Disclaimer Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K.Rowling.

Advertencias Slash.

Nota: Línea original.

Ven "madre"... toma tu herencia...

Tu familia... Tu felicidad...

... Tu oportunidad.

Treinta y seis: Holocausto

Los pasos acelerados y violentos que se escucharon a lo largo del mugroso pasillo llamaron su atención.

Draco levantó la mirada para ver a Sirius Black y apretó los labios notando que Lupin caminaba detrás de él.

Consideraba que no debería estar ahí, pero no comentó nada. No deseaba discutir por ello en ese momento ya que no había tiempo para hacerlo. Así que los vio detenerse frente a la derruida puerta intercambiando un murmullo al que no prestó atención. Sirius dejó ver un gesto de incertidumbre a su amigo y penetró la habitación.

El rubio cruzó los brazos y miró a Remus de manera evaluadora. Conocía perfectamente la historia de esos tres y había llegado a un nivel de comprensión con respecto a la situación emocional pese a que no lo justificaba. No cuando uno de ellos estaba por ceder para que otro tomara su lugar.

Culpaba a Black por la actual situación; por el sacrificio que estaba por arrebatarle a su madrina, pero no era él quien debía reclamar y a Draco le había quedado claro que su madrina no lo haría.

.- Imagino que debes sentirte satisfecho – dijo Draco viendo a Lupin -, estás por perder un rival digno.

Remus levantó la mirada para posarla en el rubio.

.- Creo que no comprendo.

.- No tienes que disimular conmigo – el rubio sonrió – Ella me lo contó... Sé lo que pasará en esa habitación.

El hombre apretó los labios con suavidad y posó sus ojos en esa puerta donde se desarrollaba una escena de la que fue excluido.

.- Al final ella logró encontrarse – murmuró – No debió arriesgarse de esa manera, Sirius la necesita.

.- Mi madrina hizo lo necesario – agregó el rubio – Su consorte será feliz... Usted será feliz...

.- Ella no tiene derecho a hacer eso...

.- Mi madrina no necesitó, ni necesitará de su permiso – apuntó Draco con arrogancia y enderezó su cuerpo para acercarse. Extendió una mano y tomó una, de Remus, para depositar una escama – En todo caso, debería estar agradecido. Ella comprendió que sería una de las vencidas, y se aseguró de volverlos a unir, ya que su estúpido amigo no fue capaz de hacerlo por sí solo.

Remus no tuvo palabras para responder a eso.

Miró a Draco marcharse y por un momento comprendió su molestia. Al bajar la mirada se encontró con esa preciosa escama impregnada de energía, la energía de ella. Una imagen llegó a su mente y cerró los ojos para verla con más nitidez.

Un acantilado y una cueva...

... un... nido...

.o.o.o.o.o.o.o.o

.- ¿Por qué tenías que dejarme? - musitó Sirius en cuanto se acomodó a la orilla de la cama, tomando una mano de la mujer. Qué fría se sentía. - ¿Por qué tenías que arriesgarte así?

Oh Sirius.

Qué preciosa resultaba su mirada, aún preocupado.

Cuánto lo amaba.

.- Cuando pienso en tu felicidad pierdo la poca cordura que poseo - dijo ella con una gentil sonrisa que intentaba amortiguar esa preocupación.

.- Tonta... No me gusta verte lastimada.

.- Lo siento - susurró la mujer.

No quedaba mucho tiempo para eso y Deborah lo sabía. Levantó una mano para acariciar el rostro masculino y odió notar dolor en los ojos azules.

.- ¿Aún quieres casarte conmigo?

Sirius parpadeó desconcertado y frotó su mejilla contra la mano fría.

.- No tienes que preguntar eso. Te amo, Debbie.

Ella hizo un ademán afirmativo.

.- Cásate conmigo, Sirius... Aquí... Ahora... Unamos nuestras vidas como siempre soñaste... Como ambos soñamos.

.- Eres tan... injusta... – sollozó Sirius apretando las manos femeninas.

.- Lo sé... De verdad, lo siento.

La verdad es que no era lo que Sirius habría imaginado.

