Pues, buenu! Aki ta el VII cap de mi fic, me estoy apurando en subirlo, jeje, esq kiero terminarlo pronto! para q me den su opinión...
ADVERTENCIA: este capitulo contiene Lemon/Lime, así que están advertidos, para que no me reclamen después n.n
Es mi primer lemon/Lime, así espero su opinión al respecto n.n y que les guste, pues me esforcé mucho en hacerlo!
Otra cosa, GRACIAS POR SU PACIENCIA! sé que sin ustedes no podría seguir escribiendo mis historias! se los agradezco de todo corazón, pues me dan fuerzas para seguir adelanto xD
Sin más que decir, los dejo con el cap, espero les guste!
"No he podido olvidarme de ti"
"6 años después…"
-Toma, aquí tienes tu currículo listo- un muchacho alto, de cabellos oscuros y ojos pardos le entregó unas hojas a una muchacha de ojos y cabellos castaños.
-Gracias, mi vida- ella recibió el documento, lo dejó sobre la mesa y abrazó al muchacho-. Eres lo más lindo que hay, Cristhian.
-No es nada- murmuró Cristhian, antes de besarla apasionadamente.
Sonó el teléfono. Ella contestó la llamada:
-¿Aló? No, a ellos no los veo desde hace tiempo… Mmm... ¿Quién es usted?... ¿De verdad?... Bien, eso es todo… no, gracias- colgó el auricular, yendo hacia su novio.
-¿Qué querían, Sango?- Preguntó el chico.
-No sé, preguntaron por unos amigos, pero como yo no he sabido nada de ellos desde hace 6 años…
-¡Vaya!- Cristhian la observó un momento, sonriendo- Oye… ahora que me acuerdo, una nueva oficina va a abrir, y necesita un representante legal, o sea, un abogado, y tú…
-Vengo recién saliendo de la Facultad de Derecho- terminó la frase Sango-. No creo que me elijan a mí.
-De todas formas, mandé tu Currículo. Se supone que hoy deberían confirmar la entrevista.
-Ah, bien…- Sango se sentó en el sofá, mirando al muchacho. Él se sentó al lado de ella, abrazándola por la espalda.
Habían pasado ya seis años desde que él muriera… Sango no lo había recordado en mucho tiempo, pero ahora que le habían preguntado por InuYasha y Kikyou, se acordó de él. Era inevitable, si los tres eran sus mejores amigos, y él era… mucho más que su amigo. Se habían separado de una manera muy brusca al final de ese año, pues Sango e InuYasha se marcharon a estudiar en distintas ciudades, mientras que Kikyou se fue a otro país a terminar su carrera. Y desde ese entonces, no se hablaban. Ella había intentado olvidarse de él, Miroku, el muchacho que…
-Tal vez el verdadero amor se viva una sola vez en la vida- murmuró por lo bajo Sango, pues ella nunca había vuelto a sentir lo mismo otra vez, Miroku había sido el único capaz de entregarle ese cariño tan especial, y ella no se había vuelto a enamorar de esa manera tan fuerte. Pero, en realidad, después de salir del hospital no preguntó más por él, excepto cuando le dieron la noticia…
"Flash Back
Caminaba sola por la calle. Hacia una semana atrás que él la había echado de su cuarto. No estaba segura que era lo que había pasado desde entonces, pero los padres de Miroku no respondían las llamadas. Se detuvo en una casa y tocó el timbre. El padre de su amiga la recibió, ofreciéndole algo para servirse. Ella no aceptó nada, y se dirigió a hablar con su amiga. Ella si se había quedado en el hospital, y tendría que saber que había sucedido con él.
-Kikyou…- murmuró, entrando en la habitación.
La muchacha estaba sentada al borde de su cama, junto a InuYasha, ambos con los ojos llorosos, y en silencio.
-¿Qué pasó?- preguntó Sango. La voz estaba a punto de cortársele, sabía que algo malo era la respuesta a su pregunta.
