Hola a todos :)

Les traigo el nuevo capítulo, pensé que no lo tendría listo antes de fin de mes, porque me costó trabajo integrar la idea que voy a usar con Deméter, pero bueno, ya quedó.

También debo explicarles algo: Aunque hago mención sobre mitología griega, hay que aclarar que no estoy siguiendo al pie de la letra esos mitos. Simplemente lo menciono porque la trama del fanfic lo necesita de esa manera, pero nada de lo que lean aquí es real, solamente se trata de una idea de mi loca mente. Sólo uso el contexto mitológico como base para inventar lo que presentaré más adelante :) y la verdad es que me voy a tomar muchas licencias creativas XD

Sean bienvenidos y de antemano les doy las gracias por leer y comentar, me hacen feliz :3

Tesmoforias: Fiestas celebradas en las ciudades de la Antigua Grecia en honor de las diosas Deméter y su hija Perséfone. Eran las celebraciones más difundidas y la principal expresión del culto de Deméter, aparte de los misterios eleusinos. Duraba tres días, del 11 al 13 del calendario Ático de la antigüedad. No se sabe mucho de ellas, dado que sólo las mujeres tenían permitido asistir y era raro que documentaran algo al respecto en esos tiempos.


Sobre su comentarios:

Melka1: Así es, son una pareja muy linda :D :D Sé que me he tardado un poquito, pero a partir de aquí van a comenzar las interacciones entre ambos :D:D:D Gracias por comentar.

Natalita07: Gracias por tu lindo comentario :) Creo que muchas aceptaríamos casarnos con Albafica jaja ;);) Me alegra saber que te gustó cómo Agasha expresa sus sentimientos y dudas respecto a Albafica, es que dicho tema no es tan fácil de asimilar. Aquí veras que se habla acerca de la inexperiencia de Albafica ;);) así te emocionarás más XDXD Es verdad, la mayoría de los santos dorados están muy guapos, para tenerlos de novios cada semana jaja XDXD Aun estoy trabajando en cómo será la interacción entre ambos, pero creo que sí, Albafica sentirá un poco de nerviosismo respecto a su situación XDXDXD Gracias por leer :D

Leyla: Me alegra que te emocione la historia :D:D:D Aquí leerás más de Agasha acercándose a Piscis y de sus nervios por la situación :D:D:D Ten calma, ya llegaré al lemon más adelante, pero la verdad es que me cuesta trabajo escribir esa temática en un tono suave y romántico, así que tengo que trabajar más XDXDXD Gracias por comentar :D


Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. Los OC son de mi autoría personal, así como la historia, la cual solamente escribí por gusto y diversión.


Capítulo 15: El Despertar

Shion, se mantuvo quieto y en silencio.

La florista aún no advertía su presencia, así que lentamente retrocedió unos pasos y se alejó un par de metros, esperando algunos segundos más para que ella pudiera asimilar lo que había hecho. Verla darle un beso a Albafica en la frente era una buena señal de que sus sentimientos estaban renaciendo. Porque era verdad, la joven podría haber dicho que era platónica su admiración pasada, pero sus gestos y reacciones, indicaban algo mucho más verdadero.

Le pareció escuchar una leve risita y luego el sonido de la silla siendo movida. Entonces se decidió a ingresar, haciendo resonar sus pasos para avisarle a ella de su llegada.

– ¿Cómo sigue? – preguntó, acercándose a la cama.

Agasha ya estaba sentada en la silla, mirando al santo dormido con una sonrisa traviesa en los labios, que no pudo disimular muy bien ante Shion.

–Sigue durmiendo, pero ya está más tranquilo y Pefko fue a preparar más té de sauce blanco. –

–Me alegra saber eso– comentó el lemuriano. –Yo espero que más al rato vuelva a la vigilia… tú y él necesitan empezar a hablar y convivir, lo más pronto posible. –

Ella hizo una mueca desconcertada y el sonrojo volvió a sus mejillas.

