esta Sirius?... pero si todos los papeles estaban en el suelo... y yo en la mesa... ¿qué ha pasado?... si yo estaba viviendo el mejor orgasmo de mi vida... ¿qué ha pasado?" pensó ella.

- ¿Qué ha pasado? - se preguntó más a si misma que a Berta.

- Señora... ¿se encuentra bien? -

- Eh... si... si... creo que... voy al baño... necesito un poco de agua... - dijo nerviosa poniéndose de pie y yendo hacia el baño.

Todavía agitada, demasiado agitada, y como para no estarlo, se mojó la cara con agua para refrescarse, con las manos apoyadas en el lavabo se miró al espejo, y cerró los ojos, suspiró hondo y volvió abrir los ojos ya más calmada. Esto empezaba a preocuparla, se lo había imaginado, empezaba a tener fantasías, pero parecía tan real.

Y en ese momento vino a su mente el hecho de que Sirius estaba preparando su boda y se puso nerviosa, "¿Acepto o no acepto?... yo le amo... y que más da si después se va a arrepentir... si sigue adelante en esto es por que esta seguro... y yo le amo... acepto" se dijo a si misma "si no acepto nada volvería a ser igual entre nosotros... y no soy tan tonta como para dejar escapar a un tío que es capaz de hacer realidad la fantasía que acabo de tener... le amo... acepto" se dijo decidida.


- Thomas... yo te quiero mucho - comenzó a decir Rachel - pero... -

- ¿Quieres romper conmigo? - preguntó el chico nervioso.

- Es que... no hay chispa... no se... no siento ese calambre cuando te beso - dijo ella esquiva.

- Pero... yo si lo siento - él estaba esperanzado.

- Una relación no se puede basar simplemente en los calambres que uno de los dos siente... - dijo ella sabiamente - Thomas... te quiero mucho... pero como amigo... lo siento -

Hizo un ademán de levantarse para irse, supuso que quedarse allí le haría daño.

- Espera - él la retuvo del brazo - esta bien... prefiero ser tu amigo a no ser nada... además siento tu amigo puedo conquistarte más fácilmente... - dijo tranquilamente - los amigos tienen acceso a información confidencial - sonrió con picardía.

Rachel no pudo evitar sonreír también, y es que, por mucho que lo había intentado no había conseguido sacarse a Draco de la cabeza, y a Thomas le había cogido mucho cariño, pero tenía que reconocerlo, no estaba enamorada de él, y si no sentía amor, no podía estar con él.

- Esta bien... no quiero hacerte daño -

En ese momento Draco entraba en el gran comedor y los miró con furia, Rachel se tensó un poco al verlo.

- No... soy yo el que no quiere que él te haga daño a ti - dijo Thomas pasándole el brazo por el hombro de manera protectora, ella sonrió tímidamente.

El chico no era tonto y se había dado cuenta hace mucho tiempo de que esa relación no tenía ningún futuro porque cierto rubio Slytherin estaba en medio, pero él prefirió ser su amigo a no ser absolutamente nada, por lo menos siendo su amigo podría protegerla y cuidarla.


- Harry - murmuró Lizzy entrecortadamente, él emitió un gruñidito de protesta por que había dejado de probar sus labios - mi hermano puede entrar en cualquier momento - Harry la besó con intensidad - no se si sabes que Mark tiene el don de la oportunidad -

Las manos de Harry exploraban su cuerpo por debajo de la camiseta mientras le besaba el cuello. Ella hacia lo mismo.

- Tienes razón... tengo el don de la oportunidad -

Harry se separó de Lizzy como si hubiera tocado fuego, y es que por muy valiente que fuera el chico, no quería tener problemas con su cuñado, que lo miraba desde la puerta.

- Inoportuno - murmuró Lizzy mirándolo con rencor.

- Tu me hiciste lo mismo el otro día - contestó Mark sonriente.

- ¿Te vas? - preguntó esperanzada por que su hermano se fuera y poder seguir con su sesión de besos con su novio.

- No - contestó Mark con una sonrisa.

- Pues nos vamos nosotros - concluyó Lizzy levantándose.

Mark la miró ceñudo.

- Esta bien... pero no hagas nada de lo que puedas arrepentirte... o nada que me provoque matar a Harry - dijo Mark saliendo del cuarto.

- Por fin solos - dijo acercándose a Harry y arrastrándolo a la cama mientras lo besaba.

- Pero... - dijo el chico confuso.

Aunque la confusión desapareció en unos segundos, en cuanto volvió a sentir las manos de Lizzy acariciándole de esa manera tan sugerente la espalda.


Elísabeth había llegado hacia un rato, había dejado sus cosas en el cuarto de Sirius, que a partir de ahora compartirían, y se sentó junto a Kate en el sofá a esperar la llegada de los hombres.

