Okas, aunq me demoré una eternidad! (más de lo q tenía planeado) Aquí tenemo el último cap. de este fic, es un poco trágico, pero no todo va a ir tan mal... esperen el próx. cap. y verán como seguirán las cosas! Por ahora, gracias por la paciencia que han tenido conmigo, de veras me emocioné mucho cuando pude leer los Reviews que me habían enviado. Pero en fin, no los atraso más, para que puedan seguir con esto.
Una cosa más! en la simbología se agrega lo siguiente:
"..."--> sueños (sólo hay uno, pero tienen q saberlo xD)
Separación
Sango no lo podía creer. No quería creerlo. Era imposible. Seguramente todo era un mal sueño de nuevo.
-No… no es cierto. Tú no serías capaz- murmuró la muchacha, con el corazón destrozado.
-Yo también pensé lo mismo. Pero ahora que todo es cierto, lo lamento…
Miroku le contó cómo se habían dado las circunstancias, el porqué lo había hecho. La chica escuchaba en silencio, furiosa consigo misma. El chico concluyó, aclarando lo de la llamada de la mañana.
-¿Tenías "algo" que hacer¡Cínico¿Cómo fuiste capaz de…¡Eres un…!- De sus ojos cayeron dos pequeñas gotas- No sé, no entiendo cómo pude creer que cambiarías. ¡Te odio¡¡VETE¡No quiero saber nada de ti¡¡NO QUIERO VOLVER A VERTE!
Miroku no protestó. Sango tenía más que razones suficientes para estar tan enojada. Se puso de pie, y se marchó. Aunque estaba seguro de que era lo correcto, no quería admitir que se había acabado. Comenzó a llover. El joven no había traído nada con él, así que decidió ir a casa de su amiga para pasar la noche. Llegó a la casa y tocó el timbre. Kikyou abrió.
-¡Miroku¿Qué haces aquí?- preguntó la muchacha- Pensé que estabas en Londres…- lo hizo pasar.
-Sólo extrañaba casa…- contestó Miroku.
-¿No deberías estar con Sango?
-De ahí vengo. Es que… terminó conmigo.
-Pero ¿por qué?
-Porque la engañé. Vine a pedirle perdón, tenía que explicarle lo que había pasado, no puedo mentirle y pues… todo acabó.
Kikyou abrazó a su amigo. Su amistad era desde hace años, cuando ellos eran pequeños, se conocían muy bien, ella sabía que Miroku estaba destrozado y que necesitaba apoyo. No lo juzgaría, como lo hizo Sango, ni le reclamaría, como lo iba a hacer InuYasha.
Esa noche, Miroku la pasó en casa de Kikyou. Al otro día se despidió de Kikyou, tomando el bus de las 08:00 a.m. rumbo a Londres. En lo único que pensaba era en que las cosas podrían resultar bien, que podrían volver…
Sonó el teléfono. Ella contestó sin muchas ganas.
-¿Aló?
-Aló, Kikyou…- la voz de InuYasha se escuchó del otro lado- Estuve con Sango ayer, y me contó lo que pasó con Miroku.
-Si, yo estuve con Miroku… de hecho, se quedó a dormir aquí.
-¿De verdad¿Y dónde está ahora ese infeliz¡Me las va a pagar!
-Volvió a Londres.
-¿Cómo¿Y tú lo permitiste?
-Claro, yo entiendo como debe sentirse…
-Pero se lo tiene bien merecido, le pasa por romper sus promesas…
-InuYasha, ya basta. Está bien lo que hizo…
-¿Cómo que está bien?
-¿Hubieses preferido que le mintiera a Sango?
-No, pero…
-Sé que está mal que la haya engañado, pero no somos nadie para juzgarlo de esa manera.
-Tienes razón… bien, nos vemos más tarde.
-Sí, adiós mi vida.
-Adiós, mi amor.
