Hola a todos :3
Nuevo capítulo, coincidiendo con el 14 de febrero XD XD :P Soy sincera con ustedes, en la realidad, yo no soy romántica para nada, pero eso no quiere decir que no disfrute del genero o que no haga el intento de escribir algo al respecto.
Como dije al principio del fanfic, esta historia está escrita para que Agasha y Albafica sean felices, así que a partir de aquí, leerán mucha miel o al menos espero que así se entienda XDXD No soy experta en escribir romance, quizás en lo que sigue de la trama verán mucho sentimentalismo, corazoncitos y ternura. Simplemente porque deseo que esta pareja sea feliz a mi manera XD XP Después de todo, es ficción y todo se vale :)
También debo aclarar que el "cortejo" no necesariamente recae en el hombre y aquí lo verán, sutilmente Agasha es quién comienza el acercamiento y Albafica la sigue después. Intentaré que todo sea equilibrado, que él aprenda a desenvolverse y que ella lo apoye :D :D Espero sea de su agrado :3
Pasen a leer y de antemano, les agradezco su tiempo de lectura y los reviews que gusten regalarme :D
Sobre sus comentarios:
e-ros-09: Es bueno saber que algunos lectores no me han abandonado :D Claro que el proyecto sigue, puedo ir lenta, pero lo terminaré. Gracias por el apoyo y por comentar :D
Soyjeonbaebae: Bienvenido(a) de vuelta, es grato leer a los seguidores del fic. Apuesto a que Albafica puede oler a limón, rosas, lavanda, etc. Cualquier aroma le queda bien ;D Tienes razón, muchas envidiamos a Agasha XDXD Agradezco tus palabras y aquí andaré, tratando de no tardar con las actualizaciones. Prepárate, Pefko seguirá siendo una ternura :D a mi me agrada mucho el chiquillo :D:D Gracias por comentar.
Melka1: Me alegra saber que las emociones de los personajes se trasmiten a los lectores, es grato leer sus opiniones :D:D Trataré de llevar equilibradamente el desarrollo de su relación, no la voy a extender demasiado porque queda en claro que ambos se atraen emocionalmente :D:D Es una sorpresa saber que has leído mi otro fanfic XP ojala no te haya traumado XDXD Pero tienes razón, lo que va a suceder entre Agasha y Albafica tiene que ser algo tierno al inicio y luego pasar a algo más sensual después. Es verdad, Piscis no tiene experiencia, pero aprenderá rápido y sí, haré mención del conocimiento empírico que sabe gracias a los libros ;D;D Si bien, Agasha estuvo casada, no es una experta, pero tampoco es una novata XDXD Tengo que pensar bien cómo se desenvolverá ella :D :P Gracias por comentar.
Natalita07: Correcto, Deméter es algo traviesa en el asunto de emparejar a estos dos, a ella le divierte un poco ver cómo se sonrojan, pero no es por maldad, para nada XDXD Shion siempre será un gran apoyo para todos :D:D Pefko es toda ternura y sí, a los médicos de ese siglo también les decían sanadores/curanderos en algunas regiones :D Prepárate, Albafica seguirá expresándonos sus emociones cada vez que Agasha lo toque ;D y si bien, estará nervioso, sabrá sobrellevarlo. Gracias por comentar :D
Leyla: Estoy contenta de ver que se emocionan con el fanfic :D:D Sé que la ansiedad es bastante, pero vamos con calma, ellos llegarán a la intimidad a su debido tiempo, el cual no extenderé porque ambos se quieren :D:D:D Deméter es pícara, es verdad, pero no lo hace por maldad, ella en una diosa buena con la humanidad. Gracias por comentar.
Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. Los OC son de mi autoría personal, así como la historia, la cual solamente escribí por gusto y diversión.
Capítulo 16: El Cortejo I
Una sonrisa.
Eso era lo que Agasha veía en el rostro del guapo hombre. Un gesto que años atrás deseó poder admirar en él. Pero no pudo y tuvieron que pasar seis largos años y una resurrección para que ella finalmente pudiera apreciar tan hermosa expresión en un hombre, cuyo doloroso pasado, le había impedido hacerlo abiertamente.
