Salón de entrenamiento.
Josh se mantenía a una distancia prudente de donde la señorita Aria y Taylor conversaban. Él tenía conocimiento de que sus mentores se conocían desde hacía varios años y tenían un vínculo muy fuerte, sin embargo, en el último mes antes de llegar al Santuario, ambos estuvieron actuando muy extraño. La tensión que cargaban era palpable, o al menos para él quien tenía sus neuronas aún funcionando. De Savanna y Silvanna no se esperaba nada inteligente, sin embargo, se abstenía de preguntarles; en ocasiones lo mejor era no forzar las cosas. Además, actualmente su mayor preocupación era el dorado que había estado cerca de la señorita Aria.
-Josh, ¿no tomaste tu descanso? - la voz de Aria lo sacó de sus pensamientos.
La peli azul le sonreía con amabilidad.
-¡Estoy bien! Podría seguir hasta desfallecer. - respondió Josh con determinación.
-Lo sé, pero no me sirve un bailarín que desfallezca antes de las grabaciones. - respondió la chica revolviendo los cabellos negros.
Josh bufó molesto, odiaba que la señorita Aria lo tratara como un niño. Él si era mayor, no como las clonadas.
-Oigan, ¿dónde están Savanna y Silvanna? - intervino Taylor preocupado.
Esas chicas eran escurridizas y propensas a meterse en problemas.
-No lo sé. Estaban planeando algo y de pronto salieron corriendo. - acusó Josh.
-Cielos…- se quejó Taylor.
-¡Líder!
La voz de Silvanna llamó la atención del trío. Venía acompañada de su hermana y también de varios caballeros dorados, entre ellos Shura. Aria se tensó. Las gemelas por su parte suspiraban agitadas.
-Si hicieron alguna travesura de antemano nos disculpamos y prometemos que no sucederá de nuevo. - se adelantó Taylor imaginando lo peor.
Camus, Milo, Aldebarán y Shura lo miraron sin entender.
-Nosotras no hemos hecho nada. - se quejó Savanna. ¡Cielos! Entre Silvanna y Taylor se encargarían de dejar su reputación por los suelos.
-Fuimos a pedirle ayuda al señor Aldebarán. - informó Silvanna. Acto seguido, tomó a Aria de la mano y la guio hasta una silla que tenían.
-¿Qué rayos haces, clon n°2? - intervino Josh tomando la mano de Silvanna. - Estamos en medio de un trabajo importante como para que anden jugando.
A Milo no le gustó para nada el tono de voz ni la agresividad que demostraba el chiquillo bailarín hacía Silvanna, e incluso iba a interceder por ella, pero Camus, adivinando sus pensamientos, lo sostuvo por el brazo y negó con la cabeza.
Silvanna miró con seriedad la mano que la mantenía prisionera. Levantó la mirada azul y sonrió con inocencia, luego, pisó a Josh con tanta fuerza que el jovencito la soltó de inmediato.
-Si no vas ayudar, entonces deja de fastidiar. - contestó la morena mientras corría hasta Aldebarán y le indicaba su posición.
-Ya basta, ustedes tres. - habló Aria con cansancio. Tanto berrinches la harían perder credibilidad y tanto su agencia como sus planes se irían al demonio.
Las gemelas sonrieron con complicidad mirando a Josh aún en el suelo.
. . .
-Ejem…- habló Savanna. - Líder y otros… Con mucha ilusión, mi hermana y yo haremos un regreso triunfal hacia los actos acrobáticos de la mano de nuestro invitado especial, El caballero dorado de Tauro. - presentó la ojiverde imitando a un presentador.
Al fondo, Aria permanecía sentada mientras a sus espaldas los dorados, Taylor y Josh permanecían atentos. La peliazul se desconcentró por un momento al sentir al mismísimo Shura detrás suyo. Con disimulo, el dorado de Capricornio hacía notar su presencia tocando con sus manos ligeramente la espalda femenina.
-Aquí es donde deben aplaudir. - indicó Silvanna sonriendo.
