La suma de todas sus partes

5. La cicatriz. Insecure!Draco.

Harry había logrado evadir a Ron desayunando en las cocinas y fingiendo que se enfocaba demasiado en todas las clases, para regocijo de Hermione. "Oh, me di cuenta que Teddy necesita un buen ejemplo" había dicho cuando Hermione lo cuestionó sobre el libro que revisaba mientras esperaban la clase de Transformaciones.

Hogwarts, por su parte, se encontraba en un revuelo de cotilleo. Los encuentros con las diferentes partes de Draco Malfoy se habían multiplicado. Un chico de primero contaba cómo había sido perseguido por un chico platinado lanzándole maldiciones mientras que los Ravenclaw juraban que Malfoy había embrujado el baño del cuarto piso para llenarlo de espejos. Ernie McMillan, sin embargo, estaba dispuesto a retar a duelo a cualquiera que dijera que Malfoy no se había pasado todo el fin de semana en la biblioteca. El momento más impactante para los Gryffindor había sido cuando un par de chicas de tercer año se habían acercado a Ron para preguntarle si había sido Malfoy la persona que había salvado del lago. El color había subido a la cara de Ron y explicó una gran historia que tenía que ver con el examen de aurores y Harry disfrazado de Draco.

Al final de una clase de Transformaciones particularmente difícil, la profesora McGonagall los llamó para que se quedaran un momento.

—Creo que es necesario recalcarles —comenzó la profesora con severidad — que la seguridad del señor Malfoy depende del secreto. No sabemos qué ocurrirá si alguna parte llegara a enterarse de la existencia del resto.

Los Gryffindor asintieron en silencio. Harry sintió una presión en el estómago de sólo pensar en lo que podría ocurrirle al Slytherin.

—Tampoco sabemos en cuántas partes se ha dividido el señor Malfoy. Incluso si la señora Pomfrey vio salir a varios, el profesor Slughorn cree que existe la posibilidad que se haya dividido aún más en el transcurso de los días.

Hermione ahogó un grito y se llevó las manos a la boca.

—Profesora, eso es muy peligroso para la integridad de Draco.

—Somos conscientes de eso, señorita Granger —contestó —, quizás debamos tomar medidas extremas si es que el efecto no termina en unos días más —. La profesora apretó los labios en una mueca preocupada —. Mientras tanto, debemos asegurarnos que nadie más se entere de la situación. Los profesores estamos tratando de mantener ocultos los duplicados —continuó —, por ejemplo, el profesor Flitwick consiguió convencer al señor Malfoy en la biblioteca de recibir un encantamiento desilusionador que lo apartará de la vista del señor McMillan. Sin embargo —, pausó —, otras personalidades han resultado más… difíciles.

Harry pensó en el Draco-violento y en el Draco-lujurioso. ¿Cómo iban a hacer para mantenerlos alejados del resto de los estudiantes?

—Así que, Potter —. El chico se sobresaltó al escuchar su nombre —. ¿Has intentado rastrearlo con tu mapa?

Harry tragó saliva pero asintió.

—¿Has tenido suerte?

—No —respondió sin parpadear. Pudo sentir a Hermione tensarse junto a él —. Es decir, parece que el nombre ha desaparecido del mapa.

La profesora frunció el ceño.

—Es una mala señal, señor Potter —comentó la profesora—, por lo que me explicó alguna vez Remus, el mapa es capaz de sentir la vibración mágica de la gente en el castillo. Que no pueda encontrarlo es una señal de que la magia del señor Malfoy está debilitándose.

Harry tragó saliva y apretó los puños. Era imposible. La magia de Draco era lo suficientemente fuerte para soportar la división.

La profesora McGonagall se dirigió a la salida del aula meditando.

—Seguiremos ocultando a los Malfoy hasta que este lío se arregle. Estamos seguros que ustedes son los únicos que han descubierto lo que ocurre; el resto del alumnado debe mantenerse ignorante de todo esto. ¿Queda claro?

Los tres jóvenes afirmaron, con Hermione diciendo un suave "sí". Satisfecha con su respuesta pero aún visiblemente estresada, la profesora los dejó sólos.

—¿Por qué no le dijiste que habías encontrado a Malfoy en el mapa? —cuestionó Hermione.

—¿Crees que habría sido una buena idea explicarle la posición de Malfoy en ese momento? —contraatacó el aludido.

Ron resopló. Era evidente que todavía estaba alterado por la situación. Hermione no respondió.

