Capítulo 16: "La fuerza del destino"

-Inuyasha... - Murmuró mirándolo a los ojos y conteniendo el aliento. Tragó con dificultad, su corazón latía fuertemente y ni siquiera podía hablar. El hombre que parecía asustado la miraba con detenimiento como si quisiese cerciorarse de que en verdad ella estaba bien. Ni siquiera lo había pensado demasiado, su instinto protector lo había echado a correr solo para salvarle la vida con la diferencia que esta vez sí había tenido éxito. Sus ojos se cristalizaron de emoción, ella aun algo choqueada inclinó la cabeza hacia su pecho, él la abrazó muy fuerte y sollozó al fin entre sus negros cabellos. La chica abrió los ojos sorprendida, intentó tranquilizarlo- estoy bien... no te preocupes... – Musitó en un hilo de voz.

Ella sintió que la abrazaba más fuerte aún y podía sentir que las lagrimas caían casi sobre su rostro. La joven levantó la vista y lo vio tan abatido que se le encogió el corazón de dolor, sus ojos dorados brillaban demasiado y el rostro estaba muy tenso, entonces se separó un poco y alzó una mano hacia su cara en una caricia sincera y agradecida. Inuyasha que evitaba mirarla al fin enfocó sus ojos en ella. No dijo nada, pero a su mente volvían aquellas imágenes que tantos días y tantas noches lo torturó por completo hasta el punto de querer su propia muerte para mitigar aquel dolor y más que nada, su propia recriminación. Después de aquellos eternos momentos él pareció despertar de sus pensamientos y de la actitud que tenía, apretó los labios y luego de un suspiro que sonaba a cansancio, se levantó lentamente y le tendió la mano a la muchacha. Kagome lo observó sin decir nada, estiró su mano hacia él y con un suave ademán la ayudó a levantarse.

La noche estaba demasiado silenciosa y un frío viento comenzó a soplar haciendo que el joven se acomodara el abrigo, sin embargo, cuando volvió a posar sus ojos en Kagome, la muchacha aún lo miraba incrédula, de pronto él vio que sus ojos castaños brillaban demasiado, estaba muy pálida pero aún así en sus mejillas predominaba el carmín. Inuyasha tragó con dificultad, el extraño mirar de ella lo hacía querer escapar, pero estaba perdido, lo sabía.

-Esto ya ha pasado... - Murmuró al fin la chica sin quitarle la vista de encima. Él contuvo de pronto el aliento incrédulo.- Sí... - Ella abrió más los ojos cuando el recuerdo se hizo nítido en su cerebro... de tres años atrás...

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La oscuridad era total y la lluvia torrencial no impedían que corriera a toda velocidad esquivando ramas que enmarañaban sus piernas desnudas y el rostro, pero no podía detenerse, la angustia infinita la abrumaba a tal punto que sintió deseos de morir.

-Kagome! Detente! Kagome! - Gritó la voz varonil a su espalda, escuchaba las huellas tras suyo, cada vez se acercaban más pero ella no podía detenerse, no quería, sólo deseaba escapar. Un trueno sonó tan fuerte que retumbó en sus oídos sobrecogiendo su corazón y de inmediato un rayo de luz cayó casi a su lado haciendo que diera un brinco, sintió que sus pies resbalaban provocando un inesperado descenso que la llevó al suelo, al intentar ponerse en pie lo vio a su lado, mirándola bajo la lluvia fría, completamente empapado. Ella lo miró con infinita tristeza y luego, cuando él se puso en cuclillas con intenciones de ayudarla, Kagome lo miró horrorizada y volvió a ponerse de pie retomando su carrera, pero no alcanzó a ir muy lejos porque inesperadamente ya no estaba en el bosque, sino que salía a un lugar despejado, no alcanzó a reaccionar, una mano la detuvo con fuerza de su mano, ella volteó y lo miró nuevamente, pero la mano resbalaba y ella ladeó el rostro viendo las enormes luces de un vehículo, las manos resbalaron y ella sintió el golpe seco del automóvil y también sintió otro golpe y un quejido, aunque no suyo.

