Contenido: Romance, un poco de humor. Cambio de género en un personaje. Oneshot.

Pareja: FuyuBaji (Matsuno Chifuyu x Baji Keiko (Keisuke) / BajiFem)

Disclaimer:

Hikari: Mis párpados se cierran, pero antes de que comience a delirar y parlotear sin fin, aunque no hace falta decir que ni Tokyo Revengers ni sus personajes me pertenecen, todo es auditoría de Ken Wakui, por lo que este fanfic fue escrito únicamente por ocio y no tiene fines lucrativos. Notas al final.

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-¿Chifuyu?- nombró con cierto temor el chico cuando reconoció la figura de su mejor amigo sentado sobre uno de los columpios. Su espalda encorvada y su mirada fija en el suelo le hizo imposible poder mirarle a los ojos.- ¿Que sucede? Dijiste que era urgente- intrigado, se sentó en el columpio de al lado, tratando de ignorar el fuerte latido de su corazón.

Aquella tarde había recibido un mensaje de Chifuyu, diciéndole que necesitaba verlo ya que algo malo había sucedido. Preocupado, no dudó en dirigirse al lugar citado, aquel pequeño parque donde tuvo su primera conversación con Matsuno.

Pasaron algunos segundos silenciosos que parecieron eternos hasta que, finalmente, el joven le extendió un sobre de papel a su compañero, aun sin levantar la vista. Con las manos temblorosas, Takemichi lo tomó, leyendo las letras negras y robustas escritas en una de las esquinas.

"Para Baji Keiko".

Sin comprender nada y con el permiso mudo del otro, abrió aun indeciso el sobre, sacando una sola página que también estaba escrita a mano y con unas enormes y resaltantes letras.

"Te veré mañana después de clases detrás de la escuela. NI SE TE OCURRA FALTAR".

-¿Chifuyu?- preguntó, sintiendo un escalofrío al leer la directa orden de aquella página.- ¿Qué se supone que es esto?

-Takemicchi.- al fin habló, aunque su voz ronca parecía bastante diferente a como solía sonar regularmente. Luego de un pronunciado suspiro al fin levantó su rostro.- ¿¡Que debo hacer?!

Takemichi saltó sobre su propio lugar al ver los ojos vidriosos del otro, pareciendo que en cualquier momento se soltaría a llorar, sus cejas curveadas y su entrecejo pronunciado eran solo otras señales de su gran preocupación, aunque el joven aun no terminaba de comprender la situación.

-¡Es claro que se trata de una carta de amor! Una carta de amor para Baji-san!- Chifuyu se levantó de su lugar, haciendo que el asiento se estuviera balanceando un rato mas por el rudo movimiento.- ¿¡Y si se trata de un horrible hombre que solo la quiere por sus senos?! ¡Yo no podría perdonarme dejar que Baji-san comenzara a salir con alguien así!

"¿Por qué habló sobre sus senos?".

-¡Chifuyu!- alterado, también Takemichi se levantó, poniendo ambas manos sobre los hombros temblorosos de su compañero.- Cálmate hombre, ¿qué rayos estás diciendo? ¿Una carta de amor?- "Mas bien, es una carta de desafío", pensó viendo como había sido escrito con tinta, y no mostraba alguna índole de parecer otra cosa.- ¿Quieres tranquilizarte y explicarme de una vez por todas?

Chifuyu, tratando de retener las lágrimas que amenazaban en salir de sus parpados, se frotó fuertemente el rostro con su brazo izquierdo y, luego de otro fuerte suspiro, volvió a tomar asiento, Takemichi lo imitó, paciente esperando porque las palabras salieran de su boca.

-El día de hoy, Baji-san olvidó sus zapatos en su cajón, ya que estaba escapando de un profesor y terminó saliendo al patio por una de las ventanas.- Takemichi no dijo nada, aunque claramente sintió una gotita de sudor resbalar por su frente.- Así que me ofrecí para ir por ellos y… cuando abrí su cajón, estaba esta nota dentro. ¡Soy horrible! ¡Ni siquiera se lo mencioné! Me robé la carta sin decir nada más, ¿¡pero qué otra cosa podía hacer?!

-Chifuyu… cálmate, hombre… dudo que esta sea una carta de amor.- quiso volver a apaciguarlo, viendo como de nuevo su pánico estaba saliendo a flote.- Dudo que haya un hombre tan idiota como para tratar de declarársele, para empezar.

-¿Pero qué estás diciendo?- mostrándose ofendido por el comentario, Chifuyu volteó rápidamente hacia él.- ¡Baji-san es muy popular en la escuela! ¡Por supuesto que varios hombres quisieran poder ser su pareja! ¡Ella es muy genial!

Takemichi inhaló aire con fuerza, teniendo que buscar paciencia para poder continuar con la conversación.

Chifuyu tenía razón, Baji Keiko era la chica más popular de la escuela, hasta el propio Takemichi podría confirmarlo aun si él asistía en una escuela diferente. De todas maneras, el ser la única mujer de la ToMan, capitana de la primera división y la amiga de la infancia del comandante, Sano Manjiro, no era una lista de méritos que pudiesen solamente ignorarse.