Pero ahora, no se podía negar que el santo de Piscis se veía incluso más atractivo. El llamativo trazo de sus labios, el brillo en sus ojos azules y la expresión sincera de su rostro, todo en conjunto, le daban un aire fascinante. Ninguna mujer podría negarle nada a semejante sonrisa. Y ella no sería la excepción.
–Yo… yo también estoy feliz de… – su voz flaqueó por un instante y la mirada se le cristalizó.
Ella desvió el rostro brevemente.
Ahora el estómago le dolía y el pecho se le contraía por la respiración alterada. Las palabras se quedaron atoradas en la garganta y un remolino de emociones se agitaba con fuerza dentro de ella. En verdad no sabía cómo actuar, sintiéndose como la adolescente nerviosa que alguna vez interactuó con él hace años. ¿Qué le diría?, ¿Qué le preguntaría?, ¿Acaso era normal sentir ese escalofrío bajando insistentemente por su nuca, mientras él la observaba?
– ¿Estas bien? – preguntó el santo, al notar su pausa.
Agasha respingó y de nuevo intentó mirarlo, sintiendo claramente cómo el calor de sus mejillas aumentaba.
–E-estoy bien, es sólo que– tomó un poco de aire, sus ojos se despejaron e hizo una tímida sonrisa. –Me siento demasiado nerviosa… y no sé qué decir. –
El doceavo santo parpadeó sorprendido, él no era el único que tenía las emociones agitadas. Comprendía su inquietud debido a su inesperado retorno, pero sin lugar a dudas, ese nerviosismo no superaba al propio. Albafica estaba haciendo un gran esfuerzo por no tartamudear o atragantarse con las palabras. La presencia de la florista, ahora como una hermosa mujer, estaba haciéndole dudar de su propia seguridad. Cosa que jamás le había sucedido en el pasado.
–Yo también… – murmuró, desviando la mirada. –Supongo que esto es un inesperado escenario… incluso yo no he podido asimilarlo todavía. –
Ella giró lentamente el rostro para mirarlo.
Dicha situación no podía conducirse de esta manera, ninguno de los dos eran adolescentes para dejarse llevar por las emociones de esa manera. No había tiempo para empezar con algo lento y tiernamente juvenil, debían sincerarse y hablar cómo los adultos que eran. Si bien, los sentimientos eran intensos, estos debían ser enfocados y trabajados. Después de todo, Deméter dijo que eran reales por parte de ambos.
–Señor Albafica– lo llamó, al mismo tiempo que se acercaba de nuevo a la cama. –Estoy muy feliz de que haya vuelto a la vida– amplió su sonrisa.
El corazón del santo brincó fuertemente al verla aproximarse y tomar asiento en la silla. Sin querer, se le quedó mirando fijamente, esos hermosos ojos verdes lo cautivaron de nuevo como hace seis años, ocasionando que la respiración se le entorpeciera y una sensación extraña le sacudiera todo el cuerpo.
–P-por favor… – tragó saliva despacio. –S-sólo llámame Albafica. –
Agasha abrió los ojos en grande, sorprendida por dicha solicitud, dado que estaba acostumbrada a dirigirse con respeto a los santos y al patriarca desde joven, así que sus palabras resultaron inesperadas. Sin embargo, ella y el doceavo guardián ya no estaban en jerarquías tan alejadas, así que tenía cierta lógica que él le pidiera llamarlo sólo por su nombre.
Y también dicho gesto, significaba que Albafica deseaba llevar un trato de más confianza con ella.
–Albafica… – pronunció con un suave matiz.
El hombre sintió cosquillas en el estómago al escucharla. A él nunca le había agradado el estricto protocolo que se manejaba en el Santuario. Pero sabía que era necesario, los caballeros de oro estaban por encima de todos en el ejército de Athena y únicamente se sometían ante el patriarca o la diosa. Todos los demás, santos o civiles, siempre debían mostrar respeto y ceremonia ante ellos.
Pero él ya no era un santo de Athena, al menos no formalmente. Así que su trato con la florista ahora se llevaría a cabo de otra manera.
– ¿Cómo te… sientes? – interrogó la joven, sacándolo de sus pensamientos. – ¿Aún te duele el cuerpo? –
Otro brinco dio el corazón de Albafica, que agradable era escucharla hablándole de tú y sin formalidades.
