Disclaimer: Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K.Rowling.
Advertencias: Slash.
Nota: Línea original.
Mi guerra por ti.
Mi vida por ti.
Así debe ser.
No hay otro camino.
Solamente así.
Treinta y nueve: La sangre del Lord.
La verdad es que Draco estuvo por menospreciar al Dark Lord.
No tenía la apariencia imponente que hubiese esperado ver, pese a que lucía sobrenatural, y la verdad no sabía la manera cómo debía reaccionar.
La persona que estaba frente a él parecía... frágil. Daba la impresión que en cualquier momento podría derrumbarse ante el primer soplo en su contra; incluso Draco pensó que por ello estaba en ese oscuro sitio, protegido de los elementos de la naturaleza o los sociales.
Había una guerra allá afuera provocada por ese hombre y no parecía estar conciente de ello.
Era... extraño.
Draco se mantuvo en un perspicaz silencio mientras veía a ese... hombre, parado, cerca de la puerta.
La idea de escapar le pasó por la mente, sin embargo se recordó que no era inteligente subestimar así al causante de tantas muertes.
Además... Su captura no había sido nada amable, pese a la fragilidad que comenzaba a exasperarle, justo en esos momentos.
-Ha llegado.
Draco frunció el ceño ante esas palabras y posó sus ojos en esa tosca figura que se puso de píe para caminar a la salida.
-Oh, lo olvidaba -murmuró Voldemort volviéndose de repente y lanzando un hechizo que relajó los sentidos de Draco.
-Ya que Potter viene por ti, debo prepararte.
o.o.o.o.o.o
La verdad es que Harry no había esperado un sitio así.
La construcción que se alzaba al frente lucía una añeja imponencia, cubierta por maleza. Dos torres sobresalían a la banda que rodeaba un perímetro bastante amplio, y la entrada parecía estar a punto de caerse.
Era descepcionante. Sin embargo resultaba idóneo para la última batalla.
Porque sería la última.
Harry pensaba terminar con todo eso de una vez.
Con eso en mente, avanzó unos pasos y tocó la verja oxidada para empujar y abrirla lo suficiente para entrar.
Un sendero rodeado de maleza lo llevó hasta la entrada de madera podrida y enarcó una ceja al ver que la puerta lucía semiabierta.
Vaya; el anfitrión lo tenía todo listo.
La idea de que todo eso podría ser una trampa de la que no podría librarse tan fácilmente le comenzó a invadir con mayor fuerza. Después de todo, estaba por enfrentar al mago oscuro más temido de esos tiempos. Justo aquella persona que atacó Hogwarts y demostró su poder de manera dolorosa.
Quien mató a sus padres.
Harry abrió los labios para dejar que poco de ese frío aire para dejar salir vaho a cambio.
¿Y si no ganaba?
¿Y si no lo... lograba?
Harry frunció el ceño.
No.
Tenía que lograrlo.
Ya no era por él. Ya no era sólo por una obligación que había adquirido de una forma accidental que ni siquiera recordaba.
Ya no era por venganza.
Era por...
Draco...
... su amor...
... el segundo...
El definitivo.
Harry se sintió más seguro. Llegar hasta ese punto le hizo caminar hacia el interior y verse abrumado por esa oscuridad.
El enorme recibidor que alcanzó a distinguir le recordó un poco a su antiguo colegio; sin embargo no pudo sumergirse en los recuerdos debido a la figura que le esperaba justo en el centro.
Miles de velas desgastadas se encendieron para iluminar con odiosa belleza.
Harry sonrió.
Tan predecible.
Lo que tenía ante él era Draco.
Oh, pero todo eso no podría ser tan simple.
Y Harry lo sabía.
La tranquilidad en los ojos de Draco sólo podía evidenciar su actual estado de sometimiento.
En realidad era de esperarse.
Así que no extrañó el momento en que Draco lanzó el primer hechizo ofensivo que obligó a Harry a moverse de una veloz manera para esquivarlo.
Veloz, ágil, admirable...
No por nada se trataba del último Malfoy.