Su esbelta figura, sus grandes senos, su cabello largo y oscuro, eran solo excusas de los más estúpidos que osaban por tomarla como una mujer débil. Ella sola era capaz de dejar noqueados a más de un hombre grande y fornido. Y por lo mismo, por su agresividad y sus instintos bestiales, era casi imposible que alguien tuviese el atrevimiento en acercársele para molestarla, por supuesto que Matsuno Chifuyu, como su vice capitán de la división, era de las únicas personas que, siendo demasiado ingenuo (o demasiado torpe) lograba entablar una relación con ella sin ganarse algún puñetazo en la cara.

Alguna vez, el rubio le contó la forma en que ambos se conocieron, cómo la genial chica terminó golpeando ella sola a una bola de brabucones que rodearon al pobre Chifuyu y que, luego de ver su espléndida forma de pelear, él termino lleno de admiración y respeto por ella.

Por supuesto, Takemichi sospechaba que aquello no era solamente admiración. Pero claro, Chifuyu tal vez aún estaba demasiado prematuro para comprender la verdadera cara de los sentimientos que revoloteaban en forma de mariposas dentro de su estómago.

"¿En verdad este chico, que lee cantidades insanas de manga shoujo, aún no lo ha comprendido?".

-Sí, sí, ella es muy genial. No estoy diciendo lo contrario, ¿de acuerdo?- hizo un ademán con sus manos para evitar que su compañero lo malinterpretara.- Pero seamos sinceros, Chifuyu, ¿realmente esto te parece una carta de amor?- levantó y mostró el papel delante de la cara de Matsuno, quien tuvo que hasta hacerse un poco hacia atrás para poder vislumbrarla mejor.

-Por supuesto. Estaba en su cajón y la está citando a ella sola luego después de la escuela, ¿qué más podría ser?- ladeó la cabeza, sin encontrar alguna otra opción.

-No lo sé, una carta de desafío, ¿tal vez?- preguntó con retórica.

-Takemicchi, ¿qué hombre sería tan idiota como para desafiarla? Eso no tiene sentido.- "No peor que la misma clase de hombre que se atrevería a confesársele, obviamente, compañero" contestó mentalmente, sin atreverse a levantar la voz.

Estaba a punto de refutar la idea, sin embargo, es como si una pequeña idea en forma de foco se hubiese activado dentro del cerebro de Takemicchi. Posó su mano debajo de su barbilla, y miró con cuidado al de al lado antes de continuar. "Tal vez, Chifuyu podría aprovechar esto…".

-Okey, supongamos que tienes razón.- dijo, Chifuyu solo asintió con cierto temor.- Esto es una carta de amor, ¿por qué no se la diste a Baji cuando lo supiste? ¿Es que acaso te molesta pensar que podría conseguir novio?

Cuando miró la forma en que frunció su ceño mientras sus mejillas se ruborizaban, Takemichi tuvo que morderse el labio para no soltar un grito victorioso de su boca.

-¡Claro que me molesta! ¡Ya te dije que es muy probable que solo la sigan por sus curvas y sus grandes senos! ¡La escuela está llena de tontos pervertidos!- nuevamente alterado, Chifuyu se levantó otra vez, ahora, dando un paso para estar frente a su amigo.

-Pero no es seguro que el que la haya enviado esté enamorado solo por su físico ¿verdad?- sonrió de medio lado.- ¿Y si resulta ser alguien meramente decente que genuinamente está enamorado de ella? Que tiene sentimientos sinceros de amor y solo quiere ser correspondido.

-Entonces yo…- la voz quedó atrapada en su garganta, al no encontrar palabras que pudiese decir. Desvió su mirada hacia un lado, sin saber cómo terminar su frase.

-Eso pensé- tomó como respuesta aquel silencio, levantándose y regresándole el sobre de papel al chico.- Si tanto miedo te da que alguien más se enamore de ella, tú mismo deberías de confesártele primero, ¿no crees?

-¡¿AH?! ¡Y-Yo no me siento así hacia Baji-san!- Takemichi soltó una corta risa al ver cómo no solo el rostro, sino también el cuello y hasta las orejas del otro rubio, se coloreaban de un tierno color carmín.- ¡Takemicchi!

El otro comenzó a andar, solo ondeando su mano a modo de despedida. Sin saber cómo recriminarle, Chifuyu se limitó solamente a hacer un infantil puchero. Después de algunos minutos, él también comenzó el camino de regreso hacia su residencia. El cielo empezaba a oscurecerse.

En el recorrido, Chifuyu pateó con fuerza una pequeña roca, tratando de calmar el torbellino de emociones que se aglomeraron en su interior. ¿¡Pero qué diablos le pasaba a Takemicchi!? ¡Insinuando que él podría tener sentimientos románticos hacia alguien tan genial como lo era Baji-san! No solo era la mujer más fuerte que había conocido, ¡era la persona más genial y admirable que jamás había visto! Sería una osadía de su parte mostrar algo diferente al respeto y lealtad hacia ella, ¿amor? No, él no sería capaz de hacerlo.

Pero debía admitir que su compañero tuvo un buen punto, si alguien mostraba estar genuinamente enamorado de ella, ¿cómo actuaría él? No le quedaría de otra más que aceptarlo y apoyarlos a la distancia, si ella decidía tener novio, seguramente se trataría de alguien tan capaz como ella misma así que no habría nada de qué preocuparse y, en caso de que le hiciera cualquier tipo de daño, Keiko era lo suficientemente fuerte para defenderse por sí sola.