–Todavía tengo un poco de cansancio– contestó, relajando brevemente su nerviosismo. –Además de que siento mucha sed y hambre. –
En ese momento, Piscis notó cómo su propia respuesta tuvo un efecto físico en su cuerpo. Bajó de inmediato la mirada sobre sí mismo cuando el sonido de su estómago delató su necesidad fisiológica de manera muy llamativa. No pudo evitar la sensación de vergüenza ardiendo en su rostro, la cual se quedó brevemente pausada cuando miró de nuevo a la joven.
Ella también tenía coloreadas las mejillas y una mueca apenada dado que, casi al mismo tiempo, un sonido similar, pero más débil, se dejó escuchar en su propio abdomen. Era evidente que ambos tenían hambre, la hora de la cena había llegado.
–Creo que… es hora de comer algo– la florista contuvo el aire, esa situación estaba resultado demasiado curiosa para ella. –Avisaré de inmediato a las enfermeras, vuelvo enseguida– se puso de pie y se dirigió a la salida.
Realmente necesitaba salir un momento y centrar sus alocados pensamientos y emociones.
Albafica la siguió con la mirada hasta que la puerta se cerró. En ese momento pudo exhalar de forma más relajada, mientras se frotaba el puente de la nariz con un par de dedos. Su nerviosismo era difícil de controlar, todo lo que estaba sucediendo seguía rebasándolo por mucho y temía no poder sobrellevarlo adecuadamente.
¿Cómo interactuar con ella sin sentirse tonto?, ¿Era normal percibir esa sensación de ansiedad que lo hacía dudar al momento de hablar?, ¿Por qué no lograba controlar sus emociones?
Era por ella.
Agasha seguía socavando sus viejos temores al contacto con los demás, pero estos aún se reusaban a desprenderse de su mente y corazón. Esto no sería nada fácil y necesitaba toda su fuerza de voluntad para llevarlo a cabo. Porque quería intentarlo y porque en verdad añoraba esa cercanía y ese calor humano.
–¡Señor Albafica! – se escuchó un grito emocionado en el pasillo.
El santo lo identificó de inmediato, sonriendo al ver que la puerta se abría.
–¡Ya despertó señor Albafica! – Pefko entró rápido a la habitación y al llegar a la orilla de la cama se arrodilló, manteniendo una expresión de completa alegría. – ¡Agasha me lo dijo en el pasillo y vine corriendo! – sus ojos avellana de pronto se empañaron con un rastro cristalino. – ¡Estaba muy preocupado al ver que pasaban las horas y no volvía en sí! –
Piscis sonrió todavía más, el chiquillo era tan noble y expresivo en sus emociones, que en verdad se sentía feliz de que estuviera aquí, demostrándole un cariño fraterno que nunca pudo disfrutar antes. Además de ser su médico personal, el adolescente también era parte de su nueva familia.
–No te preocupes Pefko– le alborotó el cabello cenizo con la mano. –Ya estoy mucho mejor, gracias a ti. –
–Estoy tan feliz– hizo una pausa para tomar aire, tratando de controlar su emoción. –Yo temía que el contraveneno fuera demasiado agresivo y le hiciera daño a su organismo. –
–No te asustes, como te dije antes, pase lo que pase, yo aceptaré las consecuencias– colocó su mano en el hombro del sanador. –Así que, mantente firme, recuerda que tú has cumplido con la misión de Deméter. –
Pefko asintió y se puso de pie, dirigiéndose a la mesa donde reposaba el antídoto.
–Agasha dijo que iría a ver lo de la cena, por lo tanto, será necesario que tome otra dosis. –
–Lo haré, pero preferiría que fuese después de comer. –
En ese momento, la puerta se abrió.
Agasha entró y detrás de ella, tres enfermeras con unas bandejas de madera. Encima de estas, se podían distinguir tazones con alimento, frutas, un ánfora con agua, recipientes y cubiertos. Las mujeres hicieron una inclinación a modo de saludo y una de ellas se acercó a la cama para colocar algunas almohadas en la espalda del paciente, ayudándolo a quedar sentado en una mejor posición.
