— Avísame si quieres que pase por ti. — Kanae quien iba al volante conduciendo el auto familiar, lo estacionó cerca de donde sería la fiesta.

Shinobu solamente asintió en respuesta tomando su bolsa momentos antes de bajarse del automóvil.

La regla era simple: "Puedes ir solo si yo voy a dejarte y traerte."

En realidad podría hacer lo que quisiera, pero Shinobu respeta mucho a Kanae, por lo que la obedece de vez en cuando, o al menos cuando no discuten por una tontería.

— Y dile a Sanemi-kun que sea precavido con la bebida por favor.

— No prometo nada. — contestó la menor alejándose cada más del auto con rumbo a la casa de su cuñado. Dejando a su hermana con la palabra en la boca.

Estaba confundida; Kanae no tenía tiempo para ir a la fiesta pero si para ir a traerla.

"Que no vengan con que se pelearon".

Suspiró un poco fastidiada de tan siquiera pensarlo, pero confiaba plenamente en su hermana. Así que si ella dice que tiene mucha tarea, le creería.

Mientras más se acercaba, más alto sonaba la música, comenzó a sentirse nerviosa, sintió que fue una muy mala idea ir. Giró sobre sus talones para regresar al auto e ir a casa pero vaya fue su sorpresa al ver que ya nadie se encontraba ahí.

"Ni judas fue tan traicionero"

Volvió a suspirar afirmándose de valor y dirigirse nuevamente a la casa en donde sobresalía la gente.

"No money" de Galantis fue la primero que escuchó al estar por completo frente a la.puerta principal del albino, listo. No hay marcha atrás.

El olor a alcohol y pizza llenaron sus fosas nasales, gente por todos lados, algunos platicando, bailando o incluso besándose. Sí, ese no era su ambiente.

— ¡Shinobu-chan! — escuchó la conocida voz de su amiga en cuanto se adentró a la sala de estar — Viniste.

— Si... — suspiró — Siento que fue una mala idea, tengo un presentimiento, y desconozco si es bueno o malo. — unos muchachos se cruzaron entre ellos corriendo pasando empujando a Mitsuri quien les gritó — Y creo que tu tienes algo que ver en esto.

La pelirosa frunció los labios mientras sus mejillas se sonrojaban. Tal vez si se traía algo entre manos, pero no puede decírselo si quiere que sea sorpresa.

— Me ofendes Kochou-san, ¿cómo osas desconfiar de mi?.

— ¿En serio quieres que responda?

Estaba tan acostumbrada a que la llamara por su nombre o apellido. Mitsuri sonrió nerviosa, claramente es una mala mentirosa.

— Bueno, no exageres y cálmate, ¿Si? solo, ¡Diviértete!

Shinobu suspiró, tal vez Mitsuri tenía razón y estaba exagerando un poco. O simplemente quería escapar de ese lugar no esperando encontrarse con cierta persona.

Al final, decidió relajarse, e intentar disfrutar el momento. Son pocas las veces que sale, salir una vez no haría daño. Aunque siendo sincera, habría preferido quedarse en casa viendo alguna serie mientras comía helado.

Mitsuri la guió a la cocina para darle un refresco con la intension de que se tranquilizara, aunque gran parte de la razón por la que la llevó a la cocina era porque quería buscar más comida. De no ser por estar saliendo con Iguro, la comida habría sido su gran y único amor.

Hablando de este, el muchacho heterocromatico apareció por uno de los pasillos acercándose a Mitsuri ignorando a propósito a la que se encontraba a la par.

Shinobu veía como su amiga comía –a su manera– los sándwiches de queso y jamón junto a las frituras que habían. La forma hasta en cómo le brillaban los ojos le daba un poco de miedo.

— Delicioso — murmuró

En parte le era gracioso ver a su amiga actuando como un niño en una dulcería, sin ningún tipo de preocupación. Algo que admiraba de ella, en el pasado era alguien muy insegura de si misma, la gente le llamaba "gorda" y sus padres le decían que debía ser más "femenina" o no podría salir con un chico. Salía con un chico que la criticaba por su peculiar tono de cabello, o cualquier otra cosa.

