La suma de todas sus partes

La enfermería, de nuevo.

—No sabía que la lujuria era un rasgo de personalidad —dijo Hermione sirviéndose el desayuno la mañana siguiente.

Ron apretó la mandíbula y contempló a Harry.

—Entonces, usaste el mapa del merodeador para encontrar a Zabini y lo encontraste con Draco haciéndole una mam… —se detuvo al sentir la mirada de reproche de Hermione — teniendo sexo oral con él.

Harry asintió evitando por completo las salchichas fritas y sirviéndose más papa hervida.

—¿Y lo único que hiciste fue salir de ahí?

Por supuesto que el Gryffindor había omitido los detalles más pecaminosos de la historia. Tampoco es que quisiera que sus mejores amigos, uno de los cuáles parecía dispuesto a irse a la cama con él, se enteraran de todas sus aventuras sexuales. Harry miró a Ron y afirmó ferozmente con la cabeza.

Hermione lo contempló. Parecía que últimamente Harry tenía en el rostro todas las respuestas que ella necesitaba.

—Bueno, más vale que dejemos de preocuparnos. El día de hoy vas a visitar a Teddy en casa de Andrómeda y yo iré a seguir la terapia con mis padres —zanjó finalmente Hermione —. ¡He tenido progresos fantásticos! ¡Mi madre ha recordado la fiesta que me hicieron cuando cumplí ocho años!

Harry le dedicó una sonrisa genuina y Ron murmuró "Genial…" sin apenas fuerzas.

—¿Quieres venir conmigo a casa de Andrómeda? Teddy siempre quiere jugar con más personas y ella ya no aguanta tanta emoción.

Ron suspiró antes de responderle:

—Dean y Seamus quieren que vayamos a la tienda de bromas. Después de eso tengo que trabajar en el ensayo de McGonagall.

Hermione apretó los labios, deteniéndose de comentar que Harry y ella ya habían terminado el ensayo la noche del viernes.

Al terminar de desayunar, Harry y Hermione se dirigieron a la chimenea del despacho de la directora McGonagall para emplear la red flu. La fila estaba particularmente reducida ese domingo. Harry observó con interés que no se encontraba Draco Malfoy quien, como parte de su sentencia, debía acudir cada dos semanas a evaluación y tratamiento psicológico a San Mungo.

Harry supuso que esa semana no le tocaría sesión. Contemplar la posibilidad de que sus duplicados no asistiesen al hospital y eso le trajera consecuencias negativas le provocó una ligera ansiedad.

Seguía pensando en eso cuando la directora lo llamó al frente y le ofreció el frasco con polvos flu. Harry los arrojó al fuego y le dedicó una sonrisa a Hermione quien esperaba detrás de él su turno para viajar. Con la horrible sensación de que algo iba muy mal con Malfoy, el chico se trasladó a casa de los Tonks.


La casa de Andrómeda se encontraba iluminada por el sol dominical. Harry alcanzaba a oír la risa ligera de Teddy a lo lejos. Sonrió para sí mismo mientras sacudía el hollín de su pantalón. Podía visualizar perfectamente a Teddy cambiando el color de sus cejas mientras reía.

Caminó por la casa buscando el origen de la risa. La cocina y la sala se encontraban vacías así que se dirigió, por la pequeña puerta de madera hacia el huerto de la casa.

Al salir pudo observar a Andrómeda sentada junto a una mesa muggle plegable. La tetera y el juego de té se encontraban usados. La mujer tenía una clara sonrisa y comía una galleta observando la escena frente a ella.

Cargando al pequeño Teddy de rubios cabellos se encontraba Draco Malfoy, aupándolo arriba y abajo provocando las risas incontenibles del pequeño bebé.

Harry ahogó una exclamación. No se atrevía a moverse por temor de arruinar la escena.

Andrómeda se percató de su presencia y lo saludó con alegría:

—¡Harry, querido! ¡Bienvenido! Acércate.

Harry titubeó. Sus piernas se movieron en automático hacia la mesa de té.

—¿No te parece maravilloso? Draco ha venido a visitar al pequeño Teddy.

—¿Por qué? —preguntó Harry con genuina curiosidad.

—El gran Harry Potter cree que sólo él puede visitar a Teddy, por supuesto —replicó Malfoy —. Te diré algo, Potter, ellos son más familia mía que tuya.

Andrómeda se levantó con las manos en actitud defensiva.