Kikyou colgó el teléfono. Era mejor dejar a Miroku tranquilo, necesitaba pensar y reflexionar las cosas que habían pasado. Además, hubiese sido mucho peor mentir…
-"Volvemos con el reporte especial a esta hora, los últimos avances: terrible tragedia, un accidente automovilístico ocurrido en la carretera, camino a Londres. Un camión de carga impactó un bus de pasajeros, que se dirigía a la capital desde Liverpool a las 08:00 a.m. Hasta el momento, hay 2 muertos y 5 heridos de gravedad…"
Kikyou observó la televisión, boquiabierta. Aquel era el bus que había tomado Miroku. Subió el volumen del aparato, rogando que su amigo se encontrara bien.
-"Tenemos un contacto en directo, que nos informará más sobre lo sucedido."
-"Las dos víctimas fatales han sido identificadas como Michael Smith de 45 años, y su esposa, Mary J. Smith de 40, ambos de Manchester. Los heridos están siendo identificados. Hasta el momento, solo se conoce la identidad de una persona, Françoise Delaune, de 28 años. Las víctimas del accidentes están siendo trasladados al hospital Internacional de Londres, dónde se les darán las atenciones necesarias…"
-¡Maldita sea! Miroku, por favor…- Kikyou marcó un número y espero. No sabía porque la llamaba a ella, pero tenía que saber lo que había pasado- ¿Sango?
-¿Kikyou?- la voz de Sango se escuchaba triste- ¿Qué pasa?
-Mira las noticias.
-Ya las vi¿qué hay con eso?
-Lo del accidente…
-No escuche mucho, no ando de humor…
-Bueno, pues escúchame a mí.
-¿Qué cosa?
-En aquel bus viajaba Miroku.
A las palabras les siguió un largo silencio. Luego de un rato, Sango volvió a hablar:
-No…- se le cortó la voz, pero luego siguió segura- No me interesa.
La muchacha cortó. No era posible que eso estuviera sucediendo. Además, ya no quería volver a saber nada de él. No le importaba si era verdad o no, quería arrancarlo de su vida y su corazón.
-"Se han identificado dos heridos más: James Wagner de 28 años, y Miroku McNamara de 19. Repetimos, todos los heridos han sido trasladados al Hospital Internacional de Londres…"
-¡Hermana!- Kohaku llegó corriendo a la habitación de Sango- ¡Miroku está en el Hospital!
Sango no le hizo caso. "¡Se lo merece!" Pensó, llena de rabia y dolor.
Pero aquella no che no pudo dormir, la atormentaban terribles miedos y pesadillas.
-Sango…- Miroku la llamaba débilmente.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Sango.
-Sé que no querías verme nunca más… pero tengo que despedirme…
-¿Por qué¿A dónde vas?
-Al único lugar del cual no podré volver…
-No… ¿Vas a morir?
Miroku sonrió, tristemente.
-No. No puedo morir, ya estoy muerto…
-No puede ser, tú no puedes…
-Es lo que tú querías… "Hago lo que sea por ti" ¿Lo recuerdas?
-¡No es lo que yo quiero¡Nunca te pedí algo así!
-Ya no importa…
-Miroku, no¡Espera!- Sango intentaba detener a Miroku, que se alejaba rápidamente de su alcance…
-¡Miroku, espera!- Sango despertó, sobresaltada. El sueño era tan real… pero su vida ahora era una pesadilla. Todos sus temores despertaron por un estúpido sueño. Y ahora… Ahora la persona a la que ella amaba estaba muy mal, en peligro de muerte… si es que ya no había muerto. Decidió ir a verlo. Se levantó temprano, esperó a que su padre se marchara al trabajo y partió. Había pensado en ir con Kikyou, pero ella había partido el día anterior. El Hospital estaba lleno de gente que buscaba respuestas, desesperados.
-Buenos días, señorita- saludó la recepcionista- ¿Qué desea?
-Quisiera ver a Miroku McNamara- respondió Sango.
-McNamara… En este momento está en cuidados intensivos, por el pasillo al fondo. Pero me temo que no podrá verlo…
-¿Cómo que no?
-¿Es usted familiar suyo? Sólo se le permite el ingreso a familiares…
-Yo…
-Si desea puede hablar con el Doctor Richards, cómo sabe si tiene suerte y puede verlo.
-Sí, muchas gracias.