–Yo… yo no sé si pueda… –

–Agasha– interrumpió él con un tono de voz levemente serio. –Perdóname, quizás estoy siendo demasiado brusco y tal vez no te agrade lo que voy a decirte, pero… la diosa Deméter no es muy paciente en dar explicaciones respecto a sus planes, posiblemente ella te visitará de nuevo y sólo te dirá los pormenores básicos de su ritual de fertilidad, así que debes prepararte para ello, debes hacerte a la idea de que tú le enseñarás a Albafica y… –

La vio palidecer sutilmente y con la intención de decir algo, pero se vio interrumpida cuando escucharon un tarareo alegre acercándose por el pasillo, era el joven sanador. El patriarca exhaló despacio, alcanzó a decirle lo necesario a la florista y por el gesto en su rostro, supo que ella había comprendido. Sin embargo, no podían continuar hablando por el momento.

–Ya regresé Agasha– dijo el adolescente, ingresando con un recipiente tapado en sus manos. –Oh, ya está aquí patriarca– caminó a la mesa cercana y dejó el té sobre la superficie. –Creo que el señor Albafica no despertará pronto, quizás la dosis fue un poco fuerte para él. –

–No veo problema con eso, mientras Agasha esté aquí, él estará más tranquilo, puedo notar que su cosmos permanece relajado– respondió el lemuriano, mirando una vez más a su amigo.

–Tan pronto vea que se despierta, le pediré a las enfermeras que lo alimenten– confirmó Pefko, mientras volvía a revisar los registros de su cuaderno. –Y también será necesario conseguir más lavanda, para que la ducha herbal le ayude a disminuir el estrés corporal ocasionado por el antídoto. –

– ¿Se acabaron las reservas de lavanda? – preguntó Shion.

–Yo puedo traer lavanda, mi padre y yo tenemos sembrada la suficiente– intervino Agasha. –Sólo tengo que ir por ella, volveré rápido. –

Aries negó rápidamente con el rostro, la florista no debía marcharse del Santuario para nada.

–Si tienes lavanda, ordenaré que un mensajero vaya por ella y de paso, podrás mandarle un mensaje a tu padre– explicó tranquilamente. –Pero no puedes irte Agasha, me temo que Albafica podría inquietarse si no percibe tu presencia cerca. –

Ella parpadeó sorprendida, comprendía la preocupación de Shion y la intención implícita en su petición. Y si era sincera consigo misma, realmente no quería dejar solo al santo de Piscis, así que aceptó.

–Está bien– sonrió ella. –Por favor, que el mensajero le diga a mi padre que me quedaré a cuidar del señor Albafica y que no se preocupe. –

–Me parece bien, escribiremos un recado– Shion se encaminó a la salida. –Pefko, avísame si necesitas algo más, estaré en la biblioteca revisando otros pendientes. –

–Sí, señor. –

El lemuriano se retiró del lugar, mientras Agasha nuevamente limpiaba el rostro de Albafica con otro paño. El curandero, por su lado, se acercó a una esquina apartada dónde permanecía su gran mochila y comenzó a sacar todos los frascos y otras bolsitas de su interior.

– ¿Todo eso es para el señor Albafica? – preguntó curiosa la joven.

–Espero que no– sonrió el chiquillo. –Traje las hierbas esenciales para curar los síntomas más comunes que se presentan por envenenamiento o alergias, dado que la flor calavera verde también es una poderosa toxina, pero como no sé cuáles serán todas las reacciones del paciente, preferí no confiarme y por eso vengo preparado. –

– ¿Te puedo ayudar? – Agasha se acercó, dado que también quería conocer un poco más sobre las plantas que manejaban en la isla de los curanderos.

–Claro que sí, mira, esta es para contrarrestar el dolor de… –

Ambos se entretuvieron en dicha actividad por el resto de la tarde. La florista revisaba de vez en cuando al santo de Piscis y luego ayudaba al sanador a colocar todo su botiquín en un estante de la habitación, mientras escuchaba sus explicaciones.

