Capítulo 10
Era Eduardo que aparecía detrás de Candy, la había seguido y estaba esperando el momento propicio para acercarse, cuando Albert se alejó, supo que era su oportunidad.
-Mi Lady, que gusto volvernos a ver, decía con la sonrisa de lado sintiendo triunfo en su acercamiento.
- ¿Le puedo ayudar en algo Lord Campbell?, preguntaba Albert tomando desprevenido al intruso.
-Lord Andrew disculpe mi atrevimiento con la dama, pero la vi y quise asegurarme que estuviera a salvo, creo que no nos han presentado adecuadamente.
-Lady Carys, sobrina lejana de mi padre, Lord Eduardo Campbell, los presentaba Albert sin tono de entusiasmo.
-Futuro duque de White, a sus pies bella dama, que bella tu prima Lord Andrew
Candy no le extendió la mano para que se la besara como se acostumbraba, solo hizo la reverencia.
-Albert, el chico se ha calmado y la madre se lo ha llevado ya, lastima por el helado, pero en todo caso yo lo quiero si no te molesta, decía Candy ignorando al intruso.
-Claro querida, vamos mi padre nos espera ya en el restaurante.
-Que este bien Lord Campbell, hasta luego…
-Lord Andrew, Lady Carys me gustaría visitarle en casa si me lo permite…
-Lamento decirle que pronto partiremos a Escocia de donde es Lady Carys, así que no creo que podamos recibirle pronto, hasta luego, hicieron una reverencia y se fueron.
Eduardo vio a Candy comer el helado, le pareció una chiquilla encantadora, era una mujer nada fácil y eso le fascinaba, ya vería como haría para tener un acercamiento con ella sin la interrupción de nadie.
Dos días después en una mazmorra en medio de la nada en Italia torturaban a un preso llamado Neari, lo habían azotado, bañado con hielos, dejado sin comer y sin agua y lo peor, en los genitales tenia ya unas heridas que podrían dejarlo sin su hombría, le habían sacado información, pero no toda, los dedos serian lo siguiente si no confesaba donde estaban sus compinches, el verdugo seguía con su interrogatorio.
-Habla porquería ¿Dónde están tus cómplices en el asesinato del los duques de White?
-Señor no puedo decirlo, Eduardo me matara si lo confieso, decía el pedazo de hombre que ya sangraba atado a una silla.
-Mira Neari, Eduardo no te dejara peor que nosotros, así que si ya quieres terminar con esta tortura ¡canta ya!
-Está bien, está bien, hablare, pero solo se lo diré al duque de Andrew, pensaba que él podría abogar por que su tortura no fuera mayor, era un hombre de honor.
-Aquí estoy Neari, habla de una vez… salió William de la oscuridad que lo ocultaba.
-Duque hablare solo con la condición de que ya no me torturen por favor, diré todo…El duque asintió con la cabeza y le pidió de nuevo que hablara.
-La que nos pasaba la información de los movimientos de los White era Lady Elizabeth, sobrina del duque de White, ella fue la que nos dijo que viajarían a Estados Unidos, nos dio la ubicación de donde se hospedarían y todo. El que me acompaño fue su hermano Daniel, el viajo conmigo para asegurarse que hiciera el trabajo, yo mate al duque y el a la duquesa, no contábamos con que la hija se nos escaparía antes de matar a la mamá y no supimos donde se escondió, pero a esa seguramente se la comieron los lobos como dijo Eduardo. Con lo que nos pago Eduardo, Daniel y yo nos largamos del país, pero Elizabeth calienta la cama de su tío, ellos quieren quedarse con todo lo que dejaron los difuntitos, contaba Neari detalladamente.
-Quiero que todo esto lo escribas, el rey se tiene que enterar y hacer justicia, ¿Dónde está Daniel?
-Lo tienen escondido en una casa de citas donde tiene una mujer, el prostíbulo se llama Valencia.
-Con eso es suficiente Neari, hablaremos de tu cooperación con los asesinatos al Rey para que se apiade de ti y te mate más rápido.
-Se que merezco la muerte mi Lord, pero solo le pido que no permitan que Eduardo se me acerque, es muy maldito el infeliz.
-Así será, se giro sobre sus talones el duque y se fue.
-Que firme la declaración que acaba de hacer y hay que llevarlo a Inglaterra amarrado como el animal que es, decía el duque asqueado de todo lo que le había confesado ese infeliz.
El duque viajo de emergencia a Italia ya que Neari no quería hablar con nadie más que con él, dejo a Candy al cuidado de Albert, sabía que la cuidaría con su vida si era necesario.
Eduardo estaba ideando una forma de hacer que Carys se comprometiera con él, fuera como fuera, decidió buscar al cochero chismoso, quería información acerca de ella, mientras estaba sumido en sus pensamientos llego Elizabeth y lo abrazo por la espalda.
-Querido ¿Por qué no vienes a la cama? Decía melosamente acariciando el pecho con la camisa medio abierta de Eduardo.
-Eliza sabes que no me gusta que me interrumpas, además, ya va siendo tiempo que me consiga una esposa ¿no crees?
-Sabes que no puedo casarme contigo, nuestra relación es vista como incesto, aunque no tengamos parentesco consanguíneo.