-Miroku…- Kikyou cerró los ojos, recordando lo sucedido- Miroku está…
-Sango, Miroku murió la semana pasada en el quirófano- murmuró InuYasha, mientras las lágrimas volvían a salir de esos ojos dorados. Sango se quedó inmóvil al escucharlo, no podía creer que eso hubiese sucedido. No era posible. Cayó de rodillas, sin reaccionar a hacer nada más, llorando la pérdida, era algo que no soportaría mucho tiempo, él era la persona a quien ella amaba, y perderla de esa manera…
La lluvia seguía cayendo, un viento helado soplaba afuera, llevando consigo las hojas caídas de los árboles, mientras la noche se acercaba rápida. Ese había sido el invierno más duro que había tenido que vivir.
Fin del Flash Back"
Sonó el teléfono, sacando a la joven de sus recuerdos. Cristhian contestó.
-Es para ti- dijo, mirando a su novia. Sango contestó, secándose una lágrima con el dorso de la mano.
-¿Sí? Con ella. ¿En serio? Pero… yo acabó de… sí, pero… ¿Ahora? A las 16:00¿en? Aja, allí estaré, entonces. Sí, adiós- Sango cortó, mirando a Cristhian-. Eran de las oficinas, me dieron el trabajo.
-¿Ves? Te dije que te iría bien.
-Sí, lo sé. Tengo que prepararme, a las 16:00 es la entrevista.
-Yo te llevó, sé donde quedan las oficinas.
La muchacha sonrió. Se cambió de ropa: vistió una falda que le llegaba unos 10 cm. sobre la rodilla de color azul claro, con una blusa blanca y una chaquetita del mismo juego de la falda. Cristhian la dejó en el lugar, y luego se dirigió a su trabajo.
-Buenos días, señorita- saludó la secretaría-. ¿Qué desea?
-Vengo por una entrevista de trabajo- respondió Sango.
-¿Usted debe ser la abogada?
-Sí.
-Espere un momento- la muchacha entró en la oficina y salió al rato, un poco molesta-. La está esperando.
Sango entró y se sentó frente al escritorio. Su entrevistador estaba de espaldas a ella, mirando hacía la ventana.
-¿Sango McGonagall, cierto? Bienvenida, señorita- dijo el sujeto, alegre.
-Gracias, señor…- respondió ella.
-Ah, primero que nada…- él le dio la cara, sonriendo. Tenía los ojos de un azul profundo, muy alegres, su piel era morena, y sus cabellos oscuros- Seremos compañeros de trabajo, así que llámame sólo Miroku.
-¿Mi… Miroku?- Sango quedó perpleja- ¿Miroku McNamara?- el muchacho asintió- Yo pensé que tú… estabas muerto.
-Sí, lo sé… Les dije a los doctores que si quedaba mal, les dijeran eso a ustedes… Pero eso son cosas de antes, que se tienen que olvidar. En realidad, lo único que quería era encontrarlos… te extrañé.
-Tú me pediste que me fuera…
-Lo sé, pero dejemos eso atrás. Creo que podemos ser amigos, como antes…
-Sí, amigos…
-Estás contratada.
-¿Qué? Pero ni siquiera me hiciste preguntas de trabajo, sólo…
-Sólo necesito saber que aceptas. Sé que eres la persona adecuada para este trabajo, eres muy lista.
Sango sonrió. Siguieron hablando un rato, contándose cosas que habían sucedido durante ese tiempo, como habían estado, que habían hecho…
-Miroku, mi cielo, ya es…- La secretaria entró, interrumpiéndolos, y miró con recelo a Sango.
-¡Ah! Lisbeth, te presentó a Sango, la abogada. Sango, ella es mi secretaria y novia, Lisbeth.
-Gusto en conocerla- respondió Sango, con una amable sonrisa.
-No opino lo mismo- dijo Lisbeth, dirigiéndole una rápida mirada desdeñosa. Luego se dirigió a Miroku-. Mi amor, hay otras personas que quieren el trabajo, más abogados que pueden aceptar el puesto, con experiencia…
-No necesito a nadie más. Ya te lo había dicho, no voy a dar más entrevistas. Me aburren- Miroku sacó unos papeles y los puso sobre el escritorio-. ¿Entendido? Ya sabes como son las cosas, te lo explique claramente ayer.