Sango se dirigió a la sala, preocupada por el estado de Miroku. No podía estar tan mal… Llegó a la sala y miró alrededor: el lugar estaba dividido en varios sectores, con alrededor de 10 pacientes. Busco con la mirada a Miroku.
-¿En qué puedo ayudarla, señorita?- Preguntó un doctor, al verla llegar.
-Busco al Doctor Richards.
-¿Y para qué me busca?
-¿Es usted…? Quisiera ver a Miroku McNamara.
-¡Vaya! Otra más… Ayer llegó esa chica… ¡Kikyou! Y ahora usted… ¿Qué podría pedir él?
-Ya basta… ¿Puedo verlo o no?
-Si. Por aquí. ¿Cuál es su nombre?
-Sango.
-Bien, señorita Sango, Miroku se encuentra estable por el momento, aunque presenta heridas de gravedad. Aún está inconsciente.
Caminaron por la sala, se detuvieron en un cuarto y observaron por el cristal. Por los altavoces se escuchó una llamada para el Doctor Richards. El médico se disculpo, diciéndole a Sango que podía entrar si así gustaba. Sango entró en la habitación. Miroku estaba recostado en una cama de blancas sábanas, usaba una camisola blanca. La mascarilla de oxígeno cubría su cara, y varias mangueras con suero y medicinas salían de unas bolsas plásticas que colgaban de un tubo, y se unían en un catéter que se introducía en el brazo derecho del joven. Sango lo observó, conteniendo las lágrimas.
-Señorita, usted no debería estar aquí- Los pensamientos de Sango fueron interrumpidos por una de las enfermeras.
-El Doctor Richards me dejó entrar…-Respondió Sango.
-Bien. ¿Usted es su… amiga?-preguntó tímidamente la enfermera.
-Digamos que no. Éramos novios, pero tuvimos una discusión bastante grande el día anterior del accidente…
-Qué lástima- la enfermera observó las bolsas de plástico, revisó los signos vitales y examinó los medicamentos que le habían suministrado a Miroku.
-¿Él… escucha?- murmuró Sango.
-De seguro que sí. Cuando llegó estaba muy mal, pero desde ayer por la tarde, cuando llegó Kikyou, ha mejorado mucho- Después de una pausa, la enfermera agregó-. ¿Usted es Sango cierto? – Sango asintió- Pues verá… Miroku llegó conciente aquí, y lo único que pidió fue que le entregáramos esto a usted- abrió el cajón del velador que estaba junto a la cama y sacó un sobre-. No nos dijo nada más.
Sango observó el sobre con inquietud. La enfermera sonrió y se marchó. La muchacha abrió el sobre y sacó una carta, que comenzó a leer:
"Sango:
Seguramente ahora estarás en tu casa. No sé si triste o feliz. Supongo que triste, porque te defraudé. Hice una promesa, y la rompí. Debería estar muerto, pero sentí la obligación de explicarte lo que pasó. Ahora es peor, tengo un vacío enorme en el corazón, algo de lo que no podré escapar, porque no podré sacarte de mi cabeza.
Quiero explicarte todo lo que sentí en esos momentos: te extrañaba tanto, que en mi mente todo eras tú. Ese beso de Elizabeth, aunque extraño, me recordó a ti, y esas caricias, todo: estaba pensando en ti. Sé que es un engaño, y que no hay explicación que valga. No pido que me perdones, no lo merezco. Sólo lamento que hayas tenido que sufrir tanto por mi culpa: esperaste dos años para que me diera cuenta de lo que sentías, y ahora que esperabas y creías que yo cambiaría, te engañé. Soy un tonto.
¿Sabes? Lo único que me consolaría en estos momentos sería la muerte, para dejar de hacerle daño a las personas que me quieren. Aunque no me creas, te amo más que nada en el mundo, no lo puedo evitar, eres la persona más importante para mí. Espero que seas feliz de ahora en adelante, sin mí haciéndote daño.
Se despide para siempre,
Miroku."
Sango terminó de leer la carta, con lágrimas en los ojos. Sintió un pequeño apretón en el hombro, y se dio vuelta para abrazar a su mejor amiga, Kikyou.
