Ok, sé que estoy subiendo muy seguido y eso es porque la historia tiene una forma bien definida en mi cabeza; sólo hace falta que la redacte ._.

Espero que no se malacostumbren a mis actualizaciones rápidas porque se me viene una semana de mucho trabajo y no sé si podré mantener el ritmo que estoy teniendo ahora.

En fin, en este capítulo conoceremos a tres Dracos más y la situación empieza a subir de tono. ¡No digan que no se los advertí!

Quiero enviar saludos muy especiales a AnaM1707 quien, aparentemente, es la única que va leyendo los capítulos :P. Muchos saludos y gracias por tu apoyo. en realidad es una historia que estoy escribiendo egoístamente para mí mismo; pero si a alguien más le va esta pareja y el slash rudo es bienvenido por aquí.

Nuevamente, los dejo con el fic:

La suma de todas sus partes

Fetiches.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue el enmarañado cabello de Hermione. Podía sentir una varita sobre su rostro. Tenía el sabor de la sangre aún en la boca y un ojo aún hinchado.

—¡Harry! —exclamó la bruja al notar que había vuelto en sí —, ¿estás bien?, ¿qué te ocurrió?

Harry tardó en responder. Recordó de repente los golpes, las palabras de Draco, su apariencia viril mientras lo insultaba.

—Malfoy —dijo en un hilo de voz.

Hermione se llevó las manos a la boca y preguntó:

—¿Te refieres a otro Malfoy? Yo lo vi salir de la biblioteca detrás de mí.

Se dio cuenta poco a poco que seguían en el salón abandonado donde Malfoy lo había dejado. Supuso que no había pasado mucho tiempo inconsciente.

—¿Cómo fue que me encontraste? —curioseó Harry con la poca voz que tenía —, no sabías que estaba aquí.

—Vi tu corbata en la manija cuando me dirigía a la torre de Gryffindor.

Instintivamente se llevó la mano al cuello. No tenía su corbata, tampoco su cinturón y sentía que sus pantalones estaban mal acomodados.

Poco a poco se levantó del suelo.

—¡Aún no puedes levantarte! —exclamó Hermione angustiada —. Debo llevarte a la enfermería.

—No, Hermione, déjalo —declaró —. No quiero más problemas.

Hermione apretó los labios desaprobando la decisión; sin embargo, continuó curando a Harry.

—¿Entonces? ¿Era otro Malfoy?

Harry cerró los ojos. Sin duda era un tercer Draco Malfoy. ¿Cuántos más habría?

—Sí, podríamos decir que este Malfoy es bastante más agresivo que el resto.

—Seguramente es el mismo que atacó a los Gryffindor —asintió la bruja dirigiendo su varita hacia su ojo morado.

—Tenemos ya a un Draco muy amable, un Draco intelectual que se la pasa en la biblioteca y un Draco violento que ataca a la gente.

—¿Por qué te atacó? —inquirió angustiada mientras se levantaba del piso —. No le habrás dado una excusa para atacarte, Harry James Potter.

La mirada severa de la chica en ocasiones hacía a Harry recordar a Molly Weasley. Rápidamente respondió:

—No, sólo entré para ver qué era lo que estaba golpeando la pared. Resulta que mi cara le resultó más agradable para golpear —bufó.

Hermione le dedicó una débil sonrisa.

—Entonces, ¿qué haremos ahora?

—No hay duda de que la poción ha tenido el efecto que dijiste, Hermione —ponderó Harry—, debemos estar alertas. Quizás el efecto se desvanezca sólo.

—Habrá que procurar que nadie más se entere —caviló ella —. Podrían tratar de juntar las partes de Malfoy y eso sería catastrófico.

Harry asintió mientras se levantaba. Se encontraba adolorido pero, en definitiva, no parecía que hubiese pasado nada extraño con él. Al estar de pie pudo notar algo extraño en él. Introdujo su mano en el bolsillo del pantalón y comprobó que su ropa interior había desaparecido.


Nada más llegar a la torre de Gryffindor, Harry se dirigió a las duchas de su dormitorio. Encontró que alguien se encontraba ocupando una de ellas. Rápidamente bajó sus pantalones, corroboró lo que había sospechado, y por enésima ocasión maldijo a Draco Malfoy por robarle su truza favorita. Era totalmente blanca, con el elástico rojo y le acomodaba muy bien el paquete y el trasero.

Oyó la ducha detenerse y rápidamente trató de vestirse. Sin embargo no fue tan veloz y se encontró cara a cara, con los pantalones en las rodillas, a Ron Weasley que llevaba puesta una toalla que, si bien no era pequeña, resultaba muy poca cosa para un chico tan alto como él.

Ambos se sonrojaron y Ron rápidamente regresó a la ducha cerrando la puerta. Harry se levantó los pantalones y los abrochó gritando:

—¡Lo siento! ¡No sabía que estabas por teminar!

Ron, por su parte, respondió desde la ducha:

—¡No te oí entrar, Harry! ¡Perdón!

Harry salió de las duchas totalmente sonrojado y se metió en la cama sin siquiera cambiarse a pijama.

Su cuerpo estaba adolorido pero ahora moría de vergüenza y deseaba quedarse dormido lo más pronto posible.

Ron salió de las duchas con un pantalón de pijama que empezaba a quedarle corto y una camiseta blanca sin mangas. Se detuvo junto a la cama de Harry y se sentó dándole la espalda.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente.

Los demás chicos de octavo, Seamus, Dean y Neville, se encontraban profundamente dormidos, a juzgar por los sonoros ronquidos de Neville.

Harry consideró no responder, pero en honor a su amistad, se levantó ligeramente de entre las cobijas y respondió.

—Sí, no te preocupes, sólo estaba revisando… una cosa.

Se pateó mentalmente por dar tanta información innecesaria a su mejor amigo.