-Sí, Miroku, lo siento. ¿Algo más?- preguntó Lisbeth.
-No, gracias- Miroku miró a Sango y le pasó un lápiz-. Firma aquí, por favor.
Ella firmó el contrato. Lisbeth se marchó, molesta.
-¿Por qué eres así con ella?- preguntó Sango, mirando a Miroku.
-Ella lo sabe muy bien. No es una santa. Ha hecho cosas que no te imaginas. No es como tú.
Sango lo miró, sorprendida. No sabía cómo reaccionar, porque ella conocía al Miroku de antes, cuando eran unos adolescentes, no al de ahora. No sabía si agradecer lo que había dicho, o reclamarle su atrevimiento.
-¿Como yo¿A qué te refieres con eso?
-Ah, Sango. Cuando tú y yo éramos novios, tú eras capaz de dar todo por mí, jamás me hubiese engañado, o defraudado, mucho menos mentido- Miroku se acercó a la muchacha, acariciándole el rostro con cariño-. Tú eras demasiado buena para mí. Ahora me vengo a dar cuenta de todo lo que perdí. Cristhian es un chico muy afortunado.
-Si tú lo dices…- murmuró Sango- ¿Cómo conoces a Cristhian?
-Él estaba en un curso corto de actuación, al que yo asistía como profesor suplente. Me interesó el papel que estaba representando, y nos hicimos amigos. Me hablo muchas cosas de ti.
-¿Qué te dijo de mí?
-Que eras una hermosura, que te merecías el cielo, que eras lo mejor que podía haberle pasado, que cualquier hombre sería feliz a tu lado…- Miroku sonrió, mientras abría uno de los cajones del escritorio. Sacó de allí una pequeña caja- Estoy muy de acuerdo con él. Toma, Sanguito- le extendió la caja.
Ella la abrió y se quedó boquiabierta: un aniño de oro con un brillante descansaba en el interior, un solitario que relucía a la luz del sol que entraba por la ventana.
-¿Por qué tú…?- preguntó débilmente.
-Pues verás, antes del accidente y de todo eso, yo tenía pensado dártelo. Pero no tuve tiempo, con todo lo que sucedió…
-Gracias, pero no puedo aceptarlo- Sango dejó la joya en el escritorio.
-¡No me lo devuelvas!- Gritó Miroku, enfadado. Luego recuperó la compostura, y continuó- Es tuyo, quédatelo. Por favor.
Sango lo aceptó, en parte por miedo a Miroku, en parte porque era una joya muy hermosa. Charlaron un rato más, y luego Sango se marchó a su departamento.
"Esto es estúpido" pensaba Sango, mientras conducía. "Es verdad que no he vuelto a sentir ese amor tan profundo que sentía con él, pero yo ya no lo amo. Lo aprecio mucho, es un gran amigo, pero en estos momentos yo tengo una relación estable que va bastante bien, inclusive pensamos casarnos, aunque creo que aún es demasiado pronto. Pero que Miroku me coquetee es estúpido. Él sabe que lo que pasó entre nosotros fue hace seis años. No le voy a creer que siga enamorado de mí. Seguramente volvió a ser el mujeriego de siempre, e intenta hacerme caer de nuevo… >Pero no puedes cerrar los ojos de esa manera¿y si él de verdad te ama? Claro, como la última vez. >Simplemente deberías casarte con Cristhian y olvidarte de Miroku de una buena vez. ¡Además él te hizo creer que estaba muerto! Sí, bueno, como sea… tendrá sus razones¿no? Y deben de ser muy buenas. >Sí, pero eso no le quita el ser un idiota Lo sé. Pero ¡déjame tranquila! Quiero pensar las cosas yo sola, y decidir que es lo que quiero hacer… >Hay una parte de ti que todavía lo ama… ¡Qué te calles! >Sólo te digo la verdad. Hay que ser muy ingenuo como para no darse cuenta ¡Ya basta! >Sí, lo ama… ¿y qué vas a hacer? No puedes olvidarte de esa parte de ti Lo sé, déjame pensar… tengo que ver que es más fuerte… >No puedes negar que Miroku está bastante bien Sí, pero yo estoy con Cristhian >Pero dime que no te gustaría que esos labios te besaran, que esas manos te abrazaran, escuchar su hermosa voz decirte "te amo"… ¡Ay! Sí, si me gustaría… ¡Ya cállate! Me estás haciendo enfadar >Si te gusta, no lo puedes negar. ¡Y cómo no! Ya basta"
Arrancó el auto cuando el semáforo cambió a verde. Pero de la calle transversal (la que tenía el semáforo en rojo), un vehículo gris siguió su camino, sin respetar la señalización, acelerando. Sango intentó frenar, pero era demasiado tarde, el vehículo alcanzó a darle a la parte trasera de su auto, provocando que se deslizara unos metros y se estrellara con un poste. Sango se golpeó la cabeza, quedando inconsciente.
