Aviso: Hay más angustia en este capi...
Después de éste, por fin haremos otro salto en el tiempo.
Disclaimer: Rurouni Kenshin pertenece a Nobuhiro Watsuki, la canción es Ya'burnee de Halsey -deben escucharla queda perfecta para la historia-.
Capítulo 6
"Dos caminos."
Invierno de 1863 parte 3
El fuego estaba muriendo en la hoguera habiendo ardido por la mayor parte de la tarde y sin nadie que se encargara de avivarlo cada que el aire invernal cortaba sus fauces, sería cuestión de breves instantes el que se apagara por completo. Quedaban escasas horas para que anocheciera, tiempo más que suficiente, sabía Hiko, para probar qué tanto se habían oxidado las habilidades de su alumno.
-¡Concéntrate! -rugió el hombre, tras haber rechazado y devuelto al mismo tiempo el ryu tsui sen de su estúpido estudiante.
Bien, las habilidades seguían intactas, lo cual no era bueno aunque tampoco pésimo. Si el tonto se hubiese concentrado en entrenarse como debía, su nivel habría mejorado en lugar de quedarse estancado, pero al menos no había decaído y eso ya era algo. Patético, pero de menos algo que evitaría el rechazarlo por completo.
Kenshin estuvo a punto de caer de espaldas al suelo, pero consiguió girarse a tiempo; sosteniéndose sobre su brazo izquierdo -y haciendo pivote con éste- consiguió caer sobre las puntas de sus pies para tomar vuelo y lanzarse a un segundo ataque.
Uno que Hiko supo ver antes de que su aprendiz pensara siquiera en hacerlo.
-Estás peor que cuando te fuiste.
En cuestión de segundos, el hombre había conseguido no solo esquivarle, sino adelantarse y posicionarse detrás del chico para propinarle un golpe con el dorso de su mano peligrosamente cerca de la nuca del mismo.
Kenshin jadeó, y cayó de cara al suelo. Por un instante casi suelta la espada.
-Tu mente es un caos. Y tus movimientos, torpes. -Reprochó el mayor.
El aludido apenas y consiguió erguirse a gatas.
-¿He de suponer que sólo te dedicaste a ser la sombra de una niña? -Provocó dando en el clavo.
Fieros ojos dorados centellaron en enojo.
"Su nombre es Kaoru", gruñó la mente del chico.
Gracioso como a pesar de su coraje para con la niña, no concebía el que nadie más se metiese con ella. Era un acto de protección, sin duda, de interés y cariño por alguien a quien ya consideraba familia, incluso si apenas y tenía menos de tres meses de conocerla.
Era suya para proteger.
El ataque fue certero, consiguiendo golpear a su maestro con la fuerza suficiente para hacerlo retroceder en su intento de contenerlo.
"Interesante", pensó el hombre.
Incluso cuando al final consiguió romper la conexión y empujarlo de vuelta, Kenshin ya estaba sobre de él, una y otra vez. Hasta que Hiko tuvo suficiente. En mitad del aire, el maestro se encontró con el aprendiz. Y este último cayó de espaldas al suelo.
Esta vez, la espada salió volando fuera de sus manos.
-Incluso si tu fuerza incrementa, de nada sirve si tu mente es un desastre. -Aseveró el hombre. Le dedicó una larga mirada a su aprendiz… Kenshin tenía el rostro fijo al cielo, brazos extendidos y respiración agitada… Su maestro fijó la mirada en la expresión de éste… ojos atormentados, había demasiadas dudas en sus ojos azules que a ratos brillaban con un torbellino dorado. La molestia era evidente.
-Es suficiente. -Decidió, envainando su katana. -No tiene caso seguir con tan patético desempeño.
El pelirrojo apretó el gesto, sintiéndose desesperado y molesto, golpeó el suelo con el puño derecho. Y luego inspiró con fuerza en un intento de controlar su aturdida mente. Cerró los ojos recordando lo que lo había traído de vuelta.
Pelear sin emociones. ¿Habría alguna vez en la que él conseguiría hacerlo?
¿Acaso quería hacerlo?
El sol estaba muriendo en el cielo y Kenshin volvió a sentir aquél tirón en dirección al santuario. Debía volver por sus cosas, pequeñas pertenencias que habían encontrado un lugar propio en la habitación de Kaoru; debía volver por su morral, la bolsa descocida donde ocultaba la máscara de conejo que en realidad había sido de ella.