No era como si nunca se hubiese visto desnudos; sin embargo, desde la plática que habían tenido, Harry sentía una tensión en el ambiente que no le era del todo desagradable, aunque no podía ponerle un nombre.

Ron se volteó hacia Harry subiendo sus piernas en la cama.

—¿Estabas revisando qué tan grande la tienes? —preguntó con un tono de burla.

Harry le lanzó una almohada.

—Claro que no, tarado —respondió Harry con una suave risa.

—¿Entonces por qué no traes ropa interior? —preguntó tentativamente Ron

Harry titubeó. No podía explicarle toda la historia, pero tampoco quería mentirle. Lo miró fijamente a los ojos y descubrió que, a diferencia de los marrones de Ginny, Ron poseía un tono azul fascinante.

Suspiró. No valía la pena ocultarle todo a Ron ya que tarde o temprano lo averiguaría. Después de todo, él era su mejor amigo.

—Bueno… es una larga historia —terció Harry.

—Yo tengo toda la noche. Mañana es sábado y sólo tenemos que trabajar en el ensayo de la poción duplicadora de Slughorn —ofreció el pelirrojo.

Harry tomó aire antes de empezar a hablar. Quizás hubiesen sido los golpes, pero le contó a Ron todos los detalles que había omitido a Hermione: su preocupación por Malfoy, sus ideas de que le estuviera invitando a salir, las sospechas de los efectos de la poción duplicadora, la sensación de masculinidad que había exudado el Slytherin al golpearlo y, finalmente, que se había robado sus calzones.

Al terminar, Harry esperó la reacción de Ron que no había hecho más que amenizar el relato con cambios en su respiración.

Su mirada azul se dirigía hacia la cama cabizbajo. Harry comenzó a preocuparse por haberle contado su ligera atracción hacia el odiado Malfoy al mismísimo hermano de su actual novia.

—Bueno, Ron —empezó Harry— lo que siento por Malfoy puede ser temporal, sólo una fase, tú sabes…

—¿Y si no lo es? —le cortó Ron.

Harry lo miró con el ceño fruncido. ¿Y si no era una fase? ¿Qué iba a pasar con Ginny? ¿Y con Ron y Hermione si es que Draco le correspondía?

—No lo sé… —murmuró suavemente.

—Yo también tengo algo que contarte, Harry —susurró Ron.

Harry contuvo un poco la respiración pues presentía que era algo importante.

—¿Recuerdas cuando estuviste un fin de semana en casa de Andrómeda, conociendo a Teddy, y Hermione fue a casa de sus padres?

Harry asintió con la cabeza. Se había sentido muy mal en ese momento por dejar a Ron solo.

—Bueno, yo me quedé en casa de George. También había invitado a Lee Jordan. Bebimos demasiado. Jugábamos "Yo nunca, nunca"; Lee preguntó si había tenido relaciones… ya sabes, lo usual. Una cosa llevó a la otra y… terminé acostándome con Lee.

Ron desvió la mirada rápidamente y Harry tuvo el impulso de obligarlo a mirarle.

—¿Acostándote? —preguntó Harry fingiendo inocencia.

—Tuvimos sexo, ¿de acuerdo? —dijo Ron sumergiendo su rostro entre sus manos —; me dijo que lo había hecho con Fred y George, a veces al mismo tiempo; alguna vez con Charlie.

La boca de Harry se secó por completo al escuchar a Ron. Trató de evitarlo pero por instinto terminó pasando su lengua por los labios.

Ron bajó aún más la voz.

—Y me gustó, ¿sabes? —continuó —. Hubo algo diferente. No quiero decir que hacerlo con Hermione no fuera fantástico pero Lee fue… algo mágico, ¿me entiendes?

Harry asintió sin comprenderlo de verdad. Tampoco se sentía completamente en la conversación. Una parte de su mente volvía a pensar en Draco encima de él con su expresión llena de furia.

—Fue casi animal —dijo Ron como leyendo sus pensamientos—; estar dentro de él se sintió... —Ron levantó sus manos e hizo un gesto con ellas como si algo explotara —. Y luego él estuvo dentro de mí.

Ron volvió a sumergir su rostro en las manos.

—Nunca creí que fuera tan placentero — confesó finalmente.

Harry exhaló un suspiro que no sabía que estaba reteniendo. Ron posó su mirada azul sobre él.

—Es lo que me tenía tan confundido, ¿sabes? Es decir — se recostó por completo junto a Harry quien se hallaba sentado en la cama —, amo a Hermione con todo mi corazón, pero creo que la sensación que tuve con Lee sólo podría tenerla con otro hombre.

Harry se recostó también y ambos se quedaron mirando el dosel de la cama de Harry.

—¿Se lo dijiste a Hermione? —consiguió preguntar finalmente Harry.

Ron negó con la cabeza.

—No todo, al menos —explicó —. Sólo le dije que había experimentado con un chico y quería experimentar más.

Harry comprendió entonces la expresión de Hermione al preguntarle por Ron en la biblioteca. No había estado molesta, sino dolida por haber sido rechazada.

—¿Crees que eres gay? —soltó Harry sin pensarlo.

—No —contestó Ron y la sinceridad podía sentirse en sus palabras — ¿Bisexual, tal vez? Hermione opina que no debería ponerme etiquetas. Es decir, no me veo saliendo con un chico y tomándolo de la mano.

Harry sintió un apretón en el estómago porque eso era justamente lo que se había imaginado con Malfoy.

—Creo que es algo que tendría que repetir con un chico para saber qué fue lo que realmente me gustó y no sólo la adrenalina de hacerlo con Lee.

Harry volvió a asentir, esta vez acercando su mano un poco más a la de Ron. El pelirrojo rió suavemente.

—Es cierto lo que dicen acerca de los hombres de raza negra, Harry —dijo separando los dedos índices entre sí a la altura de sus hombros.