-¡Sango!- Cristhian sonrió al verla despertar- ¡Menos mal!
-¿Qué pasó?- Preguntó la muchacha, sobándose la cabeza.
-Un auto te chocó. Claro, era un ladrón que iba escapando, pero lo atraparon. ¡Me hiciste pasar un susto!
-Lo siento, yo…- Sango intentó recordar porqué no se había fijado en aquel vehículo. "¡Claro! Tenías una pelea con tus yo internos. ¿Sobre qué? Pues, sobre Miroku y…"
-Miroku vino a verte hace unos momentos. Pero tenía cosas que hacer, así que se marchó.
-¿Hace cuánto que estoy aquí?
-Hace unas dos horas. Si no es nada grave, el doctor estaba esperando a que despertaras.
Entró un doctor a la habitación, y sonrió al ver a Sango despierta.
-Bien, princesa- dijo el médico, acercándose-. Vamos a examinarte, así que Cristhian, por favor…
El joven salió de la sala, mientras el doctor le hacía algunas preguntas a Sango, y la examinaba. Al rato, llamó a Cristhian para informarle su decisión.
-A ver… Sango está en perfectas condiciones, sólo fue un pequeño golpe en su cabeza. Le daremos de alta hoy, pero deberá descansar en casa por una semana.
La chica sonrió. Nunca le había tenido mucha simpatía a los hospitales, así que para ella era preferible estar en casa haciendo nada. La muchacha espero pacientemente, y en una hora y media pudo marcharse a su casa.
"Dos días después"
Eran cerca de las diez de la mañana. Sango estaba sola en casa, con su pijama de dos piezas (el que acostumbraba a usar diariamente), recostada viendo la TV. El timbre la sacó de su mundo. Se puso una bata encima del pijama y fue a abrir.
-Miroku… ¿Qué haces aquí?
-Pues, vine a ver como seguías.
-Pasa…-Sango lo hizo pasar, cerrando la puerta- Ya estoy mucho mejor. En realidad, no fue nada más que un golpe.
-Pero tienes que cuidarte igual- Miroku se sentó en el sofá, frente a Sango-. ¿Y cuándo vuelves al trabajo?
-Querrás decir empiezo. Porque aún no he ido ni el primer día. En cinco días más, es decir el próximo lunes, estaré en la oficina.
-Bien, te estaré esperando con ansias.
Se quedaron ambos en silencio, Miroku con su vista fija en Sango, en su cara, sus labios. Ella, con la mirada perdida en el suelo, metida, otra vez, en su mundo.