–¿Desea que lo ayudemos con los alimentos? – preguntó atentamente.
Albafica negó despacio.
–Son muy amables, pero no es necesario, puedo comer por mí mismo. –
La mujer asintió, así que únicamente le acercó un recipiente con agua para el aseo de sus manos.
Todas las enfermeras ya sabían que el hombre de cabello azul no era un paciente grave, además de que se les había indicado que Pefko era el encargado de vigilarlo. Así que solamente se abocaron a dejar las charolas sobre la mesa, a un lado del cofre con las botellas del antídoto. Se despidieron con otra inclinación y salieron del cuarto.
–Entonces… ¿Te gustaría que te sirviera un poco de caldo? – pregunto tímidamente Agasha.
–Por supuesto, muchas gracias– Piscis no pudo evitar un sutil sonrojo ante su amabilidad.
El hecho de que la florista se quedara a cenar con ellos, le tenía emocionado de una manera que no comprendía. La vio lavar sus manos y después servir la sopa en un tazón, para posteriormente colocarlo en una bandeja más pequeña, junto con un poco de agua en un vaso y una cuchara. Caminó hasta la cama y se la entregó para que él la acomodase sobre sus piernas como mejor le pareciera.
–Esto huele muy bien– dijo el sanador, sirviéndose un poco del otro guiso. – ¿Tú también vas a cenar Agasha? –
–Sí, pero creo que dejaremos solo al señor Shion. –
–No te preocupes por él– intervino Albafica, comenzando a degustar el alimento. –Lo comprenderá, además de que seguramente está revisando los pendientes del Santuario. –
La joven se sirvió un poco del mismo consomé y tomó asiento en la silla junto a la cama. Pefko se quedó en la mesa, en un banquillo extra que había por ahí.
Empezaron a comer y por algunos minutos se mantuvo el silencio, pero éste no era incómodo, simplemente aprovechaban para saciar su hambre y sed. Aunque la verdad, Agasha no estaba segura de cómo iniciar la conversación con el santo de Piscis. Había tantas cosas que decir, tanto que aclarar y al mismo tiempo, su mente se quedaba en blanco por breves instantes cuando las palabras de la diosa de la agricultura revoloteaban de nuevo por su cabeza.
No tenía un plan de acción y el tiempo estaba corriendo.
El día de mañana sería miércoles 10, así que debía pensar en algo. Independientemente de todas las emociones recién despertadas por el doceavo guardián, ella tenía que mantener la cabeza fría. La petición de la diosa no tenía por qué ser tan complicada, solamente era necesario encontrar el momento adecuado y el valor para llevarla a cabo. Tal vez la promesa que Albafica le hizo tiempo atrás, podría serle de utilidad ahora.
De pronto, Pefko fue el que dio pie a la conversación.
–Señor Albafica, tiene que probar éste guiso de carne, está delicioso– dijo, mientras masticaba. –Además, recomiendo que también consuma un poco de verduras, todo junto le ayudará para que la siguiente dosis no sea tan pesada. –
–De acuerdo, lo probaré– dijo el santo, terminándose el consomé.
Agasha se puso de pie, sirvió en otro tazón algo de carne y un poco de la ensalada, para después entregárselo a Albafica.
–Gracias– sonrió él.
–¿Quieres más agua? – preguntó ella, tratando de no ser tan evidente con el sonrojo que esa sonrisa le provocaba.
El santo asintió con la cabeza, mientras mordía un pedazo de carne ansiosamente. En verdad parecía tener hambre, después de todo, llevaba más de medio día sin comer. Ella le acercó de nuevo el vaso lleno y continúo comiendo.
–Puedo… ¿Puedo decirte algo? – Agasha hizo la interrogante, pero sus ojos miraron en otra dirección.
Albafica prestó atención.
–Sí. –
–Es la primera vez que te veo sonreír tanto en tan poco tiempo– regresó su atención a él. –En verdad… es muy agradable– tomó un sorbo de su caldo para disimular su nervosismo.
El guerrero zodiacal se quedó en blanco al escucharla, dejando incluso de masticar. Por un instante, el pecho se le contrajo y una sensación cálida se hizo notar en su interior creciendo vertiginosamente.
