Capítulo 17: "En sus brazos"

La luna brillaba de vez en cuando dejando traspasar sus rayos de plata a través de las nubes negras de la noche. Las calles estaban tapizadas de una fina capa de hielo y el frío era demasiado intenso esta vez, tanto, que sobre las plantas y los tejados de las casas estaban cubierto de escarcha. Pero a ellos nada le importaba esta vez, guarecidos del calor del fuego que les brindaba la chimenea y de los múltiples besos y caricias que esta vez exploraban zonas desconocidas para ambos, se encontraban bajo el techo de la casa, sobre el sofá en que Kagome por primera vez lo había visto, en condiciones totalmente diferentes. Estaba bajo su cuerpo y los breteles de su vestido se encontraban descuidadamente bajo sus hombros. Él besaba su cuello como si adorase a una diosa y su espalda encorvada recibía las inquietantes caricias de ella. Se presionaba con locura, no podía detenerse, había ansiado demasiado este momento que los pocos segundos que cobraba la razón creía que a pesar de todo, era un sueño, un sueño como los muchos que tuvo cuando ella no estuvo a su lado. ¿Cómo había podido amar tanto a una mujer si apenas la había conocido? Era el amor que ella le había entregado, aunque el tiempo fue escaso, fue tanta la intensidad que de ella recibió que por primera vez sentía lo que en verdad era el amor. Pero fue demasiado tarde para descubrirlo por completo, la falta con Kikyo aquella noche en que momentos antes había besado a la joven fue el peor castigo que pudo haber recibido. No, él peor castigo era haber perdido a Kagome.

-Oh... Inuyasha... te amo... – Murmuró ella en éxtasis deslizando esta vez sus manos hacia el pecho de él y comenzando a desabotonar la camisa. El hombre suspiró con fuerza pero no se detuvo, las manos que estaban sobre sus muslos desnudos subieron aun más para descubrir su ropa interior. Sentir ahora los dedos de él cerca de su sexo la hizo gemir, mientras se encorvaba y volvía a caer al sofá suavemente. Inuyasha sonrió apenas, aquello le indicaba una muy buena señal, si solo la había tocado ¿qué más podría esperar?

-Pero... - Murmuró él esta vez jugueteando con el borde su ropa interior y alzando la cabeza hacia ella, sus labios algo hinchados rozaron los de la muchacha y respirando apenas sobre su cara resopló el calor que llevaba dentro.-... dime... dime que también me deseas...

Los ojos de Kagome lo miraron unos segundos desconcertada, estaba demasiado agitada y sabía que la cara debía estar muy roja esta vez, luego se mordió el labio y tomó el rostro varonil entre sus manos acercándose a sus labios y besándolo con pasión, como si se tratase de la más deliciosa fruta, su lengua saboreó sus labios y luego se adentró en su boca, lo escuchó volver a respirar con dificultad, casi gemir, él la apartó a duras penas y la miró ansioso a los ojos, entonces ella sonrió con ternura y tocó con un dedo los labios del hombre.