Harry no se preocupó por ninguno de los dos. Aún seguía dolido con Ron por jugar así con Hermione y con él; y tampoco sentía que hubiera mucho que decirle a la bruja. Sus emociones por Malfoy eran lo suficientemente difíciles como para tener a su amiga taladrando dentro de ellos.

—Iré a ver al profesor Slughorn —soltó de repente Hermione mientras salían del aula —. He hecho bastante investigación sobre la duplicación, más allá de la poción. Creo que podría ayudarle.

Sin esperar la respuesta de ninguno de los chicos, Hermione se adelantó en dirección a las mazmorras de Slytherin.

Harry no había pensando en la posibilidad de encontrarse cara a cara con Ron. Su mente comenzó a buscar excusas para dejarlo sólo, pero el pelirrojo aprovechó el momento para hablar con él.

—¿Ignorarme es algo así como un modo de tortura? —inquirió.

Harry guardó silencio. No se atrevía a mirarlo pues sabía que las emociones iban a fluir y muy probablemente terminaría en una terrible pelea entre los dos. Harry había embotellado su ira el tiempo suficiente.

—Quiero que las cosas no sean raras entre nosotros, Harry —explicó —. Es decir; sí quiero que seas el siguiente chico para experimentar, pero no quiero que sea raro.

Harry comenzó a sentir su ira aumentar, si es que eso era posible. ¿Cómo no iba a ser raro el tener sexo? ¡Eran casi como hermanos!

—Sé que tú también estás dispuesto a esto —continuó acercándose a él. Los increíbles ojos azules de Ron se clavaron en el tono verde de Harry y había provocado que los pies de Harry se negaran a obedecerle.

El beso ocurrió sin amor. Ron lanzó su boca con fuerza hacia Harry y comenzó un intenso besuqueo lleno de deseo. Harry cerró los ojos. Quería empujar a Ron y, al mismo tiempo, intensificar el beso.

Las grandes manos de Ron tomaron el trasero de Harry y lo apretaron logrando que el moreno respingara un poco. Al abrir la boca, Ron aprovechó para introducir su lengua. Harry mantenía los puños cerrados, conteniéndose de moverse pues aún no había decidido si quería seguir o no.

Ron había movido su mano derecha hacia la entrepierna de Harry y empezaba a abrirle el cinturón. Harry continuaba luchando por la privacidad de su boca. Abrió los ojos ligeramente y pudo observar la mirada de Ron llena de lujuria. Sus hormonas se dispararon y decidieron que el cuerpo de Harry debía empezar a tomar la iniciativa.

Ron había abierto también el pantalón de Harry y su mano izquierda se aprovechaba del nuevo espacio creado para entrometerse dentro de la ropa interior de Harry. Éste colocó sus manos en el amplio pecho de Ron y apretó sus músculos. El pelirrojo pareció entender que Harry no huiría así que rompió el beso, alejándose de los labios del moreno.

Harry inhaló profundo y lanzó sus manos a abrir torpemente la camisa del chico frente a él.

Un ruido sordo los detuvo. Harry fue consciente de que se encontraban en medio del pasillo que se dirigía hacia el salón de Transformaciones de la profesora McGonagall. Volvió el rostro hacia el origen del ruido y observó una antorcha apagada. Era obvio que alguien la había arrojado con fuerza y se había retirado.

—Draco… —dijo suavemente.

Empujó a Ron y se cerró los pantalones. Sin voltear a ver a su amigo corrió a lo largo del pasillo buscando indicios de su presencia.

Ron no trató de llamarlo. Simplemente se quedó contemplando el lugar donde la imagen de Harry había desaparecido.


Harry pasó el resto de la tarde buscando a Malfoy. Aunque en realidad se preocupaba más por cuál de todas las personalidades los habían visto. ¿Habría sido Draco-violento? La antorcha arrojada era un buen indicio, pero seguramente, razonó, el Draco-violento no se habría detenido en eso.

Consideró brevemente al Draco-lujurioso, pero ésa personalidad seguramente habría tratado de incluirse en la acción. Su mejor apuesta era Draco-celoso, pero había algo que no le terminaba de encajar.

Cansado después de su tercera vuelta por la planta baja; Harry decidió tomar un pequeño descanso. Se acercaba la hora del almuerzo. ¿Malfoy se aparecería para comer? ¿Acaso Malfoy había comido algo durante todo ese tiempo? Estaba seguro que Draco-competitivo había comido en casa de Andrómeda; pero no recordaba haber visto a ninguna personalidad de Draco en el comedor.