Eran excusas, él lo sabía. Pero su maestro ya lo había aceptado de vuelta, y él era libre para decidir dónde pasaba la noche… O eso pensó.
Debatiendo con su mente durante todo el camino, Kenshin se dirigió de vuelta al santuario. Su corazón se negaba a permanecer enojado con quien ya consideraba su compañera.
…
-¿No deberías quedarte con tu prometida?
Akira se detuvo tan pronto salió del recinto principal de la mansión, tras encontrarse con su hermano menor Shiji bloqueándole la salida hacia las concurridas calles de Kyoto. Su mirada era una de reproche, y aunque el mayor entendía las preocupaciones del menor, su corazón y su mente ya se habían decidido horas atrás.
-Tomoe necesita descansar -Trató de excusar.
Porque había sido cierto, la morena había vuelto horas atrás bastante aturdida y acongojada junto con su hermano. La tía Kagome se había quedado en el santuario tras haber dado a luz ahí, les había explicado. Mas no había sido eso lo que había terminado alterando a la morena ni de lejos lo que le había preocupado a él.
-Y tú deberías quedarte a su lado -señaló Shiji, dispuesto a no ceder.
"Ni siquiera estoy seguro de que me quiera consigo." Pensó Akira, lamentando por enésima vez lo callado de su prometida. Incluso si se conocían desde niños, el muchacho no había conseguido del todo el cruzar la pantalla que su amiga de la infancia había erigido tras el anuncio del compromiso, al grado de dudar el que ella estuviese verdaderamente contenta con tal arreglo. -Quiero asegurarme de que su pariente se encuentra bien -Mintió.
Shinji suspiró con molestia.
-Ya nos habrían informado de no ser así -le dijo-, en todo caso tendría que ser su tío y no tú quien vaya. Lo que quieres es ver a Kaoru. -Acusó.
El aludido se sobresaltó ligeramente tras oír aquello, incapaz de negarlo, pero incapaz igualmente de aceptarlo.
-Cuida tu lenguaje -advirtió, no gustándole la familiaridad del menor para con la aprendiza de miko.
Shinji sacudió los hombros restándole importancia.
-¿Por qué debería? A ella no le importa.
Durante el último año, y tras serios fallidos intentos de concretar un mizuague entre el aprendiz de samurai y la aprendiza de sacerdotisa, Shiji y Kaoru habían desarrollado una especie de amistad aunque no era del todo genuina, se podría decir que se estaba encaminando a serlo, si los intentos de Kaoru por derribar la pared del chico eran alguna señal de esto. Kaoru no disfrutaba del lenguaje formal y estaba en una búsqueda desesperada de un amigo que no la viera sólo por su destino, Akira había sido capaz de entenderlo, razón por la que había terminado acercándose él mismo cuando sus intentos por conseguir que Shiji fuera más abierto no rindieron frutos.
Sin embargo, tras un fortuito encuentro -la llegada del joven y misterioso samurai- Kaoru había dejado de buscarle.
Había habido un instante en el que Akira había estado seguro de que Shinji y Kaoru se volverían cercanos, su hermano por fin cediendo a cruzar aquella línea incluso si el compromiso nunca llegaba a concretarse; pero aquél pequeño avance se había visto interrumpido de golpe por la presencia de Kenshin.
Y ahora, ante lo que Tomoe le había comentado haber visto en la habitación de la sacerdotisa, sentía que debía asegurarse…
-Shinji. Estás siendo grosero.
-No más que tú al menos. -Refutó el chico. -Estás por comprometerte, pero es básicamente un hecho. La ceremonia será en menos de un mes. Tu lugar es aquí.
No podía negar aquello. Sería impropio. Y más si consideraba el reunirse con ella fuera de los ojos del Guji y el conocimiento de su guardiana Yumi. ¡Casi se podría ver como el encuentro entre dos enamorados…!
Akira sonrió débilmente ante aquél pensamiento, sabiendo que no tenía caso insistir. -¿Puedes llevar un mensaje cuando menos?
Shinji arrugó el gesto.
-A padre no le gustará.
-Lo hará, si eres tú quien lo lleva.
El aludido abrió los ojos en sorpresa, sus mejillas pintándose por un breve instante del color de las flores de Sakura, a sabiendas de que su padre no había desistido de unir su casa con el clan Kamiya.