-Te deseo... como no tienes idea... - Una de las rodillas del hombre estaba afirmada entre sus piernas y el roce que él provocó fue delirante, ella entreabrió sus labios humedeciéndolos y respirando apenas, pero sus dedos inquietos comenzaron a desabotonar definitivamente la camisa de su impecable traje. Inuyasha la miró a los ojos esta vez mientras ella hacía su labor, sonrió al ver las mejillas enrojecidas de ellas y la manera torpe en que sus dedos se deslizaban, aquello le demostraba que sin dudas era tal vez la primera vez para ella y eso le provocó una inmensa alegría. ¿Pero era correcto? Arrugó el ceño, otra vez el fantasma del pasado volvía remecer su espíritu y aquello le provocaba un enorme sentimiento de culpa. - Inuyasha... - Susurró ella trayéndolo nuevamente a la realidad, Kagome lo miraba excitada y turbada aun y sin saber porqué se volvió a acercar a su boca y lo besó. Las manos de la chica se deslizaron sobre su pecho una y otra vez y él volvió a olvidarse de todo ¿cómo podía provocarle eso? El cielo podría estarse cayendo en este instante y a él no le importaría ahora. Sus dedos exploraron más dentro de su prenda intima provocando en ella escalofríos y la imperiosa necesidad de quitarse por completo la ropa porque aquello la estaba matando muy lentamente.- Inu...yasha...- Su voz parecía una súplica e Inuyasha dejó de besarla para abrir sus ojos enormes y dorados y enfocarlos con dificultad en ella, que tenía la cabellera negra revuelta sobre sus hombros y los ojos entreabiertos, sus labios aun humedecidos e hinchados le pedían otra vez más ser besados pero eso ya era demasiado para su fuerza de voluntad, así que acomodó una pierna de ella en su cintura y en ese momento Kagome lo comprendió, abriendo los ojos esta vez alarmada y mirándolo nerviosa, su pecho comenzó a subir y bajar con fuerza, él se recostó sobre su pecho y ella pudo sentir la fuerza que ejercía su sexo aun bajo su pantalón de tela, con sus labios sobre los suyos la chica cerró los ojos conteniendo el aire y sintiendo como el joven descorría poco a poco su ropa interior. Aquello era una tortura sin lugar a dudas y cuando él la quitó finalmente, ella avergonzada escondió la cabeza en su cuello y cerró más los ojos. Inuyasha volvió a deslizar sus manos por su vestido alzando esta vez el borde, de pronto el frío hizo que se erizara las zonas de su cuerpo y entonces Kagome comprendió que estaba siendo desnudada, él pasó su otra mano tras la espalda de la chica y la levantó un poco para quitar por completo el vestido. Cuando él volvió a depositarla sobre el sofá, ella abrió los ojos algo avergonzada y a la expectativa, Inuyasha sintió la inquietud de la muchacha y sonrió dulcemente, acarició su muslo y con la otra mano apartó unos mechones negros de la chica de su frente húmeda.

--Tranquila... - Murmuró con su voz tan ronca y a la vez dulce que ella le respondió con una sonrisa nerviosa. Él se acercó sus labios y la besó otra vez. Kagome pasó sus manos tras su espalda sintiéndose reconfortada, deslizó sus manos tras los largos cabellos del hombre y al fin sus yemas tocaron la piel cálida de él, cuando la rozó sintió una grieta y a medida que avanzaba sus dedos siguieron con curiosidad la curvatura de lo que parecía no tener fin ¿una cicatriz?. Inuyasha gimió al sentir el tacto de ella en la herida que parecía abrirse nuevamente y tragó con dificultad. El accidente, maldición! Pensó, pero Kagome parecía no reaccionar ante la comprensible curiosidad y sus dedos siguieron más debajo de la espalda baja, hasta el borde de su pantalón, avanzando con dudas hasta la parte delantera y desabotonándolo inesperadamente. Inuyasha se alejó de su boca y se levantó un poco afirmando la rodilla en el sofá y sacándose él mismo la prenda. La muchacha lo observaba todo desde donde estaba y sólo ansiaba mitigar el calor abrasador que tenía en las entrañas. Cuando él volvió a posarse sobre ella ya estaba completamente desnudo y el roce de su piel contra la suya aceleró el ritmo de los latidos de su corazón, se mordió los labios al sentir esta vez su sexo presionándose contra el suyo, sus manos volvieron a deslizarse casi con desesperación tras la espalda del hombre mientras sentía que él rozaba con sus labios su cuello.

-Oh... Inuyasha... - Murmuró ella de pronto al sentir que él intentaba acomodarse contra ella-... por favor... por favor... yo nunca... - Sus palabras de pronto parecían perderse, como si perdiera la voz al sentir que cada vez faltaba menos para su unión, el hombre alzó nuevamente el rostro hacia ella y vio en sus ojos castaños el temor.

-No... no te haré daño... – Susurró y ella vio la sinceridad en sus ojos-... Nunca, mi amor...