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-Sí... tú estabas ahí... intentaste... ¿salvarme?- Murmuró mirándolo incrédula y entonces él, luego de una pausa, asintió levemente y la volvió a abrazar emocionado.

-Creí que pensarías que... intentaba hacerte daño... por eso no quise decírtelo... - Sollozó sintiendo en parte algo de alivio en su alma.

-Pero... ¿porqué?... – Ella se apartó y lo miró sin entender-... yo sentí que tus dedos resbalaban de mi mano... fue la lluvia... y el barro... ¿porqué creería eso?... ¿Porqué tu también me ocultas las cosas?

Inuyasha no respondió ¿porqué habría de creer eso? Las razones eran simples, luego de lo que ella había visto, luego también de darse cuenta de quien era, familia de un Taisho que había arruinado a su familia, probablemente creería que intentaba acabar con su vida al dejarla caer al asfalto. Lo que ella no sabía, era que él también había sido alcanzado por el vehículo lanzándolo al borde del camino y dejando para siempre aquella gran y lacerante cicatriz que llevaba en la espalda. Peor, aquello no era nada, comparado con la culpa que lo invadió todo el tiempo. Era hijo de un asesino, y más pero aún, no había podido salvarla...

Kagome finalmente ya no dijo nada, había tanto misterio y secretos en todo aquello relacionado con el accidente que simplemente la agobiaba. ¿Inuyasha también se empeñaba en ocultarle las cosas así como el abuelo y su propia madre?. Suspiró cansada y casi derrotada. No quería saber más ahora, tenía un muy mal presentimiento y casi le aterraba. Sacudió el abrigo un poco y luego lo volvió a mirar. Él sabía que ella estaba desilusionada ¿pero qué más podía hacer? Kagome apretó los labios y volteó inesperadamente dejándolo solo. Él retuvo el aliento ¿aquello era la despedida?

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El teatro Art Sphere aquella noche estaba deslumbrante. Ubicado en el área de la costa de la ciudad de Tokio, su diseño de herradura daba una cara nueva a la ciudad. La prensa estaba convocada a su alrededor esperando sólo a la más ilustres personas que estaban invitadas a la gala de re-inauguración. Cuando Inuyasha bajó de su automóvil miró a su alrededor y vio todo el alboroto que había, se preguntó como estaría Kagome en estos momentos, ella apenas era una joven novata y tuvo deseos de reconfortarla. Pero aquello no podía ser, desde aquella noche no se habían vuelto a ver y eso lo dañaba más que cualquier cosa. Hubiera no querido ir a la presentación pero también le era inevitable ¿cómo dejarla ahora? Ya antes lo había hecho y jamas se lo había perdonado.

Las 746 butacas del teatro ya estaban ocupadas y él tragó con nerviosismo al ver que la hora se acercaba. Alzó la vista al sentirse observado y volteó de inmediato, en el balcón superior la vio, a ella, la mujer que bajaba de inmediato los binoculares y sonreía casi con burla.

-Kikyo... - Musitó con rabia y volteó nuevamente. Ella sabía su secreto, lo sabía, aquellas palabras camufladas de amabilidad eran siempre una indirecta que sabía todo. Ya varias veces se la había encontrado y sabía que seguía sus huellas. Pero Kikyo no había hecho nada. Ella no tenía porqué hacer nada, sabía que él y Kagome ya no estaban juntos. Y ahora sólo esperaba una nueva oportunidad a su lado.

