PROLOGO:
Abrí los ojos, trate de enfocar la vista y comprendí que me encontraba en mi habitación, estaba todo obscuro, a excepción de la débil luz que se colaba por debajo de mi puerta de madera cerrada. Trate de recordar por que me encontraba ahí, y cuando lo conseguí, una lágrima recorrió mi cara.
Esta historia que les voy a contar, fue muy dolorosa para mi… demasiado, la verdad, no se como sucedió todo, solo se que sucedió… y no se por que tuvo que pasar todo de aquella manera. Dicen muchas personas que la gente cambia, tarde o temprano y claro que tienen razón, eso fue exactamente lo que me sucedió… y por eso me duele tanto…
1º UN FRIO CURSO COMIENZA
Todo comenzó el primer día de mi último curso en Hogwarts. Estaba muy triste pero a la vez feliz. Triste por que, naturalmente, no quería salir del colegio, era mi segundo hogar…, mejor dicho, mi hogar y mi familia, todos mis compañeros y claro, mis mejores amigos.
Por otra parte, estaba feliz, porque sabia que este curso iba a ser el mejor, y estaba decidida a no estar tan presionada por el trabajo, como los años anteriores, también me alegraba mucho por que iba a ver a mis amigos, Harry y Ron, pues no los había visto en todo el verano… por algunas circunstancias que no quiero recordar… en fin, ahí estaba yo aquel hermoso día, caminando a lo largo del Expreso de Hogwarts al lado de mi madre, quien iba muy triste, por la reciente muerte de mi padre… pero no quiero hablar de eso…ahora.
Por fin llegamos a la puerta del tren, me despedí de mi madre, como lo había hecho los últimos 7 años, cada primero de septiembre. Ella se regreso con la mirada hacia abajo hacia el mundo muggle, donde ella pertenecía.
Subí al tren, llevando mi baúl y la jaula de Crookshanks, que seguía siendo mi fiel mascota.
Busque por los primeros compartimientos a Harry y a Ron, hasta que por fin los encontré en uno de los de en medio. Tenían la puerta entre abierta, y yo la abrí completamente. Los dos me voltearon a ver preguntándose quien los había interrumpido. No dijeron nada solo se me quedaron viendo, pero no como yo pensé que lo harían. No estaban felices… no sabía porque.
Hola –salude, acercándome más, y colocando mi equipaje en su lugar.
Ho… hola, Herm –me saludo Ron con una tímida sonrisa, mientras yo me sentaba frente a el, al lado de Harry.
¿Cómo has estado? –me pregunto Harry.
A decir verdad… -comencé a responder un poco triste –no muy bien… bueno, ustedes ya saben por que.
Yo les había contado por cartas la tragedia que mi madre y yo sufrimos unos cuantos días antes.
Lo siento, Herm… -dijo Harry.
Si, bueno, a la que mas le afectó fue a mi madre, esta muy dolida… -dije, era verdad. Yo no convivía mucho con mi padre, sobre todo los últimos siete años, pero aun asi, lo quería demasiado, después de todo era mi padre y había vivido con él mis primeros 11 años de vida.
Cambie de tema preguntándoles de que estaban hablando antes de que llegara. En medio trayecto me contaron todo lo que hicieron en las vacaciones. Me hubiera gustado haberlas compartido con ellos. Cuando el cielo, por la ventanilla se comenzaba a obscurecer, y las estrellas empezaban a aparecer, llegó al compartimiento Draco Malfoy, como acostumbraba cada año.
En cuanto asomó por la puerta su pálido rostro, Harry y Ron se pusieron de pie, yo los observe desde mi sitio. Me extraño que Draco no nos comenzara a criticar y molestar de inmediato. No había señales de que Grabbe y Goyle estuvieran tras el, entonces, Harry me sacó de mis pensamientos en cuanto le dijo a Malfoy:
¿Qué haces aquí, Malfoy¿Se te ofrece algo?