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Rodorio.

El señor Estelios terminó de tapar su carreta con una cubierta, la venta de flores mejoró mucho en la tarde, así que las pocas que quedaban se las llevaría de vuelta a casa. La señora Calíope también había tenido buena suerte vendiendo sus vestidos a los visitantes. Ambos se alistaban para ir a divertirse un rato a la plaza, dado que el baile vespertino comenzaría en poco tiempo.

– ¿Señor Estelios? – habló un hombre a espaldas de ellos.

–Soy yo, ¿En qué puedo ayudarle? –

–Soy un mensajero del Santuario, el patriarca Shion me envió para traerle éste aviso– le extendió un pequeño pergamino enrollado. –Solicita que se le envíe a la enfermería las plantas de lavanda que tenga. –

El florista alzó una ceja, sorprendido por la petición. Desplegó el papel y leyó la nota, en dónde se explicaba que el antiguo santo de Aries le pedía de favor mandar con el mensajero toda la lavanda que tuviera disponible, para el tratamiento de Albafica. Además de que también se incluía un recado de su hija Agasha, escrito con su puño y letra, informando que se quedaría esa noche en el Santuario a cuidar del hombre que la salvó.

–Bueno, esto es un poco inesperado, pero está bien– confirmó Estelios. –Aunque será necesario ir a mi casa para cosechar las plantas. –

El heraldo asintió y después le extendió un pequeño morral, el sonido del contenido indicaba que se trataba de monedas.

–Aquí tiene el pago por adelantado. –

Estelios tomó el saco de piel y lo guardó entre sus ropajes.

–Calíope, si gustas, adelántate a la plaza y en un rato más, te busco– le habló a la costurera.

–Para nada, no te me vas a escapar Estelios, aún me debes un baile del año pasado– bromeó la mujer. –Voy contigo, si Agasha está cuidando de alguien, yo también quiero apoyarla, así que vamos, los ayudaré al menos a hacer los ramos. –

El hombre sonrió y los tres se encaminaron a la casa de los floristas.

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Santuario.

Ya comenzaba a pardear la tarde cuando Estelios y el mensajero llevaron todos los ramos de lavanda disponible. Agasha bajó hasta el patio de Aries para hablar con su padre, mientras algunos sirvientes transportaban la mercancía a la enfermería.

– ¿Ahora me crees papá?, el santo de Piscis ha vuelto a la vida, te dije que la diosa Deméter no mentía. –

El florista se rascó la cabeza y rodó los ojos, aún no estaba del todo convencido.

–Pues tendría que verlo con mis propios ojos– le sonrió condescendiente. –Pero está bien, si es cierto que Albafica está vivo, entonces que venga a visitarnos a la casa cuando se recupere. –

Agasha sabía que su padre no creería lo del santo de Piscis hasta que lo tuviera enfrente, pero lamentablemente, no podía visitarlo en éste momento. De cualquier manera, agradecía la confianza que él depositaba en ella para permitirle quedarse en el Santuario.

–Se lo diré papá– asintió ella. –Diviértete en el baile con la señora Calíope. –

–Lo haré hija, ten cuidado– se despidió el hombre, descendiendo por las escaleras.

La joven se quedó mirando hasta que perdió de vista a su progenitor. Soltó un largo suspiro y observó el cielo, ya estaba oscureciendo y la luna se asomaba entre las nubes, pronto sería la hora de cenar. Dio media vuelta y se adentró en la casa de Aries, para luego seguir su largo ascenso hasta el edificio patriarcal.

El templo de Piscis era muy bello por dentro.

La cúpula de la zona central permitía el paso de la poca luz a través de su hermoso vitral de colores. Los dibujos, detallados en colorido cristal, eran motivos alusivos al mar. Agasha se detuvo justamente bajo esa tenue luminosidad para admirar el diseño interior de la casa zodiacal.

De repente, una sutil brisa acarició su cabello.