-Sabía que vendrías- murmuró Kikyou-. Tú aún lo quieres.
-Sí…- Respondió Sango- Él es muy importante para mí, no quiero que se muera…
-No morirá, se pondrá bien…- Kikyou miraba a su amigo.
-Eso espero…- Sango se acercó a la cama y le tomó la mano a Miroku.
Era de noche. Sango no se había querido separar de Miroku, a menos que fuera muy necesario.
-"Bastante tarde para darme cuenta de mi error,
y ahora que te vengo a pedir perdón,
lo tomas en tus y te llevas, mi corazón,
me hechizas, me enamoras y me quitas la razón…"
Aquel era un verso que había escrito Sango, que le gustó mucho a Miroku. Y, aunque Sango llorará, a la vez se sentía de feliz al recordar todos los momentos buenos que había vivido con él.
-"Sé que ahora no puedo acercarme y decirte 'lo siento',
no te imaginas cuanto dolor me provoca, lo lamento,
en mis más dulces sueños, sin remedio, te encuentro,
más ahora me tienes hechizada, lo entiendo…"
Tenía la mano de Miroku entrelazada con la suya, buscando una forma de transmitirle sus sentimientos. De repente, sintió un pequeño apretón, algo tan débil y fuerte a la vez.
-Sango…- susurró débilmente Miroku- me gusta ese poema…
-Miroku, tú… ¡despertaste!- Sango no sabía que hacer, tan grande era su alegría, que no podía contenerla.
-Pequeñita, contigo al lado y recitándome ese poema¿cómo no iba a despertar?- Dijo él sonriendo.
Sango le devolvió la sonrisa, feliz. Al poco rato, llego la enfermera de turno, y llamaron al doctor, para hacerle unos cuantos exámenes al joven. Sango se retiró, esperando los resultados. Al otro día, por la tarde, estuvieron los resultados.
-El señor McNamara está mal. Una de sus costillas fracturadas acaba de incrustarse en su pulmón, lo que ha provocado un derrame de líquido, hemorragia interna, ruptura de tejidos importantes e inflamación. Es necesario intervenir, pues si no lo hacemos, puede morir. Pero, aún así, la operación es muy riesgosa.- Informó el doctor a los padres de Miroku y a las muchachas.
Sango salió de la habitación, sin saber que hacer. Se dirigió a la habitación de Miroku, llorando.
-¿Qué pasa, pequeña?- preguntó Miroku.
-Es que…- respondió Sango- yo no quiero…
-¿Es por mí, cierto?- preguntó él, serio.
-Sí… no es tu culpa, pero…-Sango se sentó en la cama de Miroku, le tomó las manos y se las besó.
Miroku la observaba, pensativo. Veía en sus ojos culpa, tristeza, dolor, cariño, rabia… tantos sentimientos en ese rostro tan bello. Sabía que tenía que hacer algo, pero no estaba seguro de hacerlo.
-Cierra los ojos y acércate- pidió el muchacho. Sango obedeció, acercándose lentamente, mientras Miroku tomaba tierna y suavemente su cara. La besó cariñosamente, mientras se olvidaban de la situación y el lugar donde estaban. El beso fue largo, pero interrumpido de repente.
-Bonito¿no?- reclamó una voz masculina.
-¡Papá!- Sango se sobresaltó, había salido de su casa sin permiso.
-Yo preocupado por ti, y tú aquí, besuqueándote con éste…
-¡No lo trates así!- exclamó Sango- No sabes cómo se encuentra.
-Pues, supongo que bien, por esa manera de besar…
-Pues no es así. Está muy mal, en peligro de muerte…
-Perdón, yo no sabía…- se disculpó el hombre.
-Primero deberías informarte antes de hablar…- Sango suspiró. Acababa de descargar todo lo que significaba decirle todo a Miroku, pero no sabía cómo iba a reaccionar él:- Miroku, lo siento, yo…
-¿Tan mal estoy?- Miroku miró a Sango- ¿Por eso estabas así cuando llegaste?
Sango asintió. El padre de Sango salió del cuarto. Ella se acercó a él y le besó la frente con cariño.