Suspiró con irritación, sabiendo perfectamente bien que terminaría haciendo aquél encargo.
…
El santuario Fushimi Inari solía tener mucho movimiento durante el invierno, dado a la celebración de año nuevo en la que muchos feligreses visitaban la ciudad desde Edo y otras aldeas cercanas; era normal por tanto el recibir apoyo de otros santuarios, y también de las peregrinaciones de las mikos y todos los Meikai (rango más alto dentro del santuario como el Guji) y el Seikai (rango alto a nivel de prefectura) a las casas de los daimyos que los patrocinaban.
Entonces el santuario contaba con tres mikos principales, Momiji, Kaede y Yumi, siendo la primera la de mayor edad y rango, la más cercana al Guji y una autoridad en sí misma, constantemente realizaba viajes a Edo y se unía a la corte de grandes mikos que rodeaban al emperador. Kaede, aunque vivía en el edificio de habitaciones del santuario, su trabajo consistía en atender el altar de la kami Inari quien protegía al santuario, así que rara vez se le veía. De las tres, Yumi era quien estaba a cargo de las aprendices, más concretamente de Kaoru.
Sin embargo, esa tarde tras haber regresado al santuario y encontrarse con aquél caos -un samurai dando órdenes a los chokka de mandar de regreso a quienes eran invitados bajo el pretexto de que los mismos incomodaban a su protegida, y peor, que los chokkas consintieran con éste y siguiesen sus órdenes… sin mencionar la trasgresión ocurrida al rito de adivinación…!- Momiji no había tenido reparo en señalar el fracaso de su compañera.
Yumi había terminado con un castigo peor que un par de latigazos… Bajar de Seikai a Gonseikai, un rango apenas por encima de los chokkas… Al menos hasta la ascensión de Kaoru y, para su suerte, aquél evento estaba por acelerarse.
Le había dado, sin embargo, la amabilidad de decidir el castigo que la niña y todos los involucrados en el asunto llevarían, prometiendo no juzgar ni reprochar si consideraban conveniente ignorar la gravedad del acto.
Sin embargo, eso no significaba que la joven mujer pasara por alto el avance de Kaoru y lo que éste representaba.
-¡Momiji sama!
Hikari se quedó quieta ante la sorpresa de encontrarse con la miko mayor a la entrada de la habitación de Kaoru dono. La mayoría de los chokka se sentían intimidados por ésta y con justa razón.
Momiji inspeccionó la habitación, notando con preocupación cómo la presencia del samurai permanecía en ésta aún a pesar de su partida. Por su parte Kaoru permanecía sentada -todavía dentro del futón- mirándola con aprehensión.
-Hikari, déjanos -ordenó.
La aludida hizo como se le ordenó no sin antes dedicar una mirada de preocupación hacia su compañera.
Kaoru, sintiéndose pequeña por un breve instante, salió del futón, haciendo frente a la mayor. Momiji era muy diferente de Yumi, si bien tenía el mismo corazón amable, era mucho más estricta y tenía la habilidad de decir sin palabras lo que esperaba que hicieran los demás.
En ese momento, Kaoru sabía en parte la razón de aquella visita. Bajó su yukata cuando la mayor se hubo sentado a sus espaldas, su manos dejaban listones de electricidad sacudiéndole la piel ahí donde la tocaba, sobre cada uno de los rasguños que el abanico de bambú habían abierto en su piel.
-Están sanadas -aseguró la menor, volviendo a vestirse en cuanto sintió a la mayor alejarse, girándose frente a ella.
-Me preocuparía sino… -Contestó Momiji, había un deje de pena en sus orbes color miel que a ratos lucían verdes -Kaoru dono, la familia Yukishiro ha solicitado tu bendición. -Informó, la aludida asintió, Tomoe ya se lo había dicho la tarde anterior, pero Momiji entonces lo estaba haciendo oficial. -Entiendo que al ser la primera vez que sucede un nacimiento dentro del santuario, resulte extraño el que se le de tal importancia. Pero debes entender que el suceso representa una bendición, un augurio de buena fortuna, principalmente en tu favor.
El corazón de la niña se saltó un latido.
-¿Voy a ser ascendida?
Momiji le sonrió con comprensión, pero la pena seguía en su expresión.
-No del todo. Aún es muy pronto, incluso para ti. -Aseguró. -Pero tras terminar el invierno, sería conveniente que abrieras la primavera sobre un camino de flores.