Se le hizo extraño, porque no estaba haciendo viento, pero antes de pensar en otra cosa, un agradable aroma a bosque llegó a su nariz. Parpadeó sorprendida y se giró hacia la entrada al templo cuando notó que una estela de brillos dorados y verdes comenzó a danzar justamente en el umbral.

¡Por fin! – pensó emocionada, presintiendo de quién se trataba.

Deméter apareció ante ella, hermosa e imponente, con su vestido esmeralda y su vaporosa capa danzando al ritmo de la tenue brisa que la envolvía. La deidad le sonrió cálidamente.

–Hola Agasha. –

La florista reaccionó, inclinándose respetuosamente ante ella.

–Madre de las flores, es un gusto volver a verla de nuevo. –

–Levántate mi querida florista, he venido a hablar contigo y no tengo mucho tiempo, otros asuntos reclaman mi atención. –

La joven lo hizo, mirando cómo la diosa se acercaba a ella hasta quedar frente a frente. Era muy alta y su presencia la inquietaba ligeramente. En verdad no tenía motivos para temerle, pero cuando la vio sonreír con ese brillo travieso en la mirada, que ya había visto hace unos días, comenzó a preocuparse.

–Ya te reencontraste con Albafica ¿Verdad? – la joven asintió. –Bien, me imagino que en éste momento él debe estar convaleciente. –

–Así es, mi señora, ya me explicaron lo del contraveneno y su poderoso efecto. –

–No te preocupes pequeña, el santo de Piscis es muy fuerte y podrá recuperarse rápidamente– explicó Deméter, al mismo tiempo que aproximaba su mano y tomaba el mentón de la joven suavemente. –Ahora, hablemos de algo más importante y que está provocándote incertidumbre… tu unión con Albafica. –

Inmediatamente Agasha se sonrojó y la expresión de su rostro delató su nerviosismo.

–Yo… aún tengo dudas de lo que debo hacer… –

La deidad negó lentamente con un ademán de su otra mano.

–No mi querida muchachita, no hay espacio para las dudas– su voz adquirió un matiz serio. –Escúchame con atención, como una fiel seguidora de mi culto, debes haber escuchado sobre las Tesmoforias, fiestas que se celebraban en la época del mito como parte de los ritos que me alaban como madre de la naturaleza– la florista asintió. –Dichas festividades han ido cambiando con el paso del tiempo y ya no se practican de igual manera, sin embargo, su realización sigue teniendo el mismo poder para mí. –

Agasha tomó un poco de aire para tranquilizarse, pero no pudo disimular su voz nerviosa.

–Son las fiestas que celebraban y reconocían su poder para conceder la fertilidad a la tierra y… a las mujeres. –

La divinidad sonrió ampliamente.

–Así es, me alegra que sepas de lo que te hablo– con la otra mano le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja. –Sin embargo, existe una variante de uno de esos rituales de fertilidad que no tiene que ver con mujeres, sino con hombres. –

Los ojos verdes de la joven se abrieron en grande. Jamás había escuchado acerca de ese rito, dado que, en la antigüedad, los hombres no tenían permitido participar en las Tesmoforias. Dichas celebraciones eran únicamente presididas por la deidad y sus seguidoras femeninas. Entonces, el plan de la diosa tenía que ver con… ¿Fertilidad masculina?

–No exactamente Agasha– dijo Deméter, leyendo su mente. –En éste caso no se trata de fertilidad humana, la cual, sé que ustedes dos poseen– de nuevo su sonrisa traviesa decoró su rostro. –Yo estoy hablando de las rosas demoniacas reales, las flores de Piscis. –

La florista abrió la boca sorprendida y al mismo tiempo desconcertada. Ahora le quedaba en claro que la divinidad sabía muchas cosas de ella y de Albafica. Pero, sobre todo, le recalcaba la importancia de recuperar el arte de las rosas rojas, la técnica que empleaban los guardianes del pez dorado. Por lo tanto, el ritual del que hablaba se enfocaría en la recuperación de dichos ejemplares.