De repente llegó una idea perfecta. Sacó el mapa del merodeador y lo activó. Estaba seguro de que sería capaz de encontrar a alguno de los Draco en el mapa.

Con la precisión de un reloj suizo, Harry descubrió una ligera M en la biblioteca y asumió que sería Draco-intelectual. Dirigió su vista hacia donde Hermione y él habían encontrado al Draco-frío, pero no lo encontró. Era posible que los duplicados no se mantuvieran en el mismo lugar, por supuesto, pero había asumido lo contrario gracias al Draco en la biblioteca. Notó también que la M que había descubierto se encontraba menos definida que el momento en que encontró a Draco con Zabini.

¡Zabini! Muy probablemente el Slytherin sabría dónde se encontraba alguno de los duplicados. Escaneó con velocidad el mapa y encontró a Zabini caminando hacia las mazmorras.

Corrió en su búsqueda esperando que todos los duplicados se encontraran bien. ¿Qué iba a hacer en caso de que encontrara al Draco que había presenciado el beso? No lo sabía; pero estaba seguro que lo tendría claro una vez que lo tuviera frente a él.

Encontró a Zabini a punto de dar vuelta en el pasillo hacia la sala común de Slytherin.

—¡Zabini! —llamó. El chico negro se detuvo y lo miró. Hary había olvidado lo alto que era, quizás un centímetro o dos por encima de Ron y, comparado con Harry, parecía que lo miraba desde una alta torre —. Necesito hablar contigo.

Con un ligero asentimiento, Zabini lo conminó a seguirlo hacia un cuarto vacío. Harry descubrió lo útiles que estaban resultando los múltiples espacios del castillo para las charlas privadas.

—¿Qué necesitas, Potter? —dijo con ligero aburrimiento.

—¿Dónde está Malfoy? —preguntó el moreno.

La sorpresa de Zabini fue evidente. Se dirigió al fondo del cuarto vacío dándole la espalda a Harry, como meditando su respuesta.

—Me pregunto —comenzó — ¿a cuál de todos ellos te refieres? —preguntó con una sonrisa maquiavélica —. Asumo, por tu boca abierta como idiota, que no te imaginabas que estuviera al tanto de la situación.

Harry cerró la boca que inconscientemente había abierto y demandó respuestas a Zabini en silencio.

—Ocurre que soy el mejor amigo de Draco; pude imaginar que algo no estaba bien cuando se metió a mi cama el día después de su accidente. No es que no lo disfrutara —explicó —, pero resulta que esa parte de la personalidad de Draco me tenía ya seco —sonrió —, si es que entiendes lo que quiero decir.

La ira de Harry volvió a encenderse. ¿Cómo se atrevía a restregarle en la cara los encuentros sexuales que había tenido con Malfoy?

—Luego —continuó el Slytherin —, los encuentros de todo Hogwarts hicieron bastante evidente la situación. No te preocupes, no he dejado que nadie se dé cuenta de todo esto. Los demás Slytherin no son muy listos que digamos.

Harry soltó una exhalación. Zabini se había acercado un poco más hacia Harry y se encontraba a un paso de distancia. Deseaba romperle la nariz para borrarle su expresión engreída.

—Debo admitir, Potter, que pensaba que estarías aquí para tomar mi oferta —dijo el chico negro dando un paso al frente.

Harry abrió los ojos con sorpresa. Dio un paso atrás y estaba a punto de preguntar "¿cuál oferta?" cuando recordó la última vez que había visto a Zabini. Sus ojos viajaron hacia su entrepierna y notó que Zabini llevaba unos pantalones muy ajustados.

—¿Cuál es el problema? ¿Weasley no te llevó a su cama hace un rato? — Harry levantó la cabeza alarmado —¿O quizás no te dio lo suficientemente duro? Tengo la impresión de que eres difícil de satisfacer. Observé cómo te besaba —dijo al acercarse al rostro de Harry. Lo tenía ya contra la pared —. Si besa como folla, no creo que te haya gustado demasiado.

Los labios de Zabini eran más suaves y más carnosos que los de Ron, sin embargo, Harry se sorprendió al sentirlos contra los suyos en la misma medida en que se había sorprendido con el beso de Ron. El Slytherin movía sus labios con firmeza, sin llegar a ser rudo como su amigo. Harry se descubrió gimiendo y entrelazando sus manos detrás de la nuca del chico. Esta vez las hormonas de Harry se activaron más rápido; quizás tendría que ver con el deseo insatisfecho enfrente del aula de Transformaciones.