"Demasiado colorido para una universitaria"

"Sería más Bonita con un cabello no tan llamativo"

"Come demasiado, se pondrá gorda"

"Es muy ruda para ser una chica"

Esos y miles de comentarios recibía a diario creándose una enorme inseguridad y autocríticas así misma. Esas palabras en forma de disparos que llegaban a su corazón haciéndola llorar.

No fue hasta que ambas se conocieron en la biblioteca cuando un grupo de chicas habían acorralado en uno de los pasillos a Mitsuri diciéndole todo tipo de cosas, Shinobu toda una furia llegó a su rescate con palabras llenas de veneno espantando a las agresoras.

Por supuesto que Shinobu también tenía sus inseguridades, pero ambas hablaron al respecto, dándose cuenta que nada es más importante que el amor propio, que son hermosas tal y como son, por que son diferentes a los demás y eso nada ni nadie lo va a cambiar.

Después conoció a Obanai y fue ahí que se dio cuenta que solo debía esperar al chico correcto que la amaría tal y como era. Y ahora aquí están, con una relación bien formada en donde ambos se querían por lo que eran.

Estaba feliz por su amiga, siempre lo estará. Pero hay veces que Shibobu y él chocan con personalidades y... simplemente no se toleran. Pero de vez en cuando se aprecian.

— Hace mucho ruido aquí, creo que iré al patio trasero. — indicó la pelimorada a su amiga un poco alzada la voz, conocía a la perfección la casa, de vez en cuando la mamá se Sanemi invitaba a su familia a cenar todos juntos.

— Está bien, yo estaré arriba con Iguro. Sanemi-San tiene un sofá en donde podemos ver televisión — dijo Mitsuri sonriendo con timidez. — Si necesitas algo ya sabes donde buscarme.

Shinobu asintió, ellas no eran de quedarse juntas cuando van a alguna fiesta. Cada una quería hacer cosas diferentes. Por lo que se separaban y luego se van juntas. Peculiar, pero así eran y así se querían.

*•*

Shinobu buscaba con la mirada algo en que pudiera entretenerse, ahora en vez de sentirse incómoda, se empezaba a aburrir.

Se sentó en el columpio que colgaba en el árbol, le gustaba ese lugar, podía ver las estrellas, sentía un poco de paz, desearía estar todo el tiempo así.

— ¡Shinobu-chan!

Habló muy pronto.

De todas las personas, justo él tenía que venir también.

— Ey... Douma-san.

De no ser porque casi está acostumbrada, diría que la está siguiendo. Básicamente el chico es un acosador.

— Qué alegría verte por aquí.

— Sí... — respondió sarcástica — qué alegría.

El chico sonrió más, Shinobu se preguntaba si no le dolería la cara por sonreír tanto.

Irónico ya que ella hace lo mismo.

El chico tomó lugar a su lado sin su consentimiento aprovechándose de que el comumbio era lo suficientemente grande para que quepan dos personas.

Douma no dejaba de hablar y elogiar lo linda que era, Shinobu ya quería librarse de él, "¿dónde estaba Mitsuri cuando se le necesita?" Pensó.

Sin decirle nada comenzó a alejarse para entrar en la casa, fue en vano porque el rubio se dio cuenta y le tomó la mano.

— Es de mala educación dejar hablado sola a las personas.

Las venas de frustración se podían apreciar en la frente de la peli negra.

— Por favor, sueltame. — pidió.

Douma levantó su mano para acariciarle la mejilla, pero fue detenida por esta que lo tomó de la muñeca.

— No me toques.

No era la primera vez que intentaba tocarla de esa forma, habló con la decana de la universidad sobre él, pero no recibió mayor castigo las "faltas de pruebas". No quedándole de otra más que evitarlo a toda costa.

Kanae y su familia desconocen esto.

— Oh, vamos Shinobu-chan, ¿qué acaso no puedo apreciar tu belleza?

— No.