–Pero para eso, necesito que ustedes se unan como pareja en la ceremonia, ya que es necesario asegurar que el linaje del doceavo santo quede vinculado a las rosas, de esta manera, dicha especie no desaparecerá y tampoco será necesario volver a realizar el doloroso proceso de los lazos rojos para utilizarlas– explicó.

El pecho de Agasha se contrajo, quedándose sin aliento por un par de segundos, todo lo que decía la madre de las cosechas era fascinante y al mismo tiempo inquietante. Los rituales para Deméter abarcaban ciertos elementos y procesos muy específicos, cómo las ofrendas de carne, semillas y frutos, así mismo, rezos en fechas específicas y promesas de lealtad. Sin embargo, no estaba segura que tan diferente sería eso en relación a ésta ceremonia tan particular.

– ¿U-unirnos cómo pareja? – dudó al preguntar, pero tenía que hacerlo, no podía quedarse con la incertidumbre. –Diosa madre… no estoy segura de entenderla… perdóneme por favor… –

La elegante dama hizo un gesto de ternura. Sabía que la joven mujer no tenía dudas de lo que debía hacer con el guerrero de Athena, pero claramente necesitaba que le diera más detalles para poder ahuyentar sus dudas emocionales y sentimentales respecto al él. También comprendía que esto no era nada fácil de aceptar para un humano, claro que no. Los dioses no siempre son claros con lo que quieren, a veces son bastante burlones y les gusta ver el estupor de los mortales.

Pero Deméter no era así, ella sería bastante clara con la florista.

–Tranquila querida, no hay nada que no comprendas de lo que te estoy pidiendo– retiró su agarre del mentón y colocó ambas manos sobre sus hombros. –Agasha… tú y Albafica deben unirse carnalmente antes de la próxima luna llena, necesito que él ya tenga experiencia para ese día, al menos la básica. –

El color rojo inundó aún más el rostro femenino, quedándose con la boca totalmente abierta.

–Sí, mi querida muchachita, Albafica es virgen y tú te encargarás de enseñarle lo necesario– su sonrisa era demasiado pícara. –El pobre hombre siempre estuvo preso de la maldición de su sangre envenenada y la soledad no fue la mejor consorte para el sexo, si bien conoce su cuerpo y su naturaleza masculina, no sabe lo que es el calor femenino, nunca ha sentido la suavidad de una mujer, ni todos los placeres que eso conlleva… –

De pronto, Agasha sintió que el corazón se le detenía y el estómago se le hacía pequeño. Años atrás, ya había intuido vagamente algo así, no estaba segura de que tan real fuera, pero el presentimiento de que el doceavo guardián no tenía experiencia sexual, ya había rondado por su cabeza. Era más que obvio, el temor de Albafica por lastimar a los demás, le había impedido tener cualquier tipo de contacto.

Entonces…

–Por lo tanto, debes instruirlo lo más pronto posible– prosiguió la deidad. –El próximo sábado 13 es luna llena, el día más álgido en mi celebración, la fecha en que mi poder es más fuerte gracias a la conjunción de las estrellas, el momento en el cual yo podré otorgar mi bendición a ambos, a las rosas demoníacas y al futuro nuevo linaje de Piscis– finalizó, manteniendo una expresión de suficiencia.

La diosa de la naturaleza sabía lo que hacía.

Pero Agasha estaba en un pequeño shock.

–Oh, mi pequeña florista, espero no estés asustada– la agitó levemente de los hombros para sacarla de su aturdimiento. –Tú ya eres una mujer con experiencia, sé que sabrás guiarlo adecuadamente y además… – hizo una pausa lenta, permitiendo que la joven la mirara fijamente. –Tus sentimientos son reales, no tengas miedo de ellos– le acarició la mejilla con sutileza. –Y tampoco dudes del guerrero zodiacal, yo sé lo que te digo– le guiñó un ojo.

