Alérgica a Los Gatos

Cap.4 Decisiones

Annie comía un pedazo de pan tomando un café antes de partir a su trabajo como costurera, no, realmente ni siquiera era una costurera, sólo cosía armando las piezas ya cortadas de pantalones, camisas, blusas, faldas, etc., de uniformes para diversas empresas.

Solo se sentaba frente a una máquina las horas interminables del día, cortaba hilos sobrantes, separaba las prendas por talla en contenedores que se recogían llenos, cambiándolos por otros vacíos para llenar nuevamente.

Llevaba un control exacto en una libreta especial que firmaba el recolector después de contarlas, algo que Eliza "olvidó" explicarle cuando la contrató, pues de eso dependía su pago semanal mínimo y un extra superando el plan asignado.

Así que terminó pagándole por "compromiso" la primer semana, pretexto que al no contar no tenía seguridad de que hubiese cumplido.

No se quejó aunque sabía que había cumplido el porcentaje asignado, y es que al aprender a manejar esa máquina muy diferente a la que estaba acostumbrada estropeó un par de prendas, provocando gran ansiedad en ella al recordar las palabras del señor Legan de no echar a perder o sería despedida.

Su supervisora, una mujer amable y gentil pero muy firme le ayudó al reportar que la máquina estaba descompuesta, y ya se había notificado varias veces.

Tomar el transporte público lleno de gente que la empujaba, con diversidad de aromas desde suciedad, comida y perfume barato, continuamente le provocaba náuseas, sumando los pisotones y cuidarse las espaldas porque ya alguna vez sintió un pellizco en un glúteo.

Regresaba agotada para ayudar a su madre a preparar la cena y las comidas del día siguiente, ya no podían pagar a ninguna empleada doméstica, lavaban su ropa y aseaban ellas mismas, habitaban solo una pequeña sección de la mansión para evitar gastos de agua y electricidad innecesaria.

Las cuentas se pagaban del dinero guardado pero eran conscientes que en algún momento se acabaría.

El señor Britter dejó de insistir en que buscaran a George dejándolas continuar con su plan dando su punto de vista en ocasiones.

El abogado les notificaba los avances de la demanda contra el hospital de lujo, iba lento debido a que en el convenio que su esposa firmó, no se hacían responsables si había un cambio de hospital, debía comprobar negligencia y que las dos cirugías de los intestinos fueron innecesarias.

Annie y su madre estaban agotadas el domingo por la noche después de hacerse cargo de la limpieza, Annie había propuesto vender todo aquello que no tuviera utilidad ni utilizarán, su madre no lo aceptaba dando muchos argumentos, pero sobre todo la vergüenza ante sus amistades aunque no le hablaran, la humillación si se enteraba su familia, más aún, aceptar que su vida cómoda y de presunción había terminado definitivamente al deshacerse de todo aquello que compró para impresionar a sus visitas.

Objetos que ni siquiera le gustaban realmente, esos cuadros o figuras que los tenía solo por ser considerados obras de arte contemporáneo, siendo que a ella, un cuadro de fruta seca le causaba tristeza, preferiría en cambio un cuadro de manzanas y flores frescas para su comedor, pero no queriendo ser tachada de ordinaria toleraba ese gris cuadro que tanto tema de conversación daba a sus "queridas amigas".

El salario apenas les daba para los alimentos y transporte, aún conservaban un par de autos pero la zona no era muy segura para dejarlo en plena calle. Cuando el señor Britter se sintió apto para manejar la llevaba hasta la fábrica, y comenzó hacer salidas durante el día para ver si lograba reintegrarse a su anterior puesto, algo que sería difícil por su actual condición de salud, pues no podría viajar como antes ni mantener un prolongado horario de trabajo como lo había hecho hasta antes de enfermar.

Solo le podían contratar en un puesto muy por debajo del que tuvo y con un sueldo mínimo que no cubriría la vida desahogada que acostumbraban.

El hombre les propuso vender todo para arriesgarlo en una inversión sin mucha garantía de éxito, pero siendo una mejor opción por que de cualquier manera, a la larga lo perderían todo sin haber aprovechado la oportunidad.

