Cáp.3

Llegaron a Nunca Jamás cuando empezaba a amanecer. Bajaron suavemente con la creencia que no llamarían la atención de los piratas, pero para su desgracia estos hacía rato que los habían visto, y los recibieron a cañonazos obligándoles a bajar precipitadamente a la playa. Allí dos fornidos piratas se les tiraron encima y los sujetaron, a su alrededor había otros piratas haciendo un círculo. Una voz un tanto ronca dijo:

-¿Que tenemos aquí ¿Una nueva madrecita para Peter Pan?

Kati alzó la vista, enfrente de ella, estaba el temido Capitán Garfio, su garfio brillaba.

-Haz el favor de contestar, jovencita maleducada- dijo Garfio, poniéndole la punta de su gancho en el cuello

-¡No le haga daño ¡La necesitamos para curar a uno de nosotros!- dijo Tottles

El capitán Garfio, miro de reojo a Tottles, su mirada brillaba de suspicacia.

-Vaya, vaya, vaya…que interesante. ¿A quién y de qué tiene que curarlo?

A uno de mis compañeros – dijo tartamudeando un poco- otro niño perdido.

-¿No será Peter, verdad?

-¡Como va a ser Peter!- dijo Kati rápidamente, como si Garfio hubiera dicho una insensatez - Peter busca ayuda por otro lado, seguro que enseguida vuelve…

El capitán Garfio la escudriño con la mirada, algo le decía que la chica mentía de que Peter era el que estaba enfermo y esto le interesaba y mucho. De pronto Kati dio un codazo en la barriga al pirata que la sujetaba, Tottles la imito y salieron corriendo.

Oyó de fondo la voz de Garfio:

-¡Tras ellos, perros estúpidos!

Tottles y Kati corrieron hasta que despistaron a sus perseguidores, al final se detuvieron jadeando.

-¡Dios, que carrera! - dijo Kati reventada

Tottles dijo:

-Sígueme

Entraron dentro de un árbol, allí en una cama yacía Peter Pan. Los otros niños parecían muy preocupados. Tottles dijo:

-Chicos he encontrado a alguien- dijo señalando a Kati y después señalando una de las hamacas dijo- Ahí está Peter.

Kati se acercó. En esa hamaca estaba el niño que no quería crecer, pero el pobre no parecía muy alegre. Kati dijo:

-No te haré daño. Estoy aquí para ayudarte, déjame que te mire

Se lo miro, le puso una mano en la frente, estaba muy frio y pálido, en un lado del cuello tenía dos marcas. Era sin duda la marca de un vampiro. Kati dijo:

-Sí, es lo que imaginaba. Vamos a probar los remedios folclóricos

-¿Los remedios, qué?- dijo Peter

-Tradicionales, Peter. No te preocupes. No dejare que ese monstruo te vuelva a hacer daño.

Kati se puso manos a la obra, con la ayuda de los niños y Campanilla colgó ajos por la guarida. Más tarde hizo un caldo y solícita dijo a Peter:

- Tienes que tomarte eso. Necesitas reponer fuerzas.

Peter sorbió el caldo, y los demás también tomaron, aunque este no estaba demasiado bueno porque Kati, por desgracia, no era muy buena cocinera y además se había pasado tres pueblos con el ajo.