La muchacha sintió que el aire volvía a su pecho y que el corazón le palpitaba de nuevo. Parpadeó un poco y cerró la boca, al mismo tiempo que confirmaba con la cabeza. No había nada más que decir, las respuestas llegaron sin la necesidad de hacer las preguntas.

–S-sí, diosa Deméter– habló por fin. –Comprendo… –

–Perfecto, me parece muy bien que lo entiendas– dijo tranquilamente, aunque sabía que la humana aún mantenía algo de inseguridad, pero como ya no quedaba tiempo, tendría que superarla quisiera o no. –Y respecto a su convalecencia, únicamente durará hasta mañana, así que… ya sabes, entre más pronto, mejor– retiró sus manos y comenzó a retroceder.

La florista se inclinó a modo de despedida y luego observó atentamente a la diosa caminar rumbo a la salida.

–Volveré pronto y espero ver avances– de nuevo guiñó su ojo traviesamente, para luego desvanecerse en el aire.

El aroma a bosque se percibió en el templo, mientras la misteriosa brisa se llevaba la estela de brillos dorados hacia el cielo.

El silencio se hizo momentáneo y luego fue roto.

– ¡Por Athena! – exclamó en voz alta, llevándose las manos al rostro, sintiendo el ardor en sus mejillas. – ¡¿Cómo voy a…?! – tragó saliva torpemente y se quedó sin palabras.

Todo esto resultaba demasiado impactante. Sin quitar las palmas de su sitio, caminó a la otra salida del templo zodiacal, pensando en cómo podría siquiera ver de nuevo al santo de Piscis a la cara. Tal vez estando frente a él, le daría un desmayo de tan sólo pensar en lo que debían hablar y hacer.

Caminaba pausadamente, no tenía el valor para ir a la zona de enfermería y en éste momento, estaba frente al edificio patriarcal, absorta en sus pensamientos.

– ¿Todo bien, Agasha? – preguntó Shion, quien iba saliendo.

Ella respingó ante su presencia.

– ¡Sí, estoy bien! – contestó un poco sobresaltada. –Yo voy a… – se quedó muda otra vez.

El lemuriano se aproximó.

–Tranquilízate, por favor– dijo, colocando una mano sobre su hombro. –Ven, te diré cuál es tu habitación, no es necesario que vayas con Albafica por el momento, si lo deseas, descansa un poco– le sonrió levemente. –Me imagino que la diosa Deméter fue muy directa contigo. –

La florista levantó la mirada hacia el patriarca, obviamente él había sentido la presencia de la deidad y seguramente intuía de qué se trató la conversación. El rubor coloreó su cara y de inmediato desvió los ojos hacia otro lado.

–Sí… ella habló conmigo y… estoy un poco nerviosa– suspiró pausadamente. –Creo que no podré ver al señor Albafica a la cara si es que despierta en éste momento. –

–No te preocupes por eso– comenzó a caminar rumbo al salón patriarcal. –Ven, los aposentos están por aquí. –

Unos momentos después, en el área de habitaciones.

–Es la recámara que ocupó Albafica, perdona que no pueda ofrecerte otra, pero no contamos con más– explicó Aries, abriendo la puerta. –Ya fue aseada y la ropa de cama reemplazada, en el baúl encontrarás batas si deseas tomar una ducha, él permanecerá en la enfermería hasta que mejore, así que puedes quedarte aquí. –

–Muchas gracias. –

Shion la dejó sola, cerrando la puerta al salir. La florista caminó un poco y tomó asiento en un taburete, mientras se masajeaba las sienes. Se quedó por unos minutos ahí, mirando a la nada, mientras su mente trataba de ordenar sus pensamientos.

–Muy bien Agasha, no es momento de dudar– suspiró largamente. –Ya sabías que la diosa volvería algún día para ver el crecimiento del rosal, ¿No es así? – se preguntó a sí misma para luego responderse. –Sí, ya lo presentía… pero no me esperaba que también Albafica volviese a la vida. –

De nuevo tomó aire, cerró los ojos y fue liberándolo muy despacio, consiguiendo relajarse un poco más. Entonces, al mirar nuevamente, algo rojo llamó su atención. Un poco más allá, estaba el buró adyacente a la cama y sobre el mismo, una hermosa rosa en un florero. Se levantó y caminó hasta llegar frente a la flor.