De ti nada, Potter –dijo éste. Recuerdo que su voz sonaba todavía fría y arrastraba las palabras pero noté algo diferente en ella. Hasta la fecha no se como describirla. –Solo vine a… -lo pensó mejor y dijo: -olvídelo, nos vemos después en el Castillo.
Sin decir otra palabra, dio media vuelta y se fue… Harry Ron y yo, nos miramos confundidos.
¿Qué se trae? –pregunte
¿Quién sabe¿Harry, que tal un juego de ajedrez? –pregunto Ron
No, será mejor que nos cambiemos –dije, luego recordé que no iba a seguir ese año las reglas al pie de la letra, pero ya no arregle lo que dije, en cambio, tome mi uniforme y salí de ahí, buscando un compartimiento vacío donde poder cambiarme. Cuando encontré uno, toque para ver si de verdad estaba vacío. Nadie contestó asi que abrí la puerta y me encontré a Malfoy leyendo un largo pergamino, parecía una carta escrita con preciosa caligrafía color violeta.
Él me volteo a ver, sin decir nada, aunque, como siempre su mirada reflejaba un odio intenso con algo de… no encuentro las palabras para decirlo… tal vez ¿tristeza? No lo se, de verdad.
De cualquier forma, cerré la puerta despacio, sin recibir ninguna queja de Malfoy, lo que me extraño. Decidí no hacer caso ni comentarlo con Harry y Ron y comencé a buscar de nuevo, pronto encontré un compartimiento para cambiarme. Esa vez, tarde un poco más que los años anteriores, y me sorprendí a mi misma por ello, pero no le tome importancia.
Salí sonriente de allí y, sin encontrarme a nadie en el corredor del tren. Llegue al compartimiento donde me esperaban Harry y Ron, ya cambiados y jugando ajedrez mágico.
Me senté al lado de ellos, sin decir ni una palabra, ninguno de los dos me volteo a ver ni dijo nada. Me puse a "observar" como jugaban, pero en realidad los observaba a ellos. Ahora que los veía bien, si habían cambiado, pero, pensé, todos cambian, tarde o temprano…
No pasó mucho tiempo para que el tren fuera disminuyendo velocidad. Harry y Ron guardaban el ajedrez y lo colocaban en el baúl de Ron. Ya estaban listos para bajarse del tren. No sabía que decirles y me agarre el cabello como si nada. Por cierto, tenía el mismo cabello castaño que siempre. Sin poderlo controlar, solo que ya no estaba tan enredado, y según yo, me veía mejor.
¿Nos vamos? –pregunté para romper el hielo.
Los dos chicos asintieron distraidamente, y salimos los tres juntos fuera del tren. El frío era exagerado y yo estaba temblando, aunque no era la única, cosa que no me sorprendió. A lo lejos, Hagrid ya iba avanzando hacia el lago, seguido de los alumnos de primer año. Pobres niños, pensé, al observar a los alumnos de primero que se estaban congelando. Seria un suicidio pasar por ahí ahora. De pronto, recordé el momento en el que yo pase, junto con mis compañeros. Recuerdo que no hacia tanto frío como aquella noche, y yo quería ir con ahora mis mejores amigos, pues los encontraba interesantes. De pronto, Harry me saco de mis pensamientos, me jalo del brazo suavemente, porque yo no dejaba pasar a los que todavía no habían bajado del tren. Yo me deje llevar por Harry. Con el frío, no tenia ganas de caminar, me quería quedar ahí, entre la multitud. Harry me ayudo a subir a uno de los carruajes y me senté en medio de los dos, para calentarme más. Anduvimos en silencio por el obscuro sendero que guiaba directamente al castillo. Observe a mi alrededor, y vi Hosmeade, como siempre, obscuro, parecía un pueblo fantasma por las noches. No tardaría en nevar, pensé distraída.
Cinco minutos después, mientras los tres nos bajamos del carruaje, comenzó a chispear, y cinco segundos después comenzó a llover, más fuerte que nunca el primero de septiembre.