Pero pensar en alguien más quedándose a su lado… haciéndole compañía o provocando sus sonrisas… dios, que rabia le daba ese simple pensamiento.

-¡Oh, Chifuyu!- una voz conocida hizo que saliera de la profundidad de sus pensamientos, levantando la cara, reconoció de inmediato aquella figura delgada y ruda, vistiendo las ropas características de la ToMan, mientras terminaba de estacionar su motocicleta en el aparcamiento del edificio residencial donde ambos vivían.- No fuiste a la reunión de hoy, ¿sucedió algo?

Baji se acercó hacia él, dándole una pequeña palmada en el antebrazo, en señal de saludo. Chifuyu tuvo que levantar levemente la mirada, ya que ella era varios centímetros más alta.

-No, solo estuve conversando con Takemicchi.- sonrió con cordialidad, irguiendo lo más posible su espalda.- ¿Hubo algo nuevo?- ambos comenzaron a caminar hacia la puerta del edificio.

-No realmente, solo un par de estúpidos punks que trataron de sorprendernos antes de la reunión. Yo y Mikey le dimos su merecido antes de que el resto llegara.- Chifuyu entrecerró con ternura los ojos al ver la sonrisa de la chica, que dejaba ver sus colmillos con gracia al recordar aquel enfrentamiento.

Ambos subieron las escaleras entre pláticas triviales, y para cuando ya casi llegaban al segundo piso, Keiko le preguntó si tenía algo que hacer ya que, de no ser así, tenía una ración de yakisoba peyoung que podrían compartir. Gustoso, Chifuyu terminó aceptando, subiendo junto a la pelinegra hasta el quinto piso.

-¿No está tu madre?- preguntó, luego de notar todas las luces apagadas.

-No, esta semana ha tenido bastante trabajo, así que ha estado llegando bastante tarde.- sin apuro, la chica comenzaba a desabotonar su gruesa chaqueta mientras se dirigía a la cocina.- Oh, aquí está, aquí está.- sonrió victoriosa al encontrarlo.- Chifuyu, ¿puedes ir calentando el agua?

-¡Sí, claro!- animado, él también se dirigió ahí y, sabiendo ya de memoria donde se guardaban los utensilios necesarios, comenzó a ordenar todo para su preparación, colocando en primer lugar, la tetera con agua para que ésta se hirviera.

Paciente, esperando a que comenzara a sacar vapor, se sorprendió cuando al voltear, notó cómo ya su capitana se había deshecho no solo de su chaqueta, sino también de su blusa escolar, y además, vestir únicamente pantaloncillos cortos en lugar de cualquier otra prenda más larga. Su blanca piel era solo cubierta por un (seductor) sostén negro liso.

-¡B-BAJI-SAN!- gritó, con voz entre cortada, sintiendo como el calor atacaba sus mejillas.- ¡No deberías estar de estar de este modo cuando haya alguien más aparte de ti!- levantó su palma, tratando de mantener la distancia, mientras desviaba el rostro.

"¿Cuantas veces debo decírselo? Nunca me voy a acostumbrar a esto".

Ella, en cambio, bajó la mirada hacia sí misma antes de soltar una carcajada.

-Oh por favor, no es para tanto. Además hace mucho calor, no pasa nada.- sonriente, solamente se hundió de hombros. Claramente sin estar dispuesta a ir en busca de algo de ropa. Creyendo que al menos podría solucionarlo levemente, Chifuyu desabotonó también su camisa, recordando que llevaba una camiseta sin mangas por debajo. Cuando terminó, no dudó en quitarse y extenderla hacia ella, aun sin dirigirle la mirada.

-Solo póntela por favor, aunque sea solo mientras estoy aquí.- no pudo ver su expresión pero, luego de oír un pesado suspiro, sintió cierto alivio al sentir como tomaba la camisa de su mano. Cuando volvió a mirarla, ella ya había terminado de ponérsela, aunque el único botón que fue cerrado era el que iba justo por encima de su ropa interior.

"Bueno… al menos no tuve que rogarle demasiado esta vez".

Minutos después, ambos se encontraban degustando un mismo plato de yakisoba en el modesto comedor de Baji. Cada uno tenía un par de palillos en su mano, por lo que el plato solo era levemente movido de un lado hacia otro cada vez que alguno decidía tomar un bocado.

La conversación salía de los labios de forma fluida, sin embargo, a pesar de mostrarse completamente calmado, Chifuyu no podía dejar de pensar en la carta que descansaba dentro de su maletín escolar. Carta que no iba remitida hacia él, sino hacia la persona que se encontraba hacia su lado.

-Tendré que llevarla con el mecánico.- seguía parloteando la chica, sin darse cuenta de cómo Chifuyu desviaba cada dos por tres su mirada hacia su maletín.- El tubo de escape ha estado haciendo ruidos extraños y aunque traté de repararla por mi cuenta, Draken dice que es mejor que alguien más experimentado la vea.

-Bueno, es una motocicleta armada por ti misma, así que debes tener mucho cuidado para no estropearla.- él sonrió cuando ella asintió con orgullo, antes de tomar algunos fideos más.

-¿Y qué estuviste hablando con Takemicchi? Cuando salimos de la escuela dijiste que era algo urgente.