Era verdad.
En el pasado, como caballero dorado, él tuvo cierta fama de frialdad y poco interés en convivir con los demás. Si bien su gesto sereno e indiferente, no se comparaba al que portó El Cid, tampoco estuvo muy lejos de ello. Albafica siempre fue visto como el ermitaño entre sus homólogos, porque ni siquiera Acuario o Capricornio se aislaban tanto como él.
Entonces, la sonrisa, ese gesto tan natural en nuestra especie… ¿Había sido todo un misterio en su rostro?, ¿Al grado de que no fue capaz de expresársela a una chiquilla ni a todos los demás?
No, eso no era del todo verdad. El representante del pez dorado sí sonreía, no obstante, lo hacía de una manera tan gélida, que eso no se podía considerar un gesto amable. Además de que ese tipo de expresiones faciales estaban dirigidas únicamente a sus enemigos o a personas que le molestaban.
¿Por qué nunca le dio una sonrisa suave a ella, siendo que la florista siempre fue tan amable con él?
Por miedo y pesar.
No recordaba cómo hacer una mueca cálida y afectiva para otro ser humano. Lo olvidó por completo desde que su padre Lugonis murió en sus brazos, desde que la cierva lo miró con tristeza y dolor. Aunado a esto, también estaba el temor de no saber cómo manejar el sentimiento que Agasha hizo nacer en su corazón hace seis años.
Ahora, en el presente, el guardián de Piscis apenas estaba dándose cuenta de que podía sonreír de otras maneras y que lo hacía de manera tan natural, que no sé percató de ello hasta que se lo dijeron directamente. Claro que su cara expresaba agrado por Shion y cariño fraterno por Pefko. Pero cuando ella le dijo que era la primera vez que le sonreía, eso fue como recibir un extraño golpe emocional.
–Yo… yo lamento haber sido tan frío contigo– agachó el rostro, permitiendo que su fleco le cubriera buena parte del rostro.
Se sentía culpable, la florista siempre fue cálida con él, respetuosa y cordial. Pero hace seis años, Piscis no pudo darse el lujo de exponer sus sentimientos, no con la guerra santa encima, no con el temor de dañarla a ella o a los demás debido a su maldición.
–No hay nada de que disculparse, comprendo que no podías hacerlo– respondió la joven.
Él alzó lentamente la cara y los ojos de ambos se encontraron de nuevo.
–Trataré de… sonreír un poco más– se quedó observándola embelesado, sus iris verdes eran muy bellos.
Ese momento se prolongó por un par de segundos, en los cuales nadie dijo nada. Quizás no pronunciaban palabra alguna, pero la contemplación que hacían uno del otro, decía muchas cosas en silencio. Y de pronto, el nerviosismo y la sensación de mariposas en el estómago se hizo presente en los dos, coloreando de nuevo sus mejillas.
–Ustedes forman una bonita pareja– habló repentinamente el adolescente. –Se ven muy bien juntos. –
La intervención de Pefko disipó el velo se tensión que comenzaba a formarse. El chiquillo tenía una sonrisa enorme en el rostro, se sentía alegre de verlos interactuar tan rápido.
Agasha soltó el aire que había retenido sin darse cuenta y siguió sorbiendo su sopa. Albafica dirigió la vista hacia el curandero mientras pasaba el bocado y luego bebía un poco de agua.
–Pefko, aún eres muy joven, ¿Cómo puedes opinar eso? – preguntó el santo, sin dejar de comer.
–Es la verdad– dijo, mientras tomaba algunas frutas y se acercaba a la cama. –En la isla de los curanderos es normal ver parejas como ustedes, e incluso más jóvenes– colocó todo sobre la charola. –La diosa Deméter opina lo mismo. –
De pronto, Agasha se atragantó sin querer y Albafica rodó los ojos inquietamente. El chiquillo de nuevo estaba haciendo sus comentarios inocentes, los cuáles provocaban la incomodidad de los adultos, dado que ambos eran conscientes de lo que realmente había querido decir la deidad.