Las luces se apagaron y el joven se acomodó en su asiento conteniendo nuevamente el aliento. ¿Cómo estaría Kagome? Ojalá todo saliera bien, la señora Kaede confiaba demasiado en su desempeño y habían muchas cosas que dependían de la interpretación que haría esta noche. La orquesta comenzó a entonar una introducción, leve al principio, que fue tomando cada vez más fuerza. Las luces en el escenario se encendieron y hubo un leve rumor en el palco. La decoración y el diseño de una plazoleta era realmente hermosa y los trajes de los personajes que fueron apareciendo poco a poco también, realmente aquello había sido una gran producción.

La pauta que le fue dada al entrar al teatro temblaba en sus manos y buscaba con ojos ansiosos a la chica que era dueña de su corazón. ¿Quién haría el papel de don Álvaro? Fue una pregunta casi tonta que se coló de pronto en su mente. Su pecho subía y bajaba nerviosamente, no podía creer lo agitado que estaba, imaginaba a la chica, quien era la protagonista, su primera participación. Y de pronto recordó a su familia ¿estarían ellos ahí también? Arregló el cuello de su esmoquin sintiendo que se ahogaba y volteó apenas para divisarlos. Cuando vio el rostro de la mujer palideció y volteó de inmediato. Si ella lo veía estaría en problemas.

-No quiero que se acerque a mi hija! Jamás!

Inuyasha aún podía ver la cara de odio de aquella mujer la vez que se enteró de quien era, en los pasillos del hospital de Tokio.

La música hizo una breve pausa, suave y melódica, los violines comenzaron a tocar y de pronto la voz que él reconoció de inmediato inundó el lugar. Sintió que la piel se erizaba y miró abriendo más los ojos hacia el escenario. Kagome Higurashi de pronto apareció en escena y él sintió que se le helaba la sangre, ni siquiera podía reconocerla, el vestido que llevaba era de un color turquesa brillante que parecía de seda, un pequeño corpiño apretaba la parte superior de su cuerpo haciendo que su figura se tornara más sensual de lo que creía, las mangas largas caían con gracia hasta un poco más abajo del codo y luego unos enormes vuelos blancos adornándolo todo. Su cabello estaba tomado en una semi coleta y los innumerables bucles que caían a su espalda se veían más sedosos y graciosos que daban deseos de acariciar, pero cubierta su cabeza con un pequeño tocado de doncella del mismo color del vestido que la hacía también parecer más niña. Inuyasha sonrió comprendiéndolo todo. Aquel era el papel perfecto para Kagome, interpretar a una doncella española era algo que estaba más al alcance de ella, que de la odiosa Kagura.

Cuando Kagome comenzó a caminar lentamente sintió que su corazón se paralizaba.

-Por favor... que todo salga bien- Suplicó el joven con desesperación. Ella se posó frente a él y lo miró de reojo apenas unos segundos, luego siguió cantando como si nada alejándose y siguiendo la interpretación de la ópera. Inuyasha suspiró. La ventaja del teatro Art Sphere es que el escenario estaba muy cerca de las primeras butacas, según su diseñador, aquello había sido con el propósito de crear un ambiente más afable, tranquilo y cercano. Muy cercano, pensó Inuyasha.

La obra comenzó a avanzar y de pronto apareció Preciosilla, interpretada por Kagura. Inuyasha la observó con reticencia. Pero Kagura ya había sido advertida de cualquier "sabotaje" en contra de la obra y eso se había encargado el propio Houjo.

-De verdad si algo sale mal la culparé a usted...

-No puedes ser tan idiota... - Gritó Kagura fastidiada en el camarín, mientras se maquillaba. Houjo se acercó más a ella con las manos en los bolsillos y mirándola con seriedad absoluta.

-Si algo sale mal yo mismo me encargo de culparla... ¿cree que no me creerán si les digo que la soprano que antes tenía el papel de Leonora quiso hacer de la opera un desastre solo para beneficiarse?

Así que Kagura, advertida por el maestro de música se dio cuenta que si cometía una estupidez, estaba acabada.