Ver llegar a su hija agotada, hambrienta y con su ánimo derrotado, a su marido preocupado por su futuro y con eso una probable recaída en su salud, terminó de convencerla en poner a la venta todo lo que poseían, arriesgarlo era mejor sin duda.

Las primeras en presentarse fueron las que en otro tiempo se dijeran buenas amigas, tratando de manera descarada y ventajosa llevarse su preciada colección a precio muy por debajo del real, su esposo amablemente les indicaba que no accedería a venderlos casi regalados, apelaban a que lo hiciera en nombre de la amistad que se tenían, a punto de aceptar intervino Annie muy molesta, les reclamó que las amistades ayudan, no se aprovechaban de la situación como ellas lo hacían. Marchándose ofendidas prometían no volver a hablarles ni visitarlos, algo que Annie en voz alta les agradecía mostrándose más indignadas aún.

Al día siguiente en el trabajo, se enteró de que la fábrica ante las pocas ganancias y bastante gasto, cambiaba la administración dejando a Eliza solo como auxiliar, un duro golpe para el ego de la pelirroja qué se fingía muy conforme.

Se hacía la invitación mediante un comunicado, a todos los empleados para participar en un concurso que logrará transformar la ropa y uniformes rechazados por las empresas, al haberlas enviado con colores y estampados no solicitados, en algo que se pudiera vender al público.

Eran filas de cajas apiladas una sobre otra representando una fuerte merma, además de ocupar un espacio que podría ser más redituable en la bodega, que algo destinado a la basura después de un tiempo.

Emocionada Annie por el premio que sería en efectivo y un puesto en el área de proyectos y diseños, estudiaba cada prenda y hacía bosquejos donde pequeños cambios los volvía ropa cómoda y a la moda, casi no dormía detallando procedimiento y adaptando conjuntos de cada tipo de ropa, incluso haciendo combinaciones de colores.

Fueron dos semanas de casi no dormir logrando terminar un par de días antes de presentar la propuesta, deseaba ser ella misma quien entregará su trabajo, pero Eliza los estaba recogiendo para entregarlos al nuevo administrador.

Annie, teniendo un mal presentimiento, estampó su firma en la esquina inferior de cada hoja a presentar, entregando muy a su pesar y de sus dudas todas sus creaciones.

Pasó el fin de semana, y a la mitad de la siguiente, se anunció que Eliza Legan era la ganadora del concurso, se expusieron algunas de las hojas siendo las que Annie elaboró, todas tenían cortadas la esquina inferior argumentando una nueva versión de presentación, en ese momento Eliza pasaba pavoneándose de que el fin de semana habría una reunión para celebrar su triunfo, al pasar junto a ella la invitó agradeciendo su apoyo.

Annie no podía creer lo que se había atrevido hacer, robarle el trabajo que le costó tanto desvelo y en el que había puesto todas sus esperanzas.

· ¡Eliza! Ese proyecto es mío regresamelo.

· ¿De qué hablas? Es mío, y mejor callate o te voy acusar de difamación nadie te creerá, soy la hija del dueño de esta asquerosa fábrica, el nuevo administrador me creerá a mí, tú eres una pobre perdedora, yo soy muy valiosa para terminar como remendera, te otorgare diez minutos más para comer en compensación, pero no por mucho tiempo, podrían creer que tienes trato especial y desatar inconformidad.

Se retiró en cuanto terminó de decir eso.

Annie se quedó desolada sin saber que hacer, fue a su casillero para recoger sus cosas retirándose a su casa, no podía soportar un minuto más en ese lugar y esa situación.

Su madre la vio llegar temprano sospechando que algo había pasado, la busco en su habitación donde le platico lo sucedido entre lágrimas.