Una vez las ovaciones terminaron, ambas chicas saltaron justo en posición para que Aldebarán las lanzara hacia arriba. A diferencia de las piruetas que hicieron en el coliseo, no se tomaron de las manos, sino que, en conjunto hacían giros en conjuntos perfectamente sincronizados. Cada tres giros, cambiaban las posiciones por otras totalmente nuevas. Las risas de las gemelas fungían como música en la presentación.
-¡Es estupendo! - comentó Milo mirando con emoción las habilidades de las chiquillas. Estaba totalmente absorto en el rostro sonriente de Silvanna que irradiaba muchísima felicidad y pureza.
El de escorpio relajó sus manos. Durante toda su vida, se proclamó a sí mismo fan de las mujeres y amante de la pasión y el erotismo; se convenció, que su tipo de mujer era algo así como Natasha- seductoras y experimentadas -, pero conforme veía el rostro de la chiquilla bailarina no podía evitar sentir su corazón latir con fuerza. Nunca había conocido una chica tan particular. Se sentía maravillado por el ambiente de inocencia que creaba solo con su risa cantarina y la paz infinita que transmitía.
-Savanna y Silvanna salieron del circo cuando tenían diez años, pero el circo nunca salió de ellas. - respondió Aria sonriendo maternalmente.
Ella, su madre y Taylor las habían encontrado en la calle y, desde entonces cuidaron de ellas como si se trataran de sus propias hijas. Eran lo único que le daba esperanzas, y, por ello debía seguirse esmerando en esa misión. Estaba segura que no hacía algo pronto, cuando Kostas llegara a Rodorio trataría de capturarlas. Mientras la función continuaba, Aria detuvo sus pensamientos catastróficos de golpe al sentir una sugerente caricia sobre su espalda. Su piel se erizó de inmediato a lo que Shura sonrió levemente.
-"¿Qué rayos hace coqueteando en un momento como éste?"
Se preguntó interiormente Aria. Sus mejillas se sonrojaron levemente, pero por dentro sentía su furia subir como lava. Ese Shura… ¿a qué estaba jugando?
Tan solo pocos minutos después, la improvisada función terminó. Savanna y Silvanna respiraban agitadas, pero sus rostros reflejaban una enorme sonrisa de satisfacción. Los presentes se levantaron y aplaudieron a los tres artistas.
-Solo mírense, lucen exhaustas. - dijo Aria acercándose con una toalla. - Harán que deba suspender los ensayos de la tarde.
-¿Te sientes mejor? - preguntó Silvanna cortando el comentario.
-¿Ya no estás triste? - secundó Savanna.
Aria les devolvió una mirada de sorpresa. ¿En qué estaba pensando? Si esas jovencitas se percataron de su estrés, lo más probable era que alguien más lo notara, lo cual podría tener como consecuencia que los descubrieran. Debía ser más cuidadosa de ahora en adelante.
-¿Triste? ¿Quién dice que estoy triste? - ironizó sonriendo. - Solo estoy molesta porque mañana empezarán con el vestuario, y saben que es la parte que más detesto.
Las gemelas se miraron entre sí no muy convencidas, pero era cierto. La líder siempre odio todo lo relativo al vestuario. Decía que era cansado estarse midiendo ropas una y otra vez.
Desde su posición, Shura se mantenía en silencio. Una sonrisa dulce… Cualquier persona creería que se trataba de un gesto tranquilizador, pero él conocía a Aria; mentía. Al final, optó por darles un descanso más amplio y retomar por la tarde. A decir verdad, ella necesitaba enfriar su cabeza un poco.
. . .
Templo de Capricornio.
Luego de la dichosa función volvió a su templo. Debía retomar sus actividades y finalizarlas lo más pronto posible, ya que, tenía la intención de buscar a Aria antes de que volviera a sus ensayos. Mientras acomodaba unas reliquias, sus agudos sentidos le indicaron que estaba siendo vigilado. Se concentró para identificar al intruso. No era un enemigo, ni siquiera tenía cosmos; tampoco era muy sigiloso ya que podía escuchar su respiración a la perfección…
-¿Necesitas algo, niño? - preguntó el español colocando el jarrón en su lugar.