-Ah, no… realmente no fue nada importante.- se llevó a los labios los palillos, tratando de cambiar de tema.- ¿Baji-san, mañana tienes algo que hacer luego de clases?

"Mierda" pensó, al darse cuenta de su pregunta.

-¡Oh, mañana! ¡Chifuyu, ayúdame a estudiar inglés!- parpadeó varias veces por la inesperada respuesta.- ¡el maldito profesor va a hacer un examen el jueves! ¡Ni siquiera sé lo que se supone que debería saber!- frustrada, la chica revolvió su melena oscura.

-Claro, no hay problema. Es un honor poder ayudarte con tus estudios.- y antes de poder decir algo más, la desvergonzada chica lo tomó del cabello y, con su particular fuerza y rapidez, llevó el rostro de Chifuyu hacia su pecho, riendo mientras disfrutaba despeinarlo con cierta violencia.

-¡Mil gracias, Chifuyu! Eres el mejor.- el rubio aguantaba con esfuerzo la respiración, tratando de no mostrarse alterado por el repentino acto amistoso de su capitana.

"No pienses que son suaves, no pienses que son suaves, no pienses…. ¡maldita sea!".

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Chifuyu se dio el permiso de relajar su postura luego de que la madre de Keiko le dijera que la joven estaba casi lista para salir, poco antes de dejarlo nuevamente en el pasillo esperándola.

La noche anterior, el pobre adolescente no fue capaz de conciliar sueño alguno. La presencia de aquella carta entre sus útiles escoleras se convirtió en alguna clase de tortura que no lo dejó en paz durante toda la noche. Por supuesto, las palabras de su compañero Takemicchi se adentraron tan hondo en su mente que comenzaban a provocarle cierta crisis de ansiedad, las interrogantes que comenzaban con un simple "y si…?" eran realmente innumerables, haciéndole imaginar una interminable de probables respuestas a un sentimiento que Chifuyu aún se negaba tener.

"Aun así… en el remoto caso de que yo… yo tuviera esa clase de sentimientos por Baji-san, ¿ella también podría…?".

-Buenos días.- en conjunto con un bostezo, la chica salió de su departamento aun con los párpados cerrados. Su desalineado cabello, así como las arrugas de su uniforme escolar le dieron a entender a Chifuyu el gran esfuerzo que hizo la capitana por levantarse de la cama esa mañana.

-¡Buenos días, Baji-san!- contestó con gran rectitud Chifuyu mientras daba una elegante reverencia. Ella solo hizo un ademán con la mano, completamente acostumbrada por los formales saludos matutinos del vice capitán.- Si quieres, puedo llevar tu maletín.- se ofreció, como siempre, a pesar de saber la respuesta.

-¿Es que nunca te cansas?- sonrió con sorna.- Ya te dije que yo sola puedo llevarlo.- comenzando a caminar, la joven colgó dicho maletín sobre su hombro derecho, aunque fue gracias a que Chifuyu le seguía aun por detrás que notó que el descuidado movimiento provocó que la falda escolar se anclara con ésta, haciendo así que se levantara y quedara atorada cuando la acomodó, dejando ver su ropa interior inferior mientras caminaba.

Afortunadamente ni siquiera habían comenzado a bajar las escaleras, así que de forma rápida, Chifuyu se encargó de volver a colocar la corta falda en su lugar. Ella, quien no se dio cuenta hasta sentir la acción de Chifuyu, rio de forma traviesa.

-Oh, por favor, debes tener más cuidado.- a pesar de mostrarse molesto, el sonrojo invadió ambos lados de su cara.- ¿Que harás si algún pervertido trata de aprovecharse de ti por un incidente como éste?

-Golpearlo, obviamente.- levantó con orgullo su brazo, en símbolo de su gran fuerza. Chifuyu, por otro lado, no pudo negar que aquello era la solución más sencilla y lógica que seguro tendría garantía a favor de Keiko.

Trató de despejar el nudo de su garganta antes de igualar sus pasos a los de Keiko, dirigiéndose juntos entre pláticas triviales hacia la escuela.

Chifuyu daba gracias porque Baji fuese la que llevaba siempre las riendas de la mayoría de las conversaciones ya que la falta de sueño, así como sus inútiles pensamientos, aun pretendían desviar su atención en lugar de centrarla en las palabras de su capitana. Contestando solo con algunos monosílabos o respuestas cortas improvisadas, ambos se despidieron temporalmente cuando tuvieron que separarse para ir a sus respectivos salones.

Pasando algunas horas entre libros, fórmulas y prácticas escolares, si alguien le preguntara al rubio cuáles fueron los temas dados por los profesores aquel día, hubiese respondido afirmativamente que los pájaros eran mamíferos o que la capital de Japón era Bruselas. El sueño comenzaba a cobrar factura sobre su cuerpo y aunque sus parpados se cerraban continuamente para tratar de debilitar su conciencia, su traidor cerebro se negaba a pensar en algo diferente a la carta de amor resguardada ahora en su escritorio.

Para cuando la campanada que indicaba el almuerzo se hizo sonar en la enorme escuela, Chifuyu ya se encontraba exhausto, física y mentalmente hablando.