- Dirás que soy yo... que estoy más salida que el pico de una plancha... pero últimamente... desde que estoy embarazada... estoy más caliente y excitada que nunca... - comentó Kate - no veo la hora en que Remus llega y me haga el amor una y otra vez... y otra vez... y otra vez... - terminó diciendo suspirando.

- ¿Sabes una cosa? - preguntó Elísabeth sonriente.

- ¿Qué soy una pervertida? -

- No... eso no... bueno eso si lo eres... pero no era eso lo que quería decirte... -

- Di... -

- Que a mi me pasa exactamente lo mismo... -

- ¿Estas excitada? - preguntó Kate entre riéndose e impresionada.

- No veo la hora en que llegue Sirius y me haga el amor hasta hacerme quedar afónica -

- Estas sacando a la niña pervertida que llevas dentro - comentó Kate riéndose.

- Desde que estoy embarazada no hago más que pensar en eso... me imagino que Sirius viene al despacho... que cierra la puerta... tira todas las cosas de la mesa... y lo hacemos allí mismo... una y otra vez... y otra vez... - dijo Elísabeth mordiéndose el labio con deseo.

- No es mal sueño... yo tuve el mismo con Remus en la mesa del aula de DCAO - comentó Kate sonriendo con picardía.

- ¿Qué nos esta pasando? -

- Creo que el embarazo nos esta afectando a las hormonas... y estamos más excitadas que de costumbre -

- En ti es normal estar así... en mi no - comentó Elísabeth.

- Es cierto - le dio la razón Kate.

- Yo con Mark y Lizzy no estaba así... -

- Ni yo con Chris y Ann... -

- ¿Soy yo o aquí esta subiendo la temperatura? -

- ¿Qué te estas imaginando? - preguntó Kate sonriendo picaramente.

Elísabeth se abanicaba con la mano.

- Es pensar en Sirius y me sube la temperatura... - dijo acalorada - que ganas de que llegue... - se mordió el labio con deseo.

Kate se reía, no era común ni normal ver a su amiga de esa forma, normalmente la que siempre andaba excitada era ella.

- Te entiendo -


Sirius tenía un plan, una cena romántica, y de postre, le pediría matrimonio, según Kate era mejor pedírselo mientras o después de haberle hecho el amor, pero Sirius discrepaba con esa táctica, prefería hacer una mezcla, su típica petición formal mientras la besaba para dejarla extasiada.

Cuando la vio salir del cuarto se quedó sin aliento, unos pantalones de vestir marrones a juego con el jerséis sin mangas por el cual sobresalía una camisa blanca, no se le notaba la barriga todavía para disgusto de Sirius, llevaba botas con un pequeño tacón, por cortesía de Kate, se dejó el pelo suelto, y con rapidez se acercó a la percha para coger su abrigo.

Sirius no se quedaba atrás, y es que este chico, con cualquier cosa estaba guapo, llevaba un traje azul oscuro, que le quedaba de muerte, una camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados que dejaban ver su piel, llevaba las mangas arremangadas y la chaqueta estaba sobre el sofá.

- Estas preciosa - murmuró dándole un casto beso.

- ¿De verdad tenemos que ir? -

- Si -

- Es que... ese traje te queda tan bien... - dijo ella suspirando y mordiéndose el labio con deseo.

- Ya - dijo él con suficiencia.

- Pero quedaría mejor en el suelo del cuarto - murmuró con pena.

Sirius la miró estupefacto, no estaba acostumbrado a esos arrebatos de pasión. Cociéndola de la mano se encaminaron hacia la puerta.

- ¿Y por qué nosotros no salimos así de forma romántica? - preguntó Kate algo molesta por la falta de romanticismo que estaba desmotando Remus.

- ¿De verdad quieres salir? - preguntó él escéptico.

Ella lo pensó durante unos segundos, y vio un poco del pecho descubierto de Remus y entonces fue cuando decidió que prefería quedarse en la cama con su Remus que salir a la calle a hacer el canelo pasando frío. Sin pensarlo se abalanzó sobre su marido y le besó con ímpetu y pasión, Remus, como era de esperar, correspondió al beso con las mismas ganas, y a tientas ambos fueron a parar a la cama.

La cena romántica era en un restaurante bastante bueno Hogsmeade, el plato preferido de Elísabeth, y el allí cerca para darle mimos.

- Tengo algo para ti - dijo ella dándole un pequeño papel que se había sacado del bolsillo del abrigo.

- ¿Qué es? - preguntó Sirius mirando extrañado el papel con un cuadrado negro y machas blancas.

