Capítulo 3

Durante los siguientes años El duque Andrew se dedico a seguir con las investigaciones de sus amigos, aparentemente el primo Eduardo se había hecho cargo de disfrutar del titulo que dejo vacante El duque de White, era muy sospechoso que simplemente los declarara muertos y a su hija también, "seguramente se la comieron los lobos" dijo sin más, el rey no había querido confirmar el ducado a menos que apareciera el cuerpo de Candy u oficialmente cuando cumpliera los 18 años la declararían muerta y le darían oficialmente el titulo nobiliario de sus padres a el primo Eduardo, no había pruebas, lo habían seguido pero no tenían nada conciso de que él estuvo involucrado en los decesos.

El duque estaba desesperado, estaba seguro que las muertes de sus amigos tenían la firma de su primo Eduardo, pero era astuto, necesitaba la declaración firmada de alguien declarando su culpabilidad. Pero no dejaría de buscar en el fondo de su corazón la hija de sus amigos estaba viva, Candy había demostrado siempre ser una chica inteligente, actuaba por iniciativa propia, intuición, algunas ocasiones, no propio de una dama y eso admiraba de ella, no era solo una chica futura heredera de una gran fortuna, tenia amor por su pueblo, era la esposa perfecta para su hijo.

Albert empezaba ha ocuparse de los asuntos de las tierras de Andrew en Escocia, su padre por el momento estaba en Inglaterra, era duro pero justo con todos, tenía el carácter de su padre, el amor por la naturaleza de su madre, el talento para las artes de sus antepasados, no había encontrado el amor que le describió su padre algún día, de vez en cuando recordaba los ojos verdes de aquel jovenzuelo que le había robado en Chicago, pensaba que la mujer que el amara tendría unos ojos tan profundos como los de ese chico, puros y transparentes.

Mientras tanto Candy se dedicó a buscar trabajos para poder ayudar a María con los gastos, poco a poco llegaron benefactores que con su buen corazón les apoyaban, la situación económica era difícil, el problema de seguridad era peor, trabajo de mandadera, ayudante de florista, vendiendo periódico, hasta que llego a un consultorio, había un doctor que tenía una pequeña clínica donde le daba asistencia a los más necesitados, a veces no le pagaba pero tenía la satisfacción de que hacia algo por los demás, cuando alguno de los niños enfermaba el doctor Martí se hacia cargo de todas las medicinas y el tratamiento del pequeño, eso era una gran ayuda en esos momentos de crisis, en otras ocasiones les pagaban con gallinas o víveres y el doctor se las daba a María para que las cocinara y así poder alimentarse el también, se habían hecho muy buenos amigos.

Así paso el tiempo Candy cumplió los 17 años, ella quería hablar con María, la situación estaba controlada en el orfanato pero a ella no se le quitaba de la mente el regresar a su lugar de origen, supo por los periódicos que sus padres habían muerto, los lloro como nunca, pero quería ir a ver las tumbas, saber que había pasado con el ducado de su padre, el único interesado en el título nobiliario había sido su primo Eduardo y no era una buena persona según lo que recordaba era envidioso, altanero y derrochador, le gustaba la bebida y apostar, nunca se ocupaba del pueblo, desde muy temprana edad a ella la habían educado para servir a su pueblo y era el ejemplo que le habían dado sus padres.

Un día después de su cumpleaños decidió hablar con María.

- Tía María ¿podemos hablar?

-Claro hija dime ¿qué pasa?

-Tía nunca hemos hablado de mí, de mi familia y creo que ha llegado la hora, Yo soy hija del duque de White en Inglaterra, ellos como te dije fueron asesinados cuando llegue aquí corriendo, cuando tú me rescataste, íbamos a un baile de una estrella de teatro llamada Eleanor Baker, nos emboscaron, mi madre me pidió que corriera y tuve que abandonarlos, quise ir a ayudarles pero sabia que algo malo había pasado, escuche los disparos y supe que mis padres ya no estaban con vida, ahora tengo la intención de regresar a mi país y ver que paso con el ducado de mi padre, por sangre me corresponde pero quiero ir a ver sus tumbas, viajare a New York al puerto para tomar un barco tía, por favor ven conmigo, me encantaría que estuvieras conmigo en esta travesía, por ahora ya no me buscan aquellos hombres, ¿los recuerdas?. Siento que debo ir tía, que debo velar por mi pueblo, lo siento en mi corazón que ellos me necesitan. tía ¿vendrías conmigo?

María lo analizo y le dio varias vueltas, -Candy sabia que no eras una chica común y corriente, pero jamás imagine que eras de la realeza, hija este camino fue el que escogí yo, el ayudar a desamparados, tu fuiste una bendición del cielo, algo me decía que debía ayudarte, que debías vivir, por favor no me mal intérpretes, te quiero y me gustaría acompañarte pero los niños también me necesitan, eras una pequeña cuando llegaste, ahora han pasado casi 5 años, ya entiendes los peligros de este mundo, querida ve y encuentra tu camino, no será fácil, pero valdrá la pena, hija te estaré esperando cuando quieras volver, pero mi lugar es aquí, jamás podría irme.

Se dieron un abrazo largo y quedaron en que Candy partiría en tren la siguiente semana, se despediría de todos y regresaría a Inglaterra, se despidió del doctor Martin, él le había tomado aprecio, sabían que ella podría con la adversidad que se le presentara, era lista y tenían la esperanza de verla algún día de nuevo.

La hora de partir había llegado María y el doctor Martin despedían a Candy en la estación del tren.

- ¿Candy llevas todo? ¿hija como le vas a hacer para pagar el barco? Eso es muy costoso…

-No te preocupes tía, hallaré la forma, sabes que podre arreglármelas.

-Candy no es mucho, pero llévate este dinero, tú lo necesitas más que nosotros…

-Claro que no doctor ustedes úsenlo en los niños, no podría aceptarlo…

El doctor metió el dinero en la bolsa del pantalón, eso le permitiría poder comer algunos días, no sabían que más hacer por ella.

-Hija por favor cuídate, te quiero Candy por favor no nos olvides, eres como mi hija cariño me parte el corazón verte partir sin estar segura que estarás bien…

-Tía te quiero por favor cuida de esos pequeños, hare lo posible por regresar, no te preocupes por mí, estaré bien, tengo dos ángeles cuidándome en el cielo, te aseguro que llegare bien…

Se abrazaron por ultima vez sabiendo que tal vez jamás se volverían a ver, que el destino de Candy era su pueblo, ellos solo le rogaban al cielo que le diera un buen esposo para que ella fuera feliz.