Recomiendo altamente que escuchen "Clover" de A.C.E en cuanto Shinobu y Giyuu hablen para aclarar todo.
— Tomioka, la mesa cuatro ya ha sido deshabitada.
El joven azabache asintió a la petición terminando por colgar uno de los pedidos en la tableta que enviaba las notas a la cocina. Tomando una de las bandejas de plástico se dirigió a la mesa indicada para levantar los platos y limpiar, los nuevos clientes pronto la ocuparían.
Apenas es su tercer día de trabajo y ya se sentía aburrido.
"Esas cosas que quieres no se compraran solas, la pobreza no me vencerá". Supuestamente ese era su lema.
Aunque en realidad, gran parte el motivo del porqué trabajaba era porque Sabito lo obligó hacerlo ya que decía que era lo suficientemente grande para ayudar con el apartamento que compartían... eso y porque poco a poco se quedaban sin comer y necesitan dinero para ir al supermercado.
Mantener su mente y cuerpo activo le ayudaba a no recordar el bochornoso momento que tuvo con Shinobu en la fiesta, también en parte para no volver a encerrarse entre sus sábanas mientras escucha canciones de Taylor Swift lamentándose lo miserable que era.
— Tu turno de tomar la orden. — un muchacho de cabellos largos y oscuros avisó a Giyuu tomándolo del hombro. — La mesa 8.
— Gracias Murata.
Se dirigió a la mesa indicada, sin prestar atención a su alrededor. Sus ojos estaban fijos en su libreta en sus manos que pasaba hoja tras hoja para buscar una en blanco y poder escribir en ella, inconsciente de lo que estaba por suceder.
— Buenas tardes, sean bienvenidas... — su saludo fue inofensivo, sin embargo el sonido del agua golpear estrellándose contra algo fue lo que hizo que levantara su mirada, seguido de una fuerte tos.
Oh, no...
— ¡Shinobu-chan! — Mitsuri se dirigió alterada a su amiga quien empezó a toser bruscamente, Giyuu notó el agua esparcida por toda la mesa y como del hermoso rostro de Shinobu salían pequeñas lágrimas de sus ojos a la vez que debajo de su nariz escurría un líquido un tanto ligoso.
— ¿Te encuentras bien? — quiso darse una bofetada por preguntar algo tan absurdo.
Shinobu en cuanto se calmó se levantó de golpe de la mesa, en ningún momento cruzó miradas con él.
— Disculpen...
Y simplemente se fue... al baño, pero se fue.
Giyuu con su mirada de no entender lo que había pasado, siguió con lo suyo de limpiar la mesa. La gente que había volteado a ver el espectáculo continuó con su comida ignorando lo sucedido. En cuanto el azabache terminó con su labor de forma nerviosa se dirigió a la pelirosa, en busca de palabras para preguntar qué fue lo que pasó, sin embargo, fue interrumpido por la chica.
— ¡Juro que no lo hice intencional! — el rostro de la chica se encontraba rojo, apenada — ¡No sabía que trabajas aquí!
— No sé de qué me hablas pero... — Giyuu realmente se sentía muy nervioso — ¿Ya saben qué van a ordenar?
Realmente era malo para comunicarse, incluso para expresarse.
Mitsuri solo le sonrió aún apenada en respuesta. No quiso intimidarlo más y respondió con la orden.
*•*
Shinobu en ningún momento lo miró o le habló, fue completamente ignorado. Y eso en parte fue doloroso.
Más sin embargo, no tenía tiempo para lágrimas, debía seguir con su trabajo o si no, obtendría una falta en su primera semana. Por lo que no teniendo de otra continuó en lo suyo, aunque siempre viendo de reojo a Shinobu varias veces.
Cuando vio que el par de amigas había terminado se les acercó de forma apresurada, jura que apenas dio cinco pasos y Shinobu había salido del lugar, dejando a Mitsuri en espera con el dinero en las manos.
— Gracias por la comida, Tomioka-san, estuvo deliciosa — agradeció la chica inclinándose — Esto es para ti. — de su bolso sacó unos billetes más — Es por el buen servicio.
Giyuu no supo si eso fue sarcasmo, burla, o fue algo normal. Pero terminó por ignorarlo agradeciéndole a ella, queriendo negarse en aceptar la propina, pero en cuanto se dio la, Mitsuri ya se había ido.
Suspiró, realmente fue un día largo.
A lo lejos, pudo ver severamente por la ventana como Shinobu parecía regañar a Mitsuri. Estaba seguro que le reclamó el motivo de la propina.
"No lo soporto más".