- La primera foto de tu hijo -

Sirius miró el trozo de papel sonriendo ilusionado, como si esperara ver su propia cara cuando era niño, después frunció el ceño al no comprender que estaba mirando y no ver nada, sólo manchas.

- No entiendo -

- ¿Ves... - ella se acercó - esta mancha de aquí? - le señaló un puntito blanco en medio de todas las manchas, él asintió - ese es tu hijo -

- ¿Eso? - preguntó sorprendido.

- Es muy pequeñito... como una lentejita -

- Vaya - dijo anonadado.

- Fui al ginecólogo y me hizo una ecografía - él frunció el ceño - eso es una ecografía - le explicó - dice que todo va perfectamente - sonrió - quiero que vengas la próxima vez... he oído sus latidos... es... es impresionante... - dijo emocionada.

- ¿Se pueden oír sus latidos? - preguntó sorprendido.

- Si... - dijo sonriente - y cuando sea más grande no será sólo un puntito... se podrá distinguir más - colocó sus manos en la barriga que apenas se le notaba.

Sirius se acercó, puso su mano sobre las de ella y la besó tiernamente.

Sirius pensó que la cena había sido un éxito, hasta el momento nada había salido mal, y esperaba que nada torciera la situación, estaban en ese momento entrando en el salón previo a su cuarto, feliz y sonriente por que todo le saliera tan bien, no se esperó que Elísabeth se girara hacia él y le besara con esas ganas, con ese deseo, tardo, media milésima de segundo en reaccionar, y despacio de camino a al cuarto fue desvistiéndola y desvistiéndose el mismo. Cerró la puerta de su cuarto a tientas, para ese momento ella estaba en sus brazos, medio desnuda, con las piernas rodeándole la cintura, besándole con de esa forma que a él tanto le gustaba. Con cuidado la colocó contra la puerta para poder sujetarla mejor, ahora saboreaba su cuello lo que le dejó un momento de respiro para poder hacer su pregunta.

- Elísabeth... - ella gimió, Sirius cerró los ojos turbado por el deseo, movió la cabeza para despejarse, algo bastante difícil - debo preguntarte algo - dijo delicadamente mientras le besaba el hombro.

"Ya estaba tardando" pensó ella.

- ¿Ahora? - preguntó ella con un tono de voz que delataba todo el deseo que sentía por seguir besándolo.

Sirius dudo, "¿hacerle caso a mis hormonas y seguir con el deseo carnal, o pedirle en matrimonio y que se enfade por lo cual acabaré durmiendo en el sofá?", una pregunta demasiado difícil de responder.

- ¿Quieres casarte conmigo? -

Su cabeza habló por él y mira que sus hormonas hacían todo lo posible por hacerse escuchar.

- Si - gimió ella en un murmullo.

Sirius dudo, "¿Lo dice para que continúe besándola o por que de verdad acepta?".

- ¿Si? - preguntó dudoso, por si las dudas mejor aclarar la situación, no quería mal entendidos.

- Si... me caso contigo - murmuró ella mientras le besaba el cuello y recorría la espalda con las manos deseosa de tocar más - y ahora túmbame en la cama... - pidió ella dulcemente en su oído - empieza a dolerme la espalda con la puerta -

Dicho y hecho, en un par de segundos estaba tumbada en la cama y Sirius sonriéndole feliz terminó de desnudarla y desnudarse y comenzó ha hacerle el amor.


Entró en el cuarto intentando hacer el menor ruido posible, no le costó demasiado, era experto en ese tipo de cosas, frunció el ceño al verla tumbada en la cama, tapada, pero Black a su lado estaba algo destapado y visiblemente desnudo, se enfado, pero no podía demostrar ese enfado, era una situación de emergencia, se inclinó para poder despertarla.

- Elísabeth - murmuró - Elísabeth - la llamó intentando despertarla.

Ella se movió y entre abrió los ojos desconcertada.

- Severus... - murmuró al darse cuenta de quien estaba frente a ella - ¿qué pasa? -

- Necesito tu ayuda -

- Son... - se levantó un poco para poder mirar la hora - son las tres de la madrugada... - dijo somnolienta.

- Por favor... te espero fuera -

Lo vio salir, se dejó caer en la cama sin ganas de levantarse, miró a su lado, allí estaba Sirius durmiendo placidamente, a tientas cogió algo de ropa para vestirse pues estaba desnuda, sonrió cuando se vio en el espejo, llevaba puesto los calzoncillos, tipo pantaloncitos, azules, de Sirius, y una de sus camisetas.

- ¿Qué ocurre? - preguntó frotándose los ojos mientras salía al salón.

- Necesito que la escondas - dijo él seriamente señalándole a la chica que estaba tumbada y dormida en el sofá.


Continuara...

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