Capítulo 3: "El rostro de un desconocido"

Kagome miró con detenimiento el rostro de su amiga la cual daba mil gracias, emocionada y conmovida por el gesto, imaginando que no la volvería a ver. La joven observó a la novia y las imágenes se reforzaban en su memoria, ahora experimentaba algo cálido, haciéndola sentir que realmente la conocía, que era su amiga

-Sango... - Musitó Miroku, a su lado, contemplándola tan pálido como el papel. La joven esposa volteó y le sonrió ampliamente.

-Es sin duda el mejor día de mi vida... casarme contigo... – Y luego dirigiéndose a Kagome-... y que mi mejor amiga estuviera a mi lado.

Kagome sonrió ante el comentario y sus ojos se alzaron para mirar a las personas que se encontraban tras la novia. Su mirada castaña pasó por los ojos dorados que la miraban aún choqueados. El hombre, incrédulo, había permanecido de pie sin siquiera moverse, sabía que hasta su corazón se había casi detenido, sin embargo los ojos castaños pasaron por sobre los suyos sin demostrar un ápice de interés, ella volvió a mirar a su amiga y sonrió nuevamente.

-Lamento no haber llegado antes.- Dijo Kagome excusándose, esta vez dio una pequeña mirada a Miroku y asintió con la cabeza levemente, a modo de saludo.

-¿No es una sorpresa?... la encontré ayer en el barrio de Shinagawa- Acotó Sango al joven hombre que aún parecía algo impactado.

-Eh... claro... una... gran sorpresa diría yo... - Musitó el joven ladeando el rostro, intentando buscar la mirada dorada de su amigo, la que encontró en unos instantes. Arrugó el ceño al notar que Inuyasha también observaba la escena, pero parecía una estatua, ni un solo músculo movió.- Creo que ha sido una sorpresa para todos... - Agregó volviendo el rostro hacia Sango.

-Lo siento yo... es que después del accidente... las cosas no fueron lo mismo... supongo... - Respondió Kagome pensando en su temporal y extraña pérdida de recuerdos, y sintiéndose algo incómoda por la actitud del novio. -... perdón...

-No, no importa- Respondió alegre la novia.- Eso ya no importa.

Pronto Kagome se dio cuenta que los demás también deseaban felicitar a la pareja y fue así como poco a poco comenzó a alejarse de ellos. Miró a su alrededor, imaginando que tal vez el lugar le pertenecía al que ahora era el esposo de su amiga. La casa era bastante grande y tenía dos pisos, de estilo nacional, el jardín en donde se había celebrado la ceremonia y donde pronto se percató iba a ser la recepción, era bastante amplio y hermoso, lo cual deducía que aquel joven llamado Miroku, pertenecía a una familia algo adinerada. Era extraño, sólo tenía el recuerdo de haberlo visto un par de ocasiones porque ningún recuerdo significativo le develó que lo conocía más que a su amiga Sango, sospechaba que conocía a ese joven sólo vista.

Inuyasha la observó aún sin ser capaz de acercarse a ella, es que verla de pronto allí fue lo último que se imaginó. Pero qué extraño le resultaba de igual manera todo, Kagome lo había mirado pero parecía no haberlo reconocido. Vio que la joven rechazaba una copa de champán a un mesero y luego volvía a mirar a la novia, con el rostro indeciso. Él avanzó un paso pero luego se frenó, quedándose estático en el lugar sin poder reaccionar. La joven finalmente caminó hasta la novia y su acompañante.

-Debo irme... espero sinceramente que sean felices- Dijo la muchacha tomando las manos de su amiga.

-No, no puedes irte aún... acabas de llegar... - Reprochó ésta y luego miró a Miroku - ¿En dónde esta él? Tiene que venir a saludarla...

El novio observó a su alrededor incómodo sin ver ahora el rostro de su amigo.

-Lo divisé hace un rato... seguro que ya sabe que ella esta aquí...

Kagome los miró a ambos sin entender, luego sonrió algo ansiosa.

-Debo irme, en serio... espero verte nuevamente.

-Claro que sí!- Aseguró ella mirando a Miroku- No porque este casada significa que dejaré de ver a mis amigas... nos iremos de luna de miel esta noche... pero en cuanto regrese hablaremos, hay tantas cosas que quiero contarte...

-Seguro... - Musitó Kagome-... también yo...

Ella pasó por su lado sin siquiera mirarle, Inuyasha entreabrió sus labios, estaba demasiado choqueado, demasiado impresionado que no fue capaz de pronunciar una sola palabra para llamar su atención. Apenas pudo ver que se alejaba del lugar y cuando la perdió de vista sintió que estaba tan helado como una piedra. Miroku se acercó a su lado y dirigiendo sus ojos azules hacia las puertas del jardín suspiró algo aliviado.

-Creí que esta viendo un fantasma... ha sido una sorpresa realmente... - Musitó.