Cuando Leonora se dio cuenta que su padre había sido asesinado por su propio amante, Kagome abrió más los ojos sintiendo que el corazón le dolía demasiado, era un sentimiento tan terrible que las lagrimas cayeron sin esfuerzo de su ojos. Era como si se diera cuenta que algo parecido había experimentado, y el dolor se acrecentaba cada vez más al momento de recitar las palabras de su línea. Cuando se arrodilló para ver el cadáver alzó sus ojos hacia Inuyasha nuevamente y él se dio cuenta del sentimiento, aquel dolor de ella, era verdadero, era de Kagome!

Las horas pasaron con igual intensidad, todos estaban encantados con la nueva soprano y de eso estaba seguro Inuyasha, pero más que nada, no podía evitar recordar la mirada de dolor que ella le había dado, estaba casi seguro que la muchacha ya había recordado que su padre era el asesino de su pequeño hermano.

La opera llegaba a su fin y ahí estaba don Álvaro, un joven que él jamás había visto, aunque no era de extrañarse dado que casi nunca había frecuentado el conservatorio antes que llegase Kagome, con un puñal en su mano sin soportar la culpa y el dolor de todo lo sucedido, con su amante ya muerta, se daba una estocada en el corazón. Así finalizaba esta versión de "La fuerza del destino".

Las luces se apagaron y enseguida todos se pusieron de pie y aplaudieron a rabiar. Inuyasha sonrió agradeciendo al cielo, con esto, lo más seguro es que Kagome se convertiría en una famosa soprano. Las cortinas se abrieron y el escenario se volvió a iluminar y todos los protagonistas fueron apareciendo saludando al público. La ultima fue Kagome, que avanzó con los ojos enrojecidos por un llanto de emoción que intentaba retener, las personas aplaudieron y vitorearon a la bella soprano y recibió muchos ramos de flores, aplausos y vítores de todos. El joven se levantó finalmente de su asiento sonriendo feliz por ella, se lo merecía, después de tanto trabajo, después de tanto dolor, merecía ser feliz. Cuando avanzó por el pasillo las personas aun aplaudían y él sabía que todo el éxito se debía a Kagome. Caminó por el hall del teatro mientras veía a los reporteros acercarse ansiosos por una fotografía o una entrevista de la que era la estrella de la noche. El hombre se detuvo suspirando con dolor. Era mejor así, tal vez ella sería muy famosa y jamás la volvería a ver.

-Pero señor Taisho ¿ya se va?

La voz de la anciana lo sacó de sus pensamientos y él volteó sonriendo.

-Sí... estoy algo cansado... me voy a casa, señora Kaede- Murmuró. La anciana vestida de gala le tocó el brazo y sonrió con afabilidad.

-Pero claro no!... ¿Se olvida de la fiesta de máscaras que hay en el palacio Imperial?

Inuyasha sabía de esa fiesta pero ya de plano la había descartado ¿encontrarse con Kagome? No, eso no sería muy sano.

-No, no lo olvidé... pero no quiero... - Protestó débilmente.

-Vamos señor Taisho... es usted nuestro mejor benefactor... además ya sé que le tiene mucho cariño a mi pequeña soprano. - Inuyasha notó casi la burla en sus palabras y la miró sorprendido. Ella sonrió como si nada y lo asió del brazo- Vamos... es su día, debemos compartir su éxito...

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La máscara le fue entregada a la entrada al gran salón azul del palacio. La tomó entre sus dedos y sonrió, aquello lo encontraba casi una chiquillada, pero qué mas daba, tal vez así estaría a salvo de los ojos de los parientes de Kagome.

Bebió una copa de champán al seco mientras miraba a su alrededor, casi todos estaban allí, comentando con comprensible felicidad el éxito de la opera. Incluso Kagura parecía feliz, la reconoció de inmediato con el fuerte tono de su voz hablando de su papel de Preciosilla.