"Bien, y aquí estoy de nuevo, mirándola fijamente" pensó Miroku, mientras la observaba. "Otra vez me pierdo en su mirada tan dulce; en sus labios tan suaves; en su pelo, sus manos, en toda ella. >¿Tiene eso algo de malo? Si te gusta… ¿Me gusta? No, no lo creo… no me puede gustar, si no la recuerdo… >¡Ah! Siempre haz estado loco por ella No es cierto. Yo sólo soy su amigo >Por ahora. ¡Pero si te mueres de ganas por tocarla! Acariciar su cara, rozar sus labios con los tuyos, abrazarla, oler su pelo, y perderte en ella, cada vez más ¡No! Ella tiene novio, al igual que yo tengo novia. >Vaya, como si amaras a tu novia… cuando no hayas la hora de terminar con ella Sí, tienes razón… pero Sango de seguro ya se olvidó de mí… >¿Cómo lo sabes? No has intentado robarle un beso, o decirle "te amo" Si lo hago, seguro que me mataría. Debe pensar que esto es una estupidez. >Bien, tal vez sea verdad, pero no puedes negar que la amas, que no has podido olvidarte de ella… ¿La amo¿Me enamoré de Sango¿No he podido olvidarme de ella? >Si, reconócelo Sí, tienes razón, no he podido olvidarme de ti, estoy enamorado de Sango…"
-¿Miroku?
-¿Ah?- Miroku reaccionó de repente- ¿Qué pasa?
-Tu teléfono está sonando hace rato…
-Ah, perdón, no me había dado cuenta…- Miroku contestó, un poco triste, pues era Lisbeth. Se puso de pie y se alejó a conversar con ella.
"No puedo fijarme en él, tiene novia" se dijo para sí misma, Sango. "Y yo tengo novio. Sería algo tonto que los dejáramos para empezar algo que sería simplemente un capricho… porque no llegaríamos a nada, ese es un amor de adolescente y nada más… >Sí, es de adolescentes, pero fue el primero que te hizo sentir mariposas en el estómago, nerviosismo, alegría, y todo eso que te gusta sentir de él Bueno, tienes razón, pero…> Pero míralo. Todavía te da ese escalofrío en la espalda al sentir sus labios en tu mejilla, y las mariposas en el estómago… ¡Cállate! Es imposible que me esté enamorando tan rápido de él. >No es que te estés enamorando, es que ya estabas enamorada… Eso es ridículo. >Tal vez, pero ese amor del que yo te hablo es uno que tenías guardado bajo mil y una llaves, esperando que se te olvidara algún día. Mmm… si, pero… ya lo estaba olvidando… >Querida, querías olvidarlo porqué sabías que no lo volverías a ver, se suponía que el estaba muerto. Sí, lo sé. Lo reconozco. Nunca pude olvidarme de ti, Miroku… pero no pasará nada. No por ahora, voy a darle tiempo al tiempo. No puedo precipitarme tanto, no sé que es lo que siente él por mí. >Excelente decisión, por eso eres tú la parte consciente de nosotras. El tiempo es lo mejor que puedes esperar… "
-Sango, me tengo que ir- murmuró Miroku.
-Ah…- Sango salió de sus pensamientos- Bien, cuídate mucho… nos vemos el lunes.
-Nos vemos el lunes- el joven se despidió con un beso en la mejilla de Sango.
Allí se quedó ella, sola en el sofá, esperando algún indicio de que Miroku sintiera lo mismo que ella. Y ahí se fue él, conduciendo perdido en sus emociones, temiendo que Sango no sintiera lo mismo.
"5 meses más tarde…"
La muchacha esperaba a su novio, deseosa de estar con él. Esa era una de las cosas que más le gustaban de su pareja: el sexo. Su compañero se daba mucho tiempo en recorrer cada rincón de su cuerpo, provocándole un gran placer.
El chasquido de la cerradura le indicó que él ya había llegado.
-Miroku, te estaba esperando…- le susurró Lisbeth al oído, abrazándolo por la espalda.
-No hagas eso- Miroku la alejó-. Tenemos que hablar.
-¿Y de qué?- Lisbeth se sentó en el sofá, enfadada- ¿Acaso de acostaste con esa? Si es eso, no me importa…
-No. Pero es de eso de lo que tenemos que hablar. Ya no puedo seguir más contigo, esta relación se acabó…
-¿Por qué?- lo miró con recelo- ¿Piensas volver con ella? Pero tiene novio, recuérdalo.
-Pues, no estoy planeando nada con ella. Simplemente no puedo seguir contigo. Y si ella quiere terminar con él, es su asunto.
