Capítulo 9: "En el Museo"
No podía creer lo que había hecho, pero si apenas lo conocía ¿cómo había sido capaz de ser tan despectiva?.
-Maldición, se diría que estoy celosa- Se decía mordiéndose el labio pero sintiendo las mejillas enrojecer.
-Kagome...
La chica alzó la vista y se dio cuenta luego que ya habían llegado a su casa. Ella sonrió turbada e hizo un ademán para bajarse.
-Me gustaría... - Comenzó Kouga a decir y entonces ella se quedó quieta, con una mano en la manija de la puerta pero mirándolo con atención-... que pudieras contar conmigo no sólo como tu médico... sino como un amigo.
La chica entonces se enderezó y posó ambas manos sobre su regazo, mirándolo con seriedad.
-Dígame doctor Koizumi...
-Kouga... - Interrumpió él sonriendo.
-... el caso es... - Prosiguió ella intentando ser cortés-... que no es necesario que haga estas cosas, sé lo que mi madre pretende... créame, la conozco perfectamente... y estoy bien así como estoy...
-Oh, pero para mi es un placer, en verdad¿crees que lo hago por caridad?- Rió y entonces Kagome no pudo menos que esbozar una sonrisa. Ese hombre era agradable, pero aún así, se sentía algo incómoda a su lado.
-Bueno... de cualquier modo... gracias.- Respondió sin mas y entonces se giró y salió del automóvil rápidamente.
El abuelo ya dormía pero su madre aún estaba en la sala viendo televisión. En cuanto la chica entró corrió a su lado pero Kagome no tenía deseos de seguir hablando, sólo dijo que habían ido a comer y nada más. Aunque era lo único que habían hecho. Subió lentamente las escaleras y cerró la puerta de su habitación. Se dejó caer en la cama sin poder sacarse de la mente a aquel hombre de ojos dorados sentado en la barra, con su mirada angustiada y solitaria. Y se cubrió la cabeza con la almohada al recordar la forma en que ella le había hablado ¿porqué se había comportado así?... si apenas lo conocía... ¿acaso se sentía atraída hacia él? Ahhhh, había hecho sin lugar a dudas un terrible papelón.
&&&&&&&
Era sin dudas una horrible resaca y ocultaba sus ojeras bajo unos oscuros lentes de sol, a pesar que el frío cielo de otoño estaba completamente cubierto de nubes grises. Subió las escaleras que daban a la recepción y enseguida la joven que se encontraba en el lugar y que era la encargada de dar la bienvenida lo reconoció saludándolo con extrema solemnidad.
-¿En qué puedo ayudarlo señor Taisho?
El hombre pasó una mano por el bolsillo de su chaqueta oscura y puso toda su atención al escuchar las voces de los cantos que inundaban el recinto.
-¿Señor Taisho? – Lo volvió a llamar la mujer.
-Ehhh... - La miró algo distraído pero antes de preguntar vio que un poco más allá estaba un joven que él pareció reconocer. El hombre también lo miró y luego de un par de titubeos caminó hacia él y saludó.
-Señor Taisho... - Ambos se dieron la mano cortésmente.- En verdad me sorprende encontrarlo tan seguido en este lugar- Lo decía con ironía, pues sabía muy bien las intenciones que tenía aquel "benefactor" con su alumna. No era necesario ser adivino, fue demasiado evidente la química que había entre ellos, todos lo notaron en la recepción que se había dado unos días atrás.
-Buenos días señor Houjo... sí... pero es por una razón... necesito ver a la señorita Higurashi.- Respondió el joven de ojos dorados con solicitud. Houjo lo miró algo sorprendido ¿pero este hombre no tenía vergüenza en cortejar así a una muchacha si se iba a casar muy pronto?
-La señorita Higurashi no ha venido en varios días.- Tuvo la satisfacción de responder.
-¿Esta enferma?- Preguntó preocupado observando con detención al joven. El profesor volvió a sorprenderse ¿en verdad le importaba tanto?
-No... – Respondió apenas.
Inuyasha suspiró derrotado ¿cómo hablar con Kagome si ni siquiera podía acercarse a su casa? Si la madre de ella lo veía, lo más probable que es que tendría muchos problemas. ¿Qué hacer? Miró a Houjo que pareció perturbado, sus ojos no se dirigían hacia él, sino que miraba más allá. Inuyasha volteó y vio a la muchacha justo detrás de él, mirándolo con sorpresa.