– ¡Es una de las rosas! – dijo sorprendida después de observarla detenidamente y olfatearla un poco. – ¿Cómo llegó aquí? – hizo un gesto de meditación. –Bueno, supongo que Deméter también tuvo algo que ver. –

Acarició sus pétalos, la rosa brillaba cómo si nada le importara, tenía agua limpia y no parecía que su vida se fuera a terminar pronto. La joven sonrió, esa bonita flor estaba aquí y ahora, gracias a que ella cuidó a la original con mucho esmero desde hace seis años. Y jamás hubo un sólo momento en el que no recordase al hombre que se la regaló.

De nuevo suspiró y tomó una decisión, sintiendo en ese instante cómo el corazón le brincaba emocionado. Se encaminó a la puerta, dispuesta a intentarlo.

–Creo que es tiempo de que cumpla su promesa. –

Zona de enfermería.

Albafica continuaba durmiendo, con uno que otro sobresalto por las molestias corporales. Pero su cuerpo ya comenzaba a reclamar por agua y alimentos. Se removió lentamente y el aturdimiento comenzó a disiparse mientras iba abriendo los ojos. Cuando tomó conciencia por completo se dio cuenta que estaba solo, en una habitación que no reconocía.

Ocupó algunos segundos para mirar sobre sí mismo y alrededor del lugar, no tardando demasiado en discernir que se encontraba en la enfermería del Santuario. Lo último que recordaba era el terrible dolor que sufrió justamente cuando ayudaba a la joven florista. Hizo una pausa y luego sus pensamientos se enfocaron en otra cosa, la voz de ella, hablándole suavemente mientras lo tocaba con sus cálidas manos.

No había sido un sueño ni un delirio por el efecto del antídoto. Así mismo, también estaba seguro de haberla escuchado en medio de su inconciencia, muy cerca de él, atendiéndolo.

De repente, escuchó pasos ligeros y una sensación de ansiedad le comprimió el estómago al reconocer dicha presencia.

¡Agasha! – pensó nerviosamente. – ¡Está aquí!

No se lo esperaba, pero tampoco era para sorprenderse, ya intuía que la joven demostraría su preocupación por él, así que probablemente decidió visitarlo en el Santuario. No obstante, el doceavo caballero se sintió asustado, así que sin saber bien porque lo hizo, cerró de nuevo los ojos, fingiendo seguir dormido.

La florista se acercó a la puerta de la habitación con cautela, mirando a todos lados y después se asomó al interior sin hacer ruido. Pefko no estaba a la vista y Piscis continuaba durmiendo. Entró y cerró la puerta para luego dirigirse a la cama y tomar asiento en la silla cercana.

–S-señor Albafica, no sé si pueda escucharme– dijo en un tono de voz apenado. –Pero tengo que decirle algo importante, o quizás no debería hacerlo aquí, pero… – hizo una pausa y suspiró desganada. –Esto es un poco difícil, es decir, la madre de las flores fue muy clara, usted y yo… –

Se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro. El sonrojo en sus mejillas la traicionaba de nuevo.

–Bien, creo que no podré decir nada por el momento, además, que caso tiene si no está despierto– volvió a exhalar, acercándose de nuevo a la cama, para después inclinarse un poco sobre él. –En verdad deseo que se recupere pronto, señor Albafica… recuerde que me hizo una promesa– susurró con suavidad.

El corazón de Albafica brincó alocadamente al oírla.

La florista siempre tuvo una voz preciosa y ahora cómo mujer, su matiz se había vuelto más dulce y llamativo. Escucharla hablándole tan cerca, le generaba un montón de emociones que apenas lograba controlar. Pero lo que más llamó su atención fue lo que dijo, la promesa que le había hecho. Su pecho se contrajo ante la idea de que ella nunca lo había olvidado.