Josh saltó desde su escondite. ¿Cómo lo descubrió? Resignado, salió de los arbustos y con cautela se acercó al dorado. Josh trató grueso al notar la altura del hombre de cabellos verdes.
-M-Mi nombre es Josh…- dijo el pelinegro tratando de no amedrentarse.
-Sé tu nombre. - respondió Shura con tranquilidad. - ¿Hay algo que necesites?
Josh lo miró con enojo. No podía creerlo, de verdad no podía creerlo. Este sujeto era el que estaba interesado en la señorita Aria.
-Yo… ¡Yo seré quien se gane el corazón de la señorita Aria! - afirmó Josh mientras señalaba a Shura.
El dorado de Capricornio lo miraba perplejo. ¿De qué rayos hablaba ese muchachito?
-Sé que le interesa la señorita Aria, pero sepa que primero debe vencerme.
Shura enarcó una ceja, incrédulo. Ese crío le llegaba al pecho, fácilmente lo podría noquear con un golpe leve.
-Mmm… ¿es así? - dijo con aburrimiento. - Pues tengo malas noticias. Estás frente al tipo equivocado. Aria está saliendo con su compañero de baile.
Esta vez, la perplejidad alcanzó a Josh. ¿De qué rayos hablaba ese tipo?
-¿Tayler? Él no es su novio. - confesó. - Ellos son prácticamente hermanos. La señora, la madre de Aria lo cuidó desde que el señor Taylor tenía quince. Se criaron juntos. ¡Si ni siquiera sabes eso cómo te crees digno de querer conquistarla! - se quejó Josh indignado.
-Mil disculpas, debí haberme confundido. - respondió el español sintiendo su corazón latir con rapidez.
¿Aria no estaba en una relación? ¿Sería posible que aún tuviera sentimientos por él? Pronto, la esperanza llenó su pecho. Shaka, Camus y Mu habían hecho su familia y continuaban siendo caballeros dorados, quizá esta era su oportunidad para enmendar su error del pasado.
-Ustedes ya se conocían, ¿cierto? - preguntó nuevamente Josh.
-Así es. - aceptó Shura. - Desde hace muchos años.
-Entonces tú debes ser "él". Taylor dijo una vez que la señorita Aria tuvo un único y verdadero amor hace muchos años, pero que se separaron porque la vida de su familia corría peligro. Imagino que fuiste tú. ¡Agh! ¡Escúchame! Yo haré que la señorita me reconozca como hombre y te la quitaré. - sentenció Josh mientras salía corriendo del templo de Capricornio.
Shura sonrió divertido. Así que tendría una "rival''. No importaba, no se pondría a pelear con un crío. Además, había algo más importante que resaltó el pequeño monólogo del chaval: ¿se separaron porque la familia de Aria corría peligro? No recordaba que la chica le mencionara sobre algún peligro que acechaba a su familia, lo único que venía a su mente era ese tipo Kostas molestándole todo el tiempo.
-¿Acaso ella…había estado amenazada de muerte? - se preguntó a sí mismo recordando un poco lo que ambos habían vivido.
Flashback.
Luego de la primera vez que se vieron, Shura no volvió a ver a la señorita Aria hasta un mes después. Había vuelto a Rodorio de la mano del señor Shion en busca de unas telas nuevas para colocar en el templo de Capricornio.
El lemuriano caminaba con tranquilidad, ya que pocas veces podía bajar al pueblo como la gente normal. O más bien, no era con cualquiera de sus muchachos que podía acudir en paz. Shura, Mu, Camus y Shaka eran los menos revoltosos por lo que solía cumplir las diligencias con rapidez, en cambio, el resto de pequeños era cosa seria. Milo y Aioria eran escurridizos, Aldebarán se metía en cuanto puesto de comida encontrara, Máscara solía pelearse con jovencitos pandilleros, Afrodita se metía a las tiendas…Mejor se detenía, sentía una inminente jaqueca por recordar las travesuras de esos demonios.