Esta noche va a nevar –comentó Ron un poco más delante de mí, abriéndonos el paso.
No me moje mucho, pero me estaba congelando, deseaba ya estar sentada y comiendo rica carne y pollo recién calentado… El vestíbulo, igual de iluminado que de costumbre, estaba atascado por los alumnos mayores que querían entrar al Gran Comedor. Los profesores no pudieron controlarlos y dejaron que pasáramos, como se pudiera. Un minuto después, me encontraba encogida, tapada con mi túnica en medio de Harry y Ron, quienes me abrazaban intentando que entrara en calor. Pronto el Gran Comedor, estaba en silencio, con todas las mesas repletas de estudiantes empapados y temblando. Las puertas del comedor se comenzaron a abrir, y la profesora McGonagall, seguida por niños de primero empapados, caminaron por el largo pasillo que separaba a las cuatro mesas de dos en dos. Yo observaba a los niños… con lastima, no me hubiera gustado tener un "primer día" asi. La selección dio comienzo y continuo… todos los demás en sus sitios en silencio, y aplaudiendo de vez en cuando con desgana.
Cuando la selección terminó, los alumnos miraban impacientes a Dumbledore, quien se haba puesto de pie y miraba a sus estudiantes con una sonrisa inexplicable.
¡Bienvenidos, a todos a otro año en Hogwarts! Antes que nada, quiero dar los habituales puntos que todos deben de recordar.
primero, por ninguna razón pueden entrar al bosque, esta estrictamente prohibido segundo, les quiero recordar a todos que no pueden hacer magia en los pasillos ni recreos… -su mirada se dirigió a algunos. Uno de ellos, fue a nosotros tres. No pude evitar sonrojarme más de lo que ya estaba.
Les quiero decir que este año va a haber algo excepcional que no ha sucedido desde hace 3 años. –oí murmullos, Harry, Ron y yo solo nos miramos a ver confundidos. Hace tres años, recordé, fue el torneo de los tres magos¿no pensaran volver a hacer uno, o si? – No es lo que están pensando –aclaró. Todos se confundieron más. Dumbledore sonrió. –este año van a visitarnos nuestros colegios hermanos de nuevo. Obviamente no vendrán todos los estudiantes de Beauxbatons y Durmstrang, solo vendrán los que se lo han sido elegidos. Después les daré mas detalles acerca de esto, por el momento es todo. ¡Disfruten el banquete!
¿Qué¡No pueden hacer eso! –dijo Ron, cosa que no me esperaba…
¿Por qué no? –pregunto Harry como si me hubiera leído el pensamiento.
Por que me caen mal todos –dijo Ron simplemente mientras comenzaba a comer papas fritas y una buena pieza de pollo. Yo hice lo mismo, me moría de hambre. No se dijo más del tema, los tres estábamos muy ocupados disfrutando del banquete. A decir verdad, creo que fue el único curso en donde el banquete de bienvenida fuera silencioso. Al finalizar, cuando todos estábamos satisfechos, el director dio las buenas noches y todos nos dirigimos a nuestras salas comunes.
¿ya no tienes tanto frío, verdad? –me pregunto Harry mientras subíamos las escaleras que llevaban al piso donde se encontraba la Sala Común. Ron me sonrió. Me extrañe ante eso, y solo asentí a Harry. En poco tiempo ya estábamos cruzando el retrato de la señora gorda, y sin dudarlo, los tres nos sentamos en los sillones acomodados al lado del fuego, que ya se habían convertido en nuestros favoritos desde el curso anterior.
Ahora que lo pienso, Dumbledore no dijo quien era el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Obscuras –dijo Harry
Es cierto –reconocí –ya lo veremos esta semana¿no? –dije sin importancia. Y como lo pensé, Harry y Ron se miraron extrañados, pero yo no les dije nada.
Después de calentarnos con las llamas de la chimenea, nos fuimos a los dormitorios. Me despedí de los dos con un beso en la mejilla como acostumbraba y me fui a dormir.