Repentinamente, un estremecimiento le recorrió el cuerpo… Agasha estaba tocando su rostro.

La mujer hizo una pequeña sonrisa y acercó su mano para acomodar de nuevo el rebelde flequillo azul. El cabello del santo de Piscis era hermoso, al grado de poder provocar cierta envidia al notar su brillo y suavidad. Entonces, una inesperada emoción la traicionó de nuevo, haciendo que sus dedos volviesen a palpar la dermis masculina. Con delicadeza, su tacto dibujó el contorno de la mejilla y luego el mentón.

–Perdón por esto, señor Albafica– murmuró más para sí misma que para él, clavando la mirada sobre la boca del santo. –Espero no le moleste que lo toque de esta manera, sé que debería mantener mi distancia, pero… – tragó saliva despacio, mientras rosaba sutilmente esos llamativos labios. –Creo que no puedo evitarlo… –

El guardián del pez dorado se sintió envuelto en un relajado trance después de la sorpresa inicial. El calor de su mano y la ligera caricia que ella le prodigaba, era algo que apenas lograba asimilar. Tan especial era la sensación cutánea, que su miedo al contacto físico quedó en segundo plano. Y de pronto, empezó a sentir más curiosidad por saber hasta dónde podía extenderse tan agradable efecto.

En verdad no quería que ella se alejara, ni que su toque se detuviera. Entonces su mente se apaciguó y permitió que las emociones lo guiaran.

–No tienes nada de que disculparte. –

Agasha casi brincó en su lugar al escucharlo.

Alejó su mano inmediatamente, llevándola sobre su pecho, mientras la vergüenza le teñía la cara por completo. La respiración se le detuvo y quiso echarse a correr cuando lo vio abriendo los ojos. Sus llamativos iris azules se clavaron en ella, haciéndola sentir un intenso escalofrío bajando por su nuca.

La inercia la hizo moverse en automático, dándose la vuelta para huir por la puerta. Logró dar varios pasos antes de que la voz de Albafica la detuviera.

–No te vayas, por favor. –

La florista se quedó inmóvil, dándole la espalda, sintiendo cómo el corazón se le quería salir del pecho. No esperaba que él despertara debido a su roce y ahora se sentía conmocionada al oírlo de nuevo. Su voz, agradable hace seis años, ahora le parecía increíblemente masculina y atrayente. Pero lo que más la sorprendió, fue el tono de súplica en su petición.

Se giró lentamente, manteniendo agachado el rostro. Todas las emociones le estaban constriñendo el estómago en ese mismo instante. Pero sin duda alguna, la que más sobresalía, era la felicidad de tenerlo aquí y ahora, totalmente despierto y consciente de la situación.

–L-lo siento… no era mi intención– quiso disculparse.

–Agasha– él la llamó, consiguiendo que levantara la cara y lo mirara. –Me alegra verte de nuevo– sonrió con naturalidad.

Ese gesto.

Esa simple expresión facial, consiguió que la mujer se quedara completamente pasmada. Albafica de Piscis nunca había sonreído ante ella, jamás tuvo la oportunidad de verlo alegre en ningún momento. Y sus ojos, esos zafiros azules, siempre permanecieron opacados por una notoria melancolía.

Pero ahora, él parecía una persona totalmente diferente.

Su mirada poseía un brillo sumamente llamativo, su sonrisa era encantadora y sincera. En general, su atractivo semblante estaba resultando ser todo un acontecimiento para los sentimientos femeninos. En pocas palabras, Agasha por fin estaba contemplando el verdadero rostro de Albafica.


Continuará...

¿Y que les pareció lo directa que fue la diosa de la agricultura? XDXD pobrecita de Agasha, va a tener que sacrificarse jaja XP

Espero les haya gustado :D y me dejen un review, eso me inspira para escribir más.

Hasta luego :3

31/enero/2021