Capítulo 8: "Los celos de Kagome"
La mujer entreabrió la puerta de su alcoba y escudriñó a través de la semi penumbra la habitación. La vio tal cual la había dejado ya varias horas atrás. Kagome se encontraba acostada en la cama y al parecer, dormía profundamente. La mujer volvió a cerrar la puerta y bajó las escaleras en silencio. Ya en la cocina el abuelo la interrogó.
-¿Te dijo algo?
Ella negó con la cabeza y se acercó al mueble de donde sacó dos platos.
-Esta dormida aún... cenaremos nosotros.
El abuelo se sentó en la silla y apoyó la cabeza en su mano, en forma pensativa.
-A mi nieta le pasó algo... ¿no viste como llegó? Lucía muy triste... y abatida...
La señora Higurashi llenó un plato con sopa y lo dejó frente a él.
-Kagome necesita tener más distracciones... esta muy sola... – Respondió llenado el suyo y luego se sentó frente a él.- Necesita más que las clases de canto que esta tomando...
-Yo creo que ya es hora que la dejes hacer su vida... te entrometes demasiado en sus cosas... – Murmuró el anciano sorbeteando la sopa, disgustado. La mujer hizo una mueca.
-Y qué quiere papá... si es la única hija que me queda...
Ella dejó la sopa y se cruzó de brazos entristecida, el anciano la miró con dolor y también dejó la sopa, la verdad, ya ninguno de los dos tenía apetito.
Aunque mantenía los ojos cerrados desde hacía horas, la verdad es que no dormía como su mamá creía. Se sentía completamente cansada, abrumada y completamente triste. Aún no entendía como las palabras de aquella canción que por tanto tiempo la abrumaron con fragmentos perdidos en su memoria, llegaron de pronto a sus labios¿cómo había podido cantarla? y más aún, en el conservatorio. Había dado tanto de si que estaba agotada y la tristeza en que la había dejado no paraba de pensar en aquel hombre llamado Inuyasha que se iba a casar, sentía como si hubiera sido engañada, que había hecho el papel de estúpida y lo peor, ella misma se sorprendía de esos sentimientos ¿porqué los tenía si apenas lo conocía?
-No debe afectarme tanto eso... - Murmuró y finalmente dejó que el sueño se apoderara de ella. Tenía que descansar.
El sol era radiante y todo el follaje de los arboles brillaba. Alzó la vista hacia el cielo, una cuantas nubes pasaban rápidamente pero aún así era un hermoso día. Estaba muy feliz y sonrió.
-Kagome!
Ella volteó y vio a Sango con el cabello mucho más largo que le hacía una seña unos metros más adelante. Kagome corrió a su lado y cuando estuvo frente a la muchacha la vio estirar su dedo como indicándole algo. Ella dirigió la vista y vio la cumbre de monte Fuji completamente blanca y muy cerca de donde estaban.
-Ahhh... que lindo... - Musitó la chica quedándose un momento estática en el lugar, contemplando aquel paisaje inmaculado de belleza y naturaleza. Más pronto el cielo se oscureció con nubes y se hizo de noche. Ya Sango no estaba a su lado. ¿Dónde estaba?... ¿La cabaña?... ¿Dónde estaba la cabaña? Caminó y luego corrió, la lluvia comenzó a desatarse, primero con tenues gotas y luego un infernal aguacero, los rayos cayeron a tierra, algunos muy cerca de ella, el corazón latía como loco, estaba asustada, aterrada.
Cuando despertó los rayos del sol matutino ya se colaban por entre las cortinas, dándole de lleno en su cara. La muchacha se incorporó sintiendo la cabeza pesada nuevamente. La pesadilla había sido muy real y aún su corazón estaba asustado, pero... Kagome se quedó sentada en la cama y bajó la vista recordando cada detalle. Y pronto se dio cuenta que aquello, más que un sueño, había sido un recuerdo anterior al accidente... ¿podría ser eso? Debía ser.. era el viaje al cual Sango y ella habían ido. ¿De qué lugar se trataba?
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-Ella no vino hoy... - Murmuró Houjo con resignación mientras comenzaba a tocar los primeros acordes del piano. Recordó el incidente de hacía ya varios días atrás y desde esa vez Kagome no había regresado al conservatorio ¿pero que estaba pasando?... ¿sería correcto ir a verla? Para eso debería pedir su ficha en secretaría, pero no estaba muy seguro de hacerlo. Kagura entró en ese momento y miró ansiosa a su alrededor. Houjo dejó de tocar y la miró sin expresión- No vino hoy tampoco.
La mujer hizo una mueca pero contrario a lo que imaginaba, ella lucía algo desilusionada también.
-Ya sé, no quiere dar la cara- Dijo la mujer mientras se acercaba al ventanal.
-¿Y porqué ha de esconderse? No ha hecho nada malo, al contrario... – Respondió el profesor frunciendo el ceño. La mujer se quedó quieta unos segundos- Kagome ha demostrado tener una voz realmente...