Tomó su almuerzo y subió hacia la azotea, tomando asiento en una de las esquinas, donde solía almorzar siempre con Baji-san, mientras dejaba descansar su espalda recargada en la reja que perimetraba el lugar. Notando como los minutos pasaban y la cantidad de alumnos aumentaba en aquella azotea, se le hizo extraño que la chica no llegara, a pesar de que por lo general él era el primero, ella no solía demorar tanto.

Preocupado, comenzaba a incorporarse, aunque antes de que pudiese comenzar a pensar en dónde podría estar, Baji hizo acto de presencia tras el rechinido de la puerta. Cuando llegó a su lado, Chifuyu notó como su uniforme se encontraba aún más descuidado que esa misma mañana.

-¿Sucedió algo?- preguntó preocupado, cuando ella soltó un suspiro de alivio al sentarse. Cruzó sus piernas en un movimiento nada femenino mientras estiraba ambos brazos hacia el frente.

-Unos idiotas se querían colar a la fila del pan. Así que les di su merecido.- Chifuyu no tuvo ni siquiera la curiosidad por preguntar sobre quién fue el victorioso de aquella riña.- Lo malo es que, para cuando terminé con ellos, todo el pan ya había sido vendido. No puedo creer la mala suerte que tengo.- la chica se soltó su rebelde cabello que hasta ahora había estado atado en una coleta, peinado que solía improvisar cada vez que se veía envuelta en algún enfrentamiento. Sus mechones oscuros cayeron traviesos a los lados de su rostro, dándole una vista aún más salvaje de la que siempre solía mostrar.

-Oh, si no te molesta entonces, podemos compartir.- Chifuyu se acercó un poco más antes de abrir su caja de almuerzo. Su madre siempre solía colocarle bastante comida, y aun si no fuese así, para el rubio no representaría jamás una molestia compartir su comida con la persona que más admiraba.

Sintió un agradable revoloteo en su pecho al ver como los ojos oscuros de Baji se iluminaban al ver el delicioso ofrecimiento.

-¡Eres un gran chico, Chifuyu!- sin mostrar modal alguno, con su propia mano, tomó un tamagoyaki y lo devoró de un solo bocado, dejando salir grititos de placer al saborearlo.- ¡Tu madre cocina delicioso!

Él sonrió de vuelta, agradeciendo el cumplido.

Cuando la caja de Chifuyu terminó vacía, ambos suspiraron satisfechos, agradeciendo en silencio las habilidades culinarias de la señora Matsuno. El rubio se puso de pie, esperando a que Keiko hiciera lo mismo para comenzar a regresar a sus salones, sin embargo, sintiendo un pequeño calambre en una de sus piernas, ella terminó dando un breve tropezón.

Tratando de evitar la caída, puso todo su peso en la pierna faltante, pero por la falta de equilibrio, terminó chocando su pecho contra Chifuyu y el rubio, a su vez, estampó su espalda sobre la reja. La mano de Baji hizo gran estruendo cuando pasó a un lado del rostro del otro, provocando que la reja temblara.

Algunos estudiantes que estaban cerca, voltearon ante el fuerte estruendo y quedaron boca abiertos ante lo que era una posición que era fácilmente malinterpretada. Baji parecía estar acorralando al pobre Chifuyu contra su voluntad, con ambos pechos juntos y sus rostros separados únicamente por un par de centímetros.

Chifuyu notó como su nariz rozaba con la boca carnosa de Baji, es más, su aliento cálido chocaba con su piel y sentía nuevamente como aquellos redondos y enormes senos hacían presión sobre su camisa escolar.

Si se atrevía, podía bajar levemente la mirada y sería capaz de ver su escote mal abrochado. "No mires abajo, no mires, abajo…. ¿Entonces, a donde se supone que deba mirar?" de levantar la vista, seguro sentiría su corazón salir si se encontraba con las pupilas de Baji.

"Es como esa escena en el manga shoujo que leí el otro día… donde el protagonista termina acorralando a la pequeña y tierna niña contra la pared. El "kabedon" es una escena bastante cliché, de todas maneras, pero aun así… ¡¿oh dios, en serio está pasando?! ¿El manga shoujo se puede hacer realidad?".

-Ah, lo siento Chifuyu.- completamente calmada, al fin Baji se apartó, acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja.- Tuve un pequeño calambre.

-N-No te preocupes, ¿estás bien?- ella asintió en silencio, posicionando sus manos sobre su cadera.- Vamos entonces.

Sentía su corazón palpitar con fuerza. Queriendo regular su respiración, se llevó al pecho su mano, queriendo olvidar las increíbles sensaciones por las que acababa de pasar.

"Esperen un momento… yo era la tierna chica en aquel kabedon?".

Volteó nuevamente a ver la reja donde hasta hace unos instantes ambos habían tropezado.

Si, realmente comprendió los sentimientos de la protagonista de aquel manga shoujo.

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-¡Baji-san!- la llamó, justo después de que ambos cruzaran las puertas del edificio, listos para tomar el camino de regreso a casa.- Recordé que debo ir a hacer algo, ¿está bien si me esperas en la entrada?- preguntó, sintiéndose extrañamente nervioso. Intrigada, levantando una ceja, aunque terminó asintiendo desinteresadamente.- ¡Muchas gracias!- dando una rápida reverencia, Chifuyu salió corriendo hacia la parte trasera de la escuela.

Sabía que estaba mal. Que era incorrecto. Que el problema comenzó justo en el momento en que leyó aquella carta que no era para él y terminó por no regresarla a su verdadera destinataria. Lo sabía, lo sabía, lo sabía.

