Capítulo 7

La mañana siguiente Albert fue por ella para desayunar, la dama de compañía iba detrás ellos y el duque se disculpó por algunos asuntos que tenía que arreglar, el desayuno paso tranquilamente, Albert invito a Candy a dar un paseo, iba hermosamente vestida, ahora llevaba un vestido color crema de día más ligero, con un sombrero para poder tomar un poco de sol, caminaron un poco y se sentaron a en una mesa cerca de la piscina.

-Candy, ¿eras tu aquella ocasión cuando chocamos en Chicago verdad?

-Si Albert, siento mucho haberte robado, vi que ibas medio distraído y lo necesitábamos.

- ¿Por qué? ¿Qué paso contigo todos estos años?

-Albert la vida no fue nada sencilla cuando viví ahí, como les dije a ti y a tu padre unos ángeles vieron por mí, María fue la mujer que me oculto en su casa, ella se dedica a ayudar a desvalidos y afortunadamente me vio que iba huyendo, después de un tiempo me dejo salir, entendimos que era a una chica a la que buscaban entonces decidí vestirme de muchacho, todo era más fácil, los hombres no querrían propasarse conmigo, me daban trabajos sencillos y pasaba desapercibida, aquella vez que chocamos, la casa de María ya tenía muchos niños que habían quedado huérfanos y ella les daba un techo mientras que alguien los adoptaba, no teníamos para darles de comer, ocasionalmente robaba para poder llevar algo a casa, María se convirtió en mi familia, después trabaje en muchas cosas pero al final fui ayudante de un médico, el cual también ayudaba a personas de pocos recursos, le pedí a María que viniera conmigo pero el corazón de ella está en Chicago con los niños que cuida con tanta dedicación, disculpa Albert no quería importunarte pero míralo como que ayudaste a unos pequeños sin saberlo.

Albert de pronto la abrazo con mucha ternura. -Pequeña lamento que hayas pasado tantas penas, me hubiera gustado tanto haberte encontrado antes para cuidar de ti, eres la chica más valiente y bella que conozco, Candy déjame conocerte mejor, déjame ser tu amigo, que compartamos nuestras penas y alegrías, déjame mostrarte el mundo que te has perdido durante estos 5 años.

Candy empezó a llorar de alegría se sentía tan bien estar en sus brazos, eran cálidos y su perfume la hacía soñar con un futuro, Albert saco un pañuelo, levanto su rostro para limpiarla.

-No llores pequeña, eres más bonita cuando sonríes que cuando lloras.

Ella mostro una tímida sonrisa y se sonrojo, la dama de compañía carraspeo la garganta y regresaron al mundo real.

Señorita Carys es mejor que vayamos al camarote, está tomando mucho sol.

-Déjame acompañarte, tengo que ir con mi padre para ayudarle en sus pendientes, decía Albert mientras la ayudaba a levantarse y darle el brazo para caminar al camarote.

-Mañana en la noche hay un baile en el salón, ¿te gustaría ser mi acompañante?

-Albert, pero yo no sé bailar, sabes que nunca recibí clases de baile.

-Con tu compañía me daré por bien servido, además si quieres podemos practicar un poco en privado, anda pequeña ¿me harías el honor?

-Está bien Albert, ¿Cómo podría negarme, con un acompañante tan atractivo como tú? Se puso roja de su osadía, pero lo dijo sin pensarlo.

Se sonrojo por su ocurrencia, -Después de la comida practicaremos un poco, ¿te parece?

-De acuerdo, Candy entro suspirando de nuevo a su camarote, era como un sueño del cual no quería despertar, por un momento sintió pena por María, ¿Cómo les estaría yendo con los niños?, le rogaba al cielo que pudieran salir adelante sin ella, pero pronto cuando tomara su lugar podría hacer algo por ella, era su sueño regresar y ver por ellos.

-Hijo ¿cómo les fue en el desayuno? Preguntaba el duque sin dejar de ver unos papeles

-Bien padre me gustaría llevar a Candy al baile de mañana, la he invitado y me ha dicho que sí.

-Sabes creo que no le eres tan indiferente, decía el duque dejando el trabajo de lado, - deberías darle una de las joyas de la familia.

-Padre, sabes que aprecio tus consejos, pero por ahora déjame a mí, creo que es verdad lo que dices, pero yo me estoy enamorando de ella, quiero que me conozca y algún día se enamore de mí, veo una familia con ella, tiene todas las cualidades que quería encontrar en una mujer y ella es perfecta, decía Albert viendo por la ventanilla del camarote.