Después de todo había logrado sobrevivir, aún cuando no adquirió extraordinarios dones como el resto de su familia.
Era de admirarse, sin embargo, Harry estaba por reprocharle no ser lo suficiente fuerte para evadir ese imperius por el que se movía con sorprendente agilidad.
Oh, pero Draco necesitaría más que eso para ponerlo en verdaderos aprietos; Harry sólo tuvo que inmovilizarlo tras un movimiento más que lo alejó de un nuevo golpe.
Antes de que Draco se golpeara contra el suelo, lo sostuvo para acomodarlo con delicadeza antes de escuchar las palmadas de su anfitrión.
Harry apretó los labios al verlo.
Aún con su apariencia sobrenatural, Lord voldemort, lucía tan frágil.
Qué absurdo. Lo recordaba más imponente.
-Así que es verdad -murmuró el ser con su tono silbante. -En verdad existe alguien por el que no dudarías en arriesgar todo.
-¿Arriesgar todo? -se burló Harry -No pienso arriesgar más de lo necesario.
-Sólo espero que arriesgues eso que necesito.
¿Arriesgar lo necesario?
La sensación de vértigo invadió a Harry antes de tener que rodar por el suelo y evitar ese haz de luz dirigido hacia él.
Se le borró la idea de resguardar al rubio cuando notó toda la atención en él y se vio golpeado contra una frágil pared que pareció crujir ante su sorpresivo peso.
Harry tuvo que admitir que no había sido un inicio muy admirable por su parte. Con las manos tomó las muñecas de Voldemort para arrancar esa fuerte presión en sus hombros. Librarse de esas tenazas con relativa facilidad le exasperó un poco, pero no se detuvo a reclamar por ello antes de lanzar el potente hechizo que lanzó el anciano cuerpo por los aires.
Impulsó su cuerpo para levantarse y corrió rumiando un hechizo más que la varita escupió hasta impactarlo sobre el hueco de la pared que Voldemort dejó libre al dar ese sorpresivo salto para evadirlo y acercarse con un golpe al pecho que arrastró a Harry por el suelo hasta golpearse con la pared opuesta y hacer rodar los lentes hasta escuchar un molesto crujido que provocó una maldición en el moreno.
Oh, si; las cosas no estaban desarrollándose a su favor. Y con una molesta y borrosa visión tuvo que hacerse a un lado y sentir esa perforación en el hombro que manchó la horrenda cara sobrenatural del anciano que lamió una gota de sangre que salpicó en su mejilla.
Demonios.
Harry tuvo que desprenderse de él de nuevo y jadeó estando en una posición alerta.
No podía perder.
¡No quería perder!
Un haz de luz rozó el lado izquierdo, en su cadera, rompiendo la tela de su abrigadora ropa quemando la piel y provocando esa rápida reacción que empujó el cuerpo de Voldemort a la distancia suficiente para que Harry retrocediera y colocara la varita al frente de manera ofensiva.
Para ser un viejo con horrenda y frágil apariencia, había resultado ser bastante hábil para lanzar esos poderosos golpes.
Golpes.
Ni siquiera le estaba atacando con magia. No totalmente. Parecía disfrutar al demostrar la fuerza física que contenía su patético cuerpo anciano. Y cada vez que realizaba un movimiento nuevo demostraba una ridícula ventaja a lo que Harry no podía sucumbir.
Sucumbir era darle la victoria. Era entregar toda la comunidad mágica a sus manos.
Sucumbir era morir. Y eso volvería inútil el sacrificio de su madre.
Sucumbir era saber que el mundo en el que viviría su amor era inseguro.
.- Es demasiado pronto para que te preocupes, Harry...
El moreno sintió un escalofrío al escuchar su nombre propio en labios del enemigo.
Le resultó una acción inapropiada e innecesaria, viniendo de Voldemort; especialmente por la carencia de desprecio que había sido utilizado.
Le pareció demasiado íntimo para tratarse precisamente de él.
Su nombre en labios del enemigo. Su... ¿vida?
El muchacho apretó los dientes y murmuró un poderoso hechizo antes de tensar su cuerpo para lanzarse en su contra.