Kagome lo miró con detenimiento unos segundos y luego se acercó a su boca para besarlo agradecida. Él respondió, como no hacerlo si la amaba tanto y si de esa forma él podía tranquilizarla entonces lo haría. Volvió a acomodarse en ella acariciando sus piernas y acomodándolas tras suyo y luego, con un pequeño ademán la penetró. Ella gimió entre sus labios cerrando más los ojos y sus uñas casi se clavaron en su espalda. Inuyasha no se movió por un momento mientras sentía que ella respiraba demasiado agitada y entonces turbado abrió los ojos observando el rostro contraído de ella.

-Inuyasha... - Susurró la chica como si le faltase el aire, cuanto sintió que él despegaba un poco sus labios de los suyos y como si entendiese la inquietud de él.-... sigue... estoy bien... - Susurró con una sonrisa. Él pestañeó confundido, pero luego lo comprendió, ella era su sacerdotisa, sabía lo que estaba sintiendo. Entonces respiró aliviado y volvió a acomodarse, entrando con lentitud en ella, que a medida que lo sentía más dentro suyo sus uñas se clavaban más en su espalda. Cuando él se detuvo ella retomó aire y entreabrió sus ojos sólo para encontrase con los dorados del hombre que la observaban atentos y sus pupilas brillantes y dilatadas. Parecían espejos, pensó Kagome. Ella relajó sus manos y acarició nuevamente la espalda varonil, no podía creer que en esos momentos sólo eran uno, estaba unida a él y no había cosa más hermosa que eso, sentirse bajo el cuerpo fuerte y los brazos del hombre que la envolvían por completo la hacía sentirse segura y abrigada, sonrió y luego volvió a cerrar los ojos cuando él comenzó a deslizarse, saliendo y entrando, despacio al principio, y luego más rápido, encorvando la espalda y respirando sobre ella que creía iba a enloquecer, el placer que sentía no era comparado con nada, a pesar del dolor que tuvo en un principio. Sentía el roce constante y quemante entre sus piernas y tembló cuando él finalizó calentando aún más su vientre. La chica ladeó el rostro cansada y retomó poco a poco el ritmo de su respiración, él descansó su rostro entre su cuello y ella podía sentir la respiración cálida del hombre y que también recobraba su ritmo normal. Luego de un silencioso momento él se movió y la miró, sus ojos se abrieron más al verla de esa forma, el cabello sedoso, desordenado y húmedo que se pegaba a los bordes de su rostro, los labios hinchados y húmedos aun entreabriertos, las mejillas sonrosadas también y sus ojos castaños y brillantes, más soñadores que nunca que lo observaban con atención bajo la tupida corrida de pestañas.

-Gracias... - Susurró ella y en sus labios se dibujó una sonrisa- Fue... hermoso...

Inuyasha entonces sonrió y se acercó besando sus labios una vez más.

-Sí... lo fue... - Sentenció mirándola con atención y deslizando su mano por su pierna. La chica lo abrazó y le dio una infinidad de besos en su cuello, pero poco a poco sintió que la piel comenzaba a sentir la temperatura real en la que se encontraban y su piel de pronto se erizó con un escalofrío. Inuyasha alzó el rostro y la miró preocupado.- Podemos... ir a mi cama ahora... ¿no crees?- Le dio una media sonrisa que detuvo el corazón de ella, era demasiado seductor si quería¿y cómo negarse? No, eso era imposible.

-Me parece... una excelente idea... - Respondió.

La noche era joven aun y entre las suaves sábanas de su cama volvieron a hacer el amor una vez más. Cuando finalmente el cansancio la sumió en el sueño, Inuyasha la abrazó desde atrás pasando su brazo por sobre la cintura de ella y se acomodó sobre su cuello, aspiró el aroma de la chica, su suave perfume aun estaba impregnado sobre la piel y sin poder evitarlo sonrió complacido. Su sueño hecho realidad, ahora estaba entre sus brazos y era suya, solo suya, lo demás podía esperar... sus párpados se fueron cerrando poco a poco y lo ultimo que vio fue el rostro de ella. Nada podía ser más perfecto.