Harry no pudo evitar soltar una carcajada.

—Por lo que recuerdo, Ron —exclamó Harry sin pensar—, tú no tienes nada que envidiarles.

Ron se tensó de inmediato y soltó una risilla nerviosa.

—Lee me dijo que lo había lastimado un poco —comentó por lo bajo —, espero que la siguiente ocasión no sea igual.

Harry se tensó también y volteó a ver a Ron.

—¿Tienes a alguien en mente para esa siguiente ocasión?

Ron le sostuvo la mirada y respondió en tono casi inaudible:

—Sí.

La cabeza de Harry corría a mil por hora. Aún sentía el dolor por los golpes de Malfoy y por su mente pasaban a la vez la sensación de las manos cálidas de Ginny, la imagen de Draco sobre él apretando la mandíbula y el cuerpo fuerte de Ron sólo tapado por una toalla.

—¿Harry? —rompió el tenso silencio Ron.

—¿Sí?

—No juegues con los sentimientos de mi hermana, por favor.

Harry suspiró. Todos los pensamientos que tenía se borraron de golpe. Tomó la mano de Ron entre las suyas y notó que eran grandes y rasposas.

—No lo haré —respondió.

Ron llevó sus manos entrelazadas entre ellos y suspiró.

—¿Puedo dormir contigo? —preguntó.

Harry asintió con la cabeza y se acercó un poco más a su amigo. Cerró los ojos y sintió la enorme mano de Ron acariciar su cabello. Antes de que se hubiera dado cuenta, se había sumido en un profundo sueño.


La mañana del sábado despertó a Harry con la luz del sol en la cara.

Se hallaba con la cabeza recargada en el amplio pecho de Ron y sus manos aún entrelazadas. Harry notó que tenía el pantalón del uniforme desabrochado y cualquiera podía darse cuenta que no llevaba ropa interior.

Se levantó rápidamente esperando que nadie los hubiera visto en esa posición. Sin embargo, notó con horror que los otros ocupantes del dormitorio ya no estaban en la habitación.

De un brinco se lanzó a las duchas, maldiciendo por lo bajo su suerte. Seguramente Seamus y Dean se encargarían de contarle a todo el mundo que había dormido con Ron y, quizás, aumentarían cosas de su propia invención.

¡Si sabía él que a los chicos Gryffindor les encantaba el cotilleo!

Al teminar de bañarse, Harry despertó a Ron quien, con un bostezo lo saludó alegremente,

—¡Buenos días!

—¡Ron! ¡Todos nos vieron dormir juntos!

—Tranquilo, Harry, ya no le debo explicaciones a nadie, Hermione sabe que…

—¡GINNY! —lo interrumpió el chico castaño —. Si le llegan con un chisme nos va a cortar las bolas a los dos.

Ron palideció un poco para luego carraspear.

—Sólo dormimos juntos, Harry. ¿Qué podrían contarle a Ginny que estuviera fuera de lugar?

La respuesta a esa pregunta la descubrieron al entrar al Gran Comedor. Casi todas las conversaciones se detuvieron y en algunas mesas se alcanzó a escuchar el inequívoco susurro del cotilleo mal intencionado.

Hermione y Ginny se encontraban desayunando muy serias en el extremo más alejado de la entrada en la mesa de Gryffindor.

—¡Buenos días! —canturreó Ron con una sonrisa exagerada —¿Qué tal durmieron?

—No tan bien como tú, al parecer —comentó Ginny sin aparentar su hostilidad.

Harry dio un paso atrás. Tendría que tomar al toro por los cuernos. ¿Acaso no se había enfrentado a la mayor amenaza al mundo mágico en años y salido victorioso? Ese lío de amores no era nada comparado con Voldemort y todos sus mortífagos.

—Ginny, ¿podemos hablar un momento?

El silencio cayó alrededor del grupo de Gryffindors. Algunos estaban murmurando ya a las otras mesas lo que estaba ocurriendo.

Ginny dejó caer su cuchara en el plato con un sonido escandaloso.

—No creo que "podemos", sino que "debemos" hablar, Harry James Potter.

Ambos héroes de la guerra salieron del Gran Comedor conscientes de que las miradas los seguían. Harry confiaba en que Ron le explicaría todo a Hermione y, si no era así, ya se encargaría él de explicarle todo en la biblioteca.

Al salir del comedor Ginny se dirigió hacia un salón vacío en la planta baja. Harry la siguió, cerró la puerta con un candado mágico y susurró "Muffliato" para evitar sorpresas.

—¿Y bien? —comenzó Ginny con los brazos en jarra —, ¿me puedes explicar qué hace mi novio acostándose con mi hermano?

Harry estaba preparado para las preguntas directas de Ginny así que se mantuvo impasible.

—Sólo dormimos juntos.

—Neville cree que salieron juntos de la ducha —contraatacó la pelirroja echando chispas por los ojos,

—¡¿Qué?!

—Y que además los encontraron esta mañana totalmente desnudos y tus manos sosteniendo un consolador de 13 pulgadas.

—¿Las manos sosteniendo qué?

—Oh, ¿cómo pude ser tan estúpida? Era obvio que Ron y tú tenían una aventura. Y lo accesible que fue Ron ayer cuando le hablé sobre terminar contigo.

—Espera, ¿qué? —trató de intervenir Harry pero la chica no iba a detenerse.

—Ayer le dije que pensaba terminar contigo hoy y él me dijo que apoyaba al cien por ciento mi decisión. ¡Incluso se ofreció para ser él quien le dijera a nuestros padres la noticia!

Ginny se llevó una mano a la mejilla.

—¡Ya me lo imagino! "Papás —dijo en un acento grueso que pretendía hacer notar idiotez—, Harry no se va a casar con Ginny pero ¡seguirá siendo su yerno!"