Los ojos de la morena se abrieron en sorpresa. Primavera significa escasos tres meses de preparación.
-¿Tienes alguna duda?
-Muchas, en realidad -confesó perpleja, mejillas sonrojadas.
Su compañera rió conmovida, todos en el santuario conocían el deseo de la vidente de pertenecer al santuario no como aprendiz sino como sacerdotisa.
-Únicamente Kagome san y su bebé permanecerán en el santuario hasta el término de los ritos, sus sobrinos ya han regresado a la casa Kiyosato. Sin embargo, tendremos la presencia de la familia de la misma mañana al atardecer para la ceremonia.
-¿Se hará un festival?
-En cierta forma, sí. -Dijo, la misma angustia anterior volvía con mayor fuerza. -Después de todo es la primera vez que la famosa aprendiz de miko, que apenas cuenta con once años de vida, recibe un bebé en el santuario. -Kaoru volvió a sonrojarse-. Harás la demostración de las espadas con Yumi y conmigo, después de la tradicional danza del bautizo. Y para antes de tu oráculo, deberás presentar la danza de Kagura.
La sangre se le heló en las venas al oír aquello. El traje ceremonial consistía en varios pliegues de tela, y las heridas en su espalda…
-Pero…
-¿No puedes? -cuestionó entrecerrando los ojos, en un gesto claro de desafío.
Kaoru se mordió el labio para evitar que le temblara, al final consintió.
-Debo empezar a prepararme -trató de razonar, la danza en sí misma era complicada incluso para una miko.
-Te has preparado lo suficiente. -Refutó Momiji con autoridad. -El oráculo viene primero.
A Kaoru no le quedó más que asentir.
-Iré enseguida.
-Las oraciones ya han comenzado, tienes una hora antes de que tu presencia sea requerida. -Dijo, levantándose hacia la salida, Hikari se alejó tan pronto como pudo de la puerta, aunque era obvio que había estado espiando. Momiji la ignoró, y se despidió de la vidente. -Buena suerte.
-Hai, arigatou Momiji sama -Dijo, haciendo una reverencia.
Hikari volvió a entrar en la habitación y se sentó al lado de ella con un deje de cansancio.
-No sé si felicitarte o darte mis condolencias -Dijo.
Kaoru sonrió con algo de pena.
-Las condolencias ahora, y dejaremos las felicitaciones para cuando haya tenido éxito.
Hikari sonrió.
-Sabia decisión Kaoru dono.
Y al instante siguiente, se dedicó a ayudar a la niña a prepararse para el rito de videncia. Algo que pudo haber evitado de no haber roto su promesa el día anterior. Ahora debía hacerlo en forma, como Kaede hacía en el altar a la diosa Inari, ahora Kaoru debía ofrecer una danza semejante pero mucho más fúnebre.
Si tan solo Kenshin estuviese ahí…, pensó.
…
Cuando Shinji atravesó el Tori se encontró con la procesión del Shoguji (sacerdotes asistentes, incluidas miko) guiando a Kaoru junto con un grupo pequeño de chokkas en dirección al altar. Lo que lo destanteó aún más fue encontrarse con Yumi a la entrada del recinto principal con una expresión contrita en su rostro casi triste.
-Yumi sama, ¿no debería estar ahí? -cuestionó tras haber hecho los debidos saludos.
La joven sonrió con amargura.
-No es por mí por quien pidieron -dijo, sin intenciones de revelar el verdadero porqué de su ausencia.
-¿Entonces por quién?
-¿No lo adivinas? -Inquirió, sonriendo ahora con picardía; Shinji entendió al instante sintiéndose abochornado. Yumi notó entonces el pergamino que llevaba en las manos y cómo lo apretaba con fuerza. -¿Mensaje para Kaoru dono? – inquirió.
El aludido se sobresaltó, saliendo de sus pensamientos, miró el objeto en sus manos y al final decidió que en definitiva los dioses se negaban a que se diera otro encuentro entre él y la futura sacerdotisa de ojos azules.
-Si fuera tan amable -pidió, extendiendo el objeto, Yumi lo tomó.
-Dime algo Shinji. -Dijo de pronto, justo cuando éste estaba por irse- Si Kaoru dono no hubiese rechazado el mizuage, ¿lo habrías aceptado tú también?