–Creo que… ya debo tomar la siguiente dosis del antídoto– resopló Piscis. –Por favor, Pefko, acércame la redoma y una cuchara. –
–¡De inmediato! –
Como si nada, el curandero fue por lo solicitado, se lo entregó al santo y luego se encaminó a la ventana para ver si podía localizar el obelisco con el reloj, era necesario anotar la hora de consumo en su cuaderno de trabajo.
El doceavo guardián vertió la sustancia verde en la cuchara y la observó por un segundo. Había sido demasiado intensa la reacción de su organismo la primera vez que la tomó, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarse intimidar por los efectos, no ahora que Agasha permanecía aquí. Con determinación, sorbió todo el contraveneno, permitiendo que su sabor dulce lo distrajera brevemente.
Por su lado, la florista recuperó el temple y se puso de pie para ir a servirse un poco de carne. No tenía caso darles tanta importancia a las reacciones apenadas, el adolescente era inocente y ellos tenían la responsabilidad de mantenerse tranquilos y no ser tan obvios. Pero definitivamente, necesitaba hablar a solas con el caballero de Piscis y en éste momento, ya tenía una idea de cómo podría lograrlo.
Se mantuvo cerca de la mesa y esperó a que terminara de tomar la infusión.
–Albafica. –
Él la miró atentamente, mientras dejaba la cuchara y la redoma en la bandeja.
–La fiesta de Rodorio apenas ha comenzado– cortó un pedacito de carne y se lo llevó a la boca, logrando con esto no tropezarse con las palabras, dado que se sentía nerviosa por ser ella quien lo invitase. –Te gustaría… –
–Claro que si– confirmó Piscis sin dejarla terminar. –Recuerdo perfectamente mi promesa… te di mi palabra de acompañarte la próxima vez– hizo una pausa y sus ojos se movieron inquietos, recordando su falla en el pasado. –Lamento no haber podido cumplirla anteriormente… –
Ella dejó el tazón en la mesa y se aproximó despacio a la cama.
–No fue tu culpa– tomó asiento en la silla y con cautela, acercó su mano a la de él. –Tú nos salvaste aquella vez y no tienes por qué lamentar nada… mírate ahora, tienes una nueva oportunidad, así que olvida el pasado y mira hacia el futuro– le sonrió con ternura.
Albafica sufrió un estremecimiento por todo el cuerpo. El calor de su toque era tan especial, que de nuevo desestabilizaba sus emociones. Se quedó inmóvil, valorando sus palabras y haciendo un tremendo esfuerzo por no rechazar mecánicamente su caricia. Ese maldito recelo que tanto daño le hizo en el pasado, todavía se retorcía en su pecho. Sin embargo, no estaba dispuesto a permitir que lo dominara otra vez.
Se enfocó en su rostro, en su expresión tierna y en lo que trataba de decirle. Asintió despacio e imitó el gesto con sus labios.
–S-sí… lo haré. –
En ese momento, Pefko se acercó de nuevo, mirándolos con duda.
–Registré la dosis a las 8 de la noche, así que será necesario observar los efectos en las próximas horas– se llevó las manos a la cintura en un gesto de reproche. –Señor Albafica, no puede salir mañana, no sabemos que pueda suceder, ¿Y si nuevamente se desmaya? –
Agasha hizo un gesto de preocupación mientras alejaba su mano. El guardián del pez dorado se sintió incómodo al perder su toque, pero intentó disimularlo. Comprendía perfectamente la preocupación del joven sanador, pero no estaba dispuesto a incumplir su promesa otra vez. Inhaló un poco de aire y lo liberó despacio, pensando en sus siguientes palabras.
–No habrá problema, Pefko– tomó la redoma con el antídoto y se la entregó de regreso. –Le di mi palabra a Agasha y la cumpliré, así que te prometo tener cuidado y no sobre exigirme, si llegase a sentirme mal, regresaremos de inmediato– le dirigió una mirada tranquila al chiquillo.
La florista no disimuló su inquietud, no había pensado que los efectos del contraveneno podrían repetirse.
–¿Estás seguro?, quizás Pefko tenga razón y… –
–Tengo la sensación de que todo irá mejor de ahora en adelante– Piscis le sonrió de nuevo. –Además, quiero que me muestres los espectáculos que no pude disfrutar hace seis años, en verdad deseo acompañarte. –
Ella se sonrojó sutilmente y asintió sin decir nada más.