—Oh, Draco, no es esa la razón por la que pregunta Harry, ¿cierto? —explicó la bruja con una mirada significativa hacia el Gryffindor.

Harry asintió. La hostilidad de Draco lo puso en alerta. "¿Podría ser Draco-agresivo?". Repasó mentalmente las personalidades que había encontrado hasta ese momento. "¿Draco-celoso?"

—Le comentaba a mi querido sobrino —continuó Andrómeda — cómo siempre haces reír a Teddy y, bueno, él quiso intentarlo.

El niño aún reía y su cabello se parecía cada vez más al de Draco.

—¿Cómo es que McGonagall te dejó venir aquí, Malfoy? —inquirió Harry.

—Lo invité después del juicio —explicó en su lugar la mujer —, intenté hablar con Narcissa también, pero…

—Mi madre aún está impresionada por todo lo que ha pasado —interrumpió Draco sin mirar a Andrómeda.

—No se lo habían permitido hasta que el psicomago de San Mungo lo dió de alta.

—Y eso ocurrió la semana pasada —concluyó Malfoy deteniendo el juego con Teddy.

Harry volvió a asentir. Trataba de entender a ese nuevo Malfoy sin malicia contra Andrómeda, jugando con Teddy.

—Que hayas llegado ha sido muy conveniente, Harry —siguió hablando Andrómeda —; debo hacer algunas visitas a tiendas y me parece muy poco educado que Draco se quede sólo con Teddy. Disculpa, querido sobrino —dijo dirigiéndose al rubio —, pero dijiste que enviarías una confirmación y no te esperaba el día de hoy.

—Puedo cuidar al pequeño mucho mejor que Potter —La mirada de Malfoy se encendió con furia, ignorando las últimas palabras —. Sólo déjame unas horas con él y lo verás. Será un mejor mago después de estar conmigo que toda una vida con Potter.

Harry rodó los ojos. Al parecer esta personalidad era muy competitiva.

—Pero, Draco —replicó la bruja de nuevo en tono conciliador —, Harry te ayudará a cuidar mejor a mi nieto. Después de todo, él ya sabe dónde está todo en esta casa. Deja que pase este primer fin de semana y después podrás demostrarnos a todos que eres el mejor. Sólo estamos… —pausó dramáticamente— nivelando el juego.

Harry se maravilló de las tácticas de persuasión de Andromeda Tonks. No cabía duda que era una Black y una miembro de la casa de Slytherin.

Malfoy contempló la posibilidad que le presentaban. Observó a Teddy en sus brazos que había reconocido a Harry y había cambiado su tono de cabello al castaño del Gryffindor. Torció la boca y finalmente escupió:

—De acuerdo, pero no quiero que me estorbes, Potter.

—¡Fantástico! Entonces los dejo sólos. Harry, recuerda los horarios de Teddy. Está a punto de dormir, aún más porque estuvo jugando con Draco. Su siguiente biberón le toca a las...

Harry dejó que su mente divagara escuchando a la bruja y observando a Draco. El Slytherin trataba de que Teddy no viera a Harry por todos los medios posibles pero se le estaba dificultando hacerlo sin que el bebé se pusiera a llorar.

¿Quién era este Draco y cómo es que Andrómeda lo había aceptado tan fácilmente? La personalidad de este Draco era muy parecida a la original, ¿sería posible que el efecto de la poción hubiese pasado ya?

Andrómeda utilizó finalmente los polvos flu después de repetir diez veces más las instrucciones para cuidar al bebé. Draco no había permitido que Harry lo cargara ni un minuto.

Harry contempló el semblante tranquilo de Teddy en los brazos de Malfoy. El niño tenía el cabello castaño con luces platinadas. Era increíble lo fácil que se había adaptado al Slytherin; Harry se encontraba asombrado pues ni siquiera le agradaba que Ron o Hermione lo cargaran. Las pocas veces que Ginny había intentado cargarlo había resultado pateada y mordida.

Malfoy continuaba jactándose de lo fácil que había sido dormir al bebé y preguntaba a Harry sobre el menor tiempo en el que el moreno lo había logrado.

"Creo que tendré que mantenerlo ocupado". La mente de Harry voló a la noche anterior. Sin embargo, detuvo esos pensamientos con una sacudida de cabeza. No era correcto aprovecharse de Draco si es que aún estaba bajo los efectos de la poción.