Cuando la claridad se hizo en la habitación, la chica pestañeó repetidas veces y arrugó el ceño al encontrarse de frente con las delgadas cortinas que dejaban traslucir un inesperado paisaje blanco en el jardín. Aún caían suaves copos de nieve que se amortiguaban suave y silenciosamente en el blanco suelo ya. Al fin la primera nevada. Sus ojos se desviaron explorando la habitación y enseguida las imágenes apasionadas de la noche anterior volvieron a su mente, sus mejillas se encendieron de súbito y el corazón comenzó a latir con rapidez. Entonces volteó y lo vio allí, de espaldas, apenas con la sábana que le cubría la parte baja, sus negros cabellos caían sobre la almohada suavemente y Kagome sonrió. Se aproximó con lentitud hasta su cuerpo y besó su hombro, sus dedos apartaron algunos de sus cabellos y entonces vio de pronto una marca, un poco más abajo del hombro. Arrugó el ceño y recordó el momento en que ella había puesto sus dedos sobre algo largo y áspero ¿una cicatriz?. Apartó completamente los cabellos del hombre y la forma larga y casi tenebrosa se presentó ante sus ojos junto con una inesperada y dolorosa punzada en el corazón. La sien comenzó a palpitar dolorosamente y sus ojos castaños se abrieron impresionados. Comenzó a respirar como si sintiera que se le estaba acabando el aire y las imágenes se volvieron muy nítidas a su cabeza, cada escena, cada palabra, cada situación y finalmente, mirando horrorizada al hombre creyó que iba a morir.

--No... – Gimió con los ojos muy abiertos y sus labios temblorosos- No...

I still remember the world

Aun recuerdo el mundo

desde los ojos de una niña

lentamente aquellos sentimientos

fueron nublados por lo que yo sé ahora

Ella estaba junto a Sango, era la primera vez que visitaban ese lugar, había que celebrar su salida del colegio de alguna forma y aquel pub llamado "Kakera" tenía una excelente reputación. Kagome miró a su alrededor, aunque no le gustaba mucho el ruido estridente, se había dejado llevar por su amiga, un año mayor que ella y que estaba ya en la universidad. De pronto ésta la tomó del brazo y apuntó con su dedo entre la gente, hacia la barra.

-Es él... el chico que me gusta... se llama Miroku... – Kagome miró y vio a dos hombres sentados frente a la barra pero sus ojos se detuvieron en el que tenía el cabello negro y largo, que se encontraba algo encorvado y ella pudo sentirlo abatido, su corazón se encogió, no supo porqué.-... esta en último año... pero no te confundas... es el de cabello castaño y coleta...

Kagome entonces desvió la mirada, a un lado de él un hombre de actitud completamente diferente al otro estaba sentado, erguido, con una copa en su mano y sonriendo ampliamente a través de sus hermosos ojos azules. - ¿Qué te parece?- Preguntó su amiga esperando una respuesta ansiosa. Kagome nuevamente desvió su mirada hacia el otro.

-Mmm, no esta mal... - Murmuró.

-¿Verdad? Uy! Si tan solo no fuera tan mujeriego!- Reclamó Sango. Kagome volvió a desviar la vista algo asustada y miró al hombre de coleta sonriéndole a una chica y ofreciéndole su propio trago.

-Pero... tú me has dicho que no él nunca te ha hablado... - Protestó Kagome y en ese momento la música lenta inundó el lugar. Ella volvió a mirar a aquel joven, sentía que su corazón latía muy aprisa y tuvo un extraño sentimiento ¿Porqué estaría tan triste?

-No... porque estamos en clases diferentes... pero pronto la facultad hará una excursión al parque Hakone... esta cerca de Tokio... esa puede ser mi oportunidad... ¿no crees?

-Sí... - Musitó la muchacha mirando con detenimiento al joven que esta vez ladeaba algo más el rostro. Su estómago comenzó a hacer cosquillas y sintió que se ruborizaba por completo. Ah, pero si era muy atractivo, a pesar de la tristeza que lo inundaba.- Aquel chico... – Murmuró sin contener más su curiosidad- ¿quién es?

-¿Quién?... ¿El que esta a su lado, de cabello negro y extraños ojos dorados?- Preguntó sorprendida Sango y miró a Kagome con la boca abierta. La chica ladeó el rostro y vio la cara de su amiga e intentó sonreír- Te gustó ¿eh?- Preguntó divertida. Kagome sacudió negativamente la cabeza asustada.