Harry sabía que Zabini no se detendría como quizás lo hubiese hecho Ron, pero la parte lógica de su cerebro, que le urgía detenerse, estaba siendo ahogada por su cerebro adolescente lleno de lujuria.

Se notaba que el chico tenía mucha más experiencia con chicos que Ron; apretó su pierna contra el bulto de Harry provocando fricción en la monumental erección del Gryffindor.

—¿Ha- Harry? —sonó una tímida voz desde la puerta.

Zabini volteó sin alejarse de Harry y, con un ligero "oh" detuvo por completo todos sus movimientos. Harry deseaba no tener que voltear porque su instinto le decía que los había descubierto la persona que estaba buscando.

Cuando el valor Gryffindor se apoderó de él en apenas milésimas de segundo y lo hizo voltear, el cuerpo de Draco Malfoy ya estaba dando pasos hacia atrás, deseando alejarse de la escena. Harry usó todas sus fuerzas y empujó al chico más alto tal como había hecho con Ron apenas unas horas antes. Corrió detrás del rubio sin detenerse a pensar en Zabini o en su amigo.

Draco era veloz pero sus sollozos le indicaban a Harry exactamente dónde dar vuelta. Subieron escaleras y cruzaron pasillos con Harry llamándolo todo el tiempo. Finalmente lo alcanzó en una vieja oficina desocupada. El Gryffindor no había estado demasiado en ese lado del castillo así que se sorprendió al descubrir un viejo escritorio y una silla abandonada junto a una chimenea que parecía no haberse usado en siglos. Había un juego de viejos sillones llenos de polvo, con las costuras abiertas y, entre ellos, sentado en el piso, se encontraba Draco Malfoy.

—¿Malfoy? —le llamó suavemente Harry, en alerta por si se encontraba con alguna de las personalidades más violentas del Slytherin. Draco sollozaba suavemente y su cuerpo temblaba. —¿Te encuentras bien?

Draco no respondió. Tenía las rodillas abrazadas por sus brazos y se negaba a abrir los ojos.

Harry se sentó junto a él en el suelo ensuciando todo su uniforme y estornudando sonoramente por el polvo que se levantó. Con un molesto movimiento de su varita, Harry limpió los sillones y el piso a su alrededor.

—¿Malfoy? —volvió a llamar — Contéstame, por favor.

—Lamento haberte interrumpido con Blaise —respondió el chico en un susurro.

Harry sintió el sonrojo crecer en sus mejillas. No sabía qué responder así que dejó que el silencio cayera sobre ellos.

—No te culpo —continuó el Slytherin —, él es alto, carismático y tiene mucha decisión. Yo sólo soy… un mortífago que ni siquiera fue bueno en ser malo.

Harry contuvo el aliento con un golpe de culpa. Había pensado tan mal sobre este chico inseguro. Ahora que lo tenía enfrente con su corazón en la mano la situación era diferente.

—Draco… —titubeó el moreno. Al oír su nombre, el chico dejó de sollozar y fijó sus ojos grises sobre el Gryffindor —¿Cómo está tu pierna? —aventuró.

Malfoy se sobresaltó un poco.

—Bien, gracias —dijo limpiándose las lágrimas —. No pensé que te importara —susurró.

—¿Puedo ver? —pidió Harry sorprendiéndose a sí mismo.

La pálida mano de Draco temblaba, pero asintió ligeramente. Debido a la posición de la herida, debía abrir su pantalón y bajarlo un poco para exponer el muslo. Intentó desabrochar su pantalón pero se encontraba demasiado nervioso y no podía lograrlo. Harry detuvo sus esfuerzos y desabrochó el botón sin mirar al rubio. Su mirada se encontraba enfocada en la entrepierna de Draco y la labor que tenía enfrente. Bajó el cierre del pantalón y comenzó a deslizar la tela por las piernas de Draco. Una vez que ésta alcanzó las rodillas huesudas del chico, Harry se detuvo y contempló la larga cicatriz que se había formado en la pierna izquierda.

Draco continuaba temblando en el piso pero el Gryffindor ignoró todo a su alrededor. La larga profunda marca roja contrastaba con el tono crema alrededor dándole un aire casi erótico. Las hormonas de Harry continuaban en alerta después de los dos encuentros que había tenido. Parecía que su cerebro se había apagado totalmente. Sin pensarlo se acercó a la pierna de Draco y besó el área de la cicatriz.