Sintió que los latidos de su corazón se aceleraban, volteó y la vio, casi como si lo hubiera presentido. Ella apenas entraba del brazo del que parecía ser Houjo, que no llevaba puesta la mascara, estaba esta vez vestida de un elegante traje negro sin mangas y con un escote amplio en la espalda, era el traje tan largo y ajustado que parecía una segunda piel, sus cabellos sueltos ahora aún tenían señales de los bucles de su personaje, aunque ya no tanto y la máscara que ella usaba también era de color negro pero que innegablemente no ocultaban la belleza que irradiaba.

Atormentada por un sueño, no eres la única

corriendo como el viento, los pensamientos pueden venir y desarmarse

bailando detrás de máscaras, solo una clase de pantomima

pero las imágenes revelan lo que los corazones solitarios pueden esconderse

Las personas se acercaron a saludarla y ella sonreía feliz, Inuyasha caminó hasta una esquina del salón, el lugar más apartado y la miró desde allí bebiendo otra copa de champan de un sorbo.

-Hoy le digo todo... no es justo... que viva así... - Murmuró con dolor y bebiendo otra copa de champan pero sintiendo que no surtía el efecto que deseaba.

Lady, lady, lady, lady, no me dejes caminar esta solitaria avenida

Lady, lady, lady, lady, déjame tocarte, tu me quieres

Lady, lady, lady, lady, sé que esta en tu corazón quedarte

Lady, lady, lady, lady, cuando te escucharé decir "Te amo".

Él recordó la escena frente a su chimenea, como las palabras y los sentimientos se desbordaron en sus labios haciendo y murmurando algo que no podía contener.

-Te amo...

-Te amo... - Murmuró muy bajito mirándola directamente. Kagome terminaba de saludar a las personas y ladeó el rostro en ese instante. Sus ojos se encontraron de inmediato con los de él, era imposible no reconocerlo aunque quisiese ocultarse en el lugar más apartado del salón. Sus ojos dorados e hipnotizantes llamaban demasiado la atención. Él tragó con dificultad al notarse sorprendido. ¿Pero cómo?- ... ohhh... mi sacerdotisa... - Murmuró con ternura.

Él respiró profundamente, ya había escuchado a los demás que la fiesta era solo para los integrantes del conservatorio, por lo tanto las familias y los amigos no estaban presentes. Ahora entendía porqué Kikyo no estaba allí y lo agradecía. Eso significaba también que la familia de Kagome tampoco estaba presente.

-Por Kami, debo decirle la verdad!- Gimió intentándose dar valor. Pero en cuanto dio un paso hacia adelante pareció hablar la razón. ¿Decirle la verdad en este momento, en el día que es probablemente el más feliz de su vida? Si no se lo había dicho antes para arruinar su presentación, menos podía hacerlo ahora. - No puedo hacerle esto... - Musitó con dolor y apretando los puños. Pero deseaba tanto liberarse, deseaba que ya todo acabase. Y si Kagome lo volvía a odiar pues qué más daba... tal vez sería un buen fin al fin y al cabo, terminar como Don Álvaro...

-Viniste...

La voz suave y femenina lo sobresaltó. Había pensado un segundo en el infierno y cuando alzó sus ojos creyó estar en el cielo.

-Kagome...

Lady, lady, lady, lady, no me dejes caminar esta solitaria avenida

Lady, lady, lady, lady, déjame tocarte, tu me quieres

Lady, lady, lady, lady, sé que esta en tu corazón quedarte

Lady, lady, lady, lady, cuando te escucharé decir "Te amo".

Ella se acercó más a él y bajó la vista.

-Creí que no te vería... en verdad... - Alzó sus ojos emocionados hacia Inuyasha y sonrió levemente-... te agradezco que me hayas dado la fuerza que necesitaba... en el escenario...

Inuyasha que parecía absorto al tenerla tan cerca y tan hermosa, la miró contrariado y luego de unos segundos sonrió.

