DGM no me pertenece.

Lollipop

Allen estaba más tranquilo ahora que todo había vuelto a la normalidad. Sus recuerdos habían vuelto a él y Road también. Su relación era casi igual que en el pasado, pero por ese casi era que no podía quitarle la vista de encima.

Ella siempre había tomado la iniciativa en su relación, pero ahora no era así y no tenía ni idea de porqué. Por lo que, por ese motivo se sentía cómo si le faltara algo.

La miraba fijamente. Ella estaba sentada en su cama, lamiendo una paleta de fresa y leyendo un libro prestado por Lavi. Ver como pasaba su lengua lentamente en el dulce no le ayudaba en nada a lo que ahora quería, pero no se atrevía a pedir.

Espero tranquilamente lo mejor que pudo a que terminara de comer su paleta y dejara el libro a un lado al terminarlo de leer. Vio cómo se estiraba en la cama y se recostaba en ella.

—Lavi sabe de buenos libros. Mañana le pediré que me preste otro—al no escuchar respuesta, dirigió su vista hacia Allen, percatándose de su extraña mirada—¿qué pasa, Allen?

—¿No has estado actuando un poco extraño, Road?

—¿Yo? No, para nada. ¿Por qué lo dices?

Allen no estaba seguro si debía explicárselo o mejor actuar por su cuenta, pero mejor optó por la segunda opción. Se puso de pie y se dirigió a la cama donde estaba Road. Subió en ella, sentándose frente a la chica, quien también se sentó al verlo llegar.

—Al demonio—gruñó Allen y se lanzó contra ella, haciendo que cayera de espaldas en la cama. La boca de Road se sintió invadida por sorpresa, pero realmente extrañaba ese sabor y esa pasión que Allen le mostraba en ciertas ocasiones. Road respondió al beso con euforia. Era raro que Allen diera el primer paso y no lo desaprovecharía. Se adaptó de inmediato al ritmo de su lengua y sus manos entraron en acción.

Allen también extrañaba demasiado esa sensación, era consciente de eso ahora más que nunca. Necesitaba del cuerpo de Road y lo necesitaba ya. Amaba el sabor dulce de su boca y la suavidad de su piel. Amaba lo atrevida y lo tímida que era a la vez. Rio un poco al sentir como le desabrochaba la camisa y el pantalón. Al parecer ella también lo deseaba.

Él no quiso quedarse atrás y le abrió la blusa y bajó un poco su falda. Se separaron un poco solo para quitarse las prendas de vestir que ya estaban a medio quitar.

Road quería castigar a Allen un poco por dejarla sola por tanto tiempo, por ello no había iniciado nada con él. Quería que él lo hiciera cuando ya no lo soportara y al parecer había funcionado perfectamente.

Volvieron a besarse mientras disfrutaba del contacto piel con piel. Ambos amaban recorrer cada centímetro de la piel de su compañero, sentir su calor y como reaccionaba ante sus caricias. A pesar de haberse extrañado tanto no tenían prisas, explorarían, disfrutarían y volverían a conocerse como si fuera la primera vez. No decían nada, sus miradas y sus acciones decían más que mil palabras.

Allen la besó con fervor antes de entrar en ella. Road puso sus piernas alrededor de su cintura para atraerlo más. Ella quería mucho más, quería sentir por completo a su Allen y él no se negaría, bien sabía que ella era caprichosa y siempre obtenía lo que ella quería. Además, no podía negar que, aunque Road no se lo hubiera pedido, él lo haría y es por eso por lo que se hallaban en esa situación después de tantos años.

El vaivén de caderas, los gemidos y suspiros, el sudor en su cuerpo, las sensaciones que se daban y el amor que se entregaban era lo único importante para ellos en ese momento.

No sabían cuánto tiempo llevaban unidos, solo sabían que de esa forma se sentían plenos y completos. Después de tal muestra de afecto, sentían sus oídos zumbar por el orgasmo venidero. El calor se concentró en un solo punto de su cuerpo y con una embestida final, Allen terminó dentro de ella, haciendo que Road terminara también.

Agitados y sudorosos se miraron con ojos turbios. Una mirada que decía lo satisfechos que se encontraban.

Allen se dejó caer a su lado, abrazándola.

—Ya no lo soportabas. ¿verdad? —le preguntó Road, devolviéndole el abrazo.

—Eres cruel, lo hacías a propósito.

—Solo era un pequeño castigo por dejarme tanto tiempo.

Allen suspiró resignado.

—Lo siento, pero por favor no lo hagas de nuevo.

—¿Qué cosa? —preguntó haciéndose la ingenua—¿dejarte desear esto hasta que no puedas más?

—Sí, eso.

—Lo haré las veces que quiera, Allen.

—Entonces, atente a las consecuencias.

—¿Cuáles?

—Que no te voy a dejar en paz.

Y dicho esto, se puso sobre ella para hacerlo una vez más.

—Eres muy travieso, Allen.

—Mira quien habla, Road.

Allen sabía perfectamente que clase de juego quería Road y por supuesto, se lo daría.