-Pero… ¡Ah! Eres un tonto. ¿De verdad crees que estás enamorado de ella? Recuerda que estuviste en coma casi tres años, perdiste la memoria. Un día, de repente, se te vino su nombre a la mente, y le preguntaste a tus padres: ellos te dijeron que estabas muy enamorado de ella. Y por eso decidiste saber de Sango y tus otros amigos. Pero no es amor lo que sientes. Es sólo curiosidad. Te contaron su trágica historia, leíste viejas cartas de ustedes, y pensaste que era amor. No lo es, cariño.
-¿Y por qué no? Tú no sabes lo que siento por ella. Desde el primer momentoen que la volví a ver, no la he podido sacar de mi mente.
-No creas en eso, tesoro. El verdadero amor, ese que dura años, e incluso hasta la muerte, no existe.
-Yo no creo eso. Pero, en fin, supongo que dejarás de reclamar y volverás a tu casa ahora mismo.
-Ahh… está bien, corazón. Pero recuerda que yo te lo advertí- Lisbeth tomó sus cosas y se marchó. Miroku se quedó pensando en lo que había dicho su ex, tal vez era verdad… pero no, no podía ser mentira lo que estaba sintiendo.
Cristhian jugaba con el pelo de su compañera, mientras la contemplaba fijamente. Ella estaba recostada en la cama, él sobre ella, sentado sobre sus piernas; sin camisa, pero aún con el pantalón. Ella vestía un camisón de seda color lila sobre la ropa interior, mirando a lo lejos. Él sonrió de repente, bajando su cara hasta el pecho de ella, hundiéndola entremedio de sus senos. Sango se estremeció ante el contacto. Cristhian besó esa zona, acariciando suavemente su cintura.
-Esto no está bien- murmuró Sango, alejándolo.
-Si no estás lista, lo dejamos para después- respondió Cristhian.
-No es eso- Sango suspiró-. Cristhian, yo no te amo. No quiero cometer un error.
-¿Error? Ya veo ¿Te refieres a casarte conmigo?
-Sí. Lo lamento, pero no puedo seguir engañándonos de esa manera.
-Bien, Sango. No te puedo obligar a nada. Simplemente sé feliz- Cristhian tomó sus cosas y se marchó.
"Al lunes siguiente…"
Eran las seis de la tarde, su turno acababa de terminar. Pero eso significaba que tendría que esperar hasta mañana para verlo de nuevo. Tomó los últimos papeles que estaban en su escritorio y se dirigió a la oficina de Miroku, mientras los revisaba. Ya no quedaba nadie en el edificio, sólo él y ella.
-Aquí están los contratos que llegaron hoy- Sango los dejó encima del escritorio y tomó otros que estaban ahí encima-. Está todo en orden con los contratos, mandaré estos inmediatamente para que lleguen antes del mediodía. ¿Algo más?
Miroku arqueó una ceja. Estaba leyendo un documento bastante largo.
-Si, cuando termines con eso…- murmuró, concentrado- ¿me puedes ayudar con esto? Hay algo que no entiendo. Pero si tienes que salir con tu novio, o algo así, lo podemos dejar para mañana…
-Terminé con él hace algunos días, así que no tengo nada que hacer… Vuelvo enseguida- Sango se retiró. Miroku dejó a un lado los papeles "¡Vaya! Funcionó. Yo que pensé que ella todavía estaba con Cristhian…" Al rato volvió Sango.
-¿Qué es lo que no entiendes?- Preguntó, acercándose.
-¿Por qué pasas saliendo y entrando en mi oficina, si puedes quedarte conmigo?- Le susurró Miroku, al oído. Sango cerró los ojos al sentir la mano de él en su espalda, recorriéndola suavemente. Él dio vuelta a Sango, abrazándola, luego la besó tiernamente, un pequeño roce que se fue profundizando conforme pasaba el tiempo. Él se aventuró a recorrerla: le quitó la chaquetita rápidamente; luego, con la mano derecha, desató la cola que llevaba en el pelo, y con la izquierda, desacomodó la blusa, sacándola fuera de la falda y acariciando la espalda de Sango.