–Está bien, está bien– resopló el chiquillo, guardando la botella en el cofre. –Pero tengo que avisarle al patriarca Shion, no creo que sea buena idea que vayan solos, alguien más debería acompañarlos. –
Hermanito travieso haciendo de las suyas.
Albafica no pudo evitar reírse internamente al pensar en eso. El adolescente no lo hacía a propósito, su preocupación era genuina y obviamente, Shion debía dar su visto bueno. Pero, teniendo en cuenta lo buen amigo que era el borrego, seguramente no se opondría a que él y Agasha bajaran al pueblo… con chaperón incluido tal vez.
Estaba a punto de decir algo, cuando se escuchó la puerta siendo abierta. El lemuriano hizo acto de presencia, como si lo hubiesen llamado con el pensamiento.
–Es bueno ver que has despertado– sonrió, acercándose a la cama.
–Estoy mejor, gracias. –
–¿Ya cenaron? – preguntó, mirando también a la florista y al curandero, ellos asintieron al mismo tiempo. –Me alegra saberlo y que bueno que el antídoto no te afectó demasiado, ¿Ya tomaste la siguiente dosis? –
Piscis confirmó.
–Sí, y me siento bien, las infusiones de Pefko y las atenciones de Agasha me han ayudado bastante– miró al patriarca detenidamente. –Y ahora te informo que mañana, ella y yo, bajaremos a Rodorio, tengo una promesa que cumplir. –
Shion no pudo disimular la enorme sonrisa que se dibujó en su rostro. Ver a su compañero de armas emanando esa nueva aura de seguridad, en verdad que lo sorprendía bastante y más al escucharlo hablar con gran convicción. Era imposible no darse cuenta, ese notable cambio se debía a la bella florista.
–Una promesa, ya veo– estrechó levemente la mirada sobre Albafica sin dejar de sonreír. –Me parece muy buena idea– para el lemuriano no podía haber mejor oportunidad, de esa manera ellos podrían convivir más pronto y, por lo tanto, iniciar su relación sentimental. –¿Es cierto Agasha? – dirigió su atención a ella.
–Sí, es verdad, hace seis años él me prometió acompañarme a la celebración. –
–Bien, no creo que haya problema– entonces volteó hacia el sanador. –¿Crees que exista algún inconveniente, Pefko? –
El chiquillo se rascó la cabeza, él seguía preocupado por los efectos del antídoto.
–Pues, si de aquí a mañana, no presenta molestias serias y soporta la siguiente dosis en el desayuno, creo que no habrá de que preocuparse– cruzó los brazos, haciendo un ademán de meditación. –Quizás debería ir con ellos, puedo llevar mis plantas medicinales por si las dudas. –
Shion asintió.
–Está bien, entonces que así sea, después de desayunar pueden bajar a la festividad y divertirse todo el día si gustan– le dirigió una mirada cómplice a Piscis, mientras le guiñaba un ojo disimuladamente.
Albafica alzó una ceja no muy convencido, seguramente el patriarca andaba tramando algo. No es que no quisiera que Pefko los acompañara, pero evidentemente, también deseaba tener un momento a solas con Agasha, para poder platicar con ella de asuntos importantes, relacionados a su pacto con Deméter. Pero bueno, ya buscaría el momento adecuado.
–Me retiro entonces, voy a cenar y después a dormir– dijo en general. –Buenas noches y que descansen. –
Tan pronto Shion salió de la habitación, una enfermera vino a recoger los trastos y las bandejas. Dado que todos ya habían terminado de cenar, solamente pidieron que les dejaran un tazón con frutas.
–Creo que ya me dio sueño– bostezó Pefko, terminando de escribir una que otra cosa más en su compendio de hojas. –¿Te quedarás un poco más, Agasha? –
–Sí, sólo un momento más– respondió, mientras degustaba una manzana. –¿Deseas otra fruta, Albafica? –
–No, gracias, con lo que he comido es suficiente. –
El sanador se acercó por el otro lado de la cama para despedirse.