El duque entendió, su hijo ya tenia un plan para la chica, ojalá Candy correspondiera el amor que su muchacho tenía por ella.

La comida llego, se vieron todos en el comedor, comieron amenamente y Albert los invito a un salón mas pequeño que el capitán les había prestado para practicar como le había prometido Albert.

Tenían un pianista, Clara y el duque esperaban sentados platicando animados mientras ellos se preparaban para empezar a practicar.

Albert le indico al pianista la pieza que tocara "En el bello Danubio Azul", la melodía empezó a sonar.

-Candy el bailar es una forma de expresarnos, déjate guiar por mí, tus manos irán aquí y aquí, le indicaba que una en el hombro y la otra en su mano, -yo te tomare de la cintura, no te preocupes no te dejare caer y veras que pronto lo dominas.

Candy hizo lo que le dijo Albert pero cuando el puso la mano en su breve cintura sintió que el cuerpo le temblaba, jamás jamás había sentido a un chico tan cerca y menos tan varonil como Albert, empezaron a moverse, ella movía los pies como él le indicaba, Candy había visto bailar alguna vez a sus padres en el salón de su casa, muy pocas veces la habían llevado a los bailes ya que esos lugares no eran para niños, su experiencia era sumamente limitada, lo piso un par de veces pero Albert no se quejo ni una vez, cuando eso sucedía el la apretaba contra su cuerpo para que no fuera a caerse, Candy se sonrojaba por los pisotones, pero conforme pasaba el vals ella sentía mas confianza, el lo notaba y a sentía menos tensa, su aroma a fresas dulces era maravilloso, tenia una vista de su cuello, un cuello el cual podría besar incansablemente, esperaba que no terminara el vals nunca para poder seguirla admirando, en un momento Candy apoyo la cabeza en el fuerte pecho de Albert el tomo su mano y también la puso en su pecho, sintiéndola más cerca aun, ya no había espacio entre ellos, solo sueños y deseos no dichos, Candy soñaba despierta con este príncipe que el universo le ponía enfrente, no había preguntado si tenía algún compromiso previo pero esperaba que no, que el pudiera sentir algo por ella también, la pieza termino pero acertadamente el pianista volvió a comenzar la pieza, sonó por tres ocasiones seguidas, el duque lo noto pero no dijo nada, Clara parecía muy distraída con la amena platica del duque.

Candy se separo un poco de Albert lo miro a los ojos, no se decían nada solo Albert se empezó a acercar mas y más, ¿acaso quería besarla? La pieza termino y salieron de su ensoñación.

-Albert gracias por la clase, creo que ya estoy lista para el baile de mañana, decía Candy un poco sonrojada por lo que estuvo a punto de pasar.

-Candy gracias por darme la oportunidad de enseñarte, le dio su brazo y se fueron a sentar, pidieron un poco de agua, el baile los había acalorado mucho.

Se despidieron del duque y Albert acompaño a Candy a su camarote.

-Candy te podre ver hasta mañana en la noche, siento mucho dejarte sola, pero hay asuntos que debo de solucionar de Escocia, pero espero con ansia el baile de mañana.

-Albert gracias por lo de hoy, ha sido maravilloso, disculpa los pisotones, te prometo que mañana tratare de no hacerlo de nuevo.

-Lo se Candy aprendes muy rápido, hasta mañana entonces, le daba besando su mejilla y ella entraba.

La siguiente mañana Candy desayuno y comió sola con Clara, casi no hablaban ella era una persona muy seria y sabia que ese trabajo era temporal mientras que estaban en el barco, les quedaban pocos días y no quería encariñarse con la chica, se veía que era dulce y de lindo corazón, pero cargaba una tristeza en los ojos, era muy joven la pobre.

Ese día después de comer llego un paquete para Candy donde venia un vestido color Azul cielo y zapatillas a juego, una tiara con piedras pequeñas, guantes de satín largos, Clara sabía que ese atuendo era digno de una princesa, se vería preciosa.

La hora de que Albert llegara por ella se acercaba Candy alisaba su vestido, con ella llevaba su amuleto, el retrato de él que la acompañaba a todos lados, la puerta del camarote sonó, era Albert que iba por su princesa.

Comadres espero que se encuentren bien, les dejo la actualizacion, las quiero y les mando un mega abrazo, les agradezco mucho el tiempito que me dan, sus comentarios me alientan a seguir y me inspiran, nos leeremos pronto.. Las quiero!