Hola que tal a todas mis queridas comadres, me encanta leerlas, les agradezco darme un poquito de su tiempo, lo valoro mucho, espero que les agrade este capitulo nuevo
Capítulo 5
Albert salió de las regaderas después que Candy, seguía con su asombro, necesitaba ganarse la confianza de la chica para saber porque tenia que vestirse de hombre, ¿Qué era eso tan malo que le había pasado para querer ocultarse?
Albert al siguiente día busco a Candy por todas partes, pero no la encontró, pregunto dónde estaba el comedor de los marineros, cuando busco dentro del comedor tampoco estaba, ¿Dónde se había metido? De pronto escucho como discutían algunas personas por la proa, lo que vio lo desconcertó, unos marineros estaban rodeando a Candy, le querían quitar el pago que acababa de recibir, a ellos no les gustaba que alguien mas les quitara el trabajo que ya hacían y que hubiera un nuevo tenia sus consecuencias, uno traía una navaja, Candy se resistía a darles el dinero, eran tres tipos que la tenían rodeada.
-Jack danos el dinero que te dieron, pero ya!
-No lo hare Bob, ¿Qué crees que trabajo por diversión?
-Si quieres estar a salvo me lo entregaras o te matare.
Candy de proto se le fue encima, ella había tenido algunas peleas en Chicago, pero habían sido uno a uno, casi siempre encontraba la forma de escapar, pero ahora si la tenia difícil, eran tres, para ella sola eran muchos.
En un momento vio como otro se le fue encima, ya se sentía perdida, de repente vio que empezaron a salir disparados los hombres, Albert le había dado un gancho al que se le había abalanzado encima de ella, cuando vieron que era muy alto el rubio que ayudaba a Jack decidieron huir, Candy alcanzo a ser herida por Bob, le rozo el brazo, estaba sangrando, Albert se dio cuenta la cargo, ella se resistía, pero estaba por desmayarse la impresión de sentir que iba a morir, no fue para menos.
Albert la llevo a su camarote, sabia que si alguien se enteraba que era mujer se iba a meter en problemas graves, llamo a su padre y le pidió ayuda para curar a Candy, estaba desmayada y tenia una herida, afortunadamente ellos tenían conocimientos básicos de primeros auxilios, el camarote tenía su propio botiquín, le tuvo que romper la camisa que tenía puesta, estaba bañada en sangre, la prenda quedo hecha nada, cuando aplicaron el alcohol para desinfectar le ardió tanto que despertó de un jalón, gritaba del dolor, Albert la sujetaba mientras el duque aplicaba la curación.
-Por favor señorita estese quieta, le decía Albert mientras la cobijaba para que cubriera todas las telas que traía encima del cuerpo.
-Señor por favor nadie puede saberlo, no puedo decírselo a nadie.
-Entiendo, pero deje que le ayudemos, permítanos hacerle la curación por favor.
A Candy no le quedó otro remedio más que tranquilizarse, se tapó con la sabana que le habían dado, dejo que la curaran. No sabía si podía confiar en ellos, se veían finas personas, pero no entendía porque le ayudaban.
-Listo, ahora si me puedes decir tu nombre.
-No creo que sea lo mejor señor, debo irme.
-Me parece que necesito que me expliques porque te vistes de hombre muchacha le decía el duque un poco molesto.
-No puedo señor, solo le puedo decir que tengo que cuidar de mi vida, necesito llegar a mi país, a Inglaterra, decía en un tono desesperado.
Albert no se rendiría tan pronto, esa chica ocultaba mucho así que era mejor que la hiciera hablar todo lo posible.
-Sabes nosotros vamos también a Inglaterra, mi padre es el duque Andrew podremos ayudarte a llegar a tu país si nos dices quién eres. Le decía mientras le pasaba una camisa de él.
Candy recordó que sus padres eran muy amigos del duque Andrew, siempre hablaban de ellos, solo que vivían lejos y se veían muy poco, pero eran personas en las cuales confiaban sus padres.