Douma comenzó a reírse, le parecía "adorable" ver a Shinobu enojada, tanto que aflojó el agarre en su mano, la pelinegra no perdió la oportunidad y logró librarse de él. Comenzó a caminar a un paso más acelerado a la casa, intentaría esconderse entre la gente o si podía encontrarse con su mejor amiga o a alguien que conociera, mejor.

Una vez dentro ya se sentía más tranquila, si Douma la volvía a alcanzar, al menos había más gente. Eso era lo importante; nunca estar sola con alguien que te esté poniendo incómoda.

La música sonaba fuerte dentro, su cabeza comenzaba a dolerle. Buscaría algún lugar en donde no sonara tanto la música para estar en paz.

Douma había entrado también cuando vio a la pelimorada subir las escaleras de forma apresurada.

— Shinobu-chan, nos estábamos divirtiendo. ¿A dónde vas? — preguntó mientras la veía subir.

— A Narnia. — respondió mientras subía lo más rápido que podía.

Una vez arriba distinguió a Mitsuri sentada junto a Iguro en el sofá que había junto a una mesa y un librero.

— ¡Mitsuri! — acudió a ella escondiendo su alteración — Douma está aquí y me está desesperando, por favor escondeme.

Mitsuri se levantó de inmediato al escuchar siquiera el nombre de la escoria, conocía a la perfección la situación de su mejor amiga, cuando estaban en la universidad trataba de no dejarla sola, más no creyó que hoy, justamente en este mismo lugar se lo encontrarían.

— Ése idiota necesita terapia. —dijo Mitsuri enfadada — Cariño, por favor quédate aquí vigilando en lo que ayudo a Shinobu-san a esconderse.

Obanai asintió al pedido de su novia mientras que esta llevaba a la pelimorda a una de las habitaciones.

— Lo siento, no pensé que te encontrara aquí. — Mitsuri sentía la necesidad de disculparse, sabía la situación, aún así la dejó irse por su lado. Se sentía una mala amiga.

— Ni tú ni yo creemos que vendría.

Una vez dentro, la pelirosa señaló el clóset que había para que se escondiera.

— Te avisaré en cuanto puedas salir.

Shinobu solo asintió mientras se sentaba abrazando sus piernas. Mitsuri cerró la puerta del armario.

*•*

En cuanto Douma llegó al segundo nivel, lo primero que vio fue a la pareja que cargaban una mirada de pocos amigos, la de la chica era la que más destacaba.

— ¿Han visto a Shinobu-chan? — les preguntó con una sonrisa.

— No — respondió Mitsuri — Y de ser así, no te lo diría.

Douma rió suavemente, esa chica le molestaba bastante — Oh vamos... — dijo mientras se le acercaba peligrosamente a Mitsuri.

Iguro rápidamente se interpuso.

— Ni se te ocurra acercártele, ya te lo dijo. Aquí no hay nadie a quién le intereses.

Ambos chicos se miraban con recelo a los ojos. La tensión invadiendo poco a poco todo el lugar.

Luego de unos segundos, Douma se apartó.

— Está bien, les creeré. — aceptó. Aunque sabía que estaban mintiendo. Luego les sonrió y se alejó volviendo por donde vino.

— Oh ¡Iguro! — se abalanzó a sus brazos la chica al pelinegro — fuiste muy rudo.

El pelinegro se sonrojo un poco mientras correspondía al abrazo de su novia.

Escucharon pasos subir las escaleras, por lo que se separaron al pensar que era Douma otra vez. Pero fue grande su sorpresa al ver que era nada más ni nada menos, que Tomioka.

"Al final si vino" pensó la pareja.

— ¿A qué viene esa cara de tener diarrea? — preguntó Iguro al ver la cara espantada del chico.

— Sin querer rompí una figura de cerámica que estaban en el mueble de la sala. Y Sanemi me vio. — contó apresuradamente omitiendo la parte en la que se encontró con Douma en las escaleras.

— ¡TOMIOKA! — la rasposa voz del albino se escuchó en la planta de abajo.

El rostro de Tomioka se tornó pálido. Mitsuri rió. Iguro lamentó la desgracia del chico.

— ¡Por favor escondanme!

Mitsuri sonrió con malicia. Se le ocurrió una brillante idea.