Decidió, entonces, seguir el ejemplo de la hermana Black.

—¿Sabes, Malfoy? —comenzó Harry—. Creo que no eres capaz de vencerme en ajedrez mágico.

La mirada de Malfoy soltó un destello.

—No creas que por estar agradecido de que me hayas defendido en el juicio te dejaré ganar, Potter.


La tarde había pasado sin mayores incidentes para Harry y Malfoy. Después de jugar ajedrez mágico habían competido en gobstones, snap explosivo y Harry incluso se las había ingeniado para convertir la hora de la comida en una competencia. Draco era difícil de vencer pues siempre trataba de encontrar argumentos para invalidar sus derrotas.

Al regreso de Andrómeda, ambos chicos se encontraban exhaustos y listos para volver a Hogwarts. Draco hizo todo lo posible para ser el primero en usar la chimenea de vuelta pero eso no le importó a Harry. Se encontraba completamente feliz luego de la visita.

—¡Bienvenidos! —dijo la profesora McGonagall con poco ánimo —. Estoy segura que vienen exhaustos así que les pido que se retiren a sus salas comúnes.

Harry y Draco salieron de la oficina de la directora en silencio.

—Bien... —comenzó Harry nervioso.

Esperaba poder hablar sobre las emociones que le estaba provocando. Se encontraba totalmente confundido. ¿Acaso Draco Malfoy sentía algo por Harry Potter antes del accidente? ¿O sería que la poción estaba alterando la emoción del Slytherin?

"Amor por Potter" había dicho Zabini la noche anterior, pero también que "volverían a tener sus encuentros". ¿Acaso Zabini y Malfoy eran pareja?

—Apuesto que podré llegar a mi sala común antes que tú a la tuya —dijo Malfoy sin malicia alguna.

—¿Qué? Espera, Malfoy.

—Tu truco de que espere no volverá a funcionar, Potter —exclamó comenzando a correr hacia el pasillo opuesto —¡Seguro que la próxima vez que veamos a Teddy tendrá mi cabello!

La voz de Draco y el resonar de sus pasos se mantuvo por un corto tiempo. Harry contemplaba el pasillo vacío sin moverse un centímetro.

—¡HARRY! —escuchó la voz de Hermione detrás de él —. ¡TIENES QUE VENIR RÁPIDO! ¡TAMBIÉN LA PROFESORA MCGONAGALL!

Harry se volvió al mismo tiempo que Minerva McGonagall salía de su despacho.

—¡Señorita Granger! —exclamó la directora —. ¿Qué clase de gritos son esos?

—Se trata de Malfoy y de Ron —exclamó la joven. El corazón de Harry empezó a palpitar rápidamente y comenzó a correr en dirección de la enfermería sin esperar a nadie.

—Ron se encontró a Malfoy camino al castillo… —alcanzó a escuchar pero no fue capaz de comprender el resto pues se había alejado demasiado.

Harry abrió las puertas con violencia esperando encontrar una escena dantesca. Sin embargo, sólo se encontró con Ron, empapado completamente, junto a una cama ocupada por un bulto.

Sólo que no era un bulto pues pudo distinguir claramente el platinado cabello de Draco Malfoy.

—¡Malfoy! —gritó Harry corriendo a su lado.

Ron se hizo a un lado para dejarlo acercarse.

—Está inconsciente; ya está estable, gracias a la señora Pomfrey —explicó el pelirrojo.

La profesora McGonagall apareció detrás de Harry junto a Hermione.

—¿Fue entonces cuando usted los ayudó a subir a la superficie, señorita Granger?

—Sí, Ron trajo a Malfoy acá y yo corrí a encontrarla, profesora.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Harry en un susurro.

—Me gustaría que nos explicara la situación con sus propias palabras, señor Weasley — solicitó la bruja con firmeza.

La señora Pomfrey había aparecido con una manta gruesa que colocó en la espalda de Ron.

—Bueno —comenzó éste—, había ido a visitar a Hagrid, ¿sí? Le estaba ayudando a cuidar unos nifflers para su clase de esta semana.

Comenzó a tiritar debajo de la manta y la señora Pomfrey comenzó a lanzar encantamientos alrededor de él.

—Estaba de regreso al castillo, iba a ir a la biblioteca a… a empezar el ensayo para Transformaciones —. Lanzó una mirada tímida a la profesora quien se mantuvo impávida —. Entonces lo vi; Malfoy estaba en la orilla del lago, atado a una piedra que levitaba a su lado.