-Nooo, sólo... sólo es... curiosidad... - Murmuró apenas y volvió a mirar al hombre. Sintió los brazos de Sango en sus hombros.

-Ahh, ese es Inuyasha... su amigo... Siempre esta así... tiene una novia de los mil demonios... no sé por qué no la deja... aunque creo que ya se aburrió de ella...

-Inuyasha... - Repitió Kagome en un murmullo y sin dejar de mirarlo y sintió que apenas podía respirar.

-Vaya... qué rápido te enamoras... - Se burló su amiga y Kagome entonces desvió la vista avergonzada.- tranquila... mañana le hablo a Miroku... y de paso te lo presento...

Al día siguiente Kagome estrechaba la mano de aquel joven de extraños ojos dorados, ella sintió una enorme felicidad, y él la miraba algo confundido y asombrado, en aquel saludo sentía los dedos tibios y suaves de ella que parecían una caricia en su mano. Su corazón después de mucho tiempo pareció latir algo más aprisa y entonces le sonrió.

-Mucho gusto... – Respondió él esbozando poco a poco una sonrisa ante la cálida y tierna mirada de ella, la chiquilla apenas salida de la escuela que le estaba siendo presentada.

Donde se ha ido mi corazón

un escabroso negocio para el mundo real

Oh yo... yo quiero volver atrás

creer en todo y no saber nada más

Sonreía sintiendo su corazón rebosante de amor, Inuyasha caminaba con lentitud a su lado y él le conversaba de lo que estaba estudiando. Sus ojos castaños de pronto se alzaron hacia la cumbre del monte Fuji, tan cercana, que parecía que uno la podía alcanzar con sólo estirar el brazo, y su cumbre aun nevada le daba un aspecto imponente y la vez majestuoso.

-Es muy bella... - Murmuró ella y ambos se detuvieron a la vera del camino. Inuyasha contempló la cumbre y asintió y luego desvió el rostro para contemplar el perfil de la muchacha. Su corazón volvió a latir extrañamente y casi sin poder evitarlo sus labios murmuraron algo que no supo como pronunció.

-Tú también...

Ella enrojeció y bajó la mirada, un silencio perturbador se cernió sobre sus cabezas y luego de una pausa ella ladeó el rostro y sonrió.

-Creo que esta oscureciendo... es mejor ir a las cabañas.

La luz del sol poco a poco iba dejando sus rayos sobre la tierra y un leve viento comenzó a levantarse en el lugar. Cuando llegaron a la cabaña que era de él, Kagome se detuvo frente al joven con la vista cabizbaja y respirando apenas. Las cosquillas en el estómago eran demasiado intensas y temblaba tanto que creía, en cualquier momento tropezaría.

-¿Nos vemos mañana?... – Susurró Inuyasha de pronto.

-Oh... claro... - Respondió nerviosa. Cuando al fin alzó los ojos vio su mirada dorada sobre la suya, a la luz de las tenues estrellas que de vez en cuando se perdían por la nubosidad del cielo, él se inclinó y la besó. Sus labios algo fríos se posaron al principio con suma suavidad, apenas tocándola, ella abrió más los ojos, sorprendida y sintiendo que apenas las piernas la sostenían, sin embargó cuando sintió que él se acercaba más tomándola por la cintura y deslizando su mano tras su nuca la besó esta vez con pasión. Kagome sentía que las fuerzas se le iban y aquel primer beso la llevó al paraíso, jamás nunca nadie la había besado y esto superaba cualquier cosa. Cuando él se separó de ella la miró y la joven aún respiraba con agitación, él la soltó y sonrió nuevamente.

-Nos vemos... mañana... - Murmuró Kagome y dándole una nueva sonrisa al joven. Cuando ella volteó él finalmente entró a su cabaña.

Fue hasta su cabaña y cerró la puerta tras suyo con un suspiro. Llevó sus dedos temblorosos hasta sus labios, aun sentía el sabor de su boca y aquello era lo mejor que le había sucedido. Finalmente despertó feliz de su ensueño y se cambió de ropas. Cuando salió una fina lluvia y el viento ya más fuerte comenzaba a azotar el lugar.