-Eso no me importa.- Mintió la mujer, esta vez fastidiada y volteándose para clavar sus ojos claros en los del joven.- Que cante como un ángel caído no es mi problema... - Acotó apoyando la espalda en la ventana.
-Y entonces... ¿qué quiere hablar con ella?
La mujer lo miró irritada pero no respondió nada.
-Lo que sucede Kagura... es que tiene miedo ¿no es cierto? Que la puedan escoger a ella y no a usted.
La soprano rió de buena gana pero su risa fue algo forzada, caminó hasta el hombre y se afirmó en el piano.
-¿Crees que me da miedo? Yo soy una soprano, por Kami, llevo años en esto. El que ella tenga una hermosa voz no significa nada.
-Significa mil cosas señorita Kagura- Interrumpió Houjo. Deseaba proteger a sualumna y ya la verdad lo estaba cansando la diva. – Si la directora escucha a Kagome y nota la emoción con que ella interpreta una pieza... comparado con usted que tiene también muy hermosa voz pero no expresa nada... - La mujer lo fulminó con la mirada pero él prosiguió.-... yo creo... que es muy probable que sea Kagome la próxima Leonora en la opera.
La soprano lo miró con rabia y luego hizo una mueca de desprecio.
-Eres bastante ingenuo... ¿cómo que será la próxima Leonora?... una cosa es cantar bien... lo otro muy distinto es cantar en un escenario... y sé perfectamente que tu protegida le aterra poner un pie en este ¿o me equivoco?
Houjo no respondió porque sabía perfectamente que lo que la mujer decía era cierto. Kagome jamás cantaría sola, menos subirse a un escenario. Kagura sonrió triunfal y eso, en parte, la tranquilizó. Volteó y se marchó, pero deseando con todas las fuerzas de su alma que ojalá la muchacha nunca más apareciese otra vez por el conservatorio.
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En verdad no se lo esperaba. Sonrió apenas demostrando amabilidad y el hombre también lo hizo, ella miró de reojo a su madre que sonreía ante la escena y entonces lo entendió todo.
-Nadie esta enfermo, doctor Koizumi.- Dijo la muchacha levantando una ceja y cruzándose de brazos, pero él sólo sonrió más, casi de manera arrogante. Era un hombre muy seguro de sí mismo. Entonces Kagome finalmente se quitó de la puerta y él entró, saludando con una pequeña reverencia a la mujer y al abuelo que observaban la escena desde más al interior.
-¿Cómo esta doctor?- Preguntó la madre de Kagome estrechando una mano y sonriendo de manera cómplice.
-No me diga doctor ahora- Sonrió este y luego estrechando la del abuelo que no lo miraba de muy buena gana.
-Ah¿si?- Murmuró la chica y entonces él volteó.
-Estoy solo en esta ciudad... y me preguntaba pues... como recorrerla sin tener a nadie que me fuera guiando...
-Ahh, pero Kagome puede ayudarle- Respondió la mujer y entonces la muchacha volteó mirándola sorprendida.
-Mamá!
Si hubiera tenido la oportunidad, escondería la cabeza en la arena, así como lo hacen los avestruces. Comprendía las razones del porqué el doctor estaba a estas horas, casi al anochecer, en su casa, mirando de manera cómplice a su propia madre. Ambos se habían puesto de acuerdo. ¿Su mamá actuaba de Celestina? Era lo último que le faltaba.
-Sería un honor... – Respondió el doctor-... No te preocupes, ando en auto... y volveremos temprano.- Acotó mirando a Kagome. La chica lo observó indecisa.
-Ve Kagome... así te distraes... – La alentó su madre.
Distraerse. ¿No era eso lo que necesitaba? Bueno, tal vez, sí, pero no era necesario que su madre hubiera arreglado una cita precisamente con el doctor Koizumi. Agachó la cabeza dándose por vencida.
-Esta bien... voy a arreglarme un poco... - Murmuró derrotada.
A pesar del frío reinante allá afuera, el lugar estaba muy cálido, bastante agradable, pero Kagome no se sorprendía del todo. Aquel restaurant era donde generalmente los ricos acudían. Miró de reojo al doctor que se sacaba la chaqueta en ese momento, antes de sentarse y ella pensaba en cómo había sido tan boba, aquel hombre sí conocía la ciudad y era él quien la había llevado directamente hasta el lugar.
-Para alguien que no conoce la zona, ha escogido un muy buen sitio... - Murmuró Kagome mirando la carta que estaba sobre la mesa. Lo escuchó reír.
-Lo siento, lo admito, soy culpable de mentir.
La joven alzó la vista hacia él y lo miró con seriedad.
-¿Y en qué mas ha mentido usted, doctor Koizumi?
El hombre volvió a sonreír y en ese momento llegó una joven camarera pidiendo sus pedidos.