-Oh... usted por aquí... – Murmuró ella que al instante sus mejillas se sonrosaron. Desvió de inmediato la mirada inquisidora del hombre y los posó sobre Houjo.- Lamento no haber venido antes...
-Me alegra que hayas vuelto... - Sonrió el profesor satisfecho. Kagome caminó a su lado sin mirar a Inuyasha.
-En verdad lo lamento... pero estoy de regreso... y espero que no haya habido problemas...
Inuyasha la observó absorto ¿de qué demonios estaban hablando?... ¿había tenido alguna clase de problema? Ni siquiera se atrevía a interrumpir la charla, aunque no podía apartar sus ojos sobre la muchacha.
-Emmm, no, para nada... - Respondió el profesor y dio un vistazo a Inuyasha, vio su rostro y luego volvió a mirar a Kagome-... el señor Taisho te buscaba... - Los ojos de Kagome se abrieron con sorpresa y lo miró de reojo bajando la vista-... yo te esperaré en la sala.
Vaya, mejor hubiera sido estar preparada para enfrentar al hombre, después del papelón de la noche anterior... ¿qué pensaría de ella? No sabía como comenzar ¿una disculpa?... sería lo más adecuado, por supuesto, al fin respiró hondo y alzó los ojos hacia él.
-Yo... emmm... – Tartamudeó ella.
El hombre la miraba de manera que le producía escalofríos, ni siquiera podía hablar bien. Ahhh, pero ¿porqué estaba así? Bajó nuevamente la vista sin saber qué decir. Qué embarazoso momento.
-Vine porque... - Dijo de pronto él salvándola del momento, entonces ella lo miró.-... tenía que aclarar una cosa... con respecto a lo que dijiste... eso de mi... novia... - La última palabra fue dicha casi en un murmullo. Kagome sintió una punzada en el corazón y sólo sonrió nerviosamente.
-Oh! No, no me des explicaciones... eso no es asunto mío... de verdad disculpa por... entrometerme en tus asuntos. – Sus ojos se detuvieron al fin en los suyos, ninguno de los dos apartó la vista. Inuyasha estaba demasiado emocionado de verla así, a pesar de sus palabras, se sentía muy halago de creer que ella estuviera celosa, a pesar de ser casi un extraño para ella.
-No, no te preocupes... - Sonrió el hombre al fin acercándose más a la muchacha-... además yo no tengo novia... tuve una... y es verdad... íbamos a casarnos... pero eso ya terminó...
Kagome sintió una indescriptible alegría pero de inmediato se reprochó internamente ¿pero como podía alegrarle la ruptura de una pareja? Eso no era correcto! Ahh¿porque el corazón tenía que ser tan sincero?
-Oh... lo lamento entonces... - Fue todo lo que pudo decir por cortesía mirando a su alrededor y deteniéndose en la recepcionista que los observaba desde hacía bastante rato.
-Claro que no... era una relación difícil... no iba a funcionar.- Explicó Inuyasha y entonces Kagome volvió a mirarlo con seriedad y luego sonrió.
-Oye, en verdad no debes darme explicaciones... no te preocupes... - Luego miró su reloj de pulsera y dio un suspiro-... Me tengo que ir... el profesor ha tenido bastante paciencia conmigo... - Cuando volteó, porque su único deseo ahora era escapar, él volvió a detenerla tomando su muñeca, ella creyó que el corazón esta vez saldría de su pecho, volteó lentamente y lo observó con seriedad.
-¿Vas a ir a visitarme?
Kagome entreabrió los labios, lo miró con detenimiento, sus ojos, aquellos ojos dorados le provocaban una indescriptible sensación en el estómago. Eran tan cálidos, tan brillantes que parecían espejos y a la vez... tan tristes... Bajó la vista y vio su mano sujetando su muñeca, él la soltó de inmediato y entonces ella volvió a mirarlo a la cara.
-Sí... iré... después de clases... – Musitó casi hipnotizada y volvió a sonreír-... me gustaría conocer ese museo- Agregó más informalmente para que no pareciera una cita, sino sólo una visita, aunque ella deseaba lo contrario. Inuyasha asintió y entonces la muchacha sólo sonrió y se marchó.