Jamás habría imaginado ver correr a Remus por el cura... Ni tener que soportar esa mirada acusadora de Malfoy... Ni la tranquila expresión de Harry (aun en esa situación).

La verdad es que se había imaginado tomar a su novia de la mano para caminar juntos hacia el altar con montones de invitados. Al llegar ante el sacerdote miraría en dirección del cielo (donde debería estar su amigo) y recibiría la bendición por casarse con su hermana mayor.

Entonces podría ver a su padrino, a Remus, con esa sonrisa amable... aprobando su felicidad.

No así.

No con ella postrada en una cama mugrosa con la túnica llena de tierra y sangre que el medimago no había tenido tiempo de retirar. No con ella con esa piel pálida y mortal, jadeando discretamente para no preocuparlo más.

Pero la verdad es que si estaba preocupado.

Y el momento en que ella susurró los votos deseó hacerla callar para no obligarla a gastar preciosa energía.

Pero no pudo.

Solo repitió su promesa de amor sin poder despegar la vista de esos ojos dorados hasta que las lágrimas le nublaron la visión y tuvo que esforzarse por no permitirles manar por las mejillas.

Finalmente la ceremonia terminó.

Bastante rápido, bastante precipitado.

Demasiado simple.

Y sin embargo lo sintió suficiente ya que ella demostró bastante felicidad para contagiarlo también.

Fue ella quien levantó los brazos para atraparlo del cuello y obligarlo a inclinarse.

Fue ella quien besó sus labios con una ternura que le cautivó de sobremanera. Y quien enterró los dedos en el espeso cabello negro emanando ese delicioso aroma salado.

... fue...

... ella quien perdió fuerza...

... ella lo soltó. Y sus labios dejaron de hacer presión...

... ella... murió ahí, en sus brazos... tras su boda... con una sonrisa que arrancó un gemido en Sirius y le hizo apoyar la cabeza en su pecho silencioso para llorar.

Lloró sobre el cuerpo de ella, ignorando todo lo que estaba en la habitación.

Ni el tacto de Remus pudo consolarlo y solo lloró.

Ella lo dejó.

Ella... que cumplía con sus promesas... no pudo cumplir con esa¿no?.

Oh... pero ella jamás lo prometió... Ella jamás dijo que envejecerían juntos...

¡Pero dijo que lo haría feliz!

¿Cómo?

.- Eres injusta... – repitió Sirius... – Lo eres...

Tonta.

Siempre había hecho lo que quiso y ahora no fue la excepción. Pero Sirius aun no lo comprendía.

Solo entendió que ella había muerto por salvar a Remus y le había hecho prometer que lo recuperaría.

Ella, su segundo amor, preparó el camino para que Sirius recuperara a aquel que amó primero.

Ella sabía que no tendría un futuro a su lado.

Así que se encargó de hacerle un futuro a él.

La odió por eso.

.o.o.o.o.o.o.o.o.

Harry se detuvo viendo a través del balcón.

En el patio estaba su gente. Sus guerreros.

Vaya. Que raro era ver que habían regresado casi completos.

Generalmente no era así...

Generalmente las perdidas eran mayores.

Sin embargo los guerreros que quedaron en el camino pesaron a la mayoría.

Hermione y su tía.

Su amiga y su único pariente con vida.

Harry frunció el ceño.

Jamás lo había pensado de esa manera.

Ahora él era el único Potter que quedaba.

Nadie más.

Ni una sorpresa más.

Solo él.

Ella, la única resistencia a Lord Voldemort, había muerto.

Ahora solo quedaba él.

Huérfano otra vez.

Harry se obligó a sentarse al ser conciente de un molesto temblor.

No era por ella¿verdad?

¡Ella le había arrebatado lo que más quería!

No era por...

... ¿lo era?...

¿Temblaba por que había perdido a su único pariente sin poder disculparse?

No le dijo lo que sentía porque estaba seguro de odiarla...

¡Maldición!

¡Aun lo estaba!

... pero...

... no podía dejar de temblar...

Al final resultó que ella sacrificó todo por... amor.

Que irónico.