Harry comenzaba a impacientarse. Ron estaba tomando demasiado tiempo para explicar lo sucedido.

—De repente, agitó su varita y la piedra voló hacia el lago —. Ron tembló, pero ya no era a causa del frío —. El cuerpo de Malfoy salió volando hacia el lago. Corrí hacia donde se encontraba y tomé su varita —. Sacó de entre su túnica la varita de Malfoy tan conocida por Harry —. Lancé el hechizo seccionador antes de que cayera para liberarlo de la soga pero… creo que fallé un poco.

Harry, que había concentrado su mirada en el rostro tranquilo de Malfoy, comenzó a revisar el cuerpo del rubio. El pantalón estaba lleno de sangre en su pierna izquierda.

—Alcancé a liberarlo de la piedra. Supongo que ya estaba inconsciente y empezaba a hundirse. No lo pensé dos veces y me lancé al lago.

—¿Por qué no un hechizo de levitación? —inquirió Hermione.

Ron se sonrojo.

—Como dije, no lo pensé bien— respondió—. En fin, lo alcancé y lo llevé a la orilla. Ahí fue donde nos encontró Hermione y nos ayudó a salir del agua.

Harry podía imaginarlo a la perfección: el cuerpo delgado y el perfil aristocrático de Draco sostenido en los fuertes brazos de Ron; con su amplio pecho abriéndose paso a través del lago.

Harry se sorprendió a sí mismo fantaseando con Malfoy y su mejor amigo. Se sonrojó ligeramente y tomó la mano del Slytherin.

—Poppy, ¿cómo se encuentra? —preguntó McGonagall a la enfermera.

—Sólo puedo estar segura de que va a estar mejor. En su situación cualquier hechizo diagnóstico no dará resultados.

Hermione se mordió el labio, pero finalmente habló:

—Profesora, debemos decirle algo acerca de Malfoy.

La profesora la miró desde sus la montura de sus lentes.

—¿Te refieres al efecto duplicador de la poción? —. Harry contuvo el aliento —. Creo, señorita Granger, que subestima el intelecto y la experiencia del Profesor Slughorn, la señora Pomfrey y de mí misma.

—¿Lo sabían? —preguntó Hermione sorprendida.

—Desde el primer día, por supuesto. La señora Pomfrey vio a todas las partes del señor Malfoy salir de esta misma habitación.

—¡¿Y no hizo nada al respecto?! —exclamó Harry indignado.

—Ni la señora Pomfrey ni nadie habría podido detener el efecto de la poción, Potter —replicó la directora —¿Es que acaso no ha investigado lo que ocurre en caso de que los duplicados se enteren de la existencia de los demás?

Harry sintió un golpe de culpa en su pecho. Tímidamente dirigió una mirada de disculpas a la enfermera.

—Sí, Hermione me lo dijo.

—Por desgracia —continuó la bruja —, no podemos hacer nada hasta que el profesor Slughorn cree el antídoto o el efecto desaparezca por sí mismo. No sabemos qué ocurrirá primero. Por lo pronto —explicó —debemos mantener las partes de Draco Malfoy bien vigiladas.

Harry quería hacer más preguntas. Pedirle a la profesora que le explicara si los sentimientos de Malfoy eran reales o producto de la magia. Pero en el momento en que iba a comenzar el interrogatorio la mano que sostenía lo apretó. Harry volteó hacia el cuerpo inmóvil de Malfoy y se encontró que el chico estaba despertando.

—Harry… —susurró ligeramente.

—¡Señor Malfoy! No se mueva demasiado. Han sido demasiadas emociones por el día de hoy —le ordenó la señora Pomfrey.

—¿Se ha detenido la hemorragia, Poppy?

—Por supuesto, profesora —dijo con orgullo la aludida.

—Entonces, creo que debemos dejar descansar al señor Malfoy. Granger, Weasley, Potter, vayan de inmediato a su sala común —Ron apretó los puños en sus piernas —. En honor a su valiente acción, señor Weasley —continuó —, le permitiré entregar el ensayo el próximo viernes. ¡Cincuenta puntos para Gryffindor! —anunció antes de salir de la enfermería.

Hermione caminaba detrás de ella pero volteó al ver que Ron no se había movido.

—¿Harry? —exclamó el pelirrojo con cautela —, ¿nos vamos?