-Sí... lo es... - Replicó Inuyasha apenas. Él mismo notó que su voz estaba algo extraña. Miroku al fin ladeó el rostro y lo miró, las condiciones en la que su joven amigo estaba le develaba que para él había sido más que una sorpresa.

-Apenas saludó a Sango... a mí... me miró casi como si no me conociera... creo que te pasó lo mismo, ni siquiera te miró... tal vez... no te recuerde...

Inuyasha tragó saliva con dolor... ¿pero qué mas esperaba? Aunque ya habían pasado tres años. Tres largos años, cuando ya perdía toda esperanza de volver a verla.

-No te preocupes... - Dijo una mano amiga que se posó en su hombro, era la joven novia que le brindaba una sonrisa.-... puedes hablar con ella si quieres... me dijo que esta viviendo en el templo, su antigua casa...

-Pero fuimos tantas veces hasta allá y nunca... - Dijo de pronto atropelladamente Inuyasha, cayó al recordar los momentos de angustia en que intentó verla pero su familia había desaparecido sin dejar rastro.

-Lo sabemos... - Respondió Sango mirándolo con algo de tristeza-... en todo caso... ha pasado mucho tiempo... hay cosas que no podemos volver atrás... y hasta tú ya tienes tu vida...

-Pero nunca la he podido olvidar... hay tantas cosas que debo aclararle... tantas... - El joven bajó la vista porque el gusto amargo de la angustia estaba en su garganta hasta el punto que le dolía, sintió que sus ojos dorados se humedecían y luego de unos segundos carraspeó y volvió a erguirse, orgulloso.- Pero no se preocupen... celebremos este día en que dos de mis mejores amigos están juntos... - Tomó una copa de las que sacó de imprevisto de un camarero que pasaba por su lado y la alzó esforzándose en parecer realmente alegre.- Por ustedes y su felicidad!

La pareja lo observó con algo de tristeza, sabían que se esforzaba enormemente en parecer que nada le dañaba, que nada le dolía, pero la verdad era otra y aunque fingiera esa sonrisa, Inuyasha ocultaba mucho dolor.

&&&&&&&&

-¿Dónde estabas?- Preguntó su madre en cuanto puso un pie en la casa. Kagome la miró algo extrañada, la actitud de la señora Higurashi era bastante exaltada.

-Fui... a dar un paseo... - Murmuró y al instante sintió que sus mejillas enrojecían, sabía que era en parte una mentira y se sentía mal por ello, pero recordaba perfectamente el sentimiento que tenía madre contra Sango ¿qué podía hacer?

-Estaba preocupada por ti, debiste llamar- Respondió la mujer. Kagome que había esquivado su mirada entonces la observó, en verdad lucía preocupada y angustiada y mientras se sacaba el abrigo suspiró.

-Lo siento... – Murmuró, luego le brindó una pequeña sonrisa y cuando pasó por su lado besó su mejilla.- No lo volveré a hacer.

La mujer la observó como subía las escaleras, lentamente apoyaba una mano blanca y delgada en el pasamos. De pronto volvía a sentir escalofríos y en su garganta se formaba un nudo de tristeza. Sentía tener que ocultarle tantas cosas, pero era mejor que viviera así, sin saber y deseaba más que nada que el destino permitiera que la joven nunca más se encontrara con aquellas personas que podían echar por tierra los años de terapia Y menos con aquel hombre, que sólo sufrimiento había traído a sus vidas.

Kagome se miró en el espejo y a través del frío cristal notó que sus ojos tenían un extraño brillo. Se quedó quieta mirándose sin hacer nada más, tenía una rara sensación, en realidad aquella extraña sensación la tuvo desde el momento en que había vuelto a ver a su amiga Sango. Sin embargo sentía algo de vergüenza en tener que hablar nuevamente con ella¿decirle que la había olvidado? No, no podía herirla de esa manera, aunque no fuera su culpa. Suspiró derrotada y ocultó la cabeza con sus manos. Todo estaba en completo silencio, y de pronto, otra vez aquella canción se posaba en su mente, esta vez, sin saber cómo, era algo más larga...

De alguna forma sé que no podemos despertar de este sueño

no es real, pero es nuestro

tal vez esta noche, volaremos muy lejos

y nos perderemos antes del amanecer

-Por Kami!- Gimió sintiendo que la cabeza le pesaba demasiado, las manos entonces se debilitaron y las dejó caer sobre la mesita del tocador.- Por Kami... qué se supone esta pasándome...

De alguna forma sé que no podemos despertar de este sueño

no es real, pero es nuestro

tal vez esta noche, volaremos muy lejos

y nos perderemos antes del amanecer...