&&&&&&&
Las luces de algunos pequeños faroles daban de lleno sobre los antiguos cuadros con escenas y paisajes del medievo. Kagome las miró de una en una con atención hasta recorrer por entero la galería. Ya llevaba una hora en el museo y finalmente, luego de un largo titubeo tuvo el coraje de preguntar a un guardia de seguridad por Inuyasha Taisho. Enseguida fue llevada al tercer piso y dejada en el rellano lo que correspondía a la parte administrativa del lugar. Apenas quiso sentarse una puerta se abrió y era él quien salía y sonreía, ella no pudo menos que también sonreír muy nerviosa y ambos se acercaron y se dieron la mano.
-Creí no vendrías nuevamente.
Kagome que evitaba mirarlo a la cara finalmente alzó sus ojos castaños hacia él y se pasó una mano por el cabello.
-Oh... ¿lo dices por la tardanza? Es que me entretuve en la sala de pinturas...
Él sólo asintió y Kagome tragó con dificultad, miró a su alrededor, todo era muy elegante, refinado, a pesar de estar en una especie de recepción.
-¿Quieres pasar?- Preguntó de pronto y Kagome asintió rápidamente. El hombre la guió a su oficina y cerró la puerta tras él.
-¿No tienes secretaria?- Preguntó ella cuando Inuyasha le ofrecía asiento. Miró a su alrededor, era una oficina muy espaciosa con grandes ventanales que daban a la calle. Los muebles eran casi similares a los que él tenía en su casa y habían numerosos objetos antiguos así como también pinturas. A ella le llamó la atención una enorme armadura de samurai de pie como un monstruo antiguo, situada junto a la puerta, y algunas espadas que colgaban de la pared.
-Sí, si tengo, solo se fue más temprano. - Murmuró acercándose a una cafetera que estaba sobre una repisa, junto a su escritorio, pensando en lo bien que había hecho al darle la tarde libre a su secretaria sólo para que ella después no fuera con chismes a su ex novia. Sabía que Kikyo tenía muchos ojos que lo vigilaban. Y no se extrañaba que fuera también Kagura quien le diera la información a Kagome de su "noviazgo". Volteó rápidamente y la miró a los ojos, Kagome tembló en su asiento- ¿Café?- Preguntó. La chica sonrió casi riéndose de su propio estado de nerviosismo.
-Me gusta más el té.- Sonrió y sólo esperaba lo que de acuerdo a las normas él no lo tuviera. Inuyasha la miró confundido y luego volteó para volver a voltear y mostrar un sobre de té instantáneo.
-A mí también- Respondió y ambos sonrieron de forma cómplice.
Kagome se levantó mirando a su alrededor y avanzando lentamente. Luego de unos instantes él dio su taza y Kagome le dio un sorbo. Las luces de los alumbrados públicos allá afuera comenzaron a encenderse una a una.
-¿Y a qué hora cierran?- Preguntó y él caminó despacio para afirmarse en su mesa de escritorio y beber algo de su bebida.
-Ya deben de haber cerrado. - Respondió relajadamente. La chica dejó la tasa sobre la mesa y siguió mirando a su alrededor. El ambiente era demasiado tenso y lo sentía, podía percibir que no sólo ella estaba nerviosa, él también lo estaba. Lo observó de reojo y vio que la tasa que él tenía en sus manos temblaba. Rió secretamente y luego lo enfrentó con seriedad.
-¿Ha llamado Sango?... me gustaría saber cómo esta.
Él negó y sus ojos se desviaron hacia la armadura.
-Nada... pero eso es normal... una luna de miel es así.
Cuando dijo eso la enfrentó, Kagome volvió a sentir que las mejillas se enrojecían así que sólo sonrió de manera incómoda.
-Tienes razón... "los amigos no se acuerdan de sus amigos en su luna de miel"- Repitió la joven y ambos rieron a carcajadas. Inuyasha se acercó inesperadamente, entonces ella volvió a mirarlo con seriedad y habló atropelladamente- Nunca había venido a este museo... es bastante nuevo y bonito... creí que me encontraría en salas oliendo a antiguo y humedad, pero no es así, es muy agradable.
Inuyasha se había detenido unos cuantos pasos delante de ella y la miró absorto, luego abrió la puerta, que justamente estaba al lado de ella e hizo un ademán con su mano.
-Precisamente iba a invitarte a recorrerlo ¿quieres?
El corazón de Kagome latió con más fuerza aún. Tuvo una sensación de dejavú, un sentimiento de haber pasado por una situación similar, no igual, pero similar. Esto era un cortejo, claramente. Podía percibirlo, a veces detestaba tener ese tipo de don que heredan las sacerdotisas.