Pero debía asegurarse. Asegurarse que la persona que la estaba citando no era un pervertido, un hombre débil que solo la buscara por su físico, por su reputación o por mera diversión. Que quien fuese el hombre atrevido a darle una carta de amor era más merecedor de estar a su lado que él mismo, que no era ningún cobarde y que realmente se encontrara enamorado de Baji Keiko.

Si, tendría que asegurarse de la clase de hombre que podría estar destinado a robarle la atención de Baji-san.

Al girar en la última vuelta, Chifuyu ladeó su cabeza, confundido por no ver a un solo hombre en aquella ubicación, sino más bien, a al menos una decena de ellos, todos con cuerpos corpulentos, llevando peinados extravagantes, cadenas y otros accesorios que claramente no hacían juego con el reglamento de uniforme escolar, todos volteando a verlo cuando hizo su aparición.

-¿AH? ¿Quién mierdas eres tú?- preguntó el que estaba enfrente, frunciendo su ceño y viéndose como el menos amigable de todos.

-¿No me digas que la indefensa Baji mandó a su perro en su lugar? ¿¡No cree que puede darnos pelea?!- preguntó, esta vez, otro chico que se encontraba a su lado y dio algunos pasos enfrente.- Eres el vice capitán de la primer división de la ToMan ¿no es así?- ante su silencio, el restó rio, por un chiste que Chifuyu no terminaba de comprender.

-Disculpen, ¿quién de todos ustedes está enamorado de Baji-san?- un sepulcral silencio se hizo para luego ser roto por estruendosas y horribles risas por parte de los adolescentes. Algunos hasta se doblaron debido a la gran burla.

-¿Quién mierdas podría enamorarse de ella?- contestó, nuevamente el que parecía ser el líder de todos.- La estamos desafiando, inútil. Así que primero acabaremos contigo para que dejes de decir estupideces. Después iremos a romperle esa bonita cara que tiene.

Chifuyu parpadeó varias veces. Ni siquiera parecía haber escuchado la amenaza, sino que su alivio vino luego de oír que, justo como había sospechado Takemichi, aquella carta no era realmente una carta de amor.

"Oh vaya, que alegría" sonrió, y hasta dejó salir una risita aliviada, incomodando a los presentes por su extraño comportamiento.

-Si no quieres morir…- habló el segundo al mando.- Mas te vale llamar a esa zorra de una buena vez.- queriendo parecer más rebelde, hizo una mueca sobre exagerada al tiempo que acercaba su rostro al del rubio. Quien dejó de sonreír ante el comentario.

-¿Cómo le dijiste?- su tonó salió más grave del que pretendía.

-Zorra, puta, perra. ¿Cómo quieres que la llame? Está claro que una mujer no puede ser capitana de la ToMan solo por fuerza. ¿Cuántos se la han follado para estar en esa posición? Seguramente es la puta favorita del "invencible Mikey".- todos rieron, afirmando aquel comentario, pero no fue durante mucho, ya que fue interrumpido por un fuerte golpe por parte de Chifuyu, que terminó estampándose en una de las mejillas, haciéndolo caer de espaldas sobre el suelo.

-Vuelve a faltarle al respeto y te juro que será yo mismo el que te mate.- Chifuyu tronó sus dedos derechos con su mano contraria, dedicándole una mirada gélida al joven. El resto se aglomeró a su alrededor y, uno a uno, comenzaron a atacar al chico, quien se defendía con astucia, evadiendo todos los golpes y apartando a sus contrincantes con poderosos puñetazos y rápidas patadas.

Algunos de ellos llevaban bates de beisbol y otras armas, con el objetivo de hacer más daño, pero sus golpes certeros terminaban por tirarlos al suelo antes de si quiera intentar cualquier tipo de ataque.

Cuando el que le propinó el primer golpe volvió a levantarse, Chifuyu lo reconoció de inmediato, sacándose del camino a los más cercanos y abalanzándose hacia el pobre contrincante. Sin piedad, comenzó a dejar caer una lluvia de puñetazos sobre la cara del ajeno, inmovilizando su cuerpo por su propio peso, enfurecido y cegado por las palabras que había dicho momentos antes.

Tal vez, encontrándose demasiado centrado en desfigurar el rostro de quien golpeaba, no se percató que uno de los supuestos ya vencidos, volvía a ponerse de pie y, soltando un grito enfurecido, terminó golpeando el centro de su rostro, haciéndolo liberar a su presa y cayendo de espaldas, golpeando también su cabeza contra el piso durante el doloroso proceso.

Confundido, quiso volver a levantarse, pero su vista era difícil de centrar en un punto fijo. Sintiendo dolor en su nariz, se llevó su muñeca hacia ésta, notando como era humedecida por un líquido rojizo. Soltó un bajo "auch" al notar el flujo de sangre bajando desde su tabique.

-Oh, el vice capitán no es la gran cosa sin su dueña, ¿eh?- se burló, mientras tomaba un olvidado tubo de metal que estaba al lado de uno de sus compañeros caídos. Chifuyu entrecerró los ojos, tratando que la imagen borrosa al fin enfocara, pero parecía ser bastante inútil intentarlo. Mentalizándose para recibir el golpe, el aire abandonó sus pulmones cuando vio el momento exacto en que, el que sostenía el tubo, era fuertemente atacado desprevenido.