La señora Britter se retiró cuando la convenció de dormir un rato, no podía creer lo que le había contado, pero debía aceptar los hechos, sus amistades y relaciones con gente de renombre no eran confiables, por el contrario habían tratado de tomar ventaja de su situación, no todos eran igual por supuesto, lo comprobó con varios que acudieron a comprar, incluso ofrecieron revenderselo confiando en que saldrían de esa racha, otros pagando más de lo que costaba al igual que algunos familiares, también hubo los que querían regalado por ser parientes, o amigas de eventos, pero ya sus dudas se despejaron, deseaba tanto ser aceptada por un círculo de élite que sacrificó a su esposo, a su hija y a ella misma. Su prima le advertía todo el tiempo de esas mujeres, que solo eran una gran farsa y nada confiables, a su sobrina la llegó a escuchar diciendo a Annie que su talento era mejor que cualquier chica por más hija de diseñador que fuera, solo ella no creía en su hija y truncó su carrera por sus malos consejos, ahora no sabía cómo dar marcha atrás y remediar en algo ese desastre, una idea llegó a su cabeza tomó su bolso y salió directo a casa de su prima, sería caminar cerca de veinte minutos pero a ella le pareció eterno por el deseo de llegar lo antes posible y regresar antes que Annie despertara.

Rosmery no disimuló su sorpresa, sin preguntar nada la abrazo al notar su congoja invitándole a pasar, le platico de todo lo sucedido reconociendo que fueron sus malas decisiones las que los llevaron a ese punto, le pidió ayuda para saber por medio de sus contactos quién sería el nuevo administrador de la fábrica, pues por medio de George que maneja todo lo concerniente a esa área de estudiantes y no estudiantes de ese colegio, podría informarse para acudir directamente a delatar a Eliza.

Rosmery le dijo que no se preocupara, en cuanto tuviera la información se la daría.

Temprano a la mañana siguiente, recibió dos llamadas, una fue de Eliza exigiendo la presencia de Annie en el trabajo, ya que tenía dudas sobre sus bosquejos.

La otra fue de Rosmery dándole la dirección del nuevo ejecutivo de la fábrica, al darle el nombre de quién se trataba, la mujer se sintió aún más culpable si es que era posible.

Con la esperanza renovada, Annie guardaba en un maletín de su padre los borradores de los trazos que realizó, hasta los de la papelera desarrugaba para llevarlos y demostrar que ella trabajó en las modificaciones que se adjudicó Eliza.

Estaba muy nerviosa por volverlo a ver, ya habían pasado poco más de dos años desde la última vez, y no en buenos términos, trataba de disculparse él atentó la escuchaba, hasta que al mencionar a su prima cómo la culpable de lo sucedido, su rostro cambiaba a uno lleno de decepción dejándola sin siquiera despedirse.

Acordaron que sería al atardecer cuando lo buscaría, la mejor hora calculando que estaría de regreso de sus actividades.

Recordaba como Archie siempre le mostró su amor incondicional a pesar de dejarlo tanto tiempo desatendido, sabía que su prima también lo amaba pero la había elegido a ella, ese amor no podía olvidarse tan pronto.

Estaba segura que al ayudarla y pasar tiempo juntos lo recuperaría, tan guapo e inteligente, su madre no pondría objeciones ya era un hombre importante, y si las ponía, está vez defendería su amor, todo eso pensaba sentada a lado de su padre que la llevaba a la dirección que su madre había conseguido,

El lugar era hermoso, un nuevo fraccionamiento de departamentos amplios con un centro comercial de tiendas departamentales y boutiques prestigiosas, lugares donde pasar el rato y hasta salas de cine, sin duda un lugar caro, si Archie podía pagar eso es porque sus ingresos lo permitían.

Entró al edificio donde le pedían dejar sus datos, el control de acceso la sorprendía por su amabilidad, no hubo mayor problema al nombrar a dónde iba y con quién se entrevistará.

El elevador transparente en su vista hacia el exterior, permitía una vista maravillosa de todo el lugar al ir ascendiendo, Annie fantaseaba con caminar por esos amplios andadores visitando las tiendas y tomando un café a lado de esa prestigiosa boutique, entrar y salir de ese edificio del brazo de su esposo envidiada por la odiosa Eliza, mejor aún siendo su jefa, de repente se dio cuenta que sus pensamientos volvían a ser tan egoístas como cuando todo empezó a ir mal, debía ir con calma primero resolver el problema de sus trabajos.

Estaba parada frente a la puerta tomando fuerza con un gran suspiro timbro por un par de segundos.

Continuará