La irritación era clara en la expresión del chico, un tendón sensible en su alma.
-Algo como eso… ¿por qué importa ahora?
Él mismo se había cuestionado incontables veces aquella pregunta. Personalmente no tenía interés en una boda. Y Kaoru aún era una niña como para que le despertara algún sentimiento de atracción, se decía, lo cierta era que tenía otra razón para no involucrarse con la misma, pero reconocerla pondría en una situación precaria a su casa, concretamente a su hermano Akira.
-Porque si se ha de evitar ese destino, debe de hacerse ahora -advirtió Yumi.
Shinji se sobresaltó ante la sorpresa.
-¿Va a ser ascendida? -cuestionó, de pronto ya no tan convencido de mantenerse distante.
Para su pesar, Yumi asintió.
-Tan pronto llegue la primavera.
De pronto se sintió como si el mundo se sacudiera bajo sus pies. La boda de su hermano sería después de la primavera si todo salía de acuerdo a los planes ya hechos.
Akira se vería afectado… Pero también…
-¿Qué hay de Himura?
Ante la mención del nombre, Yumi arrugó el gesto, aunque no sabría decir si estaba molesta con el joven samurai o era simplemente debido a una preocupación más relacionada con éste.
-Es mejor si no piensas en él.
El joven la miró con desconcierto. Hasta ese momento, él había creído -al igual que el resto- que la miko sentía cierto favoritismo por el pelirrojo, incluso al grado de procurar la relación de éste con su aprendiz. Sin embargo, el joven samurai, Himura, no tenía un clan detrás de sí, ¿qué podría ofrecerle a la elegida de Kamisama? Aunque, ¿no había sido ése el punto? Ofrecer la compañía de alguien que nunca podría tomarla para así no correr el riesgo de una deserción…
Y si ahora, ella iba a tener su tiempo de meditación, ése momento en el que ella podía arrepentirse… Su salida quedaba claro, sería un buen arreglo con una familia honorable.
-Lo consideraré -Prometió.
…
Cuando una aprendiz realiza la ceremonia del Kuchiyoze, al finalizar la última danza, la joven entra en un trance, los sacerdotes le preguntan el nombre del kami que la ha elegido, y una vez lo dice, se le lanza arroz a la cara, tras lo cual cae inconsciente.
El kami que la reclama tiene derecho sobre ésta. Y en ocasiones, esta deidad no es la misma del santuario en el que se preparan.
Oh, the loneliest girl in town is bought for pennies of prize
Tal había sido el caso de Kaede, reclamada por la diosa Inari a la edad de quince años, llevaba sirviéndola desde entonces, una década había transcurrido. Mirar a Kaoru ahora ser vestida con los haoris ceremoniales y las pequeñas decoraciones en su cabello, le traía recuerdos sepultados en lo profundo de su memoria.
We dress her up in lovely gowns, she's easy on the eyes
Había sido vendida para pagar la deuda de su familia, su belleza siendo lo único que la había salvado.
Her soul is black and it's a fact that a sneer will eat you alive
Mas sin importar cuánto llorara… al final terminó por quedarse en el lugar en el que tanto miedo le había dado estar. Incapaz de negar la presencia del kami la noche en que se coronó como miko. Su virginidad siendo el pago que había tenido que dar. Su eterna unión que la separaba del resto del mundo y la condenaba a permanecer encerrada en el pabellón principal donde residía la kami.
The buyer always brings her back because all she does is cry.
Mientras le ponía el velo sobre su cabeza, cubriéndole el rostro a Kaoru, se estremeció… ¿Cuál Kami la reclamaría?
So take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
Ask for forgiveness, never permission
Vestida como requería el rito, Kaoru siguió a Kaede dentro del pabellón de la diosa Inari, Momiji iba detrás de ellas junto con Hikari y Fuu. El resto de los sacerdotes elevaron las voces de sus cantos. Adentro la habitación estaba iluminada por la luz de múltiples velas, el aroma a incienso dominaba el aire. Kaoru se posicionó al centro del círculo delineado de arroz.
Take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
It's in the blood and this is tradition
El baile comenzó al instante después. Kaoru permaneció de pie en el centro mientras sus compañeras danzaban y sus superiores comenzaban sus oraciones.
El aire se sentía pesado, y el pulso comenzaba a convertirse en un fuerte barítono que le dominaba los oídos. Listones invisibles, cargados de magia, comenzaron a enredarse a su alrededor, los límites de su mundo se desvanecían.