Harry se encontraba escandalizado por toda la información que estaba procesando.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? ¡¿Después de que todo Hogwarts se enterara que te estás follando a mi hermano?!

Harry se mordió los labios. Estaba a punto de estallar también, pero sabía que un desencuentro entre los dos no iba a terminar nada bien. Después de todo, ya había tenido su dosis de violencia el día anterior.

—No puedo creer que te hayas creído todos esos chismes —dijo en la voz más tranquila que pudo encontrar.

—¿Niegas que dormiste con Ron? —acusó Ginny con violencia.

—No, no lo niego —. Ginny bufó con aire de victoria y dolor — ¡Pero no es como te lo dibujaron!

—¿Entonces por qué estabas desnudo, Harry Potter? ¡Estamos en pleno invierno!

—Ginny, escúchame —dijo Harry levantando las manos en actitud pacificadora —Sí, dormí con Ron pero fue exactamente eso: DOR-MI-MOS —exclamó enfatizando cada sílaba alzando y bajando sus manos —Ambos nos sentíamos horrible ayer y nos quedamos dormidos hablando. ¡Eso es lo que hacen los amigos!

Ginny se sonrojó un poco.

—Entonces, ¿por qué Hermione dijo que tú eras la razón por la que habían terminado?

Harry se sorprendió ante tal afirmación y fue incapaz de hilar un nuevo pensamiento.

—No tengo la menor idea. Quizás debas preguntarle a ella.

Ginny se había tranquilizado pero seguía con los brazos cruzados encarando a Harry.

—¿Pensabas terminar conmigo hoy? —preguntó Harry mirándola a los ojos.

Ginny simplemente asintió.

—No me vas a decir que no lo has pensado, Harry— comenzó la chica —. Hace tiempo que no tenemos esa magia en nuestra relación.

Harry sintió su corazón quebrarse un poco pero no le impidió continuar.

—Al principio pensé que era mi culpa. No me estaba esforzando lo suficiente por integrar en mi vida a Teddy. He visto cuánto lo amas, Harry —sentenció sentándose en el escritorio —. Y me pregunto si me verás así algún día.

Harry sintió una aguja que se le clavaba en el pecho nuevamente.

—No puedes compararte con Teddy; es sólo un bebé. Yo te amo de otra manera.

—No dudo que me amas, Harry —continuó la chica —; lo que me pregunto es en qué forma me amas. ¿Como una amiga?, ¿como una hermana?, ¿como la mujer con la que quieres pasar el resto de tu vida?

Harry se sentó junto a ella en el escritorio. ¿A qué iba esa pregunta? Tenía apenas dieciocho años, apenas tenía claro que haría el examen para volverse auror. ¿Cómo podría saber lo que ocurriría el resto de su vida?

—¿Lo ves? —prosiguió la chica —. Alguien convencido de querer estar conmigo no estaría con esa expresión de duda.

Harry tragó saliva audiblemente.

—Lo mejor es que terminemos ahora, Harry, antes de hacernos daño. Estuve dispuesta a creer los chismes de Seamus y Dean sólo por la inseguridad de que tú no me quisieras. Eso no es algo sano en una relación.

Harry tomó su mano y notó el contraste con la mano de Ron y la de Draco. Asintió levemente y pudo sentir una parte de su alma quebrándose.

—Prométeme algo, Harry.

—Claro que sí, Ginny.

—Que tu siguiente pareja sea alguien a quien de verdad ames. Incluso si es… —suspiró con fuerza— el inútil de mi hermano.

Harry intentó sonreír pero se descubrió imaginando despertar nuevamente sobre el fuerte pecho de Ron.

Quizás sí sería el inútil de su hermano.

—Te lo prometo, Ginny —respondió con sinceridad.

Se levantaron del escritorio y se abrazaron fuertemente. Harry sabía que Ginny seguiría siendo su amiga así como Ron y Hermione lograrían seguir siendo amigos.

Se despidieron en la puerta del aula sin lágrimas pero con la inevitable sensación de que todo lo que tenían se quedaría en esas cuatro paredes.

Harry enfiló camino hacia los jardines del colegio. Quizás iría a visitar a Hagrid. Pensaba si debía hablar con Hermione. Aclarar eso que había dicho Ginny sobre que él había sido la razón de que Ron terminara con ella.

Sin embargo sintió que había tenido suficientes emociones por el momento.

Antes de llegar al vestíbulo del castillo un hechizo lo empujó hacia un nuevo salón vacío.

Se pateó mentalmente por no seguir la recomendación de Ojoloco: "¡Alerta permanente!"

Se levantó del suelo del salón y tomó su varita. Esta vez no se dejaría golpear de nuevo por Draco.

—¡Potter! —se oyó la inconfundible voz del Slytherin desde el quicio de la puerta —¿qué es esto que estoy oyendo sobre ti y la comadreja?

Harry no se intimidó. Lanzó un hechizo no verbal sobre sus pantalones para que no pudieran quitárselos. Lo habría hecho con su ropa interior también pero no estaba seguro si el hechizo funcionaría del todo en los calzoncillos negros que llevaba en esa ocasión.

—¡Contéstame, Potter!

—¿Qué es lo que has oído, Malfoy? —dijo Harry sin bajar la varita. Estaba seguro de que en cualquier momento el chico saltaría a golpearlo de nuevo.

Malfoy trató de acercarse lentamente a Harry pero éste colocó un escudo entre ambos para evitar una nueva situación como la de la noche anterior.

— No juegues conmigo, Potter. Estoy hablando acerca de lo que pasó ayer en la noche.

Harry notó que las manos pálidas se encontraban perfectamente manicuradas, sin rastros del sangrado que habían sufrido; así que decidió tantear el terreno.

—¿Y qué, exactamente, pasó ayer en la noche?

Los ojos de Malfoy se encendieron con una pasión que Harry nunca había visto antes.