-Miroku, esto no…- murmuró Sango, intentando detenerlo. " >Pero ¿qué haces? No lo detengas, si te gusta Pero está mal, no me ha dicho nada, no soy una niña fácil. >No cualquiera te conquista, lo sé, pero Miroku es distinto… Si, aunque no entiendo sus motivos, tal vez sólo seré una más… >¿Y entonces para que le dijiste que ya no estabas con Cristhian? Miroku no hubiese hecho nada si tú te hubieses quedado callada Ah, pero es que tenía que saberlo… >¿Para qué? Para que pudiera tomar la iniciativa…> ¿Y qué está haciendo? Déjate de infantilismos, simplemente déjate llevar Bueno, bueno…"
-¿Sucede algo, Sango?- Preguntó Miroku, mirándola.
-No, es que…- Sango lo miró a los ojos- ¿Por qué haces esto?
-Yo…- Miroku sonrió, mirando tiernamente a Sango- Yo te amo. No sabes cuanto esperé el saber que ya no estabas con Cristhian…
-¿Pero y Lisbeth?
-Ella… terminé con ella. Lo tomó mal, pero tiene que entender…
-Entonces esto no está mal, si no estamos comprometidos…
Se quedaron mirando fijamente, luego volvieron a besarse, siguiendo con lo que habían interrumpido: Sango le quitó la corbata a Miroku, desabotonando su camisa; él miró a Sango, fascinado. Comenzó a desabotonar su blusa, rápidamente, mientras ella le quitaba la camisa, dejando descubierto el torso. Lo abrazó, mientras él le terminaba de sacar la blusa, besando su cuello, hombros, bajando por el pecho, llegando al ombligo… Sango comenzó a recorrer con apasionados besos el pecho de Miroku, bajando lentamente, deleitándolo. Él tomó a Sango por la cintura, y bajo el cierre de la falda, apartando la prenda a un lado; ella exploró con sus manos la espalda, y su abdomen, bajando. Al llegar al pantalón, miró a su compañero, quién sonrió, tomando sus pequeñas manos y llevándolas a la hebilla; con timidez, Sango quitó los pantalones, dejando a Miroku sólo son sus bóxer. Él la abrazó, pasando su intrépida mano por su espalda, bajando los tirantes del brasier, para luego desabrochar la prenda, sacándola completamente. Por la ventana entró una corriente de aire frío, que los hizo estremecerse por un escalofrío en sus espaldas. La mano del joven recorrió ahora lentamente las piernas de ella, subiendo por los muslos, la cintura, el pecho, mientras que sus labios fueron dejando huellas por todo el cuello y el pecho. La subió al escritorio, alejando los papeles que había encima. Terminaron de desvestirse, besándose a cada momento. Ella abrazó por la cintura a Miroku con sus piernas, provocándole un escalofrío por todo su cuerpo. Él besó los pechos de la muchacha, pasando su lengua por los pezones. Ella con su mano comenzó a recorrer cada milímetro de la piel de Miroku, bajando hasta el miembro erecto: lo acarició, suave al principio, luego más fuerte, apretándolo. A Miroku le gustaron las caricias, le producían un enorme placer, pero ya no podía seguir separado de ella. Tomó las manos de Sango y las apartó, entrando en ella. Sango respondió con quejido de dolor, que poco a poco fue transformándose en placer, mientras las entradas y salidas eran más profundas. Abrazó con fuerza a Miroku, llegando a su clímax, gritando de satisfacción, sintiendo el éxtasis. Él también disfrutaba como nunca, ya que siempre sus relaciones eran por puro placer, ésta vez en cambio, era algo más. Al cabo de unos minutos llegó también al clímax, respondiendo con un grito. El movimiento fue haciéndose más lento, hasta que finalizó por completo, separándose ambos cuerpos.
Sango cayó en los brazos de Miroku, recuperando el aliento, mientras él sonreía, satisfecho.
-Fue maravilloso- murmuró la chica, abrazándolo.
