Capítulo 11: "Evitando la verdad"
Había veces, cuando la nostalgia lo agobiaba el sentimiento de culpa lo embarga por horas eincluso días, la herida de su espalda parecía abrirse y el ardor que provocaba le era irritante, molesto, doloroso. Un día, frente al espejo de su habitación se desabotonó la camisa y tomando sus negros cabellos se volteó y miró aquella larga y fina cicatriz que cubría su espalda casi por entero. Y vio lo roja que estaba, lacerante, atemorizante, como si aquel pedazo de carne se abriera sin permitirse cicatrizar. Sin embargo, cuando la pena ya pasaba y el dolor de su espalda también volvía a ver la cicatriz y esta permanecía tan sana y seca como cualquier buena suturación.
-Kagome... - Susurró irguiéndose pero sintiendo que apenas tenía fuerzas para hacerlo, la música terminaba de dar sus últimos acordes y ambos se quedaron inmóviles. Afuera la lluvia caía con fuerza y el frío reinante apenas era soportable. La muchacha lo miró con una sonrisa, sus mejillas sonrosadas por lo que había hecho, siempre había tenido un sentimiento de vergüenza y temor cantar enfrente de extraños y por lo general aquel temor duraba bastante tiempo. Se extrañaba de haberle cantado a él tan pronto, pero se sentía bien estar a su lado, más que cualquier cosa.
-¿Qué sucede?- Preguntó y su cara se tornó preocupada. Pasó una mano por el rostro varonil acariciándolo muy suavemente, él cerró sus ojos emocionado y dolido a la vez. Tragó con dolor, la amargura estaba en su garganta¿o era el remordimiento?
-Hay algo... algo que yo... – Sus palabras eran dubitativas, fijó sus ojos en los de ella, volvió a tragar. Parecía que ya nada existía alrededor de ellos, pero no importaba. La muchacha deslizó la mano de su cara hasta su hombro y lo abrazó más fuerte. Pero Inuyasha no podía permitir que ella hiciera eso. La apartó y entonces Kagome lo observó con extrañeza.
-¿Qué pasa?- Volvió a preguntar, pero ahora su rostro se ensombreció. Ella misma tembló, las pequeñas gotitas de lluvia ya estaban casi secas en su rostro pero aún así goteaban algunas de su flequillo. Apretó los labios al notar que el joven bajaba la vista y luego la alzaba hacia la suya.
-Yo... no... no te he dicho la verdad... - Musitó al fin y las lagrimas se agolparon en sus ojos dorados. Dejó caer las manos que enlazaban la fina cintura de ella y apretó los puños de impotencia. Kagome pestañeó confundida y de pronto sintió que los latidos de su corazón se aceleraban enormemente, casi sin querer las uñas de sus manos se enterraron casi en la tela del hombre, pero él no las sintió.
-¿Verdad?... que... verdad... - Musitó y lo miró a los ojos con ansiedad. Él entreabrió sus labios pero por alguna razón las palabras no venían a su boca.- No... - Murmuró ella de pronto ya la cabeza comenzaba a dolor casi de manera insoportable. Se apartó de pronto de su lado y llevó una mano a la sien. El hombre la miró asustado.
-Kagome... - La tomó de los hombros y ella cerró los ojos sintiendo que el dolor era demasiado fuerte, casi, que apenas podía sostenerse de pie. Las piernas se flectaron y antes de perder el conocimiento él pasó su mano por la espalda tomándola e impidiendo que cayera al frio piso de la pista de baile. – Kagome!
Las pocas personas que estaban allí los miraron incrédulos, algunas mujeres, solidarias por naturaleza, se levantaron de sus puestos para ir en ayuda, Inuyasha sentía que su mano le temblaba ¿pero cómo era posible que se desmayara otra vez? Pegó pequeños golpecitos en su cara y la chica pareció despertar de su estado, aliviado, suspiró agradeciendo al cielo mientras la sostenía fuertemente y la chica, con los cabellos revueltos y la cabeza inclinada levemente hacia atrás, intentaba enfocar sus ojos en él.