El Slytherin ahogó una exclamación. Harry lo miró a los ojos; esperaba que Malfoy mantuviera su mirada. En lugar de eso, Draco agachó la mirada. Sus manos sostenían su cuerpo pero sus hombros temblaban. El moreno lanzó su cuerpo hacia el frente y tomó el mentón del rubio con una mano. En un movimiento suave, Harry juntó sus labios a los de Draco.

El beso fue casto, pero era exactamente la chispa que el pensamiento de Harry necesitaba para olvidar todo y dejar fluir el instinto.

Tomó la mano de Draco y se levantó del suelo obligando al Slytherin a hacer lo mismo. Draco tenía aún el pantalón a las rodillas así que necesitó recargarse sobre el cuerpo del chico moreno. Harry lo sostuvo, pero una vez que el chico estuvo firme frente a él se agachó a quitarle los pantalones por completo.

Draco temblaba con su diminuto calzoncillo. Harry notó que era verde, tal como había sido el del Draco-lujurioso. El recuerdo de esa noche se apoderó de Harry. Tomando con las dos manos el calzoncillo, ayudó a Draco a retirárselo.

Harry levantó su torso para observar al chico un poco más alto y lo observó con un fuerte sonrojo, notable a pesar de estar tapándose la cara con las manos.

—No te avergüences —dijo Harry desabrochando la camisa del Slytherin y removiendo la corbata verde —. Tienes un cuerpo hermoso —continuó con sinceridad.

Draco permitió que Harry le retirara la camisa sin oponerse aunque el moreno era muy consciente que el rubio parecía estar deseando con todas fuerzas estar en otro lugar. Se preocupó en ese momento y se detuvo.

—¿Quieres continuar? —preguntó con genuina inquietud.

Draco levantó sus hombros en señal de confusión.

—De lo único que estoy seguro, Harry —respondió—, es que he deseado algo como esto desde hace mucho tiempo.

La poca consciencia que Harry había logrado juntar para preguntar sobre la seguridad de Draco se disipó.

—Si te sientes inseguro con tu cuerpo —dijo con voz ronca —tendremos que nivelar el juego.

Dicho eso Harry comenzó a quitarse la camisa. Contempló satisfecho que Draco se quedaba embobado con sus abdominales. Comenzaba a desabrochar sus pantalones cuando la mano titubeante de Draco se acercó a la misma zona.

El rubio comenzó a forcejear con el botón pero, con ayuda de Harry, logró desabrocharlo. Harry se deshizo de sus pantalones y su bóxer rojo quedando completamente desnudo frente al igualmente desnudo Draco Malfoy.

La mano de Draco se encontraba cerca del miembro de Harry pero, el moreno notó, no se atrevía a tocarlo. Harry tomó al chico de la cintura, lo acercó a él y lo besó suavemente de nuevo. La mano de Draco rozó la polla de Harry pero no la alejó.

El miembro de Harry se encontraba a medio camino de todo su esplendor, con el toque de Draco adquirió la firmeza digna de un roble.

Fundidos en un beso, la pareja se dejó caer en el sillón. Harry se encontraba encima de Draco oyéndolo gemir. Su cuerpo era bastante más fornido que el del rubio por lo que fue sencillo dominarle. Draco abrió sus piernas permitiendo a Harry posicionarse entre ellas. Sus erecciones se frotaban con frecuencia en medio de los besos haciendo que Draco gimiera sin cesar.

De repente, Harry se detuvo. Comenzó a tener dudas acerca de cómo llevar a cabo todo. Su única experiencia real había sido con Ginny y no habían pasado de lo oral con Zabini o con nadie más. ¿Qué pasaría ahora? ¿Cómo continuaba eso?

—¿Hice algo mal? —preguntó la tímida voz de Draco.

—No —contestó rápidamente Harry —, todo está bien.

Draco se apretaba el labio sin pensarlo, un movimiento que le resultó a Harry dulce y excitante a la vez.

—¿Te gustaría probarlo? —preguntó Harry, de nuevo sin pensarlo.

Draco le dirigió una mirada confundida, pero Harry, dispuesto a seguir con su instinto, señaló con la cabeza hacia su miembro. El chico titubeó pero se movió hasta posicionar su cabeza entre las piernas del moreno. Cuando su boca engulló la erección de Harry, éste sintió que tocaba el cielo. No era la primera vez que sentía esa sensación. De hecho, Colin Creevey había aprovechado una noche en que Harry se encontraba un poco ebrio para hacerle una felación al moreno. Ésa había sido su primera experiencia en cualquier ámbito sexual y, aunque había sido torpe, resultaba aún una de las cosas más placenteras para él. Ginny no había sido muy entusiasta en cuanto al sexo oral por lo que Harry no se lo pedía demasiado.