Cuando la danza concluyó, los sacerdotes se retiraron, únicamente Momiji permaneció dentro del pabellón con Kaoru, Kaede, Hikari y Fuu aguardaban fuera de éste, hincadas y con la frente sobre las palmas de sus manos, sólo podían esperar.
Oh, the loneliеst girl in town was bought for plenty a price
They dress her up in golden crowns, her smile hides a lie
Momiji hizo sonar los cascabeles, indicándole a Kaoru hincarse en ese momento, la niña estaba ya dentro del trance; su mirada estaba desenfocada y sus respiraciones eran lentas y profundas. La miko observó a su aprendiz entonces y vio su propio reflejo, no estando segura de cómo le hacía sentir ver las similitudes entre ella y la niña frente a sí.
She smiles back, but it's a fact that her fear will eat her alive
She got the life that she wanted, but now all she does is cry
Su don sin duda, la pondría en una posición elevada dentro del sintoismo, sin importar el santuario al que terminara siendo enviada. Tendría todo… Y si continuaba siendo bendecida de ésa manera… esperaba al menos, que su destino no terminara siendo el mismo que el de ella misma.
Take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
Ask for forgiveness, never permission
Momiji se retira cuando el último incienso ha sido consumido. Las puertas se cierran detrás de Kaoru quien ha quedado a merced de la guardiana del santuario. La mayor toma su lugar al frente de sus compañeras, Kaede por detrás de ella, Hikari y Fuu se encuentran una a cada lado de ésta última.
Take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
It's in the blood and this is tradition
Adentro el aire se ha vuelto aún más denso. El sol ha ido muriendo en el ocaso y ahora el cielo está teñido de un manto morado. La única iluminación es la proveída por las velas que de a poco han ido muriendo.
Kaoru siente de nuevo las pulsaciones en el aire y los listones se tensan sobre su cuerpo y la atan, apretando con fuerza hasta fundirse con su alma.
-¡Ah!
Es solo un efímero instante.
You can take it back, it's good as gone
El cuerpo de la niña es levantado y estirado, moviéndose cual una muñeca. El aire se ha vuelto casi imposible de respirar.
Well, flesh amnesiac, this is your song
Hay voces persiguiéndola e imágenes inundándole la visión, sobreponiéndose una a otra en una corriente que va demasiado deprisa.
And I hope what's left will last all summer long
En ese último instante, ve lo que está destinado para ella, los ojos de hielo que sujetan el hilo de su vida.
And they said that boys were boys, but they were wrong
Y cómo en un fluido movimiento… atraviesa su centro y la deja vacía.
-¡Kaoru dono!
Casi como el filo de una katana… el aire ha sido cortado y la luz de las velas erradicada. Hay un fuerte grito en el interior del pabellón seguido de un golpe fuerte que da la impresión de haber sido un rugido.
-¡Kaoru dono!
Take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
Ask for forgiveness, never permission
Es Hikari quien ha salido disparada a intentar abrir las puertas de madera sin éxito.
-¡No se abre! -solloza, lastimándose las manos al seguir intentando abrir el sello con desesperación.
Kaede se levanta para ayudarla, siendo ella la sacerdotisa de Inari es la única que puede abrir el candado que supone la diosa ha impuesto. Momiji retira a Hikari, y tras un largo forcejeo, finalmente consiguen abrir las puertas.
-¡Kaoru dono!
La niña está de espaldas al suelo, con la mirada desenfocada -el cuello estirado su rostro en dirección a la entrada-, su pecho sube y baja demasiado deprisa.
-Está catatónica -informa Kaede.
Take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
It's in the blood and this is tradition
Momiji interviene, tomando el rostro de la niña con cuidado, hace un encantamiento y consigue al primer intento conectar con la psique de la niña.
El ataque parece detenerse, el cuerpo de Kaoru se relaja…
…demasiado.
-No está respirando… -Nota Fuu con desesperación al lado de Momiji.
Esta última toca el cuello de la pelinegra y posiciona sus dedos en la yugular, asustada ante la falta de brillo de las orbes azules de su aprendiz.
-No hay pulso.