Ver la manera en que Lord Voldemort esquivó ese hechizo le hizo maldecir antes de estirar el puño y alcanzar a golpear justo en la cara. El impacto arrastró el cuerpo anciano por el suelo, abriendo heridas al rasgar la tela de la elegante túnica.
La nueva situación alentó al joven para emitir un hechizo más que solo alcanzó a rozar un hombro debido al movimiento repentino que Voldemort realizó para saltar por encima de él y golpearle el rostro con un huesudo puño y le hizo aterrizar en el pulido suelo donde rodó para evadir un pisotón que lució bastante fuerte.
Asombroso.
Harry tuvo que admitir su admiración ante la nueva situación y se puso rápidamente de pie. Le pareció percibir una nueva emisión de poder por parte de su oponente y comprendió que comenzaba a tomarlo con más seriedad.
No supo si eso era bueno, ya que significaba mayor dificultad. Y Harry no estaba seguro de querer eso en el justo momento en que su borrosa vista le auxilió a moverse de forma evasiva; sin embargo no fue suficiente para escapar de esas delgadas manos que le atraparon los hombros y apretaron con una formidable fuerza que causó un horrible dolor al muchacho.
Lo sintió penetrar sobre la piel, pese a la tela que, aún, cubría su cuerpo.
El moreno jadeó ante la nueva situación y la visión se hizo fruncir el ceño.
No podía perder.
Desesperado apretó su varita y la empujó con todas sus fuerzas contra el cuerpo del anciano.
Afortunadamente funcionó y el horrendo ser se alejó, dando un escabroso alarido y se refugió contra la pared, tocando la herida.
A Harry no le pareció que la herida debiera provocar esa reacción. Sin embargo no le importó y transfiguró su varita en una filosa espada.
Si podía causar una herida dolorosa, podría terminar con él de una forma poco común; al menos para la comunidad mágica. Sin embargo el objetivo era el mismo: matarlo de una y otra forma, pero matarlo. No quería otra cosa.
Matarlo con una espada: ¿que importaba?... Nadie se lo reprocharía.
Harry dejó escapar el aire de su pecho y alcanzó a ver que Lord Voldemort se acercaba de nuevo, con esa escabrosa velocidad.
El muchacho tensó su cuerpo para recibirlo y colocó la espada al frente.
Le pareció extraño que no pareciera notar el sitio hacia donde se dirigía. Pero no le dio importancia debido a que notó el hechizo que el anciano comenzó a crear a medida que aumentaba la velocidad.
Harry decidió que todo terminaría en ese golpe. Imprimió toda la energía de su cuerpo hacia la espada y esperó los escasos instantes que Voldemort tardó en acercarse.
El choque resultó inevitable.
Un derroche de energía impactó en el interior del lugar, relumbrando con asombrosa intensidad hasta cegar a Harry antes de sentir el empujón en su cuerpo que lo golpeó contra la pared más cercana, con un peso sobre él.
Harry jadeó por el golpe y apretó los ojos debido al resplandor de luz.
Después todo fue calma.
Una macabra calma que se extendió en el sitio.
El silencio que apaciguó la tensa situación y permitió que el aire se escuchara filtrar entre huecos y grietas.
Harry suspiró. Sus manos extendidas se hicieron concientes de ese bulto y parpadeó para que su vista se acostumbrara de nueva cuenta a la oscuridad.
Un bulto suave y cálido que parecía... ¿respirar?
Harry arrugó los parpados. La falta de sus lentes resultó ridícula y tanteó el suelo en busca de algo útil. Sorprendentemente, localizó una varita. No la suya, de eso estaba seguro; aún así la apretó.
.- Accio lentes.
Maldición; se habían quebrado.
Harry se acomodó los lentes y bajó la mirada.
Palideció al instante.
Una mata de cabello rubio le dio la respuesta. Justo aquello que se encargó de llegar pese a que sus manos frotaron la espalda ancha y voltearon su cuerpo con sumo cuidado.
¿Por qué?
¿Cómo?
.- ¿Draco?
