Chicas como estan, yo encantada leyendolas, ojala les guste...

Capítulo 2

Invierno 1934. Un joven de 19 años acompañaba a su padre William Andrew a América, a Chicago, la corona Inglesa le había encomendado al Duque William que investigara la muerte de sus amigos el Duque Henrry III y Juliet su esposa, habían sido asesinados un año antes, se encontraron sus cuerpos en el campo, los habían matado a sangre fría, dos disparos certeros en la cabeza habían recibido cada uno, ¿por qué? nadie lo sabía, todos se lo atribuyeron a la prohibición, pero el no estaba tan seguro, lo mas grave era que su hija había desaparecido, el cuerpo de Candice no se había encontrado pero se sospechaba que seguía viva, esa chica siempre había mostrado ser muy inteligente.

Albert William Andrew, era el futuro heredero del título nobiliario que ostentaba su padre, hace años sus padres decidieron que se casaría con la bella hija de Henrry, el no la conocía, nunca la había visto a pesar de que sus padres eran muy amigos, la estricta educación que llevaba para ser algún día el Duque no le permitía ver o conocer a ninguna doncella.

- ¿Padre estas seguro que Candy estará viva?

-Lo se hijo, algo en mi corazón me dice que mi futura nuera está aquí.

-Hijo, de cualquier manera, quiero que sepas que no te obligare a nada, quiero que te cases por amor, Candice no aparece, pero me gustaría que fueras tan feliz como tu madre y yo, mi padre hace muchos años me dio la oportunidad de casarme con tu madre, la mujer que yo amaba, no lo olvides tu corazón sabrá quien es la indicada.

-Eso espero padre, se que la encontrare, por ahora solo quisiera que Candice apareciera sana y salva.

Siguieron caminando hacia el hotel, Albert decidió quedarse en el parque cerca de ahi, le encantaba la naturaleza, en casa amaba salir al campo a trabajar y hablar con los trabajadores.

De pronto cuando caminaba sintió que alguien choco con él, era un chico que iba corriendo y casi lo tumba, pero el chico si cayo de bruces contra el piso, le ayudo a levantarse rápidamente, lo vio y supo que no tenia mas de 14 años, llevaba un abrigo delgado para el frio que se sentía, cuando le dio la mano para ayudarle a que se levantara, vio los ojos verdes más hipnotizantes que jamás había visto, se estaba volviendo loco, a él le atraían las mujeres, pero los ojos de ese muchacho eran tan profundos y bellos que no podía dejar de mirarlos, el chico se sonrojo y tomo la mano de Albert para levantarse, cuando se tocaron sintió como si electricidad corriera entre ellos, definitivamente estaba cansado, no era posible.

- ¿Chico te encuentras bien?

-Si señor no se preocupe estaré bien.

-Me gustaría asegurarme que estas bien, ¿puedo acompañarte a tu casa?

-No será necesario, estoy perfectamente, le pido disculpas me tengo que ir.

Albert asintió con la cabeza y vio irse al chico por donde vino, le grito y le pregunto su nombre y a lejos le dijo me llamo Jack.

Albert volvió con su padre al hotel, al siguiente día tomaron el tren para ir a puerto y zarpar de nuevo de regreso a Inglaterra y darle el reporte al rey Jorge V, la hija de sus amigos seguía perdida y aparentemente con vida, los motivos de porque el asesinato era confuso aún.

Albert salía de su camarote en el barco para pensar acerca de lo sucedido con su futura esposa extraviada, le hubiera gustado tanto haberla conocido antes de que partieran a América en aquel entonces tenía 12 años, pero solo había escuchado que era preciosa, ella tampoco era de salir en sociedad.

Mientras que el estaba afuera tomando el aire sintió que le faltaba algo, no había caído en cuenta, le faltaba su cartera, ¿Dónde la había dejado?, siempre era muy cuidadoso con sus cosas y no acostumbraba a perder nada, ¿acaso el chico con el que choco el día de ayer lo había robado? Ahhhg seguramente eso había sucedido, ¿Cómo se dejo embaucar con ese viejo truco? Los ojos de aquel chico lo habían distraído, lástima que no podía regresar a buscarlo para darle su merecido, se había molestado bastante por ese tropiezo, pero ya no podría hacer nada.

-Hijo ¿Qué haces aquí afuera solo?

-Padre que me robaron y no me di cuenta.

- ¿Pero que paso Albert?

Albert le conto lo que sucedió, omitió los ojos de aquel jovenzuelo, como se había distraído con ellos.

- ¿Tenias algo de valor aparte de dinero?

-Un retrato mío, solo eso.

-Es un alivio que los papeles importantes siempre viajen asegurados para evitar precisamente este tipo de percances, vamos adentro hijo, hace mucho frio.

-Albert pidió que le dieran oportunidad de tocar el piano, era uno de sus pasatiempos favoritos, de inmediato se lo pusieron a su disposición, tocaba con pasión, maestría, El duque Andrew se sentía orgulloso de su primogénito, era uno de sus tantas habilidades. Por otro lado, le daba tranquilidad a Albert lo transportaba a todos esos lugares que quería conocer, era su refugio para evadir todas las responsabilidades que algún día debería atender.

En la ciudad de Chicago un chico llegaba a una casona a las orillas de la ciudad, entraba corriendo.

-Tía María, Tía María, gritaba mientras cerraba la puerta y trataba de tomar aire.

-Que pasa hijo dime, ¿alguien te siguió?

-Nadie, pero creo que cada vez es más arriesgado hacer esto, decía mientras se quitaba la gorra y el abrigo, dejaba caer su dorada cabellera.

-Candy ya no deberías hacer esto hija, nos las arreglaremos, cuando robas te pones en peligro y que tal si te atrapan.

-Lo se tía, pero no ha habido dinero para darles de comer a los niños, con esto estaremos bien por un tiempo, ese joven se veía como rico y pues ni modo le toco.

-Candy buscaremos trabajo para poder salir adelante hija, buscaremos benefactores o algo, pero ya no quiero que robes.

Mientras su tía la regañaba, Candy reviso la cartera que le había robado a aquel joven, vio que traía mucho efectivo, estarían bien por un tiempo con todo ese dinero, encontró un retrato de ese chico, hasta ese momento vio los hermosos ojos azules que tenía, su rubia cabellera y una sonrisa de labios delgados, decidió quedarse con él, lo guardo en uno de los bolsillos de su pantalón, parecía de la realeza pero era poco probable haber encontrado alguien que la llevara a su país, así que no se hizo muchas ilusiones.

Para poder sobrevivir todo ese tiempo tuvo que vestirse de chico ya que lo que buscaban era una mujer, la idea se la dio María y había funcionado, se paseaba por la ciudad sin necesidad de tener que estar oculta en casa, habían llegado varios niños durante ese año, la revuelta dejaba a muchos huérfanos y la casa de María se estaba llenando de pequeños, algunos ya habían sido adoptados pero otros muchos no, necesitaban el dinero urgentemente, necesitaba pensar en una forma legal de llevar dinero al hogar, si hogar, ahora consideraba a María parte de su familia, le había salvado la vida, aunque ella no le había contado su historia, María no preguntaba, la dejaba que le fuera contando según Candy lo deseara. Se habían hecho muy buenas amigas y lo menos que podía hacer era tratar de llevar un poco de sustento.