Es un caos entonces…
Fuu corre fuera del pabellón en busca de ayuda, Hikari se queda fija al suelo incapaz de dejar de llorar, Kaede y Momiji acomodan de prisa a la niña y comienzan a retirar los haoris -toda la tela que estorba- para descubrir el pecho de la misma. Kaede la sostiene, Momiji empieza a presionar a la altura del corazón de Kaoru en un intento por reactivar su corazón.
-Vamos, Kaoru dono, vamos…
Take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
Ask for forgiveness, never permission
-No hay respuesta -solloza Kaede, internamente arrepentida de no haberla acompañado dentro del pabellón durante el rito, quizá de haber estado ella habría podido tomar su lugar.
Momiji está cansada… tiene ganas de desistir, de rendirse aún a pesar de la desesperación y el miedo que siento. Aquello no debía terminar así. Pero no podía hacer nada más, no sabía hacer nada más. Sus hechizos no funcionaban con los muertos.
Estaba ya por rendirse, retirar sus manos…
Cuando el oni se hizo presente en el santurario.
-¡A un lado!
Kenshin parecía haberse materializado de la nada. Entró como si fuese el mismo dios del viento y tomó el lugar de Momiji -a quien había alejado sin que esta percibiera el movimiento.
Los ojos del muchacho eran de dorado líquido, su ki calentaba el aire del pabellón como si estuviese quemándolo. Sus manos presionaban con fuerza y al ritmo de su propio corazón sobre el pecho de su amiga.
Take what you want, take what you can
Take what you please, don't give a damn
-Dijiste que tenías un sueño… -murmuró él con el rostro acongojado- …que estabas contenta de que el mismo fuera tu deber…
No había respuesta… Momiji cerró los ojos con dolorosa tristeza…
-Kaoru por favor…!
It's in the blood and this is tradition
-¡KAORU!
…
Cuando Kaoru abrió los ojos, Kenshin estaba de nuevo a su lado, de vuelta en su habitación en el edificio del clero del santuario.
E igual que esa misma mañana, el muchacho estaba molesto.
-Kenshin… -susurró.
-No te elogies, no estoy aquí por ti -le cortó éste. Había un claro temblor tanto en su voz como en su cuerpo.
Mas que enojado, estaba visiblemente asustado… Temblaba de miedo, de preocupación…
Por ella.
Kaoru asintió. Su corazón vibraba en el mismo mar de sentimientos que su compañero.
-Por supuesto que no -Dijo. -No tienes lugar aquí.
Silencio.
Kenshin la analizó. Necesitaba asegurarse de que ella estaba bien, que estaba ahí, sana, salva y que no se desvanecería como la había encontrado horas atrás… cuando sintió el mundo cortarle de tajo la mitad de su alma.
"¿Siquiera sabes a dónde te llevan tus sentimientos?" Le había cuestionado su maestro aquella misma tarde, cuando le había informado que volvería a la mañana siguiente. Kenshin sabía que no estaba engañando a nadie mas que a él mismo.
Estaba atado a la niña que tenía enfrente. Y no estaba seguro de querer aseverar aquél lazo.
En el camino se había encontrado con Shiji. Ambos no habían conseguido coincidir del todo, siendo demasiado obvio que su interés era el mismo, sin embargo, entonces el aristócrata le había informado que Kaoru estaba en el pabellón de la diosa, le había advertido a su manera y pedido en cierta forma que fuera a por ella. No necesitaba que él se lo dijiera, pero agradecía ahora aquél aviso.
Había tenido un mal presentimiento y encontrarse a Fuu corriendo con lágrimas en los ojos y con el nombre de su amiga en la boca como un mantra de mal augurio, había confirmado su más grande miedo.
No podía sentir el ki de Kaoru…
Se había ido.
No necesitó que le dijiera más. Se había lanzado en dirección al pabellón con el miedo y el terror de perderla devorándolo de pies a cabeza.
La imagen de ella sin vida…
Kenshin cerró los ojos por un breve instante, luego se obligó a mirar a Kaoru, bebiendo su imagen hasta convencer a su corazón que ella estaba ahí.
Decidió complacerla entonces, y contestar a su provocación.
-Tú sabes a dónde voy. Incluso si nunca te lo dije, lo sabes. -Le acusó, mas esta vez ella no se sobresaltó, le miraba como esperando a que terminara de juzgarla… Mas las palabras de Kenshin giraron en otra dirección. -Por qué eliges sufrir por tu cuenta no consigo entenderlo -le dijo con pena-, pero… Dime algo, Kaoru dono, ¿es simple curiosidad o te preocupas por mí?