-Lo hice porque... porque... - Comenzó a tartamudear. ¿Pero qué estaba haciendo? No podía estar así, de ese modo con ella.

-Ya lo sé... - Dijo ella de pronto y alzó un brazo desnudo hasta su rostro y mirándolo emocionada- yo también te amo...

El joven la miró sin comprender, apenas podía creer lo que estaba escuchando ¿es que acaso no estaba disgustada por no ser sincero con ella? No, no podía ser así. Le apartó la mano y la sonrisa de ella se borró de su rostro.

-No deberías amarme... - Murmuró en cambio y la miró a los ojos. Ella lo observó sorprendida y luego se acercó abrazándolo con fuerza.

-No me digas nada! No quiero saberlo! Y no me pidas que no te ame... eso va contra mí... contra todo... - Alzó sus ojos llorosos hacia él que estaba pasmado ante sus palabras-... si nos conocimos antes... y te amo ahora... ¿no es acaso la fuerza del destino?

Él entreabrió sus labios, qué mas deseaba él estar a su lado, que más deseaba haber escuchado aquellas palabras de amor, pero ¿era justo ahora?

-Kagome... - Susurró y casi sin contenerse más la besó con desesperación. Sintió las lagrimas de ella sobre sus propias mejillas y su lengua se encontró con la suya, él la acorraló contra la pared y sus manos se posaron en su cintura, pero pronto volvió a contenerse dándose cuenta donde estaban y se apartó rápidamente de ella que lo miraba agitada.

-¿Qué sucede...? - Preguntó apenas la joven y sintiendo que el estómago se encogía demasiado.

Él miró a su alrededor, nadie parecía prestarles demasiada atención, entonces sintió que ella lo arrastraba inesperadamente hacia otra puerta que estaba a centímetros de ellos y que daba a un salón muchísimo más pequeño y sin gente. Kagome volvió a abrazarlo y él volvió a recuperar la pasión dormida en su cuerpo, dominando la situación y acorralándola contra la pared. Su boca buscó la femenina con ahínco y sus manos se volvieron a adueñar de su cintura. Ejercía tal presión sobre la chica que sentía sus senos contra su pecho y casi sin poder evitarlo alzó lentamente una mano por su talle hasta tocar aquello que hasta entonces, parecía casi prohibido. La escuchó gemir y ladear el rostro, sintiendo el calor que emanaba su boca en su mejilla. Ella se contoneó bajo el joven y ambos se volvieron a besar. La joven pronto notó la presión que ejercía también la entrepierna de él y volvió a jadear, aquello se estaba volviendo algo demasiado peligroso pero no podía volver atrás. La mano de Inuyasha se deslizó por su pierna alcanzando su muslo y ella cerró los ojos conteniendo el aliento y sintiendo que el cuerpo la consumía solo fuego.

-Vámonos... vámonos de aquí... - Susurró la chica cuando abrió los ojos y lo miró directo a la cara.

Continuará...


N/A: Ay que lindo, estoy escuchando a A-Ha en el festival de Viña del Mar, me encanta nn... ahhh, gomen gomen, lamento el retraso de la actualización, pero fue por una loca fiebre de amor que tuve por culpa de un "doblajista" (especificamente por soñar con él) mexicano jaja, pero como estaba en las nubes y la caida a tierra suele ser media dolorosa, pues, aquí ya me tienen otra vez, con los pies firmes en tierra, por ahora... en fin... sólo él puede perturbarme tanto hasta el punto de casi no pensar en nada más nn jaja, okis, prometo no dejarme llevar otra vez... Gracias chicas por sus reviews, ya nos acercamos al final!

Lady Sakura Lee

PD: Ay, lo olvidaba (ahhh, sin comentarios) la canción se llama "Lady, Lady, Lady"(no es más obvio? me siento identificada uu') me encanta y no pude dejar de ponerla en el fic, pertenece a Joe Esposito y aparace en el soundtrack de una antigua película llamada "Flashdance".-