&&&&&&&&

El hombre estaba semi oculto tras los automóviles estacionados al otro lado de la calle y su corazón dio un brinco cuando vio la delgada silueta envuelta en un abrigo color café bajar con lentitud las escaleras del templo. Volvió a ocultarse rápidamente sintiendo los enormes latidos de su corazón contra su pecho, eran tan fuertes que parecía que de un momento a otro le iba a dar un paro cardíaco. Luego de unos segundos en que intentó calmarse, volvió a mirar hacia donde ella iba, entonces se dio valor y la siguió.

Kagome entró al conservatorio de música pero en cuanto lo hizo se encontró con Kagura en la recepción, esta la miró con desprecio pero eso a la muchacha no le importó, se detuvo de pronto y exhaló un suspiro, parecía cansada, agotada y una ola de tos casi la sofocó.

-No luces nada bien.- Rió la primera soprano mirándola por encima del hombro.

-Estoy algo... resfriada... eso creo... - Respondió apenas sintiendo que le faltaba el aire a pesar de haber caminado demasiado despacio hacia el conservatorio.

-Resfriado, resfriado... eso es muy malo para alguien que canta- Replicó con burla alejándose de ella.

A Kagome los comentarios sarcásticos y muchas veces venenosos de Kagura no le importaban, sabía que ella era así, y con respecto a eso no podía hacer nada, salvo nunca dejarse atormentar por ella. Muchas veces escuchó a su doctor allá en Kurama y también a su madre, que la vida debía vivirla sin problemas, sin dejarse atormentar por nada ni por nadie, para que así el corazón estuviera fortalecido.

-Muchas de las enfermedades nuevas de ahora son provocadas por nuestros problemas... incluso cuando se tiene una pena muy grande la gente puede enfermar hasta de cáncer- Había dicho Kouga.- Yo te recomiendo que hagas algo que te mantenga tranquila... cantar por ejemplo...

Inuyasha alzó la vista extrañado leyendo las letras en color dorado que estaban adosadas al cemento de la estructura color marfil.

-"Conservatorio de... ¿música?"- Musitó arrugando el ceño. Bajó sus ojos hacia la entrada y se quedó de pie allí, no sabía porqué, pero no tenía intenciones de alejarse ahora, había una necesidad imperiosa de poder hablar con la muchacha, explicarle... necesitaba hacerlo más que nada...

Houjo la miró de reojo mientras ella intentaba solfeaba la escala musical, luego de unos minutos dejó de tocar el piano y se levantó de su silla. La muchacha lo miró a través de sus ojos vidriosos ahora.

-¿Sucede algo?... ya sé que estoy un poco afónica... - Respondió ella tomando un vaso de agua y bebiéndolo lentamente.

-Creo que estas completamente resfriada Kagome... mejor será que te vayas a casa a descansar...

-Iré a la enfermería antes- Dijo la muchacha dejando el vaso sobre la mesa. La cabeza le dolía demasiado y sentía que le pesaba, era obvio que había pescado una gripe, seguro que había sido la noche en que encontró a su madre y al abuelo hablando a escondidas.

Inuyasha estaba sentado en la acera mirando distraídamente las hojas secas que caían de las copas de los árboles, sus piernas se movían sin embargo con inquietud, ya había pasado una hora de espera y estaba demasiado ansioso de verla nuevamente y poder abordarla y hablarle. Se levantó de súbito cuando la vio asomarse en la puerta del edificio. El rostro pálido de la joven le llamó la atención, ahora que la veía de frente su corazón se volvía a acelerar. Ella tenía la vista baja y cuando alzó sus ojos él notó un extraño brillo en ellos, como si estuviera a punto de llorar. Tragó saliva con dolor y dio un paso adelante, a ver si de esa manera llamaba su atención y no lo ignoraba como en la boda de sus amigos, pero ella no le miró nuevamente. Kagome bajó un peldaño, luego el otro y finalmente el siguiente hasta salir a la calle. Caminó un par de pasos y entonces el joven miró a ambos lados de la calle esperando que ningún automóvil pasase y cruzó casi corriendo. Ahora estaba en la misma vereda de la chica así que detuvo poco a poco sus pasos hasta caminar tras ella sin que se diera cuenta. Arrugó el ceño notando la lentitud en que caminaba. Su corazón latía demasiado aprisa, casi sin notar se dio cuenta que iba muy cerca de la muchacha, hasta podía volver a aspirar aquel aroma que le traía a su mente imágenes del pasado. Sin poder evitarlo avanzó aún más rápido y tocó su hombro. De inmediato ella se detuvo en seco y volteó. Los segundos parecían eternos, él dejó de respirar, sólo ahora se daba cuenta de lo que había hecho. Kagome lo miró sin expresión. Inuyasha quiso hablar pero ni un solo sonido salió de su boca y contrario a lo que imaginó, ella aún parecía mirarlo como si no lo conociera. Él se detuvo en sus ojos castaños, tan vidriosos ahora y las mejillas rosas que contrastaba con la piel de porcelana. Sin embargo la vio cerrar de pronto los ojos y caer al suelo, desmayada.

Continuará...