—Que estabas con el maldito de Weasley en vez de estar conmigo, Potter —escupió el chico —. No necesitas experimentar con esa familia de clase baja, Potter. Yo te habría hecho gemir como él nunca podría hacerlo.

Harry seguía sin estar seguro si se trataba de algún Draco que ya había conocido o se trataba de una nueva personalidad. Como no podía decirle directamente a este Malfoy que se habían encontrado el día anterior, optó por algo más neutral.

—Tuviste tu oportunidad, Malfoy —dijo a ciegas —, y la echaste a perder.

—Ah, sí… cuando terminó el juicio que me sentenció a este año de mierda —fingió considerar— Creo que no te he agradecido el haber testificado por mí y por mi madre, Potter. Es algo que me hizo sentir especial.

Con eso, Harry estaba seguro de que se encontraba frente a una nueva personalidad de Draco.

Sin bajar la varita Harry trató de acercarse a la puerta. No quería arriesgarse a encontrar algo peor que Draco-Violento.

—No estás intentando escapar de mí, ¿verdad, Potter? —exclamó Malfoy al darse cuenta que Harry se dirigía a la puerta —. ¿Estás tratando de ir a los brazos de Weasley? ¿O acaso a abrirle las piernas a la estúpida de tu noviecita?

Harry empezaba a enojarse; ésta era una parte de Draco que empezaba a reconocer.

—Me había dicho mil veces que si habías preferido a la comadrejilla era porque eres cien por ciento heterosexual, pero la información que he recibido el día de hoy me dejó… ¿cómo podría expresarlo? —se llevó una mano al mentón y giró sus ojos hacia el techo pensando en la mejor manera de hacerle saber a Harry su sentir — ANO-nadado.

Harry no pudo evitar notar el énfasis en las primeras dos sílabas de la palabra.

—¿De verdad, Potter? ¿Weasley? —prosiguió el rubio que seguía rondando a Harry en los límites del hechizo escudo —¿Qué puede tener él que no tenga yo?

Harry no pensó en su respuesta, simplemente quiso defender a su amigo.

—Una polla extra grande, Malfoy.

El destello de odio que cruzó la mirada del aludido le indicó a Harry que, de nuevo, había ido demasiado lejos.

—No todo es el tamaño, Potter —siseó con vehemencia —; debo decir que me parece muy mal educado de tu parte no darte cuenta de que yo te puedo ofrecer el paquete completo —dijo dándose vuelta e inclinándose un poco hacia adelante.

Los pantalones de Harry estaban empezando a apretarse en su entrepierna de sólo ver el redondo trasero de Malfoy de nuevo, esta vez en unos pantalones de mezclilla bien ajustados. Sin darse cuenta, Harry pasó la lengua por sus labios.

Tal acto no pasó desapercibido por el Malfoy delante de él.

—¿Quizás sólo prefieres la acción oral, Potter? —preguntó Malfoy lacónicamente —. Supongo que todo lo demás te lo puede dar la estúpida de Weasley.

La mirada de Harry relampagueó.

—No metas a Ginny en esto —advirtió.

—Ah, entonces eres el clásico macho flexible, Potter —sonrió Malfoy al notar su molestia —Podrás hacer de todo con un hombre pero a tu mujer la respetas porque ella es una santa.

Harry rompió el hechizo escudo y se lanzó hacia el cuello de Malfoy.

—Escúchame bien, maldito hurón —ladró Harry amenazadoramente— para tu información, Ginny ya no es "mi mujer" y más te vale que empieces a respetarla porque…

—¿No lo es? —interrumpió el Slytherin— ¿Entonces qué fue lo que hicieron en ese salón abandonado? ¿Una última follada? ¿Un polvo de despedida?

Harry levantó su puño para arrojarlo sobre la cara de Malfoy pero sintió que la escena de la noche anterior se repetiría otra vez. Excepto que ahora sería él el victimario y no la víctima.

Soltó el cuello de Malfoy y lo empujó.

—¿A ti qué más te da, Malfoy? ¿Acaso quieres sus sobras?

En los ojos grises cruzó una mueca de dolor. Acercó su cara a la de Harry y susurró.

—Me pones celoso, Potter. MUY celoso.

El aliento cálido de Malfoy hizo que de nuevo los pantalones apretaran la entrepierna de Harry.

—Al principio pensé que era porque tú tenías algo que yo quería —dijo con una mueca de asco—. ¿Te imaginas? ¿Yo, deseando a la asquerosa de Weasley?

Harry apretó los dientes y se contuvo nuevamente de golpearlo.

—Luego, fue todo muy claro. No era que tú tuvieras algo que yo quería. Era que ELLA tenía lo que yo deseaba. Te tenía a ti.

Acercó sus labios a los de Harry hasta casi tocarlos.

—Y no está en mi personalidad soportar que alguien tenga lo que yo deseo, Potter. Deseaba poder y me fue entregado — dijo tomando la mano de Harry y poniéndola en su antebrazo izquierdo —; deseaba libertad y tú me la diste.

Con un brazo sujetó la cintura de Harry y pasó la lengua por los labios del moreno.

—Ahora deseo esto —continuó apretando el paquete de Harry por encima del pantalón— y ningún Weasley va a quitármelo ahora que lo tengo tan cerca.

El sonido de las puertas del gran comedor abriéndose los separó. Harry volvió a pasar su lengua por donde había estado la de Malfoy.

—Así me gusta, Potter. Que quieras más de mí.

El ruido de estudiantes dirigiéndose a los jardines para aprovechar el día aumentaba. Malfoy se dirigió a la puerta y advirtió a Harry:

—Si acaso me entero que has dado a Weasley lo que por superioridad me pertenece, te haré sufrir un verdadero infierno. De momento me conformaré con la buena noticia que me has dado: Harry Potter ya no intercambiará fluidos con Ginevra Weasley.