—Señora Pomfrey —dijo el moreno —, ¿me permitiría acompañar a Draco un rato?

—No más de veinte minutos, señor Potter, el señor Malfoy apenas se está recuperando. Señor Weasley, si necesita quedarse le prepararé una cama.

—No es necesario —contestó Ron bruscamente. Se levantó de mala gana y rebasó a Hermione de camino a la puerta —. Vamos. No hay nada importante aquí.

Harry los contempló retirarse sin decir una palabra. Nuevamente sintió un nudo de culpa en la garganta.

—Ha- Harry Potter —. El débil gemido de Draco hizo que su atención se dirigiera al chico en la cama.

—¡Malfoy! —exclamó —No te esfuerces, perdiste mucha sangre.

Malfoy abrió ligeramente los ojos y se quedó estupefacto al darse cuenta con quién se encontraba. Harry escuchó a la señora Pomfrey cerrar las cortinas que les darían privacidad.

—¿Harry? ¿Dónde estoy? ¿Qué haces aquí? —preguntó el rubio con voz débil.

—Creo que el que debe explicar eres tú —terció Harry.

—¿Qué- qué quieres decir?

—¿Qué era lo que pretendías con esa roca?

Draco soltó la mano de Harry y se cubrió con la manta hasta desaparecer bajo ella.

—¡Malfoy! ¡No vas a huir de esto! ¡Explícame qué es lo que te ocurre!

Harry escuchó a Draco empezar a sollozar bajo la manta. Resistió el impulso de sacar a Malfoy de debajo de ella y, en cambio, preguntó suavemente.

—Puedes contármelo.

Draco bajo un poco la manta. Profundos surcos de lágrimas cruzaban su rostro.

—No- No es nada. Fue una… eh… una equivocación.

Harry lo miró intranquilo. Esta faceta de Draco se mostraba más nerviosa que el resto. Comenzó a comparar a este Draco con el que había pasado la tarde entera.

—¿Harry? —preguntó el Slytherin suavemente —¿puedo… eh… hacerte una pregunta?

Con una leve inclinación, Harry le indicó a Draco que continuara.

—¿Hay algo entre Weasley y tú?

Harry parpadeó. Seguramente este Draco había escuchado los rumores del día anterior.

—Eh… —titubeó Harry. No, razonó, no había nada entre Ron y él salvo una amistad profunda. —Somos amigos.

—Oh…

Las manos de Draco eran un manojo de nervios; las cambiaba continuamente de posición y apretaba las mantas.

—¿Por qué la pregunta? —aventuró Harry.

Draco no contestó. En su lugar volteó su cuerpo dándole la espalda al Gryffindor.

—No- No es nada importante —comentó Draco cada vez más bajo.

Harry pensó que esa personalidad se desviaba por completo de lo que conocía de Malfoy. El nerviosismo extremo y sus respuestas comenzaban a exasperarlo.

—Me parece que estás mejor, Malfoy. Me retiro.

¿Qué era lo que le había visto a Malfoy? Este chico no resultaba ni un poco atractivo. ¡Quién se imaginaba que Draco podía ser tan inseguro!

—No —dijo quedamente el chico desde su cama.

Harry esperó un momento sin hacer movimientos.

—No he podido agradecerte por haberme ayudado a evitar Azkaban —murmuró.

Harry se dirigió a la salida de la enfermería sin decir nada. Habría jurado que escuchó a Draco decir "No es como si valiera la pena protegerme".


El camino a la torre de Gryffindor le empezaba a pesar a Harry. ¿Ron estaba molesto con él por quedarse con Malfoy? ¿Cuántas personalidades más tendría que encontrar? ¿Se acabaría el efecto pronto? ¿Qué pasaría con Draco después de que volviera a la normalidad?

—Y esta última personalidad no es nada atractiva —caviló en voz alta.

El impulso de ir al baño se apoderó a Harry. Había apostado con Draco-competitivo que podía beber más té que él. Aunque estaba seguro de haber ganado la apuesta, Draco se las había ingeniado para confundirlo. Ahora estaba pagando el precio.

Harry se alivió en el baño más cercano. Se estaba tomando su tiempo. Habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo: ya no tenía novia, su relación con Ron era confusa y le había hecho sexo oral a Blaise Zabini.