-Inu... yasha... - Murmuró apenas, y sólo pudo saber que decía su nombre por el movimiento de sus labios, porque casi no salió un solo sonido de su voz. Una mujer estaba lo suficientemente cerca y tenía un teléfono móvil en sus manos.
-Señor... ¿llamo a una ambulancia?
Kagome miró a su alrededor al fin y se irguió pero sin apartarse del abrazo del hombre, apoyó la cabeza en el hombro de este y miró a la mujer con seriedad.
-No... por favor... no es necesario...
-Pero... Kagome... - Protestó él, sin embargo la chica lo abrazó más fuerte, las mujeres se alejaron de ellos y luego de un eterno momento ella se acercó a su oído.
-Llévame a casa.
Cuando ella comenzó a señalar qué calles debía tomar, Inuyasha volvió sentirse un maldito miserable. Él conocía perfectamente el camino a su casa, a su templo, lo conocía de memoria, cuantas veces había ido allí junto a Sango y Miroku y muchas veces solo con la esperanza de verla nuevamente, después del accidente. Estacionó el automóvil justo en donde ella se lo pidió, un par de cuadras antes del portal. Apagó el motor del auto y observó como la joven apoyaba la cabeza en el respaldo del asiento.
-Kagome... - Murmuró y se aproximó como pudo hacia ella, esta vez la atrajo hacia si y la abrazó depositando un beso en su fría frente. La chica cerró los ojos y se dejó querer.
-A veces... - Comenzó ella-... no sé porqué... el doctor Koizumi dice que es normal... pero no puedo evitar el dolor de cabeza que es tan agobiante... me tortura... es insoportable... y a veces... termina en lo que pasó hoy...
-¿Dolor de cabeza?- Repitió él preocupado. La chica se irguió un poco y lo miró.
-Dice que es una secuela del accidente...
Él la miró adolorido. Maldito accidente¿Hasta cuando iba a acabar aquella tortura?
-Es extraño... - Fue todo lo que pudo decir. La chica lo miró sin decir nada, enseguida él sonrió.- ¿cómo te sientes ahora?
-Mejor... gracias a ti... - Se inclinó y depositó sus labios en los del hombre, enseguida ella se separó dispuesta a marcharse pero Inuyasha retuvo su brazo y no la dejó. La chica lo miró con ojos ansiosos, su corazón comenzaba a latir con fuerza, la sangre a fluir, era como si él le diese vida.
-¿En verdad estas mejor?
La joven sonrió emocionada y acercó su mano delgada y blanca hasta su mejilla.
-Lo estoy... - Susurró y volvió besarlo con sutileza, pero esta vez sus labios se abrieron tenuemente a los de él, como una caricia lenta y tibia. Luego, él besó su frente nuevamente sostenido esta vez su cabeza entre sus dos manos, la chica se quedó inmóvil, deseaba estar así por la eternidad y no separarse de su lado. Pero era de noche y demasiado tarde ya, contra su voluntad volvió a separarse y salió con rapidez del automóvil. Inuyasha la observó atento desde su asiento hasta que ella desapreció en la esquina siguiente¿habría olvidado lo último que hablaron allá en la pista de baile? Y sintió, por una extraña razón que ella no deseaba saber la verdad... o tal vez, sólo estaba buscando una excusa para no hacérsela saber, sin embargo, él lo sabía perfectamente, tarde o temprano, todo se iba a descubrir y lo mejor era que lo supiera de su boca.
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La anciana estaba sentada en una de las sillas adosadas a la pared y sus ojos oscuros y serios los tenía clavados en Kagome. La muchacha volvió a mirar a su profesor y éste le entrego una pequeña partitura. Ella la miró y luego de leer un momento alzó la vista hacia el hombre con el rostro demasiado pálido y sus ojos asustados.
-Pero... este es un fragmento de la ópera... de Leonora. – Argumentó sintiendo que sus palabras temblaban y entonces volvió a mirar a la mujer.