Dicho esto salió del aula con un portazo dejando a Harry al mismo tiempo excitado y furioso.


La tensión en la sala común de Gryffindor podía cortarse con un cuchillo.

Hermione se había enfrascado en "La historia de Hogwarts" toda la tarde negándose a hablar con Ginny, Harry o Ron.

Comenzaba a ponerle los nervios de punta a cierto chico de gafas.

—¡Basta!—exclamó de repente —¡Hermione! ¡Tú y yo debemos hablar ahora mismo!

La chica fingió no haberlo escuchado desde detrás del grueso libro.

Con un movimiento de varita, dicho libro salió volando de las manos de Hermione a las de Harry quien lo azotó contra la mesa.

Hermione cruzó los brazos frente a ella y cerró los ojos con fuerza.

—¡No puedo creer que te comportes como una niña! —le reprochó Harry.

Acto seguido lanzó un Muffliato sobre el sillón en el que se encontraba Hermione. Incluso dejó fuera a Ron; no estaba muy seguro de que la conversación iría bien si él intervenía.

—Si no quieres hablar al menos, ¡escúchame! —dijo Harry con firmeza.

Inhalando con fuerza, Harry se preparó para expresarle a Hermione todo lo que estaba pasando entre Ron y él.

—No pasó nada, Hermione, te lo juro. Sólo dormimos juntos —se detuvo un momento considerando el siguiente paso a dar —. Él me contó que ha experimentado.

Hermione abrió los ojos pero mantuvo sus brazos cruzados.

—Y también me explicó que tú fuiste muy comprensiva con él. Eso fue todo lo que pasó, Hermione. Dormimos juntos como AMIGOS.

—¿Entonces por qué no tenías ropa interior?

De todas las preguntas que Hermione pudo haberle lanzado, no estaba preparado para ésa en particular.

—Draco-violento me los robó —murmuró casi para sí mismo.

Hermione apretó los labios como solía hacer cuando ponderaba una situación.

—¿Ron te contó que tiene a alguien en mente para seguir experimentando?—demandó la chica castaña.

—Me dijo que lo tenía pero no me dijo el nombre.

Hermione lo miró como calculando su respuesta.

—Si lo único que hicieron fue hablar; estoy segura que ya tienes una idea de quién se trata.

Nuevamente, Harry decidió honrar su amistad con la verdad:

—¿Soy yo? —preguntó en un susurro

La mirada de Hermione se anegó de lágrimas.

—¿Tienes una idea de lo terrible que se siente que el hombre al que más has amado te deje por tu mejor amigo?

Harry decidió que no era buena idea continuar con esa conversación en la sala común, así que tomó a Hermione por el brazo y juntos salieron por el retrato de la señora Gorda.

Caminaron por los pasillos en silencio hasta que Hermione soltó la pregunta que flotaba entre los dos.

—Ahora que has terminado con Ginny, ¿le darás una oportunidad a Ron?

Harry suspiró pero decidió continuar con la verdad.

—No lo sé —le respondió a Hermione —, es decir, en estos dos días he sentido mucha atracción hacia él. Algo que no había sentido antes. Pero, al mismo tiempo, siento mucha atracción por Malfoy.

—Pero la atracción por Malfoy ya la habías sentido antes.

Harry se detuvo en su caminata y la observó inquisitivamente.

—En sexto año —aclaró ella—; ¡Merlín!, te obsesionaste tanto. Pensé que en cualquier momento terminarías con Ginny e irías tras él.

Harry hizo una mueca. ¿Sería posible que ya hubiera una atracción entre Malfoy y él sin que lo supiera?

—Pero Ron es diferente —expresó finalmente —, es mi mejor amigo; no podría simplemente "experimentar" con él.

—Espero que todo esto se aclare pronto. Por tu bien y por el de él.

—Y por el tuyo también, Hermione —trató de consolarle —; aún no te he agradecido por curarme ayer. ¡Incluso mejoraste la graduación de mis lentes!

Hermione rió sin muchas ganas.

De pronto, al dar la vuelta en un salón de clases pudieron observar una figura doblada escribiendo furiosamente.

Ambos sacaron sus varitas y se acercaron sigilosamente. El único ruido en la habitación era el del furioso rasgar de la pluma contra el pergamino.

Al acercarse, Harry pudo distinguir el cabello platinado de Draco Malfoy y, por segunda vez en el día, se preguntó si ésta era una versión que ya conocía o acaso era otra más que agregar a la colección.

—¿Malfoy? —llamó Harry.

El chico en cuestión se levantó de su asiento y se dirigió a los recién llegados sin emoción en la voz:

—Potter, Granger.

Harry frunció el ceño pues no esperaba ser recibido con tanta parsimonia.

—¿Qué estás haciendo aquí, Malfoy?

—Estudiando —respondió secamente.

—¿No has estado en la biblioteca todo el día?—aventuró Hermione

Malfoy volvió su vista al pergamino donde escribía acerca de las pociones duplicadoras como si lo supiera de memoria.

—No; no he estado en la biblioteca recientemente.

El tono muerto del Slytherin no le estaba cayendo muy bien al chico de lentes así que trató de tener una reacción con algo más directo.

—¿No has pensado en agradecerme por ayudarte a no caer en Azkaban?

Draco continuó escribiendo furiosamente pero respondió.

—Lo he pensado —y, de inmediato, miró a los ojos a Harry y dijo en un tono perfectamente neutro —: gracias.

Con ello, continuó escribiendo sus notas como si nada hubiese pasado.

Hermione miró a Harry y le indicó que se retiraran. El chico pensaba negarse. Quería tomar a ese Draco por los hombros y agitarlo hasta obtener una respuesta con algo de emoción. Pero sabía que se arriesgaba a lastimar una parte de Malfoy así que simplemente comentó

—Es una lástima que no puedas alcanzar las notas de Hermione, ¿eh, Malfoy?