Mientras se lavaba las manos, Harry escuchó a alguien canturrear ligeramente. Apenas se acercaba a la puerta cuando ésta se abrió de par en par y, repentinamente, se encontró de frente con Draco Malfoy.

Dio un paso atrás y lo examinó de arriba a abajo. Llevaba un pantalón de tela muy fina. Harry no conocía de materiales, pero recordaba que el tío Vernon tenía un traje idéntico que la tía Petunia no le permitía usar salvo en ocasiones particularmente especiales.

Su camisa de seda negra contrastaba a la perfección con el tono pálido de su piel. Le ajustaba a la perfección y marcaba su espalda de una manera muy masculina. Draco no tenía, ni por asomo, el cuerpo musculoso que había desarrollado Ron durante la guerra y tampoco se acercaba al tonificado cuerpo de Harry; pero su cuerpo también denotaba sensualidad y musculatura por arriba del promedio. El Gryffindor estaba seguro, sin haberlo comprobado antes, que su cuerpo se parecía al de los modelos que aparecían en las revistas muggles que compraba su tía.

Malfoy sonrió al observar a Harry.

—Potter, ¡qué agradable sorpresa! —exclamó —. No esperaba encontrarte en este lugar tan sucio.

Harry tragó saliva. El cabello en perfecta posición y el delicioso aroma que exudaba le habían arrancado las palabras.

—No lo menciones. ¡Me veo fabuloso! —continuó el rubio —. ¿Sabes lo difícil que es arreglarse para venir al baño?

Harry retrocedió de nuevo para dejarlo pasar hacia los inodoros pero Draco no avanzó. Su postura era perfecta y sus manos mostraban una manicura excelsa.

—¿No vas a decir nada? —inquirió el Slytherin —Entonces, déjame la plática a mí.

Draco se acercó a Harry con movimientos hipnóticos. El moreno siguió dando pasos hacia atrás hasta toparse con un lavamanos.

—No he podido agradecer tu intervención en mi juicio —dijo Draco con tono suave.

Harry parpadeó. Ahí se encontraba otra personalidad de Draco. Comenzó a levantar sus manos, deseando tocarlo para saber si era verdad.

—¡Pero mira qué guapo me veo con esta ropa!

Harry levantó la mirada y descubrió que Draco no lo veía a él sino al espejo del lavabo. Harry se sonrojó. ¿Le estaba coqueteando o esta personalidad era así de cínica? No lo sabía así que detuvo sus manos y se esforzó en formar una respuesta.

—Déjame salir, Malfoy; no quiero interrumpir tu sesión de autoenamoramiento.

Draco le sonrió y Harry sintió sus piernas volverse de gelatina. Sus dientes eran de un tono marfil y estaban perfectamente alineados, pero lo que en realidad había hechizado al moreno era el carisma que emanaba.

—Potter, Potter, Potter… al verte aquí me pregunto por qué me pareces tan atractivo. Digo, no eres tan guapo como yo y te vistes como si hubieras comprado todo en un basurero.

Harry empezó a sentirse ofendido. Estaba a punto de empujar a Malfoy y largarse del baño, pero, entonces, el rubio continuó.

—Sin embargo, has captado mi atención. Estoy seguro que, con un día siendo mi novio, podría convertir toda esta mediocridad en algo tan hermoso que sea digno de mí mismo.

Harry no se consideraba demasiado guapo. De hecho, se consideraba bastante mediocre en ese aspecto. Era cierto, Ginny con frecuencia le mencionaba a alguna chica que moría por él, pero solía achacarlo a la fama que había forjado en la lucha contra Voldemort. Harry inmediatamente pensó en Draco-lujurioso y la facilidad con que iba a ofrecer su cuerpo. Sintió que su estómago se estrujaba al pensar que en realidad Draco no lo quería como lo había imaginado.

—¿Por qué la expresión triste, Potter? —preguntó Malfoy —. ¿No piensas que me vería muy galante contigo junto a mí? ¡Piénsalo! El conquistador del señor tenebroso y el hombre más guapo de Inglaterra, ¡una combinación perfecta!

Harry cerró los ojos. La atracción de ese Draco por él era pura vanidad, todo se trataba de él mismo. ¿Y si así era con todos? Draco-competitivo no había mostrado ningún interés salvo en vencerlo, Draco-frío y Draco-intelectual tampoco habían mostrado ninguna atracción hacia él.

El Gryffindor empujó con fuerza al rubio..

—¡No me molestes, Malfoy! —gritó —. No me interesan tus tonterías.