-Lo se preciosa, me refiero a una que si pueda presentar en sociedad, una fachada, tú me entiendes.
-Hmmm eso si que no amor mío… tu eres mío y jamás te compartiré con nadie, tu serás el duque y yo tu querida sobrina que cuida de ti.
Eduardo claro que no estaba de acuerdo con la ideas de su "sobrina" así que la mando a dormir y se quedó en el despacho pensando que podía hacer para atrapar a Carys.
Pasaron dos días, los rubios iban a ver a unos terratenientes que estaban en discusión por sus tierras y ganado, esto ya estaba alterando el orden y Albert siempre acostumbraba en Escocia a andar en medio de la gente, el rey había comisionado al duque a cuidar esas tierras, Albert fue acompañado por Candy para ver que era lo que pasaba, mientras su padre se hacía cargo de otros asuntos en Italia…
-A ver señores ¿cuál es el problema? les preguntaba a los dos propietarios molestos…
Mientras que Albert arreglaba a los terratenientes, Candy platicaba con unas campesinas del lugar.
-Que lindos niños Amelia, son preciosos como su madre.
-Gracias mi Lady, contestaba ella tímidamente, nunca antes habían sido visitadas por una mujer tan fina.
-Soy Carys Amelia solo Carys.
-Que lindo su nombre mi Lady, ¿sabe lo que significa? Mi madre es escocesa al igual que usted.
-La verdad es que no Amelia, decía Candy avergonzada por que nunca le dio curiosidad averiguarlo.
-Significa Amor valiente, es muy hermoso, sus padres debieron amarla mucho.
Candy sonrió y dio las gracias, se fue recordando que Albert fue quien le había dicho que ese nombre era muy especial, él le había dado ese nombre, como lo amaba.
De pronto sintió que alguien la jalo, volteo a verlo y era Eduardo que según él quería hablar con ella a solas arrastrándola por la calle del brazo.
-Espere mi Lord, pero ¿qué hace aquí?, ¿Cómo supo donde encontrarme? Decía Candy mientras se liberaba de su agarre, Dorotie la había seguido y ya había mandado a un mozo para avisarle a Albert lo que estaba pasando.
-Necesito hablar contigo en privado Carys, vamos a las caballerizas, volviéndola a jalar.
-Le digo que me suelte, suélteme, empezó a gritar
El la seguía jalando, si los encontraban besándose o haciendo algo mas que eso tendría que responder por el honor de Candy y esperaba que todo el pueblo se diera cuenta, tendría muchos testigos.
-Suélteme… Candy vio que Eduardo no tenia intenciones de soltarla le dio un punta pie en la espinilla, como lo vio que se dirigía a ella, le dio otra patada en sus partes nobles y no contenta con ello, lo empujo al chiquero de los cerdos a donde pertenecía, que afortunadamente tenia cerca, no era tan tonta como para dejarse embaucar por ese asesino, Albert llego agitado corriendo, viendo a Eduardo tirado en el fango retorciéndose del dolor que le había causado Candy.
Ella se volteo, la mitad del pueblo estaba ahí viendo lo que había hecho, como se había defendido de ese rufián, la gente le aplaudió, ese Eduardo jamás se había preocupado por ninguno de ellos, era un tirano. Albert lo tomo por las solapas no se aguantó y le dio un golpe en la cara, a ella la tomo por los hombros y se la llevo donde estaba teniendo la reunión con los terratenientes.
-Eduardo se quedaba con el moretón y la vergüenza que lo había hecho pasar esa endiablada mujer, pero eso no se quedaría así.
-Preciosa ¿estas bien? Le preguntaba el en privado.
-Si Albert afortunadamente las calles me hicieron aprender a defenderme, decía roja de vergüenza.
-Pues recuérdame nunca hacerte enojar, lo dejaste mas que terminado. Decía Albert sonriendo y abrazándola por la cintura.
-Gracias Albert también le diste su merecido, pero me preocupa que nos haya seguido hasta acá, estamos lejos del castillo no entiendo que hacia aquí.
-Lo se cariño, he pedido a uno de mis hombres que lo siga, necesitamos saber que esta planeando en esta ocasión.
El duque regresaba de Italia, llevaba con el a los prisioneros, a Daniel lo habían encontrado donde Neari había indicado. Iban los dos atados los tendrían en las mazmorras para que el rey Jorge fuera a corroborar las declaraciones firmadas de los dos.
Eduardo ni idea tenia de todo lo que se había avanzado, el seguía distraído pensando cómo se vengaría de esa pecosa que lo había mandado al chiquero de los cerdos, como hacerla su duquesa, Eliza supo lo que había ocurrido, era la comidilla de todo Inglaterra.
Decidido caminar por el castillo para pensar, subió a la habitación que nunca visitaba, al cuarto familiar, había pinturas de sus antepasados, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos todos con cargos de duques, vizcondes, etc. encontró la pintura de su tío, lo vio con su porte gallardo y de caballero lástima que tuvo que matarlo pensó, después encontró la foto familiar, Eduardo se quedo atónito, esos ojos eran iguales a los de ella, era ella, su prima Candice era Carys, el duque la encontró…
Comadres esto se pone cada vez mas emocionante, espero que les guste la lectura, un abrazote, las quiero!