El aludido ni siquiera parpadeó.

Hermione tomó a Harry por la túnica y salieron juntos por donde habían llegado.

—Ésta debe ser la faceta fría de Draco. ¿Notaste como todo lo tomó sin emoción alguna?

Harry había decidido de inmediato que ésa no era su parte favorita de Draco.

—Entonces tenemos cuatro Draco Malfoy diferentes.

—Cinco —corrigió Harry y procedió a contarle su encuentro matutino a Hermione.

Mientras caminaban de vuelta a la sala común de Gryffindor, la chica enumeró en voz alta:

—Draco-amable, Draco-intelectual, Draco-violento, Draco-celoso y Draco-frío. ¿Crees que esas sean todas las partes de personalidad de Malfoy?

Harry se encogió de hombros. Estaba seguro que aún había piezas de Draco por ahí pero no podía estar seguro porque, descubrió, en realidad no conocía a Malfoy para nada.

Hermione parecía entender sus cavilaciones.

—Harry, te gusta Draco y lamentas no poder ayudarle más.

Harry asintió con pesadez.

—Sabes que no hay nada que podamos hacer ahora, ¿verdad? —le consoló Hermione—. Debemos mantener un monitoreo constante sobre todas las partes de Draco para evitar que se hagan daño.

Harry volvió a asentir; aunque una idea se había plantado en su mente después de que Hermione había mencionado la palabra "monitorear".

Al llegar a la sala común, Hermione dio un fuerte abrazo a Harry.

—Sé que no es tu culpa ni la de Ron que todo esto esté pasando entre nosotros, Harry —aclaró la bruja en un tono triste—. Quisiera seguir con él pero no puedo obligarlo.

La chica suspiró fuertemente.

—Supongo que hay que seguir adelante; pero de momento quisiera vivir este rompimiento sin tener que oír que mi ex novio se anda liando con mi mejor amigo —añadió —. Creo que lo que me alteró más fue el escuchar de Neville que habías amarrado a Ron a la cama. ¿Tienes idea de cuántas veces le pedí hacer eso?

Harry casi se ahoga con su propia saliva al escuchar esa declaración. ¡Iba a matar a Neville por estar inventando esa clase de chismes!


Al llegar la medianoche, Harry estaba listo para salir a buscar tantas partes de Draco Mafoy como le permitiera el tiempo. Antes, se había asegurado de que Ron durmiera profundamente (en su propia cama, muchas gracias).

Tomó el mapa del merodeador y su capa de invisibilidad y salió del dormitorio sigilosamente.

Al llegar al pasillo, activó el mapa y procedió a buscar las motas marcadas con la leyenda "Draco Malfoy". Pasó sus buenos diez minutos escaneando todo el mapa una y otra vez pero le era imposible encontrarlo.

Con el ceño fruncido, Harry empezó a pensar qué podía hacer para salvar ese plan fallido. Una idea cruzó su mente así que procedió a buscar afanosamente la mota marcada con el nombre "Blaise Zabini".

La encontró al cabo de un minuto en dirección a la torre de astronomía junto a un pequeño punto borroso que tenía una letra F marcada. ¡Quizás la marca de Draco Malfoy también se había dividido en el mapa!

Sin perder un minuto, Harry se encaminó en la misma dirección que las motas.

Al llegar a la torre de astronomía, Harry se aseguró de que ambos personajes se encontraran así. Se extraño al notar, en uno de los cuartos de observación de estrellas que la mota de Blaise Zabini se hallaba mezclada con el punto borroso marcado como F, de tal forma que podía distinguirse el nombre del primero como "Blafise"

Silenciosamente, Harry se acercó al cuarto de observación y pudo observar a Blaise sentado en una de las sillas con las piernas abiertas y la cabeza de Draco Malfoy entre ellas, claramente haciéndole un trabajo oral, por la forma en que la cabeza subía y bajaba. La posición lateral le permitía a Harry observar claramente el trabajo del chico rubio.

—Caray… ah… Draco… —oyó la voz del chico negro —, desde que… ah… tuviste ese accidente… uh, sin dientes, por favor… te has prestado más a esto.

El sonido gutural proveniente de Malfoy no se detenía ni por un momento.

—Es la tercera… hmmm… vez tan sólo hoy… aaah… Si sigues así vas a… ah… acabar conmigo.

Harry sintió una oleada de celos apoderarse de él. Quería alejar a Draco del idiota de Blaise. Abrazarlo y no permitirle volver a acercarse a ningún hombre por el resto de sus vidas.

—Sabía que tu… ufff… "amor"… aaaaah… por Potter era algo temporal y pronto… ah, así… volveríamos a tener nuestros encuentros.

Incapaz de soportar su nombre en la voz de Zabini, Harry entró al cuarto quitándose la capa de invisibilidad.

Blaise se levantó de sorpresa empujando a Draco quien cayó de espaldas entre los dos chicos.

La escena era surrealista para Harry. Ahí se encontraba Blaise Zabini con los pantalones en los tobillos, mostrando una erección tremenda. Harry pudo apreciar que Ron no había mentido con respecto a los hombres de raza negra. En el suelo, Draco Malfoy con la camisa y el pantalón desabrochados, dejando ver una truza verde brillante.

—¡Potter! —exclamó Blaise tratando de sonar rudo —. ¿Qué demonios se te perdió aquí?

Harry miraba a Draco a los ojos. Pudo observar en esos orbes grises un fuego especial que se incrementaba a medida que el tiempo pasaba entre sus miradas, fijas una en la otra.

—¡Lárgate, Potter! Éste es un servicio privado —exclamó Zabini volviendo a sentarse con las piernas abiertas —¡Malfoy!

Draco se sobresaltó y volteó a ver a Blaise. Con una mirada de arriba a abajo se volvió a colocar en posición pero esta vez se mantuvo mirando a Harry todo el tiempo.