–Señor Albafica, me voy a dormir, si necesita algo avíseme con alguna de las enfermeras, sea lo que sea, recuerde que no debemos subestimar ningún síntoma– explicó, para luego bostezar de nuevo y frotarse los ojos.
El caballero de Piscis le sonrió y alborotó su cabello cenizo una vez más. Hacer eso no sólo significaba una demostración de afecto hacia el joven curandero, sino que también, representaba un contacto anhelado por Albafica, algo que le confirmaba que su nueva vida ahora sí sería feliz.
–Descansa Pefko, gracias por todo. –
El chiquillo también se despidió de la florista y posteriormente se marchó rumbo a su habitación asignada. Albafica y Agasha se quedaron solos, él recargado todavía contra las almohadas y ella sentada en la silla cercana.
El silencio se hizo presente y antes de darse cuenta, ya estaban mirándose a los ojos una vez más. Para cada uno, éste podría ser el momento adecuado para hablar de lo que les inquietaba, no obstante, ambos prefirieron esperar, no deseando romper esta atmosfera tan tranquila que se formó en torno a ellos.
–¿Cómo te sientes? – finalmente la florista interrumpió el mutismo.
–Mucho mejor… más tranquilo al tenerte aquí– la voz de Albafica bajó un poco de tono, los nervios lo traicionaban todavía.
–Yo… – ella titubeó por un instante. –Yo jamás dejé de pensar en ti, a pesar de los años… – liberó un pequeño suspiro, tratando de controlar sus emociones. –Siempre que veía la rosa escarlata, recordaba ese día en la fiesta de Rodorio, la última vez que pudimos hablar antes de que… – sus ojos se humedecieron sin querer y su expresión reflejó dolor repentinamente.
Él percibió una terrible sensación en su pecho al verla tan triste. No era difícil imaginar que su muerte no sólo había afectado a la orden dorada y a la diosa Athena, sino que también otros más resintieron su partida de sobremanera. Agasha era una de esas personas y le dolía en el alma imaginarla visitando su tumba en aquellos años, derramando lágrimas por él.
–Lo siento– habló Piscis, aproximando su mano para enjugar un par de lágrimas escurridizas. –Lamento mucho no haber podido permanecer a tu lado… –
La florista sonrió despacio, tomando un poco de aire para serenarse.
–¿Esta vez te quedarás? –
–Sí Agasha– asintió, deslizando suavemente sus dedos por la mejilla femenina sin darse cuenta siquiera de que, lo estaba haciendo sin temor. –Te juró por mi nueva vida que jamás me iré de tu lado otra vez. –
Ninguno de los dos se percataba de que, lo que decían, provenía desde el fondo de sus corazones, los cuáles hablaban sin razonar demasiado en el hecho de que no había pasado ni siquiera un día desde que se reencontraron nuevamente. Quizás era precipitado decir esas palabras, tal vez deberían tratarse un poco más, pero en éste momento, esa breve conexión que tenían, era muy real y sincera.
La joven sonrió otra vez, sintiéndose más tranquila. Él imitó su gesto, correspondiendo a los mismos sentimientos.
–Que descanses, Albafica– acercó sus dedos e hizo una caricia igual sobre la mejilla del santo. –Mañana será un gran día. –
El guardián del pez dorado experimentó de nuevo ese grato cosquilleo en su nuca, haciéndolo cerrar brevemente los ojos, sumándose a la agradable sensación de tocar la suave piel de ella. Era un contacto sencillo, discreto para muchos, pero increíblemente valioso para él.
–Descansa también, Agasha– alejó su mano pausadamente, abriendo de nuevo los párpados.
El mimo de ella se mantuvo por un par de segundos más y después finalizó. Se puso de pie y caminó rumbo a la puerta. Antes de salir, le dirigió una última mirada, que reflejaba cierta alegría.
Albafica suspiró, sintiéndose igual que la florista.
Deméter no le había mentido, su nueva vida iba cada vez mejor.
Continuará...
Espero que esto no sea excesivamente meloso, no tengo práctica en el genero, perdón XP :D Aunque de por sí, mi intención es que todo sea ternura con ellos, se lo merecen, son tan lindos :D:D
Por favor, déjenme saber su opinión, me alegran el día :3
Hasta luego :D
14/feb/2021