-¿De veras?- Él le acarició la cabeza, contemplándola. Por unos momentos se sintió culpable de haberle hecho eso a Sango, pues, ahora que estaba agotada, se veía como una pequeña niña tierna al final de un largo día. La tomó en brazos, llevándola hasta un sofá en un rincón de la oficina, y notó unas pequeñas manchas de sangre en el escritorio. "¿Qué hiciste?" pensó, mientras observaba a Sango en silencio.
-¿Sucede algo?- preguntó la chica.
-Sango…- Miroku titubeó, pero se decidió a preguntar- ¿Tú eras virgen?
Ella bajó la mirada, asintiendo con la cabeza. Él también bajó la mirada.
-Oye…- Sango tomó la cara de Miroku, mirándolo- No tienes porqué ponerte así. No has hecho nada malo, simplemente… fue fantástico. No te he reprochado nada, y no lo voy a hacer. Si no hubiese querido hacerlo, te hubiera empujado desde el primer minuto.
-Es que yo…- la miró, confundido- yo pensé que tú ya…
-¿Te molesta ser el primero?
">¡Idiota! Es mucho mejor, así sabes que nadie había llegado a estos extremos con ella. Además, el primero siempre es el más importante… por lo menos no se olvidaría de ti nunca más. ¡Anímate! Se entregó por completo a ti, te dio lo que a nadie más le había dado… es tuya, tu Sanguito. Ella parece estar feliz de haberlo hecho, y tú te sientes culpable… ¡Tonto! Si sigues así, se va a terminar aburriendo de ti. "
-Miroku…- Sango tomó las manos del joven, apoyando su frente en la de él- No quiero que te sientas mal. No te lo había dicho por lo mismo. Yo quería entregarme a la persona correcta.
-¿Y lo hiciste?
-De eso no hay duda. Siempre estuve esperando que volvieras…
-Pero, se suponía que yo estaba muerto…
-Con el paso del tiempo, empecé a dudarlo. Tus padres no hicieron funeral, nada… dijeron que no iban a enterrarte en la ciudad. Un día decidí ir a verlos para preguntarles dónde ibas a estar y ya no vivían ahí. Me pareció muy sospechoso…
-¿Siempre analizas todo? Me alegro de que pensarás que yo estaba vivo, pero ¿por qué soy la persona adecuada?
-Porque te amo. Nunca dejé de amarte. Y la única persona que se merecía esto, siempre creí que eras tú.
-Siempre me amaste… me alegra saberlo, porque yo también te amo. Estuve esperando mucho tiempo encontrarte.
-¿Dónde estuviste estos seis años? Pudiste haberme llamado, o visitado.
-Yo… lo siento, pero no pude. Estuve en coma durante tres años, y después supe que te habías mudado…
-Ya veo… por lo menos nos reencontramos.
-Sí, y eso es lo mejor.
Ya era de noche, una brisa helada entraba por la ventana, el bullicio nocturno de la ciudad les llegaba a lo lejos. Sango alcanzó sus ropas y se comenzó a vestir.
-¿Por qué? Te ves mejor sin nada…- Miroku la abrazó, impidiendo que siguiera.
-Miroku, debo volver a casa. Ya es tarde. Además, estaba esperando una llamada…
-Bien. Te acompaño.
-¿Por qué? Puedo irme sola. No eres nada mío como para llevarme así nada más…
-¿Ah, no soy nada tuyo?- Miroku sonrió, agarrando a Sango por las caderas- ¿Qué te parece si eres mi novia?
-¿Qué te hace crees que aceptaría?
-Porque me amas… además, tu cuerpo no parece oponerse.
Era cierto, las piernas de la muchacha temblaban ante el roce con el cuerpo de él, y no tan sólo sus piernas, todo su cuerpo era cómplice del temblor y escalofrío que lo recorría. Sango sonrió, abrazando a Miroku por el cuello.
-Tienes razón. Acepto, pero ten presente que no seré como tus otras novias.
-Eso lo sé. Por eso te amo, pequeña.
Ambos sonrieron, felices de poder estar juntos, pues habían esperado eso mucho tiempo.