Shinobu estaba muy extraña, está decidido; hablaría con ella en cuanto saliera del trabajo. Necesitaba hacerlo por su salud mental, por el de ambos mejor dicho. En cuanto su turno terminó, se apresuró y guardar sus cosas para ir en busca de ella.
*•*
Ambos se vieron levemente a los ojos antes de bajar la mirada, Giyuu al vaso ya vacío, Shinobu a la nevera.
— Vamos a mi habitación.
Giyuu no pudo evitar sonrojarse a esa petición, no es por ser alguien perverso, pero inevitablemente sintió un doble sentido en esa frase.
— Tus padres... — susurró el pelinegro. No estaba entre sus planes ir más allá de la puerta de entrada.
Shinobu rodó los ojos. — Por eso mismo digo que vayamos a mi habitación.
No del todo convencido, el pelinegro aceptó. Shinobu le quitó el vaso de sus manos para lavarlo y dejarlo en la vajilla.
Después se dirigió a las escaleras que antes estaba por subir. Giyuu no pudo evitar ver sus pantuflas púrpuras con forma de conejito cuyas orejas cargaban adorno de mariposa.
"Adorable" pensó dejando salir una media sonrisa.
Finalmente en el segundo nivel de la casa, Shinobu lo guió hasta su habitación dónde lo dejó entrar primero. A solo un paso de entrar ella después de él cuando fue interrumpida.
— Si mamá y papá se llegan a enterar, estarás en problemas.
Shinobu se sobresaltó al escuchar la voz de Kanae a sus espaldas. Había olvidado que ella a estas horas está despierta, y de seguro escuchó cuando el pelinegro tocó la puerta.
La ojimorada volteó a dónde ella cerrando la puerta de su habitación a su paso.
— Exacto. — afirmó — Si llegan a enterarse. Y tú no vas a ser la razón de que se enteren.
Kanae alzó una ceja. "¿Es en serio?" Pensó. Estaba por sermonearla cuando la de baja estatura le interrumpió.
— Vamos nee-san. Yo no digo nada cuando invitas "en secreto" a Shinazugawa-san.
Touché.
— No va a pasar nada. Sólo vamos a hablar, además somos... amigos. — eso último le dolió decir.
Kanae rió suavemente. — Claro, amigos. — siguió riendo mientras llevaba una de sus manos a su boca para no ser escuchada. — Son tan ingenuos, sólo ustedes no se dan cuenta de lo que sucede entre ustedes.
Shinobu se sonrojó por más que intentara evitarlo. Estaba por responderle pero esta vez, Kanae le interrumpió.
— No se queden despiertos hasta tarde. Buenas noches. — después volvió a su habitación cerrando la puerta. Dejando a su hermana con la palabra en la boca.
Ahora se sentía nerviosa.
Tan tranquila que estaba.
Nuevamente entra a su habitación, con un pelinegro de pie frente a su ventana. Giyuu siempre fue muy respetuoso, caballeroso más que todo, por lo que no le sorprendería que le dijera que no tomaría asiento a menos que ella le dé su autorización.
— Siéntate. — le indicó palpando el colchón con su palma.
Giyuu a tropiezos lo hizo.
Ahora ambos sentados en la cama con aproximadamente 30 cm de distancia, ambos viendo a lados distintos de su habitación, ninguno daba indicios de querer hablar.
Oh vamos, hace tan solo diez minutos tenían toda la actitud para hacerlo.
Giyuu tenía listo todo un monólogo que decirle, pero esas malditas palabras fueron borradas de su cabeza en cuanto la vio, incluso con esas pantuflas de conejito seguía viéndose tan linda.
Su corazón latía a velocidad, sus manos empezaban a humedecerse por los nervios, de pronto sintió su garganta seca.
Volviendo a estar en silencio, fue Shinobu la que decidió romperlo. Tal parece que ella va a ser la que mande en la futura relación.
— ¿Vamos hablar de lo que pasó, o seguiremos en silencio hasta que amanezca? — ¿Directa?, ¿Dónde?.
Giyuu pasó un brazo bajo su cabello, tragando en seco la poca saliva que había en su boca. Se había preparado frente al espejo del baño antes de venir para hablar con ella cuando la tuviera en frente, pero había olvidado lo nervioso que se ponía cada vez que estaba cerca de ella.
Ella era su mundo, y al ser reina de este, podía hacerlo caer en trizas con sólo una mirada.
— ¿Por qué no te habías comunicado conmigo en este tiempo? — volvió a preguntar ella.