Como si todo estuviese en cámara lenta, parpadeó antes de dirigir su mirada hacia un lado, por supuesto, sorprendido al reconocer la delgada figura de Keiko, con su pierna derecha arriba y su pie hundido en la mejilla del extravagante chico. Su largo cabello y su ropa se ondeaban con orgullo, como si nada pudiese vencerla, emitiendo una autentica sonrisa ladina al saberse más fuerte que el resto.

Aunque toda esa imagen mental de admiración se vio opacada por una capa de vergüenza cuando Chifuyu notó que desde el ángulo en que estaba, podía ver perfectamente las bragas de Baji por debajo de esa ondeante, y tal vez demasiado corta, falda.

-¡B-B-Baji-san!- nombró, con la voz entrecortada.

-Joder, estabas tardando demasiado, así que me pregunté qué rayos estarías haciendo. Y ahora descubro que te estabas divirtiendo solo, pateándole el trasero a esa montaña de inútiles.- el terror puro se plasmó en el rostro de quien fue pateado, al ver como ella se recogía el cabello nuevamente en una coleta alta.

El pobre chico pandillero ni siquiera tuvo tiempo para gritar por su vida antes de quedar completamente noqueado por un segundo golpe propinado por la chica.

Chifuyu seguía sentado en el suelo, ensimismado por la galante figura femenina que parecía estar bastante insatisfecha por la pelea. Recordando que el rubio se encontraba a sus espaldas, caminó con calma hasta quedar de cuclillas enfrente de él.

-Eres un caso perdido si te dejas romper la nariz por un debilucho como ese.- ella recargó su barbilla sobre sus palmas, que a su vez, colocó sobre sus rodillas. Le dedicó una sonrisa sarcástica al notar que la sangre aun fluía por las fosas nasales de Chifuyu, quien avergonzado, trataba de parar el sangrado con su muñeca, sin importarle que su blanca camisa fuese manchada.

-L-Lo siento, me tomó desprevenido. Realmente estaba enfurecido con el otro…- desvió la mirada hacia donde aún se encontraba a quien, hasta hace poco, estuvo moliendo a golpes. Baji solo entrecerró los ojos, curiosa pero sin atreverse a preguntar las razones detrás de aquel barbullo.

-Realmente no deja de sangrar ¿eh?- murmuró Bajito Keiko al notar como la mancha rojiza solo se agrandaba más y más. Chifuyu ejerció mayor presión, pero no parecía estar funcionando del todo, sin embargo, le sorprendió ver como la chica bajaba levemente su maletín para rebuscar algo en su interior.

"¿Esta es la clásica escena? ¿Esa donde la protagonista le da su pañuelo al chico que le gusta?".

"No, voy a mancharlo". "No me importa, tú eres más importante que un pañuelo".

"¡Y luego de eso….! ¡Y luego de eso…!".

-Ah, es cierto, utilicé mi toalla hoy en clase de gimnasia, debí de haberla olvidado en el salón.- Chifuyu sonrió de medio lado al escucharla. Por supuesto, Baji Keiko era todo excepto una delicada protagonista shoujo. "¿Me hubiera intentado ayudar con una toalla ya usada?" casi rio al notar aquella idea.- Supongo que entonces esto bastará.

Antes de poder preguntarle cuál era su siguiente plan, Chifuyu quedó atónito al ver como ella rasgaba su propia blusa de la parte inferior, para crear un largo y maltrecho vendaje. Por supuesto, los botones se vieron vencidos y la prenda era tortuosamente abierta con lentitud.

-¿¡BAJI-SAN?!- preguntó, nuevamente presa del pánico

-Tu madre se espantará si ve toda esa sangre. No puedo permitir que vea a su hijo en tan patético estado.- sonrió victoriosa cuando logró terminar de cortar entre jirones la difícil tela. Sin cuidado alguno, la frotó con agresividad en la cara de Matsuno, quien se mordió los labios y cerró los ojos con fuerza, no queriendo dejar salir un grito de dolor puro.

-¡Pero no puedes regresar así a casa!- sostuvo por él mismo la tela, creyendo notar que el flujo, en lugar de disminuir, aumentaba luego de la vista que tenía enfrente. Podía ver perfectamente parte de la piel del cuerpo de Baji-san, de hecho, de bajar un poco más la vista, podría encontrar el ombligo de la chica.

¡Su ombligo, por amor de dios!

-Realmente no importa, cuando lleguemos me pondré el uniforme de ToMan, así que realmente da igual.- ella se levantó completamente indiferente, Chifuyu, dando algunos traspiés, la siguió de cerca cuando comenzaron a caminar nuevamente hacia la entrada.

-¡Baji-san! ¡Baji-san!- gritaba, sin saber qué más decir aparte de su nombre. Ella soltó un suspiro que pretendía ser cansado, al final regalándole una sonrisa complaciente.- Al menos… ¡al meno usa esto!- de manera torpe, Chifuyu se quitó el chaleco del uniforme que aún llevaba puesto. Se maldijo internamente al notar que estaba lleno de tierra y también tenía algunos rastros de sangre, pero ya no había vuelta atrás luego de extendérselo con aquella vergüenza tatuada en sus ojos.