Con miedo pregunto. - ¿Usted conoció al duque de White?
William abrió grande los ojos, como sabia esa chica sobre sus amigos, se levantó y empezó a pasarse los dedos por el cabello, acaso seria posible que esa chica fuera…
-Chiquilla dime ¿Cómo sabes de ellos?
-Señor mi vida peligra y no puedo decirle nada, solo que necesito llegar a mi país.
- ¿Cuál es tu nombre?
-Soy Candice señor, soy Candice, decía ella llorando.
-El duque cayó al piso de rodillas, ¿Cómo era posible que ella había estado bajo sus narices durante este tiempo, la futura duquesa de White estuvo lavando pisos, su futura nuera, ¿Cómo lo había permitido?, si sus amigos vivieran no se lo perdonarían jamás.
Albert estaba mas que impactado, no era posible que esos bellos ojos que lo habían hipnotizado fueron los de ella, precisamente ella, la chica que habían estado buscando todo este tiempo, los dos no cabían del impacto. Candy lloraba, el duque se levanto inmediatamente y la abrazo.
-Hija mi quería Candice, tus padres, tus padres están…Candy lo interrumpió.
-Muertos lo sé, sé que ellos murieron y no pude hacer nada para salvarles, yo solo me escondí, me dijo mi madre antes de morir que corriera y me ocultara, tengo pesadillas con esas imágenes, solo escuche los disparos y alguien me seguía, también querían matarme a mí, pero hubo ángeles que me ayudaron…
-Querida mía, te hemos buscado durante todos estos años, cuanto abordamos el barco venia derrotado, pensé que ya no te encontraría jamás, ya tenia planes de no volver a buscarte, la muerte de tus padres sigue inconclusa, pero tu mi querida niña debes pelear por lo que ellos siempre lucharon, su tierra, no se como has sobrevivido pero le doy gracias a esos ángeles que son mis amigos por que te encontré, ahora yo te cuídate hija, ya no temas, te cuidaremos, él es mi hijo William Albert, el es mi futuro heredero querida, pero quiero que descanses por ahora ya no te diré más, descansa mi pequeña niña, te doy mi palabra que estarás a salvo con nosotros, ¿confías en mí?
Candy lo veía con los ojos grandes, había sido la paz que siempre había buscado, quería creerle, debía creerle, sus padres ya le habían preparado para ser responsable de su gente, el príncipe de sus sueños la había salvado en esta ocasión, parecía que estaba en un sueño del que no quería despertar.
-Si duque Andrew yo confió en usted, creo en la palabra que me ha dado, espero no equivocarme, le agradezco.
-Te conseguiré lo necesario para que estes cómoda, el duque estaba tan emocionado, tenia que hacer todos los arreglos para que ella tomara el lugar que le correspondía.
-Hijo vamos, tenemos mucho que preparar, hija descansa por favor, le dieron un beso en la mano y se retiraron a buscar todo lo necesario para que la futura duquesa fuera atendida.
Candy se dispuso a dormir, jamás se había sentido tan cansada, inmediatamente se quedó dormida.
Albert estaba emocionado, sabia que Candy estaba destinada a ser su esposa, pero ¿ella lo sabía? ¿querría casarse con él?, ahora que sabia quien era ella deseaba que Candy lo viera igual que él la veía a ella, esos ojos que lo volvían loco, ¿Qué tuvo que pasar para haber sobrevivido todos estos años? Muchas, muchas preguntas quería hacerle, pero estaba dispuesto a conocerla, descubrirla, ayudarle a sentirse mejor y a tomar lo que por derecho le tocaba, suspiro y siguió a su padre.
El duque daba ordenes a diestra y siniestra, quería una dama de compañía para Candy, mucamas para que la atendieran, un guardarropa digno de una mujer de su alcurnia, los mejores perfumes y joyas, todo lo que una bella dama necesitara.