Pasaron un par de segundos hasta que el chico introvertido por fin respondiera.
— No me atrevía hacerlo. — logró a decir él. Aunque para ser sincero, le hubiera gustado que ella también intentara hablar con él, después de todo ambos fueron cómplices en lo que pasó.
Shinobu suspiró.
— Vamos, Tomioka-san, somos amigos. ¿Cómo es que ahora parecemos extraños?.
"Amigos que se besaron" pensó él.
— ¿Qué soy yo para ti?
Si Sabito estuviera escondido observándolo, de seguro habría salido para golpearlo mientras le gritaba un "Sé hombre". Un escalofrío pasó por su espalda de sólo imaginarlo.
Esta vez él suspiró. Solo debe ser sincero frente a la chica que le gusta, ¿Fácil, verdad?.
"¿Qué se supone que haga con este corazón si aún sigo pensando en ti?"
Shinobu -ignorante de la discusión mental que tenía el pelinegro- se levantó de la cama para dirigirse a su clóset en busca de su pijama. Tenía planeado seguir con sus tareas si Giyuu seguía sin responderle, y en vista que este no parecía querer hablar, será mejor ponerse cómoda. O eso estaba por hacer hasta que...
— Te quiero.
Shinobu abrió su boca de la sorpresa. Lentamente giró a dónde él. Giyuu tenía toda su mirada en el suelo, mientras un sonrojo se posaba en su rostro. No podía creer que lo dijo.
— ¿Qué dijiste? — preguntó incrédula la ojimorada.
— ¿En serio me harás repetirlo? — más avergonzado no podía sentirse. Había dicho más de cinco palabras, eso era un récord para él.
Shinobu se acercó a él, sentándose nuevamente en la cama. Un brillo en sus ojos se pudo apreciar, tomó su mejilla para que volteara a verla, con dificultad logró hacerlo.
Giyuu también tenía ese brillo en los ojos. Sumando ese sonrojo en el rostro de ambos.
¿Hicieron 'click'? Absolutamente.
Shinobu se lanzó a él para abrazarlo.
— Fue una pregunta retórica, tonto. — dijo ella mientras lo abrazaba con más fuerza. Giyuu torpemente correspondió rodeando su cintura con sus brazos. Aferrándose a ella con fuerza. — Yo también te quiero. — susurró a su oído.
— Eres mi amiga después de todo... y yo-
La sonrisa de Shinobu se congeló, incrédula. Tiene que ser broma. Cerró los ojos, al abrirlos la vena de su frente hizo presente. Después, lo que se escuchó fue un golpe.
Shinobu lo abofeteó.
— ¡Eres un grandísimo idiota!
Giyuu la miró ofendido... y adolorido. No lo dejó terminar.
Alzó su mirada, con su mano sobando su mejilla, para verla nuevamente. Pero al hacerlo, el incrédulo ahora era él.
Lagrimas salían de esos hermosos ojos morados.
Shinobu estaba llorando.
"Oh, no. Está llorando. ¿La hice llorar?" se asustó por completo. Pronto el pánico se apoderó de su cuerpo.
Lágrimas de amargura rodaban por las mejillas de ella. — No sé si en serio eres un idiota, o simplemente estás jugando conmigo... — alcanzó a decir ella con su vista completamente nublada — Asi que voy a ped-
Fue Giyuu quien interrumpió ahora tomándola del rostro depositando un beso en sus labios. Un beso tan corto que se le conoce como "topon".
— Lo siento. — dijo en cuanto se separó de ella — Soy un tonto. Perdóname, no sé cómo debo actuar frente a esta situación. Yo te quiero... te quiero mucho más de lo que crees. Pero me da miedo perderte. Soy un cobarde.
Shinobu estaba por responderle, pero nuevamente fue interrumpida con un beso. Esta vez un poco más largo que el anterior.
Sus manos acariciaban sus mejillas, secando con sus pulgares sus lágrimas.
— Las mujeres sólo pueden llorar de felicidad, no de dolor. Y yo te he hecho llorar, eso no voy a perdonarmelo nunca.
Nuevamente volvió a besar sus labios.
— Shinobu... — todo este tiempo llevaba sus ojos cerrados, finalmente los abrió para decir lo que tanto le costaba decir.
Fue ahí cuando finalmente Giyuu pudo expresarse.
— Eres la chica de mi vida, mi único amor, mis ojos azules de océano. — se separó de ella tomando el valor suficiente para verla a los ojos tomándola de la barbilla con sus dedos — ¿Puedo amarte?
Y esa, fue una de las mejores declaraciones que pudo oír.