-No miento... a menos que sea por una buena causa... y llámame Kouga- Respondió mirándola intensamente. Kagome volteó el rostro incómoda. En un día de semana las personas no acudían mucho a los restaurantes. Sus ojos se dirigieron como si fueran arrastrados hacia la barra, un par de metros más allá, casi al fondo del lugar. Arrugó el ceño¿podría ser él?... ¿Inuyasha?. Su corazón comenzó a latir más rápido cuando el hombre ladeó el rostro y entonces claramente vio sus ojos dorados, aun desde donde estaba podía notar lo brillantes que estaban. Pero luego lo entendió. Él tenía una copa de algún trago en su mano y la bebió de un sorbo. Luego pareció hablar con el camarero y este le daba nuevamente otro trago. Observándolo mejor, parecía algo abatido, la espalda levemente encorvada, con sus cabellos algo desordenados que caían tras él y además parecía que había bebido bastante.
-Su pedido.- Dijo la camarera.
Ella dio un brinco y Kouga la miró sorprendido.
-Oh!... gracias... - Murmuró y miró el plato que tenía en frente suyo.
-¿Estas bien?- Preguntó el hombre mirándola preocupado. Era inevitable para él no observar a las personas, muchas veces, con ojos de médico.
-Sí... eh... lo siento, estaba distraída.- La chica llevó el tenedor a sus labios pero pronto volvió a alzar la vista hacia Inuyasha. ¿Porqué estaba allí, tan solo? ... tal vez se peleó con la novia... murmuraba de forma irónica. Estaba disgustada por saberlo. Todos los hombres eran iguales, cortejan a las chicas aun estando a días de casarse. Lo volvió a mirar disgustada. ¿Qué me importa lo que le pase?
Permanecieron allí un buen rato después de la comida, el hombre tenía mil temas de conversación, y muchas anécdotas de hospital que sacaron más de una sonrisa a la muchacha. Kagome lo observaba esta vez sintiéndose algo culpable por tratarlo de manera tan descortés, Kouga era un buen tipo y amable, y le había salvado la vida ¿cómo había sido tan cruel? El sonido de un celular sonó y se cortó de inmediato. Kouga sacó el suyo que tenía en el bolsillo del pantalón y arrugó el ceño al ver el numero de la llamada perdida en la pantalla.
-Discúlpame... debo regresar una llamada... creo que es del hospital.
Kagome sólo sonrió y en cuanto él se alejó la chica se levantó dejando la servilleta sobre la mesa y caminando rápidamente hasta la barra.
-¿Bebe para pasar sus penas?- Preguntó con ironía. El hombre se había encogido de hombros porque en ese momento le daba un sorbo a su trago, cuando al fin la miró los abrió muy grandes dejando el vaso sobre la barra.- No luces muy bien- Agregó ella mirándolo con burla. Inuyasha parecía no poder creer tener a la chica enfrente.
-Kagome... tu...
--Oh, sí- Respondido rápidamente dándole un vistazo a la mesa en donde estaba pero Kouga no había regresado.
El hombre volteó nervioso y se pasó una mano por los cabellos.
-Es... una sorpresa... - Murmuró y luego miró a la joven- ¿Estas sola?
-No - Respondió y eso le dio algo de satisfacción- Mi acompañante fue a hacer una llamada... oh... me tengo que ir... - Y posó su mano en el hombro-... sólo quería saludarlo señor Taisho.
Él no sabía qué responder ¿porqué actuaba así?... ¿porqué hablar de manera tan despectiva?... y... ¿quién era el acompañante?
-Espera!- Dijo de pronto justo en el instante en que ella avanzaba un paso, él había tomado su muñeca y en seguida la soltó, Kagome sintió en ese momento un choque electrizante, lo miró sorprendida e Inuyasha se turbó un poco.- Yo... te he estado esperando... - Murmuró al fin.
-¿Esperándome?... ¿para qué?- Y luego ella recordó, entonces lo miró con mucha seriedad - No creo que a su novia le guste que concerte citas... menos cuando la boda es muy pronto ¿no?
¿Boda?... ¿Y cómo sabía ella todo eso? Se preguntó el joven mirándola sorprendido. Ella se giró y caminó de vuelta a su mesa en donde Kouga la esperaba. El doctor no preguntó de donde venía la chica porque supuso que provenía del toilette y no notó tampoco que un par de ojos dorados lo miraba confundido y luego enrabiado. Inuyasha sintió que su mano temblaba y se levantó de un brinco. Kagome se puso su abrigo y salió seguida del hombre que de forma atrevida pasaba una de sus manos por su espalda. ¿Quién era él? Se preguntaba Inuyasha sintiendo que la rabia le carcomía el cuerpo entero. Entonces... ¿era por eso que no había ido a visitarlo?... ¿Tenía otras cosas que atender en vez de ir a la "cita" que habían concertado?... ¿y cómo ella sabía lo de su "novia"?... estaba... ¿celosa?
Continuará...
N/A: Arigatou por los 100 reviews. Agradezco a las chicas nuevas por sus comentarios y también a las que me lo dejan desde hace tiempo, son muy valiosos para mi, sin ese apoyo permanente de ustedes creo que no actualizaría tan seguido. Gracias por los ánimos.
Lady Sakura Lee