Ella pareció un poco renuente, aunque luego de regalarle un suspiro cansado, terminó aceptándolo y poniéndoselo encima.

-Oh…- dejó escapar una breve exclamación.- En fin, vayamos a casa.

Él, un poco más calmado, asintió mientras colocaba nuevamente su maletín bajo el brazo.

"Baji-san siempre llega cuando estoy en mi momento más patético" pensó, sintiendo un poco herido su propio orgullo. Aunque pareciera que la sangre se había por fin detenido, aun se esmeraba por hundir su nariz en el pedazo de tela. Yendo un par de pasos detrás de su capitana, alzó con timidez la vista, viéndola de espaldas caminar con tranquilidad.

No podía negar que Baji-san era la más fuerte, respetada y admirable persona que jamás había conocido. Mucha gente la subestima equivocadamente solo por su género, pero él sabía lo fuerte que ella solía ser y la cantidad de hombres que había vencido de tan solo un golpe. No le importaba que lo insultaran o se burlaran a sus espaldas por seguir tan fervientemente a la capitana. No, siempre sintió gran orgullo desde que ella lo nombró como su vice capitán.

Aun así, él debía recordarse continuamente que, efectivamente, Baji-san era una chica. No era ni de cerca como las lindas e indefensas protagonistas de los manga shoujos que solia leer, no, ella era fuerte, tan indomable como cualquier bestia, audaz, astuta…

Pero lo era, una mujer. Una que, a pesar de ser varios centímetros más alta que él, tenía una espalda lo suficientemente angosta para que el chaleco de Chifuyu se le viera grande desde atrás. Una que tenía una nuca casi descubierta que era de vez en cuando oculta por aquella oscura melena. Una que tenía curvas en todo su cuerpo que le hacían ver el uniforme de ToMan como una demasiada holgada vestimenta.

Una que tal vez, en algún futuro, podría recibir una carta de amor por otro hombre. Un hombre que Chifuyu negaba podría ser mejor que él y al que no le estaba dispuesto a entregar la persona más valiosa que tenía.

De algún modo supo todo aquello luego de la pelea de esa tarde. Los sentimientos que comenzaban a arremolinarse con dulzura dentro de su estómago podrían ser algo similar a lo que Takemicchi había mencionado el otro día. A pesar de ser lejos del prototipo de protagonista shoujo que necesitaba que la protegiesen, esta vez era él el que siempre terminaba siendo protegido por ella.

Y eso, aunque lo hacía sentir bien, también sonaba como algo que no era una cualidad apta para un hombre que deseaba caminar a su lado.

-¡Baji-san!- llamó, su voz sonó más fuerte de lo que pretendía, la chica se volteó rápidamente, bastante sorprendida.- ¡Por favor, asegúrate de golpear a cualquier hombre que se atreva a tratar de acercarse a ti!- bajó la cabeza, decidido pero bastante avergonzado por su infantil petición. Ella, aun sin comprender lo dicho, se paró solemne, poniendo sus manos sobre sus caderas y separando (tal vez demasiado) ambas piernas.

-Eso ya lo hago, no hay nadie que pueda vencerme.- afirmó orgullosa de sí misma, inflando un poco más el pecho para verse aún más prominente.

-Hazlo hasta que…- caminó un par de pasos, esta vez para quedar lo suficientemente cerca de ella y no tener que gritar lo que diría a continuación.- hasta que yo pueda convertirme en el hombre capaz de protegerte a ti esta vez…- creyó que su tono había temblado a la mitad de la oración, pero el susurro terminó cayendo con éxito a los oídos de Baji.

Sin siquiera saber la expresión que estaba haciendo, Chifuyu continuó su paso veloz, sin levantar su mirada del suelo. Keiko, en cambio, pasó su mano sobre su propio hombro, muy cerca de donde Chifuyu había puesto su cabeza antes de decir tremenda barbaridad.

¿Por qué ella también comenzaba a sonrojarse? Desvió la mirada y mordió su labio interior. Aquello sonó bastante altanero y estúpido a su parecer, ella no necesitaba que ningún hombre la defendiera… y aun así, el escucharlo de Chifuyu le hizo sentir como los vellos de su cuerpo se erizaban en un extraño escalofrío.

Frotó con fuerza su cara antes de dar media vuelta y correr nuevamente hacia él, tratando de alcanzarlo.

Sonrió de manera traviesa cuando notó una fragancia conocida colarse hasta su nariz. Inconsciente de donde venía tan peculiar olor, bastó con aumentar un poco la velocidad para que de un brinco pudiera pasar su brazo sobre los hombros del rubio, en un abrazo demasiado amistoso y a su vez, violento que casi logra que ambos cayeran sobre el pavimento.

Aquel agradable olor era solamente la fragancia de Chifuyu viniendo del chaleco que llevaba puesto.

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Hikari: He tenido una horrible semana laboral, pero aun así me negaba a que esta idea muriera en mi mente y logré atreverme a escribir esto. Espero que hayan disfrutado leyéndolo tanto como yo me divertí escribiéndolo, ya que esto fue solo fruto de ver gran cantidad de fanars de BajiFem perdidos en Twitter. Ya saben que acepto comentarios y críticas constructivas, así que los invito a la cajita de reviews. Espero que nos volvamos a leer dentro de poco, ¡Bye bye-perowna!