Con sus ojos aún humedas, las comisuras de sus labios se elevaron formando una verdadera sonrisa en su rostro.
— Todo se vuelve hermoso porque gracias a ti encontré el amor — continuó él secando las lágrimas de sus mejillas con sus dedos mientras que unía sus frentes — Siento que no puedo respirar de lo tan enamorado que estoy. — fue juntando sus narices — Porque me tienes así de enamorado de ti, Shinobu...
La chica cerró sus ojos con calma al sentirlo tan cerca, nunca nadie en su vida le habían dicho cosas tan lindas.
— Me pones nervioso no lo voy a negar, haces que entre en pánico con solo mirarte. Cuando nos tomamos de la mano todas esas veces en las que cruzamos la calle para acompañarte a casa, siento una infinita felicidad, una felicidad que nunca en mi vida he sentido.
Shinobu rodeó su cuello con sus brazos, él por fin decía más de una oración, y eso era tan cálido de escuchar, quería que siguiera.
— Entré en pánico cuando Kanroji nos encerró en el clóset el día de la fiesta. Traté de controlarme... aunque por lo que recuerdas fue inevitable. — el rostro de ambos fue tornándose más rojo después de esas palabras — Y realmente siento ser un idiota cómo tu dices. Es que realmente no sé cómo actuar frente a ti.
Finalmente se separó de ella sacando el aire que tenía retenido. Shinobu había escuchado atentamente cada palabra que él decía.
— Dime, Shinobu... ¿Me dejas amarte?
La chica se aferró más a su cuello, una hermosa y verdadera sonrisa pintaba su rostro.
— Tonto.
No fue necesario más palabras, esta vez fue Shinobu quien se abalanzó a sus labios.
Un beso que ambos realmente necesitaban. Un beso tan dulce pero a la vez igual de profundo que el que se dieron aquel día en la fiesta.
Shinobu lo empujó haciendo que el pelinegro cayera de espaldas al colchón, con ella encima de él.
Necesitaba más de él, quería grabarse la sensación de sus labios, de cómo sus brazos la tomaban fuertemente, en cómo su calidad respiración comenzaba a calmarse. Más sin embargo no llegaron a más, simplemente era dos jóvenes almas que apreciaban los labios del otro.
Luego de llevar un buen rato besándose, finalmente se separaron. Giyuu en ningún momento la soltó de sus brazos.
— Creo que mis actos responden tu pregunta. — respondió ella rozando cariñosamente su nariz con la de él. — Pero si no lo captaste: Sí. — sonrió — Sí quiero que me ames, así cómo yo también quiero hacerlo contigo, Giyuu...
Que lo llamara por su nombre hizo que su corazón se llenara de felicidad. Por fin.
Nuevamente unieron sus frentes. No sin antes el pelinegro deposite un beso en ella. Está claro que no a cualquiera se le da un beso en la frente.
— Se hizo tarde... — mencionó viendo el reloj de su mesa de noche. Este marcaba más de la una de la mañana. ¿En qué momento se había pasado el tiempo? — Quédate a dormir.
Giyuu estaba por negarse, resoetaba su casa por lo que quedarse lo hacia sentir como un entrometido, pero Shinobu interrumpió.
— Mi mamá sale a las cinco de la mañana debido a su turno en el hospital que empieza a las seis. Mi papá se va a las seis para su trabajo y se lleva a Kanao con él pasando a dejarla al instituto. Y Kanae sale una hora después, por lo que soy la última en salir. Así que no tienes de qué preocuparte por la mañana, además que casi nunca se pasan por mi habitación.
Aún no del todo convencido, aceptó. Pero solo porque no quería separarse de ella.
Shinobu volvió a recostarse sobre él para nuevamente poseer sus labios. Ahora que lo tenía en sus brazos no pensaba dejarlo ir.
Y eso fue más que suficiente para Giyuu sonriera.
*•*
Más tarde en la misma noche, él despierta. Una mirada extraña en su rostro.
"Esta no es mi habitación"
Luego siente una mano sobre su pecho. Dirige su mirada al lado izquierdo de su cuerpo al sentir un leve peso.
Ahí está ella.
Los recuerdos de lo sucedido en la noche llegan a su mente. Le tomó tiempo de asimilarlo hasta que por fin se dejó caer rendido sobre la almohada. Sonrió como el bobo enamorado que era mientras se acomodaba en la cama para abrazarla.
Ésa noche ambos durmieron en paz bajo la cálida compañía del otro. Una noche en la que por fin el hilo rojo de sus almas por fin se habían encontrado.