-Estoy cumpliendo tus deseos- murmuró el joven-, la vida es bastante justa.
-¿Qué deseos¡Óyeme bien¡Yo no quiero que te mueras!- reclamó Sango.
-¿En serio?
-Jamás desearía algo así de ti.
-Pensé que aún estabas enfadada conmigo…
-Si realmente te odiara, no habría venido a verte, ni habría correspondido ese beso…
Miroku la observó detenidamente. Sabía que ella estaba en lo cierto, pero también sabía que si el moría, Sango sufriría demasiado para su gusto. Sango se acercó a la ventana del cuarto, la abrió, dejando entrar una fresca brisa invernal, y se asomó. Quería despejarse y entender porqué Miroku actuaba así, ella no lo odiaba. Lo amaba con todo el corazón, y era capaz de todo por él.
-Vete, Sango- Dijo Miroku, haciendo caso omiso de sus verdaderos deseos-. No quiero verte por aquí, no vuelvas ni siquiera a preguntar por mí. Quiero estar tranquilo.
-¿De verdad eso es lo que quieres?- Sango no se movió.- ¿Que me vaya¿Qué no vuelva a verte¿Qué me muera por dentro esperando una noticia tuya¿Qué pasa si te recuperas¡Estás renunciando completamente a esa posibilidad¿Crees que seré feliz así?
Miroku no supo que responder, calló ante la realidad que vivía: podía morir o vivir. Pero había más posibilidades de que muriera. Entró el doctor y lo miró con preocupación.
-Sango, necesito hablar con Miroku- dijo el doctor.
-Sí, claro…- Sango se acercó al médico y le susurró algo al oído. Luego salió del cuarto, sin mirar atrás.
-Bien, Miroku, supongo que ya te habrás enterados de lo mal que estás. Ahora, tus padres me dijeron que es decisión tuya operarte o no. Tus fracturas son graves y peligrosas, y debemos intervenir.
-¿Qué es más probable, doctor¿Qué muera o que viva?- preguntó el paciente, mirando el techo, pensativo.
-Sinceramente, Miroku, que mueras. Pero el porcentaje de que te recuperes y sigas una vida normal no es tan bajo…
-Opéreme.
-¡Sango, espera!- Kikyou alcanzó a su amiga en el corredor.- ¿A dónde vas?
-A casa- respondió Sango, mientras caminaba a paso rápido hacia la salida-. No tengo nada más que hacer aquí.
-Pero…- murmuró Kikyou- ¿Y Miroku?
-Él quiere estar "tranquilo"- respondió Sango, triste y enfadada-. Quiere que me vaya y que no vuelva a saber de él. No puedo quedarme si esos son sus deseos.
Kikyou la dejó marcharse, no podía hacer nada más. Sus amigos habían tomado una decisión y, aunque no estuviera de acuerdo, tenía que respetarla.
"5 horas más tarde..."
Una de las enfermeras salió del cuarto de operaciones, con la bata verde pálido manchada de sangre, a paso rápido. Los padres de Miroku la detuvieron, haciéndole algunas preguntas. La enfermera los miró un momento, luego se dio la vuelta y siguió su camino, sin decir una palabra. A los 10 minutos salió un médico, con unos papeles en la mano. El padre del muchacho se acercó, pidiéndole información de Miroku. El doctor negó con la cabeza, explicándole algunas cosas. La madre del chico cayó al suelo, de rodillas, llorando. El médico siguió su camino, recordó algo y se detuvo al ver a Kikyou.
-¿Qué ha pasado con Miroku?- preguntó la chica.
-Pues…- el médico titubeó, observó un momento a la muchacha y suspiró- él murió.
¡BIEN¡Por fin la 5° parte de mi fic¡Uf! Estuve esperando mucho para poder pasarlo... la pena esq caundo tenía todo listo y lo iba a grabar en un CD, el PC se quedo pegado y tuvimos q formatearlo! TOT q tragedia! pero ahora ta arriba! Espero tener pronto la 6° parte... (No se asusten, no pasa nada malo, no soy tan dramática xD, ni tan mala!).