-Sí, la señora Kaede quiere escucharte. - El profesor carraspeó solemnemente y miró con respeto a la mujer que asentía, permitiéndole de esta forma que comenzara. Kagome miró con pánico al hombre y la partitura tembló en su mano. ¿Cómo podía estar la directora del conservatorio precisamente allí?... aquella antigua soprano, famosa en sus primeros años precisamente estaba en la sala con la única intención de escucharla cantar ¿pero porqué?
-Pero yo... no... puedo... - Gimió implorando casi piedad al hombre que comenzaba a tocar. Houjo la observó y le dio una cálida sonrisa, la muchacha tembló por completo, hubiera querido salir de allí, escapar, ella no podía cantar sola frente a extraños, en un grupo si, pero¿enfrente de alguien que no conocía? Y por sobre todas las cosas ¿enfrente de la directora del conservatorio?... ¿y un fragmento de la protagonista de la ópera?
Cerró los ojos y aspiró profundamente dándose valor ¿no era el canto lo que a ella más le gustaba? Si precisamente le había dicho a su mamá que no haría una cosa que no quisiera. Pues bien, debía hacerlo ¿no? Era lo que calmaba su espíritu, lo que había dedicado con tanto amor y dedicación estos últimos años. Cuando abrió sus ojos miró a Houjo que esperaba a la expectativa y entonces ella asintió, dándole el inicio al fragmento de la obra. Él sonrió y comenzó a tocar, la mujer se acomodó con seriedad en su asiento, nada se escuchaba en el edificio y entonces la muchacha miró la pauta y luego de unos tensos segundos comenzó a cantar.
Era increíble como había progresado desde aquella vez. Kagome entonaba cada una de las notas sin dificultad, el sonido de su voz resultaba agradable al escuchar, era suave y a la vez potente, melódico e intenso y lo que más llamó la atención de la mujer, era la extraña pasión y sentimiento que la chica ponía en cada nota. Pasión, emoción, era lo que hacía mucho tiempo una soprano no expresaba arriba de las tablas y ahora aquella muchacha le volvía a traer a su mente los años dorados de su profesión. Sonrió satisfecha y se aseguró más que nunca ahora, que debía tomar una decisión. Faltaba poco para la re-inauguración del Art Sphere, pero creía en los milagros, un entrenamiento intenso podría ayudarlos a atraer mucha gente y así conseguir más fondos para abrir más conservatorios a través del país y becas que ayudasen en sus estudios a personas con talento, personas como Kagome Higurashi.
Luego de la sesión Kagome salió al jardín y esperó. La música volvía a escucharse en todo el edificio y aunque el suelo estaba húmedo por la lluvia de la noche anterior, a ella no le importó sentarse en las escalinatas de la entrada. Sus ojos se entretuvieron en las ultimas hojas de caían del árbol más cercano. El frío reinante le recordaba que muy pronto comenzaba el invierno y tal vez ya no faltaba nada para primera nevada de la temporada. Pronto dejó de pensar en el clima, su corazón comenzó a latir aprisa, era Inuyasha lo que volvía a dar "vida" a su vida. Era un hombre educado, correcto, amable y demasiado- en eso sonrió divertida- serio. Parecía que las personas que trabajaban en un museo eran así. Pero eso no importaba, era el único hombre con el cual se sentía demasiado bien, no, más que eso, protegida, segura, querida...
-¿Qué sentirá por mí?- Murmuró y sintió que el corazón latía más aprisa aun.
-¿Eso querías verdad?
La voz potente y femenina se dejó escuchar tras su espalda provocando un intenso escalofrío en todo el cuerpo, se levantó de un salto y volteó, el rostro de Kagura era de furia, tanto, que le atemorizó.
-Señorita... - Murmuró y la mujer la miró con odio, sus labios estaban muy apretados y la observó por un buen instante.
-Eso querías... que te incorporaran a la obra...
-¿Qué?- Musitó ella arrugando el ceño. Pronto Houyo fue en su rescate, tomándola del brazo y guiándola a la sala de música. Allí estaba aún la señora Kaede de pie junto al piano revisando unas partituras, cuando vio a Kagome sonrió y caminó hasta su lado.
-Mi querida niña... - Dijo y la tomó de las manos. La muchacha la miró a la expectiva y la mujer le dio una sonrisa más cálida.- Sé que eres nueva en este conservatorio... pero que vienes de una academia tan prestigiosa como la nuestra, en Kurama...