Kaoru suspiró con emoción, su mirada se cristalizó por las lágrimas.
-Debes saberlo… sin duda, debes saberlo -suplicó.
Kenshin cerró los ojos, obligando a sus propias lágrimas a no caer…
¡Ella se sentía igual que él…!
El muchacho se arriesgó entonces. Dejando la espada sobre el tatami, se levantó hasta quedar a la altura de su compañera, sentándose a un lado de ella, la tomó en sus brazos hundiendo su rostro entre la curva de su hombro y su cuello.
-Puedo confiar entonces, en que me tendrás en tu oraciones. -Murmuró, su voz un murmullo de cosquillas sobre la piel de su amiga, quien en ese momento compartía su abrazo con el mismo fervor.
-Ya estás en ellas -confesó.
"No quiero que me odies."
Kenshin entendió entonces. Incluso con el corazón herido, pues nunca antes sino hasta ese momento, había sido verdaderamente consciente de los límites que los separaban y que posiblemente los separarían por siempre. Pertenecían a dos mundos diferentes, dos jerarquías que no estaban destinadas a encontrarse y que, sin embargo, habían conseguido reconocerse como iguales.
-Estoy molesto, todavía no decido si perdonarte. -Confesó cuando su corazón había conseguido sincronizarse con el de ella. -Pero no te odio, jamás podría. Tú también debes saberlo, Kaoru dono -Confesó en un susurro.
-Lo hago. -Dijo ella, aferrándose a él con más fuerza- No quiero influir en tu decisión, Kenshin.
El aludido bufó.
-Incluso si no dijeras nada, últimamente eres la persona con mayor influencia en mis decisiones.
Kaoru se separó lo justo entonces para mirarle de frente. Su mirada encerraba una súplica cargada de esperanza y un atisbo de miedo.
-¿Te quedarás? -preguntó.
Él sintió una puntada en el pecho, había tomado su decisión entonces.
-Debo volver mañana.
Ella sintió que le rechazaba.
-Sigues molesto -susurró, agachando la mirada.
Kenshin le levantó el rostro con ambas manos.
-No entiendo tu compromiso… No disfruto verte sufrir. -Dijo. -Pero al mismo tiempo… te admiro. Y quiero ser alguien capaz de generar la misma admiración.
Se buscaron el uno al otro en la mirada. Ambos tratando de buscar entendimiento y aceptación, y quizás algo más, un sentimiento que aún no conseguían nombrar, pero que sin duda estaba ahí.
Kaoru entonces, tomó a su vez la decisión de correr el riesgo, confiando ciegamente en que, si aquellas visiones llegaban por encima de cualquier otra petición, debían ser un regalo para ella… Una oportunidad de que, si bien no podría unirse a esta persona, al menos podría asegurarse de que la misma no sufriera.
-Kenshin… -Le habló, poniendo sus manos encima de las de él, bajándolas de su rostro y llevándolas a la altura de su pecho. Le miró de nueva cuenta. -Incluso si tu deseo es salvar a los que sufren… debes reconocer la humanidad de los que infligen ese dolor en otros… -el aludido se sobresaltó, su pulso acelerando en sus venas-. Si no lo haces, esta verdad te golpeara en la cara con tanta fuerza, que pasarás años cavando tumbas…
Las manos se le cerraron en puño, bajo las de ella. Ella sabía, igual que él… que tan sólo era cuestión de tiempo.
-Sea cual sea tu decisión, Kenshin… -Le llamó, llevando ahora sus manos al pecho de él. -Yo estaré aquí, siempre -Prometió.
Pasaron la noche juntos… sin la pantalla dividiéndolos.
Cada uno en su futón, separados por esa línea invisible, de frente el uno del otro. Él se acercó cuando ella lo hizo, y le tomó la mano que le ofrecía. Con sus rostros inclinados hacia el del otro, se contaron secretos a través de sus miradas.
El sueño los abrazó en un manto luminoso. Conscientes de que habían encontrado una bifurcación en su camino juntos, se despidieron silenciosamente, prometiendo mirar al camino del otro, hasta que ambos se perdiesen de vista mutuamente.
Secretamente rogando, que en algún punto, sus caminos volviesen a encontrarse…
A/N: Perdones por el retraso, el regreso a clases me tiene saturada de trabajo xP