Con una expresión retadora, Draco pasó su lengua por toda la longitud del miembro de Zabini. Los pantalones de Harry estaban a punto de reventar y su corazón latía a mil por hora.

—¿Qué es esto, Draco? —inquirió Zabini de repente— Estás lleno de lujuria últimamente…

El Slytherin lanzó una mirada calculadora a Harry y asintió en dirección a Draco.

Con una sonrisa, Draco engulló por completo toda la masculinidad de Zabini quien ahogó un gemido de placer y cerró los ojos. Al sacarlo de su boca Draco siguió mirando en dirección a Harry y dijo con lascivia:

—¿Quieres? Hay suficiente para los dos.

El cerebro de Harry dejó de funcionar y en ese momento olvidó quién era el chico en la silla. Lo único que podía procesar era la pequeña boca de Draco alrededor de ese mástil color caoba. Se acercó a la silla donde se encontraba Blaise y se arrodilló junto a Draco.

Sintió la mano de Zabini en su cabello. No se parecía en nada a la mano que Ron le había puesto la noche anterior.

Draco se acercó a la boca de Harry y lo besó. El sabor salado en la boca de Draco contrastaba con la suavidad de sus labios. Harry estaba seguro que el sabor se debía a la felación que le estaba propinando a Blaise. Mentalmente se hizo una nota para descubrir a qué sabría en realidad la boca de Malfoy sin la interferencia del otro Slytherin.

Draco colocó su mano encima de la de Blaise y, juntos, dirigieron la boca de Harry en dirección del miembro de Zabini que palpitaba con excitación. Harry trató de imitar el movimiento anterior de Draco y engullirlo todo de una sola vez pero se topó de repente con que su reflejo de ahogo se lo impedía.

Draco rió por lo bajo.

—¿Es la primera vez que tienes uno en la boca, Potter? —inquirió —. Se requiere algún tiempo de práctica para aprender a hacerlo como yo.

Acto seguido volvió a desaparecerlo por completo dentro de su boca.

—Intenta respirar profundamente por nariz —sugirió Zabini.

Harry siguió el consejo de Zabini y pronto se encontraba engullendo al menos tres cuartas partes del miembro del chico.

Draco, mientras tanto, besaba a Harry en el cuello mientras lo desprendía de su camisa e intentaba abrirle el pantalón.

—¡Diantres, Potter! —se quejó el rubio —¿Es que esto tiene un hechizo o algo así?

Harry tomó su varita del piso sin desocupar su boca y realizó el contraencantamiento no verbal.

—Quisiera saber… ah… por qué tienes un hechizo… candado sobre tus pantalones, Potter — comentó Zabini entre gemidos.

Malfoy había logrado abrir los pantalones de Harry y apreciaba los calzoncillos negros que le saludaban con un enorme bulto.

—Mucho mejor de lo que imaginaba —apreció.

Harry se sonrojó y sonrió en medio de su quehacer provocando un gemido de apreciación de parte de Zabini.

—Uff, Potter, eso que has hecho fue delicioso.

El rubio volvió a acercarse a la entrepierna de Zabini y comenzó a lamer la base, dando pequeños lengüetazos en los labios de Harry en el proceso. Incapaz de soportarlo más, el Gryffindor lo tomó por el cabello y, sacando todo el miembro de Zabini de su boca, procedió a besar a Malfoy como si nada existiera en el mundo.

—Qué escena tan caliente, chicos… —exclamó el chico negro tomando con sus dos manos su erección y procediendo a masturbarse frenéticamente.

Harry no oía nada. Estaba demasiado concentrado en pasar sus manos por el cuerpo delgado de Draco Malfoy.

De repente, Draco lo detuvo y colocó su cabeza y la de Harry junto a la palpitante rigidez de Zabini quien con un par de espasmos lanzó su semilla a la cara y el cabello de Draco y Harry.

Malfoy tomó su varita y dijo con voz clara "Tergeo" apuntándose a sí mismo y luego a Harry. Los jadeos de Zabini llenaban toda la habitación

Blaise se levantó de la silla; se abrochó el pantalón y se dirigió hacia la puerta.

—¿Es todo? —reclamó Draco.

—Ya te dije; es la tercera vez en el día. No puedo más —se quejó Zabini —. Además, ya tienes a mi reemplazo —exclamó gesticulando hacia Harry —. Lindo trasero, Potter. Si en algún momento Draco no te llena —dijo con sobrada intención —, sabes dónde encontrarme.

Y con esa última frase desapareció detrás de la puerta del cuarto de observación.

Malfoy se acostó en el helado piso de la torre y le dijo a Harry:

—De acuerdo, Potter, ¿activo o pasivo?

—¿Qué? —exclamó el aludido.

—Activo. O. Pasivo —repitió el Slytherin —. Que si quieres que te la meta o metérmela.

Al oír los término el sentido común volvió de repente a Harry. Apresuradamente se levantó del piso y empezó a abrocharse la camisa y los pantalones.

—¿Qué ocurre? —preguntó extrañado el rubio.

—Esto no debió pasar —sentenció el Gryffindor.

—Bueno, tampoco es para tanto; es sólo un desfogue sexual.

Harry lo miró como si le hubieran crecido tres cabezas.

—Al parecer tú también lo haces con Weasley —prosiguió —; debo admitir que he sentido curiosidad por la "capacidades" de tu amigo.

Harry terminó de fajarse la camisa y estaba por lanzarse la capa de invisibilidad encima cuando Draco ronroneó:

—Míralo como la manera de agradecerte el que me hayas salvado de Azkaban, Potter.

Con una última mirada hacia los ojos grises que lo estaban convenciendo de quedarse. Harry se lanzó encima la capa de invisibilidad y salió huyendo jurando no volver a hacer uso del mapa del merodeador para encontrar a Draco.