Kagome asintió y miraba atenta a aquella mujer.
-Sí- Respondió ella sin más. Kaede suspiró y dio una mirada rápida a Houyo.
-Me contaron además que nunca has cantado sola... pero que sí lo has hecho en grupo... - Kagome asintió con la cabeza y la mujer prosiguió.- ¿Te gusta cantar verdad?
-Mucho señora- Respondió con ánimos. Aquello era más que suficiente, la mujer soltó sus manos y acarició su cabeza.
-Pues tu vas a participar en la obra "La fuerza del Destino". Esta decidido.
Kagome abrió los ojos con sorpresa y su respiración se hizo forzosa, miró con pánico a su profesor que sonreía satisfecho y luego a la mujer.
-Pero yo... – Protestó, pero la mujer no había terminado.
-Y no sólo eso... hace muchos años no escuchaba a alguien cantar con tanta pasión y sentimiento como tú lo hiciste hoy, hace muchos años que no ha habido una soprano joven que atraiga a las nuevas generaciones... pero hoy me di cuenta que eso terminó... los rumores eran ciertos... y tú puedes ayudarnos en esta cruzada...
La joven no podía creer que iba a participar en la obra, conocía perfectamente de qué trataba, asistía al ensayo general del grupo y no le era desconocida, pero de ahí a participar en ella, pero si ni siquiera pertenecía al elenco!
-Señora... Kaede... - La interrumpió con temor- ¿Qué papel interpretaré?... ¿el de la sirvienta?... ¿la amiga de Leonora?... ¿la de una monja tal vez?- Sólo deseaba el papel más insignificante, el que estuviera menos solos.
-Noo, claro que no pequeña... - Sonrió con satisfacción y volvió a tomar sus manos.- Hoy me has demostrado ser una excelente soprano... admiro el coraje como cantaste frente a mí, sé también que le temes a cantar sola... y lo hiciste... es por eso que... he decidido que tú hagas el papel de Leonora. No hay mejor soprano que tú.
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Aún era media tarde pero no le importó, corrió por las calles hasta que finalmente llegó al edificio de moderno diseño que albergaba un museo con antiguas colecciones. La chica estaba sofocada de tanto correr pero no se detuvo hasta llegar al tercer piso de la oficina. Al principio, al conocer la decisión de la anciana Kaede había sentido pánico, e intentó rehusarse, pero aquellas personas, ella y Houjo le hicieron ver mil argumentos. Aquello era una oportunidad única¿cuántas jóvenes no deseaban protagonizar una opera?... ¿cuántas deseaban poder cantar tan bien como ella?...¿No era el canto lo que más amaba hacer? Aquello era más que suficiente. Una mujer de cabellos castaños la miró a través de sus gafas de marcos negros y cuadrados. Kagome tosió y aspiró recuperando algo de aire.
-Necesito hablar... con... Inuyasha... Inuyasha Taisho... por favor
La secretaria sonrió de mala gana y levantó una ceja.
-El señor Taisho esta ocupado en este momento.
-Pero... necesito contarle algo...
La puerta de su despacho se abrió saliendo una mujer muy alta vestida elegantemente, los cabellos lisos y negros caían a su espalda y en segundos volteó para mirar a Kagome con el rostro inexpresivamente pálido. Inuyasha salió de inmediato y al parecer le hablaba a la mujer.
-No hace falta que vengas hasta acá... las enviaré a tu... - Dirigió sus ojos hacia enfrente, allí estaba Kagome de pie mirando a la mujer y ésta a ella. El hombre sintió un dolor en el corazón tan fuerte que le dolió demasiado, sus ojos se abrieron con pánico. Oh, no, Kikyo..., volvió a mirar a Kagome y sus ojos castaños no demostraban nada, inexpresivos pero fijos en los de la mujer.
Continuará...
N/A: Disculpen el atraso, estuve (y estoy) algo enferma, ruego tener paciencia para el próximo cap. De todas formas gracias por sus comentarios, ya saben que son útiles para mi...
Lady