El rubio, por otro lado, parecía tener experiencia. Con frecuencia se detenía para preguntar silenciosamente a Harry si debía seguir. Harry se encontraba en éxtasis y se preguntaba si el Draco Malfoy completo haría algo todavía más brillante que este Draco-inseguro que se retenía a sí mismo.

El Gryffindor estaba al borde del orgasmo así que empujó un poco a Draco hacia atrás. El rubio lo miró preocupado pero Harry silenció sus dudas con un beso profundo. El sabor de su propio cuerpo aceleró el ritmo de Harry de nuevo. Los besos de Draco eran suaves pero masculinos; diferentes al tacto rudo de Ron o a los labios elegantes de Zabini e, incluso, diferentes a los arrojados besos de Ginny.

Levantó a Draco del suelo y lo puso en su regazo. No sabía por dónde empezar pero deseaba con fiereza entrar en el delgado cuerpo que tenía frente a él. Draco se inclinó hacia un lado con inseguridad; como temiendo romper el momento con un sólo movimiento. Harry lo miró con curiosidad pero observó que sólo tomó una de sus varitas del suelo. Había oscurecido ya y no podía distinguir cuál de las dos era. Draco lo miró como pidiendo aprobación a lo que Harry respondió con un pequeño cabeceo.

El rubio levantó un poco su cuerpo pero resbaló un poco del regazo de Harry; éste lo sostuvo tomándolo del trasero. Los suaves glúteos de Draco empezaban a volver loco al Gryffindor. Dirigiendo la varita hacia abajo, Malfoy realizó un hechizo no verbal. Harry sintió una ligera humedad resbalar por los muslos del rubio hasta los suyos. Con suavidad, posicionó a Draco encima de su erección y comenzó a penetrarlo.

Draco gemía suavemente, temiendo hacer ruido. Harry comenzó a entrar y salir en un ritmo constante. Veía la cara de Malfoy contraída del dolor y del placer. El movimiento arriba y abajo junto con la posición de Draco hacía que el miembro del rubio se frotase contra los marcados abdominales de Harry. No duró mucho tiempo antes de que Draco se corriera cubriendo el cuerpo moreno debajo de él con su semilla.

Draco abrió mucho los ojos y Harry pudo observar, entre los movimientos, la vergüenza que estaba sintiendo. Para tranquilizarlo, lo besó suavemente. El gemido de Draco al sentir los labios del Gryffindor fue suficiente para provocar que Harry se corriera dentro él.

Jadeando de cansancio, Draco se levantó de encima de Harry. Con la varita que había dejado caer en el sillón lanzó un hechizo limpiador y comenzó a vestirse con nerviosismo.

Harry lo contempló, cansado y confundido. No tenía fuerzas para detenerlo pero lo llamó.

—Draco...

—Quizás no se repita después, Potter —dijo el chico con una nota de duda en la voz —, así que te agradezco que me hayas hecho sentir esto. Sé que —pausó con un pequeño temblor —habrías hecho algo diferente con Blaise, pero agradezco que hayas decidido hacerlo conmigo.

Harry se levantó, quería decirle a Draco que Zabini no significaba nada, que era la primera vez en su vida que había llegado a tal nivel de placer, que quería estar con él más allá del sexo.

Pero Draco ya se encontraba poniéndose los zapatos mientras salía del salón. Harry se vistió tan pronto como pudo y sacó el mapa del merodeador. Se encontró que la mota de este Draco estaba marcada con una Y y que tenía un tono oscuro incluso más brillante que cuando encontró a Draco-lujurioso.

Harry se apresuró a salir de la habitación pero no fue detrás de Malfoy. Se preguntó sinceramente cómo era que pensaba en declarle su amor a uno de los duplicados del Slytherin. No, razonó, si de verdad quería empezar una relación con el rubio, tendría que ser con el juego completo de Dracos y no sólo con pedazos aislados.

Abrumado por la realidad, Harry se prometió no volver a dejar que sus hormonas se atravesaran en su juicio. Con un último suspiro, Harry se dirigió hacia su sala común, sin darse cuenta que la varita que había usado Draco para todos sus hechizos había sido la suya.