Shura caminaba cargando las bolsas, hasta que, una mata de cabello azul alcanzó su rango de visión. A pocos metros de su posición, exactamente en un bonito restaurante a las afueras del mercado, estaba la señorita Aria caminando de un lado a otro. Tenía puesto un vestido de color blanco con flores y portaba un femenino delantal color morado. Con maestría repartía bebidas y entregaba platos de comida a los clientes del restaurante; a Shura los gráciles movimientos se le asemejaron a una bailarina.
-Excelencia…- habló el español de dieciséis años. - ¿Podríamos ir por algo de comer? - pidió señalando el restaurante.
Shion siguió con la mirada la dirección que indicaba Shura. Bueno, ya que habían hecho los encargos rápido, no estaría mal si descansaban un poco.
Al llegar al restaurante, Shura se sentó y evitó mirar a la chica hasta que ésta distraída se acercó a la mesa.
-Bienvenidos…Mi nombre es Aria y seré su…- la peliazul cortó su presentación al notar el rostro familiar. ¡Era el chico que la salvó!
Shura por su parte desvió la mirada. Su intención era verla, más no que lo reconociera. Estaba con el Patriarca después de todo.
-¿Señorita? - preguntó Shion al notar que la joven no reaccionaba y únicamente dirigía su mirada hacia Shura.
-¡Ah! Lo siento…- se disculpó. - M-Mi nombre es Aria y seré su mesera. En esta parte…- dijo entregando los menú- están los platos del día. Son excelentes y muy recomendados. Las mejores bebidas de la casa por otro lado están en esta parte. Los dejo para que puedan decidir. - finalizó mientras se retiraba hacia otra mesa.
Al final, pidieron el plato del día con una bebida natural que estaba deliciosa. Shion observaba con diversión al dorado de capricornio; quien de vez en cuando, miraba a la jovencita mesera y se embobaba tanto, que apenas si alcanzaba la cuchara con los alimentos.
Aria por su parte estaba pensativa. Le parecía bastante loco toparse a ese muchacho en ese lugar. Si mal no recordaba, hace un mes que lo conoció. "Shura" ...Un nombre poco común para alguien griego, lo admitía, e incluso sus facciones se le hicieron poco conocidas; era probable que se tratara de alguien extranjero.
-Disculpe…
La voz del hombre que acompañaba a Shura la sacó de sus pensamientos. Aria lo detalló curiosa…Ese ¿señor? Tampoco se veía de por ahí, menos con esos curiosos puntos que tenía en lugar de cejas.
-¿Sí? - preguntó una vez que se acercó.
-Quisiera saber dónde está el baño.
-Ah…si. Está al fondo a la izquierda, la segunda puerta. - respondió la chica.
Mientras Shion se retiraba, Aria se quedó de pie junto a Shura. Estaba un poco curiosa por esa persona y por Shura; realmente parecían ser de otro mundo.
-Si te quedas ahí van a regañarte. - dijo Shura de pronto.
-Oye…Mi turno termina en treinta minutos. ¿Quieres un helado? - preguntó sin más.
Toda su vida fue una chica muy directa que sabía lo que quería. No por nada mantenía sus convicciones muy arraigadas, y ni hablar de sus sueños.
-Estoy ocupado. - respondió escueto el español. Aria simplemente hizo una mueca aburrida y se dispuso a retirarse, hasta que la voz de Shura la detuvo. - Pero si me dices dónde, podría visitarte por la noche.
-Cielos…soy una señorita de familia sabes. - respondió coqueta. - Pero supongo que podría visitar el parque de la fuente que queda cerca de mi casa hoy por la noche. - finalizó sonriente antes de retirarse.
Con ese acuerdo secreto, Shura regresó al Santuario acompañado de Shion y durante el resto de la tarde se concentró en realizar sus responsabilidades antes de la noche.
. . .