Harry se dirigió a la salida de prisa sin voltear a ver a Draco-vanidoso. Su corazón palpitaba con fuerza. Ninguno de los Malfoy estaban interesados realmente en él.


Al llegar a la sala común, la cabeza de Harry daba demasiadas vueltas. ¡Había sido un idiota por preocuparse tanto! Draco Malfoy no valía la pena.

—¿Estás bien? —preguntó la voz de Ron desde la sala alrededor de la chimenea.

Harry se sorprendió. No esperaba ver a nadie en la sala común; no había oscurecido aún por lo que muchos aún se encontraban disfrutando el domingo.

No sabía si se encontraba bien. ¿Era posible estar triste por una relación que nunca existió? Harry comenzó a caminar hacia los dormitorios consciente de que Ron lo seguiría.

—Quiero hablar contigo, Harry —le llamó.

Harry no se encontraba con humor para lidiar con la situación así que se dirigió a su cama ignorando por completo al pelirrojo.

Pero Ron lo alcanzó y jaló su brazo.

—No me obligues a ponerme rudo, Harry —dijo con una sonrisa —. Bien sabes que soy más fuerte que tú.

Harry jaló con fuerza su brazo para soltarse pero aún así se detuvo dándole la espalda a Ron.

—No quiero hablar ahora, Ron.

—Necesito que respondas mis preguntas, Harry —el tono sonriente había desaparecido por completo.

Harry no respondió. Tenía una idea de lo que Ron quería decirle, pero el dolor de su último encuentro con Draco lo había dejado demasiado alterado y temía cometer una grave equivocación.

—Dime, Harry —prosiguió el joven Weasley —¿todo lo que nos contaste acerca del encuentro con Draco-lujurioso es cierto?

El corazón de Harry palpitaba con fuerza. El color subió a sus mejillas. Recordó el largo miembro de Zabini y la extraña pero placentera sensación de ahogo al tenerlo en su boca. ¿Debía decirle la verdad? "No, Ron, la verdad es que Zabini se corrió encima de mi cara y la de Malfoy". Incluso en su cabeza, que sabía que era real, sonaba completamente loco. Sin embargo, tampoco deseaba seguir mintiendo a Ron.

—¿A- A qué te refieres? —cuestionó.

—¿No te involucraste sexualmente con Malfoy...?, ¿o con… Zabini?

Harry se quedó callado. Incluso al haberlo repetido en su cabeza no parecía que hubiese pasado hacía menos de veinticuatro horas.

—¡Contéstame! —demandó Ron.

—¿Por qué quieres saber? —gritó a su vez Harry.

Ron lo sujetó del cuello de la camisa con violencia.

—¡Porque imaginarte con Malfoy o con Zabini me está matando!

Las respiraciones agitadas de los dos Gryffindor resonaban entre ellos.

—¿Y qué vas a ganar si te digo que le hice una mamada a Zabini?

Ron soltó la camisa de Harry.

—Puedo entender perfectamente el sexo sin compromiso, Harry —explicó el pelirrojo —, pero me habría gustado ser el primero en probar tu boca —susurró acercándose a sus labios —. Quizás no te has dado cuenta, pero tus labios son muy sensuales. No tienes idea de las veces que me he masturbado imaginándolos alrededor de mi verga.

El rubor de Harry aumentaba. Seguía pensando en Draco pero empezaba a sentirse halagado por las palabras de Ron.

Ron Weasley era mucho más alto que Harry así que para hablarle tan cerca había encorvado su espalda. Harry notó el pecoso cuello tensado por el esfuerzo de mantenerse a la altura del moreno. Por un momento quiso abrazarlo y besarlo con fiereza; pero recordaba las palabras que le había dicho Hermione. Se alejó del pelirrojo y le dio la espalda.

—Harry, no me digas que no has imaginado hacerlo conmigo. Puedo verlo en tus ojos —acusó —. Incluso con todo lo que sientes por Draco Malfoy esperas que te haga mío.

Harry comenzó a temblar; las lágrimas amenazaban con salir.

Ron tampoco estaba interesado en él de verdad. Sólo quería tener sexo.

—No voy a acostarme contigo, Ron.

Después de haber dicho eso, Harry se dirigió a su cama, cerró las cortinas y lanzó un muffliato. Una vez que se aseguró de que Ron no iba a acercarse se lanzó a llorar.