-Creo que va a ver una fuerte tormenta... - Murmuró, pero no se detuvo al caminar hasta la cabaña de él. Las voces le extrañaron al principio y se acercó más a la puerta semi abierta, en el instante que iba a llamar se dio cuenta que Inuyasha conversaba con una mujer.. y entonces se quedó paralizada. A medida que avanzaban en la conversación sentía que algo andaba muy mal. No era el hecho de que estuviera con una chica, podría ser una compañera de curso incluso, pero las palabras y luego la escena, cuando se asomó más, le develó la verdad. La lluvia ya era torrencial y los rayos comenzaron a caer siniestramente. Sus ojos se abrieron con horror cuando ella pronunció su apellido... Inuyasha Taisho... Inuyasha Tasho... Taisho... y luego, aquella escena terminó de matarla. Abrió fuertemente la puerta, él se levantó de la mujer semi desnuda mirándola pasmado.

-Inuyasha... ¡Taisho?... ¡Taisho?... ¿fuiste tu entonces?... ¿fuiste tu?... cómo pudiste!- Gimió la joven horrorizada.

-Kagome... – Él la llamó intentando alcanzarla pero ella volteó y se echó a correr. El viento soplaba con violencia, la lluvia caía como diluvio y los truenos eran ensordecedores. Él la alcanzó un trecho, sujetando fuertemente su brazo la miró a través de la tupida lluvia, ella sacudió el brazo y lo miró con odio.

-Suéltame! Suéltame! Maldito! Bastardo!- Gritaba con desesperación. El joven abrió los ojos sin comprender.

-Pero... Kagome...

-Tú... y tu familia... eres de esa familia... tu familia mató a mi hermano! Yo lo vi! Aquel hombre le disparó a quemarropa a Souta! Era él!... - Sollozó como si de pronto se le fueran las fuerzas-... él mismo lo dijo... Inu no Taisho... - Y a su mente volvió el rostro maquiavélico del hombre con el arma en su mano y mirando al niño muerto. Ella estaba semi oculta detrás de un automóvil y vio todo. – Nadie me creyó! Nadie le cree a una niña pequeña!- le volvió a gritar al chico con rencor.

-No... no puede ser... - Murmuró pasmado el chico. Ella entonces volteó sacudiendo el brazo y retomando la carrera.

Aun recuerdo el sol

siempre calentando mi espalda

de alguna manera parece más frío ahora

donde se ha ido mi corazón

atrapado en los ojos de un extraño...

Kagome sintió que las lagrimas caían en silencio en sus mejillas, no podía creer, no podía ser cierto ¿así que de todo esto trataba?... ahora lo recordaba todo, completamente todo, por eso nadie quería decirle la verdad, por eso él se comportaba así... no podía creerlo, el sentimiento de odio y rencor se fue apoderando de ella como la vez que supo que era hijo de aquel maldito asesino, que la muerte de Souta había quedado impune y que había destrozado su vida y la de su familia...y él aun estaba allí, en la cama en que habían hecho el amor, durmiendo tranquilamente...

Continuará...


N/A: Uf, estoy cansada, ya es mas de media noche y la cenicienta debería estar ya estar en su tibia camita n.n en fin... el deber es deber... contrario a lo que puedan pensar o imaginar, la verdad es que siempre me ha costado escribir un lemon... bueno, al menos ahora los escribo, hace un año aquello era casi impensable n.ñ... espero que con esto ya no haya más dudas... aun queda ¿eh? explicaré bien así que no desesperen... em... ah! la canción, muy triste pero muy hermosa, se llama "Fields of Innocence" (Campos de Inocencia) y es de mi grupo favorito (aunque no soy fanática) "Evanescence".

Gracias amigas por sus reviews alentadores, disculpen la redacción del cap., ya estoy cansadita... y ahora me voya ver a David de María que esta cantando en el festival de Viña nn (tranquilo Enzito, no soy infiel :P)

Nos vemos y espero sus comentarios cuasi finales, jeje.

Lady.