Harry pensaba hacer exactamente lo mismo.

Y al final de cuentas había resultado que no fueron tan distintos después de todo.

Que... estúpido.

Morir por amor. Asegurarse que sería feliz... Amarlo aun tras la muerte.

Que Ridículo.

Oh... pero pensaba hacer exactamente lo mismo.

Pero por el momento no había que forzar nada.

El primer ataque a Lord Voldemort estaba hecho.

Ahora estaría seguro que no tendría las cosas tan sencillas.

Claro que no.

.o.o.o.o.o.o.o.o.o

Remus se detuvo mirando el escabroso sitio.

Sabía que se trataba del que había visto. Además una serie de voces le había guiado, voces acompañadas de una energía oscura y atrayente que sólo su criatura podía percibir. Una energía erótica con un delicioso aroma salado que lo detuvo justo ahí, en esa cueva, justo a la orilla del mar donde se extendía un imperioso acantilado con filosas rocas.

Hermoso y letal. Tal como ella.

Remus se olvidó de esa reflexión y avanzó con cuidadosos pasos hacia la entrada.

"Ella te eligió a ti"

Voces cuyo eco se mezclaba con el contexto, todo creando un seductor ambiente que erizaba su piel hasta llegar a tocar sus entrañas de una forma que no había llegado a conocer.

"Bienvenido, madre,... ven por tus cachorros..."

.- Espíritus - decidió Remus al penetrar el lugar y se encontró con el precioso claro iluminado gracias a un orificio en el techo. Luz que caía directamente en un gracioso islote en donde estaba el nido que él había percibido en esa visión.

El calor que hacía en el interior resultaba sofocante, incluso para él. Y solo un descubrimiento le hizo permanecer en el interior.

"... Son tus cachorros, madre... Ella los engendró para ti..."

Un par de huevos descansaba al centro del nido.

Bastante grandes para ser los de un animal normal. Bastante pequeños también.

Y, aunque Remus sabía que podían ser de cualquier criatura, estaba seguro de que se trataba de los bebés de Debbie.

Los bebes de Deborah y Sirius.

"Abraza a tus cachorros, madre"

¿Sus cachorros?

¿'Madre'?

Remus se obligó a ignorar las voces que confundían sus admirables sentidos y avanzó hasta ver figuras espectrales alzarse en las aguas.

Demasiados espíritus.

.- Muertos... – reconoció y frunció el ceño.

Era de esperase de ella, quien jugaba con magia oscura, pero no al tratarse de sus propios hijos.

Aun así los vio revolverse de extraño gozo antes de aglomerarse frente a él, justo sobre el agua... formando un... ¿puente?

"Ve por tus cachorros, madre... Tu les darás amor"

¿Él?

"Tu les darás una familia, madre... Ella lo ha decidido así"

¿Una familia?

Maldita. Mil veces maldita.

Sabía que todo eso pasaría y no hizo nada por detenerlo.

Por eso gestó de esa forma tan extraña.

Por eso corrió a salvarle la vida.

Por eso lo provocó para que deseara su muerte.

Deborah no quería que Remus se sintiera culpable al tomar a su consorte y... casi lo logra.

.- Tonta...

Manipuladora hasta el final.

Jamás pudo cambiar.

Tonta.

Remus caminó por encima del puente provisional y tomó uno de los huevos entre sus brazos.

Que tibio.

Ahí dentro se estaba desarrollando una vida.

Que bello.

Los hijos que Remus jamás podría darle a Sirius... Lo que le faltaba.

Ella se lo había dejado todo.

Maldita manipuladora.

¿Y qué le explicaría a los gemelos?

"No expliques nada, solo ámalos"

¿Bastaría?

Remus sacudió la cabeza y protegió el huevo entre su túnica antes de tomar el otro y hacer lo mismo.

Los llevaría a casa.

Así lo había querido ella.

Notas de la autora:

Un agradecimiento a quien esta leyendo esta sencilla línea. Como pueden notar el final cambia drásticamente. En lo personal me agrada más... al menos fue mi idea principal, antes de dejarme seducir por mi escritora.

Akiko Koori