El joven dorado llegó al punto de encuentro cerca del atardecer. Era un lugar bastante bonito y privado, de hecho no parecía muy concurrido y gracias a la fuente no se lograba mayor visibilidad hacia la calle. Se sentó en una banca que daba justo al frente y de inmediato lo abordaron sus pensamientos. A ver, ¿qué estaba haciendo él ahí? No, para empezar, ¿por qué le había dicho a esa chica que la vería? Digo, se habían visto una sola vez y en un escenario poco alentador para ser sincero. Además, en lo único que él debía concentrarse era en perfeccionar su Excalibur para la inminente Guerra Santa.
-Joder…parezco un puto crío. - se quejó en idioma español mientras revolvía sus cabellos.
-Mmm, así que tenía razón. Tú no eres de Rodorio, ni griego.
Habló Aria mientras anunciaba su presencia. Cuando Shura reparó en ella, se quedó sin palabras. La chica llevaba puesto un bonito pijama de dos piezas y unos bonitos zapatos estilo ballet.
-H-Hola. -saludó el español.
-Hola. - Aria devolvió el saludo sonriendo. - Entonces… ¿Me dirás de dónde eres?
-Nacía y crecí en España hasta los seis años. - respondió el dorado con honestidad.
"Un dorado no debe dar información personal de sí mismo." Recordó uno de los preceptos que les enseñaban en el Santuario.
-¡Wow! Dime una palabra en español. - pidió la chica acercándose con emoción.
Shura meditó por unos segundos antes de hablar:
-La comida estuvo deliciosa. - dijo en su idioma natal.
Aria lo miró expectante a la espera de que tradujera lo que había dicho, pero una vez lo hizo frunció el ceño.
-Tsk…Y yo pensé que habías dicho que te parezco linda. - dijo teatralmente mientras le devolvía una mirada pícara al peliverde.
-Tampoco he negado ese hecho. - respondió de inmediato mirando fijamente el bonito cabello azul que brillaba gracias a la luz de la luna.
Aria sonrió tímidamente. Era un chico lindo y caballeroso, no se parecía en nada al odioso de Kostas, pero bueno, él era la viva imagen de su padre Klaus.
-Y dime Shura, ¿qué haces? No te he visto en el colegio.
-Digamos que estoy llevando otra clase de formación. - respondió el peliverde ocultando el hecho de que era un Santo Dorado que se preparaba para una Guerra Santa donde podría morir. - ¿Y tú qué haces?
-Voy a la escuela y trabajo medio tiempo en el restaurante. Pero no trabajo por necesidad. - dijo mientras empezaba a jugar con el agua de la fuente. - Mi padre es comerciante, y tiene dinero. Sin embargo, tuvimos una pelea hace dos años. Sabes… mi sueño es ser una bailarina profesional y tener mi propia academia. - confesó sonriendo radiantemente.
-Tu padre no te apoya. Trabajas para pagar las clases. - concluyó Shura rápidamente.
-¡Vaya! Pero qué inteligente. - respondió Aria sorprendida. - Aunque no te hagas ideas equivocadas, sé que me ama; simplemente queremos cosas diferentes. Mientras yo quiero bailar, él quiere que me case y tenga hijos, con el hijo de un conocido suyo.
Shura observaba con atención a la chica. Sonreía con un ligero atisbo de tristeza.
-No debes casarte si no es tu deseo. Si lo que quieres es bailar, házlo. - animó el español sentándose en frente de la chica. - Si me lo preguntas, pareces una bailarina. Tienes el cuerpo de una.
-¿Así que has estado mirando mi cuerpo?
Shura se sonrojó. No, él se refería a su complexión física, en ningún momento quiso darle una doble connotación. Levantó la vista para disculparse, pero el rostro sonriente de la chica lo recibió.
-Solo bromeo. - respondió con simpleza. - Bien, debo irme ya. Quizá la próxima vez pueda mostrarte uno de mis bailes.
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Continuamos el trabajo de actualización…
Espero que disfruten leyendo el capítulo tanto como al escribirlo. ¡Nos leemos!