-Claro - Sonrió al fin caminando y pasando frente a él. Inuyasha la siguió y ambos bajaron el ascensor.
Inuyasha demostró sus conocimientos de historia antigua del Japón, relatando en detalle historias de objetos, costumbres, algunas leyendas, etc. A Kagome aquellas cosas siempre le llamaron la atención, viviendo en un templo su abuelo vivía relatando leyendas y antiguas costumbres que la hicieron sentirse siempre cerca de ello.
-Espero no aburrirte... ¿Te gusta el arte?- Preguntó de pronto el joven mirando a Kagome. Ella sonrió y asintió.
-Por supuesto que me gusta... el canto es parte del arte- Respondió con una amplia sonrisa. Inuyasha la observó con seriedad.
-Esta mañana me quedé un rato en el conservatorio... y no te escuché cantar- Murmuró. La joven se estremeció. Claro que no había cantado, hasta sentía algo de miedo abrir la boca ahora, aquella mañana sólo había tenido una muy larga charla con su profesor, en realidad, quien habló fue él contando lo hermoso que es la ópera, que los temores se superan y que no hay nada más magnífico que el aplauso del público. Ella supo claramente que aludía a su miedo de cantar sola en un escenario.
-Hoy sólo fue teórico.- Respondió con evasiva y desviando la mirada hacia un vaso de greda que estaba dentro de una caja cristalizada- Además... – y volvió para mirarlo con burla-... tanto afán de querer escuchar como canto, así nunca lo podrás oír... ya me pones nerviosa.
Ellos habían caminado hacia el ascensor y cuando ella volteó vio que él estaba muy cerca suyo, e inesperadamente afirmaba una mano en la pared, junto a su cara. Kagome se asustó demasiado y abrió los ojos sorprendida.
-¿En serio?- Musitó el hombre muy bajito, estaba tan cerca que sintió el aliento en su cara. Ella cerró los ojos y luego volvió a abrirlos, sus mejillas estaban completamente encendidas y tembló, creyendo que desfallecería. Inuyasha estaba bastante inclinado sobre la joven, de modo que sus cabellos negros caían a su alrededor. Se miraron a los ojos unos segundos y luego la chica tragó con dificultad, sintiendo que estar tan cerca de él era una sensación agradable, más que eso, era una sensación de sentirse protegida... entreabrió los labios, como una clara señal de besar sus labios, pero el joven pareció recobrarse y se alejó un poco, dándose la vuelta y apretando el botón del tercer piso. Ella se sintió frustrada y sorprendida. Inuyasha era un hombre que aparentemente era correcto y educado, pero de pronto aquella actitud tan... osada la había sorprendido por completo. Cuando la puerta del ascensor se abrió fue ella quien salió primero y caminó hasta su oficina. Las luces estaban encendidas pero afuera ya estaba completamente de noche.
-Para ser del medievo... - Dijo Kagome intentado nuevamente borrar el embarazoso incidente-... este museo es bastante moderno... has hecho un buen trabajo.- Tomó su pequeño bolso que estaba en el sillón, lo cruzó sobre su pecho y se volteó hacia el joven. – He pasado una tarde agradable... te lo agradezco... - Murmuró y sintió algo de tristeza por separarse así de él. Inuyasha estaba muy callado esta vez y sólo asintió, mirando el piso sin siquiera atreverse a mirarla a la cara.- Gracias... - Volvió ella a repetir acercándose a la puerta y él se apresuró rápidamente hasta ella para abrirla.
-Te acompaño.
Ella volteó y sonrió al tenerlo tan cerca otra vez, aprovechando eso lo tomó por la corbata y lo acercó posando sus labios sobre los del hombre que abrió los ojos sorprendido pero luego de unos segundos de aquello cerrando los ojos y entreabriendo su boca a la de la joven. Kagome, cuando sintió sus labios tan cálidos sobre los suyos tuvo repentinamente un choque casi eléctrico y una sensación de calidez la abrazó por completo. Aflojó sus dedos de la corbata y él pasó una mano por su cintura atrayéndola hacia él tan fuerte que hasta el mismo beso se convirtió de uno casi casto a un completamente osado. Los labios de Kagome se abrieron a él sin pudores y la lengua del hombre la exploró con una ansiedad casi enloquecedora. Ella probó el sabor de su boca que sabía a miel y aquella sensación eléctrica fue desapareciendo para ya no pensar en nada y seguir besándose sin importarles nada.
